Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Sanclemente, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 22 de noviembre, Memoria de Santa Cecilia, virgen y mártir, que, según la tradición, consiguió la doble palma por amor a Jesucristo en el cementerio de Calixto, en la vía Apia de Roma. El título de una iglesia en el Transtíber romano lleva desde antiguo su nombre (s. inc.) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
Al menos desde 1691 la mayor parte de esta calle recibió la denominación de San Gerónimo, por un cuadro con su imagen que allí figuraba, y que ya había desaparecido en 1839. En la confluencia con Garci Pérez y el pasaje de Zamora queda un espacio abierto que anteriormente tenía consideración de plazuela y que recibió distintos topónimos, a veces coetáneos: plaza de los Leones (Olavide, 1771), plazuela del Morillo (entre 1745 y 1829), que González de León confunde y llama plaza de Murillo, y a partir de él reproducen su error Moreno Gálvez (1845), Álvarez-Benavides (1873) y Montoto (1940); también es denominada plazuela de Sanclemente (1898) y de los Migueletes. En la reforma general del callejero de 1845 la plazuela perdió su denominación y quedó toponímicamente incorporada a San Gerónimo. En 1869 se rotuló oficialmente con el nombre que hoy conserva, en memoria de Manuel Sanclemente, organista de la Catedral, que en ella vivió. Con harta frecuencia aparece nombrada San Clemente, creando ciertas confusiones. Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Sanclemente, de Sevilla, dando un paseo por ella. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la calle Sanclemente, de Sevilla, puesto que Manuel Sanclemente, a quien está dedicada, fue organiza de la Catedral, y Santa Cecilia es la patrona de la música.
La calle Sanclemente es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de San Bartolomé, del Distrito Casco Antiguo; y va de la plaza de Zurradores, a la calle Verde.La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
Al menos desde 1691 la mayor parte de esta calle recibió la denominación de San Gerónimo, por un cuadro con su imagen que allí figuraba, y que ya había desaparecido en 1839. En la confluencia con Garci Pérez y el pasaje de Zamora queda un espacio abierto que anteriormente tenía consideración de plazuela y que recibió distintos topónimos, a veces coetáneos: plaza de los Leones (Olavide, 1771), plazuela del Morillo (entre 1745 y 1829), que González de León confunde y llama plaza de Murillo, y a partir de él reproducen su error Moreno Gálvez (1845), Álvarez-Benavides (1873) y Montoto (1940); también es denominada plazuela de Sanclemente (1898) y de los Migueletes. En la reforma general del callejero de 1845 la plazuela perdió su denominación y quedó toponímicamente incorporada a San Gerónimo. En 1869 se rotuló oficialmente con el nombre que hoy conserva, en memoria de Manuel Sanclemente, organista de la Catedral, que en ella vivió. Con harta frecuencia aparece nombrada San Clemente, creando ciertas confusiones.
Confluyen por la acera de los pares Virgen de la Alegría y Garci-Pérez, y por la de los impares el pasaje de Zamora. Al acceder desde Verde, la calles sumamente estrecha y está pavimentada con losetas; se ensancha un poco a partir del núm. 7, por retranqueo de las fachadas de varias casas, resultado de una rectificación de líneas de principios de siglo (1914). A continuación se abre en el espacio que corresponde a la antigua plazuela y que se encuentra adoquinado. Finalmente, el tramo que termina en Zurradores presenta un trazado marcadamente rectilíneo y está, de nuevo, pavimentado con losetas de cemento. El alumbrado eléctrico fue introducido en 1945, y hoy se apoya sobre farolas de brazo de fundición adosadas a las fachadas, tipo gas. Salvo la antigua plazuela, abierta a la circunvalación de automóviles en sentido transversal, está cerrada al tráfico rodado; sin embargo, a finales del s. XIX estaba abierta y los carruajes causaban graves daños en las fachadas de las viviendas, por lo que en 1873 los vecinos solicitaron la colocación de un marmolillo.
En la edificación alternan las viviendas tradicionales de dos y tres plantas con casas de pisos de reciente construcción de tres y cuatro plantas, y se conserva alguna casa de vecinos. Dominan las casas deshabitadas y en ruinas, algunas de ellas con los huecos de ventanas y puertas tapiados, que en conjunto dan a la calle un aspecto de deterioro y abandono. Con todo, se registra una cierta actividad comercial y de negocios de carácter tradicional y familiar. Como queda dicho, allí vivió y murió el organista de la Catedral, cuyo nombre lleva la calle, y durante algún tiempo también vivió el pintor Bartolomé Esteban Murillo, lo que ayuda a comprender la confusión en la que cayó González de León [Josefina Cruz Villalón, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santa Cecilia, virgen y mártir;
LEYENDA
Joven patricia procedente de la familia romana Caecilia, cuyo nombre derivaría de caecus, ciego. Con santa Inés, santa Cecilia es la más popular de las mártires romanas.
En verdad, su Passio, que se remonta a finales del siglo V, es sólo una novela edificante, y su patronazgo sobre la música, que apareció a finales del siglo XV, se funda en un despropósito.
La mayoría de los rasgos de sus leyenda se copiaron de la Historia de la persecución vándala, de Bernardo de Vite, escrita hacia 486.
Forzada por sus padres a casarse con Valeriano, en la habitación nupcial ella convirtió a su marido al ideal de la castidad cristiana: el joven se hizo bautizar por el papa san Urbano junto a su hermano Tiburcio, y ambos fueron condenados a muerte.
Como se negó a ofrecer sacrificios a los dioses, fue condenada a morir ahogada por el vapor en un caldario (caldarium: sala para tomar baños de vapor) sobrecalentado, pero un rocío celestial la refrescó.
Entonces un lictor recibió la orden de cortarle la cabeza. Emocionado o torpe, éste le asestó tres mandobles en la nuca sin conseguir que la cabeza se separara del tronco. Como la ley romana prohibía al verdugo seguir golpeando al condenado después de dar tres golpes sin haber terminado con su vida, la santa sobrevivió tres días con el cuello cortado a medias, extendida en la sala de las Termas. Expiró en presencia del papa Urbano y fue sepultada en el cementerio de Calixto.
CULTO
1. Lugares de culto
El principal centro del culto de santa Cecilia era Roma, naturalmente. Desde el cementerio de San Calixto sus reliquias fueron transferidas en el siglo IX (821) a la basílica de Santa Cecilia del Trastevere, que se edificó sobre el palacio donde ella vivía.
Su culto se difundió en el norte de Italia: en Bolonia, donde la capilla puesta bajo su advocación en la iglesia de San Giovanni in Monte estaba decorada con el célebre cuadro de altar de Rafael; en Parma, en Verona y en Padua. En Francia, el santuario más célebre de la santa es la catedral de Albi, puesta bajo su advocación, que conservaba en su tesoro un brazo relicario (scrinium S. Caeciliae) donado por el papa Pablo II. Debe admitirse que la dedicatoria no está en armonía con la arquitectura militar de esta iglesia fortaleza, que resultaría más apropiada para san Jorge.
París, Beauvais y Tours se disputaban la posesión de la cabeza de santa Cecilia. Y puesto que ya había otras dos en Roma, la santa habría tenido al menos cinco cabezas. En la catedral de Cambrai se mostraba su anillo nupcial.
En el siglo XVI, Carlos de Lorena, obispo de Metz, que era cardenal con el título de Santa Cecilia, difundió su culto en Lorena.
En Montserrat y Urgell, Cataluña, había conventos puestos bajo la advocación de Santa Cecilia.
Por último, Alemania también participó en el culto de la mártir romana. Colonia le dedicó una de sus iglesias. La catedral de Hildesheim estaba puesta bajo la advocación de santa Cecilia y sus dos compañeros, Valeriana y Tiburcio. Esta devoción se extendió hasta Mecklemburgo, a orillas del Báltico, y está probada en Güstrow por un relicario de plata y un retablo.
Santa Cecilia está muy lejos de ser tan rica como santa Bárbara en patronazgos corporativos; pero la protección a la música que se le atribuye, en especial a la música religiosa (Música sacra), basta para asegurarle una gran popularidad.
Además de los músicos, cantores y organistas, es patrona de los fabricantes de órganos e instrumentos de cuerda.
Aunque lo cierto es que se trata de un patronazgo tardío, puesto que no apareció hasta finales del siglo XV, en las postrimerías del arte de la Edad Media. Y además, tal como lo demostrara en 1732 el abad Lebeuf, y como lo probaron, después de él, el presbítero Delelaye y Dom Quentin, dicho patronazgo reposa en uno o varios despropósitos.
En la Passio legendaria de santa Cecilia se leía, efectivamente, la siguiente frase: «Cantantibus organis, Caecilia in corde suo soli Domino decantabat, dicens: Fiat cor et corpus meum immaculatum!». Es decir, mientras se conducía a Cecilia a la casa de su novio el día de su boda, «al son de los instrumentos musicales, ella invocaba en su corazón sólo a Dios, para pedirle la gracia de conservar inmaculados su corazón y su cuerpo».
Así, si se interpreta correctamente ese fragmento, Cecilia no es músico, no toca el órgano ni otro instrumento cualquiera, sino que cierra los oídos a la marcha nupcial ejecutada en su honor, para concentrar el pensamiento sólo en Dios, e implorar la salvaguarda de su virginidad. Ella habría sido antes melófoba que melómana.
¿Cómo es posible que en tales circunstancias se la haya tomado por una amiga de la música? Sin duda porque en la antífona extraída de su Passio, al suprimir las palabras cantatibus organis, y eliminar in corde suo se desnaturalizó el sentido de la frase. Y se acabó por comprender que Cecilia cantaba al son de su instrumento, e incluso que se acompañaba con el órgano. En verdad organa no significa órgano y decantabat debe leerse en sentido figurado. Por lo tanto, la fábula de santa Cecilia músico, y su patronazgo usurpado de la música religiosa tendrían un origen litúrgico.
Nunca se la representa entre las santas curadoras, como santa Águeda o santa Apolonia. Sorprende, teniendo en cuenta la desmedida afición de los clérigos a los juegos etimológicos, que no se le haya atribuido, como a santa Clara y santa Lucía, el patronazgo de los ciegos (caeci) y la curación de la ceguera.
3. La renovación del culto de santa Cecilia
En el último año del siglo XVI se produjo un acontecimiento que dio un nuevo impulso al culto de la santa y que renovó su iconografía.
Al abrir el féretro donde el papa Pascual I había guardado en 821 las reliquias de santa Cecilia para transportarlas desde el cementerio de Calixto a la basílica del Trastévere, se recuperó intacto el cuerpo de la santa, acostada sobre el lado derecho, con la cabeza cortada a medias.
El papa Clemente VIII quiso que una estatua perpetuase el recuerdo de la macabra visión, y encargó al escultor Stefano Maderno que reprodujese fielmente el espectáculo al que asistiera.
En su origen, santa Cecilia, como la mayoría de las mártires, no lleva ningún atributo identificatorio. En la catacumba de san Calixto, en Roma, está representada en Orante. Sobre los frisos en mosaico de Rávena, nada la diferencia de las otras santas que avanzan en procesión sosteniendo todas una corona.
Fue a finales del siglo XV cuando la convirtieron por error en patrona de los músicos, que recibió como atributo un instrumento musical.
Dicho instrumento es un órgano portátil (Handorgel) o fijo, a causa del texto de la Passio y de la antífona litúrgica: Cantatibus organis que ha sido comprendida de manera disparatada, puesto que organa en latín, significa instrumentos musicales de toda clase.
Es un órgano lo que le atribuye Rafael en su célebre cuadro de Bolonia pintado en 1516. Pero su ejemplo está muy lejos de haber sido seguido por cuantos le sucedieron, que han puesto en sus manos los más diversos instrumentos: clave (Rubens), arpa (Mignard), laúd (Gentileschi), violín (Cavallino), violoncelo (Dominichino).
Por otra parte, Cecilia suele olvidar la ejecución de su instrumento para oír la música celestial, con los ojos elevados al cielo, como arrebatada en éxtasis.
Con frecuencia es un ángel músico quien, sentado a sus pies, ejecuta en su lugar sobre el teclado del órgano, o tañe las cuerdas de un laúd. El angelito algunas veces sirve de pupitre y presenta a la santa un cuaderno de música.
A falta de instrumento musical, santa Cecilia se caracteriza por la herida que lleva en el cuello, y por una corona de rosas y lirios.
Su iconografía es mayoritaria y casi exclusivamente italiana (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Más sobre el Callejero de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.
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