Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesias de Santiago el Mayor, e Inacabada "El Monumento"; y Plaza de Toros) de la localidad de Castaño del Robledo, en la provincia de Huelva.
Ubicación
En la Sierra de Huelva.
Breve reseña histórica
En el siglo XVI, en el año 1588 aparecen los primeros datos sobre el nacimiento de la villa como tal, durante el reinado de rey Felipe II.
En 1591 Castaño obtuvo privilegios reales y jurisdicción en 1598.
El complemento de León viene al estar incluida en el Priorato de San Marcos de León, al igual que Arroyomolinos, estando ambos pueblos situados en la región de Extremadura hasta el año 1834, cuando se estableció definitivamente la división del territorio español, integrándose en la provincia de Huelva.
Patrimonio cultural y artístico
La Iglesia de Santiago Apóstol y sobresaliendo de entre todas las demás construcciones la monumental Iglesia inacabada.
Se trata de un edificio que debió terminarse en el siglo XIV y que tuvo un segundo intento en el siglo XVIII.
Fiestas y tradiciones
Fiestas Patronales de San Pedro, el 29 de junio.
Fiesta de la Mesa, el 30 de agosto
La población de esta localidad participa en la Romería de la Peña de Arias Montano en Honor de la Reina de los Ángeles.
La Rosca de Pascua, el Domingo de Pascua.
Recursos económicos y sociales
La economía de la zona se basa en la industria de derivados del cerdo ibérico, la ganadería y la agricultura. El turismo rural va adquiriendo cada vez más importancia.
GASTRONOMÍA
En la plaza del pueblo hay algunos bares donde se pueden degustar los productos típicos de la zona, todos los del cerdo (Diputación Provincial de Huelva).
Se sabe de su existencia, al menos, desde el siglo XVI como aldea dependiente de Aracena. El proceso de emancipación y constitución corno villa se inició en el año 1700. La nueva situación se tradujo en un rápido aumento demográfico y ello desencadenó la renovación de su vieja iglesia y la construcción de una segunda parroquia (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Castaño del Robledo, haciendo honor al nombre, un bosque de castaños centenarios, comenzados a plantar en el siglo XV para sustituir a los robles, rodea una villa que también se alegra con huertos y frutales. Caserío de calles estrechas y zigzagueantes, con mansiones neoclásicas y barrocas que presentan en portadas y dinteles sus signos diferenciadores. Además aportan cierto tipismo las labores de forja que adornan puertas y ventanas, y también las solanas abiertas en el último piso. Es uno de los pueblos mejor conservados de la sierra y ha sido declarado conjunto Histórico Artístico. Iglesia parroquial de Santiago, erigida a mediados del siglo XVI, que se apunta el mérito de haber tenido a Benito Arias Montano como primer párroco. Órgano de 1750, el más antiguo de la provincia. En la localidad se recoge más de la mitad de la producción de castañas que se da en el territorio onubense.
Otro edificio de interés es el Monumento o iglesia Nueva, cuya construcción se inició en 1788 y se detuvo en 1794 sin que hubiera sido terminada. Muestra de la arquitectura sevillana de finales del siglo XVIII, en ella se advierte la transición del barroco al neoclásico. El interior, desnudo y grandioso, despierta asomos de emoción estética (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guíarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012).
Posee una diferencia de cota de 419 m., correspondiendo 959 m. A la máxima y 540 m. A la mínima. En él se encuentra el Pico del Castaño (959 m.), El Picote (848 m.) Y la Viña Perdida (845 m.). Hidrológicamente el término presenta dos vertientes, una dirección Sureste y otra Noroeste, siendo la línea de cambio la correspondiente a la línea de los Cuchareros. Las que vierten en dirección Sureste y Sur son afluentes de la ribera de Alájar, sobresaliendo el Barranco del Valle Peral que nace en el Puerto de Galaroza a 834 m. De altitud. De este mismo puerto por dirección Norte, hacia la otra vertiente aparece el Barranco de la Fuente Aliso que se va uniendo con otros hasta verter sus aguas a la ribera del
Múrtiga. No existen dentro del término embalses de agua, pero sí numerosas, tales como Fuente Vanera, Fuente Aliso, El Guindal y la del Nogal. El núcleo urbano se sitúa en una ladera orientada al suroeste, rodeado por una importante vegetación entre la que destacan importantes masas de castaños. Sus altitudes más significativas son: la zona alta del núcleo, 750,0 m.; la Plaza de la Iglesia, m.; y el Puente sobre el arroyo, 720,0 m.
