Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Miguel arcángel; y Plaza de Toros) de la localidad de Campofrío, en la provincia de Huelva.
Ubicación
En la Sierra de Huelva.
Breve reseña histórica
Los primeros datos históricos existentes aparecen en la Baja Edad Media (año 1401). En 1753 se segregó de Aracena como villa mediante Real Privilegio del Rey Fernando IV. Se han hallado restos arqueológicos correspondientes a la Edad de Bronce, del pueblo íbero, como los descubiertos en el Cerro de Cogullos, posible castro ibérico, con restos de viviendas, un aljibe y fortificaciones.
De la dominación romana existen vestigios de una calzada, inscripciones, vasijas y monedas y restos de una necrópolis en el Risco del Tesoro.
Patrimonio cultural y artístico
La Plaza de Toros, la más antigua del mundo (construída en el Siglo XVIII a iniciativa de la Cofradía de Santiago Apóstol)
La Iglesia Parroquial
Parque de los Cipreses
Sierra del Monago
Dolmen de la Cantina, próximo a una necrópolis árabe
Fiestas y tradiciones
Fiestas patronales de Santiago Apóstol (25 de julio)
Fiestas de Ventas de Arriba (10 de junio)
Festividad de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre).
Recursos económicos y sociales
La agricultura, el corcho y los productos derivados del cerdo.
Gastronomía
Campofrío se sitúa en el sector Este de la comarca, en un terreno montañoso de transición entre la Sierra y la Cuenca Minera. Tal hecho ha marcado la idiosincrasia de sus vecinos, cuyos hábitos y costumbres están a caballo entre ambos espacios socio-culturales. Los restos arqueológicos más abundantes en su territorio son de época romana, como el «Puente del Odiel» y los yacimientos del «Risco del Tesoro» y "Valdelahiguera». El topónimo de Campofrío es de indudable origen castellano, vinculándose con el periodo de la repoblación cristiana de mediados del siglo XIII. Se cita por primera vez en un documento de 1401 como aldea perteneciente a la villa de Aracena, con una población muy dispersa. A mediados del siglo XVII se vinculó a la Casa de Altamira, tras la venta de Aracena por Felipe IV a dicha Casa Condal. Los continuos litigios y enfrentamientos con la metrópolis provocaron que la aldea pretendiera en varias ocasiones su emancipación como villa, lo que consiguió en 1753 bajo el reinado de Fernando VI. Hoy es una tranquila población cuyos vecinos se dedican a las tradicionales actividades agropecuarias (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
A 11 km de Riotinto aparece Campofrío, situado ya entre la sierra de Aracena y la cuenca minera. Es un pintoresco enclave que cuenta con el coso de Santiago, fechado en 1716, la primera plaza de toros fija y cerrada que se construyó en España. Destacando sobre el caserío, se alza la iglesia de San Miguel, construida en el siglo XV y reformada y ampliada durante el XVIII (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
Campofrío. Por la gráfica plasticidad de su belleza, destaca desde la carretera la cúpula vistosa de la iglesia surgiendo en la ladera. Campofrío es un pueblo con detalles pintorescos que se asoma a una hondonada por la que discurre el río Odiel. Tiene casas blancas, una iglesia y un coso. La iglesia, consagrada a san Miguel Arcángel, es un edificio tardobarroco de finales del siglo XVIII que esconde un hecho poco frecuente en la comarca: una sacristía del gótico tardío. Sobresalen los azulejos y las tejas que recubren la cúpula y la bicromía piramidal (blanco y azul) del chapitel.
El llamado Coso de Santiago rivaliza en antigüedad con el construido en la villa salmantina de Béjar. Una lápida central asegura que, dentro de las plazas fijas y cerradas, es la más antigua de España. Y para ello marca el año: 1761. Tiene un ruedo circular con seis burladeros y dos líneas concéntricas de graderío. A lo anterior hay que sumar los chiqueros, el palco presidencial y la balconada de músicos. Admite hasta 1.500 espectadores. En las afueras del pueblo, junto a un abrevadero que deslumbra de fulgor, la plaza de toros exhibe su blanco perímetro de cal (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guíarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012).
Con anterioridad al templo actual, contó Campofrío con una iglesia de una sola nave, de arcos transversales y cabecera cuadrada, con bóveda de crucería gótica, datable en torno a 1500.
A finales del siglo XVIII, tras la consecución del título de villa y el consabido aumento demográfico, se decidió ampliar este primitivo templo, ya insuficiente. Para ello, se desplazaron a la población los arquitectos diocesanos José Álvarez y Antonio Matías de Figueroa, quienes dieron las trazas de una nueva iglesia.
