Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de Santa Bárbara, de Ignacio Tomás y Antonio Matías de Figueroa, en Écija (Sevilla).
Hoy, 4 de diciembre, Conmemoración de Santa Bárbara, de la cual se dice que fue virgen y mártir en Nicomedia, en la actual Turquía (s. III / IV) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la Iglesia de Santa Bárbara, de Ignacio Tomás y Antonio Matías de Figueroa, en Écija (Sevilla).
Aunque el cuerpo de la iglesia data del siglo XIX, existen en ella construcciones muy anteriores. La tradición dice que la iglesia fue edificada sobre un palacio romano, pero realmente los restos más antiguos datan posiblemente del siglo XV. Estos consisten en una nave cubierta por artesa, adosada al muro del Evangelio, donde actualmente se encuentran la casa-hermandad y una serie de almacenes. Del siglo XV era la torre, formada por tres cuerpos octogonales, que fue destruida en 1892. Más antigua que el cuerpo principal del templo es la capilla del Sagrario, abierta en el lado izquierdo, que fue concluida por Antonio Matías de Figueroa en 1782 y decorada con yeserías por Antonio Caballero. Los planos de la iglesia, que se conservan en el archivo, fueron trazados por el arquitecto cordobés Ignacio Tomás en 1790. En 1798 se documentan las modificaciones que hizo Antonio Rosales, no terminándose la construcción hasta 1855.
Consta el templo de tres naves, separadas por arcos de medio punto que apean sobre pilares. La nave central ofrece bóvedas de cañón con lunetos y bóvedas de arista las laterales, mientras el crucero se cubre por una bóveda vaída. A la nave izquierda se adosan la Capilla Sacramental y la antigua nave mudéjar, y a la derecha, la Capilla Bautismal y la Sacristía. El templo tiene dos portadas trazadas por el arquitecto Ignacio Tomás, una a los pies y otra en el lateral derecho, ambas muy sobrias, como corresponde al estilo neoclásico del edificio.
El retablo mayor, de estilo neoclásico, está dedicado a Santa Bárbara, escultura de la primera mitad del siglo XVIII procedente del anterior retablo. La acompañan las de San Pedro Mártir y San Wistremundo, obras de la misma época pero de menor calidad, y dos imágenes modernas de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Contiene el retablo también dos pinturas de San Pedro y San Pablo y en el ático un relieve del Padre Eterno. En el presbiterio hay tres sillones de terciopelo rojo bordados en oro y tres blandones de madera tallados, con astil salomónico, piezas todas de la primera mitad del siglo XVIII. Muy interesantes, aunque algo más tardíos, son los púlpitos de jaspe rojo y negro. A los pies se halla el coro, separado del resto del templo por una reja fechada en 1855, obra del maestro herrero Serafín Fernández de Rojas. La sillería es de estilo rococó y está decorada con rocallas, estípites y relieves. Es obra de Bartolomé y Antonio González Cañero, quienes la acabaron en 1762. En el interior del coro hay un facistol de madera tallada del mismo estilo y un atril, con decoración barroca y vástago formado por columna salomónica, de la primera mitad del siglo XVIII. Tras el coro se halla el cancel de la puerta de los pies, obra de los mismos autores que la sillería.
En el lado izquierdo, a los pies, hay una pequeña capilla que sirve de unión entre la nave mudéjar y la iglesia y que contiene un retablo rococó con una pintura de la Virgen de la Antigua con corona de plata adosada al lienzo. La pintura es anterior al retablo. En la nave, y a continuación de la capilla, se encuentra un retablo neoclásico que aloja una escultura de San Miguel con escudo y espada de plata y una inscripción en la peana que dice: «Se estofó año de 1795». La escultura es anterior, probablemente de comienzos del XVIII. En otro retablo semejante hay una escultura de Nuestra Señora del Patrocinio datable en la primera mitad de ese mismo siglo.