En general el trazado urbano se adapta a la topografía produciéndose vías sensiblemente paralelas o perpendiculares a las líneas de nivel, lo que provoca que estas últimas calles tengan una gran pendiente. Su trama viaria urbana se caracteriza además por varias cuestiones. En primer lugar, la carretera principal de acceso posee un trazado tangente al núcleo urbano y sirve de apoyo para el desarrollo lineal de la edificación, convirtiéndose en parte del viario urbano. En el interior se diferencian dos zonas claramente diferenciadas en su forma urbana: la correspondiente al núcleo originario, que se desarrolla alrededor de la Iglesia Parroquial de Santiago con una trama más densa y apoyada en caminos agrícolas, posee calles de trazado muy irregular con la presencia algunos adarves; y la zona de expansión, con calles de mayor anchura y trazado algo más rectilíneo y regular. Existe también cierta diferencia entre calles principales y calles de servicio, que en general son vías de acceso a las traseras de las viviendas y a los corrales. De éstas parte un trazado más confuso surgido de la necesidad de conectarlas con determinadas vías pecuarias y caminos de servidumbre entre parcelas. Estas vías tienen el carácter de caminos semiurbanos y no están dotados de servicios ni pavimentadas.
Sus manzanas, generalmente cerradas, responden a una ocupación extensiva y suelen ser irregulares. En el núcleo originario son más densas y de menor tamaño. Por contra las situadas en las zonas de crecimiento son menos densas y de mayor dimensión. De carácter singular son aquellas que se sitúan en los bordes del núcleo o a lo largo del camino de entrada, convirtiéndose en mediadoras entre el espacio urbano y el rural. Las parcelas tienen una lógica correspondencia con las tres situaciones descritas. En la primera suelen ser más irregulares y más pequeñas y su ocupación se acerca bastante al 100%. No obstante, en este núcleo primitivo, existen parcelas de buen tamaño ocupados por la Iglesia y algunas casas de mayor importancia. En la zona de expansión las parcelas adquieren mayor tamaño y la edificación sólo ocupa la parte delantera de la misma, reservándose el fondo como patio, huerto o corral; su ocupación no suele sobrepasar por tanto el 70%. En las manzanas de borde las parcelas son también de buen tamaño y tienen gran parte de su superficie utilizada como corral, huerto o prado para pastos. Este tipo de parcelas se encuentra en ocasiones en el interior del núcleo creándose grandes vacíos urbanos cerrados con cercas de piedra.
A pesar de su pequeño tamaño, se distinguen dos núcleos claramente separados por el trazado de la carretera principal: el más importante, al Este, y el Barrio del Calvario, al Oeste.
La tipología residencial predominante responde a la vivienda unifamiliar entre medianeras, que incorporan en la mayoría de los casos espacios para el uso agrícola o ganadero, especialmente almacenes. La altura de estas edificaciones es de una o dos plantas con soberado, desván o granero en la planta superior. Sólo en casos excepcionales aparecen edificaciones de tres plantas. Suelen tener dos o tres crujías paralelas a la fachada a las que se le agrega un cuerpo de edificación en el patio donde se ubican las dependencias, relativamente recientes, como la cocina y el baño. En el sentido perpendicular a la fachada, las viviendas pueden constar con uno, dos o tres portales, según el ancho de la parcela y la importancia del edificio. En el fondo de la parcela se sitúa el corral y a veces tiene acceso desde la calle trasera, disponiéndose en el mismo piezas complementarias para el uso agrario. Constructivamente, los muros suelen ser de tapial, pudiendo ser de piedra granítica o caliza la planta baja, o simplemente el zócalo. La estructura es de madera y la cubierta, a dos aguas está formada por teja árabe curva. Los paramentos están enfoscados con mortero de cal y encalados. La carpintería es de madera, aunque se está sustituyendo por materiales metálicos. Conviven dos variantes de esta arquitectura una de mayor escala y residencia de las clases más pudientes, y otra más popular que constituye la mayor parte del caserío. En las primeras destacan el mayor tamaño de los huecos, la mayor altura de plantas, el remate de la fachada con pretiles que ocultan las tejas y una composición donde prima la simetría y un cierto ornato. Las segundas responde a una disposición de los huecos más aleatorio y una mínima ornamentación. El predominio del macizo sobre el hueco y los aleros son prácticamente generalizados. Un elemento que se repite con cierta asiduidad es la solana, producida por el retranqueo de la primera crujía en la planta alta, y con cubiertas sostenidas por pilares que sostienen arcos de medio punto o de carpanel.
