Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el antiguo Hospital de Jesús, María y José, y Ermita de San Arcadio, en Osuna (Sevilla).
Hoy, 26 de diciembre, Fiesta de la Sagrada Familia (domingo que cae entre la Octava de Navidad -25 de diciembre al 1 de enero-, o el 30 de diciembre, si no hay un domingo entre estos dos días), Jesús, María y José, desde la que se proponen santísimos ejemplos a las familias cristianas y se invocan los auxilios oportunos [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el antiguo Hospital de Jesús, María y José, y Ermita de San Arcadio, en Osuna (Sevilla).
El antiguo Hospital de Jesús, María y José, y Ermita de San Arcadio, se encuentra en paseo de San Arcadio, 3; en Osuna (Sevilla).
La iglesia de este hospital fue antiguamente la ermita de San Arcadio, construida en el siglo XVII y reformada en el siguiente. Su interior es de nave única cubierta con bóveda de cañón y con una cúpula sobre pechinas en el espacio del crucero. Los muros laterales llevan pilastras adosadas que sostienen un entablamento adornado con suntuosas yeserías. En las pechinas de la bóveda aparecen también decoraciones de yeserías, con orlas vegetales enmarcando el escudo de la ciudad de Osuna.
En el presbiterio se levanta el retablo mayor, que es obra barroca del segundo cuarto del siglo XVIII. Presenta relieves que narran los martirios de varios santos de la ciudad de Osuna, como San Abundancio, San León, San Nicéforo y San Donato. La hornacina central la ocupa San Arcadio, mientras que en el segundo cuerpo figura un relieve del Éxtasis de Santa Teresa. En las paredes laterales del presbiterio aparecen dos pinturas de la segunda mitad del siglo XVIII que representan los martirios de San Abundancia y de San Arcadio y que llevan buenos y aparatosos marcos de la época.
En los brazos del crucero se disponen dos retablos del segundo cuarto del siglo XVIII, en cuyas hornacinas principales se albergan representaciones escultóricas de la Sagrada Familia, en uno, y de Tobías con el Ángel, en el otro. En las paredes de ambos brazos del crucero figuran diversas pinturas enmarcadas por buenas molduras barrocas del siglo XVIII. Por los muros de la iglesia se distribuyen varios lienzos de un Apostolado, fechable a mediados del siglo XVII (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
En esta ermita se venera la imagen del patrón de Osuna, que procesiona por las calles de la ciudad todos los años el 12 de Enero.
La iglesia fue construida en el siglo XVII y reformada en el siglo XVIII. Su interior es de nave única, cubierta con bóveda de cañón y con una cúpula sobre pechinas en el espacio del crucero.
Los muros laterales llevan pilastras adosadas que sostienen un entablamento adornado con suntuosas yeserías. En las pechinas de la cúpula aparecen, representaciones, con orlas vegetales enmarcando el escudo de la ciudad de Osuna.
En el presbiterio se levanta el retablo mayor, que es obra barroca de ½ del XVIII. Presenta relieves que narran los martirios de varios santos de la ciudad de Osuna. La hornacina central la ocupa San Arcadio, patrón de la localidad.
En los brazos del crucero se disponen dos retablos del 2º ¼ del XVIII, cuyas hornacinas albergan representaciones escultóricas de la Sagrada Familia, en uno, y de Tobías con el Ángel, en otro. En las paredes de ambos brazos del crucero figuran diversas pinturas enmarcadas por buenas molduras barrocas del siglo XVIII.
Por los muros de la iglesia se distribuyen varios lienzos de un apostolado, que datan de ½ del XVII.
En la actualidad se ubica en él un Instituto de Enseñanza Secundaria Obligatoria (Ayuntamiento de Osuna).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Sagrada Familia;
En el verdadero sentido de la expresión, la Sagrada Familia constituye un grupo mucho más restringido que La Parentela de María. Sólo incluye a los parientes más próximos del Niño Jesús, es decir madre y abuela o madre y padre nutricio. En los dos casos, ya sea santa Ana o san José quienes lo lleven, es un grupo de tres figuras, un grupo trinitario.
