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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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sábado, 13 de julio de 2019

La Casa de Pilatos


         Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Casa de Pilatos de Sevilla. 
    La Casa de Pilatos [nº 33 en el plano oficial del Ayuntamiento; y nº 56 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza de Pilatos, 1; en el Barrio de San Bartolomé, del Distrito Casco Antiguo.
   Constituye uno de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura doméstica sevillana del siglo XVI, perteneciente a la Casa Ducal de Medinaceli. Su construcción se inició en los años finales del siglo precedente por D. Pedro Enríquez, Adelantado Mayor de Andalucía, y por su mujer Dª Catalina de Ribera. Sin embargo, la mayor parte del edificio se erigió por deseo del hijo de ambos, Don Fadrique, a su regreso de un viaje a Jerusalén. La presencia de éste, que fue primer marqués de Tarifa, en Tierra Santa, junto a la idea generalizada de que el palacio sevillano era una copia del pretorio de Poncio Pilatos, dio lugar al nombre con el que popularmente se le conoce. También existe la tradición de que el nombre le viene dado por haber estado junto a la puerta de esta casa la primera estación del vía crucis que iba hasta la Cruz del Campo. Al señalarse en esa estación que Cristo era juzgado en casa de Poncio Pilatos, el vulgo comenzó a llamar al edificio la Casa de Pilatos.
   La planta del palacio, de grandes dimensiones, se distribuye en torno a una serie de espacios abiertos, tanto patios como jardines, creando una compleja trama de líneas quebradas. En las dependencias que se abren alrededor de ellos se conjugan diversos estilos artísticos que van desde el mudéjar al barroco, pasando por el renacentista.

   El primer elemento a destacar en el palacio es la portada de ingreso, obra realizada en Génova por Antonio María de Aprile en 1529, por encargo del marqués de Tarifa. Está resuelta a la manera de un arco triunfal, con una manifiesta pureza de líneas, en la que destacan los medallones clásicos. En el friso, entre los escudos de la familia, una inscripción conmemorativa alude a la peregrinación efectuada a Jerusalén en 1519. Pero a este detalle renacentista de la puerta se contrapone la crestería gótica que a modo de antepecho remata los muros. En el lado izquierdo de la portada se sitúa una hornacina de jaspes polícromos, con una cruz, realizada en 1630, por los maestros Nicolás de Ferrero y Andrés Correa. 

   Desde el apeadero, que comunica con las caballerizas, se accede al patio principal, de sabor clásico, a pesar de la exuberante decoración mudéjar que presenta. A ello contribuyen las solerías y columnas de mármol, la fuente central y especialmente los bustos y estatuas que lo decoran. Las columnas fueron labradas por Antonio María Aprile y destacan con su blancura de los zócalos de azulejos de reflejos y cuenca, realizados por los hermanos Polido, entre 1535 y 1538. La fuente central presenta en su remate un busto de Jano bifronte, correspondiendo las dos estatuas principales, situadas en los ángulos, a la diosa Palas. Una está armada, mientras que la otra muestra el carácter pacífico de la Athenea Lemnia. Las otras dos estatuas femeninas, de menores proporciones, se identifican con una musa y con la diosa Ceres.
   Gran interés poseen los veinticuatro bustos de emperadores romanos, que junto con el de Carlos V y Cicerón, se distribuyen por las galerías bajas del patio. Son de origen romano y en su mayor parte proceden de un regalo papal, habiendo sido restauradas por el escultor, también italiano, Giuliano Meniquini en 1573.

   En uno de los flancos del patio se abre el Salón del Pretorio en el que destaca el espléndido artesonado con casetones, piñas de mocárabes y escudos nobiliarios, labrado en 1536 por el maestro Andrés de Juara. Se completa la decoración de la sala con unos hermosos zócalos de azulejos, yeserías y espléndidas puertas de estética mudéjar. Desde este salón se accede al Jardín Chico, en el que se sitúa un pabellón con armadura, realizada en 1538 por Francisco Vélez; de gran calidad son las rejas renacentistas de las ventanas. En el lado norte del patio, pasada la sala del Descanso de los Jueces, se encuentra la capilla de la Flagelación. La sala, construida a fines del siglo XV, está cubierta por bóveda de nervaduras y decorada con azulejos y yeserías de estilo mudéjar.
