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sábado, 15 de julio de 2023

Un paseo por el Barrio de Santa Clara

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el barrio de Santa Clara, de Sevilla, dando un paseo por él.
     Hoy, 15 de julio, es el aniversario (15 de julio de 1689) de la fundación de la ciudad de Santa Clara, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Barrio de Santa Clara, de Sevilla, dando un paseo por él.
     El Barrio de Santa Clara es, en el Callejero Sevillano, un barrio que se encuentra en el Distrito San Pablo-Santa Justa, delimitado por las vías avda. Kansas City, ronda de circunvalación SE-30, avda. de Andalucía, avda. de El Greco, c/ Tarso, c/ Ada, c/ Tesalónica, c/ Luis Mazzantini, c/ Damasco, c/ Antioquía, avda. las Villas de Cuba, y c/ Macedonia.
     El Barrio de Santa Clara lo componen las vías siguientes: c/ Ada, c/ Ahorro, c/ Alonso de Pineda, c/ Alvar Núñez de Vaca, avda. Andalucía, c/ Antioquía, c/ Antón de Alaminos, c/ Antonio de la Peña y López, c/ Antonio de Mendoza, plaza Asociación, c/ Aztecas, c/ Las Bodas de Fígaro, c/ Carabela la Niña, c/ Carabela la Pinta, c/ Carabela Santa María, plaza Carlos Franco Pineda, c/ Carlos Serra y Pickman, c/ Comercio, c/ Conde de Osborne, avda. Los Conquistadores, c/ Cristóbal de Olid, c/ Damasco, c/ Diego de Arana, c/ Diego de Lepe, c/ Diego de Losada, c/ Diego de Vargas, c/ Don Juan, c/ Economía, avda. Fernández Murube, c/ Fidelio, c/ Francisco de Orellana, c/ Francisco Vázquez de Coronado, c/ Fray Francisco de Pareja, c/ Fray Juan Pérez, plaza Fray Junípero Serra, c/ Fray Marcos de Niza, c/ Gaspar Pérez de Villagrán, c/ Gonzalo de Mendoza, c/ El Gordito, avda. El Greco, urb. Hábitat 71, c/ Hernando de Soto, c/ Incas, avda. La Industria, c/ Joaquín Sáinz de la Maza, c/ José María Ibarra y Gómez-Rull, avda. José María Javierre, c/ Juan Bermúdez, c/ Juan de Mendoza Luna, plaza Juan de Zaldívar, c/ Juan Esquivel, c/ Juan Gálvez, c/ Juan Ponce de León, avda. Kansas City, c/ Luis Mazzantini, c/ Macedonia, plaza Malta, c/ Manuel de Castro y Padilla, c/ Martín Alonso Pinzón, c/ Mayas, avda. Montes Sierra, c/ del Motor, c/ Nuevas Profesiones, c/ Obispo Zumárraga, c/ Ópera Carmen, c/ Pedro Menéndez de Avilés, c/ El Pino de Santa Clara, avda. La Prensa, c/ Rafael Beca Mateos, c/ Rafael López Sánchez, avda. Roberto Osborne, c/ Rodrigo de Escobedo, c/ Roger de Lauria, c/ Salto de Alvarado, avda. Santa Clara de Cuba, c/ Tarso, c/ Tesalónica, c/ Transporte, c/ Vicente Yáñez Pinzón, avda. Las Villas de Cuba, y c/ Zacarías Zulategui.
     El Barrio, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, siendo el conjunto de vías urbanas con características homogéneas, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos.
     Recibe la denominación en honor de la ciudad de Santa Clara, capital de la provincia cubana de Las Villas. Esta vinculación americana, patente en la denominación de la casi totalidad del viario que integra el núcleo residencial, recuerda el uso inicial a que estuvo destinada, ya que fue construida sobre terrenos rústicos por la Fuerza Aérea U.S.A., a mediados de los años 50, para alojar al personal militar norteamericano de la Base Aérea de San Pablo. Por ello, cuando una década después aquéllos abandonaron la barriada, la empresa Urbanizadora Santa Clara, S.A., encargada de la conservación y venta de las viviendas, rotuló provisionalmente las calles y plazas del conjunto con topónimos y antropónimos relacionados con la conquista española de América, denomi­naciones que, en general, se mantuvieron cuando el Ayuntamiento procedió a rotular en 1967 las vías de esta barriada.
