Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

   Otra Experiencia con ExplicArte Sevilla :     La intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla" , presentado por Ch...

miércoles, 22 de febrero de 2023

Los principales monumentos (Castillo; Ermitas del Calvario, de San Sebastián, y de la Virgen de la Piedad; e Iglesia del Divino Salvador) de la localidad de Cortegana, en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Castillo; Ermitas del Calvario, de San Sebastián, y de la Virgen de la Piedad; e Iglesia del Divino Salvador) de la localidad de Cortegana, en la provincia de Huelva.
Ubicación
     El municipio de Cortegana se encuentra en la parte oeste de la Sierra de Huelva, al Norte de la provincia, presentando una extensión de 173,1 km2 de superficie. El núcleo urbano se levanta al Este, con una altitud de 690 m, descendiendo la población desde el castillo hacia zonas más bajas. Su término (en el que además se incluyen las Aldeas de La Corte, Puerto Lucía y La Pica y las Barriadas Mineras de Valdelamusa y San Telmo) se caracteriza por una topografía accidentada, donde sus pequeños valles se entremezclan con cabezos y cerros que no llegan a alcanzar en ningún momento los 800 metros de altitud.
Breve reseña histórica
     Los orígenes de Cortegana se remontan a la época neolítica, de la que se conservan abundantes objetos de piedra. De la época calcolítica existen varios poblados, que se dedicaban fundamentalmente a la explotación de filones de material.
     Gracias a Ptolomeo se conoce desde época romana como CORTICATA (que quizá provenga de "c o r t e x", corteza, haciendo referencia a la abundancia de corcho en la zona. En época visigótica aparece bajo el nombre de "CORTESAN" o "CORTEZA". Más tarde, el musulmán Al Himyari la menciona con el nombre de "CARTSANA", calificándola de cabecera de una de las comarcas de Sevilla.
     Reconquistada en el siglo XIII, el Rey Don Alfonso X El Sabio le concedió en 1253 el título de villa donándola a la ciudad de Sevilla, a la que siguió perteneciendo hasta la implantación de la actual división provincial.
Patrimonio cultural y artístico
     Cortegana cuenta con un rico patrimonio histórico, en el que destacan:
     CASTILLO DE SANCHO IV. Declarado Monumento Histórico Artístico. Se construyó a finales del siglo XIII, hacia 1295 (probablemente sobre los restos de una fortaleza anterior, árabe o romana) por orden del Rey Sancho IV El Bravo, como parte de la llamada "Banda Gallega", línea defensiva paralela a la frontera portuguesa con la finalidad de defender a la ciudad de Sevilla ante posibles invasiones desde el país vecino. Desde el 2 de agosto de 2006 Cortegana ha recuperado la titularidad de su castillo, titularidad que pertenecía hasta entonces a la ciudad de Sevilla en virtud de las donaciones hechas por Alfonso X y Sancho IV.
     A lo largo de su historia, sufrió numerosos deterioros, motivados unos por el progresivo abandono en que fue cayendo al cesar su finalidad militar, y otros, debidos a causas naturales, como el terremoto que asoló Lisboa en el Siglo XVIII y que extendió su acción a esta comarca. Ha sido objeto de varias restauraciones, la más importante de las cuales fue la restauración realizada en 1970, que lo devolvió a su primitivo estado.
     Desde entonces ha sido acondicionado como museo que atesora desde restos arqueológicos hasta mobiliario y utensilios de época, pasando por muestras de la artesanía local.
     IGLESIA PARROQUIAL DEL DIVINO SALVADOR. Impresionante monumento por la extensión de su planta y su gran valor artístico. Su primer tramo es de principios del XVI, de estilo gótico. Destacar los púlpitos de estilo barroco, así como su rica colección de orfebrería que abarca desde el siglo XV hasta la actualidad y vestiduras de los siglos XVII y XVIII.
     Otras visitas de interés de la población se localizan en LA ERMITA DE NTRA. SRA. DE LA PIEDAD (adosada a los basamentos del castillo, aunque en un principio estuvo dedicada al culto de Ntra. Sra. Del Castillo custodia la imagen de Ntra. Sra. De la Piedad , titular de la Ermita y Patrona de Cortegana).
     LA IGLESIA DE SAN SEBASTIÁN, de estilo gótico-mudéjar, su presbiterio data del siglo XV y LA ERMITA DEL CALVARIO ( que alberga la imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno que data del año 1607). Del casco urbano de la localidad destacar las casas mudéjares de la calla La Caza (números 22 y 24) ,la Casa Estrada y los Casinos de Sociedad (arquitectura siglos XIX-XX), la Plaza de Toros (1858) y el nacimiento del río Chanza (cuyo abrevadero está fechado en 1883 aunque el lavadero es de fecha posterior).
Fiestas y tradiciones
     Destacar a finales de febrero el cada año más pujante Carnaval, fiesta recuperada en 1978 que durante los últimos ha alcanzado gran prestigio y que ha recuperado las actuaciones de murgas y comparsas en el Teatro Capitol y los desfiles en sus calles.
