Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la glorieta de la Concha, en el Parque de María Luisa, dando un paseo por ella.
Hoy, 18 de abril, es el aniversario de la inauguración del Parque de María Luisa (18 de abril de 1914), así que hoy es el mejor día para ExplicArte la glorieta de la Concha, en el Parque de María Luisa, de Sevilla.
El Parque de María Luisa [nº 64 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla], se encuentra en la glorieta de San Diego, s/n (entrada principal, aunque tiene entradas por el paseo de las Delicias y las avenida de María Luisa, y de la Borbolla), en el Barrio de El Prado-Parque de María Luisa, del Distrito Sur.
La Glorieta de la Concha [nº 8 en el plano oficial del Parque de María Luisa] se encuentra en el Parque de María Luisa, en el Barrio de El Prado-Parque de María Luisa, del Distrito Sur y se sitúa junto a la Avenida de Pizarro (en su tramo central y margen derecho), y rodeada por las glorietas Azul, y de Doña Sol.
Situada frente a la Glorieta de Benito Más y Prat, toma su nombre de la concha que poseía la fuente central que la preside. Se trataba de una magnífica pieza de cerámica trianera de color cobrizo originalmente construida por Cerámica Montalván (Triana) y con posterioridad por el escultor Emilio García Ortiz, hoy desaparecida. En el conjunto de la Glorieta destaca el juego de azulejería blanca, azul y cobriza que se manifiesta tanto en la fuente como en los bancos y muretes del perímetro. Cuatro esculturas representando las estaciones del año presidían los parterres laterales.
Setos de bonetero (Euonymus japonicus) delimitan los parterres que forman una cruz, con variada representación de plantas de flor en su interior. Pueden asimismo admirarse dos buenos ejemplares de árbol de Júpiter (Lagerstroemia indica) así como en sus bordes altas y esbeltas palmeras de la fortuna (Trachycarpus fortunei).
La Glorieta figura en perspectivas dibujadas del Parque en el año 1913 por J.C. Forestier. Su diseño ordenado y clasicista, combinado con los toques de cerámica local, refleja la síntesis que ofrece en mucho de sus diseños para el Parque.
Desde la Glorieta de la Concha es posible contemplar la avenida de Pizarro, flanqueada por alineaciones de sóforas (Sophora japonica) acompañadas de vistosos setos de espíreas (Spiraea cantoniensis) (www.sevilla.org).
Conozcamos mejor la Biografía de Forestier, autor de la obra reseñada;
Jean Claude Nicolás Forestier, (Aix-les-Bains, Francia, 1861 – París, Francia, 1930). Jardinero y urbanista.
De origen aristócrata y formación polifacética, estudió en la prestigiosa Escuela de Ingenieros de Aguas y Montes de Nancy. Tras varios destinos llegó en 1887 a París, donde permaneció cuarenta y cuatro años en el departamento de Promenades et Plantations dirigido por Alphand. Finalizó su carrera como inspecteur général de l’art des jardins (1925) con ocasión de la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas en París. Será también miembro fundador (1908) de la sección de Higiene Urbana y Rural del Musée Social, creada en 1894 por jóvenes arquitectos cuyo proyecto de reforma social se expresaba a través de la noción del embellecimiento de la ciudad.
Participó en la fundación de la Socièté Française des Architectes Urbanistes (1911), de l’Ecole d’Art Public (1916) y de l’Ecole d’Hautes Études Urbaines (1919), y llegó a ser presidente de la Ligue Urbaine (1928). Expuso su teoría urbanista en Grandes Villes et systèmes de parcs (1906) y trabajó como urbanista en Marruecos (1913), La Habana (1918) y Buenos Aires (1923). Fue nombrado en 1897 officier du Mérite Agricole, en 1904 officier d’académie, officier de la Legion d’Honneur en 1926, y comandante de la Orden del Mérito Civil española, con numerosas condecoraciones extranjeras. En España se consagró como una figura de la historia de los jardines españoles y en América Latina como paisajista y urbanista.
Llegó a Sevilla en 1911 invitado por el Comité Ejecutivo de la Exposición Iberoamericana para realizar el proyecto del parque de María Luisa y más tarde (1915) viajó a Barcelona, a petición de Francesc Cambó, donde conoció a Nicolás María Rubió i Tudurí, quien se convertiría en su discípulo, ayudante y amigo. Sus teorías encajan perfectamente con el Noucentisme imperante por aquel entonces en Cataluña. Trabajó en Montjuic para la Exposición Internacional de 1929, realizando el parque Laribal (1916), la Rosaleda (1918), Miramar (1923), los jardines de Amargós, los jardines del Teatro Griego, la plaza del museo del parque de la Ciudadela y los famosos “Espárragos” (1918), originales columnas luminosas que decoraban la avenida central de la Exposición.
En España realizó también numerosos jardines particulares para la aristocracia, siendo los más conocidos la finca Moratalla (Córdoba), la Casa del Rey Moro en Ronda, el parterre del palacio de Liria en Madrid o el jardín para la terraza de las Caballerizas del palacio de la Magdalena en Santander para la Casa Real.
Fue un hombre de gran visión y espíritu abierto, que admiraba profundamente los jardines hispanomusulmanes del Alcázar de Sevilla, la Alhambra y el Generalife de Granada, y definió una particular visión que calificó acertadamente como “el jardín del clima del naranjo”, hecho de luz, color, sonido y perfume que identifican el jardín mediterráneo. Con él renació una nueva forma de interpretar el jardín, apoyada en sólidos pilares botánicos e históricos, adaptados al clima y a las características españolas, y en la que mezcla, la geometría francesa con elementos del mundo clásico latino e islámico, como la cerámica.
En su obra escrita, especialmente en Jardins, carnets de plan et de dessins (1920), fundamental en la jardinería mediterránea, expone su concepto del jardín como “obra de arte”, en oposición a la naturaleza libre.
En sus trazados era característica la presencia del agua y los elementos como pérgolas y emparrados, terrazas y escaleras para dar movimiento al terreno.
En cuanto a las especies vegetales que utilizó, destacan los árboles, los frutales, los setos de mirto, boj o ciprés, y flores como las rosas para ofrecer contrastes de colorido. Fue el responsable de un resurgir del jardín español creando el estilo neosevillano que marcó la pauta en multitud de parques públicos y privados de la primera mitad del siglo XX (Mónica Luengo Añón, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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Más sobre el Parque de María Luisa, en ExplicArte Sevilla.
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