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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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jueves, 21 de noviembre de 2024

Los principales monumentos (Teatro Cervantes, Iglesia y Hospital de San Julián, Iglesia de los Mártires, Iglesia del Santo Cristo de la Salud, y Casa del Consulado) de la localidad de Málaga (VII), en la provincia de Málaga

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (Teatro Cervantes, Iglesia y Hospital de San Julián, Iglesia de los Mártires, Iglesia del Santo Cristo de la Salud, y Casa del Consulado) de la localidad de Málaga (VII), en la provincia de Málaga.


Teatro Cervantes

     Este teatro, que proyectó y construyó Jerónimo Cuervo en 1870, es el único construido como tal, que hay actualmente en Málaga. Ocupa el solar de la antigua huerta del convento de la Merced, desamortizado en 1810. Sobre él se construyó en 1861 el teatro-circo de la Merced, obra de José Trigueros que se denominó del Príncipe Alfonso, en 1862, con motivo de la visita de Isabel II con la familia real; después de la revolución de 1868, se llamó de la Libertad, pero se incendió al año siguiente. Dada la falta de este tipo de locales públicos en la ciudad, que entonces sólo contaba con El Principal, en la plaza del Teatro, se creó una sociedad de accionistas privados para edi­ficar el actual teatro que se dedicó a Miguel de Cervantes. Tiene planta rectangular en la que se inscribe un espacio en forma de herradura que constituye el patio de butacas al que enmarcan cuatro pisos: uno de platea, dos de palcos y el paraíso, siguiendo el modelo europeo del siglo XVIII. Tiene amplio vestíbulo y diversas escaleras que conducen a las dependencias de los pisos superiores, partiendo de la antesala tres accesos a diferente nivel. El escenario, de grandes dimensiones, tiene comunicación con la calle de Los Frailes, y permite desarrollar grandes espec­táculos.
     La ornamentación arquitectónica también corrió a cargo de Jerónimo Cuervo, pero lo más característico de su decoración lo constituye la pintura del techo, obra del pintor de la Escuela de Bellas Artes de Málaga, el valenciano Bernardo Ferrándiz, a quien ayudó su paisano Muñoz Degrain, quien también se quedó en esta ciudad ejerciendo la docencia. Es un gran lienzo alegó­rico de la ciudad en el que se representan sus signos de identificación en el siglo XIX: la Indus­tria, el Comercio y el Puerto. Ferrándiz centró la composición con el templete coronado por las Bellas Artes, que asume el papel de protectora del Comercio, como Mercurio, y la imagen de la Agricultura al presentar los productos del campo típicos de la zona.
     En primer plano, el puerto, donde se desarrollan las actividades cotidianas malagueñas como son las relacionadas con las redes, la carga y descarga de mercancías y otros objetos suntuarios, remitiendo a la importante función que desempeña en la ciudad. La referencia a la Industria se hace situando a la derecha una fabrica y los altos hornos de la fundición de Heredia, y a la izquierda se introduce el Progreso, con la representación de la estación de ferrocarril.  El gran promotor del impulso industrial  de Málaga, Manuel Agustín Heredia, se ha representado mediante la estatua que fundió José Vílchez, y el liberalismo político de la ciudad en el mo­numento a Torrijos de la Plaza de la Merced, dominando el fondo del paisaje el castillo de Gibralfaro.
     Ferrándiz también pintó acertadamente el te­lón de boca del escenario, donde entre Mefis­tófeles y Mascarilla se descubre la alegoría del teatro y la lírica. La sillería actual fue diseñada en nuestro siglo por el arquitecto Fernando Guerrero-Strachan Rosado y se ha conservado en la reciente remodelación del edificio, que llevó a cabo el arquitecto J. Seguí, hacia 1992.
     Exteriormente la fachada es de gran sobriedad, con predominio de los elementos clásicos. Su frontis rectangular con cinco ejes, no presenta más adorno en el bajo que los accesos, hoy coronados por una marquesina bien integrada con el diseño general; una imposta de canecillos separa los pisos superiores, con ventanas decora­das con guardapolvo, separadas las del principal con medias columnas corintias que se duplican para marcar el eje central resaltado por el frontón que acusa la estructura interna, emergiendo tras el pretil de la terraza (Rosario Camacho Martínez, Isidoro Coloma. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo I. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     El Teatro Miguel de Cervantes en Málaga fue construido en el año 1869, cuando un incendio destruye el Teatro del Príncipe, denominado tras los sucesos revolucionarios de 1868 Teatro de la Libertad, que tuvo su origen en una serie de modificaciones que sufrió el antiguo Teatro de la Merced, como consecuencia de la visita que en el año 1862 realizó a la ciudad la reina Isabel II. Tras el citado incendio se decide la construcción de un nuevo Teatro bajo la dirección del arquitecto Jerónimo Cuervo, que fue inaugurado en 1870 como Teatro Cervantes. 
     El inmueble tiene planta poligonal. Su interior se estructura con un cuerpo rectangular compuesto de un amplio vestíbulo y antesala desde donde parten escaleras que conducen a las dependencias superiores. La antesala comunica, a través de tres accesos, con un cuerpo central en forma de herradura que constituye el patio de butacas, sobre el que se disponen cuatro pisos, uno de platea, dos de palcos y la planta de paraíso. En los laterales de esta sala se encuentran las escaleras de subida a los palcos. El escenario presenta planta rectangular de grandes dimensiones, tiene comunicación con la calle posterior del Teatro y, dada su amplitud, posibilidad de desarrollar grandes espectáculos. La caja de embocadura es ligeramente cuadrada y se encuentra decorada con rosetas inscritas en un cuadrado. 
     El sistema de sujeción del inmueble se realiza mediante muros, pilares y columnillas de hierro fundido dispuestas en platea y palcos. 
     Su decoración es también obra de Jerónimo Cuervo en lo que respecta a los elementos adosados en los antepechos de los palcos y el diseño general, siendo el proscenio la zona donde la decoración es más abundante. Este presenta el antepecho de los palcos realizados con balaustres de hierro de formas curvadas, flanqueados con pilastras acanaladas de capitel corintio de libertad decorativa, terminando la zona superior con base decorada con rosetas. La sala o patio de butacas se encuentra cubierta con un magnifico lienzo pintado al óleo en 1870 por Bernardo Ferrándiz Bádena y sus colaboradores Muñoz Degraín, Marterino, Carreto, Marterino, Matarredonda, Barco y Pérez. Muestra un resumen alegórico de la ciudad al representar los signos de identificación de Málaga en el siglo XIX; la Industria, el Comercio y el Puerto. La composición está centrada por un templete con la figura de las Bellas Artes, representada como una matrona portando sus atributos. Los extremos lo ocupan dos de las actividades principales de este Puerto: A la derecha el copo, faena amenizada por un guitarrista formando una estampa de la pintura costumbrista de la época, a la izquierda la carga y descarga de mercancías y objetos suntuarios nos remiten al Puerto y a su función en la ciudad. Esta zona se enlaza con la referencia a la Industria, situando a ambos lados la fábrica de azúcar y los altos hornos de la industria de los Heredia, a la derecha y a la izquierda el Progreso, mediante la representación de la estación de ferrocarril. De la Málaga del XIX aparece el monumento dedicado a Torrijos en la plaza de la Merced. El fondo está dominado por el castillo de Gibralfaro.  
   El lienzo mide 19 x 16,5 m. 
     En el exterior, la fachada principal se estructura con alzado de tres plantas, en ella sobresale de línea de fachada el cuerpo central quedando los dos extremos retranqueados. Toda la fachada presenta el paramento decorado con marcadas líneas horizontales. La zona baja se cubre con un zócalo realizado con rectángulos de piedra. En cada una de las tres plantas se abren cinco vanos adintelados dispuestos en eje, excepto en la planta baja, que de los cinco vanos que dan acceso al interior del inmueble los tres centrales son de medio punto. En origen esta fachada albergaba cinco farolas de hierro fundido, actualmente sustituidas por un alero de forma elíptica dispuesto sobre las tres entradas centrales. El tránsito al primer piso se realiza a través de una marcada cornisa. Cada uno de los tres vanos centrales se encuentra flanqueado mediante columnas corintias de fustes estriados y dispuestas sobre pedestales cajeados. La zona superior de los cinco ventanales presenta decoración de estucos con motivos vegetales, mascarones en el centro y rosetas en los laterales. 
     El segundo piso se compone de un friso corrido decorado con rosetas, concentrándose la mayor parte de esta decoración en la zona central. Termina en un pretil a modo de zócalo corrido separado por franjas horizontales. Los tres vanos centrales están flanqueados con pilastras corintias sobre pedestales. La fachada se remata con una cornisa que da paso al antepecho, terminando en la parte central con un frontón retranqueado en forma de piñón quebrado con decoración trilobulada en la parte central. 
     La fachada lateral responde al proceso de rehabilitación iniciado en 1985. Se trata de un edificio nuevo para uso administrativo y camerinos, así como el bar de la ópera transformado en sala de exposiciones temporales, todo ello con un lenguaje funcional y perfectamente trabado con el inmueble original.
     La segunda mitad del siglo XIX fue un periodo de gran vitalidad constructiva en Málaga, que transformó profundamente la estructura urbana de su centro histórico. Fueron momentos de brillante madurez profesional realizándose una importante actividad urbanística y arquitectónica desarrollada por brillantes profesionales, destacando la figura del arquitecto Jerónimo Cuervo, autor del proyecto original del Teatro Cervantes.
     Las obras del Teatro Cervantes comenzaron tras 1.869, después de la visita a Málaga de Isabel II, siguiendo el proyecto del arquitecto Jerónimo Cuervo, inaugurándose el 17 de Diciembre de 1.870. El local se construyó a costa de una sociedad de accionistas constituida por varias personalidades del mundo económico e intelectual que realizó una amplia actividad para conseguir los fondos necesarios para concluir la obra y solventar la deuda del terreno.
     Hacia los años 50 el teatro se encontraba en un estado deplorable, sobre todo por utilizarlo como sala de proyección cinematográfica, iniciándose importantes obras de reparación acomodando el teatro a las exigencias de las nuevas normativas dictadas para este tipo de locales.
     En 1982 el Ayuntamiento de Málaga inicia gestiones para su adquisición, que finalmente se lleva a cabo el 14 de Enero de 1984. En 1985 la Consejería de Política Territorial autoriza subvención para la rehabilitación del Teatro Cervantes, encargando el Ayuntamiento de realizar el proyecto y llevar a cabo las obras al arquitecto José Seguí Pérez. Actualmente es propiedad del Ayuntamiento de Málaga quien, a través de una comisión, se encarga de su explotación (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     El Teatro Cervantes de la ciudad de Málaga es el principal espacio escénico de la capital de la Costa del Sol.
     Data de 1870 y cuenta con 1.200 localidades, de las cuales sólo 1.004 se ponen a la venta salvo casos excepcionales.
     Este Teatro es la sede del Festival de Málaga de Cine Español.
     Historia
     El Teatro fue construido en el año 1869, cuando un incendio destruye el Teatro del Príncipe, denominado tras los sucesos revolucionarios de 1868 Teatro de la Libertad, que tuvo su origen en una serie de modificaciones que sufrió el antiguo Teatro de la Merced, como consecuencia de la visita que en el año 1862 realizó a la ciudad la reina Isabel II.
     Tras el citado incendio se decide la construcción de un nuevo Teatro bajo la dirección del arquitecto Jerónimo Cuervo, que fue inaugurado en 1870 como Teatro Cervantes.
     El edificio:
     El inmueble tiene planta poligonal. Su interior se estructura con un cuerpo rectangular compuesto de un amplio vestíbulo y antesala desde donde parten escaleras que conducen a las dependencias superiores.
     La antesala comunica, a través de tres accesos, con un cuerpo central en forma de herradura que constituye el patio de butacas, sobre el que se disponen cuatro pisos, uno de platea, dos de palcos y la planta de paraíso. En los laterales de esta sala se encuentran las escaleras de subida a los palcos.
     El escenario presenta planta rectangular de grandes dimensiones, tiene comunicación con la calle posterior del teatro y, dada su amplitud, posibilidad de desarrollar grandes espectáculos. La caja de embocadura es ligeramente cuadrada y se encuentra decorada con rosetas inscritas en un cuadrado.
     El sistema de sujeción del inmueble se realiza mediante muros, pilares y columnillas de hierro fundido dispuestas en platea y palcos.
     La decoración:
    Su decoración es también obra de Jerónimo Cuervo en lo que respecta a los elementos adosados en los antepechos de los palcos y el diseño general, siendo el proscenio la zona donde la decoración es más abundante. Este presenta el antepecho de los palcos realizados con balaustres de hierro de formas curvadas, flanqueados con pilastras acanaladas de capitel corintio de libertad decorativa, terminando la zona superior con base decorada con rosetas.
     La sala o patio de butacas se encuentra cubierta con un lienzo pintado al óleo en 1870 por Bernardo Ferrándiz y sus colaboradores Antonio Muñoz Degrain, Marterino, Carreto, Matarredonda, Barco y Pérez. Muestra un resumen alegórico de la ciudad al representar los signos de identificación de Málaga en el siglo XIX; la Industria, el Comercio y el Puerto.
     La composición está centrada por un templete con la figura de las Bellas Artes, representada como una matrona portando sus atributos. Los extremos lo ocupan dos de las actividades principales de este puerto: A la derecha el copo, faena amenizada por un guitarrista formando una estampa de la pintura costumbrista de la época, a la izquierda la carga y descarga de mercancías y objetos suntuarios nos remiten al puerto y a su función en la ciudad.
     Esta zona se enlaza con la referencia a la Industria, situando a ambos lados la fábrica de azúcar y los altos hornos de la industria de los Heredia, a la derecha y a la izquierda el Progreso, mediante la representación de la estación de ferrocarril. De la Málaga del XIX aparece el monumento a Torrijos en la plaza de la Merced. El fondo está dominado por el castillo de Gibralfaro. El lienzo mide 19 x 16,5 m.
    Fachadas:
     En el exterior, la fachada principal se estructura con alzado de tres plantas, en ella sobresale de línea de fachada el cuerpo central quedando los dos extremos retranqueados. Toda la fachada presenta el paramento decorado con marcadas líneas horizontales. La zona baja se cubre con un zócalo realizado con rectángulos de piedra. En cada una de las tres plantas se abren cinco vanos adintelados dispuestos en eje, excepto en la planta baja, que de los cinco vanos que dan acceso al interior del inmueble los tres centrales son de medio punto. En origen esta fachada albergaba cinco farolas de hierro fundido, actualmente sustituidas por un alero de forma elíptica dispuesto sobre las tres entradas centrales.
     El tránsito al primer piso se realiza a través de una marcada cornisa. Cada uno de los tres vanos centrales se encuentra flanqueado mediante columnas corintias de fustes estriados y dispuestas sobre pedestales cajeados. La zona superior de los cinco ventanales presenta decoración de estucos con motivos vegetales, mascarones en el centro y rosetas en los laterales.
     El segundo piso se compone de un friso corrido decorado con rosetas, concentrándose la mayor parte de esta decoración en la zona central. Termina en un pretil a modo de zócalo corrido separado por franjas horizontales. Los tres vanos centrales están flanqueados con pilastras corintias sobre pedestales. La fachada se remata con una cornisa que da paso al antepecho, terminando en la parte central con un frontón retranqueado en forma de piñón quebrado con decoración trilobulada en la parte central.
     La fachada lateral responde al proceso de rehabilitación iniciado en 1985. Se trata de un edificio nuevo para uso administrativo y camerinos, así como el bar de la ópera transformado en sala de exposiciones temporales, todo ello con un lenguaje funcional y perfectamente trabado con el inmueble original.
     Programación de los espectáculos:
     Los espectáculos programados por el Teatro Cervantes se distribuyen según la ordenación clásica y común de los géneros escénicos: lírica, música, teatro y danza, a su vez divididos en multitud de variantes (Diputación Provincial de Málaga).

Iglesia y Hospital de San Julián
     Esta fundación tuvo su origen en el desaparecido Hospital de la Caridad, que había sido dotado por los Reyes Católicos. En 1488 el maestre Bar­tolomé Baena, junto con otros capitanes y pobladores de la ciudad formaron una Hermandad para recoger a enfermos, pobres y ancianos y, trabajando primero con bienes de su propiedad, se establecieron junto al mesón de Vélez. A finales de ese año los Reyes mandaron a D. Pedro de Toledo, primer obispo de Málaga, que fundase un hospital de la Caridad y, una vez terminado, en 1508, fue cedido a la Hermandad que, al tomar posesión de él, abandonó su primitivo esta­blecimiento.
     Con motivo de la epidemia de peste de l679 la Hermandad perdió a muchos de sus individuos, por lo que en 1680 Carlos II mandó, entregar el Hospital con sus bienes y libros a los hermanos hospitalarios de San Juan de Dios; en 1682 la Hermandad fue admitida a la confraternidad con los frailes, participando de las indulgencias y gracias concedidas por el Papa. Sin embargo algunos miembros decidieron reorganizar la casi disuelta Hermandad; reunidos en Cabildo nombraron hermano mayor a D. Alonso García Cortés, racionero de la Catedral, y después de consultar con don Miguel de Mañara, Hermano Mayor de la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla, hicieron nuevas constituciones para fundar la Hermandad de la Santa Caridad de Ntro. Sr. Jesucristo y Hospital de San Julián para albergue de pobres y mendigos y asistir y enterrar a los ajusticiados, que fueron aprobadas por Sevilla y por el obispo de Málaga fray Alonso de Santo Tomás, en 1682, eligiendo por patrono a San Julián. Para instalarse solicitaron a la ciudad un amplio e inmundo sitio al final de calle Nosquera, junto a la cerca, que había servido de mancebía pública, explotada, por concesión real, por D. Diego Fajardo desde 1497.
     Trazó la iglesia Miguel Meléndez, abriéndose los cimientos en 1683, pero estuvieron detenidas las obras hasta 1693, adelantando mientras tanto las del hospital. Desde 1698 las dirigió el arquitecto Luis de Zea y Arellano, dedicándose la iglesia en 1699. En 1700 se continuaron las obras del Hospital y Claustro, dirigidas por José de Coscojuela.
     El Hospital tuvo veinticuatro camas, para incurables, aunque después, por dificultades económicas se redujeron a catorce. En 1821, la Junta Municipal de Beneficencia clausuró la iglesia y dispersó a la Hermandad, cediendo el hospital, en 1924, al Ayuntamiento para atender a los heridos de la Guerra de África y fue clausurado en 1931. En 1938, fue restaurado por el arqui­tecto Guerrero Strachan, y en 1972 el Obispado de Málaga recuperó la propiedad cediéndolo a la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, para instalar en él la Sede Social de la Agrupación, Archivo y el Museo de las Cofradías. Las obras de restauración y adaptación a los nuevos usos, se realizaron sucesivamente según proyectos de los arquitectos Enrique Atencia primero y más tarde por María Victoria Heredia, actuaciones que posibilitaron la recuperación del edificio, abriéndose la iglesia en diciembre de 1988, aunque no tiene culto actualmente. En 2005 ha recibido una nueva actuación en la zona de los patios, por los arquitectos Rafael Martín Delgado, Isabel Cámara y Antonio Díaz Casado de Amezua.
     La iglesia tiene planta de cajón y se cubre con una bóveda de cañón con fajones y molduras para insertar lienzos; el alzado se articula mediante pilastras cajeadas, sosteniendo entablamento con canecillos, entre las que se abren ar­cos ciegos para altares y molduras para colocar, asimismo, pinturas que fueron realizadas todas por el pintor Juan Niño de Guevara. La tribuna, con perfil cóncavo, se decoró en la balaustrada con lienzos alegóricos de las virtudes. La capilla mayor, cuadrada y cubierta con bóveda de arista, cobijó los cuadros más importantes del programa iconográfico de esta iglesia.
     Al pie de ésta, bajo una lápida se encuentran los restos de don Alonso García Cortés, el re­organizador de la Hermandad en Málaga, que fueron trasladados aquí en el siglo XIX, al de­molerse el convento del Cister en donde estaba enterrado.
     El exterior del edificio es de mampostería y ladrillo con sillares en las esquinas hoy resaltados y completados por pinturas que imitan la textura del mismo material. La portada principal, de piedra, se abre en el muro lateral de la iglesia, con arco de medio punto encajado entre pare­jas de columnas corintias adosadas, entre las que se abren hornacinas aveneradas sobre peana; el cuerpo superior dispuesto entre las volutas de un frontón abierto, lleva también una hornacina avenerada rematada por frontoncillo curvo, en la que preside la imagen del obispo San Julián.
     La iglesia destaca, fundamentalmente, por el programa iconográfico, que fue llevado a cabo por el pintor Juan Niño de Guevara, relacionado con la Hermandad, y representa la última etapa de su evolución artística, en la que conjuga la influencia de Alonso Cano con la flamenca de Miguel Manrique, su primer maestro,  reflejándose en un barroco dinámico más decorativo. Esta serie se compone de diecinueve escenas, de las que se conservan quince, en un programa iconográfico sobre la vida de San Julián, que ensalza también la virtud de la Caridad, alma y guía de la Hermandad, y en ella se trasluce su tendencia a ahondar en las emociones y fuerza dramática de los personajes.
     El eje central de la bóveda se reserva para las Virtudes Teologales: la Caridad, la más próxima al altar mayor, la Fe y la Esperanza. Debajo de la cornisa hay dos lienzos a cada lado que narran hechos de la Vida de San Julián, obispo de Cuen­ca, a quien está consagrada la fundación. Com­pletan el conjunto  seis cuadros ovales con un Apostolado formando parejas, situados cuatro de ellos en la parte superior del presbiterio, donde hay también un tondo de la Trinidad y otros dos sobre el coro. El pretil de la tribuna presen­taba lienzos alegóricos de las virtudes, hoy desaparecidos, y en su lugar se encargó a Francisco Hernández una serie de temas religiosos que no tiene que ver con el programa anterior.
      El programa pictórico de la iglesia se encuentra en la actualidad alterado, de acuerdo con las exigencias del uso definidas por sus actuales propietarios. La primitiva concepción espacial del presbiterio y capilla mayor, con la significativa composición de El Triunfo de la Caridad, una de las obras más importantes de Niño de Guevara, está diluida al haberse instalado en 1988 un monumental retablo en madera dorada sobre el testero principal del templo, en cuya hornacina central se ha colocado la imagen de Cristo Resu­citado, patrono de la Agrupación de Cofradías, obra de talla del imaginero José Capuz, de 1945, restaurada en 2005. El Triunfo de la Caridad ocupa, tras la última remodelación del templo, el testero de los pies de la iglesia. El conjunto de cuadros de la iglesia fue restaurado por el equi­po Quibla a comienzo de la década de los noventa del siglo XX. Los lienzos laterales que había en la misma capilla mayor, con la representación del Emperador Heraclio en hábito de penitente y la Invención de la Cruz, no se intervinieron entonces, pero en 2005 se restaura el lienzo del Emperador Heraclio, por el mismo equipo y bajo el patrocinio de la Fundación Málaga.
     Los dos altares laterales, más próximos a la Capilla Mayor, están ocupados por las imágenes procesionales de la Cofradía de las Penas. A la izquierda podemos ver el Cristo de la Agonía, obra de 1972 del sevillano Francisco Buiza; es un Crucificado de notable calidad, que se sitúa entre las obras más significativas de la imaginería neobarroca andaluza. En el altar de enfrente se encuentra la escultura de vestir de María Santísima de las Penas, original de José Eslava (1962).
     A la izquierda de la iglesia y adosada a ella, se encuentra la llamada Capilla de los Ajusticiados a los que la Hermandad procuraba consuelo final y sepultura.
     En la sacristía, que conserva un bello aguamanil de mármol rosa, se encuentra un cuadro de los Desposorios de la Virgen de Cornelio de Vos (+ 1651), un retrato de Miguel de Mañara, de Valdés Leal (1622-1690), la Curación del ciego, anónimo del siglo XVII y dos paisajes con ruinas de mediados del siglo XVII.
     Desde la sacristía se llega al patio principal, cuadrado, con columnas toscanas que sostie­nen arcos de medio punto de fábrica de ladrillo, recuperada ésta tras una reciente remodelación. En el centro hay una bella fuente de mármol. Procede de la antigua casa y fue reformada en 1797; de su taza emerge la cruz de nudos de la Hermandad, con inscripción en la base: REGNA / VIT A LIGNO ! DEUS / 1598. En el reverso: NOVA / RESTITI A / FORMA / DE V.L.A. 1797.
     Frente al testero de la iglesia se accede al pri­mer piso a través de una escalera de tipo imperial, que cubre su espacio rectangular con una amplia bóveda de cañón limitada en sus extremos por otras dos de cuarto de esfera apoyadas en pechinas y en el centro está pintado el emblema de la Hermandad (un corazón envuelto en llamas y la cruz de nudos).
     Desde este patio, por un arco situado a la de­recha, se accede a otro que tiene sólo tres lados con columnas sobre pedestales sosteniendo la arquería (Rosario Camacho Martínez, Isidoro Coloma. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo I. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La iglesia es de planta de cajón con entrada lateral y coro pequeño elevado a los pies. Pilastras cajeadas sostienen un entablamento con pares de canecillos de triglifo en el friso, surgiendo por encima de la cornisa de la bóveda, de medio cañón con fajones y lunetos. Tras el arco triunfal está la capilla mayor, de planta cuadrada y cubierta con bóveda de arista decorada con quebrados baquetones.
     En el exterior, destacan las dos portadas. La de los pies, más sencilla, está hoy macizada; presenta arco de medio punto sobre la línea de imposta enmarcado por pilastras dobladas, siendo el entablamento muy simple. La portada que se abre al lateral de la Epístola, la principal, presenta arco de medio punto encajado entre pares de columnas corintias adosadas, abriéndose hornacinas aveneradas en los intercolumnios. Sobre el entablamento se abre otra hornacina avenerada jalonada de pilastrillas toscanas dobladas y rematadas en frontón circular; esta hornacina queda ceñida en medio del frontón partido y enrollado del cuerpo inferior.
     Se construyó este templo entre los años 1683 y 1699, siendo dirigidas las obras por los maestros Miguel Meléndez, Luis de Zea y José de Coscojuela (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Junto a calle Carretería, se encuentra la Iglesia-Hospital de San Julián. Esta fundación tuvo su origen en el desaparecido Hospital de la Caridad, dotado por los Reyes Católicos con el nombre de Hospital del Rey. Su finalidad era recoger pobres y desamparados, además de curar enfermos.
     En 1680 el Hospital pasó con sus bienes a la orden de San Juan de Dios, que fundaron la Hermandad de la Santa Caridad de Ntro. Sr. Jesucristo y Hospital de San Julián para hospedaje de pobres y mendigos y asistir y enterrar a los ajusticiados.
     En 1821, la Junta municipal de Beneficencia, clausuró la iglesia y dispersó la Hermandad.
     En 1924, lo cedió al Ayuntamiento para la atención de los pobres y heridos de la guerra de África y fue clausurado en 1931.
     En 1972 el Obispado de Málaga recuperó su propiedad cediéndolo a la Agrupación de Cofradías de Semana Santa para instalar en él la Sede Social de la Agrupación, el Archivo Histórico y el Museo de las Cofradías de Málaga. Estas actuaciones han posibilitado la recuperación del edificio, volviendo a abrir la iglesia en 1988.
     HISTORIA
     Tras el resurgimiento de la Hermandad de la Santa Caridad, en el año 1682 se erige una iglesia y hospital en el periodo 1683-1699, en unos terrenos cedidos por el ayuntamiento, en las antiguas mancebías. Los esfuerzos de dicha hermandad se centraron en la construcción de su nueva sede, bajo la dirección de Luis de Zea Arellano, sin descuidar por ello sus principales labores, la cura de enfermos, la asistencia de los ajusticiados y el enterramiento de los muertos.
     Juan Niño de Guevara fue el artífice del programa pictórico que adornaba los muros del templo, con cuadros como El Triunfo de la Caridad o El emperador Heraclio en hábito de penitente. La iglesia fue bendecida el 21 de enero de 1699.
     Desde ese momento, la hermandad comenzó a realizar sus labores estatuarias en las nuevas dependencias, llevándose a cabo además, un gran número de misas, sobre todo hasta 1721, debido al cumplimiento de cláusulas testamentarias. También se comenzó con el aspecto funerario.
     En octubre de 1862, el edificio recibió la visita de los reyes de España, Isabel II y Francisco de Asís de Borbón, con motivo de su presencia en la ciudad. La hermandad de la Caridad gastó 4.000 reales en blanquear el edificio para la ocasión. Se colocó una placa que recordaba tal visita y que todavía, hoy, muy deteriorada existe.
     En 1964 la Capilla de San José fue derribada y la Hermandad de las Penas se traslada a la iglesia de San Julián.
     Cesión a la Agrupación de Cofradías y actualidad
     La Hermandad de la Santa Caridad desapareció en 1965 por falta de apoyo institucional y con ella el hospital. En 1976 se cedió el edificio a la Agrupación de Cofradías de Málaga y más tarde se cerró para ser adecuado y restaurado.
     A las imágenes de la hermandad de las Penas se sumaron la del Santísimo Cristo Resucitado y la de Santa María Reina de los Cielos, titulares de la Agrupación, realizando su salida procesional las cuatro imágenes desde el interior del templo. En 2008, la hermandad de las Penas, tras haber absorbido entonces recientemente el título de la Antigua Hermandad de la Caridad se trasladó a su Oratorio en calle Pozos Dulces, dejando el templo.
     Si bien ya cuando todavía estaba la hermandad de las Penas no se celebraban muchas misas en el templo ni se abría regularmente, actualmente no es accesible al público, excepto cuando están montados los tronos del Resucitado y la Reina de los Cielos (Diputación Provincial de Málaga).

Iglesia de los Mártires

     Fue fundada por los Reyes Católicos en virtud de un voto que habían hecho, y su advocación responde al deseo de los Reyes de recuperar el culto de los Mártires San Ciriaco y Santa Paula, quienes, señalados por el Papa como aquellos jóvenes que habían recibido martirio en la ciudad en tiempos de Diocleciano, fueron aclama­dos como patronos y cuyas efigies dieron también al escudo de la ciudad. Está documentada desde 1491, y fue erigida en parroquia en 1505, librándose para su obra 100.000 maravedíes que se hicieron efectivos en 1515.
     En su configuración primitiva era una iglesia gótico mudéjar de arcos apuntados, cuya capilla mayor y sacristía se realizaron en 1519 por el alarife Juan  Rodríguez. También se prepararon los estribos del arco toral para recibir la armadura de madera, que combina artesones y motivos mudéjares, y permanece oculta encima de la bó­veda del siglo XVIII que hoy vemos. En 1545 se colocó la pila bautismal, obra de Diego de Portilla y en 1548 Bartolomé Pérez hizo su torre, que fue destrozada por un terremoto en 1567, reconstruyéndose más tarde, aunque en 1680 amenazaba nueva ruina.
     En el siglo XVIII la iglesia recibió una remodelación y ampliación que la transformó totalmente. En 1747 se estaban reforzando los pilares formeros con pedestales de jaspe rojo con embutidos negros, obra que aprobó el arquitecto de la Catedral, Antonio Ramos, y se cubrió la nave central con la bóveda de medio cañón con adornos barrocos, que oculta la armadura. Pero a partir de 1760, promovida por la Hermandad del Santísimo Sacramen­to y con proyecto del mismo arquitecto, se amplió por la cabecera, añadiéndosele un nuevo presbiterio y crucero en el que sus brazos y la capilla mayor adoptan la disposición absidial, con vistosa decoración rococó, que se extendió a todo el interior inaugurándose, con grandes fiestas, en 1777.
     Con la integración de este ornato es la iglesia más representativa del rococó en Málaga, pero ha  sufrido numerosos daños, como la destrucción, en 1854, de la capilla del Sagrario por una bala de cañón, el terremoto de 1884 y los saqueos de 1936, después de los cuales quedó convertida en taller de Intendencia. Posteriormente ha sido restaurada e inaugurada en 1945, aunque se ha intervenido en ella posteriormente.
     Con su nueva disposición y los motivos iconográficos, tiene una doble significación ya que responde a un programa martirial, con referencia a los santos patronos y también sacramental, en honor del Santísimo Sacramento, que presidía la iglesia desde el baldaquino central.
     La iglesia tiene tres naves y dos más de capillas entre los contrafuertes, atrio a los pies y amplio presbiterio trebolado. La nave central se cubre con bóveda de medio cañón rebajado con fajones y ornato de hojarasca barroca, decorándose los lunetos con molduras y delicadas rocallas que rodean pintu­ras de Santas y Santos Pre­lados Mártires, y el coro, de perfil festoneado, apoya en una bóveda de arista con molduras mixtilíneas y emblemas martiria­les de San Ciriaco y Santa Paula. Bajo éste, integrándose en el revestimiento marmóreo de las pilastras, se encuentran las pilas de agua bendita con forma de venera presididas por ostensorios dibujados en mármol de otro color, que apoyan en peana de placas con querubines, realizados también en mármol rojo y que tienen un significado simbólico en esta «nave del Santísimo».
     Frente a la puerta del Evangelio hay otras pilas más vistosas, también en mármol rojo, con taza cuadrifoliada y alto pie estrangulado con incrustaciones de mármol negro. Todas debieron realizarse en la reforma de 1724-47.
     Los arcos formeros, de medio punto e intradós decorado, apoyan en pilares con pilastras corintias, y sostienen un entablamento de volada cornisa, con sobrepuestos de rocalla. Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista con molduras y decoración de hojarasca, y su unión con el presbiterio se realiza a través de arcos sesgados, con relieves de estuco de la Caridad en el lado derecho y de la Fe en el izquierdo.
     En el espacio trebolado del presbiterio, donde abunda la decoración rococó, los brazos absidiales de la capilla mayor y crucero, se cierran alrededor de la cúpula, alzada sobre linterna de ventanas ovales entre columnas corintias, que también destacan en el cupulín. En su intradós cuelgan medallones con representaciones de santos, y en las pechinas otros medallones, con pinturas de los Evangelistas, se apoyan en los relieves alegóricos de las Virtudes: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, rodeados de hermosa decoración. Los espacios absidiales se cubren con una bóveda de horno con represen­tación de los Arcángeles, escenas de la vida de la Virgen y de Jesús, y otros medallones rococó con motivos iconográficos alusivos a la Eucaristía, separados por pilastras corintias con decoración pendiente. Bajo ellas destacan cuatro preciosos y dramáticos relieves de estuco, blanco y dorado, de finales del siglo XVIII, con escenas del prendimiento, juicio y martirio de los Santos Ciriaco y Paula.
     La capilla mayor se adorna con rocalla de ma­yor elegancia, presidida por un lienzo de la Trinidad entre desbordantes guirnaldas. A ambos lados medallones con arcángeles pintados, que junto con los que se encuentran en los bordes de los brazos del crucero, componen un programa angélico. A través de un exuberante retablo, que rompe el entablamento, se contempla el camarín, de planta circular con bóveda semiesfé­rica nervada, en el que las rocallas cobijan los símbolos marianos y otros elementos ornamen­tales. Desde él los Santos Mártires presiden esta iglesia. 
   A ambos lados del altar mayor se abren unas puertas rematadas con alto penacho de líneas cóncavas, coronados por las simbólicas palma y corona de martirio, una de las cuales da acceso a la sacristía.
     Al exterior la iglesia presenta su fábrica, mixta de mampostería y ladrillo, con basamento y ca­denas de sillería en la torre. El atrio de la fachada principal, es adición de 1833, y muestra un triple arco de ladrillo sobre columnas toscanas de piedra, coronado por un azulejo moderno que alude a los mártires Ciriaco y Paula, integra­dos simbólicamente en el escudo de la ciudad aquí representado. Bajo él se abre la portada de ladrillo, rehecha en el XIX pero manteniendo el diseño del siglo XVI, con columnas acanaladas y capiteles agrutescados, remodelada posteriormente. La puerta, de madera ricamente tallada, es obra de finales del siglo XVIII, y el cancel, también colocado en 1833, procede del convento de Santo Domingo de Ronda. Esta estructura del siglo XIX ocultaba la primitiva disposición ya que el muro del hastial mostraba una atractiva pintura mural con elementos arquitectónicos y figurativos pintados, llena de vivacidad y color, que representa en una hornacina de hermosas rocallas los emblemas de los Mártires, acompañados de las virtudes de la Caridad y la Esperanza. Evidentemente lo que se conserva son fragmentos y fueron descubiertos al hacer una reforma que reaprovechaba el espacio entre el hastial primitivo y el atrio.
     La portada lateral, de piedra blanca arenisca, con arco de medio punto entre pilastras toscanas y rocalla en las enjutas, se corona por un penacho con una alegoría de la Fe Católica, del cual surge un frontón curvo partido.
     La torre, que se levanta sobre el último tramo de la nave del Evangelio, es cuadrada, con varios pisos y se remata con un cuerpo octogonal; hoy está enlucida, como todo el exterior, pero descripciones antiguas nos hablan de sus hermosas pinturas.
     En la Capilla Mayor, el retablo es obra neobarroca de Pérez Hidalgo, coronado por un gran escudo real, de Carlos III, y actualmente alberga en el camarín las imágenes de los Santos Mártires Ciriaco y Paula, obras de calidad del siglo XVII realizadas por el escultor Jerónimo Gómez de Hermosilla, procedentes del antiguo tabernáculo de la Catedral. Los retablos laterales, también de Pérez Hidalgo, reproducen los antiguos, formados por pilastras a las que se anteponen hornaci­nas de madera con adornados remates del siglo XVIII, en los que se colocaron esculturas, hoy modernas sin interés.
     Pero hay otras hornacinas que marcan la unión con los brazos del crucero en las que hay obras de más calidad; las de San Pedro de Alcántara, San Ignacio y Santa Teresa, de la izquierda, son obra de la segunda mitad del siglo XVIII, y podrían pertenecer al conjunto con que, entonces, se dotó a esta iglesia; en el lado derecho sólo parece pertenecer a esta serie San Judas Tadeo y el joven Tobías.
     Las capillas que se abren a las naves son de distintas épocas y han sido muy restauradas en fechas recientes, por las cofradías con sede en ellas. Iniciamos el recorrido desde el lado iz­quierdo.
     La Capilla de la Cofradía de la Pasión, junto a la torre, la preside, desde un retablo neobarroco dorado, la imagen de vestir del Nazareno, de Ortega Brú, de 1976 y la Virgen del Amor Do­loroso, obra de Antonio Asensio de la Cerda, de 1760-75. En la Capilla de Santa Gema, el único rasgo destacable es que conserva la antigua pila bautismal.
     La Capilla del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad tiene planta rectangular con bóveda oval sobre pechinas, y en su decoración se ha in­tegrado el cuadro de la Trinidad, obra de Luis Bono de la década de 1980. El Cristo yacente fue realizado en Granada por Nicolás Prados López en 1940 y la Mesa Sepulcral, que diseñó el pintor Moreno Carbonero, es obra de gran riqueza de los talleres del Padre Granda Buylla, en Madrid. La Virgen es de vestir del escultor malagueño José Merino Román.
     La Capilla de María Reina fue fundada por testamento del Regidor don Rodrigo Álvarez de Madrid, quien se enterró en ella en 1530, como indica una lápida de letra gótica. Es rectangular, de pequeñas dimensiones y cubierta con bóveda oval, conservando el pavimento del siglo XVIII, con mármoles embutidos formando círculos, época en la que se transformó, pero su retablo, con pesados estípites es moderno y alberga hoy una imagen de la Virgen como trono del Niño; bajo ella una urna contiene a la Virgen de las Lágrimas, obra de comienzos del siglo XIX, que sigue el estilo de Mena; dos deliciosos angelitos, también de talla, lloran sobre la peana.
     El Altar de la Inmaculada, situado en el brazo del crucero, presenta retablo realizado con mate­riales de acarreo y lo preside una pequeña Inma­culada muy italianizante, del siglo XVIII.
     Enfrente se encuentra el Altar de la Virgen de las Angustias, cuyo retablo también es moderno, con materiales de acarreo y la imagen de la Virgen, que antes presidía el Altar Mayor, es obra del siglo XX, de Navas Parejo.
     La Capilla de Nuestra Señora de los Remedios es rectangular, cubierta con cúpula oval y tam­bién fue remodelada a finales del siglo XVIII, conservando unos medallones de estuco que re­presentan a San Jerónimo y a San Juan Bautista, encerrados en la decoración rococó. La imagen de la titular es de vestir, de finales del siglo XVIII; el Niño del Remedio, en altar lateral, es una pequeña talla policromada del siglo XVIII, colocada sobre la mesa de altar. Enfrente se ha colocado una Dolorosa de vestir.
     Preside la capilla de Nuestro Padre Jesús orando en el Huerto el Cristo arrodillado, titular de esta cofradía, obra de Fernando Ortiz, de 1757 muy restaurada, y el Ángel, copia de Salcillo, obra del XX del sevillano Castillo Lastrucci. Allí se encuentra, también, una Dolorosa de vestir, conocida bajo la advocación de la Concepción Dolorosa, obra anónima del siglo XVIII y un San Juan que desentona en este conjunto. El retablo es excesivo para esta pequeña capilla, realizado a finales del siglo XX, y aún continúa en madera en su color.
     La Capilla de la Virgen de Gracia debió ser patronazgo del Conde de Buenavista, y en la clave del arco se encuentra su escudo familiar. En 1948, se estableció allí la cofradía de la Virgen de Gracia, patrona de Archidona, por iniciativa de la colonia de archidoneses residentes en la ciu­dad. La titular es una fotografía coloreada de la que se venera en Archidona, encerrada en una cornucopia neobarroca. En los laterales hay sen­dos lienzos de la Virgen con el Niño y la Virgen del Rosario, obras devocionales del siglo XVIII.
     La Capilla de Jesús de la Columna es amplia, ocupando todo el testero un retablo dorado del siglo XX, sin rasgos de interés, presidido por la iconografía de los Mártires Ciriaco y Paula. El Cristo,  también llamado Cristo de los Gitanos, es una talla de 1942 de Juan Vargas Cortés, restaurada recientemente por Francisco Buiza, quien también es autor de la Virgen de la O.
     La Sacristía se abre a la derecha del altar mayor y es un espacio rectangular, articulado su alzado con prominentes pilastras a las que se anteponen columnas compuestas, que apoyan un entablamento muy movido. La bóveda, con lunetos en los que se abren ventanas cuadrifoliadas en cada tramo, destaca por la decoración de estilizadas rocallas y palmas de exquisita sutileza. En esta sacristía hay algunas piezas de interés, como un óleo de San Pedro, anónimo malagueño del siglo XVII, y un Nazareno en su retablo salomó­nico, obra popular del XVIII.
     En cuanto a las piezas de orfebrería, que fueron inventariadas en 1985, pertenecen a esta parroquia un portapaz de plata con los Santos Mártires en relieve, de la segunda mitad del siglo XVII y un ostensorio de plata dorada de mediados del XVIII con viril del XVII, así como un cáliz de plata dorada con relieves de la Pasión, figuras de Evangelistas y rocalla del siglo XVIII. De finales del XVIII existen varias piezas en plata blanca y dorada, así como un copón y un incensario con decoración neoclásica del primer tercio del siglo XIX y un aguamanil de plata blanca fechado en el año 1859 (Rosario Camacho Martínez, Isidoro Coloma. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo I. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     Tal como hoy se encuentra la iglesia tiene tres naves más dos capillas entre contrafuertes, atrio y coro elevado a los pies y un amplio presbiterio trebolado, que pertenece a la ampliación de 1767. La nave central, cubierta con bóveda de medio cañón con yeserías y lunetos que se amplían con molduras para disponer pinturas del siglo XVIII rodeadas por baquetones y rocalla, se separa de las laterales por pilares con pilastras corintias que voltean arcos de medio punto, reforzándose sus pedestales con mármoles polícromos. La unión de las naves laterales con el presbiterio se efectúa por sólidos arcos de medio punto sesgados, decorados con relieves de estuco, en molduras rococó que representan a la Virtudes. Crucero no existe, sino una nave transversal que forma el cuerpo trebolado con la capilla mayor y es la zona más decorada. En el centro se halla una bellísima cúpula con linterna decorada con medallones, lazadas y rocallas integrando pinturas y se corona con esbelto cupulín también abierto; los brazos laterales rematados en forma absidal se cubren con bóveda de cascarón decorados con más sencillez. La capilla mayor queda ligeramente elevada y se cubre con el mismo tipo de bóveda, pero con mayor riqueza decorativa.
     Fue fundada por los Reyes Católicos en virtud del voto, que tenían hecho antes de la Reconquista, de establecer en Málaga el culto a los santos Mártires Ciriaco y Paula. Se levantó nueva desde los cimientos en 1491, dejando la reina en su testamento una considerable cantidad para la obra, que se erigió en 1505 como parroquia. La primitiva iglesia era mucho más pequeña, cubierta con armadura de madera, oculta hoy bajo la bóveda barroca, sufriendo diversas reformas, pero las ruinas que le causaron terremotos, incendios e inundaciones, hicieron preciso una restauración y ampliación, que se inició en 1767, acabándose diez años más tarde y con una decoración rococó muy profusa, que quedó convertida en una de las iglesias más lujosas de la ciudad (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Esta iglesia se sitúa en la Plaza de los Mártires, cerca de la iglesia del Cristo de la Salud y de la Sociedad Económica de los Amigos del País.
     Fundada después de la conquista, probablemente en 1491, aunque fue erigida en parroquia en el 1505 por Diego de Deza. Su nombre lo debe al deseo de los Reyes Católicos de recuperar el culto a los mártires locales, Santa Paula y San Ciriaco.
     Descripción:
     En pleno centro de la ciudad (Plaza de los Mártires nº 1) se encuentra el edificio que constituye la Iglesia Parroquial, edificio que cuenta con 500 años de historia y que ha sufrido numerosas vicisitudes (cambios, destrucciones, derrumbes, terremotos, etc.…) y todo ello agravado por la composición del subsuelo donde se ubica (corrientes fluviales subterráneas, suelo arcilloso, etc.…), poco adecuada para una edificación de este porte. No repetiremos aquí la historia de este edificio reflejo del estilo rococó en Málaga.
     Exterior
     El sencillo aspecto exterior de la iglesia no deja traslucir la riqueza interior. Su fábrica de mampostería, ladrillo y los basamentos y cadenas de piedra blanca crean una rica policromía, alzándose en la esquina de la Plaza de los Mártires con la calle Mártires, la torre cuadrada que inicialmente construyera el maestro Bartolomé Pérez en 1.548. Éste es el rasgo más destacable del exterior situándose al sesgo con respecto al eje de la iglesia; se levanta sobre el último tramo de la nave del Evangelio y la entrada a ésta se hace a través de una bovedilla de medio cañón.
     La estructura interna de la torre consta de un pilar central cuadrado en torno al cual se desarrolla la escalera. De base cuadrada combina la piedra con el ladrillo en tres de sus cuerpos, quedando éste material como único en los dos últimos cuerpos, abiertos al exterior con arcos de medio punto y coronado el tejadillo piramidal con una torrecilla abierta.
     El ladrillo empleado en la obra del s. XVIII, es expresión de esa continuidad del espíritu mudéjar. Fue muy dañada por un incendio en 1.567, el terremoto de 1.755 y otras calamidades, lo que motivó su restauración en 1.777 cuando se le añadió también el cuerpo octogonal.
     De los accesos a la iglesia, el principal lo forma un atrio formado por un triple arco de ladrillo sobre columnas toscanas de piedra, coronado por un azulejo moderno que alude a los mártires Ciriaco y Paula, integrados simbólicamente en el escudo de la ciudad aquí representado. Bajo él se abre la portada de ladrillo (rehecha en el s. XIX pero manteniendo el diseño del siglo XVI), con columnas acanaladas y capiteles agrutescados. La puerta, de madera ricamente tallada, es obra de finales del siglo XVIII, y el cancel colocado en 1.833, procede del convento de Santo Domingo de Ronda.
     Otro acceso, el más utilizado, se encuentra en el lateral que mira hacia la calle Comedias. Esta puerta que es la de uso normal para acceder a la iglesia, es de arco de medio punto entre pilastras toscanas estando coronada con un frontón curvo abierto y penacho con la imagen de la Fe.
     Tras ella se abre un pequeño vestíbulo cubierto con bovedilla muy alargada prodigándose la decoración rococó en el calado cancel. Nuevas puertas de madera dan acceso a esta fastuosa iglesia.
     Interior
     Esta iglesia es el mejor ejemplar del rococó en Málaga. Aunque con un cierto movimiento en la estructura del presbiterio, no es aquí donde mejor se ofrece este estilo sino en la variada, bellísima y elegante decoración sobrepuesta, que responde a diferentes etapas. De mediados del siglo XVIII es la del presbiterio y entre de 1.767 y 1.777 la de la sacristía y renovación de la nave, manteniéndose en la bóveda la ornamentación de la primera mitad del siglo. 
     Evidentemente esta decoración de rocalla no podía complacer a los neoclásicos y académicos de la época, y así Ponz ya señaló que "se había revestido con tal género de despropósitos y de tanta hojarasca y relumbrones que resulta confuso a la vista del inteligente". En el Diccionario de Madoz no se juzga más piadosamente su estilo, perteneciente "a la época de mayor conmoción de nuestra arquitectura,... cuando no dominaba ya en las artes ningún pensamiento analítico ni filosófico", sin embargo le da un alto valor a la iglesia ya que considera tan confusos y exuberantes sus adornos que la equipara a las obras de Ribera, Tomé y Churriguera. Y no le queda más remedio que reconocer que "a través de todo este mal gusto (nótese) mucha unidad, grande imaginación y una variedad que fascina".
     La estructura interior es de tipo basilical de tres naves en la que se inserta un cuerpo trebolado que, aunque en los documentos se cita como capilla mayor y crucero, en rigor éste es más bien un brazo transversal absidiado que forma un todo único en el presbiterio.
     En el interior del templo, la luz, sabiamente dirigida, juega un papel importante, vigorosa en la nave, matizada en el presbiterio, convierte el camarín y retablo en un punto luminoso de atracción final de un eje, lugar trascendental del templo con un lienzo de la Virgen de la Trinidad, y a ambos lados de esta imagen hay medallones con arcángeles pintados, que junto con los que se encuentran en los bordes de los brazos del crucero, componen un programa angélico.
     El Presbiterio
     La estructura en forma de trébol que lo forma se compone de tres "exedras" (abertura en la pared interna, de planta semicircular, con asientos y respaldos fijos en la parte interior de la curva) cubiertas con bóvedas de horno, articuladas con molduras y pilastrones de capitel enrollado por donde caen medallones, bellas guirnaldas, rocallas y palmas que envuelven todo el espacio integrando los motivos iconográficos, y disponiendo los retablos en el cuerpo inferior.
     Realizados en un material diferente, estuco blanco y dorado, y con gran delicadeza, los relieves narrativos del martirio de Ciriaco y Paula, resaltan en este conjunto. Bajo ellos, las puertas de acceso a la sacristía y otras dependencias rematan en esbelto penacho con coronas y palmas entrelazadas, símbolos de los Mártires. Los pilares torales, de orden compuesto, tienen rica decoración en su intradós que alcanza a los entablamentos y sostienen una cúpula con vistosa linterna, con columnas pareadas flanqueando los óculos de iluminación que presentan disposición sesgada.
     La bóveda se divide en ocho cascos con elegantes medallones con los Padres de la Iglesia y otros santos.
     En la Capilla Mayor el arco de un camarín, al que se adapta el retablo, rompe el entablamento. Tiene planta circular con cuatro pilastras compuestas con frutas colgantes entre las que se trazan arcos de medio punto cobijando ventanas sesgadas en los laterales mientras que en el central un rico marco presidido por querubines se dispone, entre jarrones de lirios, sobre un ara decorada con guirnaldas, rocallas y veneras imprimiendo equilibrio y delicadeza. Se cubre con bóveda semiesférica con cuatro nervios en los que las rocallas cobijan óculos en dos de ellos y los símbolos marianos del sol y la luna en los otros. Desde él los Santos Mártires presiden esta iglesia.
     El Retablo es obra neobarroca de Pérez Hidalgo, coronado con el gran escudo real de Carlos III. El retablo actualmente alberga en el camarín las imágenes de los Santos Mártires Ciriaco y Paula, obras de calidad del siglo XVII realizadas por el escultor Jerónimo Gómez de Hermosilla, procedentes del antiguo tabernáculo de la Catedral.
     Los retablos laterales, también de Pérez Hidalgo, reproducen los antiguos, formados por pilastras a las que se anteponen hornacinas de madera con adornados remates del siglo XVIII, en los que se colocaron esculturas, hoy modernas. Estos elementos marcan la unión con los brazos del crucero, que con su disposición absidial, se configuran como capillas.
     El Crucero
     A los extremos de la nave crucero, y una vez vista su espectacular cúpula, podemos encontrarnos con dos hermosos altares:
     - El Altar de la Inmaculada, situado en el brazo izquierdo del crucero, presenta un retablo realizado con materiales de acarreo presidido por una pequeña Inmaculada muy italianizante, del siglo XVIII.
     - Frente al anterior se encuentra el Altar de la Virgen de las Angustias. La imagen de la Virgen, que antes presidía el Altar Mayor, es obra del siglo XX, de Navas Parejo. El retablo que la contiene, también es moderno y está realizado con materiales de acarreo y es obra, al igual que el anterior de la Inmaculada de Pérez Hidalgo.
     Las Naves
     La nave central o del "Santísimo" se cubre con bóveda de medio cañón con fajones ampliados en su clave para disponer de espacio para un rico medallón, y lunetos delimitados por dobles molduras con marco para pinturas rodeadas de delicada rocalla; está hundido en su base con una placa recortada que corona la ventana situada entre dos grandes aplicaciones de rocalla; yeserías decoran cada tramo entre los lunetos.
     Sobre el último tramo de los pies de la nave se abre un coro con perfil cóncavo apoyado en bóveda con molduras y emblemas martiriales de San Ciriaco y Santa Paula (el primer órgano fue costeado por el obispo Lasso de Castilla en el s. XVIII, el actual es moderno). Además hay un óleo sobre lienzo realizado en 1.861 por José Mª Batún, representando el Dulce Nombre de Antequera, y también una pintura mural que representa el escudo de Málaga entre dos ángeles. 
     Bajo éste, integrándose en el revestimiento marmóreo de las pilastras, se encuentran las pilas de agua bendita con forma de concha presididas por custodias dibujadas en mármol de otro color, que se apoyan en peana de placas con querubines, realizados también en mármol rojo y que tienen un significado simbólico en esta nave del Santísimo.
     Frente a la puerta del Evangelio hay otras pilas más vistosas, también en mármol rojo, con taza cuadrifoliada y alto pie estrangulado con incrustaciones de mármol negro. Todas debieron realizarse en la reforma de 1.724-47.
     El alzado lo constituyen arcos formeros de medio punto sobre pilares con pilastras de capiteles corintios con cabezas de querubines sobre la venera central, y pedestales de jaspe rojo en el que se incrusta el negro formando motivos geométricos, datados en 1.747; por su intradós cajeado caen guirnaldas de yeserías que se continúan en el cajeado de las jambas, interrumpido por una placa recortada con yeserías que cuelga de la imposta. Sobre las pilastras corre un sencillo entablamento denticulado sosteniendo en su volada cornisa una que recorre todo el interior interrumpida por el retablo y el coro. Pero en toda esta zona se superpone una decoración de tipo rococó; la rosca del arco se dora trazando pedúnculos alternados y por las enjutas ascienden sinuosas rocallas para rematar sobre el friso en un medallón central.
     El púlpito, en madera policromada, con los bustos de los Evangelistas fue realizado después de la guerra por Pérez Hidalgo.
     Las Naves laterales se estructuran entre fajones, con la misma decoración de los centrales, en tramos cuadrangulares cubiertos con bóveda de aristas con baquetones mixtilíneos y rosetón central, apoyados en pilastras amplias con placas recortadas con yeserías.
     Entre ellas se abren las capillas con arcos de medio punto también cajeados con decoración, presentando en su frente amplias placas recortadas con los mismos motivos que bajan de la cubierta y la flanquean bandas de yeserías que se adaptan al marco encerradas en sencilla moldura.
     Estas capillas son todas desiguales en su planta más o menos cuadrangular y se cubren con bóveda semiesférica u oval sobre pechinas con cupulino, y en las menos con bóveda de arista; excepto la dedicada al Niño del Remedio en el lado de la Epístola, junto al presbiterio, que muestra un sabor más auténtico, las otras acusan enormemente la restauración, siendo las lápidas que allí aparecen el único indicio de su clasificación.
     La unión de las naves laterales con el presbiterio lo forma un arco de medio punto de jambas irregulares ya que una de ellas está sesgada para alcanzar la línea curva de la estructura absidial; su rosca se decora con pedúnculos y círculos rehundidos enmarcados por pilastras compuestas sosteniendo trozos del entablamento rematados con un penacho de rocalla del que arrancan otros motivos rococó que ocupan el diafragma superior: un medallón presidido por un borrominesco querubín, que en su interior presenta un relieve en estuco de la Caridad en el lado de la Epístola y de la Fe en el del Evangelio.
     - La Nave del Evangelio, es la más cercana a la puerta de entrada desde la Plaza de los Mártires. Las capillas que se abren a esta nave son de distintas épocas y han sido muy restauradas, en fechas recientes, por las cofradías con sede en ellas. Iniciamos el recorrido desde el lado izquierdo.
     En frontal de esta nave, en su lado más alejado del Altar, se encuentra la Capilla de la Cofradía de la Pasión, bajo la torre. La preside, frontalmente y desde un retablo neobarroco dorado, la imagen de vestir del Nazareno, de Ortega Bru (1.976). A la derecha se encuentra la imagen de la Virgen del Amor Doloroso, obra de Antonio Asensio de la Cerda (1.760-75).
     Junto a esta Capilla, y como primera del lateral de la nave, se encuentra la Capilla de Santa Gema.
     Al otro lado de la puerta lateral de entrada, se encuentra la Capilla del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad. Capilla de planta rectangular con bóveda oval sobre pechinas, y en su decoración se ha integrado el cuadro de la Trinidad, obra de Luis Bono de la década de 1.980. El Cristo yacente fue realizado en Granada por Nicolás Prados López en 1.940 y la Mesa Sepulcral, que diseñó el pintor Moreno Carbonero, es obra de gran riqueza de los talleres del Padre Granda, en Madrid. La Virgen es de vestir, del escultor malagueño José Merino Román.
     La Capilla de Inmaculado Corazón de María fue fundada por testamento del Regidor don Rodrigo Álvarez de Madrid, quien se enterró en ella en 1.530, como indica una lápida de letra gótica. Es rectangular, de pequeñas dimensiones y cubierta con bóveda oval, conservando el pavimento del siglo XVIII, con mármoles embutidos formando círculos, época en la que se transformó, pero su retablo, con pesados estípites es moderno y alberga hoy una imagen de la Virgen como trono del Niño; bajo ella una urna contiene a la Virgen de las Lágrimas, obra de comienzos del siglo XIX, que sigue el estilo de Mena; dos deliciosos angelitos, también de talla, lloran sobre la peana.
     Es notable la imagen de San Carlos Borromeo del siglo XVIII, talla policromada de muy buena calidad.
     La Nave de la Epístola es la lateral al otro lado de la nave central. en ella se encuentran también diversas capillas.
     - La primera capilla más cercana al Altar Mayor, es la Capilla de Nuestra Señora de los Remedios. De forma rectangular, está cubierta con cúpula oval siendo también remodelada a finales del siglo XVIII, conservando unos medallones de estuco que representan a San Jerónimo y a San Juan Bautista, encerrados en la decoración rococó. La imagen de la titular es de vestir, de finales del siglo XVIII; el Niño del Remedio, en altar lateral, es una pequeña talla policromada del siglo XVIII, colocada sobre la mesa de altar. Enfrente se ha colocado una Dolorosa de vestir.
     - Preside la Capilla de Nuestro Padre Jesús orando en el Huerto el Cristo arrodillado, titular de esta cofradía, obra de Fernando Ortiz, de 1.757 muy restaurada, y el Ángel, copia de Salcillo, obra del XX del sevillano Castillo Lastrucci. Allí se encuentra, una Dolorosa de vestir, conocida bajo la advocación de la Concepción Dolorosa, obra anónima del siglo XVIII y un San Juan que desentona en este conjunto. Hay también un lienzo de la Inmaculada, de escuela local devocional del s. XVIII y un lienzo de Santa Clara anónimo del XVII.
     El retablo en madera en su color es quizás algo grande para las dimensiones de esta pequeña capilla; fue realizado a finales del siglo XX. En una hornacina existente en la pared derecha de la capilla existe una imagen de la Virgen de la Oliva.
     Junto al pilar hay una urna de cristal con la imagen de la Virgen de las Lágrimas, Dolorosa de busto para vestir, obra del siglo XVIII, del círculo granadino, que sigue el estilo de Mena. Dos deliciosos angelitos, también de talla, lloran sobre la peana. 
     - La Capilla de la Virgen de Gracia debió ser patronazgo del Conde de Buenavista, y en la clave del arco se encuentra su escudo familiar. En 1.948, se estableció allí la cofradía de la Virgen de Gracia, patrona de Archidona, por iniciativa de la colonia de archidoneses residentes en la ciudad. La preside un óleo sobre tabla, pequeño anónimo malagueño de la segunda mitad del s. XVIII, copia de la que se venera en Archidona, encerrada en una cornucopia neobarroca.
     En los laterales hay sendos lienzos de la Virgen con el Niño y la Virgen del Rosario, obras devocionales del siglo XVIII.
     - La Capilla de la Virgen del Carmen
     - La Capilla de Jesús de la Columna es amplia, ocupando todo el testero un retablo dorado del siglo XX, sin rasgos de interés, presidido por la iconografía de los Mártires Ciriaco y Paula. El Cristo, también llamado Cristo de los Gitanos, es una talla de 1.942 de Juan Vargas Cortés, restaurada recientemente por Francisco Buiza, quien también es autor de la Virgen de la O situada en el lateral izquierdo de la capilla.
     La Sacristía
     La sacristía responde también al proyecto de Ramos. Es una estancia rectangular con arcosolios para las cajoneras flanqueados por prominentes pilastras corintias con columnas adosadas que sostienen un sinuoso entablamento denticulado resaltado sobre los soportes para recoger los fajones. Estos refuerzan la bóveda de cañón que presenta lunetos cobijando ventanas cuadrifoliadas, recorriendo toda la superficie unas estilizadas rocallas y palmas de gran delicadeza que son más vigorosas en los tímpanos pero sin perder su finura (Diputación Provincial de Málaga).

Iglesia del Santo Cristo de la Salud

     Asomando a la Plaza de la Constitución y la calle de la Compañía, a la que da nombre, vía estrecha, larga y en gran parte quebrada, de clara tradición musulmana, se encuentra esta interesante iglesia que fue la del Colegio de San Sebastián, de la Compañía de Jesús.
     La presencia de los jesuitas en Málaga arranca de 1572, cediéndoles el obispo Blanco de Salcedo la antigua ermita de San Sebastián, y más tar­de construyeron la iglesia y el colegio noviciado de San Sebastián, que después de la expulsión de los jesuitas en 1767, fue ocupado por el Real Montepío, Consulado y otras instituciones. En 1849 el Ayuntamiento se hizo cargo de la iglesia para destinarla al culto del Cristo de la Salud, fa­mosa escultura del artista José Micael y Alfara, a la que los malagueños atribuyeron el milagro de haber hecho cesar la terrible epidemia de 1649, que se veneraba desde entonces en una pequeña capilla situada de la Casa Consistorial. En 1856, el Cabildo municipal, a instancias del Obispado, solicitó del Gobierno que se exceptuase de la venta de los oratorios públicos desamortizados, esta iglesia del Santo Cristo por su antigüedad y mérito artístico y sobre todo por conservarse en su interior la milagrosa imagen.
     Como la ermita resultaba pequeña para el culto y las funciones de los jesuitas, se decidió construir una nueva iglesia y un colegio para novi­cios, siguiendo planos del Padre Villalpando de 1579, que seguían el esquema de planta de cruz latina, como el templo matriz de Roma proyec­tado por Vignola, y era muy amplia ya que debía llegar casi hasta la parroquia de los Mártires. En 1597, construidos ya cuatro pilares, se revisó la obra al considerarse que formaría un parapeto que impediría la fácil ventilación del colegio. Juan de Minjares, maestro de obras reales, trató estos problemas con el herma­no Pedro Pérez, quien dirigía la obra y había trazado los planos para una capilla más reducida, se detuvieron las obras para consultar a Roma, siendo aprobadas sus propuestas en 1598 por Minjares y Fabio Bursoto, ingeniero del muelle, y el recién nombrado maestro mayor de la catedral, Pedro Díaz de Palacios, en 1599.
     En 1600 fue enviado desde Sevilla el hermano Pedro Sánchez donde estaba trabajando sobre otro proyecto de Villalpando, para ser consultado sobre la obra de Málaga. Junto con Pedro Pérez reelaboraron el diseño de éste, iglesia más reducida de forma circular con capillas-hornacinas y una bella y espléndida cúpula, que recibió la aprobación de Roma en 1604.
     Las obras de Málaga empezaron en 1626, tras la aprobación del Padre Giovanni di Rosis, Consejero Arquitecto de la Compañía, quien pudo realizar un nuevo proyecto o aprobar el enviado, pues sus características formales coinciden con otras obras de este arquitecto, que fueron mode­los para la Compañía. Dirigió las obras el hermano Jorge Zamora junto con Bartolomé de San Martín; continuó el también hermano Alonso Matías, renombrado arquitecto jesuita, trasladado a Málaga a comienzos de 1629 cuando ya esta­ba a punto de concluirse, y murió a los pocos me­ses al caer del andamio cuando la revisaba. Con­tinuó llevando la dirección de la obra hasta su terminación el hermano Jorge Zamora. El templo se inauguró el 28 de septiembre de 1630.
     El retablo del altar mayor junto con el tabernáculo se labraron en 1633, por el hermano Francisco Díaz del Rivero, y la decoración pictórica del anillo y media naranja de la cúpula se realizó entre 1639 y 1643 por el hermano Andrés Cortés, continuándose los trabajos de decoración hasta 1644, y aún más tarde los de altares y capillas, que ocuparon los santos más significativos de la Compañía. Así, en 1672 se construyó el altar y la verja de la capilla de San Ignacio. Seis años después se decoraba la de San Francisco Javier (dedicada en la actualidad a la Virgen de los Dolores, con el retablo primitivo). La capilla siguiente estuvo consagrada a San Francisco de Borja (ahora, a la Virgen de Araceli), y la última, consagrada a los mártires del Japón, alrededor de 1730 (dedicada después a las Ánimas, y últimamente a la Cofradía de los Estudiantes). Finalmente, en 1787 se hizo una amplia reforma del altar mayor, dedicado a San Sebastián, abriéndose una gran hornacina, reforma que fue llevada a cabo por José Martín de Aldehuela, que supo adaptarse genialmente a la obra existente.
     Tiene este templo planta circular inscrita en un cuadrado, en cuyos ángulos se abren cuatro grandes exedras para capillas en el piso bajo, y en el superior tribunas, separadas por dobles pilastras gigantes de orden toscano, abriéndose los intercolumnios con hornacinas largas y es­trechas en la que se encuentra un Apostolado, obras anónimas de la primera mitad del siglo XVII restauradas en el siglo XIX. Destaca el arco más amplio del presbiterio, donde se colocó el retablo mayor. Las pilastras sostienen un entablamento dórico que el ilusionismo de la pintura al fresco hace creer en verdadero relieve arquitectónico, simulándose con decoración de tram­pantojo todo el intradós de la cúpula sobre tam­bor, realizado con alarde de la perspectiva por el hermano Andrés Cortés, entre 1639-44.
     La bóveda semiesférica, que descansa sobre el ancho cornisamento no fingido, se estructura en tres anillos concéntricos, unificados por ocho ca­setones trapezoidales que llegan hasta el arranque de la linterna, también real, organizándose geométricamente en función de los ochos espacios reales de las ventanas del primer anillo. Éste, de mayores dimensiones, es el más vistoso y variado en su programa decorativo e iconográfico: las ventanas se decoran con lunetos simulados y alternando con ocho pinturas de santos mártires San Esteban, San Nicolás de Bari, San Marcelo, San Ignacio de Antioquia, San Jorge, San Hermenegildo, San Dionisio y San Lorenzo. Los otros dos anillos siguen el mismo esquema, con ocho nervios estructurales unidos con los ejes de las pinturas del cuerpo inferior, decorados con estrechos y alargados paños trapezoidales con grecas sogueadas, con las figuras de Santa Inés, Santa Margarita, Santa Águeda, Santa Dorotea, Santa Bárbara, Santa Úrsula, Santa Lucía, Santa Cecilia y Santa Catalina de Alejandría. El último anillo, con nueve «vanos» trapezoidales con graciosos y saltarines angelillos con guirnaldas y palmas de martirio, sirve de base a un amplio cupulín con grandes ventanas, que remata la inmensa estructura cupular de la iglesia.
     En ella se parte de una idea que explica tanto su planta centralizada como su programa iconográfico. Estructuralmente está concebida como un «martirium», que puede justificarse por la primitiva presencia de la ermita de San Sebastián, a quien también se dedicó esta iglesia co­legial, y sus instrumentos de martirio están pintados en la cornisa, completando esta exaltación del martirio con la presencia de santos y santas mártires. Sin embargo la evocación del martirio se refiere, fundamentalmente, a uno muy venerado en la Compañía, el de la Circuncisión, por el cual Jesús recibe el nombre que la Compañía exalta. Pero también tenía que reflejarse la presencia de los santos más representativos de la orden: San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Francisco de Borja y los Mártires del Japón, que presidían las primitivas capillas. Así este ciclo martirial presenta una clara intencionalidad didáctica, que defiende y exalta los tradicionales principios ético-religiosos derivados del martirio.
     Del exterior de la iglesia resalta, el volumen de la cubierta encamonada que cubre todo el es­pacio interior, y cuya base se dispone en forma octogonal, sosteniendo un tejado ochavado con el coronamiento de un achaparrado cupulino. Hay un pequeño campanario que emerge sobre el volumen de la cubierta, reducido al cuerpo superior, decorado con mensulones; no es visible desde todas partes y su tamaño se debe a que se remató en 1641 sin llegar a la altura proyectada, porque el agua calaba la bóveda. La fachada, en­cajonada por la estrechez de la calle de la Compañía, muestra una interesante portada donde las placas recortadas animan el severo clasicismo de orden toscano, siendo lo más movido el frontón partido de segmentos circulares enrollados de volutas.
     El presbiterio lo ocupa el retablo mayor, en madera policromada, de corte manierista, trazado en 1633 por el hermano Francisco Díaz de Rivera. Se reformó en 1787 por José Martín de Aldehuela, sufriendo nueva modificación en el siglo XX. Se compone con tres hornacinas, ocupando las laterales las tallas de San Francisco Javier y San Estanislao de Koska, obras de calidad de la segunda mitad del siglo XVII, en la del centro, se encuentra la venerada imagen del Cristo de la Salud, pieza manierista, emotiva y dramática, aunque de mediana calidad, realizada en 1633 por el escultor José Micael y Alfaro. En el banco relieves de las Ánimas del Purgatorio, y en el ático, un cuadro de grandes proporciones representa la escena del Calvario, obra mediocre de la segunda mitad del siglo XVII.
     La primera capilla del lado del Evangelio (antigua capilla de los Mártires del Japón), presenta un sencillo retablo del siglo XVIII, muy trans­formado actualmente, con los titulares de la Co­fradía de los Estudiantes, la Virgen de Gracia y Esperanza, escultura de vestir de los talleres Ca­derot de Madrid (1947) y el Cristo Coronado de Espinas, talla del artista malagueño contempo­ráneo Pedro Moreira.
     Al otro lado de la puerta la capilla dedicada a la Virgen de Araceli (antigua de San Francisco de Borja), la preside una Virgen de Araceli, escultura de candelero de reciente ejecución, con más valor devocional que artístico. Junto a la capilla está la pila bautismal de mármol veteado, con pie abalaustrado y  concha  agallonada,  fechada en 1754.
     En el lado de la Epístola está la capilla de San Francisco de Asís (antigua de San Ignacio de Loyola), con una imagen de S. Francisco, obra de talla realizada en el siglo XX, que ocupa la hornacina central de un retablo del siglo XVIII. Lo preside un escudo dominico que recuerda la pre­sencia de la Orden en esta iglesia durante unos años.
     En el altar dedicado a la Virgen del Rosario, hay un retablo neobarroco de finales del siglo XIX o comienzos del XX, que ocupa la puerta de comunicación con el patio. La titular, venerada por los dominicos, es una imagen de talla policromada, de tamaño natural, realizada en los mismos años. Y sobre la mesa de altar una pe­queña talla policromada del siglo XVIII de San Dominguito.
     La capilla de la Virgen de los Dolores (antigua de San Francisco Javier), presenta un retablo de talla dorada con rocallas del siglo XVIII (cuyas esculturas se guardan en la sacristía) y está pre­sidido por la Virgen de los Dolores, escultura de candelero del círculo de Pedro de Mena, que fue titular de la desaparecida Cofradía de la Esclavitud Dolorosa. En una urna se expone a venera­ción una Dolorosa de busto del siglo XIX, probable obra del taller de Gutiérrez de León.
     En la capilla que hay a los pies de la iglesia se venera un Crucificado, de tamaño  algo menor que el natural, y una pequeña Virgen Dolorosa, ambas de escuela sevillana del siglo XVII. Junto a ella una lápida recordaba la feliz iniciativa de la Real Academia de Bellas Artes de San Tel­mo, en 1877, de trasladar a esta iglesia los restos mortales del escultor granadino Pedro de Mena, cuando fue demolido el convento del Císter, donde se encuentra nuevamente, desde 1996, en la iglesia construida en el siglo XIX para esta comunidad.
     En la sacristía, situada junto al altar mayor, se conservan tres pequeñas imágenes de talla policromada, de buena calidad, de la primera mitad del siglo XVII que representaban a dos santos obispos y un Papa, procedentes de la capilla de la Virgen de los Dolores (Rosario Camacho Martínez, Isidoro Coloma. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo I. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     Aunque los jesuitas estaban establecidos en Málaga desde 1572 en la Ermita de San Sebastián, al ser esta insuficiente se empezó una nueva iglesia en 1598, cuyos planos, realizados por Villalpando, seguían el esquema longitudinal del Gesú de Roma, pero pronto se detuvieron las obras y la iglesia responde a una planta centralizada diseñada por los hermanos Pedro Pérez y Pedro Sánchez, que se empezó en 1604; intervino en la terminación de la cúpula el hermano Alonso Matías en 1629, fecha en la que falleció accidentalmente en la obra que se inauguró un año más tarde.
     La Iglesia del Santo Cristo de la Salud presenta planta circular inscrita en un cuadrado, en cuyos ángulos se disponen cuatro grande exedras, que forman capillas en el piso bajo y tribunas en el superior a los que acceden las dependencias del convento. 
     El interior de la iglesia responde a un claro ejemplo del manierismo malagueño. El presbiterio se encuentra situado en uno de los lados del cuadrado. Presenta planta rectangular y está cubierto con bóveda de arista; en él se ubica la Capilla Mayor y dos estancias colaterales rectangulares más pequeñas que se comunican con la capilla. Estas dependencias corresponden al vestíbulo y la antigua sacristía.
     En los ángulos del cuadrado aparecen capillas a modo de exedras. Están separadas por monumentales pilastras dóricas pareadas, alzadas sobre pedestales y con hornacinas superpuestas en los intercolumnios.
     La iglesia está cubierta con bóveda semiesférica que arranca de una cornisa y se estructura en tres anillos concéntricos. 
     En el interior se abren ventanas coronadas por falsos lunetos, los cuales alternan con cuadros de mártires y obispos. En los dos anillos restantes se disponen tableros trapezoidales y grecas de diseño muy clásico. Un cupulín iluminado con grandes ventanas separadas por pilastrones y cubierto por una gran bovedilla semiesférica con florón central y nervios fingidos cierra la cúpula.
     Al exterior, la Iglesia del Santo Cristo de la Salud abre su fachada en el muro de la calle Compañía. Se compone de dos cuerpos separados por una moldura lisa corrida, realizada en ladrillo visto. La portada principal, realizada entre 1659-1660 es de piedra y arranca de un poderoso zócalo. Posee un vano de entrada con arco de medio punto, rosca moldurada y puntas de diamantes en las enjutas. Va flanqueada por pares de pilastras almohadilladas, entre las que se dispone una hornacina coronada por veneras, y en su parte inferior sobresalen dos peanas talladas con querubines. Las pilastras sustentan un entablamento donde se yerguen dos aletones que configuran un frontón de líneas curvas y quebradas. En el centro del frontón se abre otra hornacina similar a las inferiores, que se culmina con frontón triangular. 
     Sobre el cuerpo principal de la iglesia se superpone un volumen octogonal que envuelve la magnífica bóveda semiesférica. El conjunto se remata por un cupulín iluminado con grandes ventanas, también de planta octogonal y con una veleta en su extremo.
     Por último debemos mencionar la existencia de un campanario, que se reduce prácticamente al cuerpo de campanas que domina el patio del antiguo colegio. Tiene planta cuadrada, con arcos de medio punto entre pilastras pareadas, sobre el que se sitúan dos placas recortadas. Abre el entablamento, grandes ménsulas sostienen una cornisa volada, que apoya el tejadillo piramidal que cubre el campanario.
     Aunque la presencia de la Compañía de Jesús en Málaga se debe al obispo de la Diócesis de esta ciudad, Blanco Salcedo, y data de 1572, estableciéndose estos en la ermita de San Sebastián, al ser esta insuficiente se empezó una nueva iglesia en 1598, cuyos planos, realizados por Villalpando, seguían el esquema longitudinal de Gesú de Roma, pero pronto se detuvieron las obras y la iglesia responde a una planta centralizada diseñada por los hermanos Pedro Pérez y Pedro Sánchez, que se empezó en 1604; intervino en la terminación de la cúpula el hermano Alonso Matías en 1629, fecha en la que falleció accidentalmente en la obra. Una vez finalizadas las obras la iglesia se inauguró el 28 de Septiembre de 1630. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, el edificio sufrió grandes transformaciones como consecuencia de la instalación en el mismo de varias instituciones. A partir de 1778 el inmueble es ocupado por el Colegio Náutico de San Telmo. En el siglo XIX se van a ubicar en el edificio dos nuevas instituciones docentes, una de primera enseñanza y otra dedicada a la didáctica de las Bellas Artes. Posteriormente la iglesia quedará adscrita, tras un complicado procedimiento jurídico-administrativo, al patrimonio municipal (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     El primer edificio que nos encontramos a la derecha de la calle Compañía es la Iglesia del Santo Cristo de la Salud.
     Los Jesuitas, al haber realizado misiones en Málaga, decidieron en 1572 asentarse definitivamente en Málaga, comprando una casa al lado de la ermita de San Sebastián, donde ejercían su ministerio. Al ser la ermita insuficiente para el culto, se determinó construir una nueva iglesia.
     Las obras no se comenzaron hasta 1598, y se inauguró el 28 de septiembre de 1630, pero el retablo del altar mayor junto con el tabernáculo se labraron en 1633 y la decoración pictórica del anillo y media naranja de la cúpula se realizó entre 1639 y 1643, continuándose los trabajos de decoración hasta 1644, y aún más tarde los de los altares y capillas, que ocuparon los santos más significativos de la Compañía.
     La Iglesia del Santísimo Cristo de la Salud es una iglesia del culto católico. Este edificio data de los siglos XVI y XVII y fue construido por la Compañía de Jesús.
     Se encuentra en la confluencia entre la Calle Compañía y la Plaza de la Constitución del centro histórico, y se sitúa entre la Escuela de San Telmo, sede del Ateneo de Málaga; y el Anexo del Palacio de Villalón, que forma parte del Museo de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza.
     En esta Iglesia se encuentra la sede canónica de la Cofradía de los Estudiantes, que sale en la Semana Santa de Málaga.
     HISTORIA:
     Los jesuitas se establecieron en esta zona de la ciudad junto a una ermita dedicada a San Sebastián, cuyas pequeñas dimensiones hicieron necesaria la construcción de un templo.
     La iglesia es obra de Pedro Sánchez, que diseñó este edificio barroco de planta octogonal sobre uno solar donado por el obispo Blanco Salcedo en 1572. Fue inaugurada el 28 de noviembre de 1630. Los jesuitas Ángel Cortés y Díaz de Ribero diseñan el retablo mayor y el tabernáculo.
     La portada principal data de los años 1659 y 1660 y los retablos de San Ignacio y de San Francisco Javier son de 1672 y 1678. Al siglo siguiente, José Martín de Aldehuela abre una pequeña capilla en medio del retablo dedicado a San Pedro.
     Tras la desamortización y la expulsión de los jesuitas en la 1767, la iglesia fue transferida al Montepío de Socorro, que regentaba la parcela vecina de la Casa del Consulado y la Escuela de San Telmo. En 1790 pasaron a manos de la Sociedad Económica de Amigos del País.
     A mediados del siglo XIX se creó el Patronato del Santo Cristo de la Salud. En 1849 la imagen titular fue situada en el hueco que antes ocupaba la imagen de San Pedro. Ésta consiste en una talla de José Micael y Alfaro de 1633 y consiste en la imagen de Jesús atada a la columna. A esta talla se le atribuye la curación milagrosa que se dio en la ciudad en el año 1649 cuando apareció durante una epidemia.
     En esta iglesia se encontraba la sepultura de Pedro de Mena, actualmente en la abadía cisterciense de Santa Ana (Diputación Provincial de Málaga).

Casa del Consulado

     En el ángulo noroeste de la Plaza se levanta el an­tiguo Colegio e Iglesia de la Compañía de Jesús, cuya modificación se inició a raíz de la expulsión de los jesuitas en el año 1767; en los años inmediatos la iglesia quedó como oratorio privado y el colegio, en gran parte vacío, ocupado solamente por unas escuelas de latinidad y primeras letras que habían sostenido los jesuitas. El Montepío de Socorro a los Cosecheros del Obispado de Málaga, establecido por Real Orden de 1776, que tenía su sede en unos almacenes junto a la Alhóndiga, solicitó en 1780, parte de este edificio para instalarse, lo que fue concedido por Real Cédula de 1781. Las obras de adaptación comenzaron inmediatamente en la parte interior de la casa, centrada por un pequeño patio rodeado de un banco de piedra, con un pilarillo de mármol adosado al muro, con mascarón e inscripción de 1782. La crujía correspondiente a la fachada era independiente y había sido construida en función de la plaza ya que constituye un ejemplo típico de edificio-balcón, definido por las balconadas seguidas y superpuestas que recorren su fachada rítmicamente, habiéndose recuperado en 2005 su decoración pintada en grisalla que enriquece los huecos con recercados de guirnaldas. Todo tipo de actos se desarrollaban en la plaza con gran bullicio y animación: autos de fe, procesiones, proclamaciones, corridas de toros, etc. y estos miradores se ocupaban por la gente principal. La casa debió realizarla o intervenir sobre la construcción existente, en 1779, el Maestro Antonio Valderrama a quien pagaron en esa fecha por acomodar casas en este colegio.
     La sede del Montepío se completó en 1782 al comprar la institución un sitio portal de los que daban a la plaza, donde construyeron la portada, como elemento representativo de la misma. Abierta con arco escarzano, está flanqueada por columnas de mármol gris con capiteles jónicos de paños colgantes y se remata sobre el entablamento con cestillos de frutas que flanquean el ático en el que un gran medallón reproduce la medalla, acuñada en conmemoración de la fundación del Montepío, ofreciendo una imagen simbólica de Málaga favorecida por el trabajo. Los árboles del país (olivo, higuera, vid) y la nave que representa al comercio, constituyen el paisaje al que se incorpora una ninfa, símbolo de la ciudad, a cuyos pies se arrodilla un campesino, junto a una cornucopia con frutos y la inscripción SOCORRE AL DILIGENTE; a su izquierda rechaza a otro de actitud abandonada, con la inscripción NIEGA AL PEREZOSO. El diseño de esta portada responde al barroco clasicista y ha sido atribuida a José Martín de Aldehuela, quien intervendrá también en las obras de adaptación del interior, como consta documentalmente.
     La reja que da acceso al patio, magnífico ejem­plar de hierro forjado y cincelado rematado por el escudo de España entre leones tenantes, pue­de relacionarse con la producción del maestro Luis Gómez y debió realizarse en los años finales del siglo XVIII; por su calidad mereció figurar en la Exposición Malagueña de 1924 y fue declarada Monumento.
     El Consulado del Mar se erigió en Málaga en 1785, y al recabar la fundación del Colegio de Náutica de San Telmo, en 1786, para establecer estas enseñanzas solicitó la cesión del Colegio­ seminario de los Jesuitas, que les fue concedido (incluida la iglesia) por Real Orden de 1786, sin perjuicio de lo otorgado al Montepío en 1781, compartiendo las dependencias, y aún  más por­ que la entrada fue común a ambas instituciones. Se hicieron las obras de adaptación que dirigió Martín de Aldehuela interviniendo también el maestro Antonio Díaz. En el piso superior se encuentra la Sala de Audiencias del Consulado presidida por el retrato de Carlos III, donde se conserva también un cuadro conmemorativo, de gran formato, pintado por Joaquín Inza y costeado por el Cabildo de la Ciudad en 1776, para recordar la fundación del Montepío. Es una composición alegórica, con representación de los personajes interesados que parecen ser auténticos retratos. Ante una galería, que deja ver un fondo arbolado, se encuentra Carlos III, a su diestra la ninfa que simboliza a la ciudad, con su escudo, rama de olivo, higuera y vid transformados en oro en alusión a la riqueza proporcionada por la agricultura y el comercio; otra encarna al país que expresa su abundancia con una cornucopia repleta de frutos derramados a los pies del rey en señal de ofrenda. Frente a éste, don José de Gálvez, el político malagueño que tanto fa­voreció a Málaga y fue pieza clave para la fundación del Montepío ostenta el Memorial que alude a la gracia concedida, y su hermano don Miguel de Gálvez, lleva una caja con las medallas conmemorativas de esta fundación. Las de­ más figuras representan al pueblo en diferentes actitudes de sumisión, reconocimiento, alegría, admiración, etc.
     En este edificio se instalaron otras muchas instituciones: la Sociedad Económica de Amigos del País en 1790, la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en 1850 con la Escuela de Bellas Artes a ésta aneja, colegios, y otros. Desde 1961 la Sociedad Económica tiene su sede en este edi­ficio y las dependencias posteriores las ocupa un Colegio. La Fundación Unicaja es la base de esta institución y de su promoción cultural, siendo también espacio expositivo de Unicaja, en las dos grandes salas que hay a ambos lados del recogido patio, que fueron depósito de granos del Montepío. El edificio fue declarado Monumento Arquitectónico Artístico en 1923.
     La rehabilitación llevada a cabo en 2005, por los arquitectos Isabel Cámara y Rafael Martín Delgado, ha recuperado ha recuperado en fachada unas interesantes pinturas en grisalla (Rosario Camacho Martínez, Isidoro Coloma. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo I. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     El edificio del Consulado responde a dos tipologías. Se debe tener en cuenta que no es un edificio de nueva planta, sino que aprovecha parte del antiguo colegio Jesuita de San Sebastián. A éste se adosa una casa de construcción anterior a 1781 con fachada a la plaza de la Constitución. Es también conveniente señalar que los sucesivos cambios de uso que el inmueble ha sufrido han provocado intervenciones en el edificio que han modificado su imagen original. Así pues, como comentábamos, el edificio se puede diferenciar tipológicamente:
        1.- Una ¿casa balcón¿ que ocupa la primera crujía con fachada a la plaza que es la que le confiere su sentido y configura su imagen. Esta no se corresponde estructuralmente con el resto del edificio.
        2.- El resto del inmueble. Se ubica en las antiguas dependencias del Colegio Jesuita. Responde tipológicamente a un ejemplo de arquitectura pública, en concreto ¿casa gremio¿.
     Al exterior el inmueble presenta dos fachadas, la principal a la plaza de la Constitución y la lateral al callejón o pasaje de Rodríguez Rubí.
     La fachada principal no es sino el exterior de la Casa Balcón. Se estructura en tres calles de baja más tres plantas, y otra calle en lateral de calle Rodríguez Rubí. Los vanos adintelados están unidos a través de un balcón corrido prolongado incluso al vano lateral en el caso de las plantas primera y segunda. Este hecho responde a su carácter funcional como fachada balcón, aprovechándose así el máximo espacio posible. 
     El eje vertical de la fachada a la plaza lo determina la portada de piedra que la preside, realizada en 1782 por el Montepío. Es una portada barroca con columnas jónicas que sostienen un fuerte entablamento y cornisa sobre el que apoya el cuerpo superior, que está coronado por un frontón rebajado, cuya función es enmarcar el emblema de piedra del Montepío. La representación fue copiada literalmente de la moneda que se realizó para conmemorar la creación de la Institución. Dicha moneda se acuñó en oro y plata, y simboliza la riqueza obtenida del mar y la agricultura mediante la imagen de un monte coronado por vid, higuera y olivo, a orillas del mar en el que está anclada una embarcación. En primer plano la alegoría de Málaga acoge a un labrador y junto a él la inscripción ¿Socorre al diligente, niega al perezoso¿, y bajo las imágenes se disponen el nombre y fecha de la institución.
     Esta portada de mármol gris, pese a la armonía de su diseño, rompe la configuración de la fachada, imponiendo su cuerpo superior la diferenciación en dos tramos de las balconadas que antes debían ser también corridas. La reciente intervención en el inmueble ha permitido recuperar las pinturas murales de sus fachadas principal y lateral. Se trata de motivos arquitectónicos y guirnaldas que enmarcan los vanos de los balcones realizados en grisalla.
     La fachada lateral del edificio del Consulado que da al callejón Rodríguez Rubí es un paramento liso, con vanos en la primera planta enrejados y con guardapolvos de carácter dieciochescos. Volumétricamente destacan la crujía de la casa balcón con fachada a la plaza por su altura de bajo más tres plantas, así como la crujía existente entre la casa del Consulado y la iglesia, que actualmente ocupa el Ateneo.
     En su distribución espacial, el inmueble del Montepío se articula a través de la crujía delantera de la Casa Balcón y cuatro crujías tras ella que envuelven el patio. La casa balcón se ordena internamente en tres estancias: las laterales son actualmente locales comerciales y la central forma parte del zaguán de entrada que desde la portada da acceso al patio interior. Desde el local más cercano a la iglesia, se accede a las plantas segunda y tercera de la casa balcón, que no tienen comunicación alguna con el resto del edificio, y que son de propiedad privada.
     El zaguán se completa por un segundo tramo, parte de la crujía existente entre la casa balcón y el patio. Se separa del anterior, al igual que éste del patio, por un arco rebajado y se cubren con armadura de madera. Bajo el arco que da paso al patio y sirviendo de separación entre la entrada y el mismo se dispone una artística reja barroca de hierro forjado. La estancia de la izquierda es la actual conserjería, mientras que en el siglo XVIII estaba instalado el cuerpo de guardias del consulado. La estancia de la derecha, que en origen acogió la sede del tribunal del Consulado, es en la actualidad, tras la restauración del inmueble, una sala de exposición.
     El patio es cuadrangular, de forma irregular, lo que apunta a la posibilidad de que se trate de un espacio anterior a la instalación del Montepío, reordenado y reutilizado por el mismo. En planta baja es adintelado, apoyando la galería del piso superior en vigas y tirantes de madera que quedan vistas. En su planta primera, el dintel de cubierta de la galería apoya en vigas sobre zapatas y soportes de madera. Un barrotaje de hierro forjado con decoración de cuadradillo sirve de antepecho a la galería. En la planta baja, bajo la galería, recorre los paramentos un banco de piedra como el existente en la fachada de la catedral u otros edificios barrocos de la provincia.
     En el testero frontal del patio existe una fuente de piedra empotrada en una hornacina en el muro. Dicha fuente fue instalada en 1782, posiblemente durante las obras de adaptación del inmueble a sede del Montepío. Junto a ella, una cartela de mármol recuerda la Real Orden que lo declaró Monumento Histórico en 1923. Al otro lado de la fuente, se abre el cuerpo de escaleras, de dos tramos, bajo cúpula que termina en la galería superior en un arco geminado apoyado en columna toscana. La escalera debe ser obra del siglo XVIII y no un elemento original del antiguo Colegio Jesuita, como indica su composición forzada.
     Alrededor de las galerías del patio se distribuyen las distintas dependencias. Estas han sufrido sucesivas transformaciones dado el cambio frecuente de uso del edificio. Como ejemplo de estas modificaciones podemos poner la configuración de las dos grandes salas de planta baja que ocupan en su totalidad las crujías laterales y que se deben a la restauración realizada en 1927. Actualmente estas salas se utilizan como espacio expositivo de la fundación Unicaja, que subviene a las necesidades de la Sociedad Económica de Amigos del País y a su promoción cultural. La sala de la izquierda fue la bodega y almacén del consulado, mientras que la sala de la derecha fue la sede del arca de caudales del 
Consulado.
     El Consulado ocupó la crujía lateral de la planta primera más cercana a la iglesia donde instaló las aulas de la Escuela Náutica y su salón de sesiones. Actualmente, es la Sala de Conferencias de la Económica. Su configuración procede de las obras realizadas por el consulado en 1786. Es una estancia rectangular con un estrado elevado diferenciado en cubierta del resto de la sala por un arco flanqueado por las esculturas de dos famas. En su testero, un dosel acoge un cuadro de Carlos III y a ambos lados se abren sendos óculos a la fachada que da a la plaza de la Constitución. En las salas anejas se dispone la biblioteca de la Económica, teniendo acceso una pequeña habitación a la tribuna de la iglesia.
     El edificio se encuentra situado en la céntrica Plaza de la Constitución. Fue edificado por el arquitecto José Martín de Aldehuela en terrenos que pertenecieron a la Compañía de Jesús, quedando ultimada su construcción en 1782, según consta en la lápida de la fuente del patio.
     Se destinó, en principio, a Montepío de Socorro de los cosecheros; tres años después se alojaba allí mismo otro organismo instituido por Carlos III: el Consulado Marítimo y Terrestre; y por último, al crearse la Sociedad Económica de Amigos del País, en 1789, convive con el Montepío y el Consulado.
     Es, por su estilo y origen, un bello ejemplo del espíritu y plástica de tiempos del rey Carlos III, y a la vez, los huecos anchos y bajos y la rejería corrida de los balcones, le prestan un marcado sabor popular (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     El edificio creado en 1785, viene a ser ocupado primeramente por el Consulado del Mar, donde más tarde se establece el Colegio de los Jesuitas en parte de sus dependencias.
     Es un edificio que se convierte en ejemplo típico de la arquitectura doméstica del siglo XVIII, con balcones corridos en sus pisos superiores donde se abren huecos regulares y patio central rodeado de galerías voladas.
     El edificio
     La Casa del Consulado es un edificio que data del siglo XVIII y que se encuentra en la Plaza de la Constitución de Málaga. Es de estilo barroco clasicista y está declarado Monumento Histórico Nacional desde 1923.
     Este edificio se localiza en pleno centro histórico, en la confluencia de la Calle Compañía con la Plaza de la Constitución, junto a la Escuela de San Telmo (sede del Ateneo de Málaga) y próximo a la Iglesia del Santo Cristo de la Salud y al Museo Carmen Thyssen.
     Fue construido en 1785 y fue sede del Montepío de Socorro a los Cosecheros, del Consulado Marítimo y Terrestre y de la Sociedad Económica de Amigos del País.
     Obra del arquitecto José Martín de Aldehuela, el edificio es un ejemplo típico de arquitectura doméstica del siglo XVIII. Destaca su portada de mármoles variados en cuyo ático se encuentra un medallón con el lema Socorre al diligente. Niega al perezoso.
      Presenta balcones corridos en sus pisos superiores donde se abren huecos regulares y un patio central rodeado de galerías voladas (Diputación Provincial de Málaga).

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