A esta altura de la nave se abre la Capilla Sacramental. Tiene planta de cruz latina de una sola nave y se cubre con bóveda de cañón con lunetos y media naranja sobre tambor en el crucero. Fue trazada en 1770 por Ambrosio de Figueroa. El retablo muestra el paso del estilo rococó al neoclásico, con alternancia de movidos frontones y abundantes superficies blancas y lisas. Consta de tres calles separadas por estípites, hornacina central, manifestador y gran remate, siendo obra del ecijano José de Araujo que lo realizó en 1782. En la hornacina central se aloja la imagen de Cristo, llamado Jesús sin soga o Jesús cansado, obra de Montes de Oca fechada entre 1732 y 1733 y que se ha restaurado recientemente, y a los lados las de San Fernando y San Luis de Francia. En el remate va un lienzo del Calvario, de fines del siglo XVI, y en el manifestador tres relicarios de madera dorada, tipo ostensorio, de fines del siglo XVIII, con reliquias de San Vicente y Santa Polonia. Interesante es el frontal de altar, de madera tallada y dorada a base de acantos de gran realce que rodean el símbolo de Santa Bárbara. Es obra de la primera mitad del siglo XVIII. Detrás del retablo se hallan los paneles de otro más antiguo, con los emblemas de la Merced, que puede fecharse a fines del siglo XVII.
En la Capilla Sacramental hay varios retablos además del mayor, todos pequeños y de estilo rococó, con esculturas y relicarios, destacando las imágenes de Santa Quiteria, San Bartolomé, la Dolorosa y la Inmaculada. En cuanto a las pinturas, merecen mencionarse el Martirio de San Bartolomé, las Lágrimas de San Pedro y el Ecce Homo, todas del siglo XVIII, así como una Virgen con el Niño, del siglo XVII. Durante algún tiempo estuvo aquí el lienzo de Jesús sin soga de la primera mitad del siglo XVIII, que procedía de un retablito callejero situado al pie de la torre. Hoy día, restaurado el lienzo, ha vuelto a su lugar de origen.
Saliendo de nuevo a la nave izquierda hay un retablo neoclásico de fábrica, que contiene una imagen de San Pablo realizada en 1575 por el artista ecijano Salvador Gómez de Navaja. Fue restaurado en el siglo XVIII. En la cabecera de la nave hay una capilla con un retablo, también de fábrica, del siglo XIX, que contiene un lienzo de la Bajada de Cristo al Limbo. Entre las pinturas destacan un martirio de San Bartolomé y la Estigmatización de San Francisco del siglo XVII y dos grandes lienzos del siglo XVIII que representan la Multiplicación de los Panes y el Nacimiento. A los pies de la nave derecha se sitúa la Capilla Bautismal, interesante construcción de planta circular, cubierta por bóveda semiesférica. Contiene una magnífica pila de jaspe rojo y negro, de fines del XVIII, y pinturas de la misma época. Los retablos de la nave derecha son todos de estilo neoclásico, sencillos y de la época de la construcción de la iglesia. Contienen a San Alberto, San José con el Niño y San Judas Tadeo, esculturas del siglo XVIII, así como un lienzo de la Virgen de los Milagros, del siglo XIX. En cuanto a las pinturas de esta nave destacan un lienzo de la Cena del siglo XVIII, otro de la Virgen de la Leche con una inscripción que dice «Se renovó año de 1766» y una Imposición de la Casulla a San Ildefonso de la primera mitad del siglo XVIII.
La Sacristía es una pieza rectangular cubierta por una bóveda de cañón con lunetos que contiene cajonerías y armarios del siglo XVIII. En ellos se guardan ornamentos de la misma época, realizados en seda bordada. Hay también algunas pinturas en la estancia, igualmente del siglo XVIII, que representan un Crucificado, la Santa Faz, la Anunciación y Santa Bárbara, así como un Crucificado de talla, de la misma época.
