Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Retablo de San Juan Nepomuceno, en la Iglesia Santa María la Blanca, de Sevilla.
Hoy 20 de marzo, en Praga, en Bohemia, hoy Chequia, San Juan Nepomuceno, presbítero y mártir, que por defender la Iglesia sufrió muchas injurias por parte del rey Venceslao IV, y sometido a tormentos y torturas, todavía con vida fue arrojado al río Moldava (1393) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Hoy 20 de marzo, en Praga, en Bohemia, hoy Chequia, San Juan Nepomuceno, presbítero y mártir, que por defender la Iglesia sufrió muchas injurias por parte del rey Venceslao IV, y sometido a tormentos y torturas, todavía con vida fue arrojado al río Moldava (1393) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte el Retablo de San Juan Nepomuceno, en la Iglesia de Santa María la Blanca, de Sevilla.
La Iglesia de Santa María la Blanca [nº 22 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 12 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Santa María la Blanca, 7 (con portada lateral a la calle Archeros, 18); en el Barrio de San Bartolomé, del Distrito Casco Antiguo.
Junto al retablo mayor se sitúa un pequeño retablo del siglo XVII con imagen de San Juan Nepomuceno al que acompañan otras tallas de Santo Domingo de Guzmán, San Martín de Tours, San Francisco de Paula y una representación de la Fe (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
La Iglesia de Santa María la Blanca [nº 22 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 12 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Santa María la Blanca, 7 (con portada lateral a la calle Archeros, 18); en el Barrio de San Bartolomé, del Distrito Casco Antiguo.
Junto al retablo mayor se sitúa un pequeño retablo del siglo XVII con imagen de San Juan Nepomuceno al que acompañan otras tallas de Santo Domingo de Guzmán, San Martín de Tours, San Francisco de Paula y una representación de la Fe (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
Retablo anónimo barroco realizado entre 1761 y 1790, con unas medidas de 4,80 x 2,85 x 1,15 mts., compuesto por una mesa de altar, banco, un cuerpo y ático. El cuerpo principal es ligeramente cóncavo y se articula en tres calles ocupando la central una gran hornacina con San Juan Nepomuceno. Las calles laterales están ocupadas por dos repisas en cada lado, en las que figuran santos. Las peanas están talladas con movidas rocallas mientras que la embocadura de la hornacina central está flanqueada por estípites. En el ático hay una pintura sobre el martirio del titular, enmarcada por grandes volutas y rematándose por un altorrelieve de Dios Padre.
San Juan Nepomuceno. El santo checo figura de frente al espectador, con la rodilla derecha ligeramente flexionada, apoyando el pie en una nube. Viste zapatos negros con puntos dorados, túnica y capa, ricamente decorados con pan de oro y motivos polícromos. Los ropajes que luce el santo son voluminosos y movidos.
En la mano izquierda sostenía un crucifijo, y en la derecha lleva la palma del martirio, de plata.
El santo luce barba y bigote, así como delicados ojos y finas cejas, que muestran su edad adulta. Está tocado con nimbo y aureola de plata.
Martirio de San Juan Nepomuceno. Sobre lo alto de un puente, unos soldados y personajes de la corte están arrojando a San Juan al río. El santo, que mira hacia el cielo y va vestido con su vestimenta habitual, tiene atadas las muñecas y el cuello.
Tras el grupo principal, un hombre sujeta una vela que ilumina la escena. En el lado contrario hay un grupo de tres personajes, algunos con lanzas, que contemplan la escena. En el centro de la composición, y haciendo línea con la mirada del santo, aparece un angelito con la palma del martirio y una corona de hojas.
San Francisco de Paula. El santo, representado de pie a edad adulta, mira a su derecha, entreabriendo la boca, que se adivina bajo una poblada barba interpretada en amplios mechones. Viste hábito negro ricamente decorado, y escapulario dorado, con un sol que lleva la inscripción "CHARITAS", así como zapatos negros.
El santo dobla ligeramente la rodilla derecha. Extiende su mano izquierda, mientras se lleva la derecha al pecho. Una capucha le cubre la cabeza, sobre la que lleva un nimbo de metal.
San Martín de Tours. Representado a caballo, viste uniforme de soldado romano, con falda corta de color rojo, coraza y casco. El soldado se gira hacia su derecha para entregar parte de su capa al pobre que sale al paso, a quien mira con gesto de bondad y generosidad.
El pobre, representado con barba, lleva túnica corta y botas, y se ha dispuesto flexionando su rodilla derecha. Por su parte, el caballo flexiona su pata anterior izquierda, en actitud de disponerse a caminar.
Santo Domingo de Guzmán. Santo Domingo viste el hábito de su orden. Gira levemente la cabeza hacia su derecha, mostrando un rostro pleno de bondad y amabilidad, así como un corte de pelo con tonsura. Recoge el manto negro con su mano izquierda, en voluminosos y movidos pliegues.
Tiene la capucha quitada. Tanto la túnica como el manto están ricamente decorados.
El santo eleva el brazo derecho, y adelanta el pie izquierdo, dejando ver el zapato negro que calza. Sobre su cabeza se observa un nimbo de metal. La cruz con el banderín está suelta
Ecce Homo. El Varón de Dolores aparece representado de frente al plano del espectador, de algo más de busto, con la cabeza girada hacia su derecha. Presenta el hombro derecho descubierto, así como un manto de color verdoso con el que se cubre, y que se anuda sobre su hombro izquierdo. El rostro blanquecino, por el que le caen algunas gotas de sangre, muestra su conformidad con el sufrimiento del que es protagonista. Con su mano derecha sostiene una caña.
