Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Portada de la Capilla del Palacio de La Calahorra, de Egidio de Grandia, en el Patio de los Bojes, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
Hoy, 29 de noviembre, es el aniversario (29 de noviembre de 2011) del Decreto 357/2011, por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz la delimitación del Bien de Interés Cultural, con la tipología de Monumento, del Castillo de La Calahorra (Granada), de ahí que hoy sea el mejor día para ExplicArte la Portada de la Capilla del Palacio de La Calahorra, de Egidio de Grandia, en el Patio de los Bojes, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
El Museo de Bellas Artes [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía] se encuentra en la plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
En el Patio de los Bojes del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la Portada de la Capilla del Palacio de La Calahorra, obra de Egidio de Grandia (s. XVI) realizada en piedra arenisca tallada, hacia 1510-12, en estilo renacentista, con unas medidas de 3,59 x 2,20 m., y procedente del Castillo de La Calahorra, Granada, mediante la donación de Concepción Ybarra e Ybarra, en 1966.
Es una portada decorativa formada por treinta y siete piezas, en forma de arco del triunfo, con ingreso de medio punto entre pilastras corintias decoradas con grutescos, gran entablamento y frontón semicircular rematado por cruz, entre flameros, todo igualmente decorado con grutescos.
El intradós del arco, en casetones rectangulares, incluye representaciones de la Trinidad, el Padre Eterno, y el Ángel y la Virgen de la Anunciación. En el interior de las pilastras, a la derecha, se sitúan las imágenes de san Juan Bautista y de santa Catalina, y en la izquierda, las de san Juan Evangelista y santa Bárbara.
A pesar de tratarse de una puerta de acceso a un espacio con funciones religiosas, en los plintos, se han esculpido representaciones de personajes paganos, habitualmente identificados como Hércules y el León de Nemea y Hércules y Anteo, en los laterales de los plintos, y en los frentes, Flora y Baco (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Sobre el ambiente goticista hispalense de finales del siglo XV va incidir un hecho fundamental que pondrá las bases de la renovación estética que tendrá lugar en las primeras décadas del nuevo siglo: la creciente riqueza de la ciudad, centro del comercio con el Nuevo Mundo, y la nobleza humanística, que propician, primero, la importación de obras escultóricas italianas y, después, la venida de artistas italianos o nórdicos ya imbuidos de las novedades renacentistas italianas.
Numerosos son los ejemplos que completan este panorama de las obras importadas que significaron la introducción del nuevo estilo. Si estos artistas genoveses abastecieron, con sus trabajos y presencia esporádica, las necesidades, fundamentalmente necrológicas, de la nobleza y el clero hispalense, otros maestros escultores, principalmente florentinos, vinieron a establecerse permanentemente en Sevilla e influir trascendentalmente en los posteriores artistas sevillanos.
Entre 1509 y 1512 se construyó, por mandato del marqués del Zenete, don Rodrigo de Mendoza y Díaz de Vivar, el castillo-palacio de La Calahorra (Granada); una obra italiana en tierras moriscas. Su inmensa robustez exterior contrasta con la delicadeza del interior, construido al modo de los castillos-palacio de la Toscana y la Umbría, y en donde se quiso que lucieran los grutescos italianos en columnas y balaustradas, en la guarnición de puertas y chimeneas, en el patio, etc. A tal fin contrató a Egidio de Grandia y su equipo de artífices de Liguria y Lombardía, quienes, con piedra del país y mármoles importados, labraron las diversas portadas; los salones y dependencias palaciegas. Nosotros conservamos esta Portada de la Capilla del palacio, riquísima de ornamentación, con pedestales, pilastras y entablamento, todo plagado de candelabros, animales fantásticos, hojarascas y molduras. No faltan los motivos mitológicos, apareciendo las figuras de Flora y Baco, Hércules y el León, ni los cristianos, como la cruz que remata el conjunto y los querubines de las enjutas (Enrique Pareja López, Escultura, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla, Tomo I. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Su esquema es, en efecto, el mismo que el de las portadas del entresuelo y del salón de Occidente, si bien con el añadido sobre el entablamento de dos candelabros y un remate de roleos coronado por una pequeña cruz bajo el que discurre la siguiente inscripción: «ADORABO AT SANCTVM TEMPLVM TVVM IN TIMORE TVO» (Salmos, 5, 8).
Una pareja de grifos ante un candelabro, sirenas y otros seres antropomorfos y vegetalizados conectados por tallos y flores decoran el friso. Recurrente en La Calahorra, el primero de los motivos citados procede del arte romano, apareciendo en concreto en los relieves del cantharus, el tabernáculo que, intacto hasta 1574 en el patio delantero del viejo San Pedro, custodiaba la colosal piña de bronce que hoy da nombre a uno de los patios del Vaticano. Su difusión puede rastrearse en la escultura del quattrocento desde Bérgamo a Venecia. pasando por Urbino, siendo recogido en uno de los dibujos del Códex Escurialensis (fol. 59).
Las pilastras se cajean con un repertorio también fantástico dispuesto a candelieri que es el mismo que el de la portada del salón de Occidente, y derivado por tanto de las labores ornamentales que la bottega de los Lombardo dejó en Urbino y Venecia. También idéntico es el estilo con el que está resuelto el ornato de una y otra portada, relacionable a su vez con el del friso de la del salón de la Justicia.
En el intradós del arco se representa la Encarnación a través de cuatro imágenes esculpidas en otros tantos casetones. En los centrales, Dios Padre y el Espíritu Santo, y en los extremos, la Virgen y el arcángel Gabriel. El carácter lombardo de esta figuración es bien patente, recordando la imagen del Padre la que corona el monumento Zanetti, obra de Pietro Lombardo en el duomo de Treviso.
En las dos parejas de hornacinas que se abren en las jambas -otro expediente característico de portadas lombardas-, están esculpidos en altorrelieve los santos Juanes -en las de arriba- y las santas Bárbara y Catalina. En los pedestales se representan temas mitológicos, lo que también es frecuente en portadas lombardas y, por extensión, ligures. El deterioro de los relieves dificulta enormemente su identificación. En los tableros exteriores se reconoce, en el de la izquierda, una figura semidesnuda que cabalga sobre un carnero sosteniendo un ánfora. Se trata de una copia literal de uno de los dibujos (fol. 10) del Códex Escurialensis que reproduce a su vez uno de los medallones de la volta dorata de la Domus Aurea. En el otro, sólo se adivina una figura femenina de pie. En los tableros interiores, Hércules reduce a un contrincante, quizás Anteo, aferrándole del brazo y pisando su cabeza contra el suelo (Miguel Ángel Coloma, Un programa ornamental italiano: las portadas del palacio de La Calahorra, 1997).
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Más sobre el Patio de los Bojes del Museo de Bellas Artes, en ExplicArte Sevilla.
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