Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Capilla de la Virgen del Pilar, en la Iglesia de San Pedro, de Sevilla.
Hoy, 12 de octubre, Fiesta de Nuestra Señora del Pilar. Según una venerada tradición, la Santísima Virgen María se manifestó en Zaragoza sobre una columna o pilar, signo visible de su presencia. Esta tradición encontró su expresión cultual en la misa y en Oficio que, para toda España, decretó el papa Clemente XII [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y qué mejor día que hoy, para ExplicArte la Capilla de la Virgen del Pilar, en la Iglesia de San Pedro, de Sevilla.
La Iglesia de San Pedro [nº 28 en el plano oficial del Ayuntamiento; y nº 52 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Santa Ángela de la Cruz, s/n (aunque la entrada al templo se efectúa por la plaza de San Pedro, 1); en el Barrio de la Encarnación - Regina, del Distrito Casco Antiguo.
La Capilla de la Virgen del Pilar se encuentra en la nave del Evangelio, contigua a la Sacristía.
Se ha dicho que al igual que muchos caballeros castellanos vinieron con el rey Santo, también llegaron aragoneses a Sevilla y se afincaron aquí. Luego, a lo largo de los siglos, nunca han faltado en Sevilla gentes de aquellas tierras con el bagaje de su amor a la Virgen del Pilar. Ellos fundaron la Hermandad, al principio con la condición de que sólo la formaban aragoneses o descendientes de aquellos. Pero pronto comprendieron que la devoción al Pilar era de todos los españoles y en 1696, abrieron sus puertas a cuantos devotos quisieran entrar en la Hermandad.
El diecinueve de Noviembre de 1695 se toma posesión de la capilla, en contra de los derechos habidos por los anteriores dueños, la familia Casaus, que pone pleito ante el Provisorato, el cual al final, pasando muchos años, allá por 1738, dictamina a favor de la Hermandad.
Parece que anteriormente, en ese altar figuraba otra Hermandad con la titularidad de la Virgen de Guía, que se exornaba con el cuadro grande de dicha Virgen que está ahora en la pared de fuera.
El día trece de septiembre de 1778, consta haberse oficiado en este altar, y pagado al celebrante noventa y una Misas
"correspondientes a la capellanía que en ella fundó Juan Gómez de Figueroa, lo que se cumple en virtud de decreto del señor Provisor"
En cualquier caso, desde 1750 consta la propiedad de la capilla y de la parte correspondiente a la situación del antiguo órgano, que estaba colocado junto al Altar Mayor. La posición de este, era francamente inadecuada, y por su tamaño y proyección dentro de la iglesia "se recibía de gran fealdad y e imperfeción, por estar formada por unos Canes y tornapuntas a modo de corredor y por lo mucho que vuela a la Iglesia". Era un estorbo para los fieles y para las personas del coro.
En este coro se habían instalado además en el año de 1656
"dos campanilleros de madera que se pusieron en el coro desta Yglesia"
Estos dos campanilleros, en las grandes solemnidades, se hacían repicar mientras duraba la Consagración. Los preparó Dionisio de Ribas a la par que terminaba el retablo del altar mayor.
Hubo que retirarlos pronto, pues la proximidad a las gentes, hacía que se escucharan con excesiva estridencia.
En el libro de Oficios de la Hermandad, del año 1750, y en sus folios 259 a 262, se explica todo el proceso, de la retirada del órgano antiguo y la colocación de uno nuevo en el lugar que ocupa actualmente "sobre la puerta principal de la Iglesia frente del Altar Mayor, dejándola de suerte que quede perfectamente acabada". Los gastos corrían a cargo de la Hermandad y en compensación obtenía la propiedad de la capilla y de la zona que había ocupado el primitivo órgano.
Copiando sólo las partes más interesantes, el documento dice, en su primera pagina:
"Sepan cuantos esta carta vieren como yo, Dn. Francisco de Andrade,... como Mayordomo que soy de la Fábrica de la Iglesia Parroquial de Señor Sn. Pedro desta dha Ciudad,... usando de la Licencia especial que para el otorgamiento desta escritura me concedió el Señor Licenciado Dn. Domingo Vicente Suárez, Abogado de la Real Audiencia desta Ciudad y Visitador de Fábricas desta Ciudad y su Arzobispado. ... Otorgo a favor de la Hermandad de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, sita en dha Iglesia Parroquial del Señor Sn. Pedro,
... otorgo a la dha Hermandad para que la dha Iglesia logre tener su órgano en parte cómoda, ya que resolvió costear a expensas suyas dha tribuna en sitio más competente, acabándola del todo, para que en ella se ponga el órgano nuevo ... y que el sitio que queda inútil, donde estaba el órgano y los fuelles, con lo bajo que le corresponde, lo dé la dha Hermandad para que agregándolo a su Sacristía, le quede para guardar sus alhajas y demás usos para que lo necesite... Sin tener causa de ello, que repetirse ahora ni en ningún tiempo por causa de ello cosa alguna".
En la página siguiente, se exponen minuciosamente todos los datos que es preciso tener en cuenta en la redacción de la escritura y de las concesiones.
Luego vine la petición para realizar la obra, el permiso y se informa a los hermanos de la decisión y escritura firmada, del inicio de las obras y toma de posesión de la capilla y lugar del órgano.
Pasan los años y el domingo veintiuno de septiembre de 1800, la Hermandad del Pilar se unió a la magna procesión en la que salieron de la Parroquia de San Pedro las imágenes, aparte de la Virgen del Pilar, la de San Juan Nepomuceno, la del Apóstol titular, San Sebastián, San Roque y Jesús con la Cruz a cuestas, a la que acompañaban los Trinitarios Descalzos, Comunidad muy cercana a la iglesia.