   El flanco oeste del patio está ocupado por una sala rectangular con espléndido artesonado y delicadas rejas de forja. Desde ella se pasa al Jardín Grande. En las dependencias que lo rodean intervino el arquitecto Benvenuto Tortello, así como Juan de Oviedo, quien se ha relacionado con las salas del lado norte.

   En el ángulo suroeste del patio se levanta la grandiosa escalera que comunica con la planta alta. Su pavimento está realizado con losas de Tarifa, los muros adornados con zócalos de azulejos y todo el espacio va cubierto con una cúpula de madera apoyada en trompas de mocárabes labrada por el maestro Cristóbal Sánchez. En 1537 el pintor Antón Pérez se encargó de pintar y dorar la bóveda, concluyéndose definitivamente la obra dos años más tarde.
   La planta alta del palacio, donde se aprecian diversas reformas contemporáneas, conserva sin embargo, restos de decoración mural, que aunque fragmentaria sirve para dar una idea del carácter renacentista de la casa. En la galería del lado oeste se pueden observar, dispuestas en hornacinas fingidas, una serie de personajes de la antigüedad, entre los que se identifican a Cicerón, Tito Livio, Horacio, Cornelio Nepote y Quinto Curcio. Fuento pintados en 1539 formando una galería de personajes famosos, hoy desgraciadamente incompleta. En la sala llamada de las Vidrieras, situada en el lado frontero, puede apreciarse otra muestra del espíritu humanista que alentaba a los propietarios del palacio. En sus paredes aún se conservan fragmentos de grandes pinturas en las que se representaban las cuatro estaciones. La composición de las escenas tiene sus fundamentos literarios en los triunfos de Petrarca y su base iconográfica en los grabados realizados en 1537 por Pieter Coecke Van Aelst.

   En la planta alta del edificio se dispone una amplia colección de pinturas y tapices, adornando una serie de salas, espléndidamente amuebladas. El punto de partida para la visita de esta planta es la sala del Torreón, uno de cuyos frentes está adornado por un gran tapiz de William Pannemaker, obra realizada en Amberes en 1530, que representa el Baile de los Desposorios. A Gaspar de Crayer puede atribuirse el retrato ecuestre de D. Miguel Francisco de Moncada, marqués de Aitona, obra que pintó en Flandes a mediados del siglo XVII. En las salas que se abren a la izquierda del torreón, se exhibe una serie de importantes pinturas. En la primera de estas salas figura un grupo de retratos pertenecientes a Agustín Esteve, que representan a Dª Josefa Manuela Téllez Girón, a su hija Josefa Gayoso de los Cobos y Téllez Girón y a D. Domingo Gayoso de los Cobos, suegro y abuelo de los anteriores, respectivamente. Figura en esta sala una pequeña pintura de Goya que representa el arrastre del toro, obra que pertenece a una extensa colección de temas taurinos, dispersa en distintas casas nobiliarias españolas. Asimismo en esta estancia figuran dos retratos realizados por Valerio Iriarte, pintor del siglo XVIII, que representan a D. Nicolás Fernández de Córdoba y a Dª Gerónima Espínola, duques de Medinaceli. Finalmente pueden citarse también dos paisajes del pintor Jean Thomas Thibault, realizados en 1804.

   La siguiente habitación, de planta rectangular, se cubre con un techo adornado con pinturas realizadas por Francisco Pacheco en 1604. El conjunto pictórico representa la Apoteosis de Hércules, apareciendo este personaje en el panel central. Rodean a Hércules en el Olimpo, Júpiter, Juno, Diana, Marte, Mercurio, Minerva, Neptuno, Venus, Vulcano, Vesta, Ceres y Apolo. En los paneles menores figuran los episodios de Ícaro y Dédalo, la Caída de Faetón, el rapto de Ganímedes, Belerofonte cabalgando sobre el caballo Pegaso, la Envidia y la Justicia Divina. En la sala siguiente termina el recorrido de esta ala de la casa. En su techo se representa una escena circular del Festín de los Dioses, obra anónima del siglo XVII. Se conserva aquí también el retrato anónimo de un caballero flamenco del siglo XVII, una representación de Cristo y la Samaritana, copia de Francisco de Mura del siglo XVIII, una Adoración de los Reyes del siglo XVIII, obra de un imitador de Lucas Jordán, y una vista de Villaviciosa de Odón firmada por Francesco Battaglioli en 1750.

