Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la plaza del Museo, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 18 de mayo, es el Día Internacional de los Museos, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la plaza del Museo.
La plaza del Museo es, en el Callejero Sevillano, una plaza que se encuentra entre las calles Alfonso XII, Monsalves, Rafael Calvo, Miguel de Carvajal, y Cepeda, en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
La plaza responde a un tipo de espacio urbano más abierto, menos lineal, excepción hecha de jardines y parques. La tipología de las plazas, sólo las del casco histórico, es mucho más rica que la de los espacios lineales; baste indicar que su morfología se encuentra fuertemente condicionada, bien por su génesis, bien por su funcionalidad, cuando no por ambas simultáneamente. Con todo, hay elocuentes ejemplos que ponen de manifiesto que, a veces, la consideración de calle o plaza no es sino un convencionalismo, o una intuición popular, relacionada con las funciones de centralidad y relación que ese espacio posee para el vecindario, que dignifica así una calle elevándola a la categoría de la plaza, siendo considerada genéricamente el ensanche del viario, y está dedicada al Museo de Bellas Artes, edificio emblemático que centra la plaza, a la que está dedicada.
El espacio actual de la plaza, resultado de una importante operación urbanística decimonónica, estuvo ocupado desde la Edad Media por el desaparecido convento de la Merced, que dio nombre, al menos desde principios del s. XV, a la llamada calle y también plazuela de la Merced, topónimos referidos só1o a la pequeña zona próxima a Alfonso XII, la que hoy se conoce como Cepeda. En esa zona debió estar la calle del Dormitorio de la Merced, cuya ubicación exacta se ignora, pero que se documenta en la segunda mitad del s. XVII. Por ese mismo flanco norte el edificio conventual lindaba con Armas (actual Alfonso XII), y por el este con la calle de los Pasos (Rafael Calvo), también llamada desde fines del XVII Sacramento.
Por el lado sur el límite era la antigua Narcisos (Miguel de Carvajal). Derribada en 1840 buena parte del convento y urbanizado como nueva plaza el espacio resultante, pasó a designarse con diversos nombres, que aparecen indistintamente en informes, documentos y noticias de prensa de mediados del XIX: paseo de la Merced, jardines de la Merced, paseo del Museo, alameda del Museo y plaza del Museo, que es el que termina por consolidarse en los años 60, pues tras la desamortización de 1835 el convento había sido habilitado como museo de pinturas por orden del jefe político de la ciudad, el escritor Serafín Estébanez Calderón. En 1900 ese nombre se sustituye por el de Conde de Casa Galindo, en homenaje a Andrés Lasso de la Vega Quintanilla, jefe del partido liberal conservador en la provincia de Sevilla y presidente de la Academia Provincial de Bellas Artes, que habitaba en el palacio de su nombre en la calle Alfonso XII, frontero a la plaza. En 193l se acuerda reponer la denominaci6n de plaza del Musco.
Tras la parcial demolición del convento, se acordó en 1846 trazar un paseo según los planos del arquitecto municipal Balbino Marrón. Las obras avanzaron con rapidez y en ese mismo año se inauguran tanto el paseo como la plaza que, al decir de un contemporáneo, quedaron como "elevado terraplén, cuyas bellas y elegantes formas han cambiado la faz de aquel insuperable laberinto de calles cortas, ahogadas y tortuosas. Se halla circuido de elevadas verjas...", con "ricas estatuas y cabezas que lo decoran, posadas sobre caprichosos pedestales. Los bustos son de emperatrices y emperadores romanos, extraídos del vetusto palacio que existe en la villa de Umbrete, asilo de los arzobispos de Sevilla.
La figura circular pero prolongada por su frente tiene 80 pies de largo por 90 de ancho. Súbese a el por dos espaciosas escalinatas y dos más pequeñas laterales. Está plantado de una doble hilera de arboles, cuyo follaje ofrecerá con el tiempo a los paseantes una agradable sombra. Alzase sobre el centro una fuente que representa un genio sobre delfín, cuya boca lanza un cañón de agua. Este capricho, también traído de Umbrete, es de mucho mérito" (A. Jiménez, Semanario Pintoresco Español, año 12, 1847).
Una vez abierto el paseo, se sintió la necesidad de dotar al edificio del convento, cuyo entramado interior quedaba a la vista, de una fachada acorde con la dignidad urbanística del nuevo espacio. El proyecto, también de Balbino Marrón, se presentó en 1851 y las obras, iniciadas en 1859, se culminaron en 1860, quedando una fachada de corte clásico con tres cuerpos, que más adelante sería a su vez sustituida por la actual del museo.
La construcción de la fachada propició la remodelación de toda la plaza, que había quedado cerrada por el paño de poniente. En 1862 se desmontan las estatuas, trasladadas a los jardines de las Delicias, y a la verja a los de Cristina, y se derriba una casa en la esquina con las actuales Rafael Calvo y Miguel de Carvajal, con el objeto de ampliar la plaza y colocar la estatua de Murillo, obra del escultor Sabino Medina, que se inaugura en 1864 sobre un alto pedestal trazado por Demetrio de los Ríos. El resultado fue una plaza casi elíptica con una gran rotonda en el centro y elegantes asientos y jardines. No sería esta la ultima remodelación de este espacio, que sufrirá nuevas transformaciones en 1888 (jardines, nuevos asientos, candelabros, adoquinado de las vías limítrofes...); en 1921, con nuevos arriates del arquitecto Juan Talavera Heredia; en 1929, con rectificaciones de líneas en las calles laterales, y en la década de los 40, en que se remodela la fachada del museo, con la incorporación de la antigua portada principal del convento, antes situada en Bailen.
La plaza, pues, ha ido ganando amplitud desde su creación, y en la actualidad se configura como un espacio de forma trapezoidal, con una marcada angulación lateral en el flanco de poniente, delante de la Capilla del Museo. Está ligeramente elevada sobre la calzada y ajardinada con setos, palmeras, grandes ficus, adelfas y naranjos. Posee bellos bancos de mampostería y fundición, y en el centro la mencionada estatua de Murillo. Está equipada con cabinas telefónicas y un interesante quiosco construido en 1936, uno de los pocos ejemplares del movimiento moderno en Sevilla. Los urinarios públicos de su flanco sur no están en funcionamiento [ya desaparecidos]. El pavimento del espacio central es de chino lavado, y el de la calzada que lo bordea, de asfalto, con acercas de losetas. Por tratarse de un lugar urbanístico noble, siempre se cuidó su iluminación, que en 1847 se aplica con "seis farolas con seis pilares de hierro". Un periódico de 1850 escribe que "de pocos días a esta parte el bonito vergel de la Merced se abre de noche al público, y los bustos de los genios de la mitología... están alumbrados con hermosas farolas de reverbero. Aunque el capricho no haya favorecido a este paseo, no por eso deja de ser uno de los más bonitos y mejor decorados de la población" (El Porvenir, 7-VII-1850). En 1900 se dota a la plaza de candelabros, y en 1942 las farolas de gas de la fachada del museo se sustituyen por eléctricas. Hoy posee farolas de fundición de pie en la zona central, y adosadas a las fachadas de las casas en el resto.
Tiene pocas casas, que se reducen exclusivamente a la acera de levante, ya que el frontal está ocupado en su totalidad por el Museo de Bellas Artes y la capilla del Cristo de la Expiración. Se trata de buenos ejemplares de la primera mitad de nuestro siglo, de dos y tres plantas, con patios, cancelas y cierros a la calle, algunos recientemente reconstruidos. El edificio del Museo de Bellas Artes se sitúa en el antiguo convento de la Merced Calzada, construido en la Edad Media y profundamente renovado a principios del XVII por Juan de Oviedo. Se ordena en torno a tres grandes patios, con la antigua iglesia en uno de sus extremos. Posee dos claustros y una gran escalera con bóveda sobre trompas. La iglesia, también obra de Juan de Oviedo, tenía una portada dieciochesca que hoy preside la fachada del museo, en cuyo interior hay numerosos azulejos de los siglos XVI, XVII y XVIII procedentes de edificios religiosos sevillanos desaparecidos.
Está considerada la segunda pinacoteca de España, por ser magnífico exponente de la pintura sevillana del Siglo de Oro. A mediados del siglo XIX el viejo convento mercedario fue también sede de la Sociedad Patriótica de Amigos del País y más tarde de las Reales Academias de Bellas Artes y de Buenas Letras, Comisión de Monumentos y Escuela de Bellas Artes. Las academias han permanecido allí hasta su reciente traslado a la casa de los Pinelos. Para instalar el museo en 1839, la iglesia había sido desocupada de altares e imágenes, entre ellas las de las cofradías del Cristo de la Pasión, que se trasladó a la también desaparecida parroquia de San Miguel, y del Santo Entierro. Contigua a la fachada del Museo se halla la capilla del Cristo de la Expiración, titular de llamada popularmente Hermandad del Museo, que hace su estación penitencial la noche del Lunes Santo y que congrega en este lugar a numeroso público.
Desde su apertura, la plaza del Museo fue un lugar apacible y tranquilo, sólo alterado por juegos de niños, tránsito de turistas y entras y salidas de los alumnos de Bellas Artes. La prensa decimonónica se queja, sin embargo, de suciedades y sobre todo del mal trato dado a estatuas y jardines, lo que obliga a cerrar las verjas de acceso en las noches de verano, pues los niños apedrean las esculturas o se roban "pedazos de hierro colado de los espaldares" (1854). En 1875 el Ayuntamiento acuerda celebrar allí una velada con motivo de una fiesta religiosa de la cercana parroquia de San Vicente. Desde esta fecha hubo paradas de carruajes, urinarios y puestos de agua, pero nunca fue un espacio agitado. Este tono recogido y apacible y su condición de sitio umbrío y acogedor en las horas diurnas, lo conserva hoy sólo parcialmente, pues hay movimiento de coches y se usa, como otras muchas plazas sevillanas, para aparcamientos, si bien su función casi exclusivamente residencial reduce el tránsito de peatones. Por la noche se limita aún más ese tránsito y se convierte en un punto silencioso y bastante solitario. El descuido, la suciedad y el mal trato siguen contrastando, hoy día con la belleza de sus edificios e instalaciones, que han suscitado siempre el interés y la admiración de artistas y escritores. En su Sevilla del buen recuerdo, Rafael Laffón la evoca a principios de siglo como "oscura y desértica" durante la noche. José Andrés Vázquez resalta la belleza de la plazoleta delantera a la capilla del Cristo de la Expiración "fuera del tránsito general y cubierta por un musgillo esmeralda que asoma tímido por los intersticios del pavimento. Es una plazoleta que si no fuera por la vecindad de la casa que cobija los espíritus de Murillo, Zurbarán, Valdés Leal y otros, pareceríanos una vulgar placita puebleña, sin otro encanto que el de su soledad" ("El Cristo del Museo"). Y Alfonso Grosso recuerda su ambiente por los años 50 del siglo XX: "Calle de San Vicente, plaza del Museo de Bellas Artes de Sevilla-Murillo en bronce y el coro de las niñas de las canciones de rueda (¿qué quieres amor/coronado de flores?/seis reales dan por el tordo de Juana...)-jarchas que nunca ella había escuchado-. Lasos de muselina, sandalias de goma y hambre reflejada en sus ojos tan negros" (La buena muerte). En la casa núm. 2 tuvo su despacho Blas Infante [Rogelio Reyes Cano, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
plaza del Museo, 9. MUSEO PROVINCIAL DE BELLAS ARTES. Instalado en el antiguo Convento de la Merced. Fue obra del arquitecto Juan de Oviedo, finalizada a comienzos del siglo XVII. Sufrió algunas reformas en el siglo XVIII, en las que interviene Leonardo de Figueroa, autor del patio principal. La portada actual del edificio fue trasladada a este lugar cuando se realizaron las obras de adaptación para museo, ya que dicha portada era la de la iglesia. Esta es de una sola nave y planta de cruz latina. Se halla adosada al claustro principal, que consta de dos plantas, la inferior con arquerías sobre columnas pareadas y en la superior balcones. La escalera, cubierta por una bóveda, se encuentra en la crujía que separa dicho claustro de otro patio de características más modestas [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana. Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984]
Conozcamos mejor a el significado del Día Internacional de los Museos, puesto que al Museo de Bellas Artes, está dedicado esta vía;
Desde 1977 el ICOM (siglas en inglés del Consejo Internacional de los Museos) organiza todos los años el Día Internacional de los Museos (DIM), una ocasión única para la comunidad museística internacional. Ese día los museos que participan en el DIM planifican eventos y actividades creativas relacionadas con el lema del Día Internacional de los Museos, conectan con su público y subrayan la importancia del rol de los museos como instituciones al servicio de la sociedad y de su desarrollo.
El objetivo del Día Internacional de los Museos es sensibilizar al público sobre el hecho de que “los museos son un medio importante para los intercambios culturales, el enriquecimiento de culturas, el avance del entendimiento mutuo, la cooperación y la paz entre los pueblos”. Se celebra cada año el 18 de mayo o alrededor de esta fecha y los eventos y actividades organizados para la celebración pueden durar un día, un fin de semana o toda una semana.
El Día Internacional de los Museos reúne cada vez más museos en todo el mundo. En 2020, a pesar de las limitaciones impuestas por un formato exclusivamente digital, las actividades de El Día Internacional de los Museos 2020 llegaron a más de 83 000 usuarios en las redes sociales, ¡sólo el 18 de mayo!
La cruzada de los museos
Antes de crear oficialmente el Día Internacional de los Museos, en 1951 el ICOM reunió a la comunidad museística internacional en torno a un encuentro llamado La cruzada de los museos para debatir sobre “Museos y Educación”. La idea del Día Internacional de los Museos partió de la intención de mejorar la accesibilidad a los museos surgida en dicho encuentro.
La resolución de 1977
El Día Internacional de los Museos se estableció oficialmente en 1977, tras la adopción de una resolución durante la Asamblea General del ICOM en Moscú (Rusia) para crear un evento anual “con el objetivo de unificar más las aspiraciones creativas y los esfuerzos de los museos y llamar la atención del público mundial sobre su actividad”. El objetivo del Día Internacional de los Museos era transmitir el mensaje de que “Los museos son un medio importante para los intercambios culturales, el enriquecimiento de culturas, el avance del entendimiento mutuo, la cooperación y la paz entre los pueblos”.
La comunidad se reúne en torno a un tema
Puesto que el acontecimiento reunía cada vez a más museos y, con el objetivo de favorecer la diversidad en la unidad, en 1992 el ICOM propone por primera vez un tema: Museos y medio ambiente.
Se crea una identidad universal
En 1997 el ICOM lanzó el primer cartel oficial del acontecimiento sobre el tema de la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales. 28 países lo adaptaron.
Se refuerza la comunicación
El año 2011 fue un momento clave para el Día Internacional de los Museos, pues se introdujeron varias novedades, como los socios institucionales, un sitio web y un kit de comunicación. El ICOM patrocinó por primera vez la Noche Europea de los Museos, un evento que se celebra cada año el sábado más próximo al 18 de mayo (página web oficial de ICOM).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la plaza del Museo, de Sevilla, dando un paseo por ella. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Más sobre el Callejero de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.
La plaza del Museo, al detalle:
El monumento a Murillo
La placa del Instituto Geográfico Nacional
El crucero
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