Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

   Otra Experiencia con ExplicArte Sevilla :     La intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla" , presentado por Ch...

jueves, 25 de noviembre de 2021

La Iglesia del Convento de Santa Catalina, en Osuna (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia del Convento de Santa Catalina, en Osuna (Sevilla).         
     Hoy, 25 de noviembre, se conmemora a Santa Catalina, mártir, según la tradición, fue una virgen de Alejandría dotada tanto de agudo ingenio y sabiduría como de fortaleza de ánimo. Su cuerpo se venera piadosamente en el célebre monasterio del monte Sinaí, en el actual Egipto (s. inc.) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].   
   Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la Iglesia del Convento de Santa Catalina, en Osuna (Sevilla).
   La Iglesia del Convento de Santa Catalina, se encuentra en la calle Sevilla, 9; en Osuna (Sevilla).
     Su construcción se realizó en el siglo XVII, aun­ que  la  estructura  fue  transformada  en  el  siglo XVIII. El acceso al templo se efectúa a través de dos portadas situadas en el muro izquierdo, que presentan temas de la orden dominica y una escultura de la santa titular, apareciendo en una de ellas la fecha de 1664. El interior responde al típico modelo conventual, con una sola nave cubierta con bóveda de cañón y capilla mayor con bóveda semiesférica sobre pechinas. El espacio del presbiterio aparece decorado con yeserías que representan temas geométricos y heráldicos. El retablo mayor es obra atribuible a Juan Guerra, quien lo realizó en 1765. Alberga las esculturas de San Miguel y la Imposición de la casulla a San Ildefonso, en las calles laterales, y en el centro, la de Santa Catalina. En el ático figuran esculturas de San Francisco y Santo Domingo enmarcando a un Crucificado.
     Los muros de la iglesia presentan seis retablos barrocos del segundo tercio del siglo XVIII. En el de la izquierda, partiendo de los pies de la nave, figura en primer lugar un retablo en cuya hornacina central, enmarcada por estípites y cubierta por un baldaquino, aparece una imagen moderna. En el banco se sitúa una escultura del Ecce Homo del siglo XVII. El retablo siguiente presenta las mismas características y alberga una escultura de Santo Domingo en la hornacina y una pintura de la Anunciación en el ático. El tercer retablo es de finales del siglo XVIII. En su hornacina principal aparece una escultura de San Juan Nepomuceno. El púlpito de la iglesia es de madera dorada y estofada con motivos de rocalla, y puede fecharse a finales del siglo XVIII.
     En el muro derecho, y partiendo del presbiterio, se encuentra en primer lugar un retablo enmarcado por estípites y cubierto por un baldaquino, en cuya hornacina central hay una escultura de la Virgen del Rosario, fechable en la primera mitad del siglo XVII. Sigue un retablo de iguales características y cronología, con una escultura de San José en la hornacina central. El último retablo de la nave presenta la misma fisonomía que el anterior y alberga una imagen moderna en la hornacina principal y una pintu­ra de San Juan de Patmos, del siglo XVI, en el ático. A los pies de la nave se dispone el coro, en el que destaca su originalísima sillería.
     La sacristía de la iglesia aparece revestida por un zócalo de azulejos del siglo XVIII, que presenta interesantes escenas de montería y tauromaquia (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
     El convento de dominicas de Santa Catalina Mártir, tuvo su fundación el día 8 de Mayo de 1558 a petición de Don Juan Téllez Girón, el cual muere al día siguiente.
     Muy horizontal, con la fachada prácticamente ciega. Cuenta con dos portadas, como era usual en los conventos de religiosas. La principal es de ladrillo, finalizada en 1664, y alberga en la hornacina que rompe el frontón una imagen de Santa Catalina junto a la rueda del martirio.
     Su iglesia se construyó durante el siglo XVII, aunque la estructura fue transformada en el siglo XVIII. Su única nave se cubre con bóveda de cañón y la capilla mayor con bóveda semiesférica sobre pechinas. El retablo mayor es barroco, obra contratada con el tallista Juan Guerra en 1765. En él se despliegan las esculturas de San Miguel y la Imposición de la casulla a San Ildefonso, en las calles laterales y en el centro la de Santa Catalina. En el ático figuran esculturas de San Francisco y Santo Domingo enmarcando a un Crucificado. Los muros de la iglesia aparecen revestidos por seis retablos barrocos del XVIII. A los pies de la nave se dispone el coro, en el que destacaba su originalísima sillería. La sacristía de la iglesia, se encuentra frente a la puerta de la entrada y aparece revestida por un zócalo de azulejos del siglo XVIII, del mismo tipo que los del monasterio de la Encarnación, presentando escenas de montería y tauromaquia (Ayuntamiento de Osuna).     
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir
LEYENDA
     No se puede hablar de una historia de Santa Catalina puesto que su vida, que se contó por primera vez en el Menologio de Basilio, y fue popularizada en Occidente por la Leyenda Dorada, es del todo fabulosa. Su nombre no figu­ra en texto alguno de la Antigüedad cristiana, ni litúrgico ni literario.
