Hoy, 6 de octubre, en Agen, ciudad de Aquitania, actual Francia, Santa Fe, mártir (s. IV) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte el sitio arqueológico Santa Fe, en Carmona (Sevilla).
Se localizaron vestigios de construcciones sobre una elevación de tierra con numerosos fragmentos de tegulae y ladrillos romanos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía, de Santa Fe, mártir;
LEYENDA
Adolescente nacida hacia 290 en Agen, que habría sido martirizada, igual que Santa Inés, a los doce años, en 303.
Su nodriza cristiana la presentó a San Caprasio, quien la bautizó.
El procónsul Daciano intentó conseguir su abjuración, ella resistió. Entonces la azotaron con varas, y después, le desnudaron el torso y le arrancaron los pechos con tenazas.
Les mamelles sont a Foy tenaillés,
Dont sa force en rien ne diminue.
(Los pechos de Fe se tratan con tenazas,/
Pero la fuerza de ella no disminuye nada.)
El templo se derrumbó por las plegarias de la mártir, y aplastó a los paganos.
Después de haber sido entregada a los soldados -porque la ley romana prohibía condenar a muerte a una virgen: debía ser violada antes- la acostaron desnuda sobre una parrilla calentada con grasa fundida. Una paloma que le traía del cielo la corona de gloria, hizo caer un rocío tan copioso al agitar las alas, que las llamas se apagaron.
Después de sobrevivir al suplicio del fuego, la mártir murió decapitada. Al mismo tiempo fueron ejecutados San Caprasio, patrón de Agen, y los hermanos Primo y Feliciano, patrones de Beaulieu.
Esta fabulosa Pasio procede de una contaminación con otra Santa Fe, puramente alegórica, hija de Santa Sofía (la Sabiduría), que habría padecido el martirio en Roma con sus dos hermanas: Esperanza y Caridad.
En las vidrieras de Conches, la madre de Santa Fe es llamada Sofía. En la iglesia de Cernay (Doubs), un grupo de piedra del siglo XVI representa a Santa Sofía sentada, abrigando bajo su manto a sus tres hijas: Fe, Esperanza y Caridad. Ahora bien, Fe tiene una parrilla en la mano, el atributo de Santa Fe de Agen.
La parrilla está copiada de la leyenda de San Lorenzo.
El Libro de los milagros de Santa Fe (Liber Miraculorum sanctae Fidis) le atribuye multitud de milagros póstumos: hace que le vuelva a crecer el pelo a un caballero que se había quedado calvo por una enfermedad, cura el ojo de un caballero tuerto, resucita el mulo de un noble de Poitou, cura las horribles verrugas de la cara a una atribulada joven.
CULTO
El mayor milagro de Santa Fe es, sin duda, la prodigiosa difusión del culto que la Edad Media profesó a esta santa local, sin realidad histórica, y a quien nada parecía destinar a esta brillante fortuna.
Su nombre cuenta, es evidente, pero además, numerosas circunstancia históricas favorables contribuyeron a expandir su culto mucho más allá de las fronteras de Agen y Rouergue.
El principal centro de irradiación del culto de Santa Fe no fue la ciudad de Agen sino la abadía de Conques en Rouergue, llamada así por que estaba situada en una conque (cast.: caracola), abierta entre dos estrangulamientos de la quebrada del Dourdon. Dicha abadía, de la cual los monjes habían sustraído las reliquias de la niña santa de Agen en el siglo IX, se convirtió en una de las principales etapas de la peregrinación a Santiago de Compostela. Los caballeros que iban a combatir contra los sarracenos de España nunca dejaban de acudir a ella para sus ejercicios devotos, y los que habían estado cautivos, una vez liberados la visitaban para depositar allí sus cadenas. Cruzados y peregrinos propagaron el culto de Santa Fe a lo largo del denominado Camino francés de Santiago de Compostela. La colegiata de Roncesvalles fue puesta bajo su advocación, y había un altar de Santa Fe en Santiago de Compostela.
Mediante el habitual procedimiento del reparto de las reliquias, el culto de Santa Fe enjambró en Normandía y en Alsacia. La abadía de Conches (Eure), que lleva el mismo nombre que la casa matriz, fue fundada por un caballero normando que en 1034 acudió en ayuda de don Sancho de Aragón, y que al regresar visitó la abadía de Conques, de la cual se llevó una reliquia de Santa Fe.
Hay pocas provincias francesas donde no se encuentren iglesias dedicadas a la santa de Rouergue, tan popular en la época de las cruzadas como lo es hoy la Virgen de Lourdes. El nombre de Sainte Foy la Grande, cerca de Libourne, recuerda que los monjes de Conques fundaron un priorato allí. En el Mediodía cabe citar Sainte Foy de Morlaas (Basses Pyrenées) y Sainte Foy de Peyrotières (Haute Garonne), en el sudeste, Sainte Foy les Lyon, y Sainte Foy le Tarentaise. Coulommiers en Brie, en la región parisina, posee un brazo relicario de la santa, y una iglesia de Chartres está puesta bajo su advocación.
El culto de Santa Fe también se difundió en los países extranjeros: la santa se convirtió en la patrona de Londres, donde existe una capilla dedicada a St. Faith en la abadía Westrninster; en Bélgica, Sainte Foy de Lieja; en Italia, Santa Fede de Cavagnolo al Po, cerca de Turín, que dependía de la abadía de Conques; en España, la iglesia de Santa Fe de Lérida, y la advocación de la colegiata de Roncesvalles prueban su popularidad.
Por la intermediación de España, la patrona de Agen y de Conques se convirtió en santa iberoamericana, como lo prueba el nombre de la ciudad de Santa Fe de Bogotá.
Al margen del impresionante número de santuarios que se le dedicaron, la popularidad de Santa Fe se explica también por la variedad de sus patronazgos. La veneraban muy especialmente los caballeros cruzados que iban a combatir contra los musulmanes en España, y los prisioneros que le dirigían plegarias con la misma confianza que a San Leonardo.
Aunque no es una santa curadora, su cinturón era objeto de particular devoción por parte de las mujeres embarazadas, un patronazgo muy curioso para una mártir de doce años. En Normandía se la creía capaz de curar la meningitis.
ICONOGRAFÍA
Sus atributos son la parrilla, sobre la cual fue asada y la espada que le cortó la cabeza, a los cuales a veces se agrega la paloma que le trae la corona del martirio.
Su iconografía no tiene en cuenta la leyenda que asegura que habría sido martirizada a los doce años. Nunca fue representada como una niña, sino como una mujer adulta, casi una matrona.
Es, sobre todo, el caso de la famosa «Majestad» del tesoro de Conques, la pieza más antigua y célebre de su iconografía (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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