Consistió ésta en un gran edificio de planta de cruz latina, de una sola nave con capillas entre contrafuertes y crucero poco acusado, situándose a los pies una pequeña capilla bautismal y la torre. Como cubrición, se emplearon bóvedas de medio cañón para la nave y el presbiterio y media naranja sobre pechinas para el crucero.
Al exterior sólo se labraron las dos portadas laterales, denominadas de San Miguel y Santiago, ambas con un esquema muy similar, formadas por un vano mixtilíneo en la primera y de medio punto en la segunda, enmarcado por pilastras y rematado con un frontón partido que alberga, en la actualidad, paneles de azulejos modernos.
La torre, de caña poco esbelta, presenta un campanario formado por vanos de medio punto entre dobles pilastras toscanas y el habitual chapitel piramidal revestido de azulejos que, al igual que los remates, son modernos. También posee la iglesia un antiguo reloj de sol de cantería local.
Las obras se iniciaron el día 3 de abril de 1784, y finalizaron en 1790, como consta en una inscripción esgrafiada, apenas visible, en el muro del hastial: ANNO DOMINI MDCCXX-X.? No obstante, a diferencia de otros casos, el primitivo templo gótico no fue totalmente destruido, quedando incorporado transversalmente a la cabecera de la nueva iglesia, aprovechándose hoy su presbiterio, en el lado derecho, como capilla y el último tramo de los pies, como sacristía, en el lado izquierdo.
El templo responde, en general, a un lenguaje tardobarroco característico de estos dos arquitectos, especialmente visible en las dos portadas y en los elegantes alzados interiores.
Incendiado el templo durante la Guerra Civil, pocas son las obras de interés histórico-artístico que se conservan en su interior. Cabe destacar, en el presbiterio, un gran retablo mayor, realizado con elementos reaprovechados -columnas salomónicas y corintias- de otro anterior barroco. Está presidido por la Virgen de la Encarnación, imagen de vestir, obra de Sebastián Santos Rojas, posterior a 1936.
En el lado derecho del crucero, en el altar del sagrario, se encuentra una Virgen Milagrosa de madera policromada, tallada por Antonio Bidón en el año 1958.
Más interés posee un cuadro de Ánimas con la Trinidad y la Inmaculada, situado en una de las hornacinas del lado derecho, pintado por José María Labrador en 1938. Presenta marco de madera neobarroco que lleva la firma FECIT VERA.
Un interesante conjunto de azulejos polícromos, del último tercio del siglo XVIII, se conserva revistiendo el frente de las gradas del presbiterio y en la plataforma del antiguo coro. A ellos hay que añadir el zócalo de reflejos de cobre procedente de la fábrica trianera de Ramos Rejano, de mediados del siglo XX, que recorre todo el perímetro interior de la iglesia.
Finalmente, en la sacristía se encuentra una pequeña escultura de San José con el Niño, de madera policromada, datable hacia 1760 y realizada por algún seguidor de Pedro Duque Cornejo y una Santa Lucía, de vestir, muy deteriorada, de finales del siglo XVI o principios del XVII (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Se trata de una iglesia de una sola nave y capillas laterales, cubierta con bóveda de cañón con arcos fajones. El crucero se forma al desaparecer las capillas laterales. El tramo central se compone de cuatro arcos de medio punto que reciben una bóveda semiesférica sobre pechinas.
Estas capillas laterales, cinco a cada lado, presentan vanos de medio punto, y los centrales de cada lado constituyen los dos accesos al templo.
Esta iglesia tiene la sacristía que corresponde al crucero de una iglesia anterior gótica, posiblemente de los últimos años del siglo XV. Posiblemente en el siglo XVIII se realizó la ampliación de la iglesia que llevaron a cabo los arquitectos Joseph Álvarez y Antonio Matías de Figueroa, quienes le añadieron la nave de tipo cañón de capillas hornacinas decorada al estilo tardo-barroco.
A los pies, y en el lado del Evangelio, se encuentra la escalera que sube al coro alto y a la torre y en el otro lado se encuentra la capilla bautismal.
Interiormente destaca, por el impacto visual que produce, la doble cornisa que recorre todo el Templo.
Exteriormente, destacan, la torre con sus tres cuerpos característicos, el bajo, el campanario con vanos de medio punto entre pares de pilastras y el chapitel, y las portadas que presentan vanos enmarcados en pilastras y cornisa sobre canecillos; superiormente presenta un frontón curvo partido con remates y ático central también con frontón curvo y remate (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La Plaza de toros de Campofrío es una muestra relevante de la arquitectura popular que se levanta junto al casco urbano de la localidad, en el paraje conocido como el chorrero. Con un diámetro de ruedo de 52 metros, presenta una arquitectura sobria, sencilla y funcional respecto a su función: la lidia de toros. Se compone de tendido o graderío, barrera, callejón, burladeros, presidencia, toriles y corrales. Al exterior no expresa sino su sencilla forma redonda, a la que se adosa el pequeño conjunto rectangular de los toriles. Es destacable su gran extensión, en concreto el diámetro interior del ruedo, que junto con el graderío conforman un diámetro exterior de mas de 60 m. A pesar de ello, su altura es muy contenida, y no se eleva del terreno más que 2,5 m, excepto en la portada y los toriles.
La organización interna de la plaza es muy elemental. Se reduce a dos muros concéntricos, unidos por el palco del acceso. Salvo en la zona de toriles, las gradas arrancan del terreno natural sin solución de continuidad, interrumpido por pequeñas escaleras de acceso, el palco, la puerta secundaría y el acceso a toriles.
La portada principal de acceso a la plaza se remata de forma triangular sugiriendo un frontón, con dos remates laterales. En su interior nos encontramos con porche abierto que constituye la única zona cubierta de la plaza junto con los cajones de toriles. en su parte superior se organiza la tribuna, que destaca en el conjunto, elevándose sobre el resto. Los toriles, situados frente a la presidencia, están constituidos por un corral al que se accede desde el exterior por un postigo a la altura del desembarque del ganado, acabado al interior con una rampa, y un pequeño edificio con tres cajones para permitir el acceso de los animales a la plaza, que parece de factura moderna, aunque las investigaciones arqueológicas parietales han permitido observar la continuidad de su traba con el resto del graderío.
Los elementos portantes y de cerramiento del inmueble están realizados con mampostería, enfoscada y encalada en todas sus caras. Las puertas de acceso al recinto son metálicas, pintadas en rojo, así como los burladeros de madera, resulta peculiar que aunque la plaza se defina con referencias a formas geométricas concretas, en realidad los círculos son suaves poligonales, los paramentos de los muros no son verticales sino en parte ligeramente ataluzados, las tabicas de los escalones no son verticales, ni sus huellas del todo horizontales.
Del mismo modo, la distribución de burladeros y accesos a las gradas no es regular, y los accesos son todos diferentes. Todo ello confiere al edificio un carácter peculiar en su sencillez, que contribuye a aumentar su encanto. La plaza cuenta con un aforo de 1500 localidades y está considerada como una plaza de tercera categoría.
La Plaza de toros de Campofrío es la edificación más antigua del municipio, remontándose a principios del siglo XVIII (1717), por lo que cuenta con tres siglos de historia. La tipología original responde al propio de las plazas de toros, presentando este ejemplo el valor añadido de ser una de las más antiguas que se conservan. En el contexto de las edificaciones de plazas en la comarca serrana, se documentan desde finales del siglo XVI, con la Plaza de toros de la ermita de San Mamés en Rosal de la Frontera (1599), la primera en España, seguida de la Plaza de toros de la ermita de Santa Eulalia en Almonaster la Real (1608), precedentes de la de Campofrío, que muestran el tradicional arraigo de la tauromaquia en la sociedad serrana.
En 1718 se inauguró este pequeño coso de fábrica, exento y circular. En 1977 se restauró este coso de propiedad municipal, que tiene un aforo de 1500 espectadores y acoge festejos taurinos durante las fiestas patronales, los días 25 y 26 de julio.
La vinculación de las tradiciones locales con la actividad taurina es incluso anterior a la edificación actual, ya que se documenta la lidia de toros en Campofrío en recintos de arquitectura efímera, relacionado con celebraciones religiosas, por lo que la plaza materializa una idiosincrasia ancestral propia de los pobladores de Campofrío. El coso de Campofrío se configura como hito urbanístico y elemento de arquitectura simbólica insustituible, que caracteriza al municipio. Su ubicación original a las afueras del pueblo, ha generado un crecimiento urbano actuando como elemento de referencia, de modo que hoy día se encuentra inserto en uno de los extremos del casco urbano.
Así mismo, y dada la antigüedad de la Plaza, ésta se constituye como lugar de reunión de la población de Campofrío, donde tradicionalmente se desarrollan fiestas, ceremonias, eventos, etc., razón por la que su valor etnológico debe ser considerado como seña de identidad del pueblo. Así mismo, se forja como un espacio de singular valor social, ya que desde sus orígenes en el siglo XVIII centra la vida desde el punto de vista lúdico y cultural, y caracteriza al municipio como pionero y centro de referencia en la provincia en cuanto a tradición taurina. en este sentido, los dos estoques del escudo municipal son clara muestra de este aspecto (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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