Dios Padre. Dios Padre se ha representado de medio cuerpo, bendiciendo con la mano derecha, mientras que con la izquierda sujeta el orbe. Tiene ojos azules, y boca entreabierta, que se adivina tras una poblada barba gris que cae en amplios mechones ondulados (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto, e Iconografía de San Juan Nepomuceno, presbítero y mártir;
HISTORIA Y LEYENDA
La historia conoce un Juan de Pomuk o de Nepomuk, nacido en 1340, cerca de Pilsen en Bohemia, que fue canónigo regular de San Agustín en la catedral de San Guido de Praga, y luego vicario general del arzobispo (vicarius archiepiscopi Pragensis).
El rey Wenceslao, a quien reprochara con valentía su impiedad, lo hizo encarcelar y con sus propias manos lo quemó con una antorcha intimándolo a mantener el silencio. Finalmente, el 20 de mayo de 1393 lo hizo arrojar desde lo alto de un puente de Praga al río Moldava, atado de pies y manos, y con un tarugo de madera en la boca que se la mantenía abierta.
Según otra versión, su cuerpo habría sido arrastrado en el interior de un saco, y luego arrojado al río (submersus sub ponte).
Durante la noche, un misterioso fulgor brilló encima del cadáver que flotaba sobre el agua. Estos hechos fueron certificados en un informe enviado por el arzobispo al papa Bonifacio II.
La leyenda que asegura que el santo habría sido martirizado por haberse negado a violar el secreto de confesión de la reina Juana, apareció en el siglo XV. En 1449 un cronista habló de su negativa a traicionar a su penitente. En 1471, otro hagiógrafo agregó que se trataba de la reina. Esta versión tardía fue admitida por el martirologio romano, y Juan Nepomuceno fue beatificado en 1721 a título de mártir de la confesión (protomártir del Sacramental Sigillo).
CULTO
La canonización fue pronunciada por el papa Benedicto XII en 1729, con la segunda intención de oponerlo al herético Juan Rus, cuya memoria se mantenía popular entre los checos.
Per su culto no había esperado esta consagración oficial para desarrollarse en Bohemia, donde está probado desde finales del siglo XIV.
Su tumba en la catedral de Praga se convirtió en lugar de peregrinación. Las imágenes de su lengua incorruptible (Nepomukszunge) servían como amuletos contra la calumnia. Curaba los abcesos o los tumores de la lengua.
El área de su culto se extendió en el siglo XVIII por la influencia de la orden jesuítica que lo glorificó como protomártir del sacramento de la confesión y que en 1732 lo adoptó como patrón secundario. En Munich, los hermanos Asam le dedicaron una iglesia después de un accidente en el Danubio del cual lograron salvarse. En Francia, el culto del santo se popularizó sobre todo en Lorena, por la acción del rey Estanislao Leszczynski de Polonia, quien se creía emparentado con el santo checo, y que además estaba influido por su confesor, quien al ser jesuita compartía la veneración de su orden por el mártir de la confesión. Por ello se le dedicó un altar en la catedral de Blois, estatuas en el pináculo de la iglesia de St. Jacques de Lunéville y en la capilla funeraria del rey en la iglesia de Notre Dame de Bon Secours, en Nancy. Puesto que lo habían arrojado desde lo alto de un puente de Praga, San Juan Nepomuceno era honrado, sobre todo en Austria, como protector de los puentes, en medio de los cuales solía erigirse una estatua suya o una capilla. Tal como ocurrió en la Edad Media con San Benedicto de Aviñón, es el santo de los puentes por excelencia.
Los barqueros, al igual que los confesores, lo habían elegido como patrón. Reemplaza a San Cristóbal y a san Nicolás. Se lo invocaba contra las inundaciones, e igual que san Floriano, contra los incendios.
Está representado en hábito de canónigo, vestido con sobrepelliz y muceta, y tocado con birreta. Contempla un crucifijo.
Para simbolizar el secreto de la confesión, que le habría costado la vida, suele estar representado con un dedo sobre los labios, un candado o una mordaza que le cierra la boca (a finger or a padlock on his lips) o con la divisa: Tacui (he callado).
Una corona o un nimbo de cinco estrellas recuerda el misterioso fulgor que brillaba sobre su cadáver cuando flotaba sobre el Moldava, y que permitió que se encontraran sus restos. Un nenúfar recuerda que murió ahogado.
A título de protector de los puentes, en el siglo XVII se empezaron a erigir numerosas estatuas en el centro o sobre los estribos de los puentes, comenzando por el puente de Carlos IV en Praga, desde el que arrojado al río en su martirio.
Estas estatuas resultan muy frecuentes sobre todo en Bohemia, Austria (Viena) y en el sur de Alemania (Würzburgo). Pero también existen en otros lugares: en Italia (Ponte Molle, en Roma) y en Francia (Chemilly, Haute Saône).
Aunque haya vivido en el siglo XIV, su iconografía pertenece al arte de la Contrarreforma. Esta iconografía «retardada» se explica por la fecha de su canonización (1729) (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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