     La Semana Santa es de gran belleza, por sus impresionantes procesiones y la calidad de las imágenes. No debemos olvidar un rito muy popular en la zona, la Quema del Judas, que se realiza en la noche del sábado santo, así como la fiesta de "El Huevo y el Bollo", durante la Pascua de Resurrección (solía celebrarse en las laderas del castillo) sin olvidar claro está las Cruces de Mayo.
     También en mayo, en el Poblado Minero de San Telmo, se celebra la Romería en honor a su Patrón. Y en julio, en Valdelamusa, tiene lugar la "Velá", una fiesta de gran arraigo.
     Al final de la primavera, hacia el 13 de junio, se celebra la fiesta quizá más popular y multitudinaria: la Romería de San Antonio de Padua.
     En el mes de agosto se celebran uno de los eventos más interesantes del verano andaluz las Jornadas Medievales, en torno al Castillo y la Iglesia Parroquial. Destacar el mercado y los mesones medievales, y las actuaciones de todo tipo que aprovechan los diversos escenarios naturales.
     En septiembre, alrededor del día ocho, se celebra la Feria dedicada a la Patrona, Nuestra Señora de la Piedad .A partir de noviembre y diciembre, tiene lugar otra de las tradiciones más características de la zona, aunque de ámbito más familiar: las matanzas caseras de cerdos, que se realizan en los propios domicilios de los particulares. A primeros de diciembre, los poblados de Valdelamusa y San Telmo celebran la festividad de Santa Bárbara, devoción que se deriva del origen minero de ambas localidades.
Recursos económicos y sociales
     La economía de CORTEGANA se asienta en la actualidad en el sector industrial y de servicios, sin olvidar el agrícola. La industria principal es la del sector cárnico, con importantes mataderos de cerdos y fábricas de chacinas y embutidos e industrias dedicadas a la salazón. La industria del corcho es una actividad importante y el forjado del hierro cuenta con dos talleres, dedicados sobre todo a la frenería.
     Destacar la importancia, asimismo, que tiene el sector minero en las Barriadas de Valdelamusa y San Telmo. La agricultura se ciñe al tradicional cultivo de huerta junto con las tierras de olivos, encinares y castaños. La ganadería es predominantemente de cerda aunque a ella se han incorporado el ganado bovino, ovino y caprino.
Gastronomía
     La tradición gastronómica de la población se asienta en el cerdo ibérico, de calidad excelente por la crianza selectiva del cerdo a base de bellota y por el lento proceso de curación. Propios de las estaciones de otoño e invierno son las “migas”, el “gazpacho de invierno” (con asadura, patatas y cilantro), los “cucos” (castañas tostadas en las brasas), “las sopas de olores” y las tortas de chicharrón. De la repostería local destacar los piñonates, pestiños, perrunillas y magdalenas (Diputación Provincial de Huelva).
       Los primeros datos de ocupación humana en la zona de Cortegana se remontan al III milenio a.C. Se trata de una serie de poblados situados en lugares estratégicos, como son los yacimientos de Corteganilla, Sierra Papatortas, Santa Bárbara, Cerro del Cojo y Alto de la Caba. La población romana ha sido identificada con la Corticata nombrada por Ptolomeo. Muy abundantes son los vestigios de este período en su término municipal como, por ejemplo, la estela sepulcral dedicada a un individuo de nombre Anceitus, actualmente en el castillo. Respecto al periodo islámico, Cortegana es nombrada con distintas variantes toponímicas en las fuentes árabes, entre otras, Qartasana que parece corresponder al onceavo iqlîm del territorio de Sevilla musulmana. A mediados del siglo XIII, la población pasó a manos cristianas, quedando incorporada al alfoz de la ciudad de Sevilla como villa de realengo, condición que mantendría en lo sucesivo. A lo largo del siglo XVI, la población experimentó un importante crecimiento demográfico, propiciado tanto por el cese de los conflictos bélicos como también por la reactivación de las explotaciones agropecuarias de su término, especialmente la producción de miel. Durante el siglo XVII, los conflictos fronterizos entre España y Portugal afectaron muy negativamente a la población. La recuperación vendría de nuevo en el siglo XVIII y principalmente durante las dos primeras décadas del siglo XIX cuando prosperó en la villa una cierta burguesía industrial que invirtió fuertemente en fábricas de corcho. Durante el siglo XX los mataderos industriales desplazaron al corcho como motores de la economía local (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Lo primero que se ve al llegar a Cortegana es su castillo. Un bastión que corona el caserío y alimenta la marea de tejas y fachadas. La fortaleza define torreones y cortinas en lo alto de un cerro estratégico que domina las cumbres. Fue construida en el siglo XIII, en tiempos de aquel rey de nombre Alfonso IV y apelativo el Bravo, empeñado en sembrar de baluartes defensivos todas las sierras próximas a Portugal. Reforzados sus muros en tiempo de los Reyes católicos y restaurado en 1970, esconde una pequeña plaza de armas, un aljibe, un almacén, una mazmorra y los aposentos del alcaide. Aprovechando el espacio disponible, se ha preparado un museo que recrea el ambiente de la época e ilustra el recorrido con ballestas, tallas, armaduras, atriles, misales y piezas arqueológicas como inscripciones funerarias, capiteles y ánforas. Desde el adarve se confirma cómo a los pies del castillo se despereza el caserío, que se divide en dos áreas cromáticas: el conjunto de tejados viejos agrupados alrededor de la iglesia y las tejas relucientes que pertenecen a los núcleos industriales relacionados con el corcho o los secaderos de jamón.
