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jueves, 3 de febrero de 2022

La Iglesia de San Blas, en Carmona (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de San Blas, en Carmona (Sevilla).  
     Hoy, 3 de febrero, San Blas, obispo y mártir, que, por ser cristiano en tiempo del emperador Licinio, padeció el martirio en la ciudad de Sebaste, en la antigua Armenia, hoy Turquía (c. 320) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Iglesia de San Blas, en Carmona (Sevilla).
     La Iglesia de San Blas, se encuentra en la plazuela del Saltillo, s/n; en Carmona (Sevilla).
     Tiene planta basilical, con tres naves y capillas adosadas. Los soportes son pilares rectangulares con columnas adosadas en los frentes menores que soportan arcos apuntados. La nave central se cubre con bóveda de cañón con lunetos y arcos fajones, las laterales con bóvedas de arista y el presbiterio con bóveda vaída. 
     La Capilla Sacramental, abierta en la nave izquierda, presenta una cúpula sobre pechinas, cubriéndose la capilla frontera con una bóveda de nervaduras. La iglesia posee dos portadas. La situada en el muro derecho presenta un sencillo esquema adintelado, mientras la de la nave izquierda, ejecutada en ladrillo, posee arquivoltas apuntadas, alfiz y alero de modillones. A los pies de la nave central se eleva una torre rematada por un campanario con chapitel piramidal.
     La fábrica primitiva del templo debió de realizarse en la segunda mitad del siglo XIV, pero obras posteriores alteraron su fisonomía. Entre éstas cabe mencionar las llevadas a cabo en el siglo XVI. En torno a 1500 se construyeron la capilla de la nave izquierda y la portada mudéjar situada en el muro contrario. En la segunda mitad de siglo los albañiles Benito Sánchez y Alonso Arenas reformaron la cubierta de una de las naves. En 1726 el maestro mayor del arzobispado Diego Antonio Díaz presentó un informe sobre las obras y reformas necesarias. Producto de él fue la remodelación del interior del templo, que realizó el maestro alarife Miguel González, y la construcción de la torre, que se finalizó en 1733. A finales del siglo XVIII se edificó la Capilla Sacramental. El retablo mayor, que aparece enmarcado por pinturas murales fechables en el último tercio del siglo XVIII, se atribuye a José Maestre y puede datarse entre 1720 y 1740. Está presidido por una imagen de San Blas, apareciendo en las calles laterales esculturas de San Estanislao de Kostka y de San Juan Berchmans. En la hornacina del ático se sitúa una escultura de la Virgen con el Niño, de hacia 1600, rematándose el conjunto con una escultura de San Miguel.
     En la cabecera de la nave izquierda se encuentra el retablo dedicado a la Virgen del Rosario, fechable a mediados del siglo XVIII. Además de la imagen titular, obra de hacia 1730, presenta esculturas de la Magdalena, Santo Domingo de Guzmán y San Antonio de Padua, todas de esa misma fecha. En el banco del retablo figura una escena de la romería de Ntra. Sra. de Gracia, interesante obra popular. En la Capilla Sacramental hay que citar la imagen de la Virgen de los Dolores, que, junto con el retablo que la alberga, puede fecharse a principios del siglo XIX. Próximo a los pies de la nave se encuentra el retablo de San José, que corresponde a mediados del siglo XVIII. De fines del XVII es el lien­zo que representa la Flagelación, situado a con­tinuación del retablo anterior.
     El retablo colateral derecho, fechable a fines del siglo XVIII y que aparece sin dorar, presenta en su hornacina central una imagen de vestir de San Francisco de Borja del segundo cuarto del XVII, ocupando el ático la escultura de una santa del mismo siglo. En una capilla abierta en la nave aparece un retablo barroco con imágenes modernas del Crucificado entre los ladrones. El retablo es obra de Miguel de Gálvez en 1756. De nuevo en la nave, se encuentra un retablo  dedicado a un santo jesuita, fechable en el siglo XVIII.
     Por último hay que citar la sillería de coro, distribuida por toda la iglesia y compuesta por veintiún sitiales, que puede fecharse a fines del siglo XVIII; el órgano, fabricado en el mismo siglo; y unas puertas de principios del siglo XVI decoradas con motivos góticos que se hallan en la sacristía (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
     La Iglesia de San Blas se encuentra en el barrio de la judería, muy cerca del Palacio del Saltillo, donde se recuperaron los vasos fenicios del S.VI a.C. hoy expuestos en el Museo de la Ciudad.
     Cuenta la tradición que la Iglesia se construyó en los primeros años del reinado de Pedro I "El Justiciero", aprovechando elementos de una antigua sinagoga. De su primitiva estructura se conserva la planta rec­tangular, característica de las iglesias mudéjares, y los pilares de las naves con columnas adosadas a sus caras menores.
     Esta Iglesia fue modificada en el s. XVIII, época a la que se corresponden los arcos de medio punto de la crujía, la bóveda de medio cañón con lunetas en la central, la vaída del presbiterio y la torre-fachada con chapitel de azulejos.
     En el Altar Mayor, del segundo tercio del s. XVIII, se venera el titular, San Blas, que está ubicado en el centro, entre las imágenes de San Estanislao de Kostka y San Juan de Berchmans. En la parte superior aparece una efigie de nuestra señora con el niño en los brazos, y sobre ella está el Arcángel San Miguel. Todo queda enmarcado por motivos muy tectónicos y efectistas, pintados al fresco durante el período rococó.
     La Capilla de Fernando Caro fue fundada por el propio beneficiado en 1555. Está presidida por el Cristo de la Expiración, ubicado bajo un San Juanito. Este crucificado es una obra del imaginero carmonense Antonio Eslava Rubio (1947), que procesiona el Martes Santo. Imagen titular de la cofradía.
     Este retablo barroco lo completan la Virgen del Calvario (1959), del mismo autor local, un San Juan Evangelista (s. XVIII), y la Magdalena, recuperada en 2011 de la Hermandad de las Aguas de Sevilla. A la derecha del retablo están los ladrones Dimas y Gestas. Todos procesionan en el paso de misterio.
     En el Altar de San Ignacio de Loyola, ubicado en el testero colateral, se encuentra una imagen de vestir del santo que le da nombre (1630). En la parte superior, una Santa Águeda de Catania.
     El Retablo de la Virgen del Rosario es una obra de mediados del s. XVIII. En el banco aparecen los restos de un nacimiento. La Virgen del Rosario está acompañada por San Antonio de Padua y la Magdalena, rematado todo por una efigie de Santo Domingo de Guzmán.
     1. Altar Mayor. Retablo barroco del s. XVIII en el que se venera a San Blas.
     2. Retablo de la Virgen del Rosario. Retablo de mediados del s. XVIII con la imagen de la Virgen del Rosario. En la parte superior del banco se representa una escena de la romería de la Virgen de Gracia, patrona de Carmona.
     3. Sagrario. Tabernáculo neoclásico con María Santísima de los Dolores, imagen anónima del s. XVIII que procesiona el Martes Santo con la Hermandad de la Expiración.
     4. Altar de San José. Altar de estípites dieciochesco con la efigie de San José de procedencia granadina.
     5. Coro. Sillería y facistol del s. XVII. En la parte superior, hay una tribuna con órgano clasicista de caoba. 
     6. Altar de San Luis Gonzaga. Retablo tardo­ barroco del s. XVI con la imagen de San Luis Gonzaga. Está acompañado por Santo Tomás Apóstol (en el ático), y un Ecce Homo de los Milagros, un alto relieve de terracota con pelo natural, corona y soga de plata, y clámide del s. XVIII.
     7. Capilla de Fernando Caro. Capilla presidida por el Cristo de la Expiración. Retablo barroco donde también aparecen la Virgen del Calvario, San Juan Evangelista y la figura de la Magdalena.
