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jueves, 27 de julio de 2023

Los principales monumentos (Iglesia de San Jorge mártir) de la localidad de Palos de la Frontera (I), en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Jorge) de la localidad de Palos de la Frontera (I), en la provincia de Huelva.
Ubicación
     Palos de la Frontera se encuentra situada en el Suroeste de la península ibérica, Concretamente en la provincia más occidental de Andalucía (España), Fronteriza con el Sur de Portugal, en el margen izquierdo del río Tinto, y a cuatro kilómetros de su desembocadura en el Atlántico.
Reseña histórica breve
     Palos de la Frontera es el lugar colombino por excelencia. En su monasterio de La Rábida, Colón encontró hospitalidad, comprensión y apoyo. Los Franciscano intercedieron por él en la corte, y le pusieron en contacto con los marineros palermos. Cuando Martín Alonso Pinzón y Vicente Yánez deciden incorporarse a la expedición, animaron a enrolarse a los más destacados marinos de la zona. Ultimados los preparativos, el 3 de Agosto de 1492 la Carabela Santa María, la Pinta y La Niña partieron del puerto de Palos. El 12 de Octubre desembarcaron en la isla de Guanahaní, a la que llamaron San Salvador. Habían encontrado la ruta de un Nuevo Mundo.
Patrimonio cultural y artístico
     El Patrimonio con el que cuenta Palos está marcado por los acontecimientos que anteriormente se han citado, estos son:
     La iglesia de San Jorge Mártir, de estilo Gótico mudéjar y su núcleo principal debió ser construido por los Condes de Miranda a mediados del siglo XV, muy probablemente construida sobre una edificación más antigua (siglo XIV).
     La Fontanilla, junto a ella se encontraba el histórico muelle del que partió la expedición descubridora de América, y era la fuente pública de Palos, protegida por un templete cuadrangular de ladrillos construido en el siglo XIII y de estilo mudéjar, donde según afirma la tradición se abastecieron de agua las naves, santa María, Pinta y Niña.
     Monumento a Martín Alonso Pinzón, estatua del ilustre marino, que figuró en la Exposición Iberoamericana en 1927. Junto a dicha estatua, se ha instalado un parque para mayores, donde se puede practicar ejercicio al aire libre.
     Casa Museo de Martín Alonso Pinzón, En la casa destaca la fachada del siglo XVI, ornamentada con hornacina, enmarcada entre dos columnillas y una azulejería similar a la que vidriaba la familia Polido en Triana, hacía 1540.
     Antiguo hospital de la Misericordia. Heredero del antiguo “Hospital de la Sangre” que, bajo la advocación del Cristo de la Veracruz, se ocupaba de atender enfermos de la villa de Palos en el siglo XVI fue restaurada a finales del siglo XX , por la Escuela Taller “Vicente Yáñez Pinzón”.
     Plaza Comandante Franco, es la Plaza Mayor del Pueblo, denominada con el nombre del Comandante del Plus Ultra. Recientemente fue galardonada con el diploma de pueblo de Europa a través del parlamento europeo.
     Muelle de la Calzadilla, Construido en el IV Centenario y recientemente restaurado, del cuál partió, el 22 de Enero de 1926, el hidroavión plus Ultra, que realizó por primera vez en la historia, un vuelo entre Europa y América.
     Monumento a los Hermanos Pinzón, Situada a la entrada de Palos representa a los ilustres marinos palermos, Martín Alonso Pinzón y Vicente Yánez Pinzón. Simboliza el momento de la muerte de Martín al regreso del descubrimiento de América.
     Obelisco de la Partida, en conmemoración de la partida, ornamentado con azulejo relativos a la partida de las naves descubridoras de América, interpretación de las pinturas de Daniel Vázquez Díaz (frescos de la Rábida) Tiene las figuras de los Hnos. Pinzón y de Colón.
     Parque del Príncipe, zona ajardinada donde incluye un templete especialmente diseñado para conciertos al aire libre, y donde se encuentra el templo de la Virgen de los Milagros.
Fiestas y tradiciones
     23 de Abril: fiestas de San Jorge Mártir.
     4 de Agosto: Traída de la Virgen de Palos.
     15 de Agosto: Fiestas en Honor a Ntra. Sra. De los Milagros.
     3er Sábado de Agosto: Pregón y ofrenda floral a Ntra. Sra. De los Milagros, celebrada en el entorno de la Iglesia de San Jorge Mártir.
     Feria Medieval de la partida: Con motivo del regreso de las Carabelas Pinta, Niña y Santa María al Puerto de Palos el día 15 de Marzo, Día de Martín Alonso Pinzón (fin de semana posterior o anterior).
     3 de Agosto: Conmemoración salida de Palos de las Tres Carabelas.
Recursos económicos y sociales
     Agricultura, basada en la Recolección de la fresa e industrial, ya que parte del sector se encuentra instalado en terreno de Palos.