     En su morfología responde a la configuración de una ciudad jardín funcional. Tiene planta triangular. Sus lados nordeste y sureste están formados por dos calles de trazado recto: Conde de Osborne y El Salto de Alva­rado. El lado oeste está integrado por tres vías que conforman en conjunto un perfil curvado: Las Villas de Cuba, Antioquía y Santa Clara de Cuba. Los accesos principales se realizan por los tres vértices de este triángulo, siendo el más importante el situado en el punto norte: la glorieta Fuerte Navidad. Sus viviendas son de tipo chalets, exentas, encaladas, de dos plantas, cubiertas de tejas y rodeadas de zona ajardinada. Configuran un núcleo residencial plenamente integrado con la vegetación y armonioso en la distribución de espacios y volúmenes. Sus calles, estrechas, asfaltadas y aceradas, están delimitadas por los setos separadores de los jardines particulares. Mientras que estuvo habitada por militares norteamericanos, esta barriada tuvo un aire muy especial dentro de la ciudad: era una isla norteamericana, por sus casas, jardines y modo de vida de sus moradores, en las afueras de Sevilla. Ello creó una conciencia de diferenciación en sus habitantes, que hablaban de "ir a España" cuando salían de ella. Cuando se produjo el desalojo de los efectivos norteamericanos de la base, las viviendas fueron adquiridas mayoritariamente por jóvenes profesionales que veían en ellas un cierto tipo de calidad de vida. Entre ellos se cuentan buena parte de la clase política sevillana protagonista de la transición. Pero con la recepción de la barriada por el Ayuntamiento se produjo un descuido de los jardines y zonas verdes de uso común y un deterioro de las instalaciones del alumbrado público, lo que, junto a las quejas de los vecinos y a la imposibilidad de celebrar en 1981 la que iba a ser la primera velada de esta ciudad jardín, se tradujo en un clima de inseguridad y robos. Ello motivó el cerramiento de los jardines situados ante los chalets, la aparición de muros y portadas de mampostería, y la defensa de los amplios ventanales con rejas protectoras, con lo que se ha alterado la fisonomía de la antaño tranquila y abierta zona residencial. Además, en sus aledaños han ido surgiendo nuevas promociones y edificaciones que contrastan, por sus distintos volúmenes, mayor altura y diferente tipología constructiva, con el carácter de la primitiva urbanización [Miguel Cruz Giráldez, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos la historia de la Fundación de la ciudad de Santa Clara, que da nombre al Barrio
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     Santa Clara fue fundada por 175 personas el 15 de julio de 1689. Ciento treinta y ocho de ellos pertenecían a dos grandes familias que ya vivían en la zona y eran por lo tanto, los propietarios de la tierra junto al lugar elegido para la nueva ciudad. Los otros 37 procedían de otras 7 familias, más un sacerdote y un gobernador, y eran todos ellos originarios de la ciudad costera de San Juan de los Remedios. La población de Remedios se debatía entre la opción de dejar su ciudad, constantemente asediada por los ataques de piratas, o permanecer en el lugar. Si bien la mayoría de ellas finalmente decidió quedarse, estas 37 personas viajaron hacia el sur y el 1 de junio de 1689 llegaron a una colina donde se reunieron con las otras dos familias existentes. Se celebró una misa bajo un árbol de tamarindo, y con ello se dio por fundada la ciudad. Desde entonces, el lugar bajo el árbol es conocido como la "Loma del Carmen". Después se construyó una iglesia cerca del árbol para conmemorar el suceso.
     En sus comienzos, el asentamiento fue llamado Cayo Nuevo, luego Dos Cayos, Villa Nueva de Santa Clara, Pueblo Nuevo de Antón Díaz, Villa Clara, y finalmente Santa Clara.
     La construcción de la ciudad comenzó no muy lejos de la colina de Carmen. Siguiendo las normas del urbanismo español de la época, se diseñó en perfecto cuadrado, con una plaza central (Plaza Mayor hoy Parque Vidal). Los primeros edificios erigidos fueron el Cabildo (ayuntamiento) y una modesta iglesia hecha de madera de palma. Este edificio se amplió en 1725 con ladrillo, y ocupó el centro del Parque Vidal hasta el 22 de agosto de 1923, cuando fue demolido para ampliar la plaza y construir una nueva iglesia cerca de allí. En aquel entonces, y aún hoy en día, esta decisión, tomada por el alcalde, fue muy criticada. Aunque no es una joya de la arquitectura, el edificio no era del todo desagradable a la vista y sin duda un ejemplo más de la arquitectura colonial en el municipio. Como resultado de esta expropiación por el Ayuntamiento, los representantes eclesiásticos presentaron una queja que se resolvió con el pago de un total de 77850 pesos en multas para la Iglesia, una suma considerable que representaría millones de pesos en la actualidad.
     Poco después de la fundación, se construyeron también un teatro, una cámara de comercio, clubes, bibliotecas públicas y salas de baile. La posición de la ciudad, casi en el centro del país, la convirtió en una parada ideal y un enlace de comunicación entre el este y el oeste de la isla propiciando un crecimiento lento pero constante. Ya entrado el siglo XVIII, Santa Clara daba muestras de un crecimiento económico mayor que su villa progenitora. Todos estos factores propiciaron que tuviera un papel activo en los principales acontecimientos políticos acecidos en la Isla. En fecha tan temprana como 1701, a solo 12 años de fundada, vecinos de Santa Clara contribuyen a defender La Habana de la amenaza británica; y en 1703 a resguardar el Puerto del Tesico, en Remedios. Sin embargo, las milicias no se oficializaron hasta 1719, y con tribuyeron a la defensa de Santiago de Cuba ante el desembarco en la Bahía de Guantánamo de los ingleses y a su posterior derrota. Cuando en 1762 Inglaterra toma la capital, 600 santaclareños marcharon hacia La Habana capitaneados por Juan de Monteagudo, quien cayó junto a muchos de sus hombres en esta heroica acción. Desde entonces, frontera de la dominación británica. En acto de patriotismo, el Cabildo le declara la guerra a la metrópoli intrusa. He ahí nuestras primeras muestras de patriotismo local. En 1830 y 1844, respectivamente, Santa Clara perdió de su jurisdicción las regiones de Cienfuegos y Sagua la Grande, puertos importantes para el comercio. Por ese entonces, en la villa proliferan las producciones de maíz, viandas, arroz, especias y otros, lo cual permitió que la agricultura se convirtiera en la base fundamental económica, y predominaran las pequeñas y medianas haciendas. No estuvo ajena a las conspiraciones políticas y los movimientos independentistas que se desarrollaron en el resto del país en la primera mitad del siglo XIX. Se mencionan como conspiradores a los sacerdotes Manuel Antonio Balmaseda y Antonio Abad Anido; y en 1825 en la Junta Promotora por la libertad cubana, constituida en México, Santa Clara estuvo representada por Tomás González, de quien se posee poca referencia histórica. En septiembre de 1826 también aparecieron proclamas independentistas probablemente relaciona das con los acontecimientos rebeldes de ese año en Puerto Príncipe. Se recuerdan los trajines conspirativos del poeta Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) a su paso por esta ciudad, donde se relacionó con personalidades como Miguel Gerónimo Gutiérrez, Luis Eduardo del Cristo y Juan Bautista Martínez, entre otros. «Durante este período se emprendieron obras sociales importantes. El 1846 se construyó el llamado puente O'Donnell, o como popularmente se le conoce, puente Los Buenos; en 1849, el de la Cruz sobre el río Cubanicay; en 1858 el puente El Gallego sobre el río Bélico, en la calle Calvario, y el de Santa Clara, cuya construcción aparece señalada para el año 1881, en la calle de ese nombre (actual Tristán). También se construyó la Plaza del Mercado, el Cuartel Militar en la zona sur, el hospital San Juan de Dios, el gasómetro, el cementerio y la Real Cárcel». En 1860 se concluyó la obra del ferrocarril desde Cienfuegos. Santa Clara había alcanzado un desarrollo cultural importante por ese entonces, con la fundación de más de seis publicaciones periódicas, ya que de 1831 a 1856 solo circulaba El Eco de Villaclara. El crecimiento de la villa propició que el 12 de mayo de 1867, la reina Isabel II la declarara ciudad, con el nombre de Villaclara; aunque no fue reconocida oficialmente hasta el 24 de julio de este año. A mediados del siglo XIX, el reformismo era la corriente ideológica predominante en la localidad, y tuvo su momento sobresaliente con la elección de Antonio Fernández Bramosio para delegado a la Junta de Información de las Cortes Españolas a celebrarse en 1866; pero ante el fracaso de esta, devino en independentismo. Hacia 1867 surge la Junta Revolucionaria de Santa Clara presidida por Miguel Gerónimo Gutiérrez e integrada por Eduardo Machado, Antonio Lorda, Arcadio Díaz, Tranquilino Valdés y Juan Nicolás del Cristo. A partir de ese momento se gestó un movimiento conspirativo para el alzamiento. Sus puntos de reunión fueron la casa de Miguel Gerónimo Gutiérrez, la fábrica de gas y, sobre todo, la farmacia La Salud, frente a la Plaza Mayor. Iniciaba febrero de 1869 y según reseñaba el periódico El Alba, las casas santaclareñas comenzaron a cerrarse. La ciudad presentaba un aspecto triste, silencioso y sombrío. Muchos habitantes habían dejado atrás sus viviendas citadinas, y marcharon hacia fincas y haciendas en la zona rural. El pronunciamiento tardío, pero inevitable, estalló el día 6 en San Gil con el mayor número de propietarios incorporados a la gesta respecto a las demás regiones villaclareñas. La primera acción de guerra importante en sus cercanías fue el combate en el campamento Ruiz de Palacio, en San Gil, dirigido por el polaco Carlos Roloff, mayor general al frente de las partidas mambisas de la jurisdicción. Como segundo de Roloff fue designado Guillermo Lorda, comandante de la brigada de Santa Clara. En esta primera etapa de la guerra, el santaclareño Lorda fue el protagonista de innumerables acciones en el territorio villaclareño y en la propia ciudad. Su caída el 18 de julio de 1871 fue un golpe para la insurrección, ya que él había constituido el principal sostenedor de la lucha en la zona. A raíz de su muerte se reorganizó la Junta Revolucionaria, presidida por Manuel García Garófalo; no obstante, la contienda languideció. Durante la invasión a Occidente, una de las acciones más importantes de la guerra fue el asalto y ocupación de parte de la localidad, en la noche del 20 de julio de 1876, por las fuerzas del mayor general Jesús Titá Calvar. Representó una de las mayores victorias de Ejército Libertador. Al finalizar la lucha y con la nueva división administrativa del gobierno colonial, Santa Clara se convirtió en la capital de la provincia del mismo nombre, y ocupaba aproximadamente los territorios de Las Villas. Con esta condición, la ciudad floreció y devino centro importante de referencia cultural en el país. Las obras encauzadas por Marta de los Ángeles Abreu Arencibia, nuestra Benefactora, contribuyeron a dar vida y civilización a la urbe. La primera de sus obras benéficas se erigió en 1882 con el nombre de Colegio San Pedro No lasco, en honor a su padre, promotor de la idea de crear esta escuela para niños pobres. Luego le sucedieron, entre otras, la fundación de la escuela El Gran Cervantes, el Asilo San Pedro y Santa Rosalía, para albergar a 20 familias de bajo nivel económico; el Teatro, La Caridad con el fin de sostener las rentas del asilo; los cuatro lavaderos a orillas de los ríos Bélico y Cubanicay, y el alumbrado eléctrico público, en las cercanías de la estación ferroviaria. Marta soñaba que Santa Clara se convertiría en la capital del país. Sin embargo, no solo se dedicó a obras de beneficencia, también tomó partido en las labores conspirativas de la nueva gesta revolucionaria. En la Guerra Necesaria, el principal hecho ocurrió el 15 de julio de 1895, bajo el mando de Manuel Suárez, brigadier de la Guerra de los Diez Años, a partir del cual lo reconocieron como jefe de Las Villas. Posterior a la invasión de Gómez y Maceo, quedó organizada la Brigada de Villa Clara. Durante este período, la ciudad sufrió dos asaltos: el 24 de enero de 1896, en las afueras de Santa Clara, y en la noche del 23 de marzo cuatro columnas del Ejército Libertador irrumpieron en sus calles. El intrépido coronel Leoncio Vidal pierde la vida frente a la plaza que hoy lleva su nombre. Este parque, que marca el centro histórico de la ciudad, constituye la única plaza asaltada en el país durante las tres guerras de independencia.
     En el siglo XIX, Santa Clara era más grande y más poblada que el resto de las ciudades del centro del país, incluyendo Remedios. Como un paso obligado entre La Habana y el oriente del país, la ciudad ganó el título de capital de la provincia de Las Villas.
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