La orfebrería de la parroquia es excepcionalmente rica, aunque en su mayor parte se encuentra depositada en la parroquia de Santa María. De las piezas que quedan en la iglesia podemos reseñar los aderezos de Santa Bárbara, consistentes en diadema, custodia y torre, las dos primeras con punzón del platero ecijano Colmenares, que corresponde a José Franco Hernández Colmenares, quien las realizó en 1773. Son también de interés el escudo y la espada de San Miguel, el primero en forma de sol con rayos ondeantes y lisos y la segunda en forma de rayo de fuego. Ambas piezas llevan los punzones de los plateros Gaitán y Pando y son obras de la segunda mitad del siglo XVIII, aunque de estilo arcaizante. El punzón de Pando aparece también en el puño de la espada y la diadema de San Pablo, ejecutados en 1770, al igual que el relicario. El acero de la espada, por el contrario, parece ser contemporáneo de la imagen, es decir, de fines del siglo XVI, llevando la inscripción del autor y lugar de origen: «Enrique Coel. En Alemania». Hay también varias coronas y diademas de plata que adornan distintos santos de la iglesia, entre los que destacan la corona de la Virgen del Patrocinio, de comienzos del XIX, siendo de la misma época un incensario y una naveta que presentan los punzones de Écija y de Pando. Las lámparas que adornan el templo son también de calidad. De las tres existentes, la más antigua va colocada frente al altar de San Pablo, se decora con gallones y óvalos y está fechada en 1632. Otra está en la capilla del Sagrario y se decora con rocalla y aristas entorchadas, según el estilo cordobés, llevando los punzones de la ciudad de Écija, del contraste Gaitán y del autor Pando, además de la fecha de 1760. Algo posterior es la que se halla en el centro del presbiterio, decorada con rocalla y gallones, que lleva el punzón del platero sevillano Zuloaga (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
Interesante edificio en el que se contemplan construcciones de diferentes épocas que abarcan desde el siglo XV al XIX. Fue diseñada por el arquitecto cordobés Ignacio Tomás en 1790 y se concluyó la obra en 1855.
La Capilla Sacramental se encuentra situada en el tercer tramo del muro del Evangelio, utilizándose para su construcción parte del solar que ocupaba el patio de los naranjos. Las trazas y dirección de las obras de la capilla corrieron a cargo de Antonio Matías de Figueroa, concluyéndose su construcción en 1782. Presenta planta de cruz latina con una nave, dividida en dos tramos desiguales, cubierta por bóveda de cañón con lunetos. El crucero, poco marcado al exterior, se cubre con bóveda semiesférica sobre tambor, decorada interiormente con rica ornamentación de yeserías, obra del alarife ecijano Antonio Caballero.
Tras la inauguración de la nueva Capilla Sacramental, se observó que la iglesia presentaba un deplorable estado de conservación, lo que llevó, tras varios intentos de restauración, a su derribo y encargándose la realización de los planos de la nueva fábrica en 1790 al arquitecto cordobés Ignacio de Tomás. Las obras iniciadas en 1787 se vieron prolongadas hasta 1855, dando como resultado un edificio de claro sabor neoclásico.
La iglesia es de planta de cruz latina, de tres naves separadas por pilares y presbiterio de testero cuadrado. La nave central se cubre con bóveda de cañón con lunetos, las laterales por bóveda de aristas y el crucero con bóveda vaída. En el último tramo del muro de la Epístola se encuentra la Capilla Bautismal, de planta centrada con columnas adosadas al muro circular y cubierta por semiesfera rematada por una linterna.
La portada principal se sitúa a los pies de la nave central. Se encuentra guarnecida en un gran arcosolio flanqueado por pilastras toscanas. Sobre ellas cabalga un gran friso con triglifos, donde descansa la cubierta. El interior se articula a partir de un arco de medio punto con decoración en la clave flanqueado por dos grandes columnas de granito, reutilizadas del interior de la iglesia gótico-mudéjar, sobre pedestales y capiteles corintios, en los que descansa un entablamento cuya cornisa se decora con dentículos. Sobre éste, se sitúan dos grandes vasos clásicos rematados por llamas.
La portada secundaria se encuentra adosada al cuarto tramo del muro de la Epístola. Se compone de un gran vano adintelado flanqueado por dos columnas de granito sobre pedestales con capiteles corintios, rematado por un frontón triangular. La decoración se centra en casetones con rosetas en el interior del frontón así como dentículos. La portada queda flanqueada por sendas ventanas rematadas mediante frontones curvos.
