Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad de la Candelaria, de Sevilla.
Hoy, 2 de febrero, es la Fiesta de la Presentación del Señor, llamada Hypapante por los griegos: cuarenta días después de Navidad, Jesús fue llevado al Templo por María y José, y lo que pudo aparecer como cumplimiento de la ley mosaica se convirtió, en realidad, en su encuentro con el pueblo creyente y gozoso. Se manifestó, así, como luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo, Israel [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y qué mejor día que hoy, para ExplicArte la Hermandad de la Candelaria, de Sevilla.
La Hermandad de la Candelaria, tiene su sede canónica en la Iglesia de San Nicolás de Bari [nº 21 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 10 en el plano oficial de la Junta de Andalucía] se encuentra en la plaza de Nuestro Padre Jesús de la Salud, 1; y la Casa Hermandad se encuentra en la calle Federico Rubio, 4; ambas en el Barrio de San Bartolomé, del Distrito Casco Antiguo.
La Real, Imperial, Ilustre y Fervorosa Hermandad del Santísimo Sacramento, Ánimas Benditas, Nuestra Señora del Subterráneo y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Salud, María Santísima de la Candelaria y Señor San Nicolás de Bari; es ésta una corporación fundada en 1921, con sede canónica en la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, del sevillano barrio de la Alfalfa, siendo sus imágenes titulares Nuestro Padre Jesús de la Salud, obra anónima atribuible a Francisco de Ocampo hacia 1612-1615; María Santísima de la Candelaria, obra de Manuel Galiano en 1924, Nuestra Señora del Subterráneo, talla anónima del siglo XIV, y San Nicolás de Bari, obra anónima atribuible a la gubia de Sebastián Rodríguez, en 1689.
El escudo de la Hermandad lo conforman dos óvalos, uno con el anagrama JHS y otro con los atributos de San Nicolás, rematados por el anagrama de María, la corona de su Realeza y el viril Sacramental. Dos palmas entrelazadas en la parte inferior rodean el conjunto.
Se constituye esta Hermandad en la Iglesia de San Nicolás el 26 de Junio de 1921, al ser aprobadas sus primeras Reglas con fecha 4 de Junio de ese mismo año, haciendo Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral por primera vez el Martes Santo de 1922. Un grupo de cofrades y feligreses del barrio, impulsados por José Ruiz Escamilla, Pepe «el Planeta», pusieron todo su amor e ilusión en aquella cofradía que tendría por titular a una Imagen de Jesús Nazareno. Dicha Imagen había sido llevada en 1880 a la Parroquia de San Nicolás procedente de la Iglesia de la Magdalena, al altar que hasta entonces habían ocupado las Imágenes de la Hermandad de los Gitanos, que se había trasladado a San Román. Así, el Nazareno, que en su día fue titular de la extinguida Hermandad de la Antigua, Siete Dolores y Compasión, toma la advocación de Jesús de la Salud en recuerdo del titular de la Hermandad anteriormente establecida en el templo.
Durante muchos años se difundió la errónea creencia de que la fundación de esta Hermandad se debió a un milagro obrado por la imagen del Señor de la Salud en la curación de la hija del fundador, Pepe el Planeta, y que esté en agradecimiento le erigiría la cofradía para darle culto. En efecto, este milagroso y legendario suceso ocurrió en el verano de 1922, cuando ya la Hermandad había efectuado su primera salida procesional.
En el primer paso camina Jesús cargado con el peso de la Cruz, Imagen de gran mérito artístico atribuida tradicionalmente a Pedro Roldán y últimamente, con mayor fundamento, a Francisco de Ocampo y Felguera, que la ejecutaría a principios del siglo XVII. Es de talla completa y tamaño académico, inferior al natural, con túnica estofada, siendo restaurada en 1978 por el profesor Arquillo Torres y en 1997 por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. La canastilla y respiraderos del paso son de estilo barroco rocalla, con talla inspirada en los retablos de la iglesia de San Nicolás, estrenado en 1964 y reformado (nuevas cartelas y candelabros) en 1998.
En el segundo paso, bajo palio, María Santísima de la Candelaria, imagen esculpida por Manuel Galiano Delgado en 1924 y remodelada por Antonio Dubé de Luque en 1967. Es destacable el armonioso conjunto del paso, con bordados en plata sobre terciopelo azul verdoso. La mayor parte de la orfebrería corresponde al taller de Manuel Román Seco, hermano que fue de esta corporación.
El 10 de Noviembre de 1977 le son aprobadas nuevas Reglas de fusión con la Hermandad del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora del Subterráneo de la Parroquia de San Nicolás, fundada en 1631, asumiendo por tanto el carácter sacramental y la recuperación del culto a la antigua imagen de la Virgen del Subterráneo.
Desde 1976 el paso de palio de la Virgen de la Candelaria es portado por cuadrilla de hermanos costaleros, y un año más tarde lo hizo el paso de Cristo, siendo una de las cuadrillas de hermanos costaleros más veteranas de Sevilla.
Dos son los momentos más significativos en el discurrir procesional de ésta cofradía: la difícil salida del templo y su recorrido por las calles del barrio de la Alfalfa y de regreso, por la noche, en el marco incomparable de los Jardines de Murillo y Paseo de Catalina de Ribera, itinerario que efectúa desde 1925.
Lazos fraternales unen esta corporación con el Cabildo Insular de Tenerife, en razón del patronazgo sobre el archipiélago canario de la Virgen de la Candelaria, uno de cuyos miembros acude en representación para la Estación de Penitencia, así como con el Servicio de Parques y Jardines del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, que tiene a la Virgen de la Candelaria por co-patrona junto con San Isidro Labrador.
TÚNICAS: Blancas de cola, con cinturón de abacá y escudo de la Hermandad en el centro del antifaz. Botonadura azul, sandalias color avellana y calcetín blanco (Web oficial del Consejo de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Fiesta de la Presentación del Señor;
La ley mosaica prescribía dos ceremonias vinculadas con el nacimiento de un niño. Si era de sexo masculino, debía ser circuncidado. Al tiempo que la madre, considerada impura después del parto, debía purificarse, presentar a su primogénito en el templo y recuperarlo del Señor por medio de una ofrenda.
La circuncisión debía realizarse ocho días después del nacimiento, y la Purificación, cuarenta días más tarde.
Esas dos escenas, que presentan temas análogos, han sido frecuentemente confundidas en el arte cristiano.
La presentación del niño Jesús en el templo o la purificación de la Virgen
Presentación de Jesús en el templo, Purificación de la Virgen, Candelaria, son otros tantos nombres que designan la misma fiesta celebrada el 2 de febrero, cuarenta días después de Navidad (Cuadragésima de Epifanía). Esta triple serie de nombres se encuentra en todas las lenguas.
l. Presentación del Niño Jesús en el Templo
2. La Purificación de la Virgen
3. Candelaria
La Presentación en el templo sólo se relata en el Evangelio de Lucas 2: 22 - 40.
Los otros no dicen nada acerca de ello.
«Así que se cumplieron los días de la purificación conforme a la ley de Moisés, le llevaron a Jerusalén para presentarle al Señor, según está escrito (...) y para ofrecer en sacrificio, según lo prescrito en la Ley del Señor, un par de tórtolas o dos pichones.
«Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel y el Espíritu Santo estaba en él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Cristo del Señor. Movido del Espíritu, vino al templo, y al entrar los padres con el niño Jesús para cumplir lo que prescribe la Ley sobre Él. Simeón le tomó en sus brazos y, bendiciendo a Dios, dijo: Ahora, Señor, puedes ya dejar ir a tu siervo en paz, según tu palabra; porque han visto mis ojos tu salud, la que has preparado ante la faz de todos los pueblos; luz para iluminación de las gentes y gloria de tu pueblo Israel.» Y dirigiéndose a María dijo: «...y una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones.
«Había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, muy avanzada en días, que había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro.... Como viniese en aquella misma hora, alabó también a Dios y hablaba de Él a cuantos esperaban la redención de Jerusalén (...) Cumplidas todas las cosas según la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a la ciudad de Nazaret.»
Las dos prefiguraciones bíblicas de la Presentación del Niño Jesús en el templo son el Destete de Isaac y la Consagración del niño Samuel al Señor.
Liturgia judía y católica
Para comprender el tema iconográfico es necesario conocer no sólo la fuente de las Escrituras de donde ha tomado el tema el arte cristiano, sino también los ritos de la Purificación en la ley mosaica y en el culto católico.
La ley de Moisés (Éxodo, 13: 2) obligaba a todos los judíos a consagrar a los primogénitos al Señor en conmemoración de la salida de Egipto, y a redimirlos mediante un canon de cinco siclos y el sacrificio de un cordero. La ley era formal:
«...consagrarás a Yavé todo cuanto abre la vulva; y de todo primer parto de los animales que tengas, el macho lo consagrarás a Yavé».
Además, de acuerdo con el ritual del Levítico (12: 1 - 8), toda parturienta se consideraba impura durante los siete días siguientes al nacimiento de un varón y durante treinta y tres días se le vedaba la entrada en el templo. Por lo tanto, debía dejar pasar cuarenta días para presentar a su hijo en el templo y depositar la ofrenda.
Puede asombrar que la Virgen se haya sometido a esta regla que no podía aplicarse a su purificación, puesto que había parido milagrosamente sin perder su virginidad, es decir, sin mancha alguna. Los teólogos explican que fue para dar ejemplo de humildad y de obediencia a la Ley que la Virgen quiso someterse a esas prescripciones legales que para ella no tenían sentido. De la misma manera que Jesús se había sometido a la Circuncisión sin necesidad, la Virgen no eludió la obligación ritual de la Purificación, preocupada, antes que nada, por no «derogar» la Ley.
Redime a su hijo ofreciendo una pareja de tórtolas, que era la ofrenda de los pobres, mientras que el cordero era la de los ricos. Habría podido, según parece, comprar un cordero con el oro del Rey Mago; pero los teólogos, que tienen respuesta para todo, replican que ese oro fue inmediatamente distribuido en forma de limosnas.
Sobre esta liturgia hebrea se injertó la liturgia católica de la bendición de los cirios, que ha dado su nombre a la Candelaria, o Fiesta de las candelas (Festum Candelarum), porque la procesión se hacía con cirios encendidos. Ese día «los cristianos suelen tener cirios o candelas en sus manos en la santa iglesia, y ofrecerlas a la Madre de Dios».
A decir verdad, esta ceremonia no es más que un vestigio de un antiquísimo rito lustral pagano, el de la katharsis, que se celebraba con antorchas destinadas a espantar a los espíritus de las tinieblas. Así era como los griegos conmemoraban la búsqueda de Perséfone después de su rapto por Hades, y celebraban los romanos la fiesta de las Ambarvalia.
De acuerdo con ciertos historiadores de las religiones, la fiesta cristiana de la Purificación de la Virgen habría sustituido a la fiesta pagana de las Lupercales. Pero Dom Leclerq observa con fundamento que no hay ninguna semejanza en ritual ni coincidencia de fechas.
Durante el reinado de Carlomagno la Purificación se convirtió en una fiesta mariana en los países occidentales.
La fecha de la fiesta
La Purificación no podía realizarse antes de pasados cuarenta días desde el momento del parto. Los orientales, que celebraban la Natividad el 6 de enero, fijaron en consecuencia la fecha de la Presentación el 15 de febrero.
Cuando la Iglesia romana decidió que la Natividad sería conmemorada el 25 de diciembre y no el 6 de enero, la fiesta de la Presentación se adelantó inexorablemente trece días y se fijó el 2 de febrero.
La Iglesia bizantina acabó aceptando esa rectificación en el siglo VI.
El tema iconográfico
Al analizar este tema complejo se descubren tres y hasta cuatro motivos combinados:
1. La Presentación del Niño en el templo.
2. La Ofrenda lustral de la Virgen.
3. La procesión de los cirios.
4. El Cántico del anciano Simeón (Nunc dirrtitis).
1. La Presentación del Niño
De acuerdo con el momento elegido, la escena presenta dos aspectos diferentes. Ya María presenta el Niño al anciano Simeón, ya éste devuelve el Niño a su madre. En el primer caso la Virgen está de pie, en el segundo está arrodillada.
Aunque no haya sido sumo sacerdote, Simeón está tocado con mitra o tiara y tiene las manos veladas en señal de respeto. Ese rito oriental vuelve a encontrarse en el Bautismo de Cristo, donde los ángeles tienen igualmente las manos veladas.
Como en la escena de la Natividad, ocurre que el Niño esté de pie o acostado sobre el altar, para significar que desde su nacimiento está marcado por su carácter de víctima expiatoria y predestinada al sacrificio. A veces la Virgen y Simeón lo levantan por encima del altar. En el siglo XVII ciertos pintores alemanes hacen planear a la paloma del Espíritu Santo en lo alto de la composición.
La profetisa Ana, que tiene el mismo nombre que la madre de Samuel y la madre de la Virgen, asiste al viejo Simeón. Ella simboliza a la Sinagoga y sostiene las Tablas de la Ley donde se desarrolla un texto profético.
2. La Ofrenda lustral
José, que es sólo un personaje secundario, lleva en las manos, en los pliegues de su manto, en un cesto o en una jaula de alambre, las dos tórtolas, modesta ofrenda de los pobres. A veces suma a los palominos una pequeña suma en metálico y se le ve desatar el cordón de la bolsa para extraer el óbolo, refunfuñando.
Con frecuencia es una criada de la Virgen quien lleva las palomas.
En el arte ruso, por ejemplo en un fresco (actualmente destruido) de Nereditsa, cerca de Novgorod, las palomas son tres.
3. La Procesión de los cirios
Este tema no es de origen bíblico, y constituye un típico ejemplo de enriquecimiento de un motivo iconográfico a través de la liturgia.
Los portadores de cirios son generalmente José (que ya sostenía un candil para iluminar el pesebre de la Natividad), la Virgen y sus criadas. En su cuadro del Museo de Darmstadt, Stephan Lochnerles agregó una procesión de niños de coro, alineados como tubos de órgano según sus estaturas. El suelo está alfombrado de hojas de acebo con pequeñas bayas rojas, follaje de invierno que recuerda la fecha de la fiesta de la Candelaria, el 2 de febrero.
Esta tradición popular es muy antigua. Ya en el siglo XII, en una vidriera de Chartres, se ve a la Virgen seguida de mujeres que llevan cirios encendidos. El arte pictórico del siglo XV se apropió del tema.
4. El Cántico del anciano Simeón (Nunc dimitis)
Simeón pide a Dios que lo deje morir después de haber tenido la alegría de ver al Mesías. Y predice a la Virgen que una espada le atravesará el corazón.
Es el origen del tema de la Virgen de los siete Dolores (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor el significado de la Fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo;
La primera noticia conservada de la conmemoración litúrgica de la presentación de Jesús en el Templo (Lucas 2, 21 ss.) nos la da Egeria en su peregrinación a Jerusalén a finales del siglo IV. Se llamaba Quadragesima de Epiphania porque entonces se celebraba aún el nacimiento también el seis de enero, es decir, el catorce de febrero.
Junto a la Presentación del Señor como primogénito (cf. Éxodo 13, 1 ss.), motivo central de la fiesta pese a su título mantenido hasta la última reforma del calendario romano, en la que también María cobra una importancia especial por la profecía de la espada, va pareja la purificación de María (cf. Levítico 12, 1 ss.), pues toda mujer que pariera un varón debía presentarse para su purificación acaba la cuarentena, rito al que se somete por humildad. Ambas ceremonias se reseñan en aparece en Lucas 2, 22: “Cumplidos los días de la purificación de María, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor”.
Desde Jerusalén se fue extendiendo por Oriente. En Constantinopla, donde se celebraba ya a principios del siglo VI, tenía ya esta fiesta un carácter mariano muy marcado, pues se invitaba en ella a recurrir a la intercesión mariana y la corte imperial la celebraba en el templo mariano de la Blancherna.
El Emperador Justiniano I, en agradecimiento por atribuir a la intercesión mariana el cese de una epidemia, en el 542 extendió su celebración a todo su Imperio como día festivo. Se trasladó al dos de febrero porque la Navidad ya había sido fijada el veinticinco de diciembre.
A Roma la debieron llevar los monjes bizantinos. Según el Liber Pontificalis, la fiesta de la Purificación, a la que, según la ley mosaica tuvo que someterse María (Lev. 12, 2-8), se celebraba ya en Roma con carácter mariano en el pontificado de Sergio I (687-701), de origen sirio.
El título de Purificación aparece por primera vez en el Sacramentario Gelasiano (siglo VIII), y se cree de procedencia galicana, aunque este tema no desempeña papel alguno en los textos eucológicos que se centran en la figura de Jesús, aunque pasó al Misal Romano, hasta la reforma de 1969, en que pasó a denominarse de la Presentación del Señor.
San Cirilo de Alejandría, a principios del siglo V, ya habla de las candelas (Patrologia Graeca, vol. 77, col. 1040 s). En Roma aparece ya la procesión de los cirios en el Orden de San Pedro, del 667, que es ratificada por el citado Sergio I, por lo que la fiesta recibe el nombre popular de Candelaria. El origen de las luces quizá provenga de que estas procesiones eran nocturnas.
Esta procesión en Roma tenía un marcado carácter penitencial, pues la comitiva pontificia iba descalza, con ornamentos primero negros y luego morados, color que se conservó hasta la reforma de 1969. Debió adquirirlo, lo que se cree a partir de Beda, como desagravio por los Amburbalia, fiesta pagana de purificación de la ciudad, que consistía en recorrer la muralla procesionalmente llevando las víctimas a sacrificar una vez acabado el itinerario, celebrada por última vez el 394. Aunque era una fiesta movible, se solía celebrar en febrero.
La primera bendición de las candelas se remonta a finales del siglo IX y era precedida de la bendición del fuego como en la vigilia pascual: se interpreta como una fiesta de la luz como símbolo de Cristo, basándose en la profecía de Simeón: “Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”.
La bendición solemne de las candelas empezó en la Iglesia galicana en el siglo X, y de ahí se fue difundiendo con lentitud En Roma se documenta por el Sacramentario de Padua, en una adición del mismo siglo X. En la Península Ibérica, ya presente en el siglo XI, y después por el resto de Europa (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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Más sobre las Hermandades y Cofradías de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.
Página web oficial de la Hermandad de la Candelaria: www.hermandaddelacandelaria.com
La Hermandad de la Candelaria, al detalle:
- Sede Canónica: Iglesia de San Nicolás de Bari
- Día de Salida Procesional: Martes Santo
- Imágenes Titulares: - Nuestro Padre Jesús de la Salud
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