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sábado, 1 de enero de 2022

La localidad de Marismillas (Las Cabezas de San Juan), en la provincia de Sevilla

     Por Amor al Arte
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     Hoy, 1 de enero, Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la octava de la Natividad del Señor y en el día de su Circuncisión. Los Padres del Concilio de Éfeso la aclamaron como Theotokos, porque en ella la Palabra se hizo carne, y acampó entre los hombres de el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para Explicarte la localidad de Marismillas (Las Cabezas de San Juan), en la provincia de Sevilla, cuya iglesia parroquial está dedicada a Santa María, Madre de Dios.
     Textos y fotografías recogidos de: Ricarda López González, y Rosa M. Toribio Ruiz, Los pueblos de colonización de la provincia de Sevilla. Arquitectura y Arte. Diputación de Sevilla y Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla. Sevilla, 2020.
     El poblado de Marismilllas fue proyectado en 1965 por el arquitecto Jesús Hernández Martínez-Arcos, dentro del Plan General de Colonización de la Zona Regable del Bajo Guadalquivir. Se sitúa en el término municipal de Las Cabezas de San Juan de la que dista 12 kilómetros. 
     Es el poblado que mayor éxito ha tenido de los cuatro que construyó el Instituto en su término municipal, cuenta en la actualidad con un mayor número de habitantes, siendo Entidad Local Autónoma, ELA, desde 1999. Se ubica en las tierras del Cortijo de la Merlina expropiado para este fin, en una zona completamente plana de la antigua marisma. Destacan desde la lejanía la torre del agua y el campanario, que se han convertido en iconos del pueblo.
     El arquitecto concibe Marismillas con un trazado urbanístico en forma de Y griega, comunicado con la carretera SE-9029 cercana. Una vía perimetral circunvala todo el pueblo permitiendo la rápida comunicación con las parcelas. En el interior se han separado las circulaciones de carros, maquinarias y bestias de las peatonales, siendo muy originales las calles porticadas de Caballeros y San Gil, convertidas en seña de identidad del pueblo.
     El proyecto inicial contempló la construcción de 505 viviendas ampliable a 617 pero sólo se construyeron 101 para colonos y 26 para obreros. Se diseñaron varias tipologías de casas de una o dos plantas con patio trasero de servicio, distribuidas en el viario de manera que eviten la monotonía y se parezcan lo más posible a un pueblo andaluz. 
     Inspiradas en la arquitectura popular, el arquitecto ha eliminado toda ornamentación, no sólo por motivos económicos, sino para resaltar los volúmenes, los juegos de luces y sombras y la geometrización. Consigue de esta manera una simbiosis entre arquitectura vernácula y arquitectura del Movimiento Moderno. Las viviendas de paramentos blancos y teja árabe están construidas normalmente en hilera, unidas mediante pórticos en las calles principales, abren sus ventanas y celosías tanto a la calle como al patio, evitando grandes vanos para protegerlas de la insolación.
     El centro cívico situado en la Plaza Mayor, verdadero corazón del  pueblo, es un espacio de planta cuadrada ajardinado, donde confluyen las tres vías principales, y se sitúan los edificios del Ayuntamiento y la Iglesia. Están comunicados mediante una galería porticada, que no sólo circunda la plaza sino también las calles principales, una magnífica idea del arquitecto para combatir los calores del verano.
     El Ayuntamiento ubicado al oeste de la iglesia, es un edificio de gran sobriedad, que se aleja de los diseños tradicionales de tipo historicista utilizados por el Instituto en otros poblados. Inspirado en la arquitectura fascista, su fachada de volúmenes escalonados, totalmente desornamentada y prácticamente ciega equilibra la composición del espacio de la Plaza Mayor. 
   Desde la calle Caballeros, la principal vía de acceso al poblado, divisamos la iglesia de Santa María Madre de Dios. Su fachada blanca y desornamentada es una  gran pantalla que parece flotar sobre el pórtico de acceso. De sencilla composición está decorada con una cruz y un doble friso, uno cerámico con la inscripción "Santa María, Madre de Dios, ruega por  nosotros"; y  el otro compuesto por quince pequeños ventanales cubiertos con vidrieras, que de forma rítmica horadan el muro rompiendo su monotonía.
     Las fachadas laterales de apariencia industrial, son por el contrario muy dinámicas y bellas. El arquitecto ha recurrido a alternar las cubiertas a un agua, creando un perfil quebrado que juega con los volúmenes. Para darle mayor movimiento al conjunto avanza y retranquea los muros y alterna los vanos cuadrados y los rectangulares, cubiertos por vidrieras de hormigón con motivos decorativos circulares o semicirculares, que le confiere un gran dinamismo.
     El campanario situado en el lado del evangelio es exento. De planta cuadrada y sencillo diseño se eleva sobre la galería que lo une al pórtico de la iglesia. El cuerpo de escalera y de campanas forman un todo, el primero es un paralelepípedo de planta cuadrada de paredes prácticamente ciegas de un blanco rotundo. El cuerpo de campanas es un hueco abierto en las cuatro caras, orientados a los cuatro puntos cardinales, que deja visibles las campanas y los cuatro pilares de la estructura.
     El interior del templo, de gran belleza y monumentalidad, es un espacio grandioso y luminoso de planta basilical de una sola nave. Ha sido muy modificado con añadidos que han barroquizado el espacio, perdiendo su sentido litúrgico primigenio. Su cubierta es sumamente original por el juego de volúmenes que provocan la alternancia de la techumbre a un agua, vertiendo bien hacia el lado de la epístola, bien hacia el evangelio. Está articulado mediante pórticos en seis tramos, uno destinado al presbiterio y otro al coro alto.
     La luz natural queda tamizada por unas bellísimas vidrieras de hormigón de carácter expresionista, que consiguen armonizar a la perfección arquitectura y arte al servicio de la liturgia y espiritualidad del espacio. 
     Los gruesos vidrios de colores crean juegos de luces de gran luminosidad y brillantez, que transforman el espacio del templo. Los grandes ventanales, cuadrados o rectangulares, se cubren por unas vidrieras muy singulares y dinámicas, cuya decoración en círculos o semicírculos parecen "mandalas". Una cruz central, rodeada de un aura multicolor, irradia su luz sobre los fieles unidos en asamblea. Estas maravillosas vidrieras son obra del artista Ángel Atienza. Fue el primero en utilizar el vidrio cortado de forma mecánica, siendo el autor de la mayoría de los vitrales de las iglesias del Valle del Alagón en Extremadura, Almería y Sevilla.
     El presbiterio de testero plano ha sido muy modificado con añadidos que han transformado totalmente el diseño original, destruyendo la armonía y el mensaje litúrgico. Está presidido por un crucificado flanqueado por las imágenes de San José con el Niño y la Virgen del Buen Aire.
     Bajo un friso de vidrieras podemos observar el Crucificado de gran naturalismo, diseñado por el imaginero conquense Luis Marco Pérez (1896-1983). Es de gran formato y buena factura, el estudio anatómico es perfecto y elegante, su estética responde a los modelos tradicionales barrocos. Sobre un madero plano Cristo está a punto de expirar, presenta la caja torácica muy henchida y el abdomen rehundido. La cabeza inclinada sobre el hombro derecho permite que dirija su mirada al fiel que se sitúa a sus pies. El elegante sudario de pliegues curvos nos permite contemplar una anatomía de gran belleza. El artista ha realizado un suave modelado de la encarnadura aprovechando los nudos de la madera para conseguir una textura natural como suele hacer también el imaginero José Capuz. 
     Ambos trabajaron para los Talleres de Arte Granda. Existen otros crucificados similares en Pizarro, Cáceres, Chapatales, Marismillas y Vegas de Almenara en Sevilla, Guadalcacín en Cádiz y en Toro, Zamora, el Cristo de Expirar del año 1961.
     En el lado del evangelio podemos contemplar una imagen de San José con el Niño de moderna factura, que no pertenece a la dotación general, como nos confirman vecinas de Marismillas. Es una imagen tierna y amable, que presenta a un San José joven y bello de gran serenidad, que como buen padre sostiene a su hijo regordete dormido sobre su hombro.
     En el lado de la epístola la imagen de la Virgen del Buen Aire de menor tamaño del natural, es una talla de gran belleza y dulzura. Como protectora de los marineros, controla los vientos y las tormentas, lleva un barco en la mano derecha. Está realizada en madera sin policromar, de canon alargado y elegante, una leve postura de contraposto le da volumen y movimiento. El tratamiento curvo del manto recogido a sus pies equilibra y cierra la composición. Merece la pena observar el contraste entre el esquematismo y rigidez de los paños frente al fino modelado de rostro y manos. Es una obra seriada de los Talleres Granda, que atribuimos a Teresa Eguibar.
     El relieve del bautismo de Cristo y la pila bautismal han sido desplazadas del baptisterio al presbiterio por razones litúrgicas y sociales, tras el Concilio Vaticano II. El relieve está realizado en madera sin policromar, es una obra académica de carácter figurativo de sencilla y equilibrada composición piramidal. En el vértice la paloma del Espíritu Santo irradia su santificación sobre Jesús, que aparece arrodillado sobre las piedras del río Jordán, en actitud de gran recogimiento mientras recibe el bautismo de San Juan Bautista, que vierte el agua con una concha. Este aparece de pie, cerrando la composición, vestido con túnica corta de piel de camello, que deja al descubierto su musculoso torso semidesnudo. 