     8. Altar de San Ignacio de Loyola. Retablo tardobarroco sin dorar del s. XVIII (Turismo de Carmona).
     De planta rectangular se halla dividida en tres naves por pilares con medias columnas en dos de sus frentes. La nave central se cubre con bóveda de cañón con fajones y lunetos, mientras que el presbiterio lo hace con bóveda vaída. En las laterales se conserva parte de las bóvedas de arista que las cubrieron.
      En la nave del Evangelio hay una pequeña capilla cubierta por una cúpula sobre pechinas. Frontera a ésta, en la nave de la Epístola, capilla que se cubre con bóveda de nervadura. A los pies, en alto, aparece un acoro. En el mismo lugar, se levanta una torre fachada muy restaurada. En la nave del Evangelio hay una portada compuesta de arquivoltas apuntadas, alfiz y cornisa con modillones. La del lado de la Epístola pertenece al siglo XVIII. En las obras realizadas en época barroca hay constancia de la intervención de Diego Antonio Díaz (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Blas, obispo y mártir;
LEYENDA
   Santo de origen armenio que fue obispo de Sebaste (Sivas) en Armenia, y que murió en 316.
   La profesión médica que se le atribuía procede de su reputación de santo tau­maturgo y curador.
   De acuerdo con la leyenda, unos cazadores lo habrían encontrado en la selva viviendo con animales salvajes -osos, leones y tigres que había domes­ticado- como si estuviese en familia.
   Su milagro más popular es el de la espina de pescado. Una mujer le llevó un día a su hijo asfixiado por una espina de pescado que se le había clavado en la garganta. El santo tomó los dos cirios encendidos que la madre ofreciera como exvoto en la fiesta de La Candelaria, y los dispuso en forma de cruz de san Andrés, con ellos tocó la garganta del paciente que se curó de in­mediato.
   Si no se cree en los milagros, puede suponerse que el miedo que sintiera el niño, al temer quemarse, haya provocado una violenta contracción de la garganta que tuvo como efecto la expulsión de la espina malhadada. Un lobo había robado a una pobre mujer el cerdo que constituía su única riqueza. El santo obligó al lobo a devolver su presa. Para agradecer a su benefactor, la mujer le llevó en bandeja la cabeza y los pies asados del cerdo a la prisión donde estaba encerrado. 
   San Blas habría sido martirizado en tiempos de Diocleciano. Los verdugos lo suspendieron de un poste con una polea y le desgarraron las carnes con peines de hierro (pectinibus ferreis) o rastrillos, que se emplean para car­dar el cáñamo. Después lo decapitaron.
CULTO
   A pesar de su origen oriental, san Blas enseguida se volvió muy popular en Occidente gracias a la multitud de sus pretendidas reliquias, la mayoría de las cuales sin duda procedían de sus homónimos. En Francia, los cluniacenses que poseían una de sus reliquias en Paray le Monial, pusieron bajo su ad­vocación la capilla del priorato de Berzé la Ville, en Maçonnais. Su cabeza se conservaba en Montpellier. La ciudad de Pézenas, en Languedoc, donde florecía la industria del tejido, adoptó como patrón a san Blas, porque había sido martirizado con rastrillos de cardar. 
 Era el segundo patrón de la colegiata de Saint Martín de Montmorency. En Nézel (Seine et Oise), cerca de París, tiene un sitio de peregrinación en su honor.
   En Alemania es el patrón de la catedral de Brunswick y de la Casa de los Güelfos, al igual que del convento de San Blas en la Selva Negra, recons­truido en el siglo XVIII por el arquitecto francés de Ixnard.
   Está en el grupo de los Catorce Auxiliadores o Intercesores, lo cual contribuyó mucho a su popularidad. El 3 de febrero, día de su fiesta, el sacerdote daba la Bendición de san Blas (Blasiussegen), que consistía en una bendición del cuello de los fieles, acompañada de una invocación del nombre del santo curador. La fiesta de san Blas en ciertas diócesis se confundía con La Candelaria, que se celebra el día anterior, el 2 de febrero.
   En Inglaterra, san Blas era particularmente venerado en el centro de la industria lanera de Yorkshire, donde se lo creía inventor del rastrillo de cardar, y en Bradford se celebraba una fiesta en su honor.
   En Italia, tenía puesta bajo su advocación la iglesia de San Biagio, en Vicenza. Y las ciudades de Milán y Nápoles se jactaban de poseer fragmentos de sus reliquias.
   Pero el centro principal de su culto era la ciudad de Dubrovnik o Ragusa, en Dalmacia, que en 1170 se puso bajo la protección de san Blas, y le con­sagró su catedral. Esa ciudad pretende poseer su cabeza (junto  con la de Montpellier), su cuello, manos y una de sus tibias. De la misma manera que Venecia es la ciudad de san Marcos, Ragusa -o Dubrovnik- es la de san Blas.
Patronazgos de corporaciones y oficios
   A causa del instrumento de su martirio, fue adoptado como patrón por los cardadores, rastrilladores y arqueadores de lana. Los canteros también se encomiendan a su protección, porque las uñas de hierro que desgarraron a san Blas evocaban en sus espíritus la raedera dentada que empleaban para des­bastar los bloques de piedra.
   Los porquerizos le reconocen la restitución del gorrino a la pobre viuda. En las provincias alpinas (Saboya, Delfinado) es el patrón de los labriegos por­que su nombre en lengua dialectal (bla)recuerda  el del trigo (blé).
   En Alemania, a causa de un juego de palabras acerca de Blasius, que evoca la idea de soplar (blasen), es además patrón de quienes hacen sonar el cuerno, de los que tocan instrumentos de viento y de los guardianes nocturnos. El tesoro de los Güelfos, en Brunswick, poseía su trompa de marfil (Cornu sancti Blasii), olifante bizantino del siglo XI, que se usaba en reemplazo de las campanas, para llamar a los monjes a los oficios. Por la misma razón lo invocaban los molineros que tenían molinos de viento.
   En nuestros días se convirtió en patrón de los aringólogos.
Protección contra las enfermedades
   Santo curador, tenía como especialidad las enfermedades de garganta, desde las más benignas, como el hipo o la tos convulsa, hasta el garrotillo o la difteria. Se le atribuía librar a los enfermos «ab omni morbo gutturis». Antes de morir habría pedido a Dios que quien ­quiera que invocase su intercesión contra una enfermedad de la garganta fuera satisfecho sin limitaciones: «oravit ad Dominum ut quicumque per infirmitatem gutturis ejus patrocinia postularet exaudiretur et ellico liberatur». Como su fiesta se celebra al día siguiente de la Candelaria (3 de febrero), era costumbre aplicar sobre la garganta de los enfermos dos cirios cruzados, bendecidos en la ciudad. Otro remedio consistía en anudar una cinta roja del color de la sangre, previamente empapada en agua bendita, alrededor del cuello del paciente.

   En Noyon, para curar las enfermedades de garganta se empleaban los «pa­nes de san Blas».
   En Alemania se lo invocaba no sólo contra las enfermedades de la laringe sino contra las afecciones de la vejiga, que en alemán se llama Blase. Jugando con el verbo blasen (soplar), también se lo invoca contra los vientos fuertes, los huracanes.
   En Rusia, san Blas ha heredado atribuciones de su homónimo, el dios pagano Volos. El día de su fiesta los campesinos lo invocaban para que las vacas tuvieran pelaje liso y brillante. En caso de epizootias, se llevaba el ico­no de san Blas a los animales enfermos. Las iglesias puestas bajo su advocación suelen encontrarse junto a antiguos prados de pastoreo.
ICONOGRAFÍA 
 Tocado con una mitra a pesar de su origen oriental, a título de obispo de Sebaste, tiene como atributo habitual el rastrillo con que habría sido desgarrado. No obstante, con frecuencia suele estar caracterizado por dos cirios entrecruzados que aplica sobre la garganta a un enfermo, o un cirio en espiral. En España se lleva la mano al cuello. En Alemania se lo reconoce además por su corno (Blasiushorn) que se conserva en Brunswick. Suele asociárse­lo con otros intercesores, especialmente san Erasmo y san Gil (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Más sobre la localidad de Carmona (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

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