     Bajando del bastión pronto se llega al templo parroquial del Divino Salvador, que conserva del edificio primitivo levantado a mediados del XIV la portada del Perdón, el rosetón y la fachada de los pies. Llama la atención en su interior la presencia de labores de forja, visibles en tres púlpitos y una reja. Abundan en el tesoro parroquial las piezas de orfebrería y los ornamentos litúrgicos.
     A partir de este punto proliferan las fachadas con interés artístico e histórico, entre las que no se deben olvidar las que cierran los edificios de los dos casinos, ejemplos de arquitectura modernista-regionalista. Sobre todo en la calle García Lorca y sus alrededores, se localizan varias casas de finales del siglo XIX y comienzos del XX, entre las que cabría destacar una, fechada en 1882, que luce balaustrada superior y un conjunto de gárgolas, y una mansión modernista construida en 1907, que presenta un derroche de elementos decorativos en la fachada y un primor de puertas y vidrieras en los espacios interiores.
     Cerca se levanta la iglesia de San Sebastián, cuya construcción se inició en el siglo XV y se terminó en el XVI. Una bóveda de crucería gótica cubre el presbiterio, que resulta ser la parte más antigua. Entre las fuentes que alegran el caserío sobresale el conjunto (abrevadero y lavadero) donde nace el río Chanza.
     En el segundo fin de semana de agosto, en Cortegana se celebran unas Jornadas Medievales que giran alrededor del castillo. Las calles se llenan de juglares, acróbatas, caballeros, músicos, bufones, mercaderes, frailes, trovadores y doncellas. Y los alrededores del bastión se alegran con diversas representaciones teatrales y un mercadillo (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guiarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012). 
     Industriosa villa de la serranía de Huelva inmersa en un bello paisaje de castaños, encinas y alcornoques.
Historia
     Población de origen turdetano, la etimología de su nombre es dudosa. Para unos, romana; para otros, árabe. A principios del siglo XIII fue conquistada a los musulmanes por la Orden Hospitalaria para el reino de Portugal. Durante bastantes años, portugueses y castellanos disputaron por el dominio de la región, conjunto de hechos a los que históricamente se les ha llamado Conflicto del Algarve. La ciudad cambió de manos en diversas ocasiones, hasta que, tras el Tratado de Badajoz de 1267, todo el territorio comprendido entre el Guadiana y el Guadalquivir pasó a poder del reino de Castilla.
Gastronomía
     Los derivados del cerdo ibérico, especial­mente su extraordinario jamón, constituyen, junto con el resto de la serranía de Huelva, la principal aportación de la ciudad a la gastronomía onubense y andaluza. Pero también cuenta con otros platos de dilatada tradición como el gazpacho de invierno, a base de hígado de cerdo, patatas y "culantro" (cilantro); las migas, que aquí se hacen con patatas además del con­sabido pan, y la torta de chicharrón, hecha con harina y chicharrones de cerdo. Como postre, compota de membrillo, prestines, gañotes y piñonates.
Artesanía
     Desde muy antiguo se practica la alfarería, con la producción de toda clase de piezas de barro con decoración "a la cuchara"; la frenería, con producción de estribos y bocados para caballos que se exportan a toda España y el extrajero; los trabajos en corcho y la fabricación de balanzas romanas, aunque estas últimas solamente por encargo ya que los distintos procesos se realizan de un modo puramente artesanal.
Fiestas
     En febrero, las murgas y chirigotas del Carnaval toman las calles. Sobre el 13 de junio se celebra la tradicional romería de San Antonio a la aldea de La Corte. Se trata de una de las más atractivas de la serranía con gran asistencia de romeros de todos los alrededores. En torno al 8 de septiembre, feria en honor de la patrona, Nuestra Señora de la Piedad.
Visita
     Arriba, en una colina situada al norte de la ciudad, se levanta el castillo. Se trata de una fortaleza del siglo XIII construida bajo los estilos románico y gótico en piedra y mamposte­ría. Posee una planta de más de 1.000 m2, cuatro torres rectangulares y una semicircular. Ha sido restaurado y se encuentra en buen estado de conservación, ubicándose en él una especie de museo que acoge desde restos arqueológicos hasta mobiliario y utensilios de época, incluidas muestras de la artesanía local, y un punto de información sobre el Parque Natural. Desde él se divisa una magnífica vista de la serranía y la ciudad.
     Prácticamente debajo del castillo, pero ya en el entramado de callejuelas con casas de tejado rojo, se halla la iglesia parroquial del Divino Salvador, en la plaza de su nom­bre. Se trata de una construcción de piedra del siglo XVI, de planta rectangular con tres naves y estilo mudéjar. Declarada Monumento Nacional, destaca su aspecto de fortaleza con los poderosos contrafuertes de su fachada y, en el interior, los tres púlpitos de hierro, excelentes piezas de cerrajería barroca realizadas por artistas locales.