La Torre; sus orígenes se remontan al siglo XV, siendo construida sobre un antiguo torreón árabe. Se encuentra adosada a los pies de la nave del Evangelio, junto a la fachada principal, destacando en su construcción el ladrillo. El fuste cuadrado, alberga, en el cuerpo inferior, una capilla y sobre ésta se superponían tres cuerpos octogonales. El primer cuerpo se componía de ocho vanos apuntados decorados con baquetones y enmarcados por sus respectivos alfices. En el segundo cuerpo se repetía el mismo esquema compositivo que el anterior, aunque presentaba pequeñas variaciones. El tercer cuerpo se correspondía con una restauración moderna, rematándose por un chapitel curvilíneo sobre el que giraba la veleta adosada a una cruz de hierro.
A consecuencia de los daños causados por un rayo que afectó de lleno a la torre en 1892, se inició su derribo en 1918 y finalizó en 1929. En esta actuación se conservaron tres vanos del primer cuerpo de la antigua torre, que fueron rematados por merlones y utilizado como espadaña.
Su origen se remonta al Repartimiento que realizó de la ciudad Alfonso X en 1263, figurando como una de las cuatro parroquias en que se dividió el trazado urbano. La tradición cuenta que sobre su solar se alzó en la antigüedad un templo o palacio romano. La antigua fábrica de Santa Bárbara pertenecía al tipo de iglesias gótico-mudéjares, de tres naves sobre columnas de granito con cubiertas de madera. Adosadas al cuerpo de la iglesia se encontraban la capilla bautismal y la sacramental. El conjunto se completaba con la Capilla Sacramental inaugurada en 1782 y posiblemente con dos portadas, patio de los naranjos y torre. De esta construcción se conserva únicamente parte del referido patio y el fuste con un trozo del primer cuerpo de la torre, desapareciendo el resto del edificio en el derribo efectuado en 1791, trasladándose la parroquia a la referida Capilla Sacramental mientras se construía la nueva fábrica. La iglesia fue proyectada con tres naves y crucero, contando con dos portadas de acceso de hondo sabor clasicista (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La iglesia consta de tres naves separadas por arcos de medio punto sobre pilares. La nave central está cubierta por bóveda de cañón, siendo de arista las cubiertas de las naves laterales. Aunque se trata en su mayor parte de un edificio del siglo XIX de estilo neoclásico, existen partes de la iglesia de momentos anteriores. Incluso hay una tradición que dice que la construcción actual está edificada sobre un palacio romano, pero no es así puesto que el sector más antiguo, que es una nave adosada al muro del Evangelio de estilo mudéjar, data del siglo XV.
Otros sectores anteriores a las fechas de construcción del cuerpo principal del templo son la capilla del sagrario de 1782, decorada con yeserías, y que fue realizada por Antonio Matías de Figueroa, y la Capilla Sacramental, trazada en 1770 por Ambrosio de Figueroa adosada nave mudéjar, en la nave izquierda, y que acoge el retablo rococó de Jesús de la Soga, escultura de Montes de Oca de 1732.
El retablo mayor, de estilo neoclásico está dedicado a Santa Bárbara, escultura de la primera mitad del siglo XVIII que está acompañada de otras imágenes más recientes.
Hay que destacar también la notable construcción de planta rectangular que constituye la capilla bautismal, situada a los pies de la nave derecha y cubierta por bóveda semiesférica, que alberga una espléndida pila de jaspe rojo y negro, de fines del XVIII.
La iglesia primitiva contó con una torre adosada a los pies de la nave del Evangelio, junto a la fachada principal, construida en ladrillo y formada por tres cuerpos octogonales de hacia el siglo XV. A consecuencia de los daños causados por un rayo que la afectó de lleno en 1892, se inició su derribo en 1918, finalizando este en 1929.
La orfebrería de esta parroquia es de gran interés, aunque en la actualidad la mayor parte se guarda en la iglesia de Santa María. De las piezas conservada in situ hay que destacar la diadema, custodia y torre de Santa Bárbara del siglo XVIII.
Horario
Lunes y sábado cerrado
Viernes de 19:00 a 20:00
Domingo de 20:00 a 21:00.
Misas: 20:00
LEYENDA
Compilada tardíamente por Simeón Metafrasto en el siglo X, la Pasión de esta santa oriental se popularizó en Occidente en el siglo XIII, gracias al arzobispo de Génova, Santiago de Vorágine, y a su Leyenda Dorada.