Gastronomía
     La ubicación geográfica de Palos le permite contar con productos de alta calidad, tan diversos como el extraordinario marisco y el exquisito jamón serrano, además de la elaboración de los platos típicos de la zona elaborados con pecados: caballas con tomate, papas con choco, también es notable la repostería, y sobre todo, podrán degustar el famoso Fresón de Palos, que se exporta a gran parte de Europa (Diputación Provincial de Huelva).
         Palos de la Frontera torna su nombre del lugar en que está asentada la localidad, ocupado en su mayor parte por marismas y zonas pantanosas. Pantano, laguna, se dice en latín «Palus-udis». De ahí el vocablo utilizado para denominar a esta ciudad, que se encuentra a 23 m. Sobre el nivel del mar y está situada a 12 kms. de la capital de la provincia. Pertenece al partido judicial de Moguer. Su población asciende a 8.181 habitantes.
     Su economía está basada principalmente en la agricultura, sobre todo en los cultivos de la fresa y el fresón, así corno en su proyección comercial nacional e internacional. En su territorio están localizadas varias empresas del polo industrial, lo que hace que sea una de las ciudades con mayor concentración de fábricas del país; así corno parte del Puerto Exterior de Huelva. A su término municipal pertenece parte de la playa de Mazagón, donde hay un puerto deportivo. Y La Rábida, donde se encuentra el histórico monasterio, un embarcadero fluvial y una de las sedes de la Universidad Internacional de Andalucía.
     Palos surge como villa gracias también a la reconquista. En un principio era una simple heredad o propiedad agrícola que en 1332 Alfonso XI concede a Alonso Carro y a Berenguela Gómez, su mujer. No obstante, esta donación no tuvo éxito y pasó a poder del monarca. De nuevo en 1379, el rey Juan I concede la heredad de Palos a Alvar Pérez de Guzmán, alguacil mayor de Sevilla. El nuevo señor engrandeció la villa repoblándola y poniendo en explotación sus tierras.
     En el siglo XV el señorío era detentado por los Zúñiga, condes de Miranda y los Silva, condes de Cifuentes. En 1479, Enrique de Guzmán, duque de Medina Sidonia y conde de Niebla adquirió la doceava parte de la villa a Fernando de Zúñiga y en 1492 los Reyes Católicos compraron la mitad del señorío, propiedad de los condes de Cifuentes. A partir de este momento la jurisdicción de Palos estará fraccionada en poder de tres señores: los condes de Miranda, el duque de Medina Sidonia y los reyes de Castilla.
     Palos alcanzó en el siglo XV una población de 2.500 habitantes. Sus vecinos al igual que los moguereños aparecen ocupados en faenas agrícolas y marineras (pesca, viajes, construcciones de naves): todas estas actividades están minuciosamente descritas en las Ordenanzas Municipales de la villa de 1484-1521. Por ello, Cristóbal Colón acudió al monasterio de La Rábida para hacer realidad sus proyectos náuticos. En el cenobio rabideño conoció a Fray Antonio de Marchena, que lo puso en contacto con Martín Alonso Pinzón. Otro franciscano de La Rábida, Fray Juan Pérez, lo introduce en la corte y en la confianza de Isabel la Católica. El resto de la historia es conocido: El 3 de agosto de 1492 salen de Palos las tres naves descubridoras del Nuevo Mundo. Después de esta gesta, ya en el siglo XVI comienza la decadencia de Palos, sólo remontada en el siglo XX (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     El Centro Histórico de Palos de la Frontera está situado en la provincia de Huelva, a una distancia de unos 14 kilómetros de la capital y a 9 kilómetros del vecino municipio de Moguer. Su altitud media es de aproximadamente 25 metros sobre el nivel del mar. Se encuentra ubicado en la margen izquierda del río Tinto, a cuatro kilómetros de su desembocadura en el Atlántico, en unión con el río Odiel en la denominada Ría de Huelva cuyas aguas constituyen el límite meridional de las 4873 hectáreas de su término municipal.
     El ámbito que se identifica como núcleo histórico de Palos de la Frontera y que conforma este sector, con un perímetro de 1.360 metros y una superficie de 9 hectáreas, engloba tanto el entorno de la Iglesia de San Jorge como el Castillo de Palos de La Frontera, así como la zona afectada por el antiguo puerto de Palos, ubicado a orillas del estero en la franja norte del municipio, incluyendo, además, aquellos inmuebles que por su proximidad o alcance visual se relacionan con ambos monumentos, además de los lazos históricos que mantienen.
