Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de Santiago, en Carmona (Sevilla).
Hoy, 25 de julio, Solemnidad del apóstol Santiago, hijo del Zebedeo y hermano de San Juan Evangelista, que con Pedro y Juan fue testigo de la transfiguración y de la agonía del Señor. Decapitado poco antes de la fiesta de Pascua por Herodes Agripa, fue el primero de los apóstoles que recibió la corona del martirio (s. I) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la Iglesia de Santiago, en Carmona (Sevilla).
La Iglesia de Santiago, se encuentra en la plaza de Santiago, s/n; en Carmona (Sevilla).
Construida en piedra y ladrillo, la iglesia es de planta basilical, con tres naves que terminan en cabeceras poligonales. Los soportes son pilares rectangulares que presentan columnas adosadas en los lados menores y sostienen arcos ligeramente apuntados. Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista, siendo la correspondiente a la central de cañón con lunetos y arcos fajones, bajo la que subsiste la primitiva armadura de par y nudillo mudéjar. Los tres ábsides del templo se componen de dos tramos, uno rectangular y otro poligonal, presentando al exterior contrafuertes angulares. La cabecera de la nave izquierda fue parcialmente reformada con la inserción de un camarín barroco decorado con yeserías. Dos capillas se abren en la nave izquierda, cubriéndose ambas con bóvedas de nervadura.
El templo posee tres portadas. Las dos situadas en las naves laterales presentan un esquema clasicista, apareciendo en la correspondiente al lado derecho un retablo de azulejos que representa a Santiago y que, como aquéllas, puede fecharse en el siglo XVIII. La portada del muro de los pies posee estructura mudéjar. Se compone de cuatro arquivoltas apuntadas, presentando decoración de clavos y una cabeza romana en la clave del arco exterior. En el lado izquierdo de la puerta se adosa la torre, que presenta un cuerpo bajo mudéjar decorado con labores de sebka y un campanario barroco.
La construcción de la iglesia puede fecharse en el siglo XIV, durante el reinado de Pedro I. Con posterioridad, en el XV, se añadió la Capilla del Nazareno y se ejecutó la decoración del cuerpo de la torre. En el siglo XVIII se reformó y decoró el interior y se procedió a construir el campanario. En 1712 se fechan diversas obras en la tribuna del órgano y en 1781 otras relativas a la techumbre de la nave izquierda, que fueron inspeccionadas por los maestros Antonio de Figueroa y Francisco del Valle. En este mismo año se procedió a construir el cuerpo de campanas de la torre, obra en la que intervino el mencionado Figueroa y el maestro José Álvarez.
El retablo mayor se realizó entre 1673 y 1781. Se compone de banco, dos cuerpos separados por columnas salomónicas y ático. La arquitectura del retablo fue realizada por el ensamblador Francisco de Ballesteros, pero su traza la hizo Fernando Pacheco y la escultura Pedro Roldán y su taller, quienes la ejecutaron entre 1673 y 1681. El dorado estuvo a cargo de Diego Cura y Francisco de la Peña. La hornacina del cuerpo bajo está ocupada por una imagen de Santiago peregrino, apareciendo en el segundo cuerpo San Fernando. A los lados de ambas esculturas se sitúan relieves que presentan escenas de la vida de Santiago. Tanto los muros del presbiterio como los correspondientes a las capillas colaterales presentan zócalos de azulejos lisos atribuibles al ceramista Alonso García, apareciendo en algunos de ellos la fecha de 1577.