Hija del sátrapa Dióscuro, habría nacido en Nicomedia, a orillas del mar de Mármara. Para sustraerla al proselitismo cristiano, su padre la encerró en una torre iluminada sólo por dos ventanas.
No obstante, gracias a un subterfugio, ella encontró el medio de recibir las enseñanzas de un sacerdote enviado por Orígenes, que se hacía pasar por médico, y quien, después de haberla instruido en la religión cristiana le administró el bautismo. Para expresar su fe en la Santísima Trinidad, ella perforó en el muro de la torre una «tercera ventana».
Al saber que a pesar de todas sus precauciones su hija se había convertido, el feroz Dióscoro la amenazó con la espada. Ella consiguió huir y se refugió en un peñón que se abrió milagrosamente para darle asilo. Pero fue denunciada por un pastor chivato que fue castigado por su traición con la metamorfosis de sus corderos en langostas.
Presa, santa Bárbara se negó a abjurar del cristianismo y a casarse con un pagano. Por ello la entregaron al juez Marciano que le hizo padecer los peores tormentos. Estirada en un potro fue azotada con vergajos, desgarrada con peines de hierro, rodada sobre fragmentos de cerámica, quemada con hierros candentes; y al fin los verdugos le arrancaron los pechos con tenazas.
Cuando la paseaban desnuda por la ciudad, un ángel le cubrió el cuerpo martirizado con un velo.
Para terminar, su padre, desnaturalizado, la llevó hasta la cima de una montaña y le cortó la cabeza con sus propias manos. El castigo del cielo no se hizo esperar: el monstruo fue fulminado por un rayo. «Fue asaeteado y consumido de tal manera que de su cuerpo no quedaron polvo ni cenizas.»
CULTO
El culto de la "partenomártir" de Bitinia nació en Oriente.
Fue la patrona del monasterio de Edesa a partir del siglo IV, y en el VII se convirtió en titular de una basílica construida por los coptos en El Cairo. León el Filósofo puso bajo su advocación una iglesia de Constantinopla.
En Occidente, su popularidad se remonta al siglo XV. No obstante, en Roma se la representó a partir del siglo VIII, tal como se ve en un pilar de Santa María la Antigua, acompañada por un pavo real, símbolo de inmortalidad. Se ha imaginado que en ciertos casos su culto sustituyó al de una divinidad celta: Borbo o Borvo (Borbón), dios de las fuentes. Por otra parte, corno protegía contra el rayo, se le edificaron santuarios en las cumbres golpeadas por el fuego del cielo.
Se la veneraba sobre todo en Francia, en las provincias de Normandía y Bretaña, como lo prueban la fundación de un priorato de Sainte Barbe en Auge, a orillas del Dive y la advocación de la capilla de Sainte Barbe en Faouet .
En España se la invoca contra los truenos, rayos e incendios (abogada contra los truenos e incendios).
La extensión de su culto en Alemania, a finales de la Edad Media, se debía sobre todo al hecho de que figurase en la cohorte de los Catorce Intercesores (vierzehn Nothelfer), en compañía de santa Catalina y santa Margarita. Las tres santas gozaban de envidiables privilegios en la devoción popular, ilustrada por este refrán :
Barbara mit dem Thurm,
Margarethe mit dem Wurm,
Katharina mit dem Räddel
Sind die drei heiligen Mädel.
La liturgia les sumó a santa Dorotea, para formar el grupo del Cuarteto de vírgenes capitales que se invocaba en estos términos en la colecta de la Missa de Sanctis quattuor capitalibu s virginibus:
«Deus qui sanctissimas virgines tuas Catharinam, Barbaram, Margaretham et Dotoheam per martyrii palmam ad coelos pervenire fecisti, praesta, quaesumus, ut earum intervenientibus meritis a peccatorum nostrum maculis mereamus absolvi.»
A Santa Bárbara suele asociársela sobre todo con santa Catalina. Protectora de los militares, simboliza la vida activa, mientras que santa Catalina, patrona de los clérigos, es la imagen de la vida contemplativa.
Patronazgos
Si el culto de santa Bárbara suele adquirir en Alemania una forma colectiva, sus patronazgos tienen un carácter muy individual. Y son tan numerosos que para esclarecerlos, deben clasificarse en dos series: l. La protección contra el rayo y la muerte súbita; 2. Los patronazgos de corporaciones y oficios.
1. Protección contra el rayo y la muerte súbita
Uno de los privilegios más apreciados de santa Bárbara era el de proteger contra el rayo porque su verdugo, que fue su propio padre, fue fulminado por el fuego del cielo. Se la llamaba la «conjuradora del rayo».
Los viejos refranes populares prueban que hasta la invención del pararrayos por Franklin, ella tenía la tarea a su cargo:
Quand le tonnerre grondera,
Sainte Barbe nous gardera.
Quand le tonnerre tambera,
Sainte Barbe le retiendra.
Partout où Barbe passera,
Le tonnerre ne tambera.
(Cuando el trueno rugirá,/ Santa Bárbara nos guardará./ Cuando el rayo caerá, / Santa Bárbara lo retendrá./ Por donde Bárbara pasará, /El rayo no caerá.)
Las iglesias cuyos campanarios y techos protegía de los incendios, invocaban su protección. Por ello el nombre de la santa suele estar inscrito en las campanas, que durante las tormentas solían echarse a vuelo.
La capilla de Sainte Barbe au Faouet fue edificada en 1489 a causa de una promesa formulada por un noble, quien sorprendido durante una cacería por una violenta borrasca, se salvó gracias a la santa que alejó de su cuerpo una gran roca desprendida que rodara hacia él.
Como protege del rayo, se considera que santa Bárbara también preserva de la muerte fulminante, y del deceso sin confesión ni comunión, particularmente temido por los creyentes. Así, pertenece a la categoría de los santos eucarísticos.
Esos dos patronazgos estaban estrechamente ligados en el espíritu de los cristianos de finales de la Edad Media. En un Libro de Horas de 1490, un devoto ruega a santa Bárbara «guardarle del rayo y de la tormenta / como de la muerte súbita, vil y deshonesta / puesto que Dios le ha dado poder» .
Sin duda es esa una de las fuente principales de la popularidad de santa Bárbara, versión femenina de san Cristóbal a quien también se invocaba contra «la muerte súbita». Los agonizantes recurrían a su intercesión para no expirar antes de haberse confesado. Por ese motivo se la llamaba Mater confessionis. Las cofradías de la Buena Muerte se ponían bajo su advocación.
2. Patronazgos de corporaciones y oficios
Por el hecho de proteger contra el rayo y la mala muerte, santa Bárbara se convirtió en el siglo XV en la patrona de los artilleros, cuyos cañones tonantes lanzan el rayo, y que están expuestos a explosiones accidentales en tiempos de paz, y a la muerte súbita en tiempos de guerra. Los artificieros también la adoptaron como patrona.
Los arcabuceros, bombarderos, cañoneros y culebrineros nunca olvidaban situar su imagen protectora en los escudos de armas o piezas. La cofradía de santa Bárbara en París agrupaba a los salitreros, fabricantes de pólvora y oficiales de artillería. Se da el nombre de santa Bárbara a los polvorines, arsenales y fuertes; en los barcos de guerra, el habitáculo del maestro artillero se denomina cámara de santa Bárbara.
Por la misma razón, o tal vez a causa de la montaña que se abrió ante ella, santa Bárbara se convirtió en patrona de los mineros y canteros particularmente expuestos a los peligros del grisú y a los derrumbes. Muchos pozos de minas se bautizaron con el nombre de la santa. Su fiesta, el 4 de diciembre, era feriado para los mineros, y quienes trabajaban ese día se arriesgaban a sufrir accidentes mortales. Por extensión, también la adoptaron como patrona los obreros que perforan pozos petrolíferos, sobre todo en Pechelbronn, Alsacia.
En el siglo XV, los mineros de Kutna Hora, Kuttenberg, (Bohemia) pusieron bajo su advocación una magnífica iglesia.
Como en las tormentas se echaban a vuelo las campanas para prevenir los rayos, santa Bárbara también es patrona de los campaneros y carrilloneros. Otros patronazgos se explican por diferentes circunstancias de su leyenda. Puesto que era una virgen estudiosa que se inició en las verdades de la fe cristiana siendo muy joven, junto a santa Catalina comparte el patronazgo de los escolares y estudiantes. De ahí, el nombre del Colegio de Sainte Barbe sobre la colina de Sainte Genevieve, en París.
La torre donde fue encerrada la santa y en la que ella perforó «una tercera ventana» en honor de la Santísima Trinidad, le valió convertirse en la patrona no sólo de los presos sino también de los arquitectos y albañiles.
En conmemoración de la metamorfosis de los ovinos del pastor que la denunciara, era invocada por los agricultores contra las plagas de langosta. Quizá el patronazgo de los canteros o pedreros se explique por la milagrosa apertura de la peña, que le sirviera de refugio. En cualquier caso, es por esa razón que ella curaba la enfermedad de la piedra (cálculos).
La etimología popular le consiguió aún más clientes. A causa de un mal juego de palabras con su nombre, que evoca la idea de pelos, santa Bárbara era invocada por los tapiceros, fabricantes de brochas, sombrereros, fabricantes de verguetas y de raquetas. En Saone et Loire las mujeres visitan la capilla de Santa Bárbara en peregrinación, para tener hijos con pelo rizado.
Puede apreciarse la extraordinaria diversidad de la clientela de santa Bárbara, a quien se recurría no sólo a la hora de la muerte sino también en la vida diaria, para infinidad de oficios. Era la protectora y abogada celestial de los artilleros, mineros, campaneros, arquitectos, fabricantes de brochas y sombrereros.
Ello explica la riqueza de su iconografía.
ICONOGRAFÍA
Atributos
Además de la palma del martirio y la corona, santa Bárbara se caracteriza por numerosos atributos que le pertenecen en propiedad exclusiva y permiten reconocerla fácilmente.
Algunos se han tomado de su leyenda, otros de sus patronazgos.
1. La torre con tres ventanas
Es el atributo más constante, y por decirlo así, obligatorio. En un auto sacramental del siglo XV puede leerse:
Aussi faut qu 'elle ait une tour
En une main et puis en l 'autre
Une palme; puis sans nulle faute
Ait sur la tête une couronne.
(También es necesario que tenga una torre/ En una mano y luego en la otra/ Una palma; y luego sin falta alguna / Que tenga una corona en la cabeza.)
En vez de la pequeña torre simbólica en la mano, puede estar sentada al pie de una gran torre en construcción: así la representa Jan van Eyck en su célebre grisalla del Museo de Amberes (1437).
Lo que caracteriza a la torre de santa Bárbara es que está abierta en tres Ventanas que simbolizan su adoración a la Santísima Trinidad.
A veces la torre, reducida a una pequeña escala, es sólo un simple ornamento aplicado como una insignia a su diadema o su tocado.
En un cuadro del Museo de Bruselas, se ve a santa Bárbara cubierta con un vestido lleno de torres bordadas, formando pareja con santa Catalina que lleva el suyo constelado de ruedas.
2. La pluma de pavo real
Las varas con que la azotaba su padre se habrían cambiado en plumas de pavo real.
No obstante, puede que se trate de un símbolo de inmortalidad, como en el fresco de Santa María la Antigua, en Roma. Se trataría de una alusión a su patronazgo contra la muerte súbita.
3. Su padre y perseguidor hollado a sus pies
Así forma pareja con el emperador Majencio a quien se ve a los pies de santa Catalina de Alejandría.
4. Un cáliz rematado con una hostia
Este atributo que la señala como preservativo de la muerte repentina sin comunión, es menos universal que el precedente. Es particular del arte germánico, alemán y flamenco, e infrecuente en el francés.
Al tiempo que la torre alude a su leyenda, el cáliz la señala como patrona de la buena muerte (patronin eines seligen Todes).
Los dos atributos suelen aparecer combinados: el cáliz está apoyado sobre una ménsula en saledizo, encima de las tres ventanas de la torre.
Hasta se ha emitido la hipótesis de que en origen eran uno, es decir, que el cáliz sería una duplicación, una simple variante de la torre que a veces tenía la forma de un pimentero, bastante parecida a las píxides en que se conservaban las hostias consagradas para administrar a los agonizantes, en el siglo XV. De la torrecilla se habría pasado a la píxide, y luego al copón o cáliz sin tapa, encima del cual planea una hostia.
5. Un cañón o una bala de cañón
Este atributo la señala como patrona de los artilleros.
Resulta poco creíble que el cañón derive, como lo pretende Hourticq, de la torre mal interpretada. La semejanza de formas es muy ligera, y además, los tubos de los cañones no se erigen según la vertical.
Palma Vecchio la representa con un cañón a sus pies. Un alabastro inglés del siglo XV (Victoria & Albert Museum, Londres), la muestra con una bala de cañón en la mano.
La semejanza entre una bala de artillería y una pelota de frontón sin duda explica la elección de santa Bárbara como patrona de los fabricantes de pelotas y de raquetas (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Ignacio Tomás, uno de los autores de la obra reseñada;
Ignacio Tomás y Fabregat, (Cervera, Lérida, 1745 – Granada, 1812). Arquitecto.
Fue discípulo de Ventura Rodríguez y, siendo alumno de la Academia, opositó a los concursos de Premios Generales por la Arquitectura, en 1769 por la 3.ª Clase obteniendo el 2.º premio, y en 1772, por la 1.ª sin llegar a conseguirlo. Durante este período se presentó varias veces a las “ayudas de costas” por la 1.ª Clase de Arquitectura, obteniendo una en el mes de junio de 1770 y otra en diciembre de 1771. A principios de 1774 presentó el proyecto de Una Academia de Bellas Artes como ejercicio demostrativo, a fin de que la Academia le concediese la graduación que estimase oportuna, siéndole concedido el grado de académico supernumerario en la Junta Ordinaria General del 6 de febrero de este año y un día más tarde presentó los diseños de Un Panteón, con el que conseguiría el grado de académico de mérito en la Junta Ordinaria del 6 de marzo de 1774.
Su vida profesional estuvo muy ligada a la Academia, alternando la práctica de la arquitectura con la docencia. Hasta 1786, año en que su nombre empieza a figurar en las juntas académicas, colaboró con Ventura Rodríguez en las trazas de una escalera para el palacio del duque de Liria, y con Antonio Plo, en la construcción de la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid participando durante poco tiempo en la construcción del Palacio de Arenas de San Pedro y en la construcción del Hospital de Atocha, a las órdenes de Sabatini. Desde la creación de la Comisión de Arquitectura en 1786, Ignacio fue uno de sus miembros más activos y hasta 1807, año en el que se trasladó a Granada, se le pueden contabilizar en su haber, más de cincuenta actuaciones: revisión de planos, informes e inspección de obras y proyectos repartidas por todo el territorio nacional. Revisó los puentes de Villasequilla (Toledo) en 1786, de Medina de Rioseco en 1787, Granadilla, Guijo, Abadía y Escalona (Toledo) en 1788 y el de Illescas (Toledo) en 1790, así como la presa de un molino en Martos (1792) y otra para Granada en 1807; las iglesias de San Bartolomé en Grau (Cataluña) en 1786; Santa Bárbara en Écija en 1790 y la de Cabra (Tarragona) en 1792. Realizó los planos de una capilla para el Seminario de Nobles de Madrid (1802), los de un hospital con iglesia para Villacañas (Toledo) (1804) y los de una casa consistorial para Castillo de Guareña y otra para Balaguer (Lérida) en 1787.
Aunque en ocasiones sustituyó, en la clase de Geometría, a Juan de Villanueva, su actividad docente no debió de ser extrema, porque las noticias que se tienen son que, en 1801, se presentó a la terna para ocupar la plaza de teniente director de Arquitectura, vacante por fallecimiento de Francisco Sánchez, plaza que fue ganada por su contrincante Juan Antonio Cuervo, y, en 1804, opositó, junto con otros cuatro arquitectos, a la Cátedra de Perspectiva, quedando la plaza desierta. En 1807 se trasladó a Granada, donde murió en 1812 siendo director de su Escuela de Bellas Artes (Carmen Heras Casas, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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Un trabajo excepcional, que por otra parte me ha venido bien conocer para contrastar datos e información sobre cuestiones toponímicas de otra localidad de nuestro país,bien alejada de Écija, en plena Villa y Tierra de Sepúlveda. Muchas gracias por compartir su conocimiento. ¡Saludos!
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