     En el otro extremo de la ciudad, en la calle del mismo nombre, se levanta la iglesia de San Sebastián, de una sola nave y estilo gótico mudéjar (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

El castillo
     Se trata de la fortaleza medieval mejor conservada de la comarca. Se compone de dos sectores: la cerca y el alcázar. La cerca está conformada por un potente muro protegido por torres de planta cuadrada y rectangular, en una de las cuales se dispuso su primitiva puerta de acceso en recodo, hoy desaparecida. El alcázar, en el centro del recinto, es un edificio de medianas di­mensiones, de planta tendente a rectangular, al que se accede a través de una puerta de perfil acodado. Su distribución interior comprende un patio de armas en el sector Sur, cuyo subsuelo está ocupado por un aljibe y, en su frente, un gran núcleo compacto destinado a estancias. En el ángulo Noreste del alcázar se levanta la denominada torre del homenaje. Carecemos de datos que permitan establecer con certeza el origen remoto de esta fortaleza. Posiblemente su fundación sea de época andalusí, aunque su actual aspecto habría que ponerlo en relación con el plan defensivo promocionado por el Concejo de Sevilla a finales del siglo XIII para defender el extremo Noroeste de su territorio (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     El castillo se asienta sobre la cumbre de un cerro casi exento a 745 metros de altitud, dominando un maravilloso paisaje.
     El pueblo de Cortegana se extiende en la ladera occidental del cerro, más alta y suave que las restantes.
     Se puede incluir en el grupo de fortificaciones de la provincia de Huelva, cuyas características formales le hacen pertenecer a los de origen cristiano. Al mismo tiempo, tipológicamente pertenece a aquellos que poseían en su interior edificios exentos bien separados de la cerca externa, debido a su finalidad militar. Es en este modelo donde aparece la idea de población fortificada, en las que un cierto número de casas se encontraban muy próximas a la cerca murada.
     El castillo se compone de tres elementos principales: la cerca exterior, también llamada barbacana, el patio de armas y el alcázar. Además hay que incluir dentro del recinto cercado la Ermita de Nuestra Señora de la Piedad, situada en el flanco oriental del castillo.
     La cerca o barbacana: sólo se conservan restos muy escasos de la primitiva muralla que circundaba el castillo.
     Actualmente está marcado casi todo su trazado mediante la construcción de un pequeño murete. La cerca original poseía diversas torres además de dos puertas, y hoy día tan sólo quedan pequeños vestigios de una de las torres y un acceso. El recinto alcanzaba una extensión de trescientos veintiséis metros de longitud y se adaptaba orgánicamente a las desigualdades del terreno. Se cree que el castillo poseía una segunda protección más próxima a éste y que lo rodeaba completamente, pero no hay estudios contrastados que apoyen esta teoría.
     En cuanto al castillo, la planta es de una extraordinaria complejidad a pesar de sus reducidas dimensiones. El acceso al castillo se producía a través de dos puertas: una en el norte, hoy cerrada, y otra en el sur, que es la que actualmente se usa.
     El patio de armas está flanqueado por dos torres al oeste, una circular y maciza, y otra cuadrangular y con cámara a la altura del denominado Paseo de Ronda. Lo más destacado de este espacio es lo reducido de sus dimensiones en contraste con la rica articulación de sus alzados, compuestos por la enorme macicez de la zona de habitaciones de su flanco este, y por la complicada y pintoresca escalera que, ascendiendo hasta la azotea, conecta con la segunda planta de habitaciones y con el Paseo de Ronda. La entrada, en eje acodado, desde la pequeña puerta meridional y el bien construido aljibe, que ocupa el centro del patio, son otros elementos que completan y enriquecen el espacio. Hay que destacar que, actualmente, existe una torre junto a la entrada del castillo, de reciente construcción, fruto de la última rehabilitación a que ha sido sometido el edificio.
      El alcázar está constituido por un gran bloque de planta trapezoidal al que se adosa en su ángulo sudeste un gran torreón, denominado Torre del Homenaje. Está constituido por dos plantas, compartimentadas en cinco cámaras en planta baja y tres en la segunda, cubiertas con bóvedas de cañón de diversos perfiles. La cámara del ángulo noreste está subdividida mediante un gran arco apuntado y ocupa en altura dos pisos.
     La Torre del Homenaje se encuentra actualmente maciza hasta la azotea, que cubre los dos pisos antes descritos. Una vez en la azotea, que constituye el paseo de ronda, se accede a la cámara principal de la torre, que sobresale de todo el conjunto y corona la fortaleza. Este espacio posee una bóveda vaída.
      Respecto a los materiales empleados en el castillo, concretamente, se empleó la piedra y el ladrillo, aunque construido con diversos aparejos a base de mampostería de piedra careada de regular tamaño, alternando en distinta proporción y forma, según los sitios. La piedra procede de la roca caliza, que afora a la superficie, y que sirvió al mismo tiempo de segura cimentación. La cal para la argamasa, junto con el ladrillo, debió de extraerse y elaborarse en sus proximidades.