     Tal vez su leyenda haya sido influida por su nombre, derivado del griego katharos, que significa puro. Se contaba que la virgen de Alejandría, como muchas otras santas, era de «alto linaje», e incluso hija de rey, porque estaba representada con la corona del martirio en la cabeza. Como Alejandría te­nía fama de ser un centro de la ciencia, se supuso que se había abocado al estudio de la filosofía, y se la convirtió en una suerte de Palas cristiana, o, como decían peyorativamente los protestantes, de «Palas de los papistas». Sin duda, los cristianos la asimilaron a la célebre filósofa pagana Hipatia. Un ermitaño la convirtió proponiéndole a Jesús, cuya imagen le mostró, como único novio digno de su cuna, belleza y precoz sabiduría. De ahí nació la tardía leyenda de sus Desposorios místicos, que no se encuentra en la primera re­dacción de la Leyenda Dorada, y que aparece por primera vez en el siglo XV, en la traducción inglesa redactada en 1438 por F. Jean de Bungay.
     Esta historia, llamada a una popularidad tal que ha inspirado tanto a los ar­tistas primitivos de finales de la Edad Media como a los pintores del Renacimiento, se incorporó a la tradición que asegura que Catalina habría respondido al emperador Maximiano, que quería casarse con ella, que era novia de Cristo. El clérigo inglés habría tomado de manera literal esta expresión, corriente en la literatura hagiográfica. También es posible que la fuente de esta leyenda sea, como suele suceder, un despropósito «Óptico» derivado de las imágenes en que la santa era representada con una rueda, instrumento de su martirio. Esa rueda, a veces minúscula, habría sido confundida con un anillo de compromiso a causa de sus pequeñas dimensio­nes.
     Entre el anillo de los Desposorios místicos y la rueda del suplicio se sitúa un episodio de la leyenda no menos popular: el torneo filosófico. En él, la virgen muy pura, asistida por un ángel, desafió a cincuenta doctores de Alejandría cuyos argumentos refutó victoriosamente. Los cincuenta doctores expia­ron su derrota con crueldad: convertidos al cristianismo por su joven adversaria, fueron condenados a morir en la hoguera.
     Ese auto de fe sirve de preludio al martirio de la santa. El tirano la hizo azotar con vergajos, y luego encerrar en la cárcel, donde ella convirtió a la emperatriz. Entonces llegó el suplicio de la rueda o, más bien, de las ruedas dentadas. Pero las dos ruedas erizadas de hojas afiladas, que debían despedazarla, fueron milagrosamente partidas por un rayo que cegó a los verdugos. Al no saber cómo acabar con ella, su perseguidor la hizo decapitar, y de su heri­da, en vez de sangre manó leche.
     Los ángeles habrían transportado a la cima del monte Sinaí, por aire, pero separadamente, su cabeza y cuerpo. Este último detalle, de origen monás­tico, fue inventado por los monjes del monasterio local que pretendían ha­ber encontrado sus huesos, y que así querían atraer la atención de mayor número de peregrinos hacia el monte ya santificado por la aparición de Yavé a Moisés.
     La leyenda se funde así con el culto, cuyo apoyo y alimentación constitu­yen su objetivo.
CULTO
Lugares de culto
     Aunque vinculada por su nacimiento y martirio a la ciudad de Alejandría, santa Catalina era reivindicada en Oriente por la isla de Chipre, de la cual su padre habría sido rey. Por esa razón es la patrona de la célebre patricia veneciana Catarina Cornaro, que fue reina de Chipre.
     El centro principal del culto de santa Catalina en Oriente ha sido el monasterio del Sinaí, que se puso bajo su advocación en el siglo IX, después de la invención de sus reliquias. Reemplazó a Moisés y la Zarza ardiendo en el mon­te sagrado.   
     Desde el Sinaí y Alejandría, en la época de las cruzadas el culto se difundió en Italia, sobre todo en Venecia, donde sin duda resultó favorecido por la devoción a otro santo de Alejandría, el evangelista san Marcos.
     De allí pasó a Francia. El monasterio benedictino de La Trinité au Mont, próximo a Ruán, habría recibido fragmentos de sus reliquias a partir del siglo XI. En el siglo XIV, París puso bajo su advocación la iglesia hoy desaparecida de Sainte Catherine de la Couture o du Valdes Écoliers. La peregrinación de santa Catalina de Fierbois, en Turena, era muy frecuentada por Juana de Arco, ésta la habría visto aparecerse junto a santa Margarita y el arcángel san Miguel.
     Alemania le ha reservado un lugar entre santa Margarita y santa Bárbara, en el grupo de los Catorce Intercesores y la triada de las Vírgenes capitales que se llaman die drei heiligen Madeln.
Fundamentos de la devoción a santa Catalina
     ¿Cómo se explica la excepcional popularidad de esta santa fabulosa de Egipto y del Sinaí?
     La intercesión de santa Catalina en la Edad Media se consideraba particularmente eficaz por varias razones.
     1. En principio, a título de novia mística de Cristo, Jesús no podía negarse a satisfacer las plegarias de su novia, al igual que las de su madre. La influencia que se le atribuía venía inmediatamente después de la de Nuestra Señora.
