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viernes, 18 de diciembre de 2020

El Retablo de la Virgen de la Esperanza, en la Iglesia de Santiago el Mayor

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Retablo de la Virgen de la Esperanza, en la Iglesia de Santiago el Mayor, de Sevilla.    
   Hoy, 18 de diciembre, es la Memoria de la Expectación de la Virgen, llamada también Fiesta de la Esperanza, es una fiesta memorial nacida en España, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Retablo de la Virgen de la Esperanza, en la Iglesia de Santiago el Mayor, de Sevilla.
   La Iglesia de Santiago el Mayor se encuentra en la Plaza Jesús de la Redención, 1, en el Barrio de Santa Catalina, del Distrito Casco Antiguo.
   En el muro del Evangelio vemos  un retablo del XVIII con la típica decoración de estípites de estilo neobarroco, policromado en dorado y verde, que alberga la imagen de la Virgen de la Esperanza de Roque Balduque, del siglo XVI. Se trata de una talla completa, incluidas sus ropas que, en alguna ocasión, fueron mutiladas para ser vestida con prendas textiles, siguiendo tendencias de épocas anteriores. Con anterioridad a la fusión de 1.983 se recuerda esta talla con una gran ráfaga, que sin embargo, ya había desaparecido cuando se produjo dicha unión.; imagen que está acompañada en el retablo por esculturas de San Miguel y San Nicolás, representándose en el ático una pintura de la Santa Faz (web oficial de la Hermandad de la Redención).
   Escultura del círculo o taller de Roque Balduque, siglo XVI, lamentablemente desmochada y desfigurada durante el s. XVIII para convertirla en efigie de vestir. Al encontrarse oculta por las telas, no sabemos hasta qué punto resulta factible una restauración lo más acorde posible con el estilo original, pero al menos debiera estudiarse e intentarse. Aunque siempre ha estado presidiendo el retablo de la Capilla del Sagrario, hoy la vemos en un retablo de la nave del Evangelio. Tiene buen Simpecado, con óvalo pictórico idealizado, de iconografía diferente (quizá por ello dicha insignia quedó olvidada dentro del Museo de la Semana Santa cuando esta institución se cerró, pues nadie, absolutamente nadie, sabía a qué advocación correspondía; hasta que nosotros se lo indicamos a un miembro de la cofradía del Beso de Judas, que pudo así recuperar tan flamante pieza para el acervo artístico de la iglesia de Santiago (Juan Martínez Alcalde. Sevilla Mariana. Repertorio Iconográfico. Ediciones Guadalquivir. Sevilla, 1997).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Virgen de la Esperanza;
   La representación de la Virgen en la espera del parto, denominada con el nombre de Nuestra Señora de la Expectación o de la Esperanza, no es del todo extraña al arte del siglo XIII, puesto que puede citarse un ejemplo en la catedral de León; pero se volvió frecuente a finales de la Edad Media. En efecto, en esta época la Iglesia instituyó la fiesta de la Expectación de la Virgen, fijada el 18 de diciembre, ocho días antes de Navidad.
   Una abadía belga tomó el nombre de Abadía de Buena Esperanza.
   Ese tema del embarazo parece haber sido particularmente popular en España y en Portugal donde las Vírgenes de este tipo llevan el nombre de Nuestra Señora de la O (Nossa senhora do O), sea a causa de la forma ovoidal de su vientre abombado, sea, de acuerdo con otra explicación tomada de la liturgia, porque en la semana precedente a la Natividad, las antífonas cantadas en los oficios comienzan por la letra O.
   Muchas de estas figuras no son, verosímilmente, más que elementos separados de grupos de la Visitación, donde la Virgen formaba pareja con su prima Isabel: en el vientre de las dos mujeres había una cavidad oval para alojar los embriones del Niño Jesús y de san Juanito (san Juan Bautista).
   Los pintores españoles representan a la Virgen en cinta con un sol sobre su vientre abombado.
   Las escuelas de pintura italiana y alemana también ofrecen algunos ejemplos (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).   
Conozcamos mejor la Memoria de la Expectación de la Virgen, llamada también Fiesta de la Esperanza
   Se estableció como fiesta principal de la Virgen de la liturgia hispánica, en conmemoración de la Encarnación del Verbo, en el X Concilio de Toledo, presidido por San Eugenio III Obispo de Toledo, celebrado el  656 durante el reinado de Recesvinto. Fue confirmada, así mismo, por su sucesor, San Ildefonso de Toledo, pues el anterior prelado murió al año siguiente de la promulgación, al que erróneamente se le atribuye el título que hoy tiene, pero al que pertenecen casi todos los textos eucológicos de la fiesta. Puesto que la observancia cuaresmal o la fiesta de Pascua imposibilitaban señalarla el veinticinco de marzo, nueve meses antes de Navidad, se decidió instaurarla en el contexto del Adviento, en la octava anterior a la celebración de nacimiento, fundamentándose en el ejemplo de Iglesias lejanas, quizás a la copta y a la etiópica. Fue la única fiesta mariana de la liturgia hispánica hasta que sobre el siglo IX se introdujo la de la Asunción. Recibe también el nombre popular de Fiesta de la O porque desde su víspera hasta el veintitrés se cantan solemnemente al Magníficat unas antífonas, que se hicieron muy populares, y que empiezan siempre por la exclamación latina O (español, Oh), para mostrar el perpetuo asombro del hombre por el nacimiento del Dios humanado. En la Iglesia de Inglaterra se adelantó ya en el medievo esta práctica al día dieciséis, señalando para el día veintitrés una octava antífona de tinte mariano: O Virgo virginum, que dice así: “Oh, Virgen de Vírgenes, ¿cómo ha de ser esto? / Ya que nunca antes hubo una como vos, ni la volverá a haber./ Hijas de Jerusalén, ¿por qué os maravilláis de mí? / Lo que vosotros admiráis es un misterio Divino”. Ésta pasó a utilizarse en la fiesta de la Expectación cuando se introdujo en el Rito Romano. Cuando se impuso en la Península Ibérica el Rito Romano a partir del siglo XI, se mantuvo como fiesta particular  hispana, con el título con que actualmente la conocemos, al tiempo que la festividad romana de la Anunciación del veinticinco de marzo pasó a ser introducida en el Missale Gothicum. En la reforma postridentina del Rito Romano esta fiesta fue aprobada por Gregorio XIII Buoncompagni en 1573 con la categoría de doble mayor en el Propio de Toledo. Las lecciones del breviario se tomaron del tratado De perpetua virginitate del citado San Ildefonso de Toledo. Esta Iglesia consiguió incluso el privilegio, aprobado el veintinueve de abril de 1634, de celebrarla incluso en concurrencia con el IV Domingo de Adviento. De aquí se extendió a casi todas las diócesis hispánicas.
   Del ámbito hispano pasó a otras Iglesias y congregaciones, a las que se les concedió: a Venecia y Tolouse en 1695, a los cistercienses en 1702, a Toscana en 1713, incluso a los Estados Pontificios en 1725 por Benedicto XIII Orsini (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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