Se trataba de las rogativas para que cesara la terrible epidemia de fiebre amarilla que sufría la ciudad, con un alto índice de mortalidad. Había empezado su virulencia en Cádiz, a inicios del mes de Agosto y se extendió primero por toda Andalucía, para seguir por el Levante, hasta el bajo Pirineo.
Ya en el alborear del siglo XX. el Papa León XIII, el autor de la famosa encíclica "Rerum Novarum", agregó la capilla de la Virgen del Pilar de Sevilla a la matriz de Zaragoza con todos sus privilegios, gracias e indulgencias.
Es digno de destacar que en el cabildo del día seis de agosto de 1942, se solicita a la autoridad eclesiástica el poder celebrar los días dos de cada mes una "Hora Santa Mariana" con exposición del Santísimo, permiso que se obtiene, celebrándose el primer acto el día dos de enero de 1943, acto piadoso que se viene celebrando desde entonces.
Retablo e imágenes
La capilla, tiene una hermosa reja de cerrajería artística y trabajada, especialmente en la parte alta, donde hay zonas doradas. Se sabe que costó dieciséis mil reales de vellón, cifra muy considerable para la economía de aquellos tiempos. Las paredes tienen un friso de azulejos de realce y el techo está formado por una cúpula redonda, decorada de forma discreta, que descansa sobre cuatro arcos de medio punto y en su centro una linterna con cristales de colores.
En el fondo encontramos el retablo de un excelente dorado, con un solo cuerpo y tres franjas horizontales. Todo ello rematado por un sol, cuyo cuerpo luce el distintivo de las armas del reino de Aragón.
De abajo arriba, en la primera franja, lo que es el banco del altar, tiene a los lados unas cartelas decoradas y en el centro, en una hornacina, vemos a un San Antonio, que artísticamente no parece de mucho mérito.
La segunda parte es la más valiosa y está formada por cuatro columnas, dos por lado, con ábaco liso, capitel de tipo corintio y fuste decorado. A cada lado, sostienen el piso del tercer cuerpo.
En el centro, otras cuatro columnas, algo más pequeñas, sostienen un arco adintelado con varias arquivoltas para constituir una hornacina abovedada. Su interior contiene, en primer lugar, la bellísima imagen de la Virgen del Pilar con un precioso Niño en su brazo izquierdo. La Virgen está sobre una peana simulando una nube por la que asoman unos angelitos sonrientes. Todo el conjunto se asienta sobre el pilar, recubierto de metal plateado. En el centro un medallón con la Cruz de Santiago en esmalte rojo.
A los lados dos ángeles contrapuestos de talla irreprochable y a los pies unas figuras de menor tamaño representando al Apóstol Santiago en posición orante y otras dos figuras durmientes de una expresividad tierna y delicada. El conjunto se atribuye a Hita del Castillo.
A los lados, en la pared fuera del retablo, dos imágenes de buena talla, sobre peanas doradas. A un lado San José con el Niño en brazos y en el otro San Blas, obispo de Sebaste o Sivas, en la actual Turquía. Las dos obras son de mano maestra y realizadas por el mismo autor, en 1718.
El estrato superior está formado por un cuerpo de columnas que sostienen un techo estratificado y en la parte central, una hornacina mediana, en la que se venera a San Cayetano, obra que se tiene como fechada en 1820.
Fuera ya de la capilla, en el tramo de pared que la separa de la sacristía, se encuentra una pequeña y sencilla hornacina, excavada en el mismo muro y cerrada con un cristal que contiene una Virgencita del Pilar tallada en alabastro. Permanece iluminada interiormente y es muy visitada (José María Montaña Ramonet y Josefina Montaña González. La Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de Sevilla. Sevilla, 2009).
Conozcamos mejor la Solemnidad de la Fiesta de Nuestra Señora del Pilar;
La leyenda, tal está atestiguada por primera vez en unos documentos del siglo XIII que se conservan en la Catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio. Se dice que, por entonces (ca. 40), el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España.
Los documentos dicen textualmente que Santiago, “pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del Reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso”.
En la noche del dos de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando “oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol”. La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que “permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.
Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los convertidos, la obra se puso en marcha con rapidez. Pero antes que estuviese terminada la iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresar a Judea. Esta fue así la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen, estando Ésta aún viva.
Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia remota de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza, datado en el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. Algunos interpretan en un bajorrelieve del sarcófago el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.
Así mismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, "donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente", cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza (714) había allí un templo dedicado a la Virgen.
Desde el siglo XV los textos litúrgicos celebran la dedicación de esta iglesia a la Virgen. Pero la devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se arraigó tanto entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como "una antigua y piadosa creencia".
En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que el Rey Fernando el Católico dijo: "creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Santa y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros".
Pero el más famoso de los milagros atribuidos a la Virgen el Pilar es el de Miguel Pelicer, el Cojo de Calanda (1640). Se trata de un hombre a quien le amputaron una pierna. Años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio. Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro.
El Papa Clemente XII Corsini sancionó en el siglo XVIII la fecha del doce de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar. El diez de octubre de 1613, el Concejo de Zaragoza había acordado guardar anualmente este día, con lo que la fiesta religiosa había pasado a ser también festividad civil. En el siglo XIX fue extendida a todas las Iglesias de España y el Venerable Pío XII Pacelli lo hizo a las naciones hispanoamericanas.
La oración colecta de la fiesta de Nuestra Señora del Pilar es una obra maestra de síntesis teológica y sencilla plegaria y resume su simbolismo: “Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor” (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016)
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