El retablo situado en la cabecera de la nave izquierda fue realizado por Tomás González Guisado entre 1735 y 1737. Está presidido por una imagen moderna de la Virgen de la Paciencia, apareciendo en los laterales esculturas de Santiago y San Antonio y en el ático una de San Blas. En la primera capilla de esta misma nave figura un retablo de fines del siglo XVII con una imagen de candelero de la Virgen. A continuación se halla otro retablo, compuesto por banco, un cuerpo de tres calles entre estípites y ático, fechable en el tercer cuarto del siglo XVIII. Su hornacina central la ocupa una imagen de candelero de la Virgen con el Niño, apareciendo a sus lados altorrelieves de ángeles pasionarios. En el banco se sitúa una pintura de la Dolorosa y en el ático un relieve de la Trinidad. El retablo colateral derecho fue igual mente realizado por Tomás González Guisado entre 1735 y 1737. En su hornacina central se sitúa una imagen de San José, apareciendo en los laterales San Benito y San Felipe Neri y ocupando el ático una escultura de un santo obispo. A mitad de la nave se sitúa un retablo de mediados del siglo XVIII presidido por una imagen de la Virgen con el Niño, de comienzos del XVII. En las calles laterales se hallan esculturas de San Roque y San Antonio de Padua, apareciendo en el ático la de Santa Rita. A continuación se sitúa un retablo de mediados del XVIII con una escultura de Cristo atado a la columna del segundo tercio del siglo XVII. El retablo del Cristo de la Piedad, Crucificado fechable a fines del siglo XV, puede datarse hacia 1770.
En la nave central se encuentra situado el coro, realizado en torno a 1680 por Francisco Ballesteros y compuesto por veintitrés sitiales. El órgano, situado en un lateral, es obra neoclásica de principios del siglo XIX. Pedro Fernández realizó en 1668 los púlpitos de hierro forjado situados delante del presbiterio.
En la sacristía, cuya puerta fue realizada por Marcos Pérez de Sarabia, hay que destacar la cajonera, obra ejecutada por el mismo autor en 1748, y el grupo escultórico de la Piedad, fechable en el primer tercio del siglo XVIII (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
Construida probablemente en el siglo XIV, aunque presenta ciertos arcaísmos en el exterior del presbiterio y en la portada de Poniente, es redecorada agregándole ciertos elementos durante los siglos XV, XVI, XVIII.
La iglesia, de piedra y ladrillo, tiene planta basilical, con tres naves que terminan en ábsides poligonales. Los arcos formeros están ligeramente apuntados y apean sobre pilares con medias columnas adosadas. Las naves laterales se cubren con bóvedas de aristas y la central con bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos, ocultando un artesonado de madera de estilo mudéjar. Las cabeceras se cubren con bóvedas de nervaduras. A los pies junto a la portada principal, a la izquierda, se levanta la torre, con base mudéjar y decoración de sebqa en el segundo cuerpo. El resto de los cuerpos y chapitel, con decoración de azulejos, son del siglo XVIII. La portada principal, de estilo mudéjar, presenta cinco arquivoltas apuntadas, estando la exterior adornada con dientes de sierra y una cabeza romana en la clave. La de la nave del Evangelio se forma con columnas toscanas que soportan un frontón con remates, de fines del XVI (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Cuenta la tradición que el templo se construyó durante el reinado de Pedro I (S. XIV) y que su solar coincide con una vieja mezquita de la que se conserva el tercio inferior macizado del alminar.
En el S. XV se le añade el segundo cuerpo a la torre, decorada con un bello paño de “sebka” (decoración inspirada en la época almohade).
De esta misma fecha son el retablo mayor atribuido a Bernardo Simón de Pineda y la capilla de Jesús Nazareno.
El templo es de planta basilical dividida en tres naves, doble crujía con triple arcada apuntada y pilares cuadrangulares con gruesas columnas que soportaban la original techumbre de madera. Las reformas barrocas ocultaron las armaduras mudéjares originales con una bóveda de cañón con lunetos en la nave central y de arista en las laterales. Son bóvedas encamonadas, es decir, están hechas de yeso con un esqueleto de madera y no tienen función portante.
En el S. XVIII se culmina la torre con la construcción del campanario y es en esta época, en la que el templo sufre constantes reformas, unas motivadas por necesidades técnicas, a veces por necesidades culturales, otras por mero afán innovador.
La iglesia posee tres portadas: la principal es del S.XVIII con bello azulejo representando la batalla de Clavijo; la de la nave del Evangelio es de piedras y de influencias bajorenacentistas y la de la epístola ojival con cuatro arquivoltas.
Retablo mayor atribuido a Bernardo Simón de Pineda.
Capilla de Jesús Nazareno del S.XV.
La solería del presbiterio del S. XV a base de ladrillos y azulejos de cuenca y lisos con formas de estrellas y romboides, en los tres ábsides los azulejos planos renacentistas del S. XVI.
En 2008 se hizo una obra de restauración en la iglesia, que incluyó el tejado y permitió disponer una pasarela metálica para poder observar el artesonado, espléndido ejemplo del mudéjar carmonense.
Hermandad
«Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús en la Columna y María Santísima de la Paciencia». Aprobadas las primeras reglas en 1.656
Nuestro Padre Jesús en la Columna, 1.676, José Valenzuela
María Santísima de la Paciencia, 1.953, Francisco Buiza.
Procesionan el Jueves Santo por la tarde
En su itinerario es destacable la salida y la entrada, por la dificultad que entraña la pequeña puerta de la iglesia de Santiago, así como su discurrir por su barrio, donde los vecinos cantan a las imágenes multitud de saetas.
Los nazarenos del paso de Misterio visten túnica y capa blancas, con capuz y cíngulo azul. Y éste es portado por 35 hermanos costaleros.
Los del Palio visten túnica y capa negra, con capuz y cíngulo azul. Portado el paso por 30 hermanos costaleros.
De interés es el Estandarte, con bordados del XVIII procedentes de la túnica de San Francisco del Convento de la Concepción.
Web: http://hermandaddelacolumna.es (Ayuntamiento de Carmona).
Su construcción se estima que fue realizada en el siglo XIV en tiempos del rey Pedro I El Cruel, levantándose sobre una antigua mezquita de la que aún se conserva parte del alminar de su torre. En los siglos XV, XVI, XVIII. Es redecorada, añadiéndole ciertos elementos.
La iglesia, de piedra y ladrillo, tiene planta basilical, con tres naves que terminan en ábsides poligonales. Presenta un total de tres puertas, siendo la portada más interesante la que se encuentra situada a los pies, junto a la cual se levanta la torre, con base mudéjar.
Las otras dos portadas son del siglo XVIII, están enfrentadas y situadas en los muros laterales. La puerta principal de acceso al templo es la que se ubica en la nave de la epístola, abierta a la plazuela de Santiago; sobre ella presenta un mural cerámico que representa a su titular, Santiago, en la batalla de Clavijo. El retablo mayor, de estilo barroco, queda presidido por el apóstol Santiago y del rey San Fernando. El retablo mayor es atribuido a Bernardo Simón de Pineda y la capilla de Jesús Nazareno es del siglo XV (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santiago apóstol;
HISTORIA Y LEYENDA
Hijo del pescador galileo Zebedeo, era el hermano primogénito de san Juan Evangelista y no de Santiago el Menor, a quien se suele tomar por su hermano pequeño. Junto con Juan fue llamado por Cristo para convertirse, junto a Pedro y Andrés, en uno de los apóstoles. El epíteto el Mayor significa que fue uno de los primeros llamados. Junto a san Pedro y san Juan asistió a la Transfiguración, o Agonía de Cristo en el Monte de los Olivos. No se sabe nada de su actividad apostólica después de la Ascensión. Se suponía que había predicado la fe en Siria y en Judea, y que cuando regresó a Jerusalén, en el año 44, habría sido decapitado por orden de Herodes Agripa. De esa manera, uno de los primeros apóstoles convocados por Jesús habría sido el primer llamado por Dios.
El principal milagro que se le atribuía era la conversión del mago Hermógenes, evidentemente copiado de la historia de Simón el Mago, derrotado por el apóstol Pedro.
Hermógenes envió a su discípulo Fileto para que empleara sus sortilegios contra Santiago. Pero éste, al ver que Santiago curaba a los enfermos e incluso resucitaba a los muertos, se convirtió, y de vuelta junto a Hermógenes, intentó convertir a éste. El mago, enfurecido, lo dejó paralítico, y Fileto pudo recuperar el uso de sus miembros gracias al apóstol, quien le prestó su manto milagroso.
Entonces Hermógenes pidió a los demonios que le entregaran a Santiago y a su neófito encadenados. Pero Santiago ordenó a su vez a los demonios que hicieran a su enemigo el daño que éste quisiera infligirles. Los a gentes de Satanás, subyugados por una fuerza superior, encadenaron a Hermógenes y lo entregaron atado de pies y manos.
Entonces el mago reconoció su error, y prosternándose a los pies del apóstol Santiago, quien le hizo desatar, solicitó el bautismo y arrojó los libros de magia al mar.
De acuerdo con la tradición española, que contradice a la leyenda palestina, el apóstol Santiago habría viajado a España para predicar el Evangelio, desembarcó en Cartagena, y luego, en Zaragoza, se le habría aparecido la Virgen en lo alto de una columna de jaspe (Virgen del Pilar), rodeada por un coro de ángeles. Tal sería el origen de la célebre basílica de peregrinación de Nuestra Señora del Pilar, en Zaragoza. En Lérida debió detenerse durante la noche a causa de una espina en el pie. Habría conseguido quitarse dicha espina gracias a los ángeles descendidos del cielo. Más tarde, el cuerpo del apóstol, después de su martirio, habría navegado hasta Galicia en una barca conducida por un ángel.
Esta leyenda tardía se explica por el ardiente deseo que animó a todos los países de la cristiandad de vincular la fundación de sus iglesias locales con uno de los discípulos de Cristo. Roma vindicaba a san Pedro, Grecia y Rusia a su hermano san Andrés. La España cristiana quiso atribuirse al apóstol Santiago, orgullosa de asegurarse de esa manera el patronazgo de un discípulo directo de Cristo, mientras que Francia debía contentarse con san Dionisio, confundido con san Dionisio Areopagita, e Inglaterra con san Jorge.
En realidad, el apóstol Santiago nunca estuvo en España y sus reliquias jamás fueron trasladadas a Galicia. Esta leyenda nació de la cruzada contra los moros (Reconquista) y de la peregrinación a Santiago de Compostela.
Dicha peregrinación, organizada por los monjes de Cluny para socorrer a los cristianos de España en su cruzada contra los moros, se remonta al siglo X. Por tanto, fue en esa época cuando se forjó la leyenda española del apóstol Santiago. Se pretendió antidatarla. Un documento apócrifo, presentado como un texto del siglo VII, afirma que el apóstol Santiago había llegado a España para evangelizarla. Hacia 830 circuló un rumor acerca del descubrimiento de la tumba del apóstol en Galicia, y para exaltar el valor de los cruzados, se contó que en 834, en la batalla de Clavijo, el apóstol Santiago montado en un caballo blanco, había derrotado a los infieles blandiendo su estandarte. Por último, en 860, el Martirologio de Adón certificó que la tumba del santo, que acogió sus huesos enviados desde Jerusalén, se encuentra en Galicia.
Gracias a las investigaciones fundamentales realizadas por Monseñor Duchesne y a excavaciones arqueológicas recientes (1955), que permitieron a René Louis precisar las indicaciones suministradas por los textos históricos o legendarios, en la actualidad estamos en condiciones de seguir casi paso a paso la génesis de un culto tardío y forjado íntegramente entre los siglos IX y XI.
Es necesario distinguir entre dos leyendas, que aparecieron sucesivamente: la del apostolado de Santiago en España y la de su Sepultura en Galicia. En vano se buscaría un texto que mencionara el apostolado de Santiago en la penínsulai bérica con anterioridad al siglo VII. Los poetas latinos Prudencio y Fortunato, Isidoro de Sevilla y san Martín de Braga (Galicia), no lo mencionan. La leyenda tiene su fuente fuera de España, en el Breviarum Apostolorum. En España apareció a finales del siglo VIII, en el Comentario del Apocalipsis, del Beato de Liébana.
En cuanto a la leyenda de la sepultura de Santiago en Galicia, la primera mención apareció en 806, en el Martirologio de Florus de Lyon. La iglesia de peregrinación construida bajo los pretendidos huesos del Apóstol ya existía en 874, puesto que ese año el rey Alfonso III de León,y su esposa Jimena ofrendaron una magnífica cruz de oro. A partir de ese momento los peregrinos afluyeron hacia la tumba del apóstol, convertido en el patrón de la España cristiana en guerra contra los moros.
