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lunes, 17 de julio de 2023

Los principales monumentos (Iglesia de San Juan Bautista; Plaza del Corazón de Jesús; Ayuntamiento - antigua Casa de los Tirado; y antigua Casa Consistorial) de la localidad de La Palma del Condado (I), en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Juan Bautista; Plaza del Corazón de Jesús; Ayuntamiento - antigua Casa de los Tirado; y antigua Casa Consistorial) de la localidad de La Palma del Condado (I), en la provincia de Huelva.
Ubicación
     La Palma del Condado ocupa el centro geográfico de la campiña de Huelva en la Comarca del Condado. Cabecera de Partido Judicial, su posición estratégica permite disfrutar de las estribaciones de Sierra Morena, al norte, de las playas de la Costa de la Luz al sur, o realizar una escapada a la vecina Portugal por el oeste.
     El término municipal posee una extensión de 6.039 hectáreas, con una altura sobre el nivel del mar de 94 m. Presenta un clima benigno y agradable la mayor parte del año, con una temperatura media anual de 19º C. Dispone de unas importantes vías de comunicación que facilitan su acceso: la autopista del Quinto Centenario, la Carretera A-493 y la estación de ferrocarril que une Sevilla y Huelva. La población cuenta con más de diez mil habitantes y reciben el gentilicio de “palmerinos”.
     En su paisaje natural destaca la presencia del río Tinto, declarado Paisaje protegido, y de su afluente el Corumbel, con el embalse donde se puede practicar la pesca.
Reseña histórica breve
     Los primeros asentamientos de La Palma han sido hallados en las formaciones de dunas fósiles enclavadas en la parte más meridional del territorio municipal. A 1 km al suroeste de la población se sitúa el Cabezo de la Molina, posible núcleo durante el Calcolítico y principios del Bronce.
     De época romana han aparecido en varias fincas, como El Chabuco o El Garabato, abundantes restos de vasijas cerámicas, ladrillos y sillares, y una necrópolis con sepulturas en lo alto de un cerro.
     Cuando los cristianos tomaron Niebla bajo el reinado de Alfonso X en 1262, La Palma entra a formar parte de su alfoz, y desde 1350 se documenta la institución de la villa palmerina como señorío propio e independiente sujeto al linaje sevillano de los Pérez de Guzmán. De poco más tarde data la Carta de Privilegio que concedía a la villa una feria en los primeros quince días de septiembre, otorgada por el monarca Enrique III el Doliente el 20 de diciembre de 1398 y conservada en el Archivo Municipal. Fue a petición de la entonces Señora de La Palma, Dña. Elvira de Ayala -hija del Canciller Pero López de Ayala, autor de obras como Rimado de Palacio-. Su celebración desde entonces hasta nuestros días ha sido ininterrumpida.
     Entrado el siglo XVI, durante un breve período, el señorío perteneció a la Casa Ducal de Medina Sidonia, a Dña. Leonor de Guzmán, pero pronto fue vendida a Don Diego Colón, hijo del descubridor de las Indias, quien en 1519, a su vez, la revierte al linaje de los Alcázar.
     En función de recaudador de tributos para la Corona, es reseñable mencionar la presencia en La Palma un 25 de julio de 1593 de Don Miguel de Cervantes Saavedra, quien dejó para la historia local su rúbrica en el Acta Capitular de ese día.
     Con la familia de los Alcázar como señores se consolidan las bases económicas y sociales de la villa, y se configuran el urbanismo y los elementos conformadores de su patrimonio histórico y artístico. Sus descendientes poseyeron el señorío hasta que fue abolido por las Cortes de Cádiz en 1811.
     La crisis de la filoxera en Francia y el norte de España convierte a La Palma desde el último cuarto del siglo XIX en el centro vinícola de la Comarca, con importantes firmas bodegueras que abastecerán las demandas nacionales e internacionales y se convertirán en el eje del desarrollo económico de la población.
     Ya en el siglo XX, la crisis económica de los años treinta provoca el retroceso del sector vinícola, pero todavía se pueden degustar un buen vino y unos inmejorables brandys en la sacristía de las bodegas.
     Las perspectivas de crecimiento de la ciudad hoy se ratifican con el aumento de la población y un despegue económico que augura un prometedor futuro para las nuevas generaciones.
Patrimonio cultural y artístico
     La Palma del Condado es una ciudad para conocerla y disfrutarla. Su belleza atrae las miradas hacia el más mínimo detalle. El casco urbano tiene forma de estrella, surge en el punto de intersección de dos caminos, con un núcleo consolidado y concentrado en torno al templo parroquial, que armoniza el área más antigua de la ciudad. Este casco antiguo de La Palma del Condado está declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico, presidido por su Plaza de España y una serie de edificaciones que, junto a la Iglesia de San Juan Bautista y su alta torre, conforman el centro del que emana el resto de calles y plazas.
    El recorrido por el patrimonio artístico es muy amplio, comenzando por la citada Iglesia parroquial de San Juan Bautista, templo de equilibrada fisonomía e ilustre ejemplo de la arquitectura barroca andaluza del s. XVIII.
     La Ermita del Valle, declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento, donde recibe culto Ntra. Sra. del Valle, Patrona de la ciudad, es de finales del s. XV, de estilo mudéjar y fusiona elementos arquitectónicos tomados de la tradición árabe y cristiana. La Capilla Mayor presenta los rasgos característicos de una qubba islámica.
     Para proteger a los vecinos de las epidemias, se construyó a principios del s. XVI la Ermita de San Sebastián. De tres naves, suscitan interés sus pilares poligonales.
     El patrimonio religioso se completa con el Convento de Ntra. Sra. del Carmen (finales s. XIX), Hermanas de la Cruz (mediados del s. XX); la Iglesia del Salvador (1969); la Capilla de la Santa Cruz de la Calle Sevilla (1970) y la Capilla de la Santa Cruz de la Calle Cabo (1974).
     El Ayuntamiento se ubica en la Casa de Tirado, casa-palacio edificada en 1842 por encargo de Manuel Tirado, de clara factura neoclásica. Otros edificios civiles, de recreo o industriales son: la Casa del Diezmo, restaurada para funciones culturales, aún hoy conserva la estructura primitiva para almacenar grano, que data del s. XVI; el Palacio del Señorío (s. XVI); la Casa de los Arcos (s. XVI); el Casino de estilo colonial (finales del s. XIX); la estación de Ferrocarril (1880) o la antigua Casa Consistorial (1929).
    Pero para sentir el trasiego y el alma de La Palma no hay que perder la línea que separa el cielo de sus casas, señoriales o de labor, con gárgolas de fantasía onírica, rejas de motivos vegetales, ornamentales o con el justo diseño que el herrero trazó para no desdecir de la ventana o balcón contiguos. El encalado de las fachadas es la nota característica, aunque el ladrillo se asoma sin pudor en zócalos y compitiendo con la cal, ofreciendo muestras como el alzado de la casa realizado bajo la dirección de Aníbal González.
     Si las calles y casas atraen, no provocan menor atractivo las plazas como la del Rocío, que la preside un templete de estilo regionalista que acoge en su interior una imagen de la Divina Pastora (1927); la monumental plaza de España, de la Magdalena o del Corazón de Jesús.
Fiestas y tradiciones
     Este entorno urbano acoge y sirve de marco a la expresión popular que se manifiesta en las tradiciones y fiestas anuales, coincidiendo el ciclo principalmente con el renacer de la primavera y la vendimia de los campos. La Semana Santa muestra la religiosidad y el respeto ante las escenas de la Pasión que reproducen las cofradías que realizan su estación de penitencia (Stmo. Cristo del Perdón -Domingo de Ramos-, Jesús Cautivo -Martes Santo-, Nuestro Padre Jesús Nazareno -viernes de madrugada- y Santo Entierro -tarde de Viernes Santo-); aunque los cinco sentidos los pone La Palma en las Cruces de Mayo, la Santa Cruz de la Calle Sevilla y la Santa Cruz de la Calle Cabo. Los romeritos con caballos, charrets, carriolas y artísticas carrozas exhiben en su recorrido imágenes de gran plasticidad.
     En la madrugada del 15 al 16 de agosto procesiona Ntra. Sra. del Valle, Excelsa Patrona y Alcaldesa Perpetua de la ciudad, cumpliendo así el antiguo voto contraído por los Cabildos secular y eclesiástico de celebrar a perpetuidad el Rosario de Doce. Las voces del Coro de campanilleros van recordando el milagro de la Virgen. Esa noche no duerme La Palma.
     Y ya en septiembre, se celebra la Real Feria de La Palma y la Fiesta de la Vendimia del Condado, declaradas de Interés Turístico en 1972. Sus más de seis siglos la convierten en una de las ferias más antiguas de España.
Recursos económicos y sociales
     Son la agricultura y la producción de vino.
Gastronomía
      Por toda la localidad hay lugares para tapear o degustar los platos elaborados de una cocina de vanguardia. La chacina de la Sierra, los pescados y mariscos de la costa, o las peculiares “habas con poleo” (que poseen en el mes de abril una Muestra de degustación), no faltan en una gastronomía acompañada por los vinos y vinagres adscritos al Consejo Regulador de la D. O. Condado de Huelva y Vinagre del Condado de Huelva. Asimismo, también se elaboran brandys de gran calidad. La visita a las bodegas es una parada obligada.
     La artesanía está muy presente en La Palma. Se fabrican cirios y se pueden adquirir los típicos tamboriles que se tocan en las romerías de la provincia. Otras firmas artesanales se dedican a la fabricación de mosaicos hidráulicos y al trabajo del cuero (Diputación Provincial de Huelva).
     La Palma del Condado, que ostenta el título de ciudad desde 1935, es la cabecera del Partido judicial de su nombre. Se encuentra a 42 Km. de la capital y a una altitud de 94 m., en el centro de un amplio valle. Cuenta con una población de 9.925 habitantes. Alcanzó su mayor crecimiento tras la recuperación demográfica y económica del siglo XVIII, y, sobre todo, durante la segunda mitad del XIX, gracias a la exportación de vinos y a la construcción del ferrocarril. Tiene fértiles tierras de cultivo y una privilegiada situación, como nudo de comunicaciones, lo que ha potenciado su dedicación al comercio y servicios. El casco antiguo de La Palma fue declarado Bien de Interés Cultural, el 8 de octubre de 2002, por sus templos y por la elegante arquitectura regionalista del caserío (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     En una zona casi llana, y en una suave ladera orientada al norte, en plena campiña, atravesado por la carretera Sevilla-Huelva. Núcleo desarrollado de forma homogénea, siguiendo las directrices de las diferentes carreteras-caminos que salen de él. Sus altitudes más significativas son: Plaza, 93,0 m.; Plazuela en C/ Colón, 104,0 m., Estación F.C., 88,0 m.
     Centro Histórico de forma sensiblemente triangular, con los vértices en las salidas principales (Huelva, Sevilla y Bollullos).
     La Palma, capital de la comarca del Condado, se presenta como una unidad continua, horizontal y blanca en la que destaca la torre de su iglesia como único elemento emergente.
     Trama urbana apoyada en los diferentes caminos-carreteras, y sus transversales. Trama irregular de calles de sección variable, pero de una cierta amplitud.
     Las manzanas son irregulares de mediano-gran tamaño, con formas muy variadas. La propia morfología de las manzanas históricas reflejan el carácter de "cruce" o "encrucijada de caminos" antes señalado para la ciudad, predominando las configuraciones triangulares y trapezoidales confluyentes sobre aquellos caminos, sobre las cuadradas y rectangulares.
     El caserío dominante pertenece a la arquitectura doméstica de carácter popular, viviendas unifamiliares de una o dos plantas, con "doblao" y corral trasero, con muros de fábrica de ladrillo o tapial, encalados, viguería de madera y cubiertas de tejas en los más antiguos y azoteas en los más recientes. Hay que resaltar la utilización de elementos estilísticos de una arquitectura "culta" de los siglos XVII y XVIII, integrados en esta arquitectura anónima e interpretados muy libremente por la sensibilidad popular. Se localizan preferentemente en las zonas más marginales e inalteradas del conjunto.
     En el sector de la población apoyado sobre la antigua carretera Sevilla-Huelva, más dinámico económica y socialmente, se han producido mayores transformaciones puntuales en las edificaciones. Abundan las viviendas unifamiliares, restauradas y reacondicionadas a finales del siglo XIX y principios del XX con elementos ornamentales (rejas, balcones, tratamiento de huecos...) románticos, regionalistas, historicistas e incluso alguno modernista. Igualmente hay que señalar algunos ejemplos de la arquitectura industrial del XIX en sus bodegas y estación de ferrocarril.
     Las transformaciones urbanas vienen motivadas por los fenómenos de alteración y cambios que se dieron en la década de los 60 y que duran hasta nuestros días: Transformación del caserío histórico de una planta y unifamiliar en bloques de pisos, sustitución de rejas por elementos laminados y revestimientos de fachadas con piezas cerámicas.
     Presencia al norte, desde el siglo XIX, del trazado ferroviario, como barrera al crecimiento (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Con el recuerdo de sus grandes bodegas y su activa dedicación a la tonelería, La Palma del Condado com­parte con Bollullos la cultura del vino. Son también muy evidentes las huellas urbanísticas que la prosperidad vitivinícola dejó en la villa a finales del siglo XIX, prosperidad que sembró las calles de mansiones burguesas y otorgan señorío a la localidad. La belleza del caserío y la riqueza monumental fueron razones suficientes como para que en 2002 fuera declarada conjunto Histórico.
     La iglesia de San Juan Bautista, templo erigido en el siglo XVIII de acuerdo con los esquemas estilísticos del barroco andaluz, está considerada como uno de los edificios más interesantes de la comarca. El juego y fantasía de cúpulas, pináculos y torre  le confiere un atractivo especial, al que no es ajeno el contraste cromático que se establece entre las tejas, el albero que recubre molduras, frisos y huecos, y el blancor de la fachada. Iniciada su construcción en 1755, las obras fueron acabadas en 1768, interviniendo en ellas Pedro de San Martín y Pedro de Silva. Del exterior destaca la portada principal, trazada en ladrillo a modo de retablo de dos cuerpos, y la torre, concebida por Pedro de Silva y ejecutada por el alarife local Francisco Díaz Pinto, que se remata con un cuerpo de campanas y un chapitel piramidal decorado con azulejos. En su interior, los elementos ornamentales se concentran sobre todo en la capilla del Sagrario, que presenta la cúpula y las bóvedas repletas de pinturas. Un zócalo de azulejos reviste la parte inferior de las pilastras. Junto a dos tallas anónimas del siglo XVII (San Roque y San Sebastián) ocupa los altares un conjunto de imágenes del siglo XX. En la capilla del Bautismo una placa recuerda que en La Palma del condado nació don Manuel Siurot, pedagogo, orador y escritor que dedicó su vida a la educación de niños pobres.
     La plaza de España y la del Corazón de Jesús concentran un grupo de palacios y mansiones. A la primera, que fue reformada en el año 1901 por el arquitecto Trinidad Gallego, se asoman la casa mudéjar de los Arcos (siglo XVI) y el edificio del casino; la casa de los Tirado, levantada en 1841 siguiendo los cánones del estilo neoclásico; y el antiguo palacio del Señorío (siglo XVI), que perteneció al almirante Diego de Colón.
     En la segunda destaca el edificio historicista del antiguo Ayuntamiento, inaugurado en 1929, que des­pliega sus júbilos cromáticos en una fachada sometida al rigor de la simetría. Además de las plazas citadas, las calles Real y Manuel Siurot concentran las mejores muestras de  arquitectura finisecular.
     Recorriendo el caserío de La Palma se tiene la oportunidad de admirar la estación de ferrocarril, de estilo neomudéjar, y dos conventos: el de Nuestra Señora del Carmen y el de las Hermanas de la Cruz. Este último exhibe en su iglesia un valioso Calvario, tabla de escuela castellana pintada hacia 1560.
     Completan el catálogo monumental la iglesia de Nuestra Señora del Valle, construcción de estilo mudéjar (siglo XV) que guarda en su interior una serie de pinturas murales y El Cristo de la Sangre, talla anónima del siglo XIV; la ermita de san Sebastián, levantada en el siglo XV pero muy remodelada en centurias posteriores; y el diezmo, caserón erigido en el siglo XVI para recoger los impuestos religiosos (los célebres diezmos y primicias) fijados por la Iglesia. Como final del recorrido, conviene detenerse frente a un humilladero que llena la plaza del Rocío con sus vistosas hechuras y colores.
     Antes de abandonar esta localidad apreciada por sus brandis, olorosos, finos, moscateles y amontillados, conviene acercarse a las bodegas Rubio. Una de las marcas, la conocida con el nombre Luis Felipe 100 años, sirve para comercializar un brandy que comenzó a envejecerse en unas soleras que datan de 1893 y estaban reservadas para don Antonio de Orleans, duque de Montpensier e hijo del rey de Francia Luis Felipe I (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guíarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012).

Iglesia parroquial San Juan Bautista
     La iglesia parroquial de San Juan Bautista es uno de los más bellos ejemplos de la arquitectu­ra barroca andaluza. En su construcción intervinieron, a raíz del terremoto de 1755, Pedro de San Martín, Francisco y Juan Díaz Pinto, y Pedro de Silva, hasta 1763, fecha en que quedó in­augurado el templo. No obstante, continuaron otras obras, y Fernando Rosales interviene en 1798. Después de 1936, fue reconstruido bajo la dirección del arquitecto onubense Pé­rez Carasa.
     El templo se compone de tres naves, crucero, capilla mayor y dos capillas laterales. La nave principal se cubre con bóveda de cañón, con lunetos, de cuatro tramos delimitados por otros tantos arcos fajones doblados.
     Al cuerpo de la iglesia se le añaden varias capillas. La antigua capilla sacramental, o Sagrario Viejo, a la derecha del presbiterio, abre al crucero por un arco de medio punto, presenta planta rectangular, y se cubre con bóveda de arista.
     Su construcción, propuesta ya en 1780, se inició según las trazas del maestro Francisco Díaz Pinto. La edificación se concluyó en 1895. La actual capilla sacramental, o Sagrario Nuevo, se alza a la izquierda de la capilla mayor. Su edificación se había iniciado a fines del siglo XVIII, aunque no se terminó hasta 1924. La capilla bautismal está ubicada al final de la nave de la epístola, en el interior de lo que debía ser otra torre que flanqueara la fachada principal del templo por el lado izquierdo. Se reparó en 1927. Su planta, casi cuadrada, se cierra con bóveda semiesférica sobre pechinas con tambor perforada con ocho óculos.
     El imafronte o fachada principal del templo está flanqueada por dos elevadas pilastras cajeadas. Sobre ellas corre un escueto entablamento que enmarca la portada del templo. Ésta, trabajada en ladrillo agramilado, nos recuerda la traza de un retablo barroco. La portada lateral de la nave del evangelio se decora con estípites apilastrados de ascendencia ecijana, y con un azulejo trianero de la segunda mitad del siglo XVIII, que representa el triunfo de la Inmaculada y la defensa del dogma que, a lo largo de los siglos, hizo la Orden Franciscana. En un ángulo de la misma pared lateral, un retablo de azulejería dieciochesca representa al Crucificado entre las ánimas del Purgatorio. La portada de la nave de la epístola, la más sencilla de las tres, se com­pone de dos pilastras cajeadas de orden jónico que soportan el entablamento con frontón curvo partido, centrando una hornacina superior con imagen cerámica de San Juan  Bautista, titular del templo.
     La caña de la torre, cúbica, de marcadas aristas, presenta en el eje sus estrechos vanos con recortados marcos. En cambio, el cuerpo de campanas aparece profusamente decorado. De su quebrado basamento penden recortados pinjantes. El apiramidado chapitel de caras rectas, recubiertas de azulejería sevillana, sobre banco ochavado que corona la torre de La Palma, en opinión de Sancho Corbacho, es típico de Antonio Matías de Figueroa.
     A pesar de la destrucción prácticamente total de su patrimonio mueble en 1936, los bienhechores del templo lograron en los años posteriores conseguir un armonioso conjunto de retablos e imágenes, que hoy forman parte de la historia del arte onubense y andaluz.
     Distribuido por los muros perimetrales hay un magnífico Vía Crucis, en azulejo polícromo, de los talleres trianeros de Montalván, 1940. Forma parte del espléndido zócalo que recorre tanto los muros del templo como los pilares divisorios de naves. A los pies de la nave del evangelio, el único retablo antiguo, de hacia 1730, cobija a la Virgen de Fátima. Esta imagen, realizada en 1949, es obra de José Ferreira Thedim. En el ático, un lienzo de San Ignacio de Loyola, con casulla sacerdotal, de Rafael Blas Rodríguez. En el mismo paramento, un lienzo de la Epifanía, del s. XVII, inspirado en estampas de Rubens; otro de San Pedro, obra dieciochesca; y otro de una adoración del Niño Jesús dormido, por la Virgen María, coronada, San José, y San Juanito, de la primera mitad del XVII.
     El altar de Ánimas es un retablo marco de Francisco Ruiz Rodríguez, en el que figuran dos paneles firmados por Santiago Martínez, en Sevilla, 1959. Es de notar que anteriormente tuvo pinturas de Rafael Blas Rodríguez y un Cristo de Antonio Pinto Soldán, obra primeriza suya, inspirada en El Cachorro, que puede verse en el salón parroquial, y luego otro de Orce, que hoy preside el templo. Sobre el cancel, un lienzo de Santa Teresa de Jesús, anónimo del siglo XVII.
     Tras el cancel sigue el retablo de la Virgen del Rosario, obra de Castillo Lastrucci, de 1941. Sobre el arco que accede de la nave del evangelio al crucero, se halla un lienzo del Nazareno, con la cruz a cuestas, de autor anónimo del siglo XVII, seguidor de grabados manieristas.
     En el brazo izquierdo del crucero hay un retablo de San José, obra de Ruiz Rodríguez, de hacia 1945, coronado por ático semicircular, en la que luce una pintura de la Sagrada Familia, obra de Rafael Blas Rodríguez. La escultura del Patriarca con el Niño en sus brazos, de la segunda mitad del siglo XVIII, de impronta italianizante. Fue donada por el Vizconde, don Ignacio Cepeda. A sus lados, dos tablas de aquel mismo pintor, con la fecha de ejecución, 1942, que representan Los Desposorios y La Muerte de San José. En el manifestador del retablo se venera un Cristo crucificado, de madera policromada, de los comedios del siglo XVIII.
     Varias pinturas al óleo sobre lienzo, de escuela sevillana, se reparten por los muros del crucero: San José con el Niño itinerante, de finales XVII; una Adoración de los pastores se atribuye a Juan del Castillo, de la primera mitad del s. XVII. En los arcos del crucero, un Crucificado zurbaranesco, de Rafael Blas Rodríguez, y en el arco frontero una  Exaltación  de la Santa Cruz sobre La Palma, firmada por Santiago Martínez en  1952. En la cabecera de esta nave se abre la capilla dedicada a la Virgen de los Dolores y al Santo Entierro de Cristo. En la decoración pictórica mural de Rafael Blas Rodríguez, de hacia 1948, destacan la Verónica, San Juan Evangelista y la Magdalena, el Llanto sobre Cristo muerto y el Santo Entierro. El retablo de la capilla es una obra de cerámica de Enrique Orce, en cuyo ca­marín se venera la Virgen de los Dolores, imagen de candelero para vestir realizada por Sebastián Santos, en 1937. Bajo él, la urna con la imagen del Cristo de la Buena Muerte, yacente, figura de madera policromada, de Antonio Pinto Soldán, 1937. Completan la decoración un lienzo de San Ignacio de Loyola y otro de San Francisco de Asís penitente. En una repisa, una escultura en madera policromada del Santo de Asís, de Joaquín Moreno Daza.
     En el arco triunfal de la Capilla Mayor, unos bellísimos ángeles lampareros dieciochescos se sitúan a ambos lados, que proceden de la derruida iglesia de las Dueñas de Sevilla. Los paramentos se decoran con murales de Rafael Blas Rodríguez, que representan la Visitación, el nacimiento del Precursor, San Juan Bautista en el desierto, El Bautismo de Cristo y la Degollación del Bautista. Hoy preside la capilla mayor un Crucificado, escultura en pasta de madera, obra de Enrique Orce Mármol, de 1948, entre dos hornacinas con las pinturas murales de San Pedro y San Pablo. El púlpito, artísticamente trabajado en hierro por el artista onubense Juan Benítez, autor también de las verjas, barandas y puertas, se asienta sobre un basamento facetado de mármol blanco. En el tornavoz, de madera tallada, resalta el símbolo del Espíritu Santo.
     Contigua a la Capilla Mayor está la Capilla Sacramental, que consigue con acierto un ámbito de recogimiento interior para la adoración eu­carística. Sobre el arco de acceso, un óleo con la Apoteosis Eucarística, copia de Tiépolo, firmada por Santiago Martínez en 1953. Una vez dentro de ella, sobresale un gran lienzo de la Comunión de la Virgen, obra del discípulo de Murillo Juan Simón Gutiérrez. Sobre la puerta que comunica con la Sacristía, un lienzo de Rafael Blas Rodríguez, copia de la Virgen de la Servilleta, de Mu­rillo. A continuación, la Aparición del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque, de Santiago Martínez en 1951.
     El retablo, de Ruiz Rodríguez, jaspeado y dorado, es de tres calles con un único cuerpo y ático semicircular. En las entrecalles del banco, Rafael Blas Rodríguez pintó a San Francisco de Asís, San Tarsicio, Santa Margarita María de Alacoque, San Pascual Bailón, y en los intercolumnios, la Virgen del Rosario y Santa Teresa de Jesús. En el ático, el mismo pintor reproduce la Santa Cena de Juan de Juanes. Ocupa la hornacina central una escultura del Sagrado Corazón, firmada y fechada por Enrique Orce en 1944. Ante ella se ha instalado el templete o manifestador de fines del siglo XVIII, que antes figuraba en el presbiterio, rematado por los cuatro Evangelistas y Santo Tomás de Aquino, y decorado con rocallas, cintas, etc. Para el servicio del altar, se halla una credencia con patas de garra y bola, decoración de rocallas y tapa de mármol, obra de fines del siglo XVIII.
     Santiago Martínez pintó en 1951 el lienzo de San Pío X. Está flanqueado por dos ménsulas con un San Juanito, obra anónima sevillana del siglo XVIII y un Niño Jesús deífico, escultura en madera policromada de factura barroca sevillana, del s. XIX. Le sigue un lienzo de Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, fundadora de las Religiosas Adoratrices, firmado por Mar­tínez en 1954.
     En el lado de la epístola de esta capilla, hay un retablo dedicado a los Sagrados Corazones, jaspeado y dorado, obra de Francisco Ruiz Rodríguez. La Virgen de los Sagrados Corazones, escultura en madera policromada, de Enrique Orce en 1945. Un lienzo de San Antonio María Claret, de Santiago Martínez (1954). En un ángulo, un tenebrario dieciochesco, con decoración de rocallas. A los pies de la capilla un lienzo de la Cena de Emaús, de Rafael Blas Rodríguez, del año 1940. El mismo autor con su admirable capacidad decorativa e inagotable repertorio iconográfico, completó la ornamentación de los muros y bóvedas con virtudes, evangelistas, santos, ángeles y símbolos eucarísticos. Una lámpara de plata, donada por los capitulares del Cristo de la Columna, lleva grabada la fecha de 1654.
      En el brazo de crucero del lado de la epístola, se halla el retablo de la Virgen de Guía, patrona de los labradores palmerinos. Se trata de una escultura en madera policromada, realizada por Enrique Orce en 1943. El retablo, simétrico en posición y diseño con el de San José, es de Vélez Bracho, con pinturas de Dabrio, que representan a San Fernando, Santa Isabel de Hungría y Adoración de los pastores, copia de Murillo. Flanquean a la titular dos esculturas del s. XVII de San Sebastián y San Roque. A ambos lados del retablo, dos lienzos: un San Miguel Arcángel, y la Piedad, del XVII. Del crucero a la nave se accede por un arco sobre el que aparece una copia de la Inmaculada Grande de Murillo, firmada por Rafael Blas Rodríguez. Detrás, presidiendo la nave de la Epístola, un óleo con la Aparición de la Virgen con el Niño a San Felipe Neri, anó­nimo del XVIII.
     El retablo de la Inmaculada Concepción, jaspeado y dorado, es obra de Francisco Ruiz Ro­dríguez. La Purísima, escultura en madera policromada, de 1942, es de Enrique Orce. Sobre el cancel, un óleo de la visión de San Antonio de Padua con el Niño Jesús, de hacia 1700.
     El retablo de la Virgen del Carmen, de José Ramírez Díaz, según diseño de Enrique Orce, tiene un solo cuerpo con tres calles. En la central, se expone la imagen titular trabajada en madera y telas encoladas y policromadas, por el propio Orce, en el año 1942. En las laterales, sendas pinturas de San Joaquín con la Virgen Niña y Santa Ana Maestra, firmadas por Orce, quien demuestra en este conjunto su conocida versatilidad  artística.
     Al fondo de la nave, se abre la Capilla Bautismal. Sobre el arco de acceso, un lienzo tenebrista de San Pedro. En el interior de la capilla, se halla la imagen de María Auxiliadora, de serie. Lienzo del Bautismo de Cristo, firmado por Rafael Blas Rodríguez. Lienzo de la Magdalena penitente, y dos pinturas de santos dominicos: San Antonino, arzobispo de Florencia, y San Vicente Ferrer. A esta capilla fueron trasladados en 1997 los restos mortales de Manuel Siurot. A los pies, el retablo de San Antonio de Padua, realizado por Francisco Ruiz, de 1947, cuyo titular realizado en madera y telas encoladas y policromadas, es obra de Enrique Orce. En el coro, un órgano de tubos de Amezcua, construido en San Sebastián, Guipúzcoa, en 1950. Puede verse en la nave de la epístola una pintura en lienzo de San Antonio de Padua, de la primera mitad del XVIII.
     La Sacristía se halla situada tras la capilla mayor, de testero plano. Sobre la cajonera, un Crucificado, de barro cocido y policromado, de hacia 1940, que coronaba el antiguo templete, inspirado en el Cristo de Velázquez. A ambos la­dos dos tablas con doseletes neogóticos: una, de la Virgen de la Medalla Milagrosa, de Rafael Blas Rodríguez, y otra, de la Virgen de los Reyes, de Santiago Martínez, de 1947. Varios lienzos decoran sus paramentos: El Descanso en la Huida a Egipto, de la segunda mitad del XVII; Ecce Homo, murillesco, de finales del XVII; Niño Je­sús con la cruz al hombro, de mediados del XVII; Corazón de María, de mediados del XVIII; otro Ecce Homo, copia de Murillo, y una Dolorosa, según la iconografía de la Virgen de la Paloma, ambos del pintor José María Rodríguez de Losada, de la segunda mitad del s. XIX; San Jerónimo y San Juan Evangelista, ambos de la segunda mitad del XVIII. Entre ambos cuadros, un expositor de estípites en madera dorada, que alberga una Inmaculada seriada, copia de Alonso Cano. Sobre el mismo, un óleo con San Joaquín con la Virgen Niña, de sabor dieciochesco. Una consola de caoba con tapa de mármol sustenta un Crucificado de formas propias del eclecticismo decimonónico. Por último, un gran óleo, que reproduce la Multiplicación de los panes, copia firmada por Rafael B. Rodríguez, del original que pintara Murillo para el Hospital de la Caridad de Sevilla, para representar la obra de misericordia de dar de comer al hambriento.
     Conserva parte de su orfebrería, que pudo ser restaurado después de 1936. Lo más destacable, sin duda, es el cáliz gótico de plata sobredorada, de fines del siglo XV, en cuya base figura el escudo del arzobispo Diego Hurtado de Mendoza; lleva el punzón de la Giralda. Obra del último cuarto del siglo XVI, es el portapaz de bronce dorado, en forma de retablo marco, con la Virgen y el Niño entronizados. De principios del XVII es el ostensorio de plata sobredorada, de estilo purista. La cruz parroquial, de plata, co­rresponde a los inicios del siglo XVIII, a juzgar por su decoración floral carnosa; en cambio, la manzana es obra decimonónica. De fines del siglo XVIII existen varias piezas. Un cáliz de plata sobredorada. Un copón de plata, liso, con nudo periforme. Portaviático de plata, de estilo rococó cordobés. Salero de plata, para los bautizos, con decoración de guirnaldas de rosas, rocallas y ces. De 1772 son unas vinajeras de plata, con el punzón madrileño, del oso y el madroño coronados, la torre.
     Otras piezas corresponden al siglo XIX. Cáliz de plata, liso, con leve ornamentación de hilera de perlas y palmetas; lleva los punzones sevillanos de Palomino y Zuloaga. Tres cálices de plata lisos, de la misma época; uno de ellos, con los punzones de García y la Giralda. Ostensorio de bronce dorado, con nubes plateadas rodeando el viril, y cuatro ángeles sedentes en el basamento. A mediados del siglo XX, Joaquín Castilla Romero proyecta varias obras, que son realizadas luego por Manuel Seco Velasco. Destacan un cáliz, diseñado sobre modelos del Seiscientos, de plata dorada, con aplicaciones de amatistas y topacios. Copón de plata dorada, repujada y cince­lada, con decoración de querubines y elementos florales y geométricos, aplicaciones de amatistas y topacios. Acetre, de hacia 1945. Incensario y naveta de plata, con el escudo de La Palma y la cruz de San Juan. Arqueta de plata para los óleos. Arqueta de caoba, con tres ampolletas, para los óleos de las parroquias del arciprestazgo.
     En el despacho parroquial se encuentra, en­ marcado en rica cornucopia de madera tallada y dorada, un Cristo crucificado. Es obra anónima sevillana, en madera policromada, del segundo tercio del siglo XVI. El salón parroquial, al que se accede por una escalera desde el patio de la sacristía, ofrece a la veneración dos imágenes: una Inmaculada, copia de la granadina de Alonso Cano, en vistoso templete barroco, y un Cristo crucificado, copia en madera del Cristo de la Expiración, el Cachorro; procede del antiguo cementerio parroquial (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La Iglesia de San Juan Bautista constituye un impresionante conjunto de 1473 metros cuadrados de extensión. Presenta planta de cruz latina con disposición basilical de tres naves, crucero y cabecera con testero plano. La división del espacio interno se efectúa mediante arcadas de medio punto sobre sólidos pilares cruciformes a los que se adhieren pilastras de orden compuesto. Les sigue un potente y volado entablamento de inspiración clásica, el cual se continúa desde la nave principal por los brazos del crucero y el altar mayor.
     Los espacios laterales se cubren de bóvedas de arista, en tanto que el central lo hace con bóveda de medio cañón, reforzada por arcos fajones, abriéndose entre los lunetos unos vanos rectangulares cerrados por sencillas vidrieras. La nave del crucero termina en una cúpula de media naranja, sobre pechinas, coronada por una esbelta linterna con pilastras adosadas.
     Flanqueando el altar mayor se encuentran las dos capillas correspondientes al llamado Sagrario Viejo en el lado del Evangelio, y al Sagrario Nuevo, en el de la Epístola, respectivamente.
     La Iglesia de San Juan Bautista se encuentra asentada sobre una elevada plataforma que salva su altura, en las tres fachadas de que consta el edificio, mediante una escalinata de mármol. El imafronte del templo y la esbelta torre forman un conjunto de sorprendente belleza y acusado dinamismo, tanto por el uso de curvas y contracurvas, como por la hábil combinación cromática de todos sus componentes. La fachada principal sirve de marco a la bella portada de ladrillo visto en la que destacan la superposición de planos y la variedad de formas que logran sus distintos elementos. Consta de un primer cuerpo con pilares en ángulo, a los que se adosa un orden jónico con columnas, que divide el espacio en tres calles; la central con el gran arco de acceso al interior y las laterales con nichos presididos por esculturas cerámicas.
     El cuerpo superior aparece organizado por columnas compuestas entre las que se abre una amplia hornacina, imponiéndose con fuerza el baquetón que la circunda cuya complicada traza sirve de nexo entre las dos partes del conjunto.
     En el flanco izquierdo de esta fachada se levanta la elegante torre de planta cuadrada cuya estilizada fisonomía exhibe soluciones diversas. Presenta sus cuatro lados perforados por sencillos vanos cercados con molduras muy planas, siendo el cuerpo de campanas donde se concentra todo el despliegue ornamental de gusto barroco. Singular atractivo presenta la aplicación de azulejos que, siguiendo esquemas geométricos, revisten el campanario, la balaustrada que lo corona y el chapitel que intensifica el espíritu de ligereza ascensional que posee esta torre.
     En el mismo solar donde hoy se asienta la iglesia parroquial de San Juan Bautista existía un antiguo templo, de corte mudéjar, levantado muy probablemente en el siglo XVI, que quedó destruido por completo como consecuencia de los terribles efectos que tuvo para Andalucía Occidental el llamado terremoto de Lisboa, acaecido el 1 de Noviembre de 1755. De la primitiva iglesia mudéjar sólo permanecieron en pie algunos muros, quedando derruidos por completo la torre, portadas, presbiterio, capillas y cubiertas por lo que se hace necesaria su reconstrucción desde los propios cimientos. Tras un primer reconocimiento, el arquitecto del Arzobispado de Sevilla, Pedro de San Martín, emite un informe técnico en el que refiere la conveniencia de optar por la erección de un edificio de nueva planta y mayor amplitud, estimando el coste de las obras en 200.000 reales. El nuevo templo comienza a construirse en 1756, bajo las órdenes del arquitecto Pedro de San Martín, quien con toda seguridad es el autor de la planta, levantando la misma hasta la altura de las cornisas. En los planos de esta época figuraba la torre en el lado de la epístola del crucero. En 1758-59 será Pedro de Silva el que se haga cargo de la dirección de las obras hasta 1776, fecha en la que informa al cabildo del a terminación de las mismas y de que el templo se venía utilizando desde 1768. Esta última fecha coincide con la inscripción que se encuentra en el azulejo que remata la fachada, indicando probablemente la terminación de la fábrica. Para algunos autores, en dicha fecha se habrían cerrado las bóvedas, se habría construido la torre y la portada principal. Sin embargo, otros señalan, que el año indicado se refiere simplemente a la terminación de la fábrica propiamente dicha. La antigua capilla sacramental, o Sagrario Viejo, su construcción, propuesta en 1780, se inició según las trazas del maestro Francisco Díaz Pinto. El apiramidado chapitel, de caras rectas, recubierto de azulejería sevillana sobre banco ochavado que corona la torre de La Palma, en opinión de Sancho Corbacho, es típico de Antonio Matías de Figueroa.
     A pesar de la destrucción prácticamente total de su patrimonio mueble en 1936, los bienhechores del templo lograron en los años posteriores conseguir un armonioso conjunto de retablos e imágenes, que hoy forman parte de la historia del arte onubense y andaluz (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Plaza del Corazón de Jesús
     En la plaza situada entre la Parroquia y el Ayuntamiento, se eleva un monumento al Sagrado Corazón de Jesús, sobre pedestal de mármol, firmado por Antonio Pinto Soldán, y fechado en Roma en 1927 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Se la denomina así por la imagen de mármol que preside la plaza, creada en Roma por el escultor Antonio Pinto Soldán y restaurada en 1978 por Joaquín Moreno Daza.
     En 1927 la plaza en su conjunto fue restaurada siguiendo la estética regionalista impulsada por la Exposición Iberoamericana del 29. Se encuentra ornamentada con azulejos, árboles y flores, formando uno de los conjuntos arquitectónicos más bellos de la localidad (Ayuntamiento de La Palma del Condado).

Ayuntamiento (antigua Casa de los Tirado)
     En la esquina más próxima a la torre parro­quial, se halla la antigua casona de los Tirado, actualmente sede de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento  palmerino.  Se trata  de la construcción civil más ambiciosa de la Plaza de España. La fachada principal, de acusada uniformidad neoclásica, se dispone en uno de los flancos de dicha plaza (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     En origen fue una casa-palacio edificada en 1842 por encargo de Manuel Tirado. Exteriormente de estilo neoclásico, cuenta en su interior con una marcada estética barroca típica de las residencias del momento. Se encuentra situada en un lugar privilegiado dentro de la localidad, concretamente entre las Plazas de España y del Sagrado Corazón de Jesús y frente a la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista. Fue rehabilitada para ser a partir del año 2003 sede oficial del Consistorio Municipal. En ella destacan sus zócalos, yeserías, forjas, arcos, columnas, chimenea y el antiguo salón comedor (Ayuntamiento de La Palma del Condado).

antigua Casa Consistorial
     De las edificaciones civiles de la población hay que señalar el Ayuntamiento, elevado sobre una plataforma con amplia escalinata exterior y balaustrada. Es un edificio de arquitectura regionalista, inaugurado en 1928 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Situado en la Plaza Corazón de Jesús fue levantado sobre las ruinas del antiguo Hospital de San Blas (S.XVI). Su estilo historicista y regionalista fue muy influenciado por la Exposición Iberoamericana de 1929. En su exterior destaca su monumental fachada dotada de elementos neorenacentistas mezclados con elementos neobarrocos y neogóticos. Siempre con un cuidado extremo de cada uno de los detalles, tanto formas como colores. En su interior destaca su gran escalera de mármol con baranda de forja y el Salón de Sesiones ubicado en la planta alta. Cuenta con una decoración basada en grandes azulejos de gran colorido fabricados por los alfares trianeros de Montalván (Ayuntamiento de La Palma del Condado).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Juan Bautista; Plaza del Corazón de Jesús; Ayuntamiento - antigua Casa de los Tirado; y antigua Casa Consistorial) de la localidad de La Palma del Condado (I), en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.

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