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sábado, 6 de abril de 2024

La pintura "San Pedro, mártir", anónima, en el Retablo de San Juan Evangelista, de la Iglesia del Convento de Santa Paula

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "San Pedro, mártir", anónima, en el Retablo de San Juan Evangelista, de la Iglesia del Convento de Santa Paula, de Sevilla.
      Hoy, 6 de abril, en Milán, ciudad de la región italiana de Lombardía, Pasión de San Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres seguidores del maniqueísmo, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo Santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, proclamando hasta en el último momento el símbolo de la fe (1252) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
      Y que mejor día que hoy para ExplicArte la pintura "San Pedro, mártir", anónima, en el Retablo de San Juan Evangelista, de la Iglesia del Convento de Santa Paula, de Sevilla.
     El Convento de Santa Paula [nº 36 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 74 en el plano oficial de la Junta de Andalucía] se encuentra en la calle Santa Paula, 3-5-7-9; en el Barrio de San Julián, del Distrito Casco Antiguo.
     En la Iglesia del Convento de Santa Paula, podemos contemplar la pintura de San Pedro, mártir, obra anónima barroca del siglo XVII, realizada en óleo sobre lienzo, con unas medidas de 0,49 x 0,33 m.
     La imagen del santo aparece de tres cuartos, aunque probablemente fuese de mayor tamaño como demuestra la falta de su mano derecha. Éste aparece de pie portando en su mano izquierda un libro y una palma con tres coronas. En el centro de su pecho hunde un puñal, mientras que en su cabeza lleva clavado un cuchillo.
     Las pinturas originales del retablo fueron realizadas por Alonso Cano, siendo éstas arrancadas de allí por orden del Mariscal Soult, estando en la actualidad dispersas en distintos museos. Las actuales fueron recortadas para adecuarse a los huecos dejados en 1810, tras la citada pérdida de los originales (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía). 
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Pedro de Verona, presbítero y mártir
     Inquisidor dominico del siglo XIII, llamado ya san Pedro de Verona, porque nació en dicha ciudad hacia 1203, ya san Pedro el Nuevo, para diferenciarlo del Príncipe de los apóstoles, ya san Pedro Mártir, porque fue asesinado por heréticos. Los dominicos han impuesto este tercer nombre porque honraba más a su orden, aunque sólo se justifique a medias. Además, se presta a confu­sión, porque san Pedro apóstol puede vindicar el mismo epíteto.
     Nacido de padres maniqueos, fue atraído a Bolonia donde estudió según las prédicas de santo Domingo. A los quince años fue admitido en la orden de los hermanos predicadores (de santo Domingo), y tomó los votos en el convento dominico de Bolonia.
     Después de haber sido prior en Como, en 1232 fue designado por el papa inquisidor de la fe en Milán. Residía en el convento que los dominicos acababan de construir cerca de la iglesia de San Eustorgio, sede de la Inquisición en Lombardía. En Florencia, en el convento dominico de Santa María Novella tuvo las mismas funciones, y fue allí donde en 1246 fundó la cofradía de la Misericordia, llamada Bigallo, en honor de la Santísima Virgen.
     Su rigor contra los heréticos, maniqueos y cátaros del norte de Italia, le valió el odio de sus adversarios que conspiraron para asesinarlo. En 1252, cuando viajaba desde Como a Milán, fue atacado en un bosque por Carino de Balsamo, que le partió el cráneo con un machete y le atravesó el pecho de una estocada. Bañado en su propia sangre, oraba por el asesino, murmurando con las manos elevadas al cielo: In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum. Más tarde se inventó que con la sangre que brotaba de su cabeza partida, había tenido fuerzas para escribir sobre el camino polvoriento estas tres palabras: Credo in Deum. Su compañero, el hermano Domingo, que intentó huir, fue atravesado por una flecha junto a él.
     En cuanto a su asesino, tocado por la gracia, se arrepintió. Convertido en dominico en el convento de Forlì, fue acogido allí por el propio hermano del mártir, quien le perdonó el crimen, y llevó una vida edificante, hasta tal punto que murió cuarenta años después del asesinato, y en olor de santidad. El beato Carino (puesto que fue beatificado) tal vez sea el único ejemplo de beatificación de un asesino después de la canonización de su víctima.
CULTO
     El cuerpo de san Pedro  de Verona,  transportado  a Milán, fue enterrado en la iglesia del convento de San Eustorgio. A partir de 1253, es decir, un año después de su  muerte, fue canonizado por el papa Inocencio IV. Entonces su cuerpo fue elevado, es decir, expuesto encima del piso de la iglesia. En 1339 esa tumba fue reemplazada por un relicario monumental (arca), que atraía a numerosos peregrinos.
     Patrón de Verona, de Como y de Milán, de los dominicos y de los inquisidores, además se lo invocaba contra los dolores de cabeza a causa de la herida que recibiera en el cráneo.
ICONOGRAFÍA
     Está representado en hábito de peregrino. Por esa túnica se diferencia del carmelita san Ángel y del arzobispo mártir de Canterbury, santo Tomás Becket, cuyas características son más o menos las mismas: una herida sangrante en el cráneo donde la hoja del machete o sable corto permanece hundida (sword cleaving his head) y el pecho agujereado por un puñal.
Escenas
     El milagro de la pierna cortada
     Los franciscanos atribuyen el mismo milagro a San Antonio de Padua.
     San Pedro Mártir detiene un caballo a la carrera
     San Pedro Mártir hace llover
     El asesinato de San Pedro Mártir
     Arrodillado sobre un camino polvoriento con un machete clavado en el cráneo, escribe con su sangre: Credo in Deum. El detalle, de sospechosa autenticidad, casi nunca es omitido por los pintores, porque es el medio que empleaban los dominicos para glorificar a un miembro de su orden, transformando en martirio lo que en verdad no fue más que un asesinato (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Más sobre el Convento de Santa Paula, en ExplicArte Sevilla.

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