Desde el punto de vista artístico, la disposición de esta Trinidad terrestre (Trias humana), como se la ha llamado muy justamente, plantea los mismos problemas y sugiere las mismas soluciones que la Trinidad celestial.
No obstante, las dificultades son menores. Ya no se trata de un único Dios en tres personas del cual deba expresarse la unidad esencial al mismo tiempo que la diversidad. Los tres personajes están unidos por vínculos de sangre, ciertamente; pero no constituyen un bloque indivisible. Cada uno de ellos tiene su propia vida y pueden disociarse sin inconvenientes. Además, los tres están representados con forma humana mientras que la paloma del Espíritu Santo introduce en la Trinidad divina un elemento zoomórfico difícil de amalgamar con dos figuras antropomórficas.
1. Santa Ana con la Niña María y el Niño Jesús
Este tipo de Sagrada Familia que agrupa a las tres generaciones, abuela, madre e hijo, está estrechamente ligado con La Parentela de María de la cual no es más que un fragmento separado.
También ha encontrado los mayores favores en Alemania, hasta el punto que la expresión Anna selbdritt (santa Ana triple, en tres, trinitaria) se emplea corrientemente en otras lenguas para designar brevemente este grupo.
Se encuentran ejemplos de este tipo a partir del siglo XIV; pero fue en los siglos XV y XVI cuando el tema se hizo realmente popular, no sólo en los países germánicos sino hasta en Italia y España.
Agrupar de una manera satisfactoria dos mujeres adultas y un niño no era tarea fácil. Al igual que con la Trinidad divina, los artistas intentaron la superposición, la yuxtaposición, el agrupamiento vertical y el horizontal. En el primer caso, santa Ana lleva a la Virgen y al Niño Jesús, en el segundo, el Niño está sentado entre santa Ana y la Virgen.
a) Santa Ana lleva a la Virgen y al niño
Esta disposición vertical puede ser realizada de dos maneras: santa Ana de pie lleva a la Virgen y al Niño sobre cada uno de sus brazos, o bien ella está sentada y tiene sobre las rodillas a su hija que a su vez sostiene al Niño Jesús.
El inconveniente de esta solución está a la vista: comporta una desproporción chocante entre madre e hija que normalmente deberían ser de la misma talla: la Virgen en brazos o sentada sobre las rodillas de santa Ana se encuentra reducida a la estatura de una niñita.
Leonardo da Vinci, en su admirable cuadro del Louvre que señala el apogeo del tema, permaneció fiel a este esquema arcaico; aunque consiguió aligerarlo y animarlo. La Virgen está esviada sobre las rodillas de su madre y tiende los brazos al Niño, de pie en el suelo, a horcajadas del cordero simbólico. Esta composición en diagonal, que confiere vida a las figuras y las libera de la frontalidad, indudablemente comporta un progreso. El conjunto gana en unidad y también en dinamismo, y es una de las últimas y más bellas expresiones de un tema iniciado en Alemania que tomó forma en la Italia del Renacimiento.
b) El niño Jesús sentado entre su madre y su abuela
Para respetar las proporciones reales de las figuras, se imaginó sentar a las dos mujeres, madre e hija, sobre un banco, a cada lado del Niño que las separa, pero que en verdad les sirve de vínculo.
Es cierto que ese agrupamiento horizontal es la solución más feliz desde el punto de vista estético, porque permite restablecer las proporciones y la separación bien clara de las tres figuras yuxtapuestas no presenta el mismo inconveniente que en la Trinidad divina cuyas tres personas son consustanciales. También es natural que el horizontalismo haya primado a partir del siglo XV en las representaciones de la Trinidad humana, mientras que en la Trinidad divina la Iglesia imponía el agrupamiento según el esquema vertical del «Trono de Gracia».
Puede destacarse una variación bastante graciosa en un cuadro de Holbein el Viejo, en Augsburgo, es el Primer paso del Niño Jesús: en vez de estar tranquilamente sentado entre su madre y abuela, el Niño intenta caminar. Este matiz de intimidad es mucho más frecuente en las Sagradas Familias donde san José reemplaza a santa Ana.
