Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Castillo Medieval, en Lebrija (Sevilla).
El Castillo Medieval, se encuentra en la calle Cuesta del Castillo, 9; en Lebrija (Sevilla).
Cuando se habla de “castillo” es difícil no imaginar ese lugar fuerte, rodeado de murallas, con incluso torres, fosas y baluartes, al que se refiere el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. En ocasiones esta expectativa provoca incluso un cierto sentimiento decepcionante al subir al cerro y percibir a primera vista sólo vestigios aislados de alguna torre o lienzo de muralla. Tras ese primer encuentro, y si se detiene la mirada, poco a poco se comienza a apreciar matices que te conducen a contemplar desde los restos de carácter militar de la antigua fortificación medieval, un Bien de Interés Cultural, hasta el papel de bastión y mirador sobre el territorio que desempeña el promontorio en la actualidad.
Esta doble condición, como lugar defensivo y espacio de amplio dominio visual sobre el entorno, han sido una constante que ha marcado el devenir histórico del cerro desde la Prehistoria y de la ciudad de Lebrija, a cuya abrigo surge y se desarrolla desde hace unos 5.000 años. Se hace difícil no remontarnos en el tiempo para establecer ese vínculo, nunca totalmente roto, que la cuerda del tiempo establece entre pasado, presente y futuro.
Con 72 m de altitud máxima, el Cerro del Castillo constituye una elevación geoestratégica rodeada de pequeños montículos menores. El paisaje que desde aquí se contempla ha sufrido una transformación profunda durante los últimos dos milenios. Por su configuración se define como un espolón que se interna hacia el norte y este en la amplia planicie de Las Marismas, por dónde antaño y durante toda la antigüedad surcarían barcos, al ser un primitivo estuario marítimo que, con su colmatación pasó a ser un lago (Lago Ligustino) y, posteriormente, tierras de marisma. Hacia el sur y este se desarrolla una ladera en pendiente que, ocupada por el caserío histórico, permite una posición dominante como transición territorial hacia La Campiña. Los primeros vestigios de ocupación localizados en el cerro datan de la Edad del Bronce, aunque hay que esperar hasta el siglo III a. C. para documentar la primera construcción estable conocida: una torre vigía ibero-romana que, levantada en el punto más alto del cerro, permaneció en uso hasta el final de la antigüedad.
Hacia la primera mitad del siglo XIII se emprende la construcción de la fortificación por almohades, unificando bajo una misma ciudadela todo el perímetro superior del cerro. Este recinto cumplió tanto funciones militares y de control político al albergar en su interior la alcazaba o residencia del gobernador. Según los datos disponibles su configuración interior constaba de tres grandes zonas: militares y de control político al albergar en su interior la alcazaba o residencia del gobernador. Según los datos disponibles su configuración interior constaba de tres grandes zonas:
1/ El recinto superior o alcazaba: localizado en el extremo occidental del cerro. Se caracteriza por ser el reducto mejor defendido al encontrarse separado del resto del conjunto por una muralla compuesta por dos tramos (hoy parcialmente conservados) en cuyo centro se alzaba una torre del homenaje, destruida durante la Edad Contemporánea.
2/ El recinto intermedio se dividía en dos ámbitos independientes: El primero y superior, donde se localizaba la plaza de armas, un amplio espacio libre para refugio provisional de la población o el desarrollo de labores asociadas a la vida militar (ejercicios, entrenamiento de tropas, etc.). El segundo y coincidente con el extremo oriental del cerro, se han hallado algunas viviendas de la población residente en el interior de la ciudadela. En la zona más baja, coincidiendo con el tramo inicial de la calle de acceso al castillo, se situaba la entrada principal.
3/ El recinto inferior se emplaza en la falda meridional del cerro. De él se conserva visible una torre de refuerzo, encontrándose según las fuentes la segunda entrada al recinto y los aljibes principales. Tras la conquista cristiana de Lebrija en 1248 la fortaleza continuará en pleno funcionamiento durante más de dos siglos. Lebrija formará parte de una compleja red para la defensa del territorio, al erigirse como un lugar de frontera y un punto de referencia cristiano con múltiples enlaces ópticos tanto con Las Marismas como con distintas poblaciones de la Campiña. Esta funcionalidad llegará a su fin al acabar la contienda con la toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492.
Arranca entonces un lento declinar y abandono como consecuencia de la pérdida de funcionalidad defensiva y la falta de otros usos alternativos. La erosión creciente de las laderas, la utilización del lugar para extraer arenas y material de obra van deteriorando y arruinando la fortaleza hasta llevarla paso a paso hacia la ruina. Sólo un pequeño renacer a comienzos del siglo XIX al intentar emprender la construcción de un convento y la organización de defensas en la Guerra de Independencia, paran momentáneamente esta grave situación. Terminado este breve episodio continua el derrumbe de distintos paños de murallas y torres e incluso la voladura controlada de algunos paños durante el siglo XIX.
Todo ello explica el bajo grado de conservación emergente del castillo medieval en la actualidad. Este hecho no resta ni su interés ni valor patrimonial a la plataforma como testimonio del hombre y su historia... (Ayuntamiento de Lebrija).
El castillo de Lebrija está situado en el punto más alto de la localidad que le da nombre y así ha estado dominando la ciudad desde su construcción durante el período medieval.
Lebrija conservó un importante valor estratégico para el control y defensa del estuario del Guadalquivir durante el dominio musulmán. Por ello, el castillo se construyó sobre una fortaleza romana que, unido a la muralla construida por el mismo Imperio romano alrededor de la ciudad, cumpliría las funciones de alcázar.
En el año 1249, la conquista cristiana trajo consigo un largo período de inestabilidad para el castillo, manteniéndose hasta el siglo XV un uso exclusivamente militar. A principios del siglo XVI dio comienzo el proceso de ruina del edificio debido a la pérdida de este uso quedó deshabitado durante muchos años.
Finalmente, a principios del siglo XIX, la invasión de las tropas francesas supuso la realización de una serie de obras nunca acabadas que terminaron por arruinar la mayor parte del edificio.
Del castillo medieval apenas se conservan restos visibles salvo algunos paños de muralla y dos torres defensivas. La fortificación constaba de tres ámbitos diferenciados: alcazaba o recinto alto, con muralla interior presidida por la desaparecida torre del homenaje; recinto intermedio, donde se situaba la plaza de armas, hoy convertida en una gran explanada que acoge la ermita de Ntra. Sra. del Castillo, y un recinto bajo, en la actualidad ocupado por edificaciones privadas entre cuyas medianeras se alza una de las torres del castillo de Lebrija, todavía visible desde calle Sochantre Juan Porté.
En el año 1985 fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y desde entonces se han sucedido una serie de actuaciones con el objeto de garantizar la estabilidad y conservación de los restos del castillo.
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