     Es obra de la artista Teresa Eguibar, que trabajó para los Talleres de Arte Granda, para los que realizó distintas variantes del mismo tema en madera o piedra para los pueblos de colonización de Extremadura, Almería o Sevilla donde además de este de Marismillas existe uno en Torre de la Reina y El Viar. Esta obra está muy alejada de la producción de carácter abstracto que realiza la artista.
     La pila bautismal muy original es de forma octogonal con acanaladuras realizada en cerámica vidriada, con cubierta cónica metálica de bronce rematada por un orbe. De igual diseño son las benditeras situadas a los pies del templo. Se han conservado de la dotación original los bancos de madera, el ambón, las lámparas de hierro y el confesionario de madera de puertas redondeadas, pero muy pocos objetos litúrgicos, que han sido sustituidos por otros de dudoso gusto.
     Marismillas es un poblado de los años 60, representa la madurez  de los modelos construidos por la colonización franquista. El trazado urbanístico en Y es de gran originalidad, al igual que sus calles porticadas y el diseño de su monumental iglesia, que debemos preservar y conservar. En este sentido el Ayuntamiento de Las Cabezas de San Juan debe acometer un plan general de protección que incluya también las otras tres pedanías, Sacramento, Vetaherrado y San Leandro. Marismillas está inscrita en la Base de Datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía realizado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía (Ricarda López González, y Rosa M. Toribio Ruiz, Los pueblos de colonización de la provincia de Sevilla. Arquitectura y Arte. Diputación de Sevilla y Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla. Sevilla, 2020).
Conozcamos mejor la Biografía de Jesús Hernández Martínez-Arcos, arquitecto y autor de las trazas de El Viar;
     Jesús Hernández Martínez-Arcos (1919-1977)
     Jesús Hernández Martínez-Arcos se tituló en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid en 1952. Realizó la reforma del presbiterio y la cripta de la Basílica Pontificia de San Miguel de Madrid en 1960-70. Participó como arquitecto en la promoción pública, Obra Sindical del Hogar, del Barrio 2 de Moratalaz de Madrid en 1970, cuyo proyecto se inició como promoción privada, URBIS, S. A. en 1958.
     No era funcionario del INC, fue contratado para diseñar en 1965 el poblado de Marismillas en la provincia de Sevilla. En Andalucía también realizó la ampliación de la estación de Cártama en Málaga.(Ricarda López González, y Rosa M. Toribio Ruiz, Los pueblos de colonización de la provincia de Sevilla. Arquitectura y Arte. Diputación de Sevilla y Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla. Sevilla, 2020).
Conozcamos mejor la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios
     La primitiva memoria litúrgica de Santa María giraba en torno a su maternidad divina, juntamente con su perpetua virginidad, y en la Iglesia de Roma, antes de la introducción de las cuatro primitivas fiesta marianas orientales (Natividad, Anunciación, Purificación y Asunción), se celebraba el uno de enero, Octava de la Navidad, a mediados del siglo VI, como Natale sanctae Mariae. Posteriormente pasó a centrarse esta jornada en la Circuncisión del Señor, por influencia galicana, en la segunda mitad del siglo VII, lo que justifica la estación en Sancta Maria ad Martyres (Panteón), referida en el Sacramentario Gregoriano, y el tinte mariano de los textos pese al cambio de conmemoración, rastreable ya en el Gelasiano. 
     No podía ser de otra manera: como reacción ante las grandes herejías cristológicas, que ponían en tela de juicio la maternidad divina, se fue desarrollando, a la par que la teología sobre María, la Virgen Madre, una eucología propia derivada de ella.
     En Occidente, con posterioridad, se empezó a celebrar, por lo menos, a partir del siglo XI, una fiesta particular de la maternidad divina y se extendió en los siglos XIII-XIV. El veintiuno de enero de 1751 Benedicto XIV Lambertini la concedió a Portugal, fijándola en el primer domingo de mayo y componiéndole Oficio y Misa. 
     A partir de aquí se extendió a otros lugares, como Nápoles, Perugia, Toscana, Inglaterra… y a institutos religiosos. En 1914 empezó a celebrarse el once de octubre en vez de el segundo domingo de dicho mes. En 1932 fue extendida para toda la Iglesia Latina para esa fecha esta fiesta de la Maternidad de María por Pío XI Ratti, en conmemoración del XV centenario del Concilio de Éfeso (año 431), en que se definió como dogma dicha verdad teológica.  En la reforma del calendario de 1969 se reubicó en la Octava de Navidad, rescatando esa fiesta mariana de la primitiva liturgia romana. No podemos olvidar, como nos recuerda el Papa Pablo VI Montini en su Marialis Cultus nº 5, que “el tiempo de Navidad constituye una prolongada memoria de la maternidad divina, virginal, salvífica de aquélla cuya virginidad intacta dio a este mundo un Salvador […]” (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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