     Las razones que justifican esta identificación son de tipo arqueológico e histórico. En el lugar donde se ubican tanto el castillo como la iglesia se localizó el primer asentamiento del pueblo, cuya topografía jugó un papel importante en su posterior desarrollo. Igualmente, en el caso del puerto existen evidencias de su ubicación tanto en grabados de época Moderna, como en las hipótesis elaboradas por algunas investigaciones arqueológicas que lo sitúan en el estero frontero a la iglesia gótica de San Jorge denominado ¿Canal de Palos?, junto a la popular Fontanilla y en el curso inferior del río Tinto. Según estas investigaciones el puerto o embarcadero de Palos debió surgir de forma coetánea al crecimiento de la propia villa, repartiéndose sus actividades a lo largo de la orilla izquierda del Tinto, convirtiendo al río en la principal vía de comunicación de los palermos, dadas las excelentes condiciones que mantenía y la proximidad a su desembocadura en el Atlántico.
     Es por ello que la descripción del área que conforma el núcleo histórico de Palos se divide en dos zonas claramente identificadas: el entorno de la fortaleza e iglesia, conformado hasta mediados del siglo pasado; y el ámbito del puerto histórico, vinculado a la evolución económica y a las transformaciones del medio físico, en el cauce del río Tinto.
     El casco histórico posee un trazado urbano característico de la época medieval, con calles estrechas e intrincadas de sección aproximadamente cuadrada, con adarves buscando adaptarse a la topografía del terreno en las faldas de la colina donde se asentó el recinto amurallado del castillo. Las viviendas son de planta baja o baja más una, suponiendo la planta alta de reciente formalización, encaladas y con cubierta plana o inclinada de teja árabe. Debido a la orografía del terreno, las parcelas cuentan con menor superficie que se traduce en la reducción o pérdida del patio trasero. Los corrales traseros que dan a la vía pública quedan cerrados por tapias configurando fachadas. Aún manteniendo un carácter uniforme, se distinguen peculiaridades atendiendo a características de trazado de vías, fachadas de edificaciones, edad de la construcción y usos del vial.
     Si bien existen vestigios de poblamiento en la zona desde el Paleolítico superior, Palos de la Frontera nace, documentalmente hablando, a comienzos del siglo XIV, cuando Alfonso XI de Castilla la dona a Alonso Carro.
     La historia de esta ciudad está íntimamente ligada a las labores marítimas y a los descubrimientos geográficos. Es por esto que Palos de la Frontera es conocida como la cuna del Descubrimiento de América, ya que en esta ciudad se gestó y se preparó el primer viaje de Cristóbal Colón hacia lo que él creía las Indias. Zarparon del puerto de esta ciudad el 3 de agosto de 1492, llegando el 12 de octubre de dicho año a ciertas islas del actual continente americano que por entonces era desconocido por los europeos.
     Este acontecimiento histórico, aunque supuso un importante protagonismo para esta localidad, significó paradójicamente el inicio de su declive, al pasar todo el protagonismo de la conquista a Sevilla, lo que produjo un importante retroceso demográfico para la villa, de lo que no se recuperaría hasta bien entrado el siglo XIX (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     A 10 km de Huelva y dentro del término municipal de Palos de la Frontera, se levanta el monasterio fran­ciscano de Santa María de la Rábida. A este cenobio llegó Cristóbal Colón a finales de 1484. En él encontró hospitalidad y comprensión para sus planes descubridores. Fundamentalmente, el apoyo partió de fray Antonio Marchena y de fray Juan Pérez. El primero, astrólogo y aficionado a la navegación, acogió a Colón y a su hijo. El segundo, que antes de convertirse en monje había sido servidor de Isabel la Católica, le abrió las puertas de las influencias cortesanas y le consiguió el apoyo de la ma­rinería de Palos, capitaneada por Martín Alonso Pinzón. Fundado el monasterio de la Rábida en el siglo XV, destaca más por su significado histórico que por su belleza artística. Reformado en el siglo XVIII tras el terremoto de Lisboa, aporta cierto sabor andaluz a la sencilla arquitectura franciscana. De la época fundacional se conservan los arcos de la portería, el piso bajo del claustro y los muros y capillas de la iglesia.
     Comienza la visita en la antigua sacristía, lugar donde se exponen los murales que realizó Vázquez Díaz (1882-1969), pintor de cuadros de género, paisajes, retratos y escenas costumbristas. Los cinco murales que integran el llamado Poema del Descubrimiento fueron terminados en 1930. En ellos, el artista plasma en imáge­nes y colores algunos de los momentos más destacados de la gesta colombina. Y con un estilo personal próximo al cubismo aprendido en Cézanne, el llamado pintor de la Humanidad refleja, en ésta que está considerada su obra maestra, la determinación del almirante, el apoyo de los monjes y la duda de los marineros. Se valió de los frailes, de los vecinos de Palos y de algunas figuras de la Generación del 98 para perfilar los rostros de los personajes que aparecen en los frescos.
     Los puntos de mayor interés artístico se concentran en la iglesia conventual y el claustro. El templo, de una sola nave, mezcla elementos góticos y mudéjares. Levantado en el siglo XV, conserva en paramentos restos de pinturas al fresco. En una de las capillas refulge la corona que rodea la imagen de la Virgen de los Milagros, escultura de alabastro de finales del siglo XIII. Ante ella oraron Cristóbal Colón y la marinería antes de lanzarse a la aventura. En soledad desnuda, abre sus brazos en el ábside el Cristo de los Remedios, imagen de madera policromada que fue tallada en el siglo XIV.
     El piso bajo del claustro mudéjar fue edificado a comienzos del XV. Una sucesión de arcos de ladrillo, de medio punto y enmarcados en alfiz, que se apoyan en columnas de dibujo octogonal, articula las pandas de la galería baja. Blanca de cal, la galería alta fue añadida en el siglo XVIII. El claustro, pequeño y recogido, se nutre sólo de silencio.
     Otras estancias y manifestaciones artísticas también deben ser reseñadas. Entre ellas, el conjunto de cuadros del pintor onubense Juan Manuel Núñez que recrean personajes y paisajes relacionados con el Descubrimiento y adornan el claustro de la antigua hospedería, que fue levantado en el siglo XVIII; la Sala de Conferencias, espacio monacal donde se celebraron las conversaciones entre el descubridor y los monjes; el pequeño refectorio, la sala capitular, la sala de banderas y la galería de las carabelas.
     A poca distancia del cenobio y a orillas del Tinto, el llamado Muelle de las carabelas brinda la quietud de sus aguas a las réplicas de las naves colombinas que surcaron los mares rumbo a lo desconocido. Un paseo por los puentes de mando y las cubiertas, así como una zambullida en el interior de las bodegas, permiten visualizar la configuración de las embarcaciones y las condiciones de navegación de la época. Junto a las naves se ha levantado un barrio medieval que recrea el puerto de Palos tal como se encontraba en el momento de partida. Una sala de exposiciones dedicada a desvelar las claves necesarias para comprender el mundo de finales del siglo XV y a dar a conocer las concepciones geográficas de la época, las lecturas que permitieron forjar las hipótesis náuticas de Colón, los instrumentos de navegación, las armas y los atuendos acerca al visitante de estos tiempos a la realidad marítima, social, científica y cultural existente en las postrimerías de aquel siglo. El jardín botánico Celestino Mutis, el muelle de la Reina, las instalaciones de la Universidad y las estatuas que conmemoran el IV Centenario o ensalzan las gestas de los aviadores españoles que en 1926 pilotaron el hidroavión Plus Ultra completan el área geográfica de la Rábida.
    Se llega a Palos de la Frontera después de recorrer la avenida de América, largo y frondoso paseo sembrado de escudos de los países iberoamericanos y de las comunidades autónomas. Palos de la Frontera está lleno de recuerdos del Descubrimiento. En la plaza de la iglesia de San Jorge Mártir se levanta un hito que honra la memoria de los marineros palermos que participaron en la gesta. Y en la misma plaza se recuerda que el día 23 de mayo de 1492 fue leída al pueblo la provisión real que ordenaba que dos carabelas armadas fueran puestas al servicio de Colón. En los muelles de Palos fue construida La Pinta, cuyo capitán era Martín Alonso Pinzón, reputado navegante que desempeñó un papel fundamental en el reclutamiento de marineros y le proporcionó a Colón las carabelas Niña y Pinta. En la iglesia de San Jorge rezó la tripulación el 3 de agosto de 1492 antes de partir hacia lo desconocido. Y en Palos se encontraba el puerto del que salieron las naves.
     Además de proclamarse cuna del Descubrimiento, Palos de la Frontera reúne algunos lugares de interés monumental, centrados en la iglesia de san Jorge, la Fontanilla y la casa-Museo de Martín Alonso Pinzón. Se evidencian varias fases en el proceso de construcción del templo parroquial (alzado sobre un edificio anterior), que van desde el siglo XV al -XVIII. De las dos portadas que posee, la más antigua es la de América (siglo XIV), que asoma sus arcos apuntados a la plaza de los azulejos con recuerdos colombinos. Pero la más valiosa desde el punto de vista artístico es la llamada puerta de los Novios (siglo XV), considerada un magnífico ejemplo del mudéjar andaluz. Muestra una sucesión de arcos apuntados que se enmarcan en alfiz y unas labores decorativas formadas por grupos de ladrillos que configuran rombos.
     Destaca en su interior la cabecera gótica, que se engalana con bóveda de crucería. Grandes arcos de ladrillo sostienen la techumbre, que en la nave central presenta artesonado neomudéjar de madera. Enriquecen el interior unas pinturas murales del siglo XV, una imagen en alabastro de santa Ana Maestra (siglo XV) y dos tallas policromadas: Santa Ana y la Virgen Niña, obra que Hernando de Uceda talló en 1561 y el Cristo de la Sangre, de autor no conocido perteneciente al círculo de Roque Balduque (finales siglo XVI).
     Tras el ábside de la iglesia se sitúa el lugar donde estuvo el puerto histórico de Palos. Unos azulejos, puestos en el V Centenario, recuerdan que de sus muelles partieron las naves el 3 de agosto de 1492. Más abajo, rodeada de frondosidades, se encuentra la Fontanilla. Es una construcción mudéjar de ladrillo visto y forma de templete (siglo XIII) que cobija el manantial de la fuente donde, según la tradición, cogieron agua las embarca­ciones del Descubrimiento.
     Recorriendo la calle de Cristóbal Colón se llega la Casa-Museo de Martín Alonso Pinzón, edificio construido a mediados del siglo XV y modificado por reformas pos­teriores, conserva una portada del siglo XVI que luce dos columnas flanqueadas por una curiosa franja de azulejos. En el interior se dispone un museo dedicado a explicar el protagonismo que Palos de la Frontera y los hermanos Pinzón tuvieron en las tareas del Descubrimiento. En la misma calle abre sus puertas la casa de la Misericordia, antiguo hospital de atención a marineros hoy transformado en juzgado de paz (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guíarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012).
     Esta airosa ciudad, cuna del Descubrimiento, ocupa un polígono irregular muy alargado en una amplia llanura que se asoma al río Tinto, junto a la carretera provincial 624 que conduce a La Rábida y a la costa.
Historia
     Aunque poblada, sin duda, desde muy anti­guo, Palos aparece en la historia por primera vez en 1322 como la alquería que Alfonso XI dona a Alonso Carro. Su situación geográfica, la riqueza del suelo y el dinamismo de sus habitantes la hacen crecer de tal modo que en 1492 contaba con 2.000 vecinos.
     La villa tenía ya una gran tradición marinera cuando apareció Colón, habiendo logrado en sus astilleros una sustancial mejora de los navíos de la época. El 3 de agosto de 1492 partieron de su puerto las naves que habían de descubrir América, regresando al mismo el 15 de marzo del año siguiente.
Gastronomía
     Como todos los lugares colombinos, la cocina palerma mezcla platos de la tierra llana y de la costa. En Palos, además, son excelentes los guisos a base de conejo y las carnes y pescados asados con leña de encina, que pueden degustarse en cualquiera de sus numerosas bodegas.
Fiestas
     El fin de semana más próximo al 15 de marzo la ciudad honra la memoria del marino descubridor Martín Alonso Pinzón con diversos festejos. Entre el 22 y el 24 de abril celebra fiestas patronales en honor de San Jorge y entre el 14 y el 16 de agosto las de la Virgen de los Milagros.
Visita
     Palos es un pueblo blanco de geografía irregular que hoy ha cambiado la mar por la agricultura de primor, siendo famosísimos sus fresas y fresones. En la calle de Colón, eje a lo largo y alrededor del cual se vertebra el pueblo, se encuentra la Casa de los Pinzón, único ejemplo de la arquitectura civil del siglo XV que se conserva, con su portada de ladrillo y el bello conjunto del balconcillo enmarcado entre pilastras del segundo cuerpo.
     Al final de esta calle, en dirección a Moguer, se localiza la iglesia de San Jorge*, en la plaza del mismo nombre. Es éste un bello templo construido entre los siglos XV, y XVIII, motivo por el que coexisten en él diversos estilos que van desde el mudéjar de arcos apuntados de las naves hasta el sencillo barroco del campanario, pasando por el gótico tardío de la grandiosa cabecera. La puerta que da a la población, situada en un lateral, tiene trazas románicas. La del costado opuesto, llamada de los Novios, es mudéjar y de gran belleza, construida a base de ladrillos.
     Debajo de la iglesia, en dirección al río, se encuentra la Fontanilla, emblemática fuente del pueblo de estilo mudéjar y cubierta por un templete de ladrillo, de la que tomó Colón el agua para las carabelas. Hacia la mitad de la calle Colón se abre la plaza de la Villa en la que se levanta el monumento a Martín Alonso Pinzón, que figuró en la Exposición Iberoamericana celebrada en Sevilla en 1929.
     En el extremo opuesto de la iglesia, como continuación de la calle Colón, se extiende la avenida de América, precioso paseo en el que figuran los escudos de los países sudamericanos y de las autonomías españolas.
Alrededores
      A unos 5 km de Palos, se encuentra el monasterio de La Rábida*, residencia de Colón y lugar primero en el que se fraguó el Descubrimiento. Construido sobre una antigua mezquita almohade llamada la Rábita, del que procede el nombre actual, se construyó hacia 1403 como convento eremitorio franciscano. A él llegó Colón con su proyecto en 1485, encontrando la compresión y el apoyo de Fray Antonio de Marchena, astrólogo y consejero de la corte, y de Fray Juan Pérez, guardián del convento.
     En la actualidad el edificio, enclavado en una amplia explanada, donde se asienta también la Universidad de La Rábida, tiene el aspecto de un cortijo andaluz. En una de las dependencias de la portería se encuentran los famosos frescos de Vázquez Díaz, con escenas colombinas.
     La iglesia es la parte más antigua del conjunto. Es obra del siglo XIV en estilo gótico mudéjar y en ella destaca el magnífico crucificado, talla del siglo XV que reemplazó al existente en tiempos de Colón, quemado durante la Guerra Civil, y la imagen de alabastro de la Virgen de los Remedios.
     El claustro de clausura, en un mudé­jar sumamente sobrio, es otra de las partes de la época de Colón. El claustro de la portería, en cambio, fue reedificado tras los numerosos daños ocasionados por el célebre terremoto de Lisboa de 1755. Conserva, no obstante, en la puerta claustral, un arco almohade que debió ser, en su origen, la entrada al morabito o pequeña mezquita árabe. En la planta alta se encuentra la Sala de las Banderas, donde están representadas las de todos los países sudamericanos; la Sala Capitular y, en la galería, la reproducción de las tres carabelas (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

Iglesia de San Jorge mártir
     El templo parroquial de San Jorge Mártir responde a dos etapas cronológicas diferentes. La parte más antigua es el cuerpo de la iglesia, de hacia 1400. Es una edificación mudéjar de tres naves separadas por dos arquerías, cuyos arcos ojivales con alfices apean sobre pilares achafla­nados de ladrillo. La nave central se cubre con techumbre neomudéjar, del siglo XIX, y las laterales con sendas cubiertas de colgadizo. Tiene dos portadas laterales. La del lado de la epístola, llamada Puerta de América, de austera composición pétrea, es obra del siglo XV. La frontera, denominada Puerta de los Novios, corresponde al flanco del evangelio. Está labrada en ladrillo y es pieza capital de la arquitectura mudéjar sevillana.
     La cabecera del templo es muy sobria. Su áb­side poligonal, atrofiado, abre al crucero dentro de la estética del gótico Reyes Católicos. En la capilla mayor preside la imagen del Cristo de la Sangre o de la Vera Cruz, escultura en madera policromada del último tercio del siglo XVI, y obra anónima del círculo de Roque Balduque. Está enmarcado en una pintura mural, formada por un pabellón en cuya cima aparece una corona real, y en cuyo centro está la pintura, con arco de medio punto, de San Jorge Mártir, patro­no de la ciudad y titular del templo parroquial, obra del siglo XVI. A la derecha del mismo se encuentra otro fresco, del siglo XV, que repre­senta a Santiago en la batalla de Clavijo. En una hornacina lateral está la talla en madera policromada de Santa Ana y la Virgen Niña, gubiada de Hernando de Uceda en 1561. El frontal del altar adosado al ábside y el pavimento del presbiterio conservan restos de azulejería polícroma, con motivos geométricos.
     El crucero tiene bóvedas de igual altura con crucería de ricas nervaduras de terceletes. La imposta se decora con una cardina gótica corrida de hacia 1500. En la unión del crucero con la nave central está el púlpito, obra de cerrajería, que por su ornamentación floral puede datarse entre los siglos XVII y XVIII. En la cabecera de la nave del evangelio se puede contemplar una pintura mural de la Virgen de Misericordia coronada por ángeles, que se puede situar cronológicamente en torno a 1500.
     Las tres capillas laterales  surgen como enterramientos particulares. La de San Getulio y San Cereal, en el flanco del evangelio, abre al crucero. Es de planta rectangular, con bóveda se­miesférica sobre pechinas. Las dos pechinas frontales ostentan en sus vértices in­feriores sendas esculturillas pétreas de ángeles músicos. Las yeserías protobarrocas de la bóveda recuerdan a fray Loren­zo de San Nicolás. El retablo de azulejería, diseñado por Rafael Manzano Martos en 1973, exhibe dos paños de cerámica del siglo XVII,  que reproducen a los santos titulares de la capilla. En su interior se veneró, y a ella estuvo dedicada du­rante un tiempo, a la Virgen de los Milagros, por eso en la misma oyeron misa los aviadores del «Plus Ultra» el 22 de enero de 1926, antes de iniciar el histórico vuelo a través del océano.
     La capilla de San Jorge, contigua a la anterior, es obra del siglo XVI. Su fábrica mudéjar tiene planta rectangular y bóveda ochavada sobre trompas. En ella se venera la imagen del patrón de la ciudad, San Jorge Mártir, escultura en madera policromada, obra de José Luis Rosado, de 2001. En el paramento lateral derecho, en una hornacina, está una Santa Ana Maestra, relieve en alabastro sin policromar obra anónima del siglo XV, que guarda similitudes estilísticas con obras góticas inglesas de Moguer y del Museo de Barcelona. Bajo el relieve se expone el grupo es­cultórico de María y San José adorando al Niño, realizado en barro cocido y obra del círculo de Cristóbal Ramos en el siglo XIX. En el centro del pavimento de la capilla se puede ver la lauda sepulcral de Christoval Jurado Prieto, comisario del Santo Oficio, del año 1605.
     La capilla sacramental comunica con el crucero por la nave de la epístola. Es de planta cuadrangular con bóveda de nervadura gótica, que descansa sobre ménsulas de ladrillo. Luce un zó­calo de azulejos en blanco y azul, con motivos eucarísticos, y el altar del sagrario una frontalera con un cuadro cerámico de la Santa Cena.
     A los pies del templo se localizan las restantes dependencias del edificio. El coro, ubicado al final de la nave central, cubre su planta rectangular con bóveda de arista construida en 1954. La sacristía, adaptada en la antigua capilla de San Antonio, está al fondo de la nave del evangelio. Tiene planta rectangular y techumbre de ladrillo por tabla. Y la capilla bautismal, con idéntica localización en la otra nave lateral, se ilumina a través de un ventanal de estilo gótico con parteluz de ladrillo y cristalera, ejecutado en 1943. Una verja de hierro forjado, colocada en 1948, aísla esta capilla del resto de la iglesia. En el centro está la pila bautismal de mármol blanco.
     La torre parroquial se alza en el costado meridional, adosada a la capilla sacramental con la que comunica. La caña es obra mudéjar. En cambio, el cuerpo de cam­panas con su correspondiente chapitel, revestido de ajedrezada cerámica azul y blanca, corresponde a la segunda mitad del siglo XVIII. En defini­tiva, este monumento conjuga rítmicamente tres estilos diferentes: mudéjar, gótico y barroco.
     Durante los siglos XVII y XVIII sufrió múlti­ples calamidades y penurias. En 1892, con mo­tivo del IV centenario del Descubrimiento de América se efectuaron ciertas obras que mejoraron el aspecto del edificio y rescataron restos de pinturas murales de la época de los Reyes Católicos. Sin embargo, la apetecida restauración del inmueble se inició tras ser declarado monumen­to de interés histórico, en 1971. La dirección téc­nica de las obras corrió a cargo del arquitecto Rafael Manzano Martos.
     En la iglesia hay algunos óleos sobre lienzo de los siglos XVII, XVIII y XIX. Del Seiscientos es el óleo sobre lienzo de Cristo abrazado a la Cruz, situado al lado de la puerta de los Novios. Del Setecientos es una pintura colonial de la Virgen de Guadalupe de México, ubicada en la cabecera de la nave del evangelio. De este siglo son también los cuadros de San Francisco y de un santo eremita, situados a los pies de la nave de la epístola, así como otro con una escena de la vida de Cristo y un San Jerónimo penitente a los pies de la nave central. Del siglo XIX parece ser el óleo de San Ignacio de Loyola.
     En orfebrería sólo es destacable el ostensorio de plata sobredorada, en estilo neogótico e influencia levantina, de principios del siglo XX; un copón neobarroco de plata sobredorada de Fernando Marmolejo Camargo, de la década de los cincuenta del siglo XX; y una cruz parroquial en plata, de finales del Novecientos, que sigue el modelo de la gótica conservada en el monasterio de La Rábida (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La iglesia posee planta rectangular. Presenta tres naves de dos tramos, con crucero y tres capillas laterales. La cabecera se remata con un ábside poligonal de tres lados. En la nave del evangelio se abren dos capillas de planta cuadrada, siendo ligeramente menor la que se proyecta desde el crucero. En la nave de la epístola, se abre una capilla en línea con el crucero, también de planta cuadrada, y desde ella se accede a la torre, cuya planta se encuentra fuera del perímetro de la iglesia.
     La iglesia está realizada en ladrillo visto, a excepción de algunos elementos realizados en piedra. Los pilares que sustentan los arcos formeros son rectangulares, con las esquinas achaflanadas. Los pilares que sostienen los arcos torales tienen adosados haces de piedra.
     La nave central está cubierta con armadura de madera, de par y nudillo, con faldones inclinados laterales y el cuerpo central horizontal. Las naves laterales se cubren con armaduras de colgadizo con canes. El crucero presenta una bóveda de crucería gótica de terceletes, con claves realzadas, mientras los brazos se cubren con bóveda de crucería gótica con dos arcos ojivales.
     Al exterior, el edificio posee dos portadas. La portada de los Novios, se localiza en el paramento derecho de la iglesia. Se trata de un ejemplar mudejárico importantísimo. Realizada totalmente en ladrillo visto de dos tonos, tiene un arco apuntado de tres arquivoltas que arrancan de una línea de imposta superior, porque hay otra inferior que sirve de remate a las jambas de la puerta. Todo el conjunto va enmarcado por un gran alfiz. Las albanegas del arco aparecen decoradas a base de arquillos lobulados entrelazados y sustentados por columnillas. La portada de América se sitúa en el muro izquierdo del templo. Consta de un vano de entrada adintelado, enmarcado por un arco apuntado y abocinado. El espacio que queda entre el dintel y el vértice del arco es de ladrillo. En su centro se abre una ventana en forma de arco de medio punto. Toda la portada es de piedra y está enmarcada por dos estribos. En el de la derecha se abre una ventana cuyo vano presenta la forma de un arco escarzano. El conjunto se remata con una cornisa con canes adornados de cabezas humanas y de animales. Esta portada es anterior a la portada de los Novios, datándose a mediados del siglo XV.
     La torre excede del perímetro del templo y se accede a ella a través de la capilla existente en el muro de la epístola. Esta se sitúa en la fachada sur de la iglesia. Posee planta cuadrada y está realizada en ladrillo visto. El conjunto se remata con un cuerpo de campanas barroco, y sobre él un chapitel piramidal cubierto de azulejos blancos y azules. Este último tramo se debió realizar en el siglo XVIII.
     Algunos autores afirman que la iglesia de San Jorge fue edificada y patrocinada por los condes de Miranda, señores de Palos, en 1473. Otros, al hilo de un análisis estilístico del edificio, opinan que su construcción debió iniciarse en las primeras décadas del siglo XV, quizá sobre los cimientos de un pequeño templo anterior, y se prolongó durante toda esta centuria y principios del XVI. Como resultado de tan dilatado periodo constructivo, el templo adquirió un carácter híbrido, con un cuerpo de iglesia mudéjar y una cabecera gótica. En el primer momento, debió levantarse el conjunto con sus naves, así como la puerta del mediodía, labrada en piedra con reminiscencias románicas. Algo posterior serían la Puerta de los Novios, la capilla o "qubba" mudéjar que en 1605 sirvió de panteón a Cristóbal Jurado Prieto, y la escalera de caracol sobre la que monta el campanario.
     La configuración definitiva del templo mudéjar coincidió con el auge de Palos en la segunda mitad del XV. Entre 1450 y 1480 parecen situarse los años de un crecimiento importante que culminó con la expedición del Descubrimiento. Por entonces, y quizá como una de las consecuencias más directas, debió comenzar a trazarse la iglesia gótica, de la que sólo se labró la cabecera entre finales del XV y los primeros años del XVI. Angulo sostiene que difícilmente pudo rematarse esta construcción antes de 1492, ya que la decoración vegetal utilizada es como la que veía en Sevilla después de 1500. La crisis en que se vio sumida la villa desde las primeras décadas del XVI, en las que perdió más de un tercio de su población, puso freno a la continuación del proyecto gótico. La fase más tardía del mismo, seguramente alterando el plan inicial, fue la construcción de una capilla ojival en el costado de la epístola.
     Con posterioridad, la iglesia conoció añadidos y obras diversas. A principios del XVII se levantó en el lado del evangelio una capilla dedicada a los Santos Jetulio y Cereal. El terremoto de Lisboa (1755) debió afectar al edificio y obligar a obras y reparaciones enmarcadas en la importante labor arquitectónica desarrollada en esta centuria dentro del Arzobispado de Sevilla. En la segunda mitad del siglo XVIII se construyó el último cuerpo de la torre, hacia finales del mismo dirigió obras en la iglesia Fernando Rosales, maestro mayor de obras del Arzobispado.
     La Iglesia de San Jorge supone también, con La Rábida o Santa Clara, un hito claro y directo en la relación con los pueblos de la ría del Tinto durante los preparativos del viaje descubridor. Cuando Colón partió de Granada, tras las capitulaciones de Santa Fe, el 12 de Mayo de 1492, vino a la villa de Palos a organizar la expedición, con la disposición real que suponía la validación de la empresa. La presentación oficial de la misma no pudo ser otra que la notificación al concejo de la villa de la real provisión de 30 de Abril ordenando la entrega de las carabelas. El hecho se produjo "...en miércoles 23 de Mayo año del nacimiento de nuestro Salvador Jesuchristo de 1492 años estando en la iglesia de San Jorge...", según testimonio del padre de las Casas que recoge el acta de notificación. La tradición iconográfica y algunos historiadores pretenden que la lectura se produjo dentro de la iglesia, pero lo más probable es que se leyese en la plaza mayor del pueblo, y como tal aparece mencionada en otros documentos.
     Plaza e iglesia debieron ser testigos por esos días de todos los acontecimientos importantes en la preparación de la expedición: lectura de bandos y disposiciones, enrolamiento de marinos, etc. En la iglesia debieron orar Colón y la tripulación, y la tradición popular supone que por la Puerta de los Novios salieron los navegantes en la mañana del 3 de agosto de 1492 tras encomendarse a Dios y haber velado toda la noche (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

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