     En cuanto a la Ermita de Nuestra Señora de la Piedad se puede decir que es una sencilla construcción realizada entre los siglo XVI y XVIII. Se sitúa en el flanco oriental del castillo y está casi adosada a sus muros. Está formada por una sola nave, con un camarín, pórtico y dependencias que constituyen la sacristía y vivienda del ermitaño.
     La fecha de inicio de la construcción de la Fortaleza- Castillo hay que colocarla en la segunda mitad del siglo XIII (concretamente hacia el año 1293), a raíz de la conquista cristiana de la zona y la necesidad perentoria de defender un acceso a las tropas portuguesas, que disputaban con las castellanas, el control de la Sierra de Huelva. Toda la sierra pasó a manos cristianas sin ningún tipo de actividad bélica. La conquista del Reino de Sevilla por Fernando III El Santo y la posterior capitulación de Niebla por Alfonso X El Sabio dejaron a esta comarca sin la salida al Valle del Guadalquivir.
     Paralelamente, el rey portugués Sancho II inicia la conquista del Algarve y Alentejo, llegando incluso hasta la orilla del mar y ocupando fortalezas que más tarde serían castellanas. Todo esto provoca que en la zona se produzcan un saco de población islámica que ha de rendirse a unos u otros para mantener sus formas tradicionales de vida.
     En estas coordenadas históricas hay que situar la construcción del Castillo de Cortegana, que debería servir de apoyo a los castillos de Aroche y Encinasola, siguiendo un esquema de defensa de líneas concéntricas, escalonadas en profundidad, mucho más efectivo que el sistema lineal romano empleado hasta entonces. Se forma la llamada "Banda Gallega", cuya misión principal es la de defender la frontera con Portugal. El castillo se sitúa en la segunda línea, junto con los castillos de Torres y Cumbres Mayores.
     Antes de la erección del castillo existía una reducida población árabe en la cercana cumbre del Cerro del Castillejito (llamado Gigna), que junto con la población de colonización cristiana, principalmente de origen leonés, da lugar a una aldea de explotación agropecuaria, semejante a otras de la Sierra de Huelva. El pueblo pues, tiene un origen bajomedieval en una aldea de repoblación leonesa, en la que parece que se admitió en principio a la población islámica de los alrededores.
     Como ocurrió con las demás poblaciones de la sierra, a esta población había que protegerla de los ataques portugueses, mediante la construcción de fortalezas que sirvieran a la vez de refugio a la población civil. Esta empresa corrió a cargo del rey Sancho IV, quien definió los castillos por él construidos como alcazabas con una amplia cerca para la salvaguarda de ganados, cosechas y personas. A este modelo responden los castillos de Cumbres Mayores, Fregenal, Cumbres de San Bartolomé, Encinasola, Cala, Aracena y Cortegana.
      Durante los siglos XIV y XV, el castillo se usará para descanso y distribución de tropas y pertrechos por conflictos con el vecino Portugal. Posteriormente, abandonado su mantenimiento por carecer de utilidad inmediata, pierde una torre en el siglo XVI. En el XVII, volverá a ser reparado para los enfrentamientos que condujeron finalmente a la independencia de Portugal. En 1681, el castillo vuelve a sufrir nuevos daños debidos al terremoto ocurrido. Las reformas realizadas no modifican su estructura, pero se refuerza la barrera exterior que la rodea donde se situarían las armas de fuego.
     Una vez alcanzada la paz por el Tratado hispanoluso de 1668, las estructuras militares caen en un completo abandono, hasta principios del siglo XVIII con la Guerra de Sucesión a la corona española. Tras este conflicto, el castillo vuelve a caer en desuso. Por ello se configura un Plan de Refortificación para todas las construcciones militares del Sur y del Oeste, aunque las reparaciones no son muy efectivas según la inspección realizada en 1739, por orden del Duque de Montemar. Con la Guerra de la Independencia, los castillos cumplen sus últimas funciones militares. En la Guerra Civil, el castillo volvió a tener utilidad bélica. En los años finales del siglo XX se produce una importante restauración del castillo a cargo del arquitecto Alfonso Jiménez (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ermita del Calvario
     Fue reconstruida en 1974 sobre la antigua ca­pilla del cementerio viejo. En su interior se encuentra la imagen de vestir de Nuestro Padre Jesús Nazareno que conserva la cabeza y manos del que en 1607 talló el escultor sevillano Blas Hernández Bello y policromó Diego de Salcedo. Recientemente ha sido restaurada por el imaginero Juan Manuel Miñarro (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Ermita de San Sebastián
     Se trata de un edificio gótico-mudéjar inicia­do en la primera mitad del siglo XVI, momento al que corresponde su presbiterio, cubierto con bóveda de crucería gótica, y la molduración del arco toral. La nave, las dos portadas -la lateral modificada- y la espadaña corresponden a la segunda mitad del siglo XVI. La actual cubierta abovedada de la nave podría corresponder a una intervención del siglo XIX.
