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domingo, 12 de diciembre de 2021

Un paseo por la calle Guadalupe

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Guadalupe, de Sevilla, dando un paseo por ella.    
     Hoy, 12 de diciembre, Memoria de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe en México, cuyo gran maternal auxilio implora con humildad el pueblo en la colina de Tepeyac, cerca de la ciudad de México, donde apareció. Ella brilla como una estrella que invita a la evangelización de los pueblos, y es invocada como protectora de los indígenas y de los pobres [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y qué mejor día, que hoy para Explicarte la calle Guadalupe, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     La calle Guadalupe es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en los Barrios de San Bartolomé, y Santa Catalina, del Distrito Casco Antiguo; y va de la  calle Recaredo, a la confluencia de las calles Muro de los Navarros, Santiago, y Juan de la Encina.  
     La  calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. 
     En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
   La vía, en este caso una calle, está dedicada a la Virgen de Guadalupe, que se venera en la cercana Capilla de los Ángeles, de la Hermandad de los Negritos. 
     Desde el s. XVI el segundo tramo, junto a la calle que hoy conserva el topónimo, ha recibido el nombre de Conde Negro. En fecha indeterminada (s. XVI) parece que am­bas pasaron a denominarse Santa Cecilia, si bien popularmente perduró el topónimo anterior; en la segunda mitad del XVII (1665) se denominó calle de las Torres (o de la Torre); finalmente, en 1859 se rotuló con el nombre que ha conservado hasta hoy, por la imagen de la Virgen que se venera en la cercana iglesia de los Ángeles.
     Desde el s. XV, a raíz de la fundación de un hospital extramuros para asistencia de esclavos negros por el arzobispo don Gonzalo de Mena, se fueron adosando al lienzo de la muralla comprendido entre la Puerta Osario y la de Carmona casas y corrales, que llegaron a formar una compacta manzana. Hasta el primer tercio del s. XIX la única vía de penetración era una calle en forma de L constituida por parte de las actuales Conde Negro y Guadalupe. Esta manzana se irá parcelando en distintas actuaciones urbanísticas de la segunda mitad del XIX, pero Guadalupe mantiene el trazado primitivo, de Recaredo a Conde Negro, y su prolongación hasta Navarros aparece recogida por vez primera en un plano de 1933. Su historia es, pues, la de Conde Negro y participa del carácter de marginalidad descrita para esta vía. Su condición extramuros llevó a la construcción en 1763 de unas tapias y puertas, que se cerraban por las noches.
     Calle relativamente ancha y de trazado rectilíneo, posee calzada de asfalto y aceras de losetas de cemento, y apenas registra tráfico rodado; se ilumina mediante farolas con brazos de fundición adosados a las fachadas. La edificación refleja las distintas fechas del trazado de la calle. En la acera de los impares del primer tramo se ha procedido a la renovación reciente del caserío, formado ahora por bloques de pisos de cuatro plantas. Esta renovación vino exigida por el estado de ruina de las viviendas primitivas, que provocó en 1968 un derrumbamiento de trágicas consecuencias, que afectó a cuatro casas y produjo seis víctimas mortales; hoy sobre las casas derruidas se levanta un bloque de pisos. Por el contrario, el segundo tramo está formado por casas de escaleras, coetáneas a la fecha de prolongación de la vía y con un grado de conservación aceptable; en una esquina a Conde Negro se conserva una vivienda unifamiliar con espacio ajardinado delantero. 
     Hacia 1862 se estableció en el núm. 1 la escuela elemental San Roque, hoy desaparecida. Actualmente, aparte de la función residencial, se registra una cierta actividad por la existencia en sus bajos de comercios y algunos talleres artesanales e industriales [Josefina Cruz Villalón en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, de México;
   El sábado nueve de diciembre de 1531, un indio llamado Juan Diego iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír misa. Al llegar, al amanecer, junto al cerro llamado Tepeyac escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.
   Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".
   El Obispo, sin embargo, no lo atendió. De regreso a su pueblo, Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el Obispo, luego de oír a Juan Diego, le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.
   De nuevo, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar, pues allí le daría la señal. Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del doce del dicho diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora, prefirió tomar otro camino para evitarla.
   De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba. El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al Obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde hallaría rosas frescas para llevarle al prelado.
   Poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó envueltas en ella al Obispo. Una vez ante Zumárraga, Juan Diego desplegó su manta y cayeron al suelo las rosas, y en la tilma estaba pintada la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el Obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio, origen de los templos actuales.
   Empezó a celebrarse en la fiesta de la Natividad de María. Su devoción no sólo se extendió por América, sino que pronto cruzó el Atlántico. El canónigo Francisco de Siles pidió infructuosamente a la Sagrada Congregación de Ritos, en el pontificado de Alejandro VII Chigi, la concesión de un Oficio y misa propios para una festividad dedicada a ella el doce de diciembre, porque faltaba documentación que respaldara dicha petición, por lo que se realizó un proceso jurídico formal para recoger las tradiciones que la avalaran.
   En 1737 la Santísima Virgen María de Guadalupe es elegida como Patrona de la Ciudad de México. En 1746 el patronazgo de Nuestra Señora de Guadalupe es aceptado para toda la Nueva España, la que entonces comprendía las regiones desde el norte de California hasta El Salvador.
   Por bula del veinticinco de mayo de 1754 Benedicto XIV Lambertini aprueba el patronazgo de Nueva España y otorga una Misa y Oficio para la celebración de la fiesta el doce de diciembre. En 1757 la Virgen de Guadalupe fue declarada Patrona de los ciudadanos de Ciudad Ponce en Puerto Rico. En 1895 se lleva a cabo la Coronación canónica de la imagen por un legado pontificio ante gran parte del Episcopado del continente.
   Pío X Sarto en 1910 la proclamó Patrona de toda la América Latina; Pío XI Ratti, de todas las Américas, extendiendo su patronazgo a Filipinas en 1935; el Venerable Pío XII Pacelli, Emperatriz de las Américas en 1946, y San Juan XXIII Roncalli, la Misionera Celeste del Nuevo Mundo y la Madre de las Américas en 1961. La imagen de la Virgen de Guadalupe se sigue venerando en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.
   La celebración litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe del doce de diciembre fue elevada al rango de fiesta en todas las diócesis de los Estados Unidos en 1988. El Venerable Juan Pablo II, en 1999, durante su tercera visita al santuario, le otorgó el mismo rango litúrgico de fiesta para todo el continente de las Américas. En el resto de la Iglesia Latina es memoria libre.
   El doce de febrero de 2004 el mismo papa quiso que se añadiese a la fiesta de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe el grado de memoria libre en el calendario general, y que se añadiese también la celebración de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, nacido de la raza de los indígenas del territorio que se llama hoy México, el cual dio testimonio del gran amor de la Madre de Jesús, beatificado en 1990 y canonizado en el 2002, para que, todos los años, sea también celebrada el nueve de diciembre, con el grado de memoria libre (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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