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martes, 14 de febrero de 2023

La Hacienda San Valentín, o La Coronela, en Marchena (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Hacienda San Valentín, o La Coronela, en Marchena (Sevilla).
     Hoy, 14 de febrero, en Roma, en la vía Flaminia, cerca del puente Milvio, San Valentín, mártir (s. inc.) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
        Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Hacienda San Valentín, o La Coronela, en Marchena (Sevilla).
     La Hacienda San Valentín, o La Coronela, se encuentra más cercana al casco urbano de Puebla de Cazalla, al sur del casco urbano; en Marchena (Sevilla).
     El caserío de la Coronela se sitúa junto a la loma de la Mesa del Hornillo, al sudeste del término de Marchena y muy cerca de los límites con el de Osuna, hallándose así en el área meridional del municipio donde además se encuentran otras haciendas. La negativa de la propiedad a permitir el acceso a sus edificaciones en el curso de las visitas realizadas con motivo de este estudio determina que los datos reseñados en estas líneas sean fragmentarios y necesariamente incompletos.
     En cuanto a sus edificaciones, el conjunto de la Coronela se articula en dos núcleos principales de apreciable envergadura acompañados por otras piezas dispersas, algunas de grandes dimensiones. Por un lado se distingue el núcleo principal o hacienda, denominada también al parecer de San Valentín. El sector de mayor antigüedad se ordena, tras franquearse una portada, en torno a un apeadero y un patio contiguo con altos cipreses a los que dan la capilla, con un empaque de auténtica iglesia, con atrio y óculo en la fachada y remate de espadaña; el antiguo molino aceitero, en una ancha pieza junto al bloque de un torreón de contrapeso, probable testimonio de la existencia de un primitivo molino aceitero de prensa de viga, que debió modernizarse con la introducción de sistemas industriales; y el señorío, magna residencia de dos alturas que al exterior se abre a un cuidado y espacioso jardín y huerta delimitado por setos, con palmeras, árboles de gran porte y alineaciones de frutales. Estas edificaciones, muy cuidadas tanto en sus aspectos estilísticos como en su conservación, se atienen a las líneas de la arquitectura tradicional del agro sevillano, de notas populares y barrocas, reinterpretadas seguramente desde la óptica regionalista en boga durante el primer tercio del siglo XX, cuando, con toda probabilidad, debió adquirir este sector la fisonomía que lo caracteriza.
     Al oeste de del señorío, capilla y molino se distribuyen, articulando tres patios sucesivos, varias naves longitudinales de gran envergadura correspondientes a diversas dependencias de labor y viviendas de encargados y otros trabajadores: graneros, cuadras, almacenes, cocheras, muelles de carga y otras instalaciones. Por su factura, debe tratarse de construcciones más recientes, de las décadas de 1950 y 1960 con añadidos posteriores, destacando en especial una dilatada nave con bóveda de hormigón trasdosada.
     En las inmediaciones de este núcleo de la hacienda, tanto al norte como al sur, se disponen además extensas naves de uso ganadero, las antiguas vaquerizas, zahúrdas, colgadizos y diversas piezas para el almacenaje de pienso, así como cercados y muelles, en cuyos alrededores predominan hoy los plantíos de olivar.
     A unos centenares de metros al norte del núcleo de la hacienda se ubica otro núcleo de regular extensión designado en la cartografía como Cortijo de la Coronela. Consta de patio de planta cuadrada cerrado por naves longitudinales a cuya periferia se adosan otras naves menores y un voluminoso cuerpo de varias naves paralelas bajo grandes faldones de teja cuya funcionalidad no se ha podido establecer, pudiéndose tratar quizá de construcciones destinadas a tinao, pajar y grandes establos.
     Entre las escasas noticias que se han podido recoger sobre la finca hay que señalar que probablemente se formase en la segunda mitad del siglo XIX a partir de propiedades de la Casa Ducal de Osuna enajenadas tras su renombrada quiebra en esas fechas, junto con la agregación de posesiones menores, como la suerte de olivar que la hermandad de las Ánimas Benditas de la Puebla de Cazalla tenía en la Coronela y que fue enajenada por el Estado en 1836 a raíz de la desamortización. En todo caso, a principios del siglo XX la Coronela aparece como una de las mayores y más notables fincas de la provincia, propiedad del célebre matador de toros sevillano Antonio Fuentes, formada por tierras de labor, olivares y terrenos de dehesa donde pastaba su ganadería de lidia, extendiéndose sobre los términos de Marchena, Osuna y la Puebla de Cazalla. Epítome popular de las múltiples facetas del latifundio bajoandaluz, fue símbolo de fortuna y ascenso social -a su dueño a menudo se le motejaba "el diestro de la Coronela"-, y también de leyenda, pues se contaba que el Pernales, el último bandido de la Campiña, la visitó varias veces, unas, como se comprobó en una ocasión en 1906, para exigir sustento, y otras, para entablar conversación con el torero y relatarle sus correrías. La actividad agropecuaria de la Coronela repercutía además en las localidades circundantes, de modo que su propietario poseía varias fábricas de aceite, bodegas y almacenes en la vecindad, como, por ejemplo, en la Puebla de Cazalla. En 1935 Fuentes vendió la Coronela a Ramón de Carranza por la considerable suma de cuatro millones de pesetas.
     En la segunda mitad del siglo XX la Coronela se afianzó y modernizó como gran explotación, hasta el punto de ser considerada finca modelo por el Ministerio de Agricultura. En su estudio de las haciendas sevillanas de la campiña, Isabel Sabaté aporta un análisis y datos sobre la finca que permiten hacerse una detallada idea de sus producciones en el último cuarto del pasado siglo. Según dicha autora, la Coronela figuraba entonces como una de las mayores explotaciones de la provincia, con una superficie de 1.731,2 ha distribuidas en 977,9 de cereal, 650,4 de olivar, 53,7 de pastos, 10 de viña, junto con porciones menores de eucaliptal y de huerta, y 34,5 ha de terrenos improductivos. Apunta asimismo que su estructura de parcelas en torno a las vías de comunicación y la presencia de numerosas edificaciones dispersas, ya en ruinas a principios de la década de 1980, eran reflejo de una propiedad antes más fragmentada que se había ido concentrando. A tenor de estas referencias, parece que el latifundio de la Coronela no cesó de crecer desde el siglo XIX, al tiempo que el cereal, en primer lugar, y el olivar ganaron terreno a costa de la viña y, sobre todo, de las tierras de dehesa y pasto. La Coronela configuró, por tanto, una gran explotación mixta con predominio del cereal y el olivar, pero que además incluía una importante actividad ganadera, extensiva en sus primeros tiempos y en fechas más recientes, de ganado vacuno estabulado para la producción de leche; ésta cesó en 1998 bajo la marca de leche del día que ostentaba el nombre de la finca (Guía Digital del Patrimonio Histórico de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Valentín;
     Con ese nombre se venera a tres personajes diferentes que en realidad pa­rece que son uno solo y cuya fiesta se celebra también el mismo día (14 de febrero): un sacerdote romano, un obispo de Terni y un obispo itinerante de Recia.
     Al margen de la coincidencia de los aniversarios, lo que prueba que los dos santos Valentín italianos son uno solo es que la tumba del sacerdote romano, quien habría sido decapitado en el año 273, se encuentra en un cementerio de la Vía Flaminia y que el otro es venerado en una ciudad, Terni (Interamna) situada sobre la prolongación de esa misma Vía. El culto del sacerdote romano se difundió a lo largo de la Via Flaminia y se implantó en Terni. Las reliquias de este santo duplicado se conservaban en la iglesia de Santa Práxedes, en Roma.
     En cuanto al san Valentín  de Recia, cuya leyenda es el resultado de una contaminación con la de sus homónimos italianos, era un obispo itinerante que fue enterrado en Mais, cerca de Merano, en el Tirol italiano. El duque de Baviera, Tasilón III, hizo transportar sus reliquias a Passau en 764, y lo convirtió en uno de los santos patrones de su diócesis, lo cual explica su popularidad en Alemania.
CULTO
     El culto de san Valentín, en Francia, se localizó en el curso inferior del Sena, sobre todo en Jumieges.
     San Valentín es el patrón de los enamorados porque en ciertos países las jó­venes casaderas elegían novio el día de su fiesta, o porque es la época en que los pájaros comienzan a acoplarse. El galán elegido el día de la fiesta de san Valentín se llamaba a sí mismo un Valentín, que la etimología popular alemana ha convertido en Vielliebchen (bien amado), y Philippchen. De esta úl­tima palabra deriva el vocablo francés Philippine. La expresión Bonjour Philippine se emplea a manera de juego, para reclamar un pequeño regalo. Por otra parte, el san Valentín de Recia o de Passau se invocaba en Alemania para la curación de los epilépticos, es decir, de los aquejados del mal que en alemán se llama Fallsucht. Se explica dicho patronazgo porque el santo habría curado a un niño enfermo que se representa a sus pies, y que se toma por un epiléptico. Pero también puede suponerse en este caso un juego de palabras con Valentín y el verbo fallen (caer), que tiene homofonía con Fallsucht, e incluso puede derivar de una confusión entre Valtl, forma popular de Valentín y Veitl, diminutivo de Veit (Vito) que alude a san Vito, el santo que curaba el mal epónimo. Como tales juegos de palabras sólo existen en lengua alemana, se comprende que dichos patronazgos hayan quedado localizados en Alemania.
     El brazo relicario de san Valentín, que formaba parte del tesoro de la catedral de Basilea, emigró a Nueva York.
     También se lo creía protector de los campos contra las plagas de ratones silvestres.
ICONOGRAFÍA
     La iconografía de san Valentín es casi exclusivamente alemana y data de las postrimerías del siglo XV y de principios del siglo XVI.
     Está representado como obispo, con un niño epiléptico acostado a sus pies (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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