     2. Además, se confiaba en su habilidad como abogada, ya que su dialéctica se había impuesto a cincuenta doctores de Alejandría elegidos entre los más sa­bios.
     3. Por último, la Leyenda Dorada reforzó aún más la popularidad de santa Catalina, asociándola a santa Bárbara como protectora de los moribundos.
     «Mientras se la conducía al suplicio, con los ojos dirigidos al cielo, ella dijo: Esperanza y salvación de los creyentes, Jesús, mi buen maestro, satisface mi plegaria. Haz que toda persona que me invoque en horas de peligro sea so­corrida, en memoria de mi martirio.»
     «Y desde lo alto del cielo una voz respondió: Ven mi querida novia, las puertas del cielo están abiertas ante ti. Y a quienes veneren piadosamente tu memoria les prometo el socorro que pidan.»
     Tales son las bases de la devoción a santa Catalina, que se hizo popular hasta el punto de sustituir a las patronas de los nombres de pila. En la portada de la cartuja de Champmol les Dijon, es ella y no santa Margarita quien presenta a la duquesa Margarita de Borgoña ante la Virgen adosada al entrepaño.
Patronazgos
     Si bien la «clientela» de santa Catalina procedía de todas las clases sociales, se la consideraba protectora de ciertas categorías de fieles en particular.
     Sus múltiples patronazgos, cuyas relaciones son tan interesantes para estudiar como el desarrollo semántico de los significados de una palabra, se explican por los episodios principales de su leyenda: los Desposorios místicos, la Disputa con los doctores de Alejandría y el Suplicio que le aplicaron con las ruedas dentadas.
     1. Como novia de Cristo, es la patrona de las jóvenes casaderas. A ellas estaba reservado el privilegio de tocar la cabeza de la estatua de santa Catalina con una corona de flores. Una vez casadas, perdían ese derecho. Por ello, la expresión tocar a santa Catalina adquirió el sentido de quedarse solterona.
     2. Su duelo filosófico contra cincuenta doctores le habría valido el homenaje de toda la clerecía: teólogos y filósofos, estudiantes y escolares, y en consecuencia las universidades, la más célebre de las cuales era la de París. Por ello, la imagen de santa Catalina formaba parte del sello de la Sorbona.
     3. Sus otros patronazgos se explican casi todos por la rueda que fuera el instrumento de su martirio. Por esa razón era reivindicada no sólo por el tribunal eclesiástico de la Rota, sino además por todos los oficios -y son nu­merosos- que se servían de ruedas: carreteros, molineros, torneros, alfareros, afiladores. A ellos deben sumarse las hilanderas que hacen girar el torno, y los barberos, puesto que las ruedas que debían desgarrar a santa Catalina estaban erizadas de láminas afiladas como navajas de afeitar.
     Según una tradición popular muy difundida, las ruedas de madera de sus estatuas permitían descubrir los cuerpos de los ahogados: se las arrojaba al río y se detenían sobre el cadáver que sólo debía sacarse del agua. Se atri­buían las mismas virtudes a la rueda de san Donaciano de Brujas, que se di­ferencia de la de santa Catalina por cinco cirios encendidos.
     4. Debe señalarse, por último, que aunque virgen, es patrona de las nodrizas, porque de su cabeza cortada no brotó sangre sino leche.
ICONOGRAFÍA
     Se ha intentado resumir la iconografía de santa Catalina en dos versos mnemotécnicos de la oración que le dirigían los fieles:
          O Katherina, tyrannum superans,
          Doctos docens et rotas lacerans
     Es cierto que está representada como princesa real, con la corona en la cabeza, pisoteando al emperador Maximiano, su perseguidor; el libro que tie­ne en la mano alude a su ciencia; las ruedas quebradas por el rayo recuerdan el suplicio fallido. Pero esta enumeración de sus atributos es incompleta: fal­ta en ella el anillo de sus desposorios místicos, la espada de la decapitación y la palma del martirio.
     Según la mayoría de los iconógrafos, el anillo derivaría de la rueda que a su vez provendría de una esfera celestial, emblema de su ciencia filosófica. Se tra­taría de una  catarata de despropósitos y errores iconográficos. La esfera celestial, tomada por una rueda, habría engendrado la leyenda del suplido con ruedas dentadas; la ruedecilla tomada por un anillo habría dado nacimiento a la leyenda de los Desposorios místicos con el Niño Jesús.   
     Sea como fuere, de esta filiación de atributos lo que debe subrayarse es que la rueda se presenta con formas muy variadas: a veces es única, otras es doble, ya lisa, ya erizada de puntas, entera o rota, pequeña o gigante. En ocasiones, está ingeniosamente combinada con la espada, como en una pintura de Joos van Cleve, donde santa Catalina ensarta el eje de la rueda con la punta de la espada.
     Ciertos artistas primitivos, como por ejemplo el Maestro de Brujas de la Leyenda de santa Lucía, cubre a santa Catalina con una túnica constelada de ruedas. Está representada como cefalófora sólo de manera excepcional (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia del Convento de Santa Catalina, en Osuna (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia sevillana.

Más sobre la localidad de Osuna, en ExplicArte Sevilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario