Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de la Inmaculada Concepción, Patio Mausoleo del Tempranillo, Termas Romanas, Centro Temático del Campo Andaluz, y Fuente de la Placeta) de la localidad de Alameda, en la provincia de Málaga.
Datos geográficos
Comarca de Antequera
Superficie: 65 km2
Altitud: 430 m
Latitud: 37º 12' - Longitud: -4º 39'
Distancia a Málaga capital: 72,2 km
Datos demográficos
Población: 5451
Gentilicio: Alamedanos o Lameatos
Ayuntamiento
Plaza de España, 5, 29530
952710025 - 952710026
Alameda es una parada clave de la Ruta de "El Tempranillo". Cruce de caminos desde tiempos inmemoriales, este pueblo de la comarca de Antequera invita a trasladarse a la época de los bandoleros. Una experiencia que combina cultura, tradición y romanticismo.
Alameda posee además interesantes yacimientos arqueológicos y una laguna declarada reserva natural. Toda una tentación para los amantes de las actividades al aire libre. Y para reponer fuerzas, nada mejor que las suculentas propuestas culinarias de esta villa de la Málaga interior.
En Alameda se encuentra el mausoleo del célebre bandolero José María "El Tempranillo". Puede verse en el patio de la iglesia de la Inmaculada Concepción. Una cruz de piedra, dos retratos del bandido y una reproducción en azulejería de su partida de defunción decoran la tumba.
La iglesia de la Inmaculada Concepción es además uno de los monumentos más destacados del pueblo. Comenzó a construirse en el siglo XVIII y posee tres camarines. Entre sus obras de arte destacan la talla de un Cristo Crucificado y una valiosa colección de óleos.
Las Termas Romanas datadas entre los siglos I y III d.C. constituyen otro de los tesoros culturales de Alameda. Están declaradas Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural. Un Centro Temático permite conocer el funcionamiento de estos antiguos baños.
La presencia del ser humano en estas tierras, sin embargo, se remonta a miles de años atrás. Así lo atestigua la Necrópolis Calcolítica de Alameda, un conjunto de cuevas artificiales creadas entre los años 2500 y 2000 a.C. En sus pozos se hallaron restos líticos, cerámicos y óseos.
Para acercarse a los hábitos y costumbres de los campesinos y caleros de la comarca, Alameda cuenta con un Museo de Antiguos Aperos y un Centro Temático del Campo Andaluz. Poemas de Antonio Muñoz Romas ilustran las salas del segundo recinto, ubicado en un edificio de arquitectura popular.
En el centro del pueblo se puede contemplar también la Fuente de la Placeta, del siglo XVIII, convertida en uno de los emblemas de Alameda (Diputación Provincial de Málaga).
Situado al norte de la provincia, en una llanura olivarera y cerealística, en el municipio de Alameda también se encuentran la Sierra de la Camorra y el Paraje Natural de la Laguna de la Ratosa. Parece que Alameda es la antigua Astigistus citada por Plinio, o bien la ciudad libia-fenicia de Astaza, «Ciudad del agua». En plena población, en la calle de Enmedio, se encuentra una necrópolis calcolítica, de entre 2500 a 2000 a.C. junto a ella, sobre el antiguo poblado calcolítico, se hallan los importantes restos de unas termas romanas activas entre los siglos I y IV: en ellas son reconocibles dependencias como salas de baños con sus piscinas, -frigidarium, tepidarium, caldarium y laconicum-, vestuario -apoditerium-, y cámara de calefacción -hypocaustum-. Se ha incoado expediente para declaración de BIC en 1987.
La actual Alameda es una población de fundación cristiana, a partir del siglo XVI. Tras pertenecer al Marquesado de Estepa, en 1848 se constituyó en Ayuntamiento. Presenta un urbanismo de estructura radial, destacando en la Placeta principal una fuente de piedra de tiempos de Carlos III, con cuatro caños que parten de un pilar octogonal (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Edificada por la familia Centurión y Córdova, marqueses de Estepa, entre 1696 y 1710, en su construcción se utilizaron sillares procedentes de las termas romanas, situadas muy cerca. De tres naves, las laterales responden a una reforma de 1779, y se separan de la central mediante arcos de medio punto sobre columnas excesivamente gruesas y bajas. La nave central, más alta y ancha, se cubre con bóveda de medio cañón con lunetos y arcos fajones; igual solución presentan la capilla mayor y los brazos del crucero, mientras que éste se cubre con media naranja sobre pechinas. Las naves laterales se cubren con bóvedas esquifadas planas. Destacan dos camarines situados en el testero del Evangelio y en el extremo del crucero de esa nave, y una capilla en el crucero de la Epístola, los tres de planta polilobulada y dedicados, respectivamente, a Jesús Nazareno, Virgen de los Dolores y Virgen del Rosario. La capilla y el camarín del crucero, datados en 1795, se decoran con yeserías pintadas, y el camarín del Nazareno lo hace con yeserías blancas rococós, atribuidas a Antonio Sevillano, de 1767. También son interesantes los relieves con cartelas y follajes barrocos situados en el paramento superior de la nave central, cercano al crucero por el lado del Evangelio, que probablemente albergaba inscripciones y pinturas. Sin embargo, las pinturas murales del presbiterio y el crucero, que imitan las populares dieciochescas, datan de una controvertida actuación de 1987.
La portada de la iglesia es de arco de medio punto entre pilastras, coronado por el escudo de los marqueses de Estepa, y la fachada cuenta con un remate mixtilíneo. A los pies de la nave de la Epístola se sitúa la torre, de mampostería, ladrillo y piedra, coronada por un chapitel. Este último, junto con el recubrimiento exterior de gran parte del templo con ladrillos con decoración barroquizante, es también fruto de la citada reforma de 1987.
En su interior hay un rico patrimonio escultórico y pictórico . El altar mayor posee un retablo de madera policromada, con decoración rococó, del taller antequerano dieciochesco de los Márquez, instalado en 1937, y una imagen moderna de la Inmaculada. En el presbiterio, hay un Crucificado de madera policromada, de finales del siglo XIV, una de las esculturas más antiguas de la provincia. En los camarines hay dos buenas esculturas de Jesús Nazareno, de Castillo Lastrucci, de 1940, y de la Virgen de los Dolores, del granadino F. Muñoz, de 1943, además de un Cristo Yacente de la segunda mitad del XX. En la capilla de la Epístola se encuentra una excelente Soledad de vestir del XVIII. En la nave de la Epístola hay una Virgen de la Merced, del XX, y un Cristo de la Columna, de 1944, muy repintado.
En cuanto a los lienzos, de gran calidad, deben destacarse: Nazareno del XVI, Desposorios Místicos de Santa Catalina, -copia del XVI de Veronés-, Inmaculada del XVII, Virgen con el Niño en la Gloria, atribuida a Francisco Ricci, Asunción de la primera mitad del XVIII y Calle de la Amargura, del mexicano Juan de Miranda, de 1732. En la sacristía hay una Adoración de los pastores del XVII.
En el patio de las dependencias parroquiales, y adosada a la cabecera del templo, se encuentra la tumba de José María Pelagio Hinojosa Cobacho, el célebre bandolero cordobés José María «El Tempranillo», el «Rey de Sierra Morena», quien murió en 1833 en Alameda, a manos de antiguos miembros de su banda, cuando, tras beneficiarse del indulto de Fernando VII a los bandidos que depusieran las armas, formaba parte de la partida de a caballo de Andalucía, dedicada a perseguir a los bandidos en activo. Considerado prototipo del bandolero romántico, que robaba a los ricos para repartirlo entre los pobres, su tumba consiste en una sencilla cruz de piedra enmarcada por un arco de ladrillo abierto en el muro (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Esta iglesia fue mandada construir por los Marqueses de Estepa y su edificación se encuentra a caballo entre los siglos diecisiete y dieciocho (del 1696 al 1700).
Es un templo de arquitectura barroca que forma la acostumbrada cruz latina de planta poliovalada en su construcción, destacando sus tres camarines que se encuentran en la cabecera de la parroquia. Uno de los camarines está dedicado a la advocación de Jesús el Nazareno, otro a la Virgen de los Dolores, y el tercero a la Virgen del Rosario, estando considerados como obras maestras del rococó con claros tintes ecijanos.
Dentro del acervo artístico que atesora esta iglesia cabe destacarse una valiosa talla de madera policromada de un Cristo Crucificado, de factura anónima, datada a finales del siglo catorce. Además, su interior contiene una profusa colección de óleos que completa la decoración del templo (Diputación Provincial de Málaga).
Patio Mausoleo del Tempranillo.- Aunque José María no era malagueño, vivió muchos años y desarrolló muchas de sus más conocidas correrías, en la provincia de Málaga, vinculándosele al pueblo de Alameda, donde en la actualidad se encuentra su tumba.
JOSÉ MARÍA EL "TEMPRANILLO" (NOTA BIOGRÁFICA)
En una villa de la provincia de Córdoba, por buen nombre llamada Jauja, fundada en 1696, y a la que dotaron de iglesia y alcalde pedáneo, el que a su vez era dependiente del corregidor de Lucena, nació José María Hinojosa Cobacho, y lo vino a hacer, un 24 de junio de 1805. Fue bautizado en la iglesia de su pueblo natal por el cura párroco, al que conocían como D. Francisco. Este le otorgó las primeras aguas llamándole José Pelagio. Lo de Pelagio lo perdería al poco tiempo, conociéndosele como José María Hinojosa Cobacho. Sus padres, Juan Hinojosa, más conocido como (El Gamo), se dedicaba, además de las faenas agrícolas, al contrabando y a la caza furtiva. Su madre María Cobacho, era una mujer como las de entonces, abnegada trabajadora tanto en su casa como en el campo. Su familia se dedicaba, al igual que lo haría más tarde él, a las labores propias del campo.
El padre de José María fue herido de muerte y antes de expirar se le exhortó a que dijera quien le había herido y por qué razón, pero él murió sin delatar a sus agresores ni contó las razones que le llevaron a éstos, a acabar con su vida.
La madre de José María queda por tanto viuda y en la más completa de las miserias. El párroco, por aquellos tiempos, D. Julián, compadecido de la madre y del hijo les ayudó en lo que pudo, cuidando de la tutela de José María e intentando sin éxito que el niño estudiara.
No poseía instrucción educativa, algo que era habitual en aquellos lugares y en aquellos tiempos. Era analfabeto como la mayoría de sus convecinos. Sus valores éticos solían ser los propios de aquellas personas, a los que su escasa preparación les hacía marcar una serie de reglas morales, por lo general bastante inauditas para nuestros tiempos y nuestra actual preparación. Es decir, si un marido era engañado, se imponía, según aquellas normas de "ética moral", matar a la esposa y al amante. En lo relativo a las faldas, la salida era siempre trágica, aquí no valía llamar a la justicia para que mediara, la justicia era impartida por el ofendido, aunque éste terminara en la cárcel. Más tarde, después del trágico desenlace, cada uno debía asumir su responsabilidad, ¡pero eso sí, quedaba el ofendido como un hombre y la honra muy alta!, aunque en muchas ocasiones, este lavar la honra llevara a más de uno a terminar con la nuez cascada, gracias al garrote vil.
Se sabe que, José María, vivió en la calle de Santa Clara en el pueblo de Montilla.
Sobre su inicio como bandolero se cuentan dos historias diferentes, una por venganza y otra como resultado de una ofensa.
Una de ellas cuenta, que un día, el pueblo de Jauja celebraba la feria y la romería en honor a San Miguel Arcángel; las calles estaban engalanadas para recibir la procesión de San Miguel. Todos cantaban y reían; por unos momentos las precariedades cotidianas se hicieron a un lado y se dio paso a la fiesta. Por la noche, como era costumbre, se había preparado un gran baile en la plaza del pueblo. Como ocurría entonces en todos los pueblos, esta era una de las pocas ocasiones que se daban al año, para que un mozo pudiera bailar con alguna moza.
José María, bailaba de buena gana con la joven Clara. Esta era una guapa zagala con la que se había "ennoviao" hacía poco tiempo, en uno de los momentos en que la pareja bailaba, otro hombre la cogió de la mano, al tiempo que se la quitaba y gritaba "ella solo baila conmigo".
La disputa fue a más y seguidamente salieron a relucir las hojas aceradas de las de Albacete. Tras unos primeros escarceos, José María mostrándose más diestro que su contrario, le asestó una certera puñalada en el vientre dejándole muerto en el suelo.
Sabiendo cual sería su fin, el joven José María, huyó al abrigo de las sierras rondeñas.
Por ser muy temprana la edad con la que se tuvo que refugiar en la sierra, a José María se le comenzó a llamar "El Tempranillo".
Poco tiempo después, se conocían y cantaban las hazañas de éste bandolero de Jauja, ahora conocido como "El Tempranillo".
La otra versión es la que cuenta que una gitana, conocida como María de la Fuensanta "La Niña de Oro", que era amante del pendenciero gitano "Chuchito", le confió el secreto de la muerte de su padre. Según ella, "El Gamo" había muerto a manos de un terrateniente de las cercanías. Tal vez por esa razón, la que el hijo no se viera abocado a vengarse y así darle un mal destino a su vida, el padre prefiriera no delatar a quien le había cegado la vida.
En una de las coplas, que se cantaban por ventas, tabernas y aguaduchos de los caminos, se hacía referencia, con todo lujo de detalles y morbosidad, sobre las épicas andanzas de este terrible bandolero, entre lo que se relataba, se daba norte y detalle, de que él, había organizado una banda de forajidos con más de cincuenta miembros.
No faltaban publicaciones en forma de artículos o cuadernillos, que contaran las correrías del Tempranillo, así como sus épicas hazañas. Entre los que se nutrieron de su leyenda, estaban los viajeros ingleses de la época e incluso el afamado escritor Merimée.
Al parecer, El Tempranillo, se echó a la sierra, junto a Chuchito, por indicaciones de la Niña de Oro, la que en un principio le acompañó en su huida. Chuchito, se negaba a que La Niña de Oro les acompañara y así se lo hizo saber a José María. El Tempranillo no estaba conforme con que ella se marchara y ambos hombres se enzarzaron en una brusca discusión que terminó con la marcha del gitano tras prometerle que le mataría. Como José María sabía de las promesas de los gitanos, decidió salir tras él y una vez le hubo dado alcance acabó con la amenaza atravesándole el corazón con un afilado cuchillo.
El Hermano Mayor de la cofradía del Cristo de las Tinieblas o como era más conocida "El Cristo de la Mano Negra", un tal Celestino, que a la par era secretario en El Carpio, se afanó en capturar al de Jauja. Celestino, mal hombre que hacía sus correrías amparado por su posición social, conocido por sus asesinatos encubiertos o sus acciones como contrabandista, decide ante la imposibilidad de poder dar caza al Tempranillo, encarcelar a su madre y a su novia. Y Celestino, aquel del que decía un dicho popular: "Envíame que soy escribano / si te persiguen por matar, / dame una bolsa de oro / y a otro ahorcarán en tu lugar", encontró la muerte a manos de José María.
Su primer compañero de correrías fue "Frasquito el de la Torre", natural de Almonaster la Real y vecino de Torre de Alháquime, en la villa de Ronda. Frasquito pasó a ser cuñado del Tempranillo, dado que éste se casó con su hermana, una guapa gitana, vecina de Grazalema y de nombre María Jerónima. Luego entabló amistad con otro bandolero, Juan Caballero y los tres en completa armonía se dedicaron a ejercer su delictivo cometido por sierras y collados.
Se cuentan muchas anécdotas, tal vez de las más conocidas fue aquella en que José María, tras mucho cabalgar, se sentía hambriento y con sed. A lo lejos divisó una cortijada y allí se dirigió con ánimos de calmar el hambre. Tras entrar en la estancia pudo ver a unos jornaleros que compartían unas gachas y él tras saludar le pidió que le convidaran a participar en aquel pobre festín. Los comensales se rieron de él y le dijeron que no podía comer porque no tenía cuchara. José María cogió un trozo de pan y tras hacerse con la corteza una tosca cuchara comenzó a comer. Los campesinos al ver aquello, hicieron un ademán de impedirle que siguiera comiendo, pero El Tempranillo sacó su pistola y les apuntó con una mano mientras con la otra seguía comiendo como si tal cosa. Tras acabar y haber saciado su hambre se levantó y les dijo a aquellos hombres: Soy José María El Tempranillo y ahora mismo os vais a comer las cucharas. Aquellos hombres, se quedaron sorprendidos y asustados y comenzaron a darles mordiscos a las cucharas de palo, cuando estos hubieron terminado de comerse las cucharas, el bandolero se marchó satisfecho y riendo.
En otra de sus correrías se cuenta, como en la venta de Gaucín, mientras bebían y comían más de sesenta "realistas", él junto a sus hombres les robaron todas las armas.
A su cuadrilla se les unió, no sin recelo de los demás bandoleros, un teniente de los Migueletes, el teniente Céspedes, que dejó el uniforme para convertirse en miembro de sus correrías y al que poco tiempo después se le temía y conocía, como "El Veneno".
Uno de los hechos más sobresalientes de los que se cuentan fue el siguiente:
Los Migueletes habían urdido un plan, que consistía en prepararles una emboscada, para matar al Tempranillo. Por orden del Asistente de Sevilla, José Manuel de Arjona, los Migueletes aprovecharon la circunstancia de que María Jerónima estaba de parto, mandaron un mensajero para que informase a José María, de parte de su mujer, que ya iba a dar a luz.
José María, no queriendo poner en peligro la vida de sus compinches, les ordenó que no le siguieran. De este modo, El Tempranillo se dirigió al cortijo donde estaba su esposa, a sabiendas de que era muy probable de que allí le estuvieran esperando emboscados los Migueletes.
Una vez dentro comenzó, como era de esperar, una terrible refriega, que se cobró varios muertos y heridos. Su infortunada mujer, María Jerónima, murió al dar a luz, ante la escasez de medios de que disponían y lo terrible de las circunstancias que acompañaron a aquel paritorio de pueblo.
Viéndose perdido, José María, subió terciado el cuerpo exánime de su esposa, sobre la grupa del caballo, y cogió a su hijo recién nacido y se lo colocó, como pudo, dentro de la faja; luego mandó a unas mujeres que había en la casa que abrieran la puerta. El Tempranillo salió como una saeta a lomos de su corcel y disparando a diestro y siniestro, con ambas manos. Tal fue el revuelo y la impresión que esto causó a los Migueletes que José María logró huir sin recibir rasguño alguno.
Este hecho quedó reflejado, por los escritos que sobre las hazañas del Tempranillo, escribiera, Juan Caballero, uno de los amigos de José María.
José María, dirigió sus pasos al pueblo de Grazalema, donde vivía la familia de su malograda esposa. Allí entregó a su hijo, confiándole la tutela a la abuela del recién nacido y mandó que enterrasen a su esposa en los terrenos de la iglesia.
En Grazalema se concretó que el día del bautizo del único hijo de José María, fuera el diez de enero. Dos días después del trágico incidente y del nacimiento del niño, se procedía a dar bautismo a aquel nuevo cristiano.
En un principio, y suponiendo las gentes del lugar, que José María El Tempranillo, había salido escarmentado y aleccionado sobre emboscadas, pensaron que éste no asistiría al bautizo de su hijo. Pero los vecinos de Grazalema quedaron atónitos al ver cómo el Tempranillo asistía al bautizo de su heredero. Dicen que se le veía orgulloso y altanero, no dejaba intuir ningún atisbo de miedo en su rostro.
El bautizo no se celebró ante la reciente pérdida de la madre del recién nacido; los padrinos fueron Juan Caballero y la hermana de María Jerónima.
Corroborando los escritos de Juan Caballero, hay una Real Orden del año 1832, dirigida al Capitán General de Granada donde, además de referir el asedio que sufrió el bandolero, se comentaba la insolencia que había mostrado al presentarse en el pueblo con motivos del bautizo de su hijo. Además se comenta en este escrito que:
"Grazalema es un foco de forajidos y contrabandistas".
Pasan los años y José María se siente cansado, tiene ganas de rehacer su vida y vivir tranquilamente con los suyos. Por ese motivo, aquel que afirmara con toda arrogancia que: "El rey será rey en Madrid, pero en Sierra Morena el rey es el Tempranillo", acepta el indulto que le ofrece el rey Fernando VII y que aceptan las autoridades. Indulto que viene acompañado del nombramiento de Comandante del Escuadrón de Seguridad del cuerpo de los Migueletes. Este escuadrón se había formado para combatir, precisamente, a los que como él, se habían tirado a la sierra.
Pasa el tiempo y José María vivía ahora más sosegado en compañía de los suyos.
Un día, a José María se le encomienda acabar con el bandolerismo en la baja Andalucía y sobre todo con un conocido sanguinario bandolero, apodado el Barberillo, que con anterioridad había militado en sus filas de correrías.
José María conocedor de donde se encontraba el bandolero, se dirigió al cortijo de Buenavista, a solo dos kilómetros del pueblo de Alameda, en su parte noroeste.
Barberillo sabía que El Tempranillo iría en su busca y le esperaba pacientemente.
No sabemos que ocurrió aquel día, cuando José María se presentó delante de su antiguo amigo. Desconocemos si fue con la intención de pedirle que se marchara a otras tierras y así no tener que detenerlo o si por otra parte él iba con la intención de darle captura. Lo que nos podemos imaginar, es que a El Barberillo, no le haría mucha gracia encontrarse con su antiguo capitán, ahora convertido en renegado al servicio de los Migueletes.
Sea como fuere, lo verdaderamente cierto es que el Barberillo le disparó a quemarropa, y José María no se pudo defender, dado que la pistola que portaba se encasquilló. Aquellos disparos le dejaron herido de extrema gravedad, muriendo éste, el día después, el 23 de septiembre del año 1833, a los veintiocho años de edad, en la Posada de San Antonio Con esto se ponía punto y final a la azarosa vida del legendario bandolero.
Una guapa mujer conocida como La Rubia y que había sido hasta entonces la amante del infortunado bandolero, entró en la Posada con claros síntomas de desesperación, portando un pistolón y comentando entre sollozos y gritos:
¡Malditas seas, que por tu culpa se ha muerto José María!
En el interesante libro del autor Antonio Pineda León, "Aproximaciones a la vida de José María El Tempranillo", he podido encontrar unos apuntes que me han servido para cumplimentar este capítulo con los datos que a continuación se relacionan:
Como sabemos, José María "El Tempranillo", tuvo un hijo al que le pusieron por gracia, José María Hinojosa Francés. Aquél al que El Tempranillo sacara metido en su faja. El 18 de septiembre de 1852, se casó con Araceli Reyes Cobacho. Sabemos que el hijo del Tempranillo vivió en Torre del Alhaquime, pasando con posterioridad a la comarca de Ronda. También vivió en el pueblo de Baldelatosa, dedicándose a la minería.
El hijo de José María le daría a su padre, una nieta, a la que pusieron María Jerónima Hinojosa Reyes.
BIBLIOGRAFÍA: Historias antiguas de bandoleros y piratas en Málaga, de Diego Ceano. (Diputación Provincial de Málaga).
El yacimiento de las Termas romanas se compone grosso modo de dos grandes fases. Por un lado un sector se adscribe al período calcolítico y por otro lado tiene una fase romana bastante más desarrollada que la anterior.
De la Edad del Cobre se conservan una serie de fosos (hasta una treintena) excavados en la roca, con una tipología variada: en pozo, tipo silo o con corredor. También se han observado, conectando algunos de estos fosos, una serie de canales de reducidas dimensiones. En un principio esta zona se interpretó como necrópolis, pero los estudios actuales tienden a desarrollar una línea diferente; teniendo en cuenta la tipología y los restos hallados en su interior es más probable que se trate de silos. En cambio, sí se ha podido determinar el uso prolongado de estas estructuras, llegando incluso hasta época postmedieval.
La fase romana de este yacimiento se considera como parte de una mansio, posiblemente Vrgapa, citada por el Anónimo de Rávena en la vía Malaca-Hispalis entre Antigaria y Osipon. En la terraza superior se detectan unas instalaciones termales, mientras que la inferior se caracteriza por un conjunto de edificios públicos. Sin embargo recientes excavaciones han venido a completar este panorama con la presencia de una zona industrial donde predominan las piletas.
El complejo termal se delimita mediante muros construidos con sillares. Se define el recinto por tener planta rectangular, pavimentos de opus signinum y muros medianeros realizados mediante opus incertum, algunos con revestimiento de opus signinum. De este edificio, considerado público por su entidad, se conservan diversas estancias absidiadas y también varios hypocausta con sus característicos pilares de ladrillos. En general se puede distinguir todavía parte de las salas principales como el frigidarium y el caldarium.
Como ejemplo del resto de la arquitectura pública documentada en este yacimiento se ha localizado una plataforma absidiada realizada a base de sillares y que cuenta con varios pilares de opus caementicium, algunos de ellos enlucidos.
La singularidad de esta estructura dificulta su interpretación pero por sus características no hay duda de su entidad.
El sector público descrito se consolida a lo largo de los dos primeros siglos de nuestra era, para posteriormente pasar a manos privadas con la aparición de una zona industrial. El máximo exponente de esta área productiva son las piletas que se han podido documentar; realizadas mediante opus caementicium, algunas tienen forma cuadrangular, mientras que otras son más irregulares. Futuros estudios podrán concretar cuál es la actividad que se desarrollaba en estas instalaciones porque actualmente la información es bastante parcial, dado que los resultados de las excavaciones más antiguas, de la década de los ochenta del siglo pasado, son difíciles de interpretar.
Con el objeto de poner en valor el yacimiento arqueológico mediante la construcción de un centro de interpretación, se han realizado sondeos en una de las parcelas donde se han descubierto enterramientos en fosa de difícil adscripción cronológica (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El casco urbano de Alameda integra un “campos de hoyos”, 37 fosas circulares excavadas en el suelo y rellenas de sedimentos y materiales arqueológicos, datadas entre el Neolítico y la Edad del Cobre, para las que no existe consenso sobre su funcionalidad.
Se encuentran en el centro del pueblo. En la calle de Enmedio, 17. Para acceder a las termas y al centro de interpretación hay que dirigirse al Centro Temático del Campo Andaluz, situado justo enfrente, o llamando al número de teléfono 951 192252.
A partir del s. I d.C., bajo lo que actualmente es el casco urbano de Alameda, surge un asentamiento romano vinculado a la explotación de las fértiles tierras circundantes. Destacan por su monumentalidad las termas romanas, en uso entre los siglos I al IV d.C.
El conjunto cuenta con:
- Espacio termal del que se reconocen claramente el frigidarium y el caldarium.
- Dos terrazas inferiores en las que se desarrolla un posible programa ornamental relacionado con una gran fuente o un ninfeo.
- Una zona de piletas
- Una zona de silos calcolíticos
ESTADO ACTUAL
El conjunto de las excavaciones ha sido acondicionado para la visita pública después de años de excavación. Se ha construido también un centro de interpretación que complementa la visita y desde el que se tiene una vista privilegiada del conjunto arqueológico y de la población.
Este centro temático está ubicado junto al yacimiento arqueológico de las Termas Romanas, cuyo uso ha sido datado entre el siglo primero antes de Cristo y el cuarto después de Cristo. declarado Bien de interés cultural y Monumento Nacional.
Aquí el visitante descubrirá los pormenores del funcionamiento de las Termas, así como su importante papel en la sociedad romana de la época, a través de 475 m2 de exposición organizada en torno a seis sectores temáticos.
El Centro Temático de las Termas Romanas forma parte de la red de recursos pertenecientes a la oferta de Tierras de José maría el Tempranillo, que abarca las provincias de Córdoba, Sevilla y Málaga, en las que se encuentran los pueblos que marcan los hitos más importantes del itinerario vital del bandolero José Mª "El Tempranillo": Jauja-Lucena, Badalatosa, Corcoya, Alameda, Benamejí, Casariche y Palenciana.
HISTORIA
Alameda era un núcleo de población en las vías de comunicación de la Vega de Antequera. En el proceso de romanización, las instituciones públicas cumplían una importante función ideológica, reproduciendo las formas de vida de la metrópoli.
Termas romanas
Estas termas romanas (s. I y III) se encuentran enclavadas dentro del casco urbano de Alameda, en la conocida calle de Enmedio y ocupan un solar de tres mil metros cuadrados. Su excavación duró varios años y se realizaron varias catas arqueológicas en la década de 1980. Los elementos constructivos utilizados son sillares de arenisca procedente de canteras del entorno, mampostería, ladrillos y tejas de los alfares locales. Los paramentos estaban recubiertos con yesos, mármoles y estucos posteriormente pintados que contribuían a recrear la atmósfera suntuosa de las termas. En estos baños podemos apreciar claramente la presencia de las caldería, fácilmente identificable por los restos del hipocaustum, bancos de ladrillo que formaban unas conducciones subterráneas por donde circulaba el aire caliente para caldear las habitaciones. Las piscinas estaban recubiertas de opus signinum, una argamasa de cal, arena, guijarros y trozos de ladrillo muy molido empleada por los romanos en las construcciones dedicadas a contener agua.
Las termas disponían además de otras instalaciones como el praefurnium, lugar donde se ubicaba el horno para calentar agua, y las habitaciones, leñeras, letrinas, estancias para la servidumbre, piscinas para nadar y jardines donde los ciudadanos se reunían para comentar los acontecimientos de la jornada.
En su excavación aparecieron restos de cerámica y monedas de la época.
Necrópolis calcolítica
Esta Necrópolis la componen un conjunto de cavidades excavadas en la roca. Se calcula que pueden datarse de unos 2.000 años a.C., entre la Edad de Bronce o el Calcolítico.
Estos restos se descubrieron en las excavaciones que se realizaron en la Termas Romanas. Se constata que se trata de una necrópolis que está muy relacionada con la existente del Alcaide, en Villanueva de Algaidas y las monumentales de Menga, Viera o Romeral en el término de Antequera.
En su veintena de pozos, se han encontrado restos líticos, óseos y cerámicos (Diputación Provincial de Málaga).
Ubicado en pleno centro de Alameda (Málaga), en un edificio acorde a la arquitectura popular de estos pueblos agrícolas. El centro ofrece al visitante la posibilidad de descubrir a través de sus áreas expositivas, cómo eran las labores tradicionales del cultivo y recolección de la aceituna y del trigo. Asimismo, también se hace especial mención a un arte actualmente en desuso por el avance tecnológico, pero que ha sido muy tradicional y fuente de riqueza para los habitantes y el municipio de Alameda. Se trata de la manera en la que es trabajada la piedra de cal, para que ésta pueda luego ser usada para dar ese color tan característico a las casas de nuestros pueblos (Diputación Provincial de Málaga).
Si el entorno urbano junto a las iglesias ha sido tradicionalmente lugar de reunión de jóvenes y viejos, en los pueblos, especialmente en días de asueto, las cantarinas fuentes han sido lugar de encuentro entre enamorados y chismosas, debido que al no existir agua corriente en las viviendas, las vecinas, especialmente las más jóvenes tenían como tarea el ir por agua con sus cántaros que ellas transportaban con gran maestría en sus lozanos cuadriles.
La fuente de Alameda, al tener sus caños muy altos, hacía que el agua llegara a los cántaros con alguna dificultad, por ello las gentes del pueblo disponían de unas cañas previamente horadadas, es decir huecas, que ponían en los caños y que dirigían a las ávidas bocas de sus alcarrazas. Esta fuente, la que podríamos dotar del calificativo de monumento, dado que son ya dos siglos las que lleva proporcionando agua a sus gentes, se le atribuían de forma irónica por algunos del pueblo, propiedades curativas para el riñón.
El hecho de esta aseveración, era que se decía que los visitantes que bebían de sus aguas orinaban profusamente. Aquella observación tenía parte de razón, pero no precisamente por las propiedades de sus aguas, sino por otra razón.
Frente a esta vetusta fuente, existía una fonda a la que llamaban fonda Osoria, y allí se hospedaban los viajeros que por el pueblo pasaban. Era costumbre de que estos antes de retirarse a sus alcobas bebieran de las aguas de la fuente. Como quiera que los generosos chorritos de agua de aquel manantial artificial no paraban ni de noche ni de día, hacía que los clientes de la fonda de tanto oírlos, les entraran ganas de orinar y para ello tuvieran que salir de sus habitaciones en busca del urinario, que entonces era común para todos los de la fonda.
El poeta y premio nacional de poesía Antonio Muñoz Rojas, ilustra las salas del centro con sus poesías dedicadas al campo. (Extraídas de su libro “Las cosas del campo”) (Diputación Provincial de Málaga).
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