   Volviendo al salón del torreón, se pasa de aquí al comedor situado en el ala derecha. Sobre la chimenea se encuentra un magnífico bodegón de Giussepe Recco, firmado por este artista en 1679. Presenta a un niño negro en el interior de una estancia, repleta de platos, jaras, vasos y copas, de vidrio, metal y cerámica, configurando un conjunto de gran atractivo visual. En este mismo comedor figuran retratos del duque y la duquesa de Lerma, firmados por Juan Pantoja de la Cruz en 1602. Otro retrato del estilo de Pantoja, pero de inferior calidad a los anteriores es el de Dª Antonia de Toledo y Colonna, duquesa de Medinaceli. A Juan Carreño de Miranda puede atribuirse el retrato de Dª Felipa de la Cerda y Aragón, fechable hacia 1675.
   En la pieza contigua al comedor se conservan retratos anónimos del siglo XVI de D. Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I y del conde de Castrojeriz. Una pintura que representa a Prometeo es también anónima, y pertenecerá a un seguidor de Ribera en Nápoles, siendo fechable hacia 1650. El retrato de D. Lorenzo Suárez de Figueroa, duque de Feria, es obra firmada por Felipe Diriksen en 1635. 

   De nuevo desde aquí hay que regresar a la sala del torreón para pasar al archivo. En las dos salas que le anteceden se conservan también interesantes pinturas. En la primera de ellas figura una amplia colección de obras religiosas, todas ellas anónimas, entre las que destaca una magnífica pintura sobre tabla que representa a la Magdalena, de mediados del siglo XVI. La siguiente sala está presidida por un gran retrato de Dª Ana Fernández de Henestrosa y Gayoso de los Cobos obra de Fernando Álvarez de Sotomayor. Figuran también dos retratos de Dª Bárbara de Braganza, uno de edad juvenil, copia de un original de Jean Ranc, y otro de edad madura, que puede ser atribuido al pintor francés Louis Michael Van Loo, fechable hacia 1750.
   En el archivo y en su segunda sala se conservan tres pinturas de Lucas Jordán de gran calidad y belleza. Dos de ellas corresponden a episodios de la Jerusalén Liberada, de Torcuato Tasso,  y representan a Herminia y los pastores y La curación milagrosa de Godofredo de Buillón. La otra pintura de Lucas Jordán, representa la Bendición de Jacob a Isaac [Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia, Tomo I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004].
     La Casa de Pilatos constituye un gran complejo edificatorio inserto en el casco histórico de Sevilla, en el sector de Santa Catalina-Santiago. Ocupa, junto con el colindante Convento de San Leandro, gran parte de la manzana que se extiende entre las calles Caballeriza, San Esteban e Imperial.
     El edificio tiene fachadas a varias calles y espacios públicos: la calle Caballerizas, la plaza de Pilatos y la calle Imperial, produciéndose el acceso principal desde la plaza de Pilatos. Hacia este ámbito el edificio presenta una fachada en L, en uno de cuyos lados se abre la portada de piedra -vano de medio punto flanqueado por pilastras dóricas, con medallones en sus enjutas y ménsula en la clave-, mientras que el otro tramo presenta una edificación de dos alturas destacando, en el nivel superior, la logia denominada popularmente Ecce Homo, formada por cuatro vanos de arcos de medio punto que apoyan sobre columnas de mármol. Las fachadas a las calles Caballerizas e Imperial tienen un carácter más hermético.
     Hacia la calle Caballerizas se abren 5 balcones protegidos con guardapolvos de pizarra, mientras que hacia la calle Imperial el palacio se cierra con un muro continuo en el que predominan los paños ciegos, acabando, hacia la plaza de San Leandro, en un tramo en el que se abren vanos regulares superpuestos.
     El palacio se estructura en torno a dos patios, el de ingreso y el principal en torno a los cuales, en una y dos plantas se disponen las estancias principales. A ambos lados de este cuerpo principal, ocupando el resto de la parcela, se extienden dos jardines de distintas dimensiones y formalización. El denominado jardín chico, en el lado este y el jardín grande al oeste. En el edificio predominan las cubiertas inclinadas de teja árabe (esmaltadas en blanco y azul en la zona de la escalera).
     Una vez franqueado el ingreso se accede al patio denominado Apeadero, de dimensiones cuadrangulares, rodeado por sus lados norte y este de una galería, de una planta -de cuatro tramos por cada lado, formados por arcos que apean sobre columnas de mármol-. En el frente sur, entre el patio y la calle Caballerizas, se levanta una crujía de dos plantas y cubierta plana. Enfrentado con el ingreso, se produce el acceso a las caballerizas, a través una portada de piedra, con arco de medio punto, que se abre en el cuerpo, de dos plantas que alberga el volumen de la escalera.