Textos apócrifos y tradiciones orales al margen de toda prueba contribuyeron, como es natural, a enriquecer y embellecer la leyenda forjada por los clérigos. Era necesario explicar la traslación de las reliquias del apóstol desde Palestina hasta Galicia, y su invención en un sarcófago de mármol (arca marmorica) descubierto en medio de un antiguo cementerio romano. Fue del nombre de dicho cementerio, Compostum ubi ossa componuntur que en el siglo XI se creó el nombre Compostela, que la etimología popular, a base de juegos de palabras, convirtió en Campus stellae (Campo de la Estrella).
Algunas de estas leyendas de peregrinación o de cruzada deben recordarse aquí, porque han inspirado gran número de obras de arte.
La primera es la traslación del cuerpo del apóstol desde Joppe (Jafa, Palestina) hasta Santiago de Compostela, en Galicia.
Conducido por un ángel, el cuerpo santo, transportado sobre un navío, o bien en un sarcófago de mármol flotante, cruzó las Columnas de Hércules o Estrecho de Gibraltar, y recaló en las costas gallegas. La reina Lupa (o Luparia) ordenó uncir al sarcófago toros salvajes, para que se rompiese contra las rocas, pero los toros, al punto domesticados con una señal de la cruz, se volvieron mansos como corderos, y arrastraron las reliquias hasta el patio del palacio de la reina, quien se convirtió y transformó su castillo en monasterio: ese edificio sería la cuna de la célebre peregrinación de Santiago de Compostela.
Santiago era el patrón de los peregrinos y de los caballeros: se necesitaban leyendas especiales para uso de una y otra categoría de devotos.
Los peregrinos no se cansaban de oír el Milagro de la horca o del Ahorcado desahorcado. A decir verdad, dicho milagro, como el del mago Hermógenes, es un plagio. Pertenece a la leyenda de otro santo Domingo, Domingo de la Calzada, quien había merecido el reconocimiento de los peregrinos compostelanos porque mejoró el «Camino de Santiago».
Dos esposos devotos se dirigían en peregrinación a Santiago de Compostela desde Toulouse. Una tarde se alojaron en una posada donde la hija del posadero se enamoró del jovencito. Rechazada por este nuevo José, la mujer, para vengarse, discurrió introducir secretamente en el zurrón de peregrino del joven desdeñoso una copa de plata, para luego acusarle de robo. El juez, convocado de inmediato, comprobó el flagrante delito y condenó a la horca al presunto ladrón.
Sus padres, consternados, siguieron la ruta hasta Santiago de Compostela, y en su aflicción, rogaron con ardor al apóstol Santiago que demostrase la inocencia de su hijo. En el camino de regreso, cuando pasaron por el sitio donde el joven fuera ahorcado, lo encontraron colgado, pero milagrosamente vivo: él les contó que lo habían sostenido la Santísima Virgen y el apóstol Santiago, quienes le salvaron la vida.
Los padres fueron a buscar al juez, a quien encontraron sentado a la mesa, cortando un gallo y una gallina asados. Le dijeron que el hijo de ambos, suspendido en la horca desde hacía varias semanas, aún estaba vivo. El juez se negó a creer y respondió con una burla: «Vuestro hijo está tan vivo como el gallo y la gallina que están sobre la mesa». Las aves aludidas echaron a cantar al punto.
Estupefacto, el juez aceptó entonces seguir a los padres del salvado hasta el cadalso. Luego liberó al inocente, e hizo colgar en su lugar al posadero y a su hija. El gallo y la gallina resucitados se enjaularon y condujeron a la iglesia donde se los cuidó con mimo hasta que murieron de viejos.
Al mismo tiempo que la leyenda de la peregrinación se difundió la de la cruzada, que popularizó la orden de Los Caballeros de Santiago. En vísperas de una batalla contra los musulmanes que se libró en Clavijo, en 930, el rey Ramiro I de Asturias, como lo hiciera antes el emperador Constantino, vio aparecer en sueños al santo patrón de España, quien montado en un caballo blanco derrotó a los moros y los puso en fuga. Asistido por el santo Matamoros, Ramiro consiguió la victoria. Fue a partir de entonces que ¡Santiago! se convirtió en el grito de guerra de los ejércitos españoles.