     La cabeza de la antigua escultura de San Sebastián, datable en el primer tercio del siglo XVI se encuentra actualmente expuesta en la capilla del castillo y podría atribuirse al círculo del escultor Jorge Fernández «Alemán» (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Ermita de la Virgen de la Piedad
     El origen del actual santuario de Nuestra Señora de la Piedad se remonta a finales del siglo XIII, siendo una de las ermitas denominadas de «repoblación». Estuvo constituida primitivamente por una sola nave, terminada por un ábside de planta ultrasemicircular, siendo posiblemente remozada y ampliada a finales del siglo XVI o principios del siglo XVII.
     No obstante, su actual aspecto lo adquirió a mediados del siglo XIX, cuando en 1854 se labró el actual camarín y posiblemente se abovedó su interior, como consta por una inscripción que se encuentra a los pies de la nave y que alude a las limosnas de los feligreses con que se financió y a las gestiones realizadas a tal efecto por los comisionados: don Toribio Rodríguez  Romero y don Manuel Campanón Rioja. En 1958 se re­ decoró el edificio diseñando el arquitecto Aurelio Gómez Millán la actual portada de ingreso y adornándose sus paredes y bóvedas con pinturas murales realizadas por el pintor local Aurelio del Portillo. Sus retablos e imágenes son todas modernas, destacando la Virgen de la Piedad, obra del escultor Agustín Sánchez-Cid, realizadas en el año 1937 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Iglesia del Divino Salvador
     Los restos más antiguos de la parroquia del Divino Salvador corresponden a la fachada de los pies, con la portada y el rosetón, que pertenece al primitivo templo gótico-mudéjar, de mediados del siglo XIV. A finales del siglo XV, cuando aumenta la población y se activa la economía, esta antigua fábrica debió ser renovada. Siguiendo las fórmulas constructivas del gótico­ mudéjar final, se proyectó un templo con tres naves cubiertas a la misma altura. Se utilizaron arcos de perfil apuntado sobre  pilares de ladrillo de sección cruciforme, empleándose como cubiertas bóvedas sexpartitas con medallones  en la intersección de sus nervios. Esta nueva iglesia comenzó a labrarse por la cabecera y sólo llegó a edificarse su primer tramo.
     En la segunda mitad del siglo XVI el maestro mayor de fábricas del Arzobispado, debió visitar las obras inconclusas del templo y posiblemente proyectó su terminación, introduciendo novedades con un lenguaje clasicista. Los nuevos sopor­tes fueron columnas toscanas labradas con piedra caliza del lugar sobre las que se dispusieron arcos de medio punto y bóvedas vaídas. Los primeros trabajos se centraron en la sustitución, en el primer tramo del templo, de los dos grandes pilares gótico-mudéjares por las citadas colum­nas, medida orientada a unificar ópticamente el alzado interior del edificio.
     A partir de 1569, tras la muerte de Hernán Ruiz, debieron intervenir en el proceso constructivo los arquitectos Pedro Díaz de Palacios y Asensio de Maeda.
     Entre 1604 y 1657 se abovedó el resto del edi­ficio, pudiéndose vincular el diseño de la media naranja central con el estilo del arquitecto Diego López Bueno, quien también proyectó en 1623 una torre para levantar a los pies de la nave izquierda y de la que sólo llegó a realizarse su basamento.
     A finales del siglo XVIII el arquitecto Antonio de Figueroa, renovará su sistema de cubrición, sustituyendo los tejados individuales de cada bóveda por otro general a cuatro aguas. Igualmente, se concluyó la torre, según proyecto de Vicen­te San Martín, que no fue respetado literalmente por el maestro alarife que estuvo al frente de las obras al adaptar su alzado al basamento de la torre ya existente desde siglo XVII. Tales actua­ciones se realizaron entre 1778 y 1795. Finalmente, en 1963 se labró el actual coro a los pies del templo según proyecto de Aurelio Gómez Millán.
     De sus antiguos retablos, sólo se ha conservado el de la Virgen del Rosario, realizado en mampostería con revesti­mientos de estuco imitando jaspes. Es de orden corintio y datable hacia 1800. Hoy se localiza en él la imagen del Cristo de la oración en el huerto que conserva la cabeza de un antiguo Ecce­ Homo del siglo XVIII.
     El actual retablo de la Inmaculada está recompuesto con elementos procedentes de los antiguos destruidos, destacando el relieve de Dios Padre originalmente en el ático del retablo mayor.
     Más interés tiene un conjunto de piezas de hierro forjado de finales del siglo XVII que posee la parroquia, formado por tres púlpitos y una pequeña reja. Los púlpitos se encuentran en la cabecera del templo: dos flanqueando el presbiterio y un tercero adosado a la primera columna del lado izquierdo y la reja se sitúa en alto junto a la puerta de la sacristía. Todos se componen de finos barrotes en forma de balaustres decorados con tallos y motivos florales en láminas de hierro recortadas y labradas a martillo. Destaca especialmente el púlpito adosado a la columna, ricamente policromado en oro, almagra y negro, que contiene una pequeña escultura del Divino Salvador y una tarja con el año 1699. Desconocemos su autor, aunque sabemos que pro­cedía de Paterna del Campo, al sur de la provincia y que se realizó entre 1695 y 1699.