Al grupo de la Familia trinitaria se suma a veces un cuarto personaje, santa Emerenciana, madre de santa Ana. Así, se encuentran cuatro generaciones reunidas en este grupo que fue bautizado Santa Ana cuaternaria (Anna selbviert). Pero no es más que una curiosidad iconográfica uno de cuyos más notables ejemplares es un grupo escultórico en madera del Museo de Hannover.
El arte de la Contrarreforma introdujo en este tema desgastado una última variante. En un cuadro de Caravaggio se ve a la serpiente aplastada al mismo tiempo por la Virgen y por el Niño Jesús, quien apoya el pie sobre el de su madre.
La Trinidad de santa Ana con la Virgen y el Niño Jesús está excepcionalmente asociada en un mismo cuadro con La Parentela de María o Estirpe de Santa Ana, con las dos santas María Cleofás y Salomé, sus maridos e hijos. El ejemplo más conocido de esta amalgama es el retablo de Perugino del Museo de Lyon.
2. José, la Virgen y el Niño
Lo que comúnmente se entiende por Sagrada Familia es el grupo formado por el Niño Jesús, su madre y su padre nutricio.
Este motivo, que se hizo tan popular a partir del Renacimiento, ya existe en germen en las Natividades de la Edad Media; pero puede decirse que resulta extraño al arte de la época que no conoció la devoción a la Sagrada Familia.
El tema sólo se difundió en el arte de la Contrarreforma que estimuló el culto de la Trias humana, Jesús, María y José: es lo que se llama la Trinidad jesuítica.
Las dos trinidades
Esta Trinidad terrestre (Trinitas terrestris) está concebida según el mismo modelo que la Trinidad celestial de la cual es un reflejo. «María, Jesús y José -escribe san Francisco de Sales en sus Conversaciones espirituales- es una Trinidad en tierra que en cierta forma representa a la Santísima Trinidad.» San José es la imagen de Dios Padre, y la Virgen sustituye al Espíritu Santo del cual es el templo vivo.
A veces la Trinidad terrestre está puesta bajo la protección de la Trinidad celeste. En el siglo XVII, el tema de las dos trinidades superpuestas era corriente en la decoración de los retablos franceses, por ejemplo en Saint Sernin de Toulouse.
En la misma época se lo encuentra en la escuela española, en Murillo, por ejemplo, que agrupó a las dos trinidades en un cuadro expuesto en la National Gallery de Londres.
También el arte de los Países Bajos pudo complacerse representando la unión de las dos trinidades, celestial y terrenal.
En una xilografía de Christoffel van Sichem, el Niño Jesús es el punto de intersección de las dos trinidades. La Virgen y san José lo tienen de la mano, por encima de su cabeza planea la paloma del Espíritu Santo con las alas desplegadas, y Dios Padre extiende los brazos en doble gesto de bendición.
Un cuadro de Jan van Cleef en Gante, combina los dos motivos de una manera aún más ingeniosa: en el centro de la composición, el Niño Jesús, desnudo, de pie sobre los peldaños, coloca una corona de rosas sobre la cabeza de san José arrodillado frente a él. A la derecha, está sostenido por la Virgen que sirve de vínculo entre ambas trinidades y eleva los ojos hacia el Espíritu Santo y hacia Dios Padre quien aparece en medio de un enjambre de ángeles para bendecir a la Sagrada Familia.
La Sagrada Familia ampliada
Esa Sagrada Familia trinitaria ha sido muchas veces «ampliada» por los artistas a quienes gustó agrupar alrededor de la Virgen y de Jesús a santa Isabel y al niño san Juan Bautista.
Esta adición no está en modo alguno justificada por los Evangelios, según los cuales san Juan conoció a Cristo cuando lo bautizó en el Jordán. Pero las meditaciones del Seudo Buenaventura (cap. XI), cuentan que de vuelta en Belén, después de la Huida a Egipto, la Sagrada Familia se detuvo en casa de Isabel: «Los dos niños jugaban juntos y el pequeño san Juan, como si ya hubiera comprendido, demostraba respeto a Jesús».
Tal es la fuente de la que derivan en el siglo XVI los idilios tan populares de Rafael: La Sagrada Familia de Francisco I, La Bella Jardinera; y en el XVII, los de Murillo y sus imitadores, con frecuencia insulsos a causa de su sentimentalismo dulzón (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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