CULTO
Así, aunque no contase con prueba histórica alguna, Santiago el Mayor se convirtió en el santo nacional de España (lux et decus Hispaniae), y enseguida pasó a la categoría de los santos universales que en la Edad Media veneraba toda la cristiandad. En España se le dedicaron centenares de iglesias de las cuales, sólo en la diócesis de Compostela hay cincuenta y cinco.
Su popularidad se funda en la peregrinación a Santiago de Compostela, que seguía en dignidad a la de Jerusalén y a la de Roma, y que rivalizaba con éxito con San Martín de Tours y con San Nicolás de Bari, y atraía multitudes comparables a las de Lourdes en la actualidad.
Todos los caminos conducían a Santiago. Como los Reyes Magos, a quienes guiara la estrella, los peregrinos sólo debían seguir la dirección de la Vía Láctea que señalaba la ruta de Compostela (Campus Stellae: el Campo de la Estrella). La geografía hagiográfica y monumental se abocó a precisar los itinerarios y las principales etapas de los peregrinos. Los franceses pasaban por Tours, Limoges, Conques, Blaye, o salían de Notre Dame du Puy para reunirse en el puerto de Roncesvalles. Los alemanes se daban cita en la abadía de Einsiedeln, en Suiza, y seguían la ruta por Ginebra, Lyon y Saint Gilles. Ya pacíficas, ya guerreras, estas cruzadas internacionales tuvieron enorme influencia en la literatura de la Edad Media.
En cada etapa los viajeros encontraron centros de hospedaje ya cogida: capillas, posadas y hospitales organizados por las cofradías de peregrinos de Santiago que pululaban en todos los países de Europa.
Como la peregrinación a Galicia había sido lanzada por la orden borgoñona de Clun y cuyos abades llevaban en el blasón una concha de Santiago, y como los peregrinos procedentes del norte debían atravesar Francia por fuerza, no debe sorprender que Francia haya sido, después de España, el país donde el culto de Santiago adquirió la mayor extensión.
En la catedral de Arras se veneraba la cabeza de Santiago (saint Jacques), que Carlos el Calvo habría traído desde Santiago de Compostela y donado a la abadía de Saint Vaast. En la catedral de Amiens existía un altar del mentón de Santiago, llamado así a causa de la reliquia del apóstol que se exponía en dicha basílica.
París tenía al menos tres iglesias puestas bajo la advocación de Saint Jacques, patrón de los peregrinos (Apostolus Peregrinus): Saint Jacques l'Hopital, Saint Jacques la Boucherie (la Carnicería) de la cual sólo subsiste una torre, y Saint Jacques du Haut Pas, situada en la ribera izquierda del Sena, sobre el camino que a través de Orleans y Cléry, conducía a Galicia.
Las iglesias dedicadas a Santiago abundan en todas las provincias francesas, se las encuentra en Dieppe, Lisieux, Compiegne, Saint Jacques des Guérets, cerca de Vendome, y Chatellerault, en Poitou. No obstante, no se puso bajo su advocación ninguna catedral. En la iglesia de Saint Pantaléon de Troyes se le dedicó una magnífica capilla.
Los Países Bajos compartieron esta devoción. Basta recordar a la iglesia de Santiago, en Lieja, que pretendía poseer un brazo del apóstol, enviado a Bruselas desde Santiago de Compostela, y la iglesia de St. Jacques de Coudenberg, en la cima de la Montaña de la Corte, sobre la Plaza Real, al igual que las iglesias flamencas de Amberes, Brujas, Gante, Lovaina e Ypres. En Holanda, Santiago era el patrón de La Haya.
Inglaterra se había asegurado la posesión de una mano del apóstol y el palacio real de Saint James, en Londres, fue edificado sobre el antiguo emplazamiento de un hospital dedicado a Santiago. A causa de la concha, que es su atributo, se esperaba su fiesta para comer las primeras ostras.