     Junto a la sacristía cuelga una fina pintura que representa a la Virgen Dolorosa, obra mexicana firmada por Magan, datable a fines del siglo XVIII y que fue donada a la parroquia por la familia Terreros.
     Por último, debe­mos destacar al­gunas piezas de cantería popular como son la pila bautismal y dos pilillas de agua benditas que fue­ron talladas en 1679 por Domingo Rodríguez, y los asientos del altar comulgatorio que labró en 1703 Manuel Rodríguez.
     En la sacristía, a la que se accede por una puerta de madera tallada de principios del siglo XVIII, se conserva un rico ajuar de orfebre­ría. Entre las piezas más interesantes destacan un cáliz gótico de plata sobredorada realizado hacia 1500 y otro manierista del último cuarto del XVI, punzonado por el platero Hernando de Ballesteros. No obstante, las piezas barrocas son las más espectaculares y abundantes, destacando un gran manifestador con el punzón de Manuel Flores, realizado en 1740, y el legado de plata colonial procedente de la ciudad mexicana de Santiago de Querétaro, donado a la parroquia por el indiano don Juan Vázquez de Terreros. 
   Finalmente, del conjunto de ornamentos, de­bemos destacar una casulla de terciopelo rojo de finales del siglo XVI, con cenefa central de ima­ginería (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La iglesia del Divino Salvador, en Cortegana (Huelva), se ubica en pleno centro urbano, presidiendo el espacio público de la plaza del Salvador. El templo se levanta exento del caserío circundante excepto por el lado de la cabecera, a la que recientemente se han adosado dependencias parroquiales de nueva factura.
     La fábrica de la iglesia está realizada con mampuestos e hiladas de ladrillo y enripiado, que se mezclan con sillares de piedra dispuestos en algunos de sus ángulos y en otras zonas a modo de refuerzo. La parte más antigua que conserva la iglesia es la fachada principal, construida en el siglo XIV en estilo gótico, abierta a los pies del templo y en la que destaca el rosetón.
     A finales del siglo XV la antigua fábrica sufrió algunas transformaciones siguiendo las nuevas formas constructivas del gótico- mudéjar final, del que son característicos los arcos de perfil apuntados sobre pilares de ladrillo de sección cruciforme, y bóvedas de terceletes con medallones en la intersección de los nervios. Esta ampliación del templo comenzó a ejecutarse por la cabecera del templo, llegando a concluirse solamente un tramo de las tres naves.
      En la segunda mitad del siglo XVI, el maestro mayor de fábricas del Arzobispado de Sevilla mandó retomar y concluir el templo empleando un lenguaje más clasicista, llegando a cubrirse los tres tramos siguientes hasta los pies del templo, utilizando como soporte columnas de orden toscano, sobre los que se disponen arcos de medio punto y bóvedas baídas.
     En este momento intervinieron arquitectos de la talla de Pedro Díaz de Palacios y Asensio de Maeda.
     En el siglo XVII, entre 1604 y 1657 se cubrió el resto del edificio, las tres bóvedas del segundo tramo y la cúpula central, siguiendo el proyecto del arquitecto Diego López Bueno. En esta misma etapa constructiva se comenzaron las obras de la torre, las portadas laterales y el primitivo coro, que fue levantado en la nave de la Epístola.
     A finales del siglo XVIII, bajo la dirección del arquitecto Antonio de Figueroa, se renueva el sistema de cubrición, cambiando el original por un tejado general a cuatro aguas. En este mismo momento se continúa con las obras de la torre, iniciada en el siglo XVII por Diego López Bueno, y que se concluye ahora según un nuevo proyecto de Vicente San Martín. Finalmente, en el siglo XX el templo se completa con la construcción de un nuevo coro, levantado en los pies del templo, proyectado por Aurelio Gómez Millán.
     En 1936, la iglesia sufrió las graves consecuencias de los expolios de la Guerra Civil española, que ocasionaron la pérdida de la mayoría de los retablos, por lo que los retablos que se encuentran en la actualidad en el interior del templo son de fábrica reciente.
      Actualmente, y tras las continuas intervenciones acontecidas, el Bien se presenta como un templo cristiano de planta de salón con tres naves divididas en cuatro tramos por columnas, que descansan sobre fuertes basamentos, compuestos de un plinto octogonal de considerable desarrollo, basa circular con escocia y toro, fuste liso y capitel dórico con piezas monolíticas octogonales desde donde parten los arcos de medio punto, excepto los del cuarto tramo, que son apuntados.
     Tres de las naves están cubiertas por bóvedas baídas, excepto el primer tramo que precede a la cabecera, que se cubre por bóvedas de tercelete con medallones en las intersecciones de los arcos, propias del estilo gótico. El segundo tramo de la nave central se cubre por una cúpula sobre pechinas decoradas por pinturas al fresco que representan figuras alegóricas sobre filacterias. El anillo de la cúpula presenta una serie de canes, así como un friso corrido con triglifos que alternan con casetones decorados por rombos. Tanto las pechinas como el interior de la bóveda se encuentran decoradas con pinturas al fresco de moderna factura. La cúpula está decorada por ocho motivos pintados al fresco sobre un fondo azulado, motivos vegetales en amarillo y en medio una esfera azul con puntos blancos simulando el cielo.
     A los pies del templo, en la zona superior de la nave central, se levanta el nuevo coro que sustituyó al coro original, el cual apea en dos pares de columnas de mármol de orden compuesto y cimacio superior. El coro alberga en su interior un órgano de estilo moderno compuesto por caja de madera de caoba, teclado de marfilina y ébano, tubería de metal leonado y los bajos de cinc y madera, decorado con pilastras rematas con bolas.
     El ábside de la iglesia, de planta poligonal y elevada sobre el nivel de las naves, está precedido por una amplia escalinata que parte desde la nave central. Se cubre por una bóveda de medio horno, decorada con pinturas al fresco de estilo barroco que representan un rompimiento de gloria.
     Hacia el exterior, la iglesia se presenta como un edificio exento de planta cuadrada, de la que sobresalen: la sacristía, de planta cuadrada cubierta con bóveda baída y con acceso a través del cuarto tramo de la nave de la Epístola; y la torre, con acceso desde los pies de la nave del Evangelio, en cuyo interior se dispone una escalera de tramos rectos que asciende hasta el cuerpo de campanas.
     La fachada principal, abierta hacia los pies del templo, es el único testigo de la trama original construida en el siglo XIV.
     Presenta el paramento cerrado interrumpido por dos amplios contrafuertes que flanquean la portada principal que, descentrada respecto al eje longitudinal del templo, presenta una leve proyección hacia el exterior. La portada, construida en ladrillo visto, se compone de un solo vano con tres arcos apuntados y abocinados, con las dos arquivoltas interiores realizadas en granito y la exterior de ladrillo visto, quedando toda ella enmarcada por un alfiz moldurado y rematado con una leve cornisa sobre la que se abre un óculo de ladrillo de doble rosca inscrito en un cuadrado. El vano de la portada se cierra por una puerta de madera de dos hojas con postigo a ambos lados y clavazón, seguida de un cancel de madera compuesto de casetones y vidrieras policromadas.
     Adosada en el lado izquierdo de la fachada principal se levanta la torre, de planta cuadrada y cuatro cuerpos de altura: el primero, a modo de basa, presenta una mayor anchura que los demás; el segundo, correspondiente a la caña, presenta un destacado desarrollo vertical, que se abre en el frente occidental por un vano adintelado entre dos pilastras dóricas y sobre éste en la zona superior se inserta un reloj. Este cuerpo se remata con una amplia moldura que da paso al tercer cuerpo o de campanas, el cual presenta, en sus cuatro frentes, vanos de medio punto flanqueados con pilastras y rematados por dobles bloques cúbicos y jarrones cerámicos; el cuarto cuerpo, de forma hexagonal a modo de chapitel, está realizado con azulejos verdes y blancos y coronado por una veleta.
      Las dos fachadas laterales se dividen en cuatro paños separados por estribos que se corresponde en el interior con los arcos transversales de las naves laterales. En ambas fachadas se abren vanos de medio punto cubiertos con puerta de doble hoja y clavazón, que dan acceso al interior de la iglesia a través del segundo tramo a las naves laterales, encontrándose el vano de la nave del Evangelio actualmente cegado.
      La cabecera del templo tiene forma poligonal y su ábside trasdosado al exterior se flanquea por estribos. En las cuatro fachadas estos contrafuertes se encuentran coronados por cuerpos cúbicos rematados con jarrones de cerámica.
     La iglesia del Divino Salvador, en Cortegana (Huelva) tiene sus orígenes en el siglo XIV, cuando se manda construir, en estilo mudéjar, para satisfacer las necesidades religiosas de los nuevos pobladores llegados desde el norte de la Península, y que se asientan en esta zona de la provincia después de la Conquista. Por ello, el Bien se consolida en el tiempo no solo como un hito arquitectónico sino también como un emblema de la expresión cultural de la época de la repoblación.
      El inmueble será objeto de continuas intervenciones desde el siglo XIV-XV hasta el siglo XIX, cuando se complete el programa decorativo e iconográfico del templo. Elementos gótico- mudéjares, renacentistas, barrocos, clasicistas e incluso contemporáneos, se combinan a la perfección reflejando las continuas vicisitudes históricas del inmueble y del onubense municipio de Cortegana.
      Los valores artísticos y culturales de la iglesia del Divino Salvador se acentúan por la presencia de un importante conjunto de bienes muebles conservados en la sacristía, entre los que cabe destacar las piezas de orfebrería, algunas de las cuales fueron donadas a la parroquia por el indiano don Juan Vázquez de Terreros, así como un interesante conjunto de piezas textiles (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Castillo; Ermitas del Calvario, de San Sebastián, y de la Virgen de la Piedad; e Iglesia del Divino Salvador) de la localidad de Cortegana, en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.

Más sobre la provincia de Huelva, en ExplicArte Sevilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario