Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

   Otra Experiencia con ExplicArte Sevilla :     La intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla" , presentado por Ch...

sábado, 22 de julio de 2023

La Iglesia de Santa María Magdalena, en Villamanrique de la Condesa (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de Santa María Magdalena, en Villamanrique de la Condesa (Sevilla).     
     Hoy, 22 de julio, Memoria de Santa María Magdalena, que, liberada por el Señor de siete demonios, se convirtió en su discípula, siguiéndole hasta el monte Calvario, y en la mañana de Pascua mereció ser la primera en ver al Salvador retornando de la muerte y llevar a los otros discípulos el anuncio de la resurrección (s. I) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la Iglesia de Santa María Magdalena, en Villamanrique de la Condesa (Sevilla).  
   La Iglesia de Santa María Magdalena se encuentra en la calle Párroco Fernández Santiago, 2; en Villamanrique de la Condesa (Sevilla).
     Edificio de planta rectangular distribuida  en tres naves, con crucero que no se aprecia al exterior y torre adosada a los pies de la nave derecha. La nave central, los brazos del crucero y la capilla mayor se cubren con bóveda de cañón, apareciendo bóvedas de aristas en las naves laterales. El crucero va cubierto con una media naranja sobre pe­chinas. Las portadas son muy sencillas, destacando la situada en la fachada de los pies, con un vano adintelado entre pilastras, que se rematan con jarrones y un ático con frontón triangular. El templo es una obra de los primeros años del siglo XIX y, por consiguiente, de estilo neoclásico.
     El retablo mayor, al igual que otros del templo, proceden del desaparecido convento franciscano de Santa María de Gracia que existió en la localidad. Se trata de una valiosa muestra del arte sevillano, realizada entre 1612 y 1619 y en la que intervinieron Juan de Oviedo y de la Bandera, Diego López Bueno y Francisco Pacheco. El primero dio las trazas y condiciones, el segundo realizó la arquitectura, ensamblaje y talla, corriendo por cuenta del tercero los lienzos de San Francisco de Asís y San Antonio de Padua, de las calles late­rales, la Anunciación del se­gundo cuerpo y el Dios Padre del ático. Las pinturas están muy retocadas. Documental­mente se cita a Juan Martínez Montañés como autor de varios relieves y esculturas destinadas a este retablo, pero al parecer nunca se llegaron a realizar.
     Los retablos dedicados a la Inmaculada y San José son obra de colaboración de los artistas citados anteriormente, y se realizaron entre 1612 y 1616. El diseño corresponde a Juan de Oviedo y la ejecución material a López Bueno. El esquema de ambos es similar y se componen de un solo cuerpo entre columnas corintias que soportan un frontón curvo y roto, más un ático. El dedicado a la Virgen presenta en la puerta del sagrario una pintura sobre tabla del Niño Jesús y en el ático un lienzo de Santo Domingo de Guzmán, de Francisco Pacheco. En el retablo de San José, en los mismos lugares, aparecen las pinturas del Ecce Homo y San Francisco de Asís, también de Pacheco, siendo contemporánea la escultura del santo titular.
     El retablo colateral derecho puede fecharse en la segunda mitad del siglo XVII y cuenta con esculturas de San Felipe Neri, San Antonio de Padua y San Alberto y con un relieve de la Dolorosa. En los diversos retablos neoclásicos que se distribuyen por la iglesia aparecen la Virgen del Carmen, Cristo yacente y San Roque. En la Capilla Sacramental se guarda una custodia procesional de madera dorada, de hacia 1600, semejante a la custodia chica de la catedral sevillana. También se sitúan en esta capilla las esculturas de San Francisco de Asís y San Pascual Bailón, ambas de la segunda mitad del XVIII, y la Magdalena, que sigue los modelos del escultor granadino Pedro de Mena.