Alemania pretendía poseer la otra mano de Santiago, una donación del emperador Enrique IV a la ciudad de Bremen, cuyos magistrados formularon la promesa de enviar un peregrino a Santiago de Compostela cada año, y hacerse cargo de los gastos. La devoción germánica al apóstol Santiago también está probada por la fundación de la basílica de Santiago de los Escoceses en Ratisbona y de la Jakobkirche de Rothenburgobder Tauber, en Franconia. También en los países de Europa meridional abundan las pruebas de la devoción a Santiago. En Portugal, San Thiago era el patrón de Coimbra. En Italia, las ciudades de Pesaro y Pistoia se encomendaban a San Giacomo que tenía iglesias puestas bajo esa advocación, generalmente acompañadas por un hospital, en Roma (San Giacomo del Colosseo, detrás del Coliseo, y San Giacomo degli Spagnuoli, sobre la plaza Navone), Bolonia, Venecia y Nápoles. El duque Juan Galeazo Visconti, en 1362 fundó en Milán el hospicio de San Giacomo de'Pellegrini, para recibir a los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela o que regresaban de allí.
Desde España, la devoción a Santiago pasó, como es natural, a las colonias de las Antillas y de América del Sur, como lo prueban los nombres de Santiago de Cuba y Santiago de Chile.
Es patrón de los peregrinos y de los caballeros, que en la Edad Media constituían dos categorías extremadamente numerosas de fieles ambulantes y militantes. Santiago también era el santo a quien invocaban los agonizantes.
Además, lo vindicaban como protector las corporaciones de farmacéuticos y droguistas y los sombrereros, a causa de su sombrero de peregrino, de ala ancha.
Los enfermos lo invocaban para la curación del reumatismo y los fruticultores le agradecían la abundancia de las manzanas, cuyas primicias maduraban para la fiesta de Santiago.
El culto de Santiago alcanzó su apogeo en los siglos XIV y XV, para disminuir rápidamente a medida que decaía la popularidad de la peregrinación a Santiago de Compostela y el espíritu caballeresco de la cruzada, que eran sus mejores bases.
ICONOGRAFÍA
Deben diferenciarse tres tipos iconográficos muy diferentes: el apóstol, el peregrino y el caballero.
A) El Apóstol (Apostolus)
En los monumentos más antiguos Santiago está representado como apóstol. Cubierto con una toga y descalzo, lleva un rollo (volumen) del Nuevo Testamento.
A veces se presenta entre dos troncos de árboles podados (Toulouse, Santiago de Compostela) o dos palmeras (Horas del Mariscal de Boucicaut).
Sus atributos son la cruz primacial de doble travesaño, porque según la leyenda habría sido el primer arzobispo de España, y la espada con la cual fuera decapitado.
B) El Peregrino (Peregrinus)
A causa de la influencia de la peregrinación a Santiago de Compostela, a partir del siglo XIII casi siempre Santiago fue representado con ropas de peregrino. En este caso está calzado, en vez de ir descalzo, como los apóstoles. Está tocado con un sombrero de ala ancha guarnecido de conchas, apoyado en un bordón, con el habitual equipaje de los peregrinos, con lo justo para comer y beber: el zurrón y la cantimplora.
Se lo representa, ya de pie, ya sentado.
Este tipo fue popularizado por las insignias de peregrinación de azabache (azabache compostelano) que los peregrinos traían desde Santiago de Compostela. Por un curioso fenómeno de contaminación iconográfica con los tipos de la Virgen de la Misericordia y de santa Úrsula, Santiago ha sido representado abrigando a los peregrinos bajo su manto protector.
C) Santiago Matamoros
Un tercer tipo, más tardío, difundido por la cruzada de la Reconquista y la orden de Santiago, es el tipo ecuestre. Santiago está representado cargando en el aire sobre un caballo blanco, y derrotando a los moros en la batalla de Clavijo. En esta tercera encarnación aparece como «Matamoros».
En España se ha producido una confusión entre Santiago Matamoros ecuestre y las imágenes del emperador Constantino triunfando sobre los paganos, tan frecuentes en las fachadas de las iglesias del Poitou y de Saintonges (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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