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domingo, 8 de septiembre de 2019

El Retablo del Nacimiento de la Virgen, anónimo, en la Capilla de la Virgen de la Granada o de San Onofre, de la Catedral de Santa María de la Sede


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Retablo del Nacimiento de la Virgen, anónimo, en la Capilla de la Virgen de la Granada o de San Onofre, de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla.      
   Hoy, 8 de septiembre, es la Fiesta de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, de la estirpe de Abrahán, nacida de la tribu de Judá y de la progenie del rey David, de la cual nació el Hijo de Dios, hecho hombre por obra del Espíritu Santo, para liberar a la humanidad de la antigua servidumbre del pecado [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].    
   Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el Retablo del Nacimiento de la Virgen, anónimo, en la Capilla de la Virgen de la Granada o de San Onofre, de la Catedral de Santa María de la Sede, de Sevilla
   La Catedral de Santa María de la Sede  [nº 1 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 1 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; con portadas secundarias a las calles Fray Ceferino González, plaza del Triunfo, plaza Virgen de los Reyes, y calle Alemanes (aunque la visita cultural se efectúa por la Puerta de San Cristóbal, o del Príncipe, en la calle Fray Ceferino González, s/n, siendo la salida por la Puerta del Perdón, en la calle Alemanes); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
    En la Catedral de Santa María de la Sede, podemos contemplar la Capilla de la Virgen de la Granada o de San Onofre [nº 115 en el plano oficial de la Catedral de Santa María de la Sede]; Su advocación antigua fue de San Cristóbal, siendo sustituida a partir de la construcción de la parroquia del Sagrario por la actual, que fue titular de una hermandad. Fue dotada en 1369 de la Era; en 1607 la dotó nuevamente doña María de Guzmán, viuda de Lázaro de Cózar. En alto, existe una representación del Calvario, llamada "Cristo de los Escobones". Esta Capilla tiene varios ámbitos superpuestos a los que se accede por dos tortuosos caracoles, situados en el ángulo Sureste (Alfonso Jiménez Martín, Cartografía de la Montaña hueca; Notas sobre los planos históricos de la catedral de Sevilla. Sevilla, 1997).
   Se trata de un retablo constituido por un cuerpo principal, donde se aloja una pintura que representa El Nacimiento de la Virgen, y un ático, donde figura la recreación del episodio de La Presentación de la Virgen en el templo. La estructura del retablo es muy sobria en sus elementos composicionales, presentando la introducción de motivos ornamentales de estética barroquizante y rococó como los estípites adosados que flanquean el lienzo principal, rocallas, ces y espejos en abanico en el friso inferior, roleos vegetales y forales que recorren en vertical los retranqueos mixtilíneos de la superficie frontal y dos jarrones con azucenas que se disponen a ambos lados del ático, para una obra barroca anónima y que debemos fechar entre el 1720 y 1800.
   El Retablo lo centra la pintura "El Nacimiento de la Virgen", un óleo sobre lienzo obra de Vicente Alanís, en 1750-67, con unas medidas de 2'61 x 1'54 m., en estilo barroco. La pintura muestra una representación del episodio de la Natividad de la Virgen recogido en los Evangelios apócrifos y que, generalmente, es recreado atendiendo a una iconografía similar. La escena se desarrolla en el interior de una estancia en la que puede descubrirse la alcoba o dormitorio de una casa decorada con motivos lujosos; En la cama, situada hacia el fondo de la composición, se encuentra reclinada Santa Ana, exhausta tras haber dado a luz a María; mientras, en el primer plano, un grupo de cinco sirvientas se preocupan por atender a la recién nacida, aseándola en una pila con agua; a la izquierda de la composición figura San Joaquín acompañado por un anciano sacerdote que puede identificarse con Simeón, quien llevaría a cabo la bendición de la Virgen María en el templo.
   La mitad izquierda de la estancia se abre a través de una amplia ventana hacia un dilatado paisaje de carácter urbano mientras, la zona superior de la composición está ocupada por un rompimiento de Gloria que introduce la presencia de pequeños ángeles y querubes revoloteando en torno a los grupos de las figuras. En el vacío superior aparece un círculo en el que se inscribe el anagrama mariano envuelto en resplandores áureos.
   La pintura presenta una discreta calidad técnica tanto en la ejecución de su dibujo como en la aplicación de un cromatismo plano y sin matices.
   En el ático del retablo podemos contemplar la pintura "Presentación de la Virgen en el Templo", obra también de Vicente Alanís, fechable también en 1750-67. La pintura muestra el episodio narrado en los Evangelios Apócrifos - Protoevangelio de Santiago, VII, 2 y en el Libro sobre la Natividad de María, VI-, aunque bajo una interpretación subjetiva por parte del autor que tan sólo sigue parcialmente el texto en que se señala: "A los tres años, cuando se hubo terminado el tiempo de la lactancia, llevaron a la Virgen juntamente con sus ofrendas al templo del Señor. Tenía éste en derredor quince peldaños de subida, de acuerdo a los quince salmos graduales...En una de estas gradas colocaron, pues, sus padres a la bienaventurada Virgen María, niña aún de corta edad. Y cuando ellos estaban entretenidos en cambiar sus vestidos de viaje por otros más limpios y curiosos, la Virgen del Señor fue subiendo una a una todas las gradas, sin que nadie le diera las manos para levantarla y guiarla (...).
   En la pintura el pintor representa a la pequeña María constituyen el eje central y vertical de la composición, dividiendo ésta en dos partes simétricas; a la izquierda, figuran San Joaquín y Santa Ana, mientras a la derecha, el sacerdote del templo se asoma a la puerta para acoger a la Virgen. Tras los personajes situados en primer plano, se desarrolla, hacia la zona izquierda de la composición, un dilatado y profundo paisaje arquitectónico de edificios barroquizantes.
   La pintura resulta discreta en cuanto a su ejecución técnica -un dibujo blando y tosco y un sentido del color convencional y sin matices lumínicos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía sobre la Natividad de la Bienaventurada Virgen María;
   Se ignora no sólo la fecha, fijada arbitrariamente el 8 de septiembre (El Sol, explican los teólogos, en esta fecha entra en el signo e Virgo, así como Cristo entrará en el vientre de María), sino también el lugar de nacimiento de la Virgen: unos opinan que fue en Jerusalén, otros en Nazaret o Belén.
   A causa de la ausencia de detalles tópicos, los artistas copiaron la Natividad de la Virgen de la Natividad de Cristo.
   Santa Ana está acostada o sentada en su cama, asistida por dos mujeres que vierten agua con un aguamanil sobre sus manos. En Dafni, una de ellas, de pie detrás de la cabecera de la cama, agita un matamoscas encima de su cabeza.
   Es posible que esas tres mujeres sean una supervivencia de las tres Parcas de la mitología  griega, siempre presentes cuando un niño abre los ojos a la luz.
   Como en la Natividad de Jesús, el motivo bizantino del Baño de la niña persistíó a lo largo tiempo. Las comadronas bañan a la pequeña María en una cuba, jofaina o pila con forma de copa.
   En la pintura realista del siglo XV, esta nota de intimidad y esta búsqueda de lo pictórico se exageran a expensas del sentimiento religioso. Las vecinas acuden para visitar a la parturienta, charlar con ella y llevarle regalos. Calientan el agua del baño y sacan pañales del arcón. La Natividad  de la Virgen se convirtió en una escena de género.
   A partir del siglo XVI se puso de manifiesto una reacción contra esta concepción burguesa y prosaica de la leyenda mariana. Altdorfer transportó el lugar de la escena de una habitación de parturienta a la nave de una iglesia. Regresó a tradición popular según la cual los ángeles habrían descendido del cielo para celebrar el nacimiento de su futura Reina. Éstos vuelan hacia su cuna, describen una alegre ronda encima de su cabeza y cantan en su honor.
    En el siglo XVII, en la iconografía  inspirada por el concilio de Trento casi siempre se ven ángeles afanados alrededor de la Virgen recién nacida, como para elevar su nacimiento al mundo divino. Sin embargo este motivo es muy anterior al concilio, puesto que ya aparece hacia 1520 en la Ronda de los ángeles de Altdorfer (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Solemnidad de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María;
   Primera fiesta relativa a la infancia de María, con unos orígenes bastante oscuros. Debió surgir como conmemoración en la basílica levantada en su honor en Jerusalén junto a la piscina probática, que está atestiguada a partir del siglo V y confirmada por la arqueología, en el lugar que el apócrifo Protoevangelio de Santiago señala su nacimiento, sobre esta época. 
   Los cruzados levantaron allí la Basílica de Santa Ana4. La fecha del ocho de septiembre debió fijarse porque al ser el principio de la Obra de la Redención, era oportuno colocarla al principio del año eclesiástico, según el Menologium Basilianum. Condicionó posteriormente la del ocho de diciembre de la Inmaculada. Existe un himno escrito por Romano el Meloda hacia el 550 en honor de la Natividad de la Virgen María, pero se duda de que fuera compuesto para la liturgia, aunque habla de la celebración de la fiesta. En Oriente adquirió pronto notorio auge, y ya en el periodo justinianeo se la atestigua en Bizancio.  En el siglo VII fue introducida en Occidente. Aparece en el calendario de Sonnacio, Obispo de Reims (614-631). Sergio I (+701) prescribe en Roma letanías en esta fiesta, como en las demás marianas, con procesión que partía desde San Adriano (edificio de la Curia en el Foro Romano) hasta Santa María la Mayor. 
   Los antiguos sacramentarios, excepto el Leoniano, ofrecen ya formularios para una fiesta del nacimiento de la Virgen.  Fue dotada de octava por Inocencio IV Fieschi en 1243, como cumplimiento de un voto hecho por los cardenales en el cónclave de 1241, cuando estuvieron presos tres meses del Emperador Federico II. Gregorio XI Beaufort ha hizo preceder de vigilia en 1378. Declarada fiesta de precepto, perdió este carácter en la reforma de San Pío X Sarto, y actualmente tiene el rango litúrgico de fiesta.  En cuanto a la elección del día, hay quien opina que se impuso esta fecha porque, al considerar el nacimiento de María el principio de la culminación de la Obra de la Redención, se impuso septiembre por ser el comienzo del año litúrgico de los griegos. No obstante, otras fechas se registran para la fiesta: el antiguo calendario jeronimiano le señala el diez de agosto; los coptos la celebraban el veintiséis de abril y ahora el uno de mayo; los abisinios la conmemoraban durante treinta y tres días seguidos bajo el título de Semilla de Jacob. La consolidación y generalización de la fecha del ocho de septiembre parece deberse a que, instituida la de la Inmaculada Concepción el ocho de diciembre por ella, al retrotraerse nueve meses de gestación, al popularizarse, incidió reflejamente en la de la Natividad (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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