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domingo, 18 de abril de 2021

La pintura "La Oración en el Huerto", del Retablo de la Pasión, anónima, del círculo de Sánchez de Castro, en la sala I del Museo de Bellas Artes

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "La Oración en el Huerto", del Retablo de la Pasión, anónima, del círculo de Sánchez de Castro, en la sala I del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.  
     Hoy, domingo 18 de abril, como todos los domingos, ha de considerarse como el día festivo primordial para la Iglesia. Es el primer día de cada semana, llamado día del Señor o domingo, en el que la Iglesia, según una tradición apostólica que tiene sus orígenes en el mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el Misterio Pascual.
     Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la pintura "La Oración en el Huerto", del Retablo de la Pasión, anónima, del círculo de Sánchez de Castro, en la sala I, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
     El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
     En la sala I del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "La Oración en el Huerto", del Retablo de la Pasión, obra anónima, del círculo de Sánchez de Castro (2ª 1/2 del siglo XV), siendo un óleo sobre tabla en estilo gótico de la escuela sevillana, pintado hacia 1480, con unas medidas de 0,81 x 1,03 m., y procedente de la colección de los Duques de Montpensier, y donado por González Abreu en 1928.
     Políptico de pequeño tamaño dedicado a la pasión de Cristo. En la escena central se representa el Camino del Calvario. De menor tamaño a la izquierda aparecen la Oración en el huerto y la Flagelación, a la derecha, Cristo Crucificado y la Piedad (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
     Es probablemente Juan Sánchez de Castro la figura más destacada de la pintura sevillana del siglo XV, en su segunda mitad, cuando el sentimiento artístico estaba buscando las formas de expresión renacentista emanadas de Italia y Flandes. De este pintor ninguna pintura posee el Museo pero sí figuran en él algunas obras realizadas en este momento artístico por maestros influenciados por su estilo. 
     Un maestro influenciado por el estilo de Sánchez de Castro es el anónimo autor del Retablo de la Pasión de Cristo que conserva el Museo. Presenta este pequeño retablo cinco escenas presididas por Cristo camino del Calvario, obra que por su tamaño y composición es la más bella pintura del conjunto. En ella se narra el encuentro de la Virgen con Cristo en el que el artista trata de captar emotivas reacciones en los rostros, mostrando una expresividad propia de la pintura sevillana en este momento histórico. Similares características se advierten en las otras escenas del conjunto que son: La oración en el huerto y Flagelación dispuestas en la calle izquierda del retablo, mientras que en la derecha lo hacen La Crucifixión y La Piedad (Enrique Valdivieso González, Pintura, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla. Ed. Gever, Sevilla, 1991). 
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Oración en el Monte de los Olivos
     De la misma manera que la Santa Cena está precedida por el Lavatorio de los pies, el Prendimiento de Jesús tiene como preludio su Oración en el Monte de los Olivos.
La oración en el Monte de los Olivos
   Esta segunda tentación de Jesús, duelo angustiante entre la carne y el espíritu, en el cual el Hombre Dios doma su miedo al sufrimiento y a la muerte al precio de un duro combate interior, se trata en los tres Evangelios sinópticos. La palabra agonía, que en griego significa lucha, no tiene aquí el sentido usual de lucha física contra la muerte, sino el de angustia moral.
     Mateo, 26: 36-46; Marcos, 14: 32-42; Lucas, 22: 39-46.
     «Entonces vino Jesús con ellos (Pedro y los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan) a un lugar llamado Getsemaní.
     «Se apartó de ellos como un tiro de piedra, y, puesto de rodillas oraba, diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya. (...) Lleno de angustia oraba con más instancia; y sudó como gruesas gotas de sangre, que corrían hasta la tierra.
     «Levantándose de la oración, vino a los discípulos, y encontrándolos adormilados por la tristeza, les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación.»
     Los relatos de los tres Evangelios sinópticos concuerdan en lo esencial. No obstante presentan algunas diferencias que se reflejarán en la iconografía. Según Lucas, Cristo oraba de rodillas, mientras que de acuerdo con Mateo y Marcos, se prosternó de cara al suelo.
     Los evangelistas han tomado esta escena del Antiguo Testamento, donde el profeta Elías, que desespera a la sombra de un enebro, es reconfortado por un ángel.
Iconografía
     Los artistas distinguen tres episodios:
   1. Jesús ora.
   2. Es reconfortado por un ángel.
   3. Despierta a los discípulos dormidos.
     De ahí procede un ordenamiento en tres niveles que es de rigor en la práctica totalidad de las obras figurativas: en el centro, Jesús arrodillado; arriba, el ángel presentando el cáliz, encima del cual aparece a veces la Mano de Dios; abajo, los tres apóstoles dormidos.
1. La oración de Jesús
     El miedo físico, animal, del sufrimiento y de la muerte es una tentación más fuerte que el hambre, la ambición o la avaricia, con las cuales había especulado el diablo para vencer a Jesús en el desierto. Faltó poco esta vez para que sucumbiera, pero se recuperó rápidamente.
     Según la versión de Lucas, adoptada por la mayoría de los artistas, Jesús está representado de rodillas, con las manos unidas, los brazos separados o elevados al cielo en un ardiente gesto de plegaria, al  tiempo que Dios Padre aparece en el  cielo en busto o simbolizado por su Mano.
     Con menos frecuencia, Jesús está prosternado, extendido de cara al suelo, o con los brazos abiertos como una cruz viva.
     En el siglo XVIII, por la influencia de la estética de Bernini, Falconet lo representó sentado sobre una roca, agotado, casi desvanecido, como santa Teresa después de la Transverberación.
2. Cristo confortado por un ángel
     El cáliz es una simple metáfora de la que se sirve Cristo para hablar de su Pasión como de una copa  de hiel que debe beber hasta las heces.
     Esta metáfora ha sido tomada literalmente por los artistas. A partir del siglo XVI, casi siempre representan en la escena de la Agonía u Oración en el monte de los Olivos, un cáliz apoyado sobre una roca con una hostia suspendida encima. Sólo Lucas menciona la aparición de un ángel que generalmente lleva la cruz, y que luego toma el cáliz, sin duda porque se acostumbraba a verlo en la escena de la Crucifixión, donde se recoge la sangre de Cristo crucificado en un cáliz.
     No obstante, el cáliz no es un atributo indispensable. Mantegna y Durero lo sustituyen por los Instrumentos de la Pasión. En un cuadro de la National Gallery de Londres, el pintor de Padua evoca a Cristo arrodillado, rodeado de un enjambre de ángeles que se anticipan en mostrarle la columna de la Flagelación, la cruz, la lanza y la esponja; un grabado de Durero (1508) incluye un ángel llevando la cruz que irradia en un halo. Otro tanto puede verse en el grupo de piedra policromada de la catedral de Rodez.
     En el siglo XVII, Jouvenet sustituye el ángel único por dos ángeles, uno de los cuales sostiene a Jesús mientras el otro le presenta el cáliz.
3. Jesús despierta a sus discípulos dormidos
    Tal como sucede en la Transfiguración, los únicos testigos de la Oración en el monte de los Olivos son los tres discípulos preferidos: Pedro, Santiago y Juan. Pero fatigados por haber preparado la Santa Cena, o entorpecidos por la comida y el vino, se adormilaron mientras el Redentor oraba. Jesús se vio obligado a despertarles hasta tres veces.
     El sueño de cada uno de ellos está cuidadosamente diferenciado. Pedro despierta sobresaltado, Santiago parece víctima de una pesadilla, Juan es el único sumido un sueño apacible.
     Un tema muy infrecuente del cual el Museo Lorrain de Nancy posee un ejemplo en forma de grupo escultórico de cuatro personajes (siglo XVI) es el Desfallecimiento de Jesús entre los brazos de san Pedro y san Juan.
     En contra de los tradición, las tallas de marfil del siglo XIV introducen en esta escena a los doce apóstoles.
    En un fresco de Fra Angelico, que se encuentra en el convento florentino de San Marcos, se ha creído reconocer a la Virgen María asistiendo en espíritu a la agonía de su hijo. En realidad las dos mujeres que oran en un rincón son Marta y hermana María Magdalena, cuya casa de Betania estaba muy cerca del monte de los Olivos. Este insólito agregado es una invención personal del pintor.
     La plantación que muestra el decorado está de acuerdo con la puesta en escena de los Misterios.
     La escena tiene lugar en un huerto cercado, sembrado de olivos, rodeado, como el monte Sinaí durante la aparición de Yavé a Moisés, por un encañado o cerca hecha de ramas trenzadas.
     Los apóstoles están acostados fuera de ese recinto empalizado al que se accede por una puerta cubierta por un tejadillo. En la distancia se percibe la tropa de los guardianes del templo con antorchas y linternas, que avanzan guiados por el traidor Judas y atraviesan el puentecillo del torrente del Cedrón.
El Monte de los Olivos
     Este tema de origen oriental aparece a partir del siglo VI en los mosaicos de Rávena, pero sólo se vuelve realmente popular en el arte patético de finales de la Edad Media, que consigue un dramático efecto de contraste entre la oración angustiada de Jesús y el sueño de los discípulos.
     Durero lo ha tratado al menos cinco veces en sus grabados y dibujos, renovándolo sin cesar por medio de variantes: Cristo ora ya arrodillado, ya prosternado: el ángel tiene un cáliz, una cruz, o un cáliz rematado en una cruz.
     La popularidad de este tema se manifiesta sobre todo en el gran número de grupos esculpidos del Monte de los Olivos que se convirtieron, al mismo tiempo que los Santos Sepulcros, en uno de los temas predilectos de la escultura del siglo XV, particularmente numerosos en el sur de Alemania y en Alsacia, estos «Ölberge» pictóricos y conmovedores, están situados en el interior de las iglesias o, con mayor frecuencia, al aire libre, adosados a las capillas de los cementerios.
     También fue tratado en bajorrelieve en la escultura funeraria. En el siglo XVII apareció una nueva iconografía. Las escenas de la Pasión están interpretadas por ángeles. En un bajorrelieve de la capilla de Versalles, un ángel está arrodillado ante un cáliz; detrás de él, tres angelotes dormidos simbolizan a los apóstoles adormilados (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Juan Sánchez de Castro, autor a quien se atribuye la pintura reseñada;
       Juan Sánchez de Castro (¿Sevilla?, mediados del s. XV – ?, c. 1500), pintor.
       Juan Sánchez de Castro es uno de los más importantes pintores activos en Sevilla en el último cuarto del siglo XV, considerado por la historiografía el punto de partida de la pintura hispano-flamenca en Sevilla. Está documentado, con seguridad, a partir de 1478 trabajando en los Reales Alcázares de Sevilla como pintor. Ceán Bermúdez fue el primero en hablar de Sánchez de Castro, al afirmar que era suyo un retablo, hoy desaparecido, que había en la capilla de San José de la Catedral de Sevilla y cuya fecha data Ceán en 1454, detalle que lamentablemente, no puede ser contrastado. Su estilo se vincula al mundo hispano-flamenco pero incluye algunas novedades de filiación italiana que anuncian la irrupción de la estética del Renacimiento en Sevilla, tales como las tonalidades suaves y moderadas. En realidad, a finales del siglo XV, hubo varios pintores llamados Juan Sánchez de Castro, acaso miembros de la misma familia, activos en Sevilla, de modo que su producción es muy difícil de diferenciar. La identidad artística de Sánchez de Castro es conocida principalmente porque firmó la tabla de la Virgen de las Gracias, pintada para la iglesia parroquial de San Julián de Sevilla y conservada actualmente en la Catedral Hispalense, en la que aparece la Virgen entronizada con el niño en el regazo, junto a san Pedro y san Jerónimo, representados todos ellos con gestos serenos y elegantes. De cronología incierta es un retablo con varios santos procedente de la iglesia de San Benito en Calatrava, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
       En 1480 aparece, junto a otros artistas, protestando por la promulgación de unas nuevas ordenanzas de oficios para la ciudad. También pintó para la parroquia de San Julián una pintura al fresco que representa a san Cristóbal, datada en 1484. Se ha pensado que pudo pintar la tabla de San Miguel Arcángel que, ejecutada entre 1490 y 1500, procede del Hospital de Zafra (Badajoz) y fue adquirida por el Museo del Prado en 1929, si bien en no pocos estudios se da esta obra como ejecutada por un anónimo “maestro de Zafra” e incluso se ha pensado que fuera de Alejo Fernández. En realidad, el San Miguel de Zafra, obra de una imaginación desbordante a la hora de representar a los demonios expulsados del cielo, muestra una mayor dependencia respecto de los modelos estéticos flamencos y una técnica pictórica algo más cuidada (lo que es particularmente visible en el tratamiento de los metales y las joyas, próximos a ciertos aspectos formales a las primeras obras de Alejo Fernández). La razón por la cual se ha pensado que podría ser obra de Juan Sánchez de Castro, hipótesis razonablemente establecida por Post, radica en que la ciudad donde se conservaba, Zafra, en la provincia de Badajoz, se hallaba a finales del siglo XV en el radio de influencia artística de Andalucía. Se le atribuye haber pintado la Virgen de la leche del Museo Nacional de Arte de Cataluña (Herbert González Zymla, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "La Oración en el Huerto", del Retablo de la Pasión, anónima, del círculo de Sánchez de Castro, en la sala I, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

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