Viviendas unifamiliares entre medianeras, habitualmente con de-pendencias agrícolas y ganaderas.- 2 plantas, o una más "soberao". Antigüedad de más de 50 años en la mayor parte de las viviendas. Elevado porcentaje de viviendas no principales (superior al 60 %) (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
En origen, el templo debe datar de finales del siglo XVI. Su planta es de cruz latina y de una sola nave.
Las obras debieron prolongarse durante el siglo XVII, como parece por su portada lateral, hoy cegada, de traza purista. En el año 1704, quizás en relación con la obtención del titulo de villa, se comenzó a ampliar, renovándose su cabecera con el actual crucero, estando al frente de las obras el alarife Alonso Romero. Los trabajos de este sector se terminaron en 1723. Años después, en 1740, se labró la escalinata de acceso a la fachada del hastial. Durante el siglo XIX se le añadieron nuevas dependencias tras el presbiterio, obras que concluyeron en el año 1818, según consta en otra inscripción existente en su exterior; y finalmente la capilla Sacramental fue erigida en 1893.
Lo único interesante que hoy se conserva su interior es la pila bautismal, de mármol blanco, semiempotrada en un zócalo revestido con azulejos polícromos sevillanos del siglo XVIII -entre los cuales se encuentra uno fechado en 1746- y un órgano muy deteriorado que fue realizado entre 1750 y 1751 por Francisco Ortíguez y costeado a expensas de don Antonio Suárez da Franca, vecino de la villa, de ascendencia portuguesa, cuya lápida sepulcral se encuentra en el lado derecho del crucero y está fechada en 1749.
En la sacristía se conservan algunas piezas de orfebrería, entre las que destacan un cáliz sevillano, de la segunda mitad del siglo XVII, y un copón cordobés de estilo rococó, de la segunda mitad del siglo XVIII, con toda su superficie recorrida por profundas estrías entorchadas (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Se trata de una edificación renacentista con influencias góticas y añadidos posteriores.
La Iglesia de Santiago el Mayor está emplazada en la zona principal de la población sobre una plataforma elevada y exenta, aunque una serie de dependencias se adosan en la cabecera y en la nave de la epístola enmascarando su planta.
Es ésta una cruz latina con una sola nave de dos tramos y crucero que destaca exteriormente en altura. Sus materiales constructivos alternan la mampostería y el ladrillo en muros de gran grosor y solidez.
En la fachada de los pies, flanqueada por dos contrafuertes dispuestos en ángulo, se abre la portada principal, de sencilla traza: Un vano adintelado que se incrusta en un medio punto levemente rehundido en el muro. Sobre ella se sitúa una ventana coronada por moldura triangular a modo de frontón y con las jambas en acusado derrame hacia el interior que dejan un estrecho vano en forma de saetera.
En el lado derecho de la fachada principal aparece adosada la torre en la que destaca el campanario, compuesto con arcos de medio punto flanqueados por pilastras y rematado por una cornisa bastante elaborada que incorpora pequeñas máscaras como motivo ornamental y un chapitel coronado con cruz de hierro. El frente norte del campanario está en gran parte tapado por otra construcción, de cronología posterior y forma cuadrangular, que se realizó para albergar un reloj. Posee dos pequeñas espadañas.
En torno a la cabecera, rodeándola y ocultándola parcialmente, se observan los añadidos correspondientes a la construcción que alberga la sacristía en el piso inferior y el archivo en el superior, la capilla sacramental y una habitación destinada a uso del párroco. Sobresale también en planta la capilla bautismal, pegada a la torre. En ese lateral del evangelio hubo una portada que actualmente está cegada. Cuenta el templo con una única nave de dos tramos cubiertos con bóvedas vaídas, con el crucero de mayor altura y media naranja irregular y de arranque poligonal sobre pechinas. Los brazos del crucero se cubren con bóvedas de cañón con lunetos y el presbiterio se remata con bóveda de cañón apeada en arcos rehundidos en el muro. Los tramos de la nave, el crucero y sus brazos y la cabecera están delimitados por pilastras cuadrangulares sobre las que se elevan arcos de medio punto.
A los pies de la iglesia y sobre el cancel de entrada se dispone el coro, estructura de madera en la que se sitúa el órgano.
Fue hecho expresamente para este templo con la donación testamentaria (1742) de Antonio Suárez da Franca Corte Real, de origen portugués y vecino de la localidad. Con caja de madera en su color, presenta cinco castillos en fachada con ornamentación de carácter vegetal y formas tardobarrocas. En el primer tramo de la nave, junto a la primera pilastra del lado del evangelio, existe una pila de agua bendita de mármol. En la capilla bautismal la pila, de doble taza, aparece desplazada hacia la pared con su pie embutido en un murete recubierto de azulejos reutilizados de distintos diseños. Uno de estos azulejos está fechado en 1746. En el brazo del crucero del lado del evangelio, adosado al pilar lindante con la nave, se encuentra un púlpito de hierro con su pie apoyado sobre un basamento de piedra y con escalera de madera. Es elemento de interés en este brazo del crucero la puerta de madera de acceso a la sacristía. En el brazo del crucero del lado de la epístola, junto al pilar que linda con el presbiterio, se encuentra una pila, actualmente utilizada como bautismal, ornamentada a base de flores, querubines, sogueado, etc. En el suelo puede verse la lápida funeraria del coronel don Antonio Suárez da Franca Corte Real, benefactor de la parroquia en el siglo XVIII. En la capilla sacramental existen varias lápidas de la familia Martín que financió la remodelación de este ámbito entre fines del siglo XIX y principios del XX.
La Iglesia de Santiago el Mayor, de mediados del siglo XVI, domina una parte del pueblo, y tiene a gala haber contado como primer párroco con Don Benito Arias Montano, afincado en la cercana Peña de Alájar.
Como muchas otras de la Sierra, la iglesia sufrió importantes daños por incendio durante la Guerra Civil (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La iniciativa de la construcción de este templo se remonta al año 1783 cuando los vecinos de Castaño del Robledo solicitaron al Arzobispado de Sevilla la ampliación de la iglesia de Santiago en relación con el aumento demográfico experimentado por la población. Para atender a la solicitud se desplazó a la villa el arquitecto José Álvarez quien informó de la dificultad para realizar dicho aumento, proponiendo como alternativa realizar una iglesia de nueva planta y dando las directrices generales de sus trazas. Dos años después, en 1785, Antonio Matías de Figueroa y Fernando Rosales realizaron sendos proyectos para dicha iglesia, sin que podamos precisar cuál de los dos fue el aprobado.
En 1788 comenzó el proceso constructivo, encontrándose al frente de las obras el maestro albañil Alonso Sánchez. Un año después se paralizaron por discrepancias entre el Arzobispado y las autoridades locales. En 1791 se reanudaron las obras, deteniéndose definitivamente en 1794, quedando el edificio inconcluso.
Este templo es un magnifico exponente de la arquitectura sevillana de las últimas décadas del siglo XVIII en que se advierte, en todos sus elementos, la definitiva desaparición de las formas barrocas, sustituidas por otras neoclásicas.
La iglesia permanece actualmente inconclusa faltándole el cuerpo de campanas de la torre, aunque durante la última restauración del año 1995 a cargo de la arquitecta Alicia de Navascués, fue sometida a una limpieza general y fueron cerradas las bóvedas que aún permanecían sin terminar, con el fin de destinarla a fines culturales (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
La denominada Iglesia Inacabada, Nueva o del Cementerio, comenzó a construirse en la periferia del casco urbano de la localidad de Castaño del Robledo (Huelva) debido al aumento experimentado en la población.
Desde el punto de vista volumétrico el edificio se erige exento, destacando la superposición de volúmenes en su elevada altura, donde se observa a la disposición de las capillas laterales entre elevados y gruesos contrafuertes, las bóvedas carentes de tejado y los añadidos de la cúpula y la cubrición de partes de la nave central. Estos volúmenes se observan en altura destacando del conjunto de casas que la rodean.
El edificio se inició el 12 de junio de 1788, encargándose de su ejecución el maestro Alonso Sánchez, quien continuó las obras hasta 1789 en que quedan paradas por razones técnicas y burocráticas, pues faltaba el visado obligatorio de la Real Academia de San Fernando de Madrid. A mediados de mayo de 1791 las obras se reanudaron, pero en junio de 1793 los materiales comenzaron a escasear por falta de recursos económicos debido a las discrepancias entre el Ayuntamiento y el Arzobispado, cesando el acopio en diciembre y despidiéndose al personal en mayo de 1794, quedando inconclusa la obra.