     El recinto de las caballerizas consta de dos naves, de cinco tramos, cubiertas con bóvedas de crucería que apoyan sobre columnas pareadas en el pórtico intermedio y sobre pilastras en los muros exteriores.
     Desde el apeadero y atravesando la doble galería de su frente norte se accede al patio principal. Es éste un ámbito de grandes dimensiones (aproximadamente 25 x 25 m.), de planta cuadrangular, recorrido por galerías (6 x 6 vanos) que rodean sus cuatro lados en planta baja y los frentes este, sur y oeste en planta alta, cerrándose hacia el sur con la balaustrada de piedra, de calada tracería gótica, que recorre la galería superior. Los arcos, de medio punto y peraltados, descansan sobre columnas de mármol con capiteles variados; los tímpanos, arquivoltas y sobrecapiteles están recubiertos de yeserías con inscripciones árabes. La solería del patio, así como la de la galería inferior es de mármol, blanco y negro, formado dibujos geométricos; en el centro se ubica una fuente de mármol y en sus cuatro esquinas grandes estatuas. El muro que cierra interiormente la galería, en planta baja, esta recubierto de un zócalo de azulejos, de aproximadamente 3 m de altura. Estos, más los que recubren el resto de las estancias en planta baja forman una colección considerada de las más importantes de su género, dada su variedad y extraordinaria composición. Sobre el zócalo de azulejos se reparten 24 hornacinas circulares que alojan bustos de emperadores romanos. Algunos de los huecos que se abren a este espacio aparecen enmarcados por ajimeces decorados con yeserías.
     Rodeando al patio principal se disponen una serie de estancias descritas, a continuación, siguiendo un recorrido de este a oeste y que presentan, como denominador común, unos paramentos recubiertos de azulejos y yeserías. En la crujía este, entre el patio y el Jardín Chico se dispone el Salón del Pretorio o de los azulejos, de dimensiones rectangulares, techo de casetones mudéjares y portajes de taracea tallada; a continuación se dispone otra estancia de menores dimensiones. El frente norte alberga dos estancias: la denominada Antecapilla o de Descanso de los Jueces y una sala anexa. La Antecapilla es de dimensiones rectangulares y se cubre con una estructura de vigas y tablazón labrados; en sus paramentos destaca la portada de yeserías mudéjares que antecede a la Capilla, considerada la parte más antigua del palacio, por sus bóvedas nervadas y las molduras de la ventana de estilo gótico. A continuación, ocupando la esquina noroeste del patio y sirviendo de tránsito entre dicho patio y el Jardín Grande se abre una estancia sensiblemente cuadrada, denominada Gabinete de Pilatos en cuyo centro se sitúa una fuente octogonal, de azulejos.
     En el frente oeste, entre el patio principal y el Jardín Grande se desarrolla una crujía que alberga dos estancias, la Sala de las Columnas, de dimensiones rectangulares cubierta con un techo de alfarje -uno de sus huecos hacia el Jardín Grande, flanqueado por dos columnas, alberga una reja plateresca- y una sala contigua de menores dimensiones. Desde la esquina suroeste del patio se accede a la monumental escalera que comunica las plantas baja y superior del palacio.
     Tiene un desarrollo de tres tramos, de aproximadamente 3 m. de anchura, y una configuración espacial muy singular; los materiales empleados son: solería de losas de Tarifa, paramentos de azulejos y yeserías y artesonados en su cubrición, destacando la cúpula de media naranja, dorada, de lacerías con pechina de mocárabes que cubre la parte central.
     En planta alta, la escalera principal desembarca en un espacio desde el que se accede, por un lado a las estancias privadas y, por otro, a la galería superior que recorre los flancos oeste, norte y este del patio principal, a la que se abren las distintas salas y cuyos paramentos aparecen jalonados de fragmentos de pinturas murales, restos de la que sería la decoración primitiva.
     La primera estancia a la que se accede desde el flanco este es la denominada Salón de los Frescos o de las Vidrieras; de dimensiones rectangulares, debe su nombre a los murales con el Triunfo de las Cuatro Estaciones que decoran sus paramentos; se cubre con un artesonado mudéjar de par y nudillo. Desde esta sala se accede a un pasillo en L, seccionado de otra estancia que accede, por uno de sus extremos, a la galería que se abre sobre el Jardín Chico y por el otro a las salas que conforman la crujía norte de dicho patio: las denominadas Salón de fumar y Comedor. La primera, de dimensiones cuadradas, se cubre con artesonado mudéjar. El Comedor es una estancia de dimensiones rectangulares que se cubre con un artesonado mudéjar y aparece presidida por una chimenea de piedra negra que procede de la desaparecida biblioteca del palacio. Desde el extremo occidental del Comedor se accede al Salón del Torreón. Esta estancia funciona como espacio de distribución; se comunica, hacia el oeste, con las estancias que comprenden la logia oeste, hacia el este con el Comedor y hacia el sur con la galería que se abre al Jardín Grande y las estancias que construyen el flanco oeste del Patio Principal. Su techo se eleva a gran altura cubriéndose con un artesonado de planta octogonal, sobre pechinas. En uno de sus frentes se adosa una chimenea de mármol rojo y negro. Por la esquina noroeste del Torreón se accede a la Librería, estancia cuadrangular, desde la que, a su vez, se pasa al Salón de Retratos Este.
     El flanco oeste del Patio Principal comprende una crujía, dividida en tres estancias, a la que se trasdosa la galería superior que se abre al Jardín Grande. Estas estancias, comunicadas entre sí son el Salón Oviedo, -cuyo nombre alude al arquitecto del siglo XVII a cuyas trazas corresponden las yeserías del techo-, el Salón Pacheco, con un techo pintado por Francisco Pacheco, cuyo tema central es la Apoteosis de Hércules y el Gabinete, estancia cuadrada de techo pintado que completa esta crujía, presidida por una chimenea con placas de porcelana de Sevres.
     En el resto de la parcela se desarrollan el Jardín Chico y el Jardín Grande. El Jardín Chico ocupa el sector oriental. A él se accede desde el Salón del Pretorio, a través de una galería, denominada corredor de Zaquizamí; este corredor se abre al jardín con una arcada de tres vanos -de arcos de medio punto sobre columnas de mármol- cubierta con un alfarje de casetones. Desde este espacio se accede, por su frente sur a las dependencias privadas que ocupan el cuerpo que da fachada a la plaza de Pilatos; en el extremo opuesto el corredor se prolonga -y también el techo de alfarje-, quedando anexo el Salón Dorado. Este recinto, de dimensiones cuadradas, penetra en los jardines como un volumen cúbico coronado por una terraza; se cubre con un techo de casetones; en cada uno de sus paramentos se abre un hueco, albergando uno de ellos una reja plateresca.
     El Jardín Chico es un espacio abierto delimitado por las fachadas del palacio, el muro de cerramiento hacia la calle Imperial y el muro medianero con las edificaciones que dan a la calle Medinaceli. Las trazas del jardín se ajustan a un diseño geométrico de muros y parterres en los que se intercalan elementos clásicos, como columnas y estatuas. Se estructura en tres ámbitos de estilo y composición diferentes. El primero, de dimensiones rectangulares, se dispone frente al corredor de Zaquizamí. Entre este ámbito y el siguiente discurre una alberca rectangular en uno de cuyos extremos se ubica una estatua de bronce. El segundo ámbito está formado por dos terrazas rectangulares dispuestas a distinta altura; la terraza superior se estructura en 4 parterres, ubicándose en el centro una estatua sobre columna. El tercer recinto se conforma con una sucesión de arriates que siguen un trazado geométrico cerrado, definiendo una glorieta central. Desde el extremo noroeste de este recinto se accede a una escalera que sube a las terrazas escalonadas que conforman la cubierta de las construcciones comprendidas entre la calle Imperial y las crujías perimetrales del patio principal.
     En el extremo opuesto del edificio se desarrolla el Jardín Grande o de las Logias, un recinto de dimensiones rectangulares que se ordena siguiendo un trazado geométrico unitario. Los ejes principales se rematan con sendas logias en los lados norte, oeste y sur, donde se exponen una variada muestra de esculturas clásicas. El eje del jardín queda marcado por una fuente de taza sobre pila octogonal, de mármol, cubierta por una estructura metálica. El resto se completa con una trama reticular de parterres rectangulares. Al jardín se accede desde una galería en L, de dos plantas, de arcos de medio punto sobre columnas de mármol. Enfrentada a esta galería se abre la logia oeste, también denominada Cenador. Es un cuerpo de una planta que se abre al jardín con una arcada de tres vanos -de arcos de medio punto que apoyan sobre columnas de mármol elevadas sobre un plinto prismático-. En los paramentos se abren dos órdenes de hornacinas que albergan una serie de bustos y estatuas. Desde este ámbito se accede a un pequeño recinto previo al denominado Patio de las Tortugas. Desde este espacio parte una escalera que sube a una galería que se va plegando a la medianera, formando como un balcón al jardín.
     El otro eje del jardín se remata en ambos extremos por sendas logias, de dos plantas. La logia norte, de dos crujías en las que se distribuyen seis estancias, presenta una fachada al jardín en la que se abre un cuerpo central de arcadas sobre columnas de mármol, en dos plantas; el conjunto se remata superiormente con un pretil. En planta baja, el centro de la logia lo ocupa una fuente circular de cerámica vidriada, enrasada con el pavimento. En los paramentos se reproduce, como en la logia oeste el ritmo de las arcadas, abriéndose huecos y hornacinas de dimensiones y contenido similares.
     Por último en el frente sur se abre otra logia en dos plantas, de dimensiones y estructura similar a la opuesta -tres vanos, fuente central,...). En planta baja, la crujía en la que se abre la logia -que se completa con sendas estancias laterales, - se adosa a la nave de las Caballerizas, mientras que en planta alta forma parte de las estancias privadas distribuidas en otras dos crujías paralelas a la calle Caballerizas.
     Considerado uno de los ejemplos más brillantes de la arquitectura sevillana civil del siglo XVI, fue mandado construir por el Adelantado de Andalucía don Pedro Enríquez, venido de Italia, nombrado por los Reyes Católicos para minar el poderío de la nobleza sevillana. En los últimos años del siglo XV se iniciará su construcción sobre una pequeña capilla existente, que continuará su hijo don Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa en Tierra Santa. Actualmente ocupada por sus actuales dueños, los duques de Medinaceli, que la conservan en buen estado y permiten el acceso público a determinadas zonas de planta alta y a la planta baja.
     Los primeros datos sobre el origen del conjunto palaciego datan de 1483, prolongándose su construcción a lo largo del siglo XVI. Tras su relativo abandono durante el siglo XVIII, se restaura a partir del siglo XIX.
     La Casa de Pilatos constituye uno de los edificios más emblemáticos de la arquitectura doméstica andaluza del siglo XVI, coexistiendo en su construcción elementos de tradición medieval - mudéjar principalmente- y las nuevas formas renacentistas. Junto a la concepción clasicista del patio, en lo que se refiere a su estructura espacial, elementos constructivos y ornamento (trazado del recinto, dimensiones del vacío, arquerías, decoración de pinturas murales,...), coexiste, en los mismos términos, lo musulmán (mecanismo de acceso a este ámbito en recodo, puntual irregularidad de los intercolumnios, empleo masivo de un elemento de tradición almohade como es el azulejo - si bien los motivos ornamentales desarrollan una variedad de estilos-, decoración de yeserías con inscripciones árabes,...). En el resto del conjunto palaciego se produce la integración, a lo largo de su historia, de una variedad de ámbitos y elementos constructivos como los artesonados mudéjares, las logias manieristas de Juan de Oviedo, las rejas platerescas o el jardín romántico.
     La Casa de Pilatos -resultado de un dilatado proceso de edificación y restauración, en el que se suceden y superponen las intervenciones de autores diversos- debe en gran medida su actual fisonomía a la etapa inicial de obras, promovidas por don Fadrique Enríquez de Ribera, quien ocupó intensamente en ello los últimos años de su vida.
     Así, la portada de ingreso y el labrado de 32 columnas para el patio principal proceden de los talleres genoveses de Antonio María de Aprile, mientras que al arquitecto Benvenuto Tortello se debe la formalización del Jardín Grande (con galerías y logias superpuestas), donde se expuso buena parte de la colección escultórica recopilada por D. Per Afán de Ribera III, contando para ello con la labor del escultor y restaurador Giuliano Meniquini.
     La excepcional colección de azulejos proceden en su mayor parte de los talleres de los hermanos Diego y Juan Polido, excepto las del salón del Pretorio, obra de Diego Rodríguez y Juan Moreno.
     Las obras realizadas en el periodo de D. Fernando Enríquez de Ribera se deben al arquitecto sevillano Juan de Oviedo, encontrándose entre estas la remodelación de la fachada sur -denominada el quarto de las mujeres-, la Biblioteca y el Salón de Armería. A los maestros Nicolás Ferrero y Andrés Correa se debe la autoría de la hornacina y la cruz, de jaspes polícromos, que se ubican junto a la portada en 1630 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Considerado como uno de los ejemplos más brillantes de la arquitectura civil sevillana del siglo XVI, fue mandado construir por el Adelantado de Andalucía don Pedro Enríquez, venido de Italia, nombrado por los Reyes Católicos para minar el poderío de la nobleza sevillana. En los últimos años del siglo XV se iniciará su construcción sobre una pequeña capilla existente, que continuará su hijo don Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa en Tierra Santa.
     La estructura arquitectónica del palacio se organiza en torno a una sucesión de patios y jardines que sucesivas generaciones de la familia se encargaron de ir ampliando a partir de las construcciones del primer patio, el patio principal del palacio.
     El apeadero, con las caballerizas y otras dependencias, permitirá el acceso a este patio, que aún en sus titubeos de composición, en la mezcla de elementos mudéjares y góticos proponen en sus crujías los primeros espacios renacentistas de la ciudad. Se construyen con galerías en sus dos plantas, con arcos de distinta luz, con profusa decoración de yeserías renacentistas y magníficos zócalos de azulejería en sus muros.
     En torno al patio se disponen una serie de salas ricamente decoradas con azulejería y artesonados: el salón del Pretorio, que permite el acceso al jardín chico, -en el que se sitúa un pabellón con artesonado realizado en 1538 por Francisco Vélez- la sala de Descanso de los Jueces, y la capilla de la Flagelación, aquella de finales del XV y cubierta por bóveda de nervaduras y decorada con azulejos y yeserías de estilo mudéjar y, por último, la sala rectangular, que pone en comunicación el patio con el jardín grande.  
     En el ángulo Suroeste se instala la espléndida escalera de cuatro tramos, de planta cuadrada, decorada con azulejos, yeserías y cúpula de madera apoyada en trompas de mocá­rabes, obra de Cristóbal Sánchez.
     El jardín grande, en el que intervendrá Juan de Oviedo en la construcción de las loggias destinadas a exhibir la colección de esculturas de los duques, es otra de las piezas maestras del palacio. Las construcciones situadas en el lado norte, entre el jardín y la calle Imperial, fueron realizadas en 1603 por Juan de Oviedo.
     La planta alta del palacio conserva su estructura primitiva, aunque se han realizado algunas reformas más recientemente. Existen salas profusamente decoradas con pinturas en muros y techos -alguna de Francisco Pacheco, en l603-, tapices y vidrieras, destacando el salón de honor o sala del estrado.
     El edificio, que en gran medida niega la calle abriéndose al interior, dispone de fachadas a las calles Caballerizas, Imperial y plaza de Pilatos, situado en esta última su portada de ingreso. Portada que se realiza en Génova, a cargo de Antonio María de Aprile, en 1529, y que adopta la composición de arco triunfal.
     El palacio ocupa en planta una superficie de 6.300 m2. estimándose  una  superficie total construida del edificio, excluyendo patios y jardines, de  7.500  m2. (Guillermo Vázquez Consuegra, Cien edificios de Sevilla: susceptibles de reutilización para usos institucionales. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Sevilla, 1988).
     La plaza de Pilatos, donde se encuentra este famoso e interesantísimo palacio del mismo nombre, ejemplar construcción civil sevillana del siglo XVI cuyos inicios se deben al adelantado de Andalucía don Pedro Enríquez y a su mujer doña Catalina de Ribera, aunque la mayor parte de la edificación fue realizada por el hijo de ambos don Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa. Se trata de una construcción de gran solvencia y envergadura que los sevillanos celebraron con tan curioso nombre no porque en ella residiera Pon­cio Pilatos cuando venía a Sevilla, como expli­caban algunos de los viejos guías que hubo en la ciudad, sino porque muchos creyeron que se trataba de una copia del palacio que el gobernador romano de Judea tenía en Jerusalén. Esta creencia encontraba su fundamento en la peregrinación que don Fadrique había realizado a la ciudad en la que Cristo había encontrado la muerte y de cuyo viaje, que incluyó su paso por Italia, don Fadrique se trajo a Sevilla dos cosas: una vasta colección de recuerdos compuesta de estatuas y de toda clase de objetos y rarezas, y una desaforada devoción por la Pasión de Cristo. La colección de recuerdos, que llenaría de asombro a los sevillanos, acabaría instalada en las distintas dependencias de la casa; de la devoción pasionista surgiría un ardiente y crepuscular Vía Crucis que se desarrollaba desde el palacio al humilladero de la Cruz del Campo, cuya distancia, medida con toda escrupulosidad por el marqués, coincidía exactamente con el recorrido realizado por Cristo con la cruz hasta el monte Calvario. De Italia se trajo también don Fadrique las nuevas ideas del Renacimiento, gracias a las cuales convirtió su palacio en el gran centro de la cultura sevillana del siglo XVI, por el que desfilaron gente de la talla de Velázquez, que allí vivió hasta su marcha a Madrid, Francisco Pacheco, Pablo de Céspedes, Juan de la Cueva y, en resumen, todos los artistas e intelectuales que destacaban en la ciudad. El palacio es visitable en todas sus zonas nobles, aunque sigue estando habitado por sus propietarios, los duques de Medinaceli. El carácter mudéjar de la edificación se aprecia en primer término en la distribución irregular de sus dependencias, organizadas alrededor de sucesivos patios y jardines que se convierten en los centros principales del palacio. Luego, arquitectónicamente, a este carácter, hay que añadirle los de los estilos rena­centista y barroco, que también aparecen en distintos lugares. Tras el magnífico arco triunfal con que se abre el acceso, realizado por Antonio María de Aprile en Génova, en 1529, en cuyo friso una inscripción recuerda el viaje del marqués a Tierra Santa, se entra en el apeadero. Este lugar comunica con el patio principal, bellísimo espacio cuyas líneas clásicas se sobreponen a la pujante decoración mudéjar. Consiste en un claustro de dos plantas, la inferior a base de arcos peraltados sobre finas columnas de mármol blanco, angrelados y decorados con labores de atauriques, y la alta con arcos rebajados con decoración polícroma en las enjutas. Un gran zócalo de preciosos azulejos de cuenca corre por las galerías, en las que se suceden veinticuatro bustos de emperadores romanos, el de Carlos V y el de Cicerón. En el centro del patio, una fuente con Jano bifronte, y en los ángulos cuatro estatuas: una de una musa, otra de Ceres y las otras dos de Palas Atenea. Al salón del Pretorio se entra desde uno de los laterales del patio. 

     Tiene un magnífico artesonado de casetones decorados con piñas de mocárabes y escudos nobiliarios, obra de Andrés de Juara, quien lo con­cluyó en 1536. En los muros continúan los zócalos de azulejos, así como las yeserías. Desde este salón se pasa al jardín Chico, en cuyo lado norte, más allá de la sala del Descanso de los Jueces, se sitúa la capilla de la Flagelación, estancia cuya construcción data del siglo XV, que aparece decorada con azulejos y atauriques y cubierta con una bóveda de nervaduras. A través de una sala situada en el lado oeste del patio se pasa al jardín Grande, cuyas dependencias que lo rodean fueron realizadas por Juan de Oviedo y por Benvenuto Tortello. Del ángulo suroeste del patio parte la majestuosa escalera que lleva a la planta alta, toda ella una obra de orfebrería, en la que se reúnen la solería de losas de Tarifa, los azulejos y yeserías de los muros y, sobre todo, la sin igual cúpula de madera sobre trompas de mocárabes que la cubre, obra de Cristó­bal Sánchez, datada en 1537, aunque las pin­turas y dorados corresponden a Antón Pérez. En las distintas dependencias de la planta alta, cuya visita se inicia en la sala del Torreón, se reúnen sobre todo pinturas, destacando las que se encuentran en la primera de las salas de la izquierda, con diversos retratos y un lienzo de Goya dedicado al tema de la Tauromaquia, así como las de la sala siguiente, en cuyo techo figura la Apoteosis de Hércules, de Francisco Pacheco (Rafael Arjona, Lola Walls. Guía Total, Sevilla. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2006).
      Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Casa de Pilatos, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Horario de apertura de la Casa de Pilatos:
            Todos los días: De 09:00 a 18:00

Página web oficial de la Casa de Pilatos: www.fundacionmedinaceli.org/monumentos/pilatos/index.aspx

La Casa de Pilatos, al detalle:
Capilla de la Flagelación
          Buen Pastor, anónimo

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