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viernes, 21 de marzo de 2025

El grabado "San Benito entregando la regla benedictina", en el Convento de San Clemente

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el grabado "San Benito entregando la regla benedictina", en el Convento de San Clemente, de Sevilla.          
     Hoy, 21 de marzo, en Montecasino, en la actual Italia, muerte de San Benito, abad, cuya memoria se celebra el día once de julio (547) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
   Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el grabado "San Benito, entregando la regla benedictina", en el Convento de San Clemente, de Sevilla.
       El Convento de San Clemente [nº 55 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 66 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Reposo, 9; en el Barrio de San Lorenzo, del Distrito Casco Antiguo.
     En una de las dependencias del Convento de San Clemente podemos contemplar esta pieza, un grabado historicista de tinta sobre papel al aguafuerte, con unas medidas de 0,45 x 0,30 mts, realizado en la primera mitad del siglo XIX, de forma anónima,  muestra una representación de San Benito de Nursia (nacido en 480 y fallecido en 547) en uno de los episodios más paradigmáticos de su biografía, como es la entrega de la Regla benedictina a sus discípulos. San Benito aparece representado en la zona derecha de la composición, de pie, ataviado con la cogulla negra  benedictina y señalando con su mano derecha hacia el cielo -donde aparece la paloma del Espíritu Santo-, mientras su mano izquierda sostiene el libro de la Regla que entrega a un monje arrodillado ante él. Se trata de un hombre anciano de largas barbas y cabellos blancos. En torno al santo aparecen numerosos monjes, cuatro de los cuales, en primer plano, aparecen arrodillados y mostrando acusada tonsura en su cabeza; en la zona de la izquierda de la composición aparecen personajes ataviados con cogullas blancas cistercienses que se constituyen como herederos de la regla benedictina -se trata de tres caballeros, dos monjas y un monje que podría ser San Bernardo de Claraval-, mientras en la zona de la derecha, dos monjes benedictinos sostienen el báculo de San Benito. 
     En la zona superior se desarrolla un rompimiento de Gloria protagonizado por la paloma del Espíritu Santo, de la que emanan rayos celestiales, rodeada por cuatro cabezas de querubes en la zona de la derecha y un ángel mancebo con una filacteria y un querube en la zona de la izquierda. 
     En la zona inferior, una inscripción identifica el episodio representado (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia y Leyenda de San Benito, abad;
HISTORIA Y LEYENDA
   Los diálogos de San Gregorio Magno son la fuente principal y casi única de su biografía.
   Nacido hacia 480 en la provincia de Norcia (también, aunque de empleo menos frecuente, “Nursia”, ciudad de la provincia de Perusa), en Umbría, era hermano gemelo de Santa Escolástica.
   Hacia el año 500 se retiró a una gruta llamada Sacro Speco, cerca del lago de Subiaco, para llevar una vida de ermitaño.
   En 528, a mitad de camino entre Roma y Nápoles, fundó el monasterio del monte Cassino (Montecassino), sobre una antigua acrópolis consagrada en la antigüedad al culto de Júpiter. Allí compuso la regla de la orden de los benedictinos, y allí murió en 547.
   Sobre esta trama histórica el ingenio de los monjes y la imaginación popular bordaron adornos que Santiago de Vorágine recogió cuidadosamente en su Leyenda Dorada, de la que tomaron sus temas los artistas.
   En principio fue el milagro del tamiz partido. Cuando a su nodriza se le cayó un tamiz, él tomó las dos mitades y las volvió a unir sin que quedara huella alguna de su fractura.
   Cuando vestía hábito monástico, se retiró a la caverna del Sacro Speco donde era aprovisionado por el monje Romano, que le bajaba el pan en un cesto atado a una cuerda, y le avisaba con el sonido de una campanilla. Satán rompió la campanilla.
   Como no consiguió rendirlo por hambre, el diablo desató contra él las tentaciones carnales. Hizo aparecer una mujer que encendió su concupiscencia. San Benito rodó desnudo entre las zarzas espinosas que rodeaban la gruta, expulsó la codicia sensual mediante las llagas de su carne, y así se impuso al pecado.
   Elegido abad del monasterio de Vicovaro, por su rigor se atrajo el odio de los monjes que envenenaron su comida. Pero escapó a la tentativa de envenenamiento haciendo la señal de la cruz sobre el vaso que se quebró de inmediato en pequeños fragmentos, como si lo hubiese golpeado una piedra, mientras un cuervo se llevaba el pan envenenado en el pico.
   Salvó al monje Plácido, su discípulo, cuando estaba a punto de ahogarse, enviando en su auxilio a San Mauro, quien sostenido por su bendición, lo salvó de la muerte caminando sobre el agua.
   En el monasterio sólo quedaban cinco panes, pero al día siguiente, ante la puerta de la celda de San Benito se encontraron cien moyos (medida antigua de capacidad que equivale a ocho cántaros o ciento veintinueve litros) de harina.
   Totila (rey de los ostrogodos de Italia, que se confunde con frecuencia con Atila, rey de los hunos), rey de los godos, intentó engañarlo sin éxito, cuando delegó a uno de sus oficiales disfrazado de rey.
   Su hermana Santa Escolástica, a punto de morir, le impidió partir desencadenando una tormenta y haciendo caer una lluvia torrencial. El santo vio el alma de su hermana ascender al cielo en forma de paloma.
   Cuando murió su alma también ascendió al cielo en un chorro de luz. Como el profeta Elías en su carro de fuego.
CULTO
   Patrón de la orden de los benedictinos, de los conventos de Subiaco y del monte Cassino, San Benito es un santo más monástico que popular.
   Sus reliquias, transportadas en 672 desde Montecassino a la abadía de Fleury, en Francia, que adoptó el nombre de Saint Benoît sur Loire, nunca atrajeron tantos peregrinos como las de San Martín de Tours o las de Santiago de Compostela.
   En verdad, su autenticidad siempre ha sido cuestionada por los italianos quienes creen haber encontrado los auténticos huesos de San Benito y de su hermana Escolástica en Montecassino, en 1950.
   Se lo invocaba contra el veneno, la erisipela y sobre todo contra los cálculos de los que habría curado al emperador de Alemania, Enrique II. También se recurría a su intercesión para obtener la gracia de una buena muerte.
ICONOGRAFÍA
   Se lo representa ya imberbe, ya barbudo. Vestido con una cogulla negra de benedictino. No obstante, en los cuadros encargados por los benedictinos reformados, cistercienses, camaldulenses y olivetanos, aparece con una túnica blanca.
   Sus atributos son un tamiz partido, varas con las que habría corregido a un monje, una copa de la que escapa una serpiente venenosa, alusión a la tentativa de envenenamiento de los monjes  de Vicovaro (comparte este atributo con San Juan Evangelista) y finalmente un cuervo que se lleva el pan envenenado en el pico. Se observará que a diferencia del cuervo proveedor de San Pablo ermitaño, que le lleva el pan cotidiano, el de San Benito retira un pan envenenado.
   Para diferenciar su copa envenenada de la de San Juan, los escultores alemanes del siglo XVIII hacen salir de ella dos pequeños serpientes (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Más sobre el Convento de San Clemente, en ExplicArte Sevilla.

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