La construcción de la iglesia sigue efectivamente las directrices de José Álvarez en cuanto a ser de una nave cubierta con bóveda de cañón, con cinco capillas a cada lado, pero conectadas entre sí, a la manera del Gesú de Roma realizada por Vignola, cuenta con crucero, presbiterio, torre, baptisterio, sacristía, sagrario, colecturía, osario y patinillo. Es de orden aproximadamente dórico, pero tiene coro alto, tres suntuosas portadas, sobre todo la de los pies, casi once varas de anchura en vez de diez, seis la torre en vez de cinco y todo en general sigue las ideas de Álvarez, interpretadas por Figueroa, pero con notable y extraordinaria calidad de diseño y ejecución. Dado que Figueroa en diez años visita Castaño del Robledo dos veces y que Alonso Sánchez cobró 481 jornales en la primera etapa (542 días naturales) y 1.090 en la segunda (frente a 1.105), parece probable que este último fuese el responsable de tales modificaciones, que ya estaban decididas cuando Figueroa inspecciona la obra en el primer trimestre de 1791.
La Iglesia Inacabada es un edificio básicamente neoclásico con reminiscencias barrocas, exento, de planta rectangular, de 48,60 metros de largo por 16,30 metros de ancho, con una superficie construida aproximada de 900 metros cuadrados. Su interior, carente de pavimento, se organiza mediante una gran y única nave cubierta por una bóveda de cañón semicircular con lunetos y arcos fajones, cinco capillas-hornacinas en cada lateral comunicadas entre sí mediante pequeños arcos, crucero, capilla mayor y sacristía. A los pies de la nave se encuentra el coro sobre un arco carpanel, el baptisterio y la torre. La nave central se divide mediante arcos fajones en seis tramos, dos de los cuales han estado sin cubrir hasta la restauración de la arquitecta Alicia de Navascués Fernández-Victorio, acometida a principios de la década de 1990. Igualmente inacabado estuvo el crucero, ya que la fábrica se detuvo al terminar los arcos torales y las pechinas sobre las que hubiera apoyado la correspondiente cúpula de media naranja. En el interior destacan las pilastras toscanas adosadas a los pilares cruciformes, el entablamento que recorre la única nave y el crucero de neta tradición neoclásica y con empleo metódico de triglifos.
El templo posee tres puertas de acceso, la principal está situada a los pies del mismo y las otras dos en el centro de los muros laterales. En la decoración de estas portadas es donde mejor se aprecia la pervivencia del gusto barroco, en un afán de resistencia hacia las nuevas formas más austeras y simplificadas del neoclasicismo.
La portada principal se organiza en dos cuerpos. El primero consta de la puerta de acceso situada bajo un arco de medio punto y flanqueada por sendas columnas toscanas sobre pedestales que soportan un entablamento clásico con triglifos, sobre el que se sitúa un frontón curvo partido que da paso al segundo cuerpo, el cual está conformado por una hornacina flanqueada por pilastras jónicas. Se remata por un entablamento sobre el que se encuentra un ventanal rectangular que da iluminación al coro alto del templo. De las dos portadas laterales sólo se labró casi en su totalidad la del muro de la Epístola, ya que la del muro del Evangelio sólo tiene trazado el hueco, determinado por un arco de medio punto. La neoclásica portada del muro derecho o de la Epístola presenta arco de acceso de medio punto flanqueado por pilastras sobre pedestales que soportan un entablamento decorado con triglifos y un frontón triangular.
La torre, ubicada en el muro lateral de la nave de la Epístola en esquina con la fachada principal y sobresaliendo levemente de ésta, presenta planta cuadrada y se encuentra igualmente inconclusa, tiene construida tan sólo su caña la cual está decorada en cada uno de sus lados por una caja central acusada en la que se abren los huecos de iluminación de la escalera interior de cuatro tramos. La obra se detuvo en la imposta sobre la que debiera haberse ejecutado el cuerpo de campanas.
El templo recibe iluminación directa del exterior, principalmente a través de los ventanales rectangulares situados sobre el entablamento de la nave y del crucero bajo sus respectivos lunetos. La capilla bautismal se cubre por una cúpula de media naranja sobre pechinas, mientras que algunos tramos de la sacristía se cubren con bóvedas vaídas y de aristas, trasdosadas con un faldón de teja cerámica curva sobre viguetas metálicas, elemento que se ha ejecutado de forma provisional para evitar su derrumbe. Los materiales constructivos utilizados en la iglesia son piedra y ladrillo.
Destaca especialmente la existencia de numerosas trazas y monteas originales dibujadas sobre los paramentos revocados del interior de la iglesia, las cuales tenían el objetivo de organizar los trabajos a pie de obra, siendo actualmente interesantes testigos de la técnica de ejecución y metodología empleada por los arquitectos y maestros albañiles de la época. Representan los trazados de las cornisas, espirales de capiteles jónicos de gran tamaño, así como diferentes trazos geométricos lo cual se corresponde mayoritariamente con el repertorio decorativo que se pensaba labrar en el interior del templo.
El edificio se usó a partir de mediados del siglo XIX como cementerio. Se construyeron nichos en las capillas laterales para enterrar a los muertos como se hizo también en el suelo. Está función se mantuvo hasta los años cincuenta del siglo XX cuando se trasladaron los restos al nuevo cementerio en las afueras del pueblo. Actualmente se usa como espacio para actividades culturales.
La Iglesia Inacabada de Castaño del Robledo (Huelva), supone un auténtico hito dentro de la arquitectura de la provincia de Huelva, ya que muestra de forma directa procesos de construcción perdidos en los restantes edificios dieciochescos de la zona. Es uno de los edificios del siglo XVIII más impresionantes que se conocen debido a su labra inacabada, así en su fábrica se puede apreciar cómo se iban sucediendo las labores en el trazado de arcos, bóvedas, lunetos, forjados, etc., amén de que es posible vislumbrar el proceso de diseño de sus elementos formales decorativos y tectónicos a través de la magnífica serie de planos de montea dibujados a escala y que cubren muchos de sus paramentos. Su carácter inacabado la convierte en un valioso ejemplo del proceso constructivo de la arquitectura barroca.
En 1784 se iniciaron las conversaciones para la ampliación del templo parroquial de Castaño del Robledo, aunque finalmente se determinó la construcción de un nuevo templo a cargo del Arzobispado, de la Capilla Real de Granada y de los propios vecinos, determinando las principales características constructivas el Maestro Mayor del Arzobispado, José Álvarez, las cuales serán modificadas en orden a su reducción para adaptación a los presupuestos por Antonio Matías de Figueroa. El 4 de marzo de 1786 se nombra director y administrador de las obras a un vecino de la localidad llamado Januario José Longinos Sánchez.
El templo que nos ocupa es un edificio singular construido con rigor neoclásico por los arquitectos José Álvarez, Antonio Matías de Figueroa y Fernando Rosales, aunque todavía pervivan en él ciertos rasgos barrocos. De haberse terminado, hubiera podido considerarse un destacado ejemplo de la arquitectura andaluza de transición del Barroco al Neoclasicismo.
La iglesia nueva es una edificación de unas dimensiones considerables; nunca se llegó a concluir. La iglesia cumple una función importante de cara a uno de los acontecimientos más representativos a nivel local, como es la celebración de la romería de la Reina de los Ángeles. Este espacio es el lugar donde se arreglan las carrozas, y donde la gente se reúne a charlar y a tomar una copa los días previos a la romería (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La plaza de toros no se encuentra dentro del casco urbano como suele ser la norma, si no en frente del pueblo al otro lado de la pequeña ribera que en su tiempo posibilitó el regadío de las huertas. Pero esto no es su única peculiaridad.
En vez de construir el coso de nueva planta, se aprovechó el terreno al máximo. Las gradas de la plaza se apoyan sobre la ladera de una elevación; son de una pendiente pronunciada, muy altas, irregulares en planta y en número de gradas, según lo determina la adaptación a la topografía. Sus sillares y mampostería ciclópea insinúan un carácter ancestral, aunque sus características constructivas y formales la sitúan, a todas luces, en el siglo XIX, época de apogeo del pueblo.
Los espectadores tenían pues la silueta de la villa como fondo. Este tipo de plaza de toros suele darse en lugares donde se celebra una romería o una fiesta campera pero es raro hallarlo cerca de una población.
En los albores del siglo XX se cortó parte de la plaza de toros al construir la carretera que une Castaño del Robledo con Jabugo. Aún se pueden ver los burladeros y las gradas según el estado de la vegetación. Asimismo quedan dos entradas desde la carretera al ruedo y dos puertas en la parte posterior que facilitaban el acceso del público desde lo alto de las gradas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesias de Santiago el Mayor, e Inacabada "El Monumento"; y Plaza de Toros) de la localidad de Castaño del Robledo, en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.
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