Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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viernes, 19 de diciembre de 2025

La desaparecida Puerta de la Barqueta

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la desaparecida Puerta de la Barqueta, de Sevilla.
      La Puerta de la Barqueta, se encontraba en la avenida Torneo, en su confluencia con la calle Puerta de la Barqueta; en el Barrio de San Lorenzo, del Distrito Casco Antiguo, de Sevilla.
     Estaba situada en la calle Torneo, a la altura de la calle Blanquillo.
     A esta puerta se le han aplicado hasta tres topónimos diferentes a lo largo de su historia, como son los de Bibarragel en sus múltiples variantes, de la Almenilla y de la Barqueta.
     El primero de ellos no aparece documentado en las fuentes musulmanas, aunque su etimología árabe evidente y el hecho de figurar en la documentación castellana del siglo XIII, permiten suponer que tras la conquista cristiana, tal y como ocurrió en las puertas de la Macarena, Triana y Carmona, se castellanizó su nombre árabe de bab al-Ragwal, el cual haría referencia a la población a la que conducía el camino que de ella partía y, que según F. Hernández, sería Qalat Ragwal, es decir Alcalá del Río, aunque hay quien considera que el nombre árabe de la puerta sería el de bab al-Rayyal o "de los peones".
     El topónimo de la Almenilla aparece ya registrado en un documento de los Papeles del Mayordomazgo fechado en 1386, si bien hace referencia a una torre albarrana cercana a la puerta, y que en el siglo XVI todavía menciona Peraza. Sin embargo, no lo encontramos designando a esta puerta hasta este siglo.
     Por su parte, el de la Barqueta es mucho más moderno, ya que no aparece hasta el siglo XVII, aunque será el que se imponga definitivamente.
     En cuanto al origen del primero de los topónimos, es decir el de Bibarragel, los historiadores sevillanos lo explican a partir de una plaza del mismo nombre que estaba junto a la puerta.
     Sólo Peraza intenta explicar su etimología, aunque duda entre dos posibilidades: que signifique "puerta de huésped", y a que este sería el significado de Ragel en árabe, o "puerta de Ragel o Laget", nombre del individuo a quien estaría dedicada. Sin embargo, este autor utiliza este topónimo para referirse a la que el resto de la historiografía designa con el de San Juan o del Ingenio, en lo que coincide con Palomo y, en un primer momento, con Ortiz de Zúñiga, puesto que este último duda a la hora de identificar este topónimo con la puerta de San Juan o la de la Almenilla, si bien finalmente se decide por ésta.
     En cuanto al topónimo de la Almenilla, casi todos los autores coin­ciden a la hora de explicar su origen en virtud de una que coronaba la puerta y servía para medir la altura alcanzada por el Guadalquivir en sus crecidas, cuya existencia tenemos documentada al menos desde 1485, aunque hay quien lo relaciona con la torre "del Almenilla".
     Por último, la historiografía sevillana es unánime a la hora de explicar el origen del topónimo de la Barqueta a partir de la presencia junto a esta puerta de una barca que posibilitaba atravesar el Guadalquivir, cuya existencia tenemos documentada al menos desde 1437.
     El único dato que tenemos acerca de la primitiva estructura de la puerta islámica data de 1386, y en él queda patente, en contra de lo que sostiene algún investigador, que la torre de la Almenilla nada tiene que ver con esta puerta: "la obra que se a de fazer en la torre del almenilla, et despues buelve fasta la torre de la puerta de bilbarrejel". Por lo tanto, se tra­taría de una torre-puerta con acceso en recodo único y protegida por barbacana.
     La historia de este punto de la muralla es extremadamente compleja debido a las numerosísimas obras que se realizaron en ella, puesto que así lo requerían los continuos daños que ocasionaban las crecidas del Guadalquivir.
     Ahora bien, de estas obras debe destacarse la que tuvo lugar durante los años 1627 y 1628, puesto que ante el estado de ruina en la que se encontraba la puerta a consecuencia de la inundación de 1626, "tan baxa, que casi quedaba inferior a la madre del río (...), aplicándose con gran zelo el Asistente Conde de la Puebla del Maestre (...) y arbitrando medios, á que exhaustos los propios de la Ciudad no podian contribuir", debió levantarse "(...) tanto, que su umbral baxo quedó donde estaba el alto de la antigua, con que quedó superior, no solo al río en su ordinario curso, sino en sus mayores crecientes". En términos muy similares se expresan González de León y Palomo.
     Según parte de la historiografía, las obras también habrían consistido en la construcción de dos torreones que flanqueaban la puerta, tal y como figura en un dibujo de Tovar. Sin embargo, Ortiz de Zúñiga se refiere a estas obras en los siguientes términos: "embebiéndola (la puerta) en un robusto y alto torreón escarpado", en lo que coincide con el testimonio de Espinosa y Cárcel, así como con la planta de la puerta que figura en los planos y proyectos de obras de los siglos XVIII y XIX.
     Por lo tanto, tras estas obras la puerta de la Barqueta adquirió el aspecto con el que permaneció, salvo las modificaciones hechas a finales del XVIII, hasta su derribo a mediados del siglo XIX.
     En lo que a las inscripciones se refiere, en 1617 se colocó una lápida con inscripción en castellano, conmemorativa de las obras que se iniciaron en 1604 y concluyeron aquél año y que fue redactada por el humanista Francisco de Rioja.
     En 1628 se colocó otra lápida de mármol con inscripción latina en conmemoración de las obras que se realizaron tras la inundación de 1626. Conocemos su emplazamiento gracias a la historiografía, puesto que los tres autores que la recogen coinciden en situarla en la torre que flanqueaba la puerta.
     Otra lápida con inscripción en castellano en conmemoración de las obras que se efectuaron entre 1773 y 1779 se colocó en 1780. Sabemos a través de la historiografía y del dibujo de Tovar, que se encontraba colocada en en el muro exterior del Blanquillo.
     La inscripción de 1617 debió perderse tras la inundación de 1626, puesto que la práctica totalidad de la historiografía no la recoge y Llaguno y Amirola afirma que la localizó "en un códice antiguo".
     La de 1627 se conserva en los fondos del Museo Arqueológico Provincial, donde ingresó el 12 de marzo de 1880 entregada por la Comisión de Monumentos (R.E. 273).
     Por su parte, la de 1780 pertenece a la Colección Arqueológica Municipal, cuyo número de inventario es el 21, encontrándose expuesta en la galería de acceso de la Torre de Don Fadrique (Daniel Jiménez Maqueda, Estudio histórico-arqueológico de las puertas medievales y postmedievales de las murallas de la ciudad de Sevilla. Guadalquivir Ediciones. Sevilla, 1999).
     No todas las puertas de la vieja muralla de Sevilla daban a un camino principal. Algunas se abrían, como hemos visto, al viento y la nada. Mas también hubo otras que conducían al mis­terio o la ensoñación; al enigma que corre a ocultarse bajo las aguas verdes del río cuando una esquila conventual se oye anunciando el amanecer. O a una tumba que debería haber estado aquí pero que no está.
     Un monasterio cisterciense y un edificio abandonado que aguarda tiempos mejores para ser demolido y sustituido por vaya usted a saber qué invento, encuadran las esquinas de la calle Calatrava; la arteria que conduce hasta el interior de la ciudad desde este lugar que en 1992 volvió a llamarse la Barqueta, después de haber permanecido durante casi un siglo convertido en una sórdida esquina, entablada frente a la tapia que guardaba las vías del ferrocarril. Nadie pudo imaginar durante todos esos años de grisura, tráfico, atascos, hollín y grafitis -«Tonto el que lo lean- que este lugar hubiera sido en el pasado un sitio de esparcimiento y recreo; el hermoso y romántico rincón donde la ciudad se encontraba con el río que le dio el ser y también con más de un quebradero de cabeza. Porque aquí era precisamente por donde primero se colaban las aguas del Guadalquivir cuando los temporales las hacían salirse de madre.
     Esta también pudo ser la apartada orilla de Don Juan, el román­tico enclave donde hasta Gustavo Adolfo Bécquer quiso tener su tumba, deseo que el poeta expresó en una de las cartas que escribió desde su celda del monasterio de Veruela; un sepulcro desgastado por el tiempo, lleno de verdín y oculto por la hojarasca de un otoño eterno, sobre el que se proyectase la sombra triste de un sauce. Al final, la ciudad contravino los deseos del poeta y destinó sus huesos a reposar en un lugar mucho más olvidado que este: el Panteón de los Sevillanos Ilustres. Lo cierto es que los poetas parecen demostrar una misteriosa querencia funesta por este lugar, pues acaso fue también en este recodo del río donde a punto estuvieron de ahogarse varios de los más egregios integrantes de la generación del 27. Con ocasión de su estancia en Sevilla para participar en el homenaje a Góngora organizado por el Ateneo donde se harían la famosa e histórica foto, Federico, Alberti, Dámaso, Guillén, Chabás, Bacarisse y Bergamín decidieron cruzar el río de noche en una barca guiándose de una maroma que hacía de catenaria entre orilla y orilla. La que pretendía ser una más de las muchas aventuras que vivieron en aquellos días del diciembre sevillano a punto estaría de costarles la vida. El viento empezó a soplar, el río a agitarse, la maroma a tensarse describiendo un violento arco y la barca a parecerse a la de Caronte. Al evocar el suceso, Dámaso Alonso recuerda cómo las risas que llevaban de tierra se les fueron poco a poco apagando, conforme la crecida del río iba acrecentando la amenaza. "El Guadalquivir, inmenso toro oscuro, empujaba la barca, la que­ría para sí y para el mar". Y al llegar a la mitad del camino, García Lorca entró en pánico. "Tanto y con tanta ponderación lamentaba haberse embarcado, que primero creí que se trataba de una broma más, entre sus bromas. No, era auténtico terror; le salía de la carne, al contacto de aquella fuerza negra, mugidora, fría,.. Por fortuna, los poetas ganarían la orilla sanos y salvos sin que nada les pasara, bien es cierto que el destino le tendría reservada a Federico García Lorca una prueba aun peor. No está claro, sin embargo, el punto exacto donde tal episodio aconteció. Si fue donde cruzaba el río la barqueta que dio nombre a la puerta, no se ha podido averiguar, pero no es descartable. En todo caso, se non e vero, e ben trovato.
     Todavía entonces no podía ser más a propósito este recodo del Betis para que en él aconteciera una tragedia de tantísima trascendencia literaria. Ciertamente, para que Bécquer soñara con tener aquí su tumba, el paisaje debió de parecerse bastante poco al que tuvo durante la mayor parte del siglo XX. Y así fue. El río Guadalquivir ascendía hasta aquí formando una perfecta línea paralela con la vieja muralla de la ciudad, que en este punto viraba para dirigirse hacia la puerta de la Macarena, mientras el río continuaba hasta la hacienda de Buenavista, donde se erigía el monasterio de los Jerónimos. Justo en este rincón de la cerca era donde se alzaba la vieja Puerta de Vib Arragel, que andando el tiempo sería llamada de la Almenilla y más tarde de la Barqueta, adoptando el de la embarcación que durante años se halló en este punto del cauce fluvial para conducir a la otra orilla a los viajeros que se encaminaran hacia Santiponce y, más allá, a Extremadura. Tenía este rincón de la ciudad un punto bucó­lico, conferido por la presencia del río y la fronda del bosque de rivera que lo festoneaba, y también ese punto entre melancólico y enigmático que tienen los sitios donde las ciudades acaban, yendo a perderse en una nada incierta, pues no había camino más allá de la vieja Puerta de la Barqueta, sino la enigmática y voluble senda verde del milenario Guadalquivir.
     Tal vez por todo ello el halo misterioso de la leyenda acabaría haciendo presa en este rincón donde la ciudad se encontraba con el río, provocando que lo que al principio fuera el escenario para el esparcimiento y recreo de las gentes, pasara de los gozos a las sombras y se convirtiese andando el tiempo en una sórdida y oscura trampa donde mejor resultaba no aventurarse, pues allí merodeaban randas peligrosos que el común tomó por fantasmas -los fantasmas del Blanquillo-, aunque de fantasmas tenían más bien poco.
     Cuando a principios de los años noventa del siglo pasado fueron demolidas las últimas construcciones ferroviarias que aún existían al final de la Resolana, quedaron al descubierto los restos de una enorme construcción de argamasa que inmediatamente fueron relacionados con restos de la muralla. En efecto, guardaban esa relación, pues tales restos eran a buen seguro lo único que aún se conservaba de lo que en tiempos se denominó el Patín de las Damas. Cuenta Ortiz de Zúñiga que en el año de 1383, para hacer frente a las avenidas del río, y como defensa de la ciudad en el punto donde más combatían sus aguas, se determinó construir una especie de malecón de argamasa, terraplenando la zona que había entre la muralla y el río a la altura de la puerta de la Barqueta, llamada entonces de la Almenilla. Aquella obra daría lugar a una gran planicie junto al río que pronto empezó a ser frecuentada por los sevillanos, que disfrutaban allí de agradables paseos; de ahí su nombre origi­nal. Las cosas, sin embargo, se irían torciendo poco a poco, conforme el Guadalquivir fue devorando aquel potente malecón de argamasa que hubo de ser reforzado en varias ocasiones, hasta la definitiva de 1773. Claro que para entonces, Sevilla ofrecía otros lugares de esparcimiento, como la Alameda de Hércules, que la población tenía más a mano. Tal fue la causa de que el patín dejara de serlo y el lugar de las damas fuera ocupado por unos fantasmas que, en realidad, eran algo bastante peor, pues aquellos que el pueblo tomaba por almas en pena, ánimas del purgatorio que buscaban en vano la salvación, no eran sino malhechores que se amparaban en las sombras y la desolación que se habían adueñado del antiguo lugar de recreo y esparcimiento para cometer sus sangrientas fechorías; bandidos que cuando no tenían para desvalijar a un infeliz que hubiera cometido la temeridad de aventurarse en sus dominios se dedicaban al contrabando, introduciendo en la ciudad mercancías sin abonar los correspondientes derechos de puerta, para lo cual se disfrazaban del modo más grotesco simulando ser espectros que, como apuntaba Álvarez-Benavides, volaban luego a las tabernas para repartirse "los dones que alcanzaban en la tierra procedentes de manos que muchas veces terminaban de hacer milagros cuando aparecían clavadas en las escarpias por las calles de la ciudad y caminos vecinales". 
     Claro que el bueno de Álvarez-Benavides, pese a su afán de evaporar la superchería y falsas creencias que se habían instalado entre los sevillanos de su época, también nos legó a propósito de la Puerta dela Barqueta y su anexo Patín de las Damas, luego llamado el Blanquillo, un increíble relato que parece sacado de la novela de Las minas del rey Salomón. Cuenta que al ser demolida "se hizo un descubrimiento muy curioso. En el costado izquierdo de la misma y cerca de las escaleras que conducían al Blanquillo, apareció la entrada de un subterráneo. Esta bajada de boca cuadrangular dirigía primero sus escalones hacia el río, después continuaba en dirección paralela al mismo tiempo, a continuación aparecía una mina que se dirigía a la izquierda y, por último, tornaba a ser paralela al Guadalquivir y daba entrada a un espacio cuadrado y abovedado que contenía una gran piedra en su centro y parecía haber servido de mesa. En uno de los ángulos de este espacio aparecían señales de una puerta con dirección al sur, y otra también que se descubrió tapiada, cerraba el paso de una distinta galería colocada en dirección hacia el este. La construcción de aquella misteriosa obra indicaba ser de origen romano y, al ser descubierta, lejos de practicar un detenido examen de ella, se apresuraron a rellenarla de escombros proceden­tes del derribo y la vía férrea extendió por encima su raíl sin que nadie se preocupara en hacer más averiguaciones sobre el particular... ¿Realidad o ficción? Imposible ya averiguarlo.
     Todo ello empezó a cambiar cuando en 1858 la Puerta de la Barqueta, protomártir de las puertas de la muralla de Sevilla, fue demolida. También Álvarez-Benavides cuenta que por aquel tiempo un señor inglés que vivía en Sevilla, con la guasa propia de la tierra que por lo visto había ya adquirido, aunque también con una ironía y un gusto por lo realmente valioso que son genuinamente británicos, solicitó permiso para levantar en el lugar donde estuvo la puerta un monolito que pusiera: "Hércules te edificó, Julio César te cercó de muros y torres altas y un alcalde me mandó derribar con otras cuantas". Esta, lamentablemente, ha sido la historia de Sevilla desde hace muchas décadas. La historia de una ciudad que fue a parar a manos de gentes con un concepto torvo, cejijunto e ignorante del progreso. Así, la Barqueta, que una vez fue lugar de recreo y esparcimiento, acabó siendo arrasada por las vías del tren. Y con ella, toda esta orilla del río. 
   La Exposición Universal de 1992 nos hizo descubrir muchas cosas del mundo, pero también de la propia Sevilla. En particular, este rincón que, desplazado el tren y demolida la ominosa tapia que lo oculta, volvió a ser el mismo. O, por decirlo más exactamente, volvió a llamarse igual que antiguamente. Ahora no es una barcaza, sino un puente lo que lleva hasta ese otro camino, también de alguna manera incierto, que es el barrio de la Cartuja. Algo, no obstante, permanece igual desde hace ya casi ocho siglos: mucho antes del amanecer, mientras las oscuras aguas del río se llenan de ondas que dibujan con sus saltos los fantasmagóricos peces que nadan en ellas, una esquila suena llamando a la primera oración del día a las monjas del monasterio de San Clemente. Es lo único que logró man­tenerse intacto, más allá de los siglos y los avatares desde que el rey San Fernando conquistara la ciudad. Mientras el eco de esa campana siga irrumpiendo en el misterio negro de la noche para disolver sus sombras y abrir el camino a la luz, en algún lugar de la memoria pétrea de la ciudad seguirá estando en pie la Puerta de la Barqueta. Y allá cerca, inclinado junto al río, habrá también un sauce derramando eternamente lágrimas secas sobre el musgo que oculta el sepulcro de un poeta cuyo nombre el tiempo borró (Juan Miguel Vega, Veintitantas maneras de entrar en Sevilla. El Paseo. Sevilla, 2024). 
        Estuvo erigida en la actual esquina de las calles Calatrava y Vib Arragel (nombre que también tuvo en su día la puerta, luego llamada de la Almenilla y finalmente de la Barqueta). Aquel lugar era donde entonces más combatían las aguas del Guadalquivir, pues en él la corriente se encontraba con los muros de la ciudad; no pocas veces de forma violenta. Para cruzar el río hubo también en este lugar del cauce una barcaza que le daría finalmente nombre a la puerta. Como todas las demás puertas, había sido renovada en la segunda mitad del siglo XVI, pero en 1626 resultó muy dañada por la mayor inundación que sufrió Sevilla a lo largo de toda su historia. El Asistente Lorenzo de Cárdenas ordenó reconstruir­la, tarea que se completó en 1628. La puerta fue recrecida 'tanto que su umbral baxo quedó donde estaba el alto de la antigua, con que quedó superior no sólo al río en su ordinario curso, sino en sus ma­yores crecientes'. La puerta quedó embebida en un 'alto y robusto' torreón escarpado, 'desde el cual se corrió un través de muralla en parte retirada de la antigua, con bastante fondo y fuertes cubos que del todo dexaron segura en incontrastable aquella par­te'. La Puerta de la Barqueta fue la primera en ser demolida, hecho que ocurrió el año 1858. Cuentan que un inglés que vivía por la zona propuso que en el lugar del derribo se levantase un monolito con la inscripción: 'Hércules te edificó, Julio César te cercó de muros y torres altas y un alcalde me mandó derribar con otras cuantas' (Exposición Puertas de Sevilla, ayer y hoy. Sevilla, 2014).
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jueves, 18 de diciembre de 2025

El Monumento al Emigrante, de Sánchez Barrera, en Pruna (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Monumento al Emigrante, de Sánchez Barrera, en Pruna (Sevilla).  
     Hoy, 18 de diciembre, Día Internacional del Migrante, es el mejor día para ExplicArte el Monumento al Emigrante, de Sánchez Barrera, en Pruna (Sevilla).
     Con motivo de la celebración del día del emigrante,  la corporación municipal encargó a Antonio Sánchez Barrera, pintor y escultor de Pruna, la tarea de realizar una estatua en homenaje a todos y todas las emigrantes de nuestro pueblo, tanto los que retornan cada temporada como los que se encuentran lejos de su localidad natal.
     En esta estatua en homenaje al emigrante, Sánchez Barrera exterioriza el estado de ánimo y la sensibilidad humana, cuya expresión es su principal búsqueda. Cada línea, forma y color obedece a un idealismo personal en busca del alma de sus criaturas. Arte nostálgico, de un tiempo pretérito, como éste que envuelve al emigrante.
     Se encuentra situado en la Plaza de la Constitución donde también se encuentra el consistorio municipal.
Conozcamos mejor el Día Internacional del Migrante;
     El Día Internacional del Migrante es una buena ocasión para resaltar las inestimables contribuciones de millones de migrantes en todo el mundo. Sirve también para poner de relieve el entorno cada vez más complejo en el que se produce la migración. Los conflictos, las catástrofes climáticas y las presiones económicas siguen empujando a millones de personas a abandonar sus hogares en busca de seguridad o, simplemente, de oportunidades.
     El año pasado se registraron niveles récord de desplazamientos internos, se incrementaron las necesidades humanitarias en nuevas y actuales crisis y, desafortunadamente, se alcanzó la cifra más alta de muertes de migrantes en tránsito. Sin embargo, entre estas situaciones, también hay historias de resiliencia, progreso y esperanza. Una migración segura y bien gestionada alberga muchas posibilidades. Los migrantes desempeñan un papel fundamental en los mercados laborales: colman las lagunas de cualificación, impulsan la innovación y el espíritu empresarial y resuelven los retos demográficos en sociedades que envejecen. Los migrantes impulsan el crecimiento económico y son un sustento para las familias y comunidades de origen, lo que a su vez fomenta el desarrollo.
     Hay datos irrefutables de que cuando la migración se gestiona de forma segura y estratégica, puede ser una poderosa y beneficiosa herramienta. Si apoyamos vías regulares para la migración, podemos ofrecer oportunidades a los migrantes, proteger mejor sus derechos y contribuir a una mayor prosperidad en los países de los que proceden y en los que los acogen.
     Juntos, paso a paso, podemos seguir construyendo un mundo en el que la migración sea segura, ordenada y beneficiosa para todos (Naciones Unidas).
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La Hermandad de la Esperanza de Triana

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad de la Esperanza de Triana, de Sevilla.  
     Hoy, 18 de diciembre, es la Memoria de la Expectación de la Virgen, llamada también Fiesta de la Esperanza, es una fiesta memorial nacida en España, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la Hermandad de la Esperanza de Triana, de Sevilla.
     La Hermandad de la Esperanza de Triana, tiene su sede canónica en la Capilla de los Marineros [nº 86 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 28 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], al igual que su Casa de Hermandad, ambas se encuentran en la calle Pureza, 53; en el Barrio de Triana Casco Antiguo, del Distrito de Triana.
       La Pontificia, Real e Ilustre Hermandad y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Sacramento, de la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María, Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista; es ésta una corporación fundada en 1418, con sede canónica en la Capilla de Los Marineros y la Real parroquial de Señora Santa Ana, del sevillano barrio de Triana, siendo sus imágenes titulares el Santísimo Cristo de las Tres Caídas, obra atribuida a Marcos Cabrera en torno a 1607; Nuestra Señora de la Esperanza, obra anónima del siglo XVII, remodelada por Juan de Astorga y posteriormente por Antonio Castillo Lastrucci en 1929, la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María, obra de Miguel Franco en 1710; San Juan Evangelista, obra de Luis Álvarez Duarte en 1967; y la Sagrada Custodia, obra de Andrés y Antonio Osorio en 1726.
     El escudo de la Hermandad lo constituye un ancla con una corona real sobre ella y dos escudos ovalados a cada lado; en el de la derecha figura un Cáliz con la Sagrada Forma en la parte superior sobre fondo morado y en el de la izquierda la A y la M del Ave María entrelazadas sobre fondo celeste.
     En 1418 se funda una hermandad de luz con el título de la Esperanza, establecida en la Real Parroquia de Señora Santa Ana y relacionada con el gremio de los ceramistas, y que constituye no sólo la más antigua de Triana, sino una de las más antiguas de Sevilla. Así lo afirma Santiago Montoto en su obra «Cofradías Sevillanas». Más de un siglo después, en 1520, el presbítero Gonzalo de Herrera, instituyó una capellanía en dicho templo en el altar de la virgen. Esta hermandad, en 1542, se fusionó con otra corporación, llamada de San Juan Evangelista, del gremio de pescadores; dato proporcionado por Juan Carrero en sus Anales.
     En el testamento que otorgó en 1565 Juan Vidal, polvorista y vecino de Triana, se estipula como última voluntad la celebración por su alma de una misa de réquiem cantada y diez misas rezadas, acompañado en el entierro por la cofradía de Nuestra Señora de la Esperanza, que está establecida en el convento del Espíritu Santo, situado en la calle Betis. Esta manda testamentaria lleva implícita que la hermandad debía tener ya antigüedad, devoción y popularidad en el barrio.
     Por testimonios indirectos, podemos llegar a conocer con cierto grado de exactitud la fecha de fundación de la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza. Así en 1598, Juan Bautista Mazón, prioste de la cofradía, declara en un interrogatorio ante el fiscal del arzobispado, que la corporación ya estaba fundada sesenta años atrás, sin descartar que existiera desde fechas aún más remotas. El motivo de esta declaración, fue por el pleito interpuesto por la Hermandad de la Vera Cruz de Sevilla por el privilegio de ser la más antigua de llevar insignias, hábito y cera verde, pleito que probablemente ganó la hermandad por que siguió usando la insignia verde.
     En 1579 tuvo lugar en Sevilla una solemne procesión con motivo del traslado del cuerpo incorrupto de San Fernando a la nueva capilla real. Conocemos con minuciosidad el cortejo de esta procesión, gracias al escrito de Francisco de Sigüenza, en él se nos dice que la de la Esperanza ocupa el puesto catorce en antigüedad, tras la de la Antigua y Dolores y seguida de La O, también de Triana, por lo que podemos afirmar que ya en estas fechas era la cofradía más antigua entre las del barrio.
     En 1588 tenemos noticias del poder que otorgan los cofrades a Agustín Bartola para tramitar en Roma nuevas gracias espirituales como ya lo habían realizado anteriormente en 1577. Este documento nos indica el interés por el enriquecimiento espiritual y un cierto nivel económico, pues tales bulas e indulgencias se abonaban.
     A principios del siglo XIX José Matute y Gaviria en su «Historia de Triana» nos cuenta que en 1595 se aprueban las reglas de una antigua cofradía de penitencia dedicada a Nuestra Señora de la Esperanza y san Juan Evangelista. Esta es la primera y más antigua noticia de la unión de ambas hermandades, siendo copiados estos datos en las investigaciones posteriores de Bermejo, Montoto, etc.
     La fundación de la Hermandad de la Exaltación a las Tres Caídas de Nuestro Señor Jesucristo tiene lugar el 4 de marzo de 1608 en el convento de Nuestra Señora de la Salud de las Monjas Mínimas de Triana, con la intención de realizar su estación de penitencia el Viernes Santo por la mañana. Allí formaba hermandad con la imagen que daba nombre al convento, la cual se quedaría abandonada en el convento una vez que el prior obliga a la fusión.  Hubo algunas vicisitudes y pleitos con algunas hermandades en los primeros momentos a causa del título y del color de las túnicas, quedando establecido como definitivo el de las Tres Caídas que dio Cristo Nuestro Señor y Nuestra Señora de los Dolores
     En 1616, esta Hermandad de las Tres Caídas que dio Cristo Nuestro Señor, se traslada al hospital del Espíritu Santo. Son obligados por el provisor Gonzalo del Campo a fusionarse con la Hermandad de la Esperanza, ocupando una pequeña capilla que era de la corporación de la Esperanza, viviendo durante el siglo XVII una de las etapas más prósperas dentro de su dilatada existencia. Desconocemos en qué lugar del convento estuvieron situadas las imágenes durante sesenta años, pero el crecimiento de hermanos y devotos propicia en 1676 la donación, por parte del prior del hospital, de una capilla más grande con sacristía y sepultura para sus hermanos. En contrapartida, la hermandad se obligaba a realizar honras fúnebres por los hermanos hospitalarios y asistir a ciertas festividades de la comunidad portando el estandarte y si en algún momento decidiesen trasladarse deberían abonar la cantidad de 400 ducados.
     En 1736 abandonó el hospital, trasladándose a la parroquia de Santa Ana, después de ganar varios pleitos a los hermanos hospitalarios que trataron de evitar que se llevasen los enseres y sagrados titulares de su capilla. En Santa Ana ocuparon la capilla del capitán Cristóbal de Montebernardo. El hecho del cambio vino procurado por el deseo de los hermanos de posibilitar un contacto más directo con los devotos y así mejorar su situación, muy precaria desde principios del XVIII por diversas calamidades que habían asolado la ciudad y que habían mermado el número de hermanos.
     Desde 1755, que abandonan la parroquia de Santa Ana a causa del terremoto de Lisboa, la hermandad trata por todos los medios de conseguir un templo propio que no se bendecirá hasta 1815. En las diferentes sedes en las que recibieron culto, las sagradas imágenes probablemente se situaran en altares provisionales, primero en el convento de los Remedios (1756-1776), más tarde en la capilla de la Encarnación, donde permanecen poco tiempo, volviendo en fecha indeterminada a su primitiva sede del Hospital del Espíritu Santo. Esta institución se extingue hacia 1800 pero la iglesia debió permanecer abierta por lo menos hasta 1815, año del traslado a su nueva capilla de la calle Larga.
     La primera estación de penitencia a la catedral de Sevilla, tendrá lugar en 1845, pasando con muchas dificultades el puente de barcas que estaba situado en el mismo lugar que hoy ocupa el de Isabel II. En los siguientes años en que realiza la procesión fluctuará el día de salida, procesionando el Jueves y Viernes Santo indistintamente.
     En septiembre de 1868 la capilla de los Marineros, fue incautada a la cofradía por la Junta Revolucionaria, pasando las sagradas imágenes en un primer momento al número 59 de la actual calle Pureza y más tarde, ante las infructuosas gestiones realizadas para que le fuera devuelta en 1871, a la iglesia del convento de San Jacinto, a fines de 1872 o comienzos de 1873. La iglesia llevaba cuarenta años cerrada, por lo que antes de encontrar un acomodo digno en el templo los titulares fueron depositados bien en la sacristía o bien en el coro alto. Con la apertura al culto de la iglesia en 1879, la hermandad ocupó la capilla de la cabecera de la nave de la epístola.
     En 1888 se comienza a reorganizar la hermandad por los pocos hermanos que quedaban, realizando de nuevo su salida en 1889. Este mismo año la hermandad sostuvo un pleito con la Hermandad del