     En la sacristía se conserva un lienzo de San Juan Bautista, del siglo XVII, otro con una escena bíblica, fechable en el siglo XVIII, y una buena colección de piezas de orfebrería. Destacan varios cálices de plata de finales del siglo XVIII y principios del XIX, con los punzones Flores, González, García y Juan Ruiz; un copón de plata sobre­dorada con la copa poligonal, decorado con grutescos y escenas, de hacia 1570; una cruz parroquial del segundo tercio del XVII; una cruz relicario con una esfera de cristal de roca en la peana, de primeros del XVIII; dos ostensorios decorados con cabujones de esmaltes del primer tercio del XVII; un ostensorio de la segunda mitad del XVIII, con un pelícano en el astil y un relicario con botones de esmaltes, del primer tercio del XVII (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
  La actual iglesia fue construida en la primera mitad del siglo XIX, sobre otra anterior del siglo XIV, probablemente mudéjar.
     Edificio de planta rectangular y estilo neoclásico. Está compuesta de tres naves, la central mayor que las laterales se cubre con bóveda de cañón y las laterales con bóveda de arista. Adosada a la nave lateral se encuentra la capilla del Sagrario, con las imágenes titulares de la Hermandad de la Vera Cruz.
     La parte central del retablo ocupa un magnifico relicario de cuatro cuernos y un ático, rematado con precioso Lignum Crucis encerrado en cristal de roca en forma de diamantes.
     Este templo adquiere una significación especial en el paso de las hermandades rocieras por la localidad. En los arcos de sus entradas norte y oeste se sitúan los miembros de la hermandad de Villamanrique para recibir a las otras cofradías tanto a la ida como a la vuelta de la romería del Rocío (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Del siglo XIX y estilo neoclásico. La iglesia de Santa María Magdalena fue construida sobre un templo anterior (Ermita de Ntra. Sra. de la Soledad) del siglo XIV que fue mandado a derribar por el conde de Altamira en 1800. La iglesia, de planta rectangular, está compuesta de tres naves. La central, mayor que las laterales, está cubierta con bóveda de cañón y las laterales con bóveda de arista. Adosada a la nave lateral derecha, a la altura del crucero, está la capilla del sagrario, donde reciben culto las imágenes titulares de la Hermandad de la Vera Cruz (Ntro. Padre Jesús de la Vera Cruz y la de Ntra. Sra. del Mayor Dolor).
     El retablo mayor es del siglo XVI y fue obra de Diego López Bueno, discípulo de Martínez Montañés, a partir del extinto convento franciscano. En las hornacinas inferiores están las imágenes de San Francisco y San Pascual Bailón. Además, hay otras cuatro con las tallas de Santa Regina y Santa María Siríaca en la parte alta, y San Zenón y San Sebastián en la baja.
     En la parte central de retablo hay un magnífico relicario de cuatro cuernos y un ático, rematado con Lignum Crucis encerrado en cristal de roca en forma de diamantes. Este relicario se cierra con dos puertas, cada una de las cuales tiene en su centro los anagramas franciscanos y de los frailes de Santo Domingo.
     Podemos encontrar, también, dos altares gemelos procedentes del antiguo convento franciscano. Uno de ellos con una talla de San José, atribuida a Martínez Montañés y el otro con una inmaculada de Juan de Astorga. Falta mencionar los retablos de San Antonio, de estilo rocalla y del Virgen del Rocío, de estilo barroco (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santa María Magdalena, discípula del Señor;
LEYENDA
   La primera pregunta que se plantea a propósito de María de Magdala, la Magdalenense, que con el tiempo se convirtió en la Magdalena, es saber si se trata de la pecadora anónima de quien habla el Evangelio según san Lucas (7: 37), o si es María de Betania, hermana de Marta y de Lázaro. Es lo que se denomina el problema de las tres Marías.
   Los teólogos han publicado numerosas disertaciones acerca de este tema: De tribus aut unica Magdalena sin que llegaran a ponerse de acuerdo. Bossuet creía en tres Magdalenas, y efectivamente, parece que la Magdalena santificada por la Iglesia sea una amalgama de tres personalidades diferentes que la leyenda fundió en una sola.
   Lo que sí es seguro es que no pertenece a la casta legión de las vírgenes ni a la de las mártires. Un sermón del  siglo XIII habla de la doncella santa Magdalena, pero aclarando: quae non virgo, sed puella dici potest.
   Ya hemos hablado a propósito de la iconografía de Cristo, de las escenas en las que Magdalena (una o trina) se encuentra en relación con Jesús. Limitémonos a recordarlas brevemente.
   Aparece por primera vez en la Comida en casa de Simón el leproso (o el fariseo), donde unge con preciosos perfumes los pies de Cristo y los seca con sus cabellos.
   Desde entonces se apega al maestro que ha elegido y lo recibe junto a su hermana Marta en su casa de Betania. Ambas obtienen del taumaturgo la resurrección de su hermano Lázaro.
   Asiste a la Crucifixión y Jesús la favorece con su primera Aparición, pero conminándola a no tocarle (Noli me tangere), aunque algo más tarde invite a Santo Tomás a palpar la herida de su costado.
   ¿En qué se convierte ella después de la Ascensión de Cristo?
   Según la versión greco-oriental, se habría retirado con la Virgen y san Juan en Éfeso, donde murió, para que luego sus reliquias fueran transportadas a Constantinopla.
   De acuerdo con otra leyenda forjada en Borgoña en el transcurso del siglo XI y cuyo objeto era justificar la presencia y la autenticidad de las reliquias de santa Magdalena en la iglesia de peregrinación de Vézelay, María Magdalena se habría embarcado junto a su hermana Marta y su resucitado hermano Lázaro, en compañía del obispo Maximino y de las santas Marías, en una barca sin vela ni timón que llegó hasta las costas de Provenza, o al puerto de Marsella. Después de haber convertido a la fe cristiana al príncipe pagano del lugar, se retiró para hacer penitencia en las soledades de la Sainte Baume, es decir, la santa gruta, donde vivió aún treinta años más. En ese lugar se muestra una fuente alimentada por sus lágrimas. Todos los días los ángeles la arrebataban al Paraíso para hacerle oír un concierto ce­lestial. Cuando estuvo a punto  de morir, la transportaron hasta Aix en Provence, donde san Maxirnino le administró la última comunión.
   Todo ese suplemento provenzal de la penitencia de María Magdalena en Sainte Baume fue copiado de la leyenda de santa María Egipcíaca, de manera que Magdalena, que ya en los primeros tiempos del cristianismo estaba compuesta por tres personas diferentes, en la Edad Media se transformó en una amalgama de cuatro mujeres diferentes, puesto que la Magdalena provenzal sería una religiosa del siglo VIII, llamada sor santa Magdalena, quien, después de la destrucción de su convento por los sarracenos, habría vivido diecisiete años en la gruta de Sainte Baume y habría muerto en Saint Maximin.
   Los monjes borgoñones de Vézelay no forjaron esta novela en beneficio del santuario provenzal de Saint Maximin, como se puede imaginar, sino que, junto con ella, difundieron el rumor del traslado a Borgoña de las reliquias de santa Magdalena. Los provenzales protestaron contra ese rapto imaginario. En 1279 hicieron saber que el príncipe Carlos de Salerno, que además era conde de Provenza, había sido gratificado con una aparición de santa Magdalena, en cuyo transcurso ésta le reveló que su cuerpo nunca había abandonado Saint Maximin, y que por temor a los piratas sarracenos, se lo ha­bía sustituido en la tumba por los restos de san Cedonio de Lindisfarne, cuyas reliquias habían sido llevadas a Aix por los monjes irlandeses de Lérins; y que eran esos huesos, infinitamente menos preciosos, los que se habían llevado a su tierra los borgoñones.
   Después de esta revelación, Carlos de Salerno hizo abrir la tumba de la santa y allí encontró, como por azar, el nombre de Magdalena escrito por el propio san Maximino sobre un trozo de corteza. Todos los desvergonzados alegatos de los monjes de Vézelay se derrumbaron en el acto. Y los peregrinos, desengañados, abandonaron Vézelay para regresar a la gruta de la Sainte Baume, de nuevo centro de culto y veneración de la santa. Esta guerra de monjes a golpes de falsificación, que buscaba asegurarse la explotación de los huesos de una santa ficticia, oscurece las bases de la devoción medieval; pero pese a todo le debemos las admirables iglesias de Saint Maximin y de Vézelay, lo cual no es poco.
CULTO
   Aunque la historicidad de santa Magdalena sea tan indemostrable como la de Santa María Egipcíaca, Thais y Pelagia, es, con gran ventaja, la más po­pular de todas las pecadoras arrepentidas y santificadas. Dicha popularidad se debe a que se le atribuyó haber conocido, amado y servido a Jesús, quien habría tenido por ella la misma predilección que por san Juan.
   En la Edad Media se la llamaba la muy santa Señorita pecadora e incluso, la bienaventurada  amante de Cristo (beata Dilectrix Christi). Y se la veneraba como un modelo de penitencia.
Lugares de culto
   En Francia, los dos centros principales del culto de santa Magdalena eran Provenza y Borgoña, o más precisamente, la gruta de la Sainte Baume, cerca de Saint Maximin y la acrópolis cluniacense de Vézelay. Se contaba que las reliquias habían sido llevadas a Vézelay por Girard de Roussillon, cuñado de Carlomagno, en el siglo IX. Los acólitos del Tour de Francia siempre se detenían al pasar frente a la gruta de la Sainte Baume.
   Como centros secundarios pueden citarse Marsella, en Provenza, y Vernon y Vemecuil, en Normandía.
   La Iglesia de Sainte Madeleine, en París, pretendía poseer un fragmento de la piel de su frente retirado en el sitio donde la tocara Cristo resucitado. En el siglo XVIII se puso bajo su advocación otra iglesia en el barrio de LaVille l'Évèque, que Napoleón transformó en Templo de la Gloria y que Luis XVIII devolvió al culto católico y consagró a la memoria de Luis XVI. La pecadora arrepentida, en los tiempos de la Restauración se convirtió en el símbolo de Francia arrepentida del martirio de su rey.
   Desde Provenza, el culto de santa Magdalena pasó a Italia, gracias a los príncipes de la Casa de Anjou, que también eran condes de Provenza y reyes de Nápoles. Se la veneraba muy especialmente en Sinigaglia, cerca de Ancona. En Inglaterra hay  numerosas iglesias puestas bajo su advocación. Y en Alemania, hacia 1215 se creó la orden de las penitentes de Santa María Magdalena
Patronazgos
   Los patronazgos de santa Magdalena eran extremadamente numerosos.
   En memoria de los preciosos perfumes con que ungiera los pies de Cristo en casa de Simón el leproso, o el fariseo, es la patrona de los perfumeros. Raban Maur la llama la devota perfumadora de Jesucristo.
   Por la misma razón la reivindican los fabricantes de guantes, porque la gente elegante en la Edad Media, y hasta el siglo XVI, usaba guantes perfumados con benjuí o franchipán. A este título se la ha representado con guantes, incluso al pie de la Cruz.
   A causa de la forma del vaso de perfumes, que se asemeja a un aguamanil, en Chartres era la santa patrona de los aguadores, quienes le dedicaron una vidriera en la catedral.
   Sus cabellos rubios que enjugaron los pies de Jesucristo, la hicieron elegir como patrona por los peluqueros y los peinadores.
   Los hortelanos, porque no olvidaron que después de la Resurrección, Cristo se le apareció con el aspecto de un hortelano.
   Los presos recurrían a su intercesión. Una vez liberados, iban a colgar sus cadenas ante su tumba, a la manera de un exvoto.
   Pero sobre todo, ella era la patrona de las mujeres arrepentidas o prostituta confiadas a una orden de religiosas que en Italia se llamaban las Donne Convertite della Maddalena, y en Francia, con mayor brevedad y gentile­za, las Madelonnettes. Auténtico espejo de la penitencia (speculum poenitentiae), ella, como dijo santa Brígida, había lavado todas sus faltas en los «arroyos de sus lágrimas». Además, era el refugio de las pecadoras a quienes su ejemplo animaba a no perder la fe en la salvación. A las vírgenes ne­cias, que desgraciadamente ignoraban el latín, dirigía esta exhortación inscrita en una filacteria: «Ne desperetis vos,qui peccare soletis: exemploquc meo vos reparate Deo.»
   Un predicador,cuando se dirigía a sus parroquianas, las exhortaba a seguir el ejemplo de esta santa, quien se había redimido mediante la penitencia de sus pecados de juventud: «Mujeres mundanas, y acaso voluptuosas, apren­ded a volver de vuestros extravíos igual que la Magdalena.»
   En el Tirol, el nombre de pila Magdalena se daba a las hijas naturales, nacidas fuera del matrimonio.
   No era una santa curadora. No obstante, su almohada de piedra de la gruta de la Sainte Baume, que se conserva en la abadía de Saint Víctor de Marsella, se consideraba eficaz para curar la fiebre.
   A diferencia de muchas santas que se eclipsaron después de la Reforma, su persistente popularidad en el siglo XVII está probada por una abundante literatura magdalenense en prosa y en verso. Los poetas devotos rimaron Magdaleidas y Magdalíadas, según los modelos de la Ilíada o de la Francíada.
   Fue celebrada por el austero cardenal de Bérulle, fundador del Oratorio, como la amante mística  cuyo corazón fue a fundirse a los pies de Jesús como una bola de nieve al sol.
   No obstante, la Iglesia de París se dejó ganar por el escepticismo de los teólogos del Siglo de las Luces que ya no aceptaban la identidad de la pecadora de Magdala con la hermana de Marta y de Lázaro. El Breviario del cardenal de Noailles establece dos fechas diferentes, una el 19 de enero, para María de Betania, y la otra el 22 de julio para María Magdalena.
ICONOGRAFÍA
   Las características y los atributos de santa Magdalena permiten reconocer­la fácilmente, aunque a veces pueda confundírsela con santa María Egipcíaca, quien le ha copiado ciertos rasgos de su leyenda. Así, por ejemplo, la larga cabellera suelta que le sirve de vestido en la Sainte Baume, la tiene en común con la cortesana penitente de la Tebaida.
   Su atributo más antiguo, típico y constante es el vaso de perfumes de alabastro u orfebrería, cuyo contenido esparce sobre los pies de Jesucristo, o el que llevara al Santo Sepulcro con las otras dos Santas Mujeres. Dicho vaso está cerrado, pero a veces ella levanta la tapa.
   Su vestimenta varía naturalmente, según se la represente antes o después de la penitencia. En su período de vida mundana, se exhibe con ropas de cortesana (in habitu meretricio). En el rico atavío que le concediera la puesta en escena de los autos sacramentales o teatro de los Misterios, llevaba un peinado llamativo, pendientes en las orejas, mangas cuchilladas y guantes, que el Maestro de Colonia del retablo de san Bartolomé, le hace llevar incluso al pie de la Cruz.
   Retirada en la Sainte Baume, se la ve acostada  y semidesnuda o vestida sólo con el manto dorado de su largo pelo rubio, de manera que a pesar de la calavera ante la cual medita, generalmente resulta menos casta en penitencia que en sus extravíos. A partir del Renacimiento, la mayoría de los pintores encontraron en el tema de Magdalena, desprovisto de todo carácter religioso, un pretexto para excitar la hastiada sensualidad de los lectores de La Religiosa de Diderot, o las Memorias eróticas de Casanova (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de Santa María Magdalena, en Villamanrique de la Condesa (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia.

Más sobre la localidad de Villamanrique de la Condesa (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario