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viernes, 5 de diciembre de 2025

Los principales monumentos (Iglesia de San Pedro Apóstol, Ermita del Cristo de las Angustias, y Museo del Pastor) de la localidad de Villaralto, en la provincia de Córdoba

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Pedro Apóstol, Ermita del Cristo de las Angustias, y Museo del Pastor) de la localidad de Villaralto, en la provincia de Córdoba.
     Villar alto; o sea, pequeña villa sobre lugar elevado. El campanario-reloj vigila los tejados marcando la vida cotidiana. Villar alto; o sea, pequeña villa sobre lugar elevado. Discretamente apartada de la carretera principal y aislada en su reducido término. Villaralto es depositaria de valores urbanos que certifican sus raíces pedrocheñas: aquí se repite, preservado de adulteraciones, el encinar adehesado, el dintel de granito y el campanario-reloj vigilante de tejados marcando la vida cotidiana, placentera y sin prisas. Una bendición.
     Villa situada en la zona central de Los Pedroches, a 4 Km. de la carretera C-411.
     Distancia a Córdoba: 80 Km.
     Altitud: 583 m.
     Extensión: 25,1 Km2
     Habitantes: 1.350.
     Gentilicio: Villaraltenses
     Mancomunidad: Los Pedroches.
     Villaralto fue una aldea nacida a finales del siglo XV o principios del XVI en un pago de viñas de la vecina Torremilano, villa de la que dependió hasta su emancipación administrativa. En 1633 fue vendida al arcediano de Pedroche don Melchor Fernández Carreras (Diputación Provincial de Córdoba).
     El origen de esta población se remonta a los comienzos de la Edad Moderna, teniendo como base una aldea perteneciente a la villa de Torremilano. En 1620 la Corona decidió su venta, siendo adquirida, según unos, por don Pedro Fernández Carreras y Acuña y, según otros, por el hijo de éste, don Melchor Fernández Carreras, arcediano de Pedroche, en 1633 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Villaralto se encuentra a sólo 4 km. de El Viso.
     Es uno de los pueblos más sencillos y, al mismo tiempo, más gratos de todo el recorrido por el Valle de los Pedroches. Sus casas de una o dos plantas se elevan en una mínima colina, circunstancia que le da, desde la lejanía, el aspecto de un antiguo poblado medieval. En la iglesia parroquial de San Pedro sobresale la torre de piedra con el viejo reloj (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

Iglesia de San Pedro Apóstol.-

     El conjunto ha experimentado profundas reformas desde su primera construcción. El interior se dispone con cabecera plana y tres naves, cubriéndose la central por bóveda de cañón, y las obras por arista; el final de la nave izquierda se cierra por una reja para constituir la capilla bautismal.
     Destaca en el presbiterio la imagen del Crucificado, obra del madrileño Tomás Parés Pérez (1914-1996), de hacia 1955, donada por el alcalde Enrique Fernández en 1958. A la derecha hay una pintura de San Pablo ermitaño, firmada y fechada por Sebastián de Llanos Valdés en 1667. En la cabecera de la nave izquierda se ha adaptado parte de un retablo de la segunda mitad del XVIII, que procede de Córdoba y se trajo en 1942; alberga la imagen de vestir de la Virgen del Buen Suceso. En la nave derecha cabe citar la imagen de talla de la Divina Pastora, según modelos del Setecientos, que se dice traída en el año 1942 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
         Edificio de planta rectangular en tres naves. En un principio el edificio constaba sólo de la nave central y dos capillas laterales en la parte derecha coronadas por cúpula aún existentes. Por los vestigios que aún quedan en la fachada principal, escalera de acceso a torre, por dicha torre, etc., debió ser una construcción de arquitectura popular.
     A dicha planta inicial se le adosa la nave lateral izquierda, que se coronó con bóvedas de aristas. Los pilares de separación entre naves, se debieron reformar, quedando su actual planta cruciforme. La nave central, que debió tener una techumbre de madera, está hoy cubierta por una bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos. El último cuerpo de estas naves se coloca el altar en la nave central y una capilla en la lateral, pero no apareciendo ningún indicio de ábside. A la nave lateral derecha, se le ha adosado unas estancias, cuyo uso es de sacristía.
     Resaltar como se ha dicho, los vestigios que restan de la edificación primitiva como la torre de sillares de granito, sus escaleras de acceso, una portada de granito, en forma de arco apuntado y alfil.
     La actual cubierta de no muy acertada construcción, por la utilización de teja plana, aparece desproporcionada en sus faldones para adosar la nave izquierda, incluso apareciendo el cambio de pendiente en la fachada principal (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     El único monumento de la villa es su parroquia de San Pedro, edificada a comienzos del siglo XVI y reconstruída en 1785, época de la que data su actual aspecto barroco.
     En ese año se le añadieron las capillas del lado de la epístola, con las que más tarde se formó una nave, que se completó con otra similar en el lado del evangelio.
     El retablo mayor, barroco, procede de la iglesia cordobesa de San Basilio.
     La portada de los pies, con arco apuntado en estilo Reyes Católicos, pertenece al siglo XVI, y a su izquierda se construyó la actual torre en el XVIII (Diputación Provincial de Córdoba).

Ermita del Cristo de las Angustias.-
     La Ermita del Cristo de las Angustias de Villaralto tiene planta cuadrada y está presidida por un Cristo Crucificado situado sobre un altar.
     A dicho Cristo crucificado de las Angustias se rinde culto en la velada que anualmente se celebra el segundo sábado de septiembre.
     Junto a ella se alza un Calvario (Diputación Provincial de Córdoba).

Museo del Pastor.-
     El Museo del Pastor de Villaralto, de tipología etnográfica, persigue conservar y enseñar los diferentes aspectos del pastoreo, historia, geografía y aspectos humanos de esta actividad.
     El Museo está instalado en una casa antigua restaurada respetando fielmente los cánones constructivos y a través de las diferentes estancias en las que se distribuye la vivienda, se expone en carteles explicativos los diferentes temas de la vida pastoril acompañados de piezas y objetos (Diputación Provincial de Córdoba).
         
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Pedro Apóstol, Ermita del Cristo de las Angustias, y Museo del Pastor) de la localidad de Villaralto, en la provincia de Córdoba. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia cordobesa.

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La lápida funeraria de Nicolás María Rivero, en el Panteón de Sevillanos Ilustres, de la Iglesia de la Anunciación

      Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la lápida funeraria de Nicolas María Rivero, en el Panteón de Sevillanos Ilustres, de la Iglesia de la Anunciación, de Sevilla.   
     Hoy, 5 de diciembre, es el aniversario del fallecimiento (5 de diciembre de 1878) de Nicolás María Rivero, personaje, cuyos restos reposan en el Panteón de Sevillanos Ilustres, por lo que hoy es el mejor día para ExplicArte la lápida funeraria de Nicolás María Rivero, en el Panteón de Sevillanos Ilustres, de la Iglesia de la Anunciación, de Sevilla.
     La Iglesia de la Anunciación [nº 25 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 48 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Laraña, 1; en el Barrio de la Alfalfa, del Distrito Casco Antiguo.
     En el muro que se correspondería en la iglesia de la Anunciación con el de la Epístola, y a los pies del mismo, se encuentra la lápida de Nicolás María Rivero, junto al Sepulcro de Federico Sánchez Bedoya y su esposa la Condesa de Lebrija, y al de Rodrigo Caro.
     Es una lápida muy sencilla y austera de mármol blanco, sin más comentario, en la que aparece grabado el texto:
NICOLAS Mª
RIVERO
+ 5 DE DICIEMBRE DE 1878
Conozcamos mejor la Biografía de Nicolás María Rivero, personaje que protagoniza la lápida funeraria:
     Nicolás María Rivero (Morón de la Frontera, Sevilla, 6 de diciembre de 1814 – Madrid, 5 de diciembre de 1878). Fundador, portavoz y figura destacada del Partido Demócrata.
     Existe incertidumbre en torno a la fecha de nacimiento de Nicolás María Rivero. En alguna publicación se recoge la noticia de que fue abandonado la noche del 3 de febrero de 1814 en la Casa de Expósitos de Morón. Por su parte, Cristóbal de Castro sostiene en su Estudio biográfico que nació en el hogar de artesanos en Sevilla el 3 de febrero del año siguiente, 1815. Atendiéndose al expediente de diputado del Archivo del Congreso, se señala la fecha del 6 de diciembre de 1814.
     A pesar de la modestia de sus orígenes familiares, Rivero realizó sucesivamente sus estudios primarios y de latinidad en el colegio Santo Tomás de Sevilla y cursó los de Medicina en la Universidad. Ante la dificultad para costearse los materiales y libros que necesitaba para sus estudios médicos, sus profesores, Porrillo y Hoyos Limón, se convirtieron en sus protectores, y Hoyos le consiguió una plaza como escribiente en la Diputación. Cuando todavía no había completado la carrera de Medicina, en 1834 la primera epidemia de cólera en España le llevó a diversos pueblos para luchar contra la enfermedad.
     Una vez licenciado, fue nombrado ayudante por uno de sus profesores, Porrúa, pero pronto abandonó la medicina para inclinarse hacia el derecho y el periodismo, vocación que nació en tertulias sobre la filosofía alemana, a la que asistían varios amigos, entre ellos Fernando de Castro. Mientras trabajaba en la Diputación e impartía clases en una academia, cursó la carrera de Derecho. La amistad con jóvenes intelectuales sevillanos —Fernando de Castro, Federico Rubio y Gali, Manuel Cantero— le orientó definitivamente hacia la política. Como apóstol del progresismo se asentó en Écija, donde conoció a su esposa, Loreto Custodio, matrimonio que solventó sus problemas económicos. En 1845 se instaló en Madrid.
     Cantero le presentó a un grupo de políticos democráticos, varios de ellos de convicciones republicanas, y Rivero empezó a ser conocido por sus colaboraciones en El Siglo y por su apasionada oratoria.
     Para la legislatura 1847-1848, decisiva por las graves circunstancias continentales, fue elegido diputado a Cortes por Écija, escaño en el que inmediatamente brilló por su elocuencia. Estaba naciendo el partido demócrata —según Hennesy, una iniciativa de Rivero—, en el cual se fusionarían los progresistas- demócratas (extrema izquierda del progresismo), los republicanos y los republicanos socialistas, defensores del cuarto estado e imbuidos de las teorías de los socialistas utópicos franceses. A raíz de los sucesos del 48 y de la represión de Narváez, Rivero apoyó un programa radical elaborado por Ordax Avecilla. Finalmente, el 6 de abril de 1849, aparecía en Madrid el manifiesto del partido demócrata (llamado inicialmente progresista-democrático), firmado por Aguilar, Ordax Avecilla, Aniceto Puig y Nicolás María Rivero, manifiesto cuyas ideas serían difundidas por periódicos como El Amigo del Pueblo, El Siglo, La Asociación, etc. El nuevo partido presentaba una declaración de derechos individuales (inviolabilidad de domicilio, libertad de conciencia, libre expresión del pensamiento, derecho de reunión y asociación), principios políticos (soberanía nacional, poder legislativo en las Cortes, independencia de jueces y magistrados y juicio por jurados, elección popular de ayuntamientos), económicos (contribución única y universal, desamortización civil y eclesiástica) y sociales (instrucción primaria universal, obligatoria y gratuita, hospitales de beneficencia, supresión de quintas, etc.). Defendido en las Cortes por los cuatro diputados que habían suscrito el manifiesto fundacional, Rivero se convirtió en cabeza y portavoz del nuevo grupo político.
     Para evitar su ilegalización, los demócratas ocultaban su tendencia republicana en la prensa pero la defendían verbalmente en los mítines celebrados en clandestinidad en locales de Madrid. Desde enero de 1854, la capital se convirtió en un centro conspiratorio casi universal contra el largo monopolio gubernamental de los moderados, conspiración en la que participaban los restantes partidos y la mayoría de los órganos de prensa. El Conde de San Luis intentó mediante una política represiva sofocar los incendios, y en febrero de 1854 fue detenido en casa de Becerra el comité democrático (Rivero, Ordax Avecilla, Sixto Cámara), no obstante Rivero aún pudo continuar desde la cárcel del Saladero su labor de proselitismo dirigido a provincias y sus contactos con los conspiradores.
     Al triunfar la Revolución de Julio, en la cual los demócratas tuvieron una participación destacada, Rivero fue nombrado gobernador de Valladolid. Dimitió de este cargo cuando fueron convocadas elecciones para Cortes constituyentes y solicitarle sus amigos de Écija que optara a diputado por el distrito. Sevilla era su bastión pero fue elegido además por Valencia, elección que demostraba su popularidad fuera de Madrid, pues recogió 7762 votos en el distrito levantino, alrededor de dos mil menos que O’Donnell. Aunque se situaba en posiciones templadas, no coincidentes siempre con los sectores republicanos, votó contra la permanencia de Isabel II en el trono en la sesión de 30 de noviembre de 1854. Bien pronto se vio que el proyecto de Constitución —la nonata de 1856— no recogía los puntos esenciales del ideario demócrata.
     Situándose en una posición crítica, fue en esta legislatura del bienio cuando Rivero exhibió sus dotes de parlamentario en su madurez, con rotundos discursos en defensa de la libertad total de la imprenta, la implantación del jurado para todos los delitos, la descentralización y el sufragio universal, discursos que lo convirtieron en el jefe del partido demócrata.
     En marzo de 1856 aparecieron dos diarios demócratas: La Asociación, dirigido por García Ruiz, y La Discusión, el más importante, rotativo que acudió ininterrumpidamente a su cita con los lectores hasta la víspera de la sublevación del cuartel de San Gil (junio de 1866), para reaparecer en octubre de 1868, tras el triunfo de la Revolución de Septiembre.
     Su fundador y primer director, Nicolás María Rivero, reunió a su alrededor desde la primera hora a un grupo de demócratas destacados: Orense, Figueras, Pi y Margall, entre otros; posteriormente aparecerían en sus páginas colaboraciones de Cristino Martos, Ruiz Pons, Sorní, prácticamente la nómina completa de la democracia. Representó este órgano de prensa una de las aportaciones más importantes de Rivero a la causa del partido demócrata. Sorteando las posiciones de los grupos más radicales, que reclamaban la República como punto primero del programa, el director imprimió a la línea editorial un sesgo que le permitiera ser puente entre los demócratas moderados y los progresistas puros, el ala izquierda del progresismo.
     En el editorial del primer número, Rivero sintetizó el programa: sufragio universal, libertad absoluta de imprenta, unidad de jurisdicción y fuero, reforma radical de las contribuciones, instrucción primaria gratuita para las clases pobres, abolición de las quintas.
     Durante el gobierno largo de O’Donnell (1858- 1863), caracterizado por una especial preocupación por la política exterior, Rivero incorporó a su actividad parlamentaria este campo, hasta entonces marginal dentro de sus intereses. Considerando inexcusable la presencia en Marruecos, exigida por la presencia francesa en Argelia: “no hay más arbitrio que, o consentir que el Mediterráneo sea un lago francés, o compartir nosotros con la Francia la dominación de África”, se opuso por el contrario a la expedición a México, con el argumento de que se romperían los “lazos de origen, de lengua, de raza, que debían unirnos [...]. Todo esto debía meditarse antes de llegar a Méjico con las armas en la mano”.
     En el inicio de la década de 1860 eran perceptibles las diferencias internas entre los demócratas, primero entre Orense y Garrido, más tarde entre Pi y Margall y Castelar. Cuando en diciembre de 1863 Castelar fundó el diario La Democracia, Rivero perdió el control y la jefatura del Partido Demócrata. Sin embargo, el deterioro del régimen isabelino se convirtió en una oportunidad de oro para un político que siempre había postulado el entendimiento entre el Partido Demócrata y el Progresista, puesto que la coalición antidinástica se inició y basó en la colaboración entre ambas fuerzas políticas. Fueron años en que el político sevillano volvió a ejercer sus habilidades de conspirador. Desde dos centros revolucionarios se orquestaba el alzamiento contra Isabel II: Bruselas, donde Prim encabezaba un comité progresista, y París, donde actuaba el comité democrático encabezado por Pi y Margall. En contacto con éste un grupo de dirigentes demócratas, animados por Rivero, alimentaban la agitación en Madrid.
     Esta actividad clandestina en el centro político de la nación lo situó en la primera fila del nuevo régimen cuando triunfó la Revolución de Septiembre (1868), que destronó a la Reina. Al entregar el poder el general Concha a Madoz, gobernador civil interino, surgieron dos juntas, una formada por progresistas y unionistas y otra por demócratas, que se fusionaron para formar una Junta Provisional de gobierno, en la cual Rivero ocupó la vicepresidencia. Resulta innegable el papel principal de Rivero en los primeros pasos de la revolución; varios de los documentos definitorios del régimen naciente se debieron a su mano —así el Manifiesto a las provincias, en el que se ensalzaban como principios irrenunciables la soberanía nacional y el sufragio universal— mientras en otros aparece entre los firmantes y redactores.
     No aceptó un puesto en el gobierno provisional presidido por Serrano porque no se le podía asignar la cartera de Gobernación, prometida a Sagasta, y porque no se incluía a más demócratas en el gabinete. En compensación se le ofreció la alcaldía de Madrid y, en su momento, la presidencia de las Cortes constituyentes.
     El primer nombramiento se hizo efectivo en la sesión de 10 de octubre de la Junta superior revolucionaria, presidida por Joaquín Aguirre. En la alcaldía, la influencia de Rivero se convirtió en determinante cuando demostró dotes de gobierno en la solución de los graves problemas que perturbaban la vida de la Villa, los más importantes la crisis de las subsistencias y el paro, solventando el abasto con importaciones de choque y el paro con un programa acelerado de obras públicas. Con el prestigio ganado en la alcaldía no le resultó difícil a Rivero revalidar el puesto en las elecciones municipales de diciembre, convocadas por sufragio universal. Pero más relevante resultó su papel en las elecciones generales de enero de 1869. Considerándose fundamental para la suerte del régimen el distrito de la capital, se formó una candidatura monárquicodemocrática, encabezada por Prim y completada por las principales figuras de la revolución, y que consiguió los siete escaños del distrito. Lo llamativo fue que Rivero, el más votado, con 34.399 votos —de un censo electoral de 82.000—, dejó a Prim, héroe de la revolución, a mil de distancia y a Serrano, presidente del gobierno provisional, a dos mil quinientos.
     Desgajados los republicanos del tronco demócrata, sus órganos de prensa atribuyeron a Rivero el triunfo gubernamental. Así lo recogía La Discusión, el otrora feudo periodístico del político: “Hay también muchos trabajadores pagados por el Ayuntamiento, y que en su mayoría han votado por el sr. Rivero, es decir por la candidatura monárquica”. Y concluía: “Hubieran votado con nosotros si el Rivero de 1868 hubiera sido consecuente con el Rivero de 1854”.
     Iniciaron su andadura las Constituyentes el 22 de febrero; la víspera fue elegida la Mesa, bajo la presidencia de Nicolás María Rivero, quien había sido propuesto el día 12. Desde el 23 de febrero de 1869 sería presidente titular de la Cámara. En la Comisión de Constitución, tarea esencial de aquellas Cortes, se integraron equilibradamente los tres partidos de la revolución: progresistas, unionistas y demócratas, con cinco miembros cada uno. Los demócratas eran amigos de Rivero, encabezados por Martos, quienes aceptaban la posibilidad de la monarquía como salida del proceso abierto en septiembre.
    En el primer gobierno del sexenio, presidido por Prim, ocupó Sagasta la cartera de Gobernación, pero en la segunda remodelación que experimentó se adjudicó esta cartera a Rivero (4 de enero de 1870). Y en este despacho le correspondió defender una severa ley de orden público, con la cual el gobierno intentaba cimentar el régimen frente a las emboscadas desde la derecha y la izquierda, llamando el ministro “parricidas de la libertad” a quienes se levantaban contra el Estado en un país con sufragio universal y reconocimiento de los derechos individuales.
     Las medidas enérgicas con que hizo frente al bandolerismo, plaga endémica del campo andaluz, provocaron repetidos debates en el hemiciclo con Cánovas y Figueras, opositores por la derecha y por la izquierda que dibujaban el sendero estrecho por el que avanzaba el proceso revolucionario. Cubierto el complicado trámite de encontrar un titular para el trono, Rivero figuró entre los ciento noventa y un diputados que votaron a favor del duque de Aosta (16 de noviembre de 1870), abriendo la puerta a la monarquía de Amadeo I.
     Durante la vigencia del régimen amadeísta, participó con Ruiz Zorrilla en la formación del partido radical. Después de acceder éste a la presidencia del gobierno, fue elegido por segunda vez presidente de las Cortes (15 de septiembre de 1872). Y en este sitial hubo de asumir la responsabilidad de la conducción de un tránsito histórico. Presentado el documento de abdicación del Monarca a Ruiz Zorrilla y Rivero, el presidente del Congreso acordó con Figuerola la reunión de diputados y senadores en Asamblea Nacional para aprobar el documento de renuncia y declarar como forma de gobierno de la nación la República (11 de febrero de 1873). Al día siguiente Rivero remitió su dimisión de presidente de las Cortes, cargo en el que fue sustituido por Martos.
     Como consecuencia de una frustrada intentona radical contra la República (23 de junio de 1873) se exilió temporalmente a Francia y se retiró de la vida política, aunque asistiría, excepcionalmente, a la reunión convocada por el general Pavía después de la disolución del Congreso el 3 de enero de 1874. Incluso se apartó de la vida social, que redujo a sus jornadas en el Ateneo, donde formó tertulia con Campoamor, Valera y Sanz del Río. Falleció en Madrid el 5 de diciembre de 1878 (Antonio Fernández García, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la lápida funeraria de Nicolás María Rivero, en el Panteón de Sevillanos Ilustres, de la Iglesia de la Anunciación, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre el Panteón de Sevillanos Ilustres, en ExplicArte Sevilla.

jueves, 4 de diciembre de 2025

La Necrópolis de Santa Bárbara, en Casariche (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Necrópolis de Santa Bárbara, en Casariche (Sevilla).
     Hoy, 4 de diciembre, Conmemoración de Santa Bárbara, de la cual se dice que fue virgen y mártir en Nicomedia, en la actual Turquía (s. III / IV) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
   Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la Necrópolis de Santa Bárbara, en Casariche (Sevilla).
      Sitio arqueológico que responde a una cronología alto imperial romana. En el entorno de la actual vivienda, aparecen varios sillares diseminados, de grandes dimensiones y material arenisco o de albero. En esta misma zona, y reutilizado como elemento decorativo del actual cortijo, se documenta un fragmento de friso de mármol blanco. En la parte posterior de dicha explotación, hacia el Sur, se hallaron restos de una estructura semiderruida, de forma cuadrangular, de unos 15 metros cuadrados. Los muros principales, construidos con un mortero muy compacto, tienen un ancho de 1 metro. La planta de la estructura se mantenía casi intacta, conservando los muros 1,5 metros de alzado.
     En este mismo entorno ha aparecido una segunda estructura, a unos 15 metros al Este de la anterior que parece estar relacionada con conducciones y almacenamiento de agua para el regadío. Aunque parece haber sido remodelada no hace mucho, la estructura originaria puede ser muy anterior, aunque no pueda precisarse más su cronología. Su interior, con una profundidad de unos 10 metros, está construido a base de sillarejos y piedras irregulares. Un arco de medio punto soporta el peso en la parte central. Más abajo, la estructura se ensancha, presentando también dos arcos de medio punto que ayudan a reforzar el conjunto.
     Ningún material arqueológico aparece asociado a las estructuras descritas, lo que dificulta otorgarles una datación precisa. Las estructuras han sido muy afectadas en época contemporánea, siendo utilizada la primera de ellas como vertedero. Su interior ha sido colmatado por un gran amontonamiento de piedras irregulares. Los sillares y el fragmento marmóreo del actual cortijo sostienen la posibilidad de que se trate de los restos visibles de una villa romana. La primera estructura pudo haber tenido como finalidad la conservación de agua, cumpliendo las funciones de alberca o depósito. La segunda estructura parece estar relacionada con conducciones y extracción de agua para el regadío. Pese a estar remodeladas recientemente, algunos indicios apuntan a un posible origen antiguo, sin que se pueda precisar más la cronología.
     En el año 2002 se llevó a cabo una excavación arqueológica en la necrópolis romana de "Santa Bárbara", dirigida por los arqueólogos J. Mata Mora y M. Camacho Moreno. En este sitio arqueológico también se ha localizado una necrópolis romana de carácter humilde, compuesta por más de veinte tumbas. Las estructuras y los restos óseos estaban muy mal conservados, y fueron sometidos a un agresivo proceso de expolio incontrolado durante la propia intervención. Se identifica el área como una necrópolis de adscripción romana, concretamente del siglo I d.n.e., a tenor del material observado. La necrópolis se encuentra situada unos 400 metros al Oeste del actual cortijo de Santa Bárbara y podría ponerse en relación espacial con este hábitat romano del que, a falta de un estudio más exhaustivo, se carece prácticamente de datos.
     El material recuperado durante una excavación ofrece restos cerámicos pertenecientes a producciones hispano-romanas que pueden ir desde los siglos I a.n.e. hasta el siglo II d.n.e. La mayor parte de las piezas recuperadas en la intervención están adscritas, fundamentalmente, al repertorio del servicio de mesa: Platos de cerámica común y terra sigillata hispánica, así como cuencos también en terra sigillata. También aparecen recipientes altoimperiales de almacenamiento y transporte, y de cocina, tales como orzas -que frecuentemente aparecen como piezas de ajuar en los yacimientos de esta zona-.
     Resulta complicado extraer conclusiones de un sitio arqueológico  tan esquilmado, aunque  se pueden resaltar alguno de los aspectos de mayor interés. 
     A pesar de las dificultades encontradas para llevar a cabo un trabajo sistemático -incluso es difícil discernir si la mayor parte de las estructuras detectadas son enterramientos en sí- se pueden diferenciar 2 tipos fundamentales de estructuras:
     Estructuras de planta irregular, fosas simples excavadas en la marga, en mal estado de conservación, debieron contener originariamente los restos de la incineración, en unos casos contenidos en urnas y en otros directamente en la fosa, junto con el ajuar. Fábrica muy básica, apenas un recubrimiento de las paredes de la fosa con un tapial sencillo o mortero calizo, tal vez estucado en origen. En diversas unidades se documentan restos cerámicos y vítreos, que compondrían, junto con alguna gema, un ajuar sencillo. Son muy escasos los fragmento óseos asociados, tanto por el deteriorado estado de las fosas como por los revueltos originados durante la agresiva violación de las tumbas. El segundo tipo lo formarían estructuras algo más complejas en su fabricación, aunque igualmente expoliadas y mal conservadas. Se trata de estructuras alargadas excavadas en la marga y recubiertas sus paredes laterales (se desconoce la disposición de la cubierta) por tegulae y material constructivo. El proceso de excavación apunta a que también estas estructuras eran de tipo cinerario, y también se detectan escasos restos óseos asociados (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Leyenda, Historia, Culto e Iconografía de Santa Bárbara, virgen y mártir:
LEYENDA
   Compilada tardíamente por Simeón Metafrasto en el siglo X, la Pasión de esta santa oriental se popularizó en Occidente en el siglo XIII, gracias al arzobispo de Génova, Santiago de Vorágine, y a su Leyenda Dorada.
   Hija del sátrapa Dióscuro, habría nacido en Nicomedia, a orillas del mar de Mármara. Para sustraerla al proselitismo cristiano, su padre la encerró en una torre iluminada sólo por dos ventanas.
   No obstante, gracias a un subterfugio, ella  encontró el medio de recibir las enseñanzas de un sacerdote enviado por Orígenes, que se hacía pasar por médico, y quien, después de haberla instruido en la religión cristiana le administró el bautismo. Para expresar su fe en la Santísima Trinidad, ella perforó en el muro de la torre una «tercera ventana».
   Al saber que a pesar de todas sus precauciones su hija se había convertido, el feroz Dióscoro la amenazó con la espada. Ella consiguió huir y se refugió en un peñón que se abrió milagrosamente para darle asilo. Pero fue denunciada por un pastor chivato que fue castigado por su traición con la metamorfosis de sus corderos en langostas.
   Presa, santa Bárbara se negó a abjurar del cristianismo y a casarse con un pagano. Por ello la entregaron al juez Marciano que le hizo padecer los peores tormentos. Estirada en un potro fue azotada con vergajos, desgarrada con peines de hierro, rodada sobre fragmentos de cerámica, quemada  con hierros candentes; y al fin los verdugos le arrancaron los pechos con tenazas.
   Cuando la paseaban desnuda por la ciudad, un ángel le cubrió el cuerpo martirizado con un velo.
   Para terminar, su padre, desnaturalizado, la llevó hasta la cima de una mon­taña y le cortó la cabeza con sus propias manos. El castigo del cielo no se hizo esperar: el monstruo fue fulminado por un rayo. «Fue asaeteado y consumido de tal manera que de su cuerpo no quedaron polvo ni cenizas.»
CULTO
   El culto de la "partenomártir" de Bitinia nació en Oriente.
   Fue la patrona del monasterio de Edesa a partir del siglo IV, y en el VII se convirtió en titular de una basílica construida por los coptos en El Cairo. León el Filósofo puso bajo su advocación una iglesia de Constantinopla.
   En Occidente, su popularidad se remonta al siglo XV. No obstante, en Roma se la representó a partir del siglo VIII, tal como se ve en un pilar de Santa María la Antigua, acompañada por un pavo real, símbolo de inmortalidad. Se ha imaginado que en ciertos casos su culto sustituyó al de una divinidad celta: Borbo o Borvo (Borbón), dios de las fuentes. Por otra parte, corno protegía contra el rayo, se le edificaron santuarios en las cumbres golpeadas por el fuego del cielo. 
 Se la veneraba sobre todo en Francia, en las provincias de Normandía y Bretaña, como lo prueban la fundación de un priorato de Sainte Barbe en Auge, a orillas del Dive y la advocación de la capilla de Sainte Barbe en Faouet. 
    En Italia, es la patrona de las ciudades de Ferrara, Guastalla y Mantua.
   En España se la invoca contra los truenos, rayos e incendios (abogada contra los truenos e incendios).
   La extensión de su culto en Alemania, a finales de la Edad Media, se debía sobre todo al hecho de que figurase en la cohorte de los Catorce Intercesores (vierzehn Nothelfer), en compañía de santa Catalina y santa Margarita. Las tres santas gozaban de envidiables privilegios en la devoción popular, ilustrada por este refrán :
   Barbara mit dem Thurm,
   Margarethe mit dem Wurm, 
   Katharina mit dem Räddel
   Sind die drei heiligen Mädel.
   La liturgia les sumó a santa Dorotea, para formar el grupo del Cuarteto de vírgenes capitales que se invocaba en estos términos en la colecta de la Missa de Sanctis quattuor capitalibu s virginibus:
   «Deus qui sanctissimas virgines tuas Catharinam, Barbaram, Margaretham et Dotoheam per martyrii palmam ad coelos pervenire fecisti, praesta, quaesumus, ut earum intervenientibus meritis a peccatorum nostrum maculis mereamus absolvi.»
   A Santa Bárbara suele asociársela  sobre todo con santa Catalina. Protectora de los militares, simboliza la vida activa, mientras que santa Catalina, patrona de los clérigos, es la imagen de la vida contemplativa.
Patronazgos
   Si el culto de santa Bárbara suele adquirir en Alemania una forma colectiva, sus patronazgos tienen un carácter muy individual. Y son tan numerosos que para esclarecerlos, deben clasificarse en dos series: l. La protección contra el rayo y la muerte súbita; 2. Los patronazgos de corporaciones y oficios.
1. Protección contra el rayo y la muerte súbita
   Uno de los privilegios más apreciados de santa Bárbara era el de proteger contra el rayo porque  su verdugo, que fue su propio padre, fue fulminado por el fuego del cielo. Se la llamaba la «conjuradora del rayo».
   Los viejos refranes populares prueban que hasta la invención del pararrayos por Franklin, ella tenía la tarea a su cargo:
   Quand le tonnerre grondera, 
   Sainte Barbe nous gardera. 
   Quand le tonnerre tambera,   
   Sainte Barbe le retiendra.
   Partout où Barbe passera, 
   Le tonnerre ne tambera.
   (Cuando el trueno rugirá,/ Santa Bárbara nos guardará./ Cuando el rayo caerá, / Santa Bárbara lo retendrá./ Por donde Bárbara pasará, /El rayo no caerá.)
   Las iglesias cuyos campanarios y techos protegía de los incendios, invocaban su protección. Por ello el nombre de la santa suele estar inscrito en las campanas, que durante las tormentas solían echarse a vuelo.
   La capilla de Sainte Barbe au Faouet fue edificada en 1489 a causa de una promesa formulada por un noble, quien sorprendido durante una cacería por una violenta borrasca, se salvó gracias a la santa que alejó de su cuerpo una gran roca desprendida que rodara hacia él.
   Como protege del rayo, se considera que santa Bárbara también preserva de la muerte fulminante, y del deceso sin confesión ni comunión, particularmente temido por los creyentes. Así, pertenece a la categoría de los santos eucarísticos.
   Esos dos patronazgos estaban estrechamente ligados en el espíritu de los cristianos de finales de la Edad Media. En un Libro de Horas de 1490, un devoto ruega a santa Bárbara «guardarle del rayo y de la tormenta / como de la muerte súbita, vil y deshonesta / puesto que Dios le ha dado poder».
   Sin duda es esa una de las fuente principales de la popularidad de santa Bárbara, versión  femenina de san Cristóbal a quien también se invocaba contra «la muerte súbita». Los agonizantes recurrían a su intercesión para no expirar antes de haberse confesado. Por ese motivo se la llamaba Mater confessionis. Las cofradías de la Buena Muerte se ponían bajo su advocación.
2. Patronazgos de corporaciones y oficios
   Por el hecho de proteger contra el rayo y la mala muerte, santa Bárbara se convirtió en el siglo XV en la patrona de los artilleros, cuyos cañones tonantes lanzan el rayo, y que están expuestos a explosiones accidentales en tiempos de paz, y a la muerte súbita en tiempos de guerra. Los artificieros también la adoptaron como patrona. 
  Los arcabuceros, bombarderos, cañoneros y culebrineros nunca olvidaban situar su imagen protectora en los escudos de armas o piezas. La cofradía de santa Bárbara en París agrupaba a los salitreros, fabricantes de pólvora y oficiales de artillería. Se da el nombre de santa Bárbara a los polvorines, arsenales y fuertes; en los barcos de guerra, el  habitáculo del maestro artillero se denomina cámara de santa Bárbara.
   Por la misma razón, o tal vez a causa de la montaña que se abrió ante ella, santa Bárbara se convirtió en patrona de los mineros y canteros particularmente expuestos a los peligros del grisú y a los derrumbes. Muchos pozos de minas se bautizaron con el nombre de la santa. Su fiesta, el 4 de diciembre, era feriado para los mineros, y quienes trabajaban ese día se arriesgaban a sufrir accidentes mortales. Por extensión, también la adoptaron como patrona los obreros que perforan pozos petrolíferos, sobre todo en Pechelbronn, Alsacia.
   En el siglo XV, los mineros de Kutna Hora, Kuttenberg, (Bohemia) pusieron bajo su advocación una magnífica iglesia.
   Como en las tormentas se echaban a vuelo las campanas para prevenir los rayos, santa Bárbara también es patrona de los campaneros y carrilloneros. Otros patronazgos se explican por diferentes circunstancias de su leyenda. Puesto que era una virgen estudiosa que se inició en las verdades de la fe cristiana siendo muy joven, junto a santa Catalina comparte el patronazgo de los escolares y estudiantes. De ahí, el nombre del Colegio de Sainte Barbe sobre la colina de Sainte Genevieve, en París.
   La torre donde fue encerrada la santa y en la que ella perforó «una tercera ventana»  en honor de la Santísima Trinidad, le valió convertirse en la patrona no sólo de los presos sino también de los arquitectos y albañiles.
   En conmemoración de la metamorfosis de los ovinos del pastor que la denunciara, era invocada por los agricultores contra las plagas de langosta. Quizá el patronazgo de los canteros o pedreros se explique por la milagrosa apertura de la peña, que le sirviera de refugio. En cualquier caso, es por esa razón que ella curaba la enfermedad de la piedra (cálculos).
   La etimología popular le consiguió aún más clientes. A causa de un mal juego de palabras con su nombre, que evoca la idea de pelos, santa Bárbara era invocada por los tapiceros, fabricantes de brochas, sombrereros, fabricantes de verguetas y de raquetas. En Saone et Loire las mujeres visitan la capilla de Santa Bárbara en peregrinación, para tener hijos con pelo rizado.
   Puede apreciarse la extraordinaria diversidad de la clientela de santa Bárbara, a quien se recurría  no sólo a la hora de la muerte sino también  en la vida diaria, para infinidad de oficios. Era la protectora y abogada  celestial de los artilleros, mineros, campaneros, arquitectos, fabricantes de brochas y sombrereros.
   Ello explica la riqueza  de su iconografía.
ICONOGRAFÍA
Atributos
   Además de la palma del martirio y la corona, santa Bárbara se caracteriza por numerosos atributos que le pertenecen en propiedad exclusiva y permiten reconocerla fácilmente.
   Algunos se han tomado de su leyenda, otros de sus patronazgos.
1. La torre con tres ventanas
   Es el atributo más constante, y por decirlo así, obligatorio. En un auto sacramental del siglo XV puede leerse:
   Aussi faut qu 'elle ait une tour 
   En une main et puis en l 'autre
   Une palme; puis sans nulle faute 
   Ait sur la tête une couronne.
   (También es necesario que tenga una torre/ En una mano y luego en la otra/ Una palma; y luego sin falta alguna /  Que tenga una corona en la cabeza.)
   En vez de la pequeña torre simbólica en la mano, puede estar sentada al pie de una gran torre en construcción: así la representa Jan van Eyck en su célebre grisalla del Museo de Amberes (1437).
   Lo que caracteriza a la torre de santa Bárbara es que está abierta en tres Ventanas que simbolizan su adoración a la Santísima  Trinidad.
   A veces la torre, reducida a una pequeña escala, es sólo un simple ornamento aplicado como una insignia a su diadema o su tocado.
   En un cuadro del Museo de Bruselas, se ve a santa Bárbara cubierta con un vestido lleno de torres bordadas, formando pareja con santa Catalina que lleva el suyo constelado de ruedas.
2. La pluma de pavo real
   Las varas con que la azotaba su padre se habrían cambiado en plumas de pavo real.
   No obstante, puede que se trate de un símbolo de inmortalidad, como en el fresco de Santa María la Antigua, en Roma. Se trataría de una alusión a su patronazgo contra la muerte súbita.
3. Su padre y perseguidor hollado a sus pies
   Así forma pareja con el emperador Majencio a quien se ve a los pies de santa Catalina de Alejandría.
4. Un cáliz rematado con una hostia
   Este atributo que la señala como preservativo de la muerte repentina sin comunión, es menos universal que el precedente. Es particular del arte germánico, alemán y flamenco, e infrecuente en el francés.  
   Al tiempo que la torre alude a su leyenda, el cáliz la señala como patrona de la buena muerte (patronin eines seligen Todes).
   Los dos atributos suelen aparecer combinados: el cáliz está apoyado sobre una ménsula en saledizo, encima de las tres ventanas de la torre.
   Hasta se ha emitido la hipótesis de que en origen eran uno, es decir, que el cáliz sería una duplicación, una simple variante de la torre que a veces tenía la forma de un pimentero, bastante parecida a las píxides en que se conservaban las hostias consagradas para administrar a los agonizantes, en el siglo XV. De la torrecilla se habría pasado a la píxide, y luego al copón o cáliz sin tapa, encima del cual planea una hostia.
5. Un cañón o una bala de cañón
   Este atributo la señala como patrona de los artilleros.
   Resulta poco creíble que el cañón derive, como lo pretende Hourticq, de la torre mal interpretada. La semejanza de formas es muy ligera, y además, los tubos de los cañones no se erigen según la vertical.
   Palma Vecchio la representa con un cañón a sus pies. Un alabastro inglés del siglo XV (Victoria & Albert Museum, Londres), la muestra con una bala de cañón en  la mano.
   La semejanza entre una bala de artillería y una pelota de frontón sin duda explica la elección de santa Bárbara como patrona de los fabricantes de pelotas y de raquetas (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el sitio arqueológico Santa Bárbara, en Casariche (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia sevillana.

Más sobre la localidad de Casariche (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

La pintura "Santa Bárbara", de Francisco Meneses, en la Sala III del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Santa Bárbara", de Francisco Meneses Osorio, en la Sala III del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, de Sevilla.          
     Hoy, 4 de diciembre, Conmemoración de Santa Bárbara, de la cual se dice que fue virgen y mártir en Nicomedia, en la actual Turquía (s. III / IV) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la pintura "Santa Bárbara", en la Sala III del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, de Sevilla.
     El Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses [nº 40 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 78 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle San Luis, 37; en el Barrio de la Feria, del Distrito Casco Antiguo.
        En la sala III del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses podemos contemplar la pintura "Santa Bárbara", de Francisco Meneses, siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco de escuela sevillana, pintada en 1703, y procedente del Hospital de las Cinco Llagas, y a su vez del Hospital de los Inocentes.
Conozcamos mejor la Leyenda, Historia, Culto e Iconografía de Santa Bárbara, virgen y mártir:
LEYENDA
   Compilada tardíamente por Simeón Metafrasto en el siglo X, la Pasión de esta santa oriental se popularizó en Occidente en el siglo XIII, gracias al arzobispo de Génova, Santiago de Vorágine, y a su Leyenda Dorada.
   Hija del sátrapa Dióscuro, habría nacido en Nicomedia, a orillas del mar de Mármara. Para sustraerla al proselitismo cristiano, su padre la encerró en una torre iluminada sólo por dos ventanas.
   No obstante, gracias a un subterfugio, ella  encontró el medio de recibir las enseñanzas de un sacerdote enviado por Orígenes, que se hacía pasar por médico, y quien, después de haberla instruido en la religión cristiana le administró el bautismo. Para expresar su fe en la Santísima Trinidad, ella perforó en el muro de la torre una «tercera ventana».
   Al saber que a pesar de todas sus precauciones su hija se había convertido, el feroz Dióscoro la amenazó con la espada. Ella consiguió huir y se refugió en un peñón que se abrió milagrosamente para darle asilo. Pero fue denunciada por un pastor chivato que fue castigado por su traición con la metamorfosis de sus corderos en langostas.
   Presa, santa Bárbara se negó a abjurar del cristianismo y a casarse con un pagano. Por ello la entregaron al juez Marciano que le hizo padecer los peores tormentos. Estirada en un potro fue azotada con vergajos, desgarrada con peines de hierro, rodada sobre fragmentos de cerámica, quemada  con hierros candentes; y al fin los verdugos le arrancaron los pechos con tenazas.
   Cuando la paseaban desnuda por la ciudad, un ángel le cubrió el cuerpo martirizado con un velo.
   Para terminar, su padre, desnaturalizado, la llevó hasta la cima de una mon­taña y le cortó la cabeza con sus propias manos. El castigo del cielo no se hizo esperar: el monstruo fue fulminado por un rayo. «Fue asaeteado y consumido de tal manera que de su cuerpo no quedaron polvo ni cenizas.»
CULTO
   El culto de la "partenomártir" de Bitinia nació en Oriente.
   Fue la patrona del monasterio de Edesa a partir del siglo IV, y en el VII se convirtió en titular de una basílica construida por los coptos en El Cairo. León el Filósofo puso bajo su advocación una iglesia de Constantinopla.
   En Occidente, su popularidad se remonta al siglo XV. No obstante, en Roma se la representó a partir del siglo VIII, tal como se ve en un pilar de Santa María la Antigua, acompañada por un pavo real, símbolo de inmortalidad. Se ha imaginado que en ciertos casos su culto sustituyó al de una divinidad celta: Borbo o Borvo (Borbón), dios de las fuentes. Por otra parte, corno protegía contra el rayo, se le edificaron santuarios en las cumbres golpeadas por el fuego del cielo. 
 Se la veneraba sobre todo en Francia, en las provincias de Normandía y Bretaña, como lo prueban la fundación de un priorato de Sainte Barbe en Auge, a orillas del Dive y la advocación de la capilla de Sainte Barbe en Faouet . 
    En Italia, es la patrona de las ciudades de Ferrara, Guastalla y Mantua.
   En España se la invoca contra los truenos, rayos e incendios (abogada contra los truenos e incendios).
   La extensión de su culto en Alemania, a finales de la Edad Media, se debía sobre todo al hecho de que figurase en la cohorte de los Catorce Intercesores (vierzehn Nothelfer), en compañía de santa Catalina y santa Margarita. Las tres santas gozaban de envidiables privilegios en la devoción popular, ilustrada por este refrán:
   Barbara mit dem Thurm,
   Margarethe mit dem Wurm, 
   Katharina mit dem Räddel
   Sind die drei heiligen Mädel.
   La liturgia les sumó a santa Dorotea, para formar el grupo del Cuarteto de vírgenes capitales que se invocaba en estos términos en la colecta de la Missa de Sanctis quattuor capitalibu s virginibus:
   «Deus qui sanctissimas virgines tuas Catharinam, Barbaram, Margaretham et Dotoheam per martyrii palmam ad coelos pervenire fecisti, praesta, quaesumus, ut earum intervenientibus meritis a peccatorum nostrum maculis mereamus absolvi.»
   A Santa Bárbara suele asociársela  sobre todo con santa Catalina. Protectora de los militares, simboliza la vida activa, mientras que santa Catalina, patrona de los clérigos, es la imagen de la vida contemplativa.
Patronazgos
   Si el culto de santa Bárbara suele adquirir en Alemania una forma colectiva, sus patronazgos tienen un carácter muy individual. Y son tan numerosos que para esclarecerlos, deben clasificarse en dos series: l. La protección contra el rayo y la muerte súbita; 2. Los patronazgos de corporaciones y oficios.
1. Protección contra el rayo y la muerte súbita
   Uno de los privilegios más apreciados de santa Bárbara era el de proteger contra el rayo porque  su verdugo, que fue su propio padre, fue fulminado por el fuego del cielo. Se la llamaba la «conjuradora del rayo».
   Los viejos refranes populares prueban que hasta la invención del pararrayos por Franklin, ella tenía la tarea a su cargo:
   Quand le tonnerre grondera, 
   Sainte Barbe nous gardera. 
   Quand le tonnerre tambera,   
   Sainte Barbe le retiendra.
   Partout où Barbe passera, 
   Le tonnerre ne tambera.
   (Cuando el trueno rugirá,/ Santa Bárbara nos guardará./ Cuando el rayo caerá, / Santa Bárbara lo retendrá./ Por donde Bárbara pasará, /El rayo no caerá.)
   Las iglesias cuyos campanarios y techos protegía de los incendios, invocaban su protección. Por ello el nombre de la santa suele estar inscrito en las campanas, que durante las tormentas solían echarse a vuelo.
   La capilla de Sainte Barbe au Faouet fue edificada en 1489 a causa de una promesa formulada por un noble, quien sorprendido durante una cacería por una violenta borrasca, se salvó gracias a la santa que alejó de su cuerpo una gran roca desprendida que rodara hacia él.
   Como protege del rayo, se considera que santa Bárbara también preserva de la muerte fulminante, y del deceso sin confesión ni comunión, particularmente temido por los creyentes. Así, pertenece a la categoría de los santos eucarísticos.
   Esos dos patronazgos estaban estrechamente ligados en el espíritu de los cristianos de finales de la Edad Media. En un Libro de Horas de 1490, un devoto ruega a santa Bárbara «guardarle del rayo y de la tormenta / como de la muerte súbita, vil y deshonesta / puesto que Dios le ha dado poder».
   Sin duda es esa una de las fuente principales de la popularidad de santa Bárbara, versión  femenina de san Cristóbal a quien también se invocaba contra «la muerte súbita». Los agonizantes recurrían a su intercesión para no expirar antes de haberse confesado. Por ese motivo se la llamaba Mater confessionis. Las cofradías de la Buena Muerte se ponían bajo su advocación.
2. Patronazgos de corporaciones y oficios
   Por el hecho de proteger contra el rayo y la mala muerte, santa Bárbara se convirtió en el siglo XV en la patrona de los artilleros, cuyos cañones tonantes lanzan el rayo, y que están expuestos a explosiones accidentales en tiempos de paz, y a la muerte súbita en tiempos de guerra. Los artificieros también la adoptaron como patrona. 
  Los arcabuceros, bombarderos, cañoneros y culebrineros nunca olvidaban situar su imagen protectora en los escudos de armas o piezas. La cofradía de santa Bárbara en París agrupaba a los salitreros, fabricantes de pólvora y oficiales de artillería. Se da el nombre de santa Bárbara a los polvorines, arsenales y fuertes; en los barcos de guerra, el  habitáculo del maestro artillero se denomina cámara de santa Bárbara.
   Por la misma razón, o tal vez a causa de la montaña que se abrió ante ella, santa Bárbara se convirtió en patrona de los mineros y canteros particularmente expuestos a los peligros del grisú y a los derrumbes. Muchos pozos de minas se bautizaron con el nombre de la santa. Su fiesta, el 4 de diciembre, era feriado para los mineros, y quienes trabajaban ese día se arriesgaban a sufrir accidentes mortales. Por extensión, también la adoptaron como patrona los obreros que perforan pozos petrolíferos, sobre todo en Pechelbronn, Alsacia.
   En el siglo XV, los mineros de Kutna Hora, Kuttenberg, (Bohemia) pusieron bajo su advocación una magnífica iglesia.
   Como en las tormentas se echaban a vuelo las campanas para prevenir los rayos, santa Bárbara también es patrona de los campaneros y carrilloneros. Otros patronazgos se explican por diferentes circunstancias de su leyenda. Puesto que era una virgen estudiosa que se inició en las verdades de la fe cristiana siendo muy joven, junto a santa Catalina comparte el patronazgo de los escolares y estudiantes. De ahí, el nombre del Colegio de Sainte Barbe sobre la colina de Sainte Genevieve, en París.
   La torre donde fue encerrada la santa y en la que ella perforó «una tercera ventana»  en honor de la Santísima Trinidad, le valió convertirse en la patrona no sólo de los presos sino también de los arquitectos y albañiles.
   En conmemoración de la metamorfosis de los ovinos del pastor que la denunciara, era invocada por los agricultores contra las plagas de langosta. Quizá el patronazgo de los canteros o pedreros se explique por la milagrosa apertura de la peña, que le sirviera de refugio. En cualquier caso, es por esa razón que ella curaba la enfermedad de la piedra (cálculos).
   La etimología popular le consiguió aún más clientes. A causa de un mal juego de palabras con su nombre, que evoca la idea de pelos, santa Bárbara era invocada por los tapiceros, fabricantes de brochas, sombrereros, fabricantes de verguetas y de raquetas. En Saone et Loire las mujeres visitan la capilla de Santa Bárbara en peregrinación, para tener hijos con pelo rizado.
   Puede apreciarse la extraordinaria diversidad de la clientela de santa Bárbara, a quien se recurría  no sólo a la hora de la muerte sino también  en la vida diaria, para infinidad de oficios. Era la protectora y abogada  celestial de los artilleros, mineros, campaneros, arquitectos, fabricantes de brochas y sombrereros.
   Ello explica la riqueza de su iconografía.
ICONOGRAFÍA
Atributos
   Además de la palma del martirio y la corona, santa Bárbara se caracteriza por numerosos atributos que le pertenecen en propiedad exclusiva y permiten reconocerla fácilmente.
   Algunos se han tomado de su leyenda, otros de sus patronazgos.
1. La torre con tres ventanas
   Es el atributo más constante, y por decirlo así, obligatorio. En un auto sacramental del siglo XV puede leerse:
   Aussi faut qu 'elle ait une tour 
   En une main et puis en l 'autre
   Une palme; puis sans nulle faute 
   Ait sur la tête une couronne.
   (También es necesario que tenga una torre/ En una mano y luego en la otra/ Una palma; y luego sin falta alguna /  Que tenga una corona en la cabeza.)
   En vez de la pequeña torre simbólica en la mano, puede estar sentada al pie de una gran torre en construcción: así la representa Jan van Eyck en su célebre grisalla del Museo de Amberes (1437).
   Lo que caracteriza a la torre de santa Bárbara es que está abierta en tres Ventanas que simbolizan su adoración a la Santísima  Trinidad.
   A veces la torre, reducida a una pequeña escala, es sólo un simple ornamento aplicado como una insignia a su diadema o su tocado.
   En un cuadro del Museo de Bruselas, se ve a santa Bárbara cubierta con un vestido lleno de torres bordadas, formando pareja con santa Catalina que lleva el suyo constelado de ruedas.
2. La pluma de pavo real
   Las varas con que la azotaba su padre se habrían cambiado en plumas de pavo real.
   No obstante, puede que se trate de un símbolo de inmortalidad, como en el fresco de Santa María la Antigua, en Roma. Se trataría de una alusión a su patronazgo contra la muerte súbita.
3. Su padre y perseguidor hollado a sus pies
   Así forma pareja con el emperador Majencio a quien se ve a los pies de santa Catalina de Alejandría.
4. Un cáliz rematado con una hostia
   Este atributo que la señala como preservativo de la muerte repentina sin comunión, es menos universal que el precedente. Es particular del arte germánico, alemán y flamenco, e infrecuente en el francés.  
   Al tiempo que la torre alude a su leyenda, el cáliz la señala como patrona de la buena muerte (patronin eines seligen Todes).
   Los dos atributos suelen aparecer combinados: el cáliz está apoyado sobre una ménsula en saledizo, encima de las tres ventanas de la torre.
   Hasta se ha emitido la hipótesis de que en origen eran uno, es decir, que el cáliz sería una duplicación, una simple variante de la torre que a veces tenía la forma de un pimentero, bastante parecida a las píxides en que se conservaban las hostias consagradas para administrar a los agonizantes, en el siglo XV. De la torrecilla se habría pasado a la píxide, y luego al copón o cáliz sin tapa, encima del cual planea una hostia.
5. Un cañón o una bala de cañón
   Este atributo la señala como patrona de los artilleros.
   Resulta poco creíble que el cañón derive, como lo pretende Hourticq,  de la torre mal interpretada. La semejanza de formas es muy ligera, y además, los tubos de los cañones no se erigen según la vertical.
   Palma Vecchio la representa con un cañón a sus pies. Un alabastro inglés del siglo XV (Victoria & Albert Museum, Londres), la muestra con una bala de cañón en  la mano.
   La semejanza entre una bala de artillería y una pelota de frontón sin duda explica la elección de santa Bárbara como patrona de los fabricantes de pelotas y de raquetas (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la biografía de Francisco Meneses, autor de la obra reseñada;
     Francisco Meneses Osorio, (Sevilla, c. 1640 – 1721). Pintor, y académico de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría (Sevilla)
    La partida de defunción de este artista, redactada en 1721, indica que en el momento de su fallecimiento tenía unos ochenta años, por lo que puede deducirse que nació hacia 1640. Se ignoran datos fundamentales de su vida, siendo referencia constante, desde que lo indicase Ceán Bermúdez, que fue discípulo de Murillo.
     Puede suponerse, por tanto, que su actividad artística se inició hacia 1660, cuando contaba con unos veinte años de edad, después de haber finalizado su proceso de aprendizaje, posiblemente con Murillo.
     Desde 1663 comienzan a aparecer obras firmadas y fechadas de Meneses Osorio, aspecto que indica ya por estas fechas una actividad notable dentro del ambiente artístico sevillano. Uno de sus principales méritos fue su ingreso como miembro de la Academia de Pintores locales que Murillo había fundado junto con Herrera el Joven en 1660. Otras referencias documentales señalan que en 1771 residía en la parroquia de San Martín y que en 1714 vivía en la parroquia de San Miguel, en la calle del Puerco; allí falleció en 1721 y en dicha parroquia fue sepultado.
      Su partida de defunción señala que estuvo casado con Ana Ponce; quizás fue hijo suyo el pintor Sebastián de Meneses que estaba activo en Sevilla en 1710.
     La posibilidad de que Meneses Osorio haya sido discípulo de Murillo se refuerza principalmente con la filiación de sus formas artísticas con las de este maestro; también es interesante advertir que cuando los frailes capuchinos de Cádiz se encontraron a la muerte de Murillo en 1682 con el retablo mayor de su iglesia inconcluso, encargaron a Meneses su conclusión, quizás porque eran conscientes de que era este artista quien mejor podía realizar la finalización de las pinturas de acuerdo con el estilo del maestro fallecido. En este sentido, es posible suponer que Meneses Osorio manejó los dibujos y bocetos que Murillo había preparado para la ejecución de dicho retablo y que los utilizó fiel y escrupulosamente. Siguiendo estas pautas, Meneses Osorio debió de finalizar el lienzo principal del retablo de los capuchinos de Cádiz que representa Los desposorios místicos de santa Catalina, advirtiéndose en la parte por él realizada una calidad artística bastante inferior a la del maestro. Los restantes lienzos del retablo, actualmente conservados en el Museo de Bellas Artes de Cádiz, son todos obras de Meneses, siendo estas pinturas San José, San Francisco, San Miguel arcángel y El Ángel de la guarda. También en este museo se conserva un San Francisco recibiendo los estigmas que procede de alguna dependencia del antiguo convento de los capuchinos de Cádiz y que muestra características de estilo propias de Meneses Osorio.
     Un importante grupo de pinturas de este artista se conserva en Sevilla, entre las cuales destaca un San Miguel arcángel en el Hospital de la Santa Caridad de esta ciudad, obra que muestra un intenso parentesco estilístico y compositivo con el mismo tema citado en el Museo de Cádiz. Importante por su digna calidad es el San José con el Niño firmado y fechado en 1684; esta obra, que pertenece al Museo de Bellas Artes de Sevilla, presenta claras derivaciones del estilo de Murillo. También en el mismo museo se conserva una obra capital dentro de la producción de Meneses: San Cirilo en el concilio de Éfeso, firmada y fechada en 1701. En esta pintura el artista intenta introducir en la escena el sentido de solemnidad y trascendencia que requiere el episodio representado. La nómina de pinturas de Meneses Osorio en el Museo de Bellas Artes de Sevilla se incrementa con un San Juan Bautista Niño y un San Nicolás de Bari. En la primera se constatan claramente débitos estilísticos procedentes de Murillo, pero sin alcanzar los conceptos de belleza y gracia que el maestro había obtenido al tratar dicho tema. El San Nicolás de Bari muestra una composición que repite la hierática e inexpresiva fisonomía reproducida por las estampas, que representan la imagen de este santo a la manera de un icono. Una última obra de Meneses en el Museo de Sevilla, también de corte murillesco, es la Aparición de la Virgen de la Merced a San Pedro Nolasco, pintura que de antiguo se venía atribuyendo al propio Murillo, pero que, sin embargo, presenta con evidencia el estilo del discípulo.
     Firmada por Meneses Osorio se encuentra en el Hospital del Pozo Santo de Sevilla una interesante representación de la Virgen de los desamparados con San Vicente Ferrer y San Pascual Bailón, en la que el artista ha repetido fielmente la imagen de esta Virgen que principalmente recibe culto en Valencia.
     Fuera de Sevilla pueden citarse algunas obras interesantes de Meneses Osorio como La Inmaculada, firmada en 1692 y que pertenece a la colección Forum Filatélico de Madrid, en la que el artista repite una composición original de Murillo conservada en el Museo Ponce de Puerto Rico. En el Museo Nacional de Escultura de Valladolid se guarda una representación de La Virgen de los Reyes firmada en 1696 por Meneses Osorio, en la que se repite fielmente el retablo de esta devoción conservado en la Catedral de Sevilla. Otra obra de cierto interés es la Dolorosa, firmada en 1703, que se conserva en el Convento de la Encarnación de Osuna y en la que la Virgen aparece recogida ante la cruz vacía, en actitud melancólica y doliente. Finalmente, hay que señalar que en la Bob Jones University (Estados Unidos) se encuentra un Cristo salvador del mundo, obra de cierto interés en la que Meneses insiste una vez más en recrear modelos murillescos (Enrique Valdivieso González, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
       Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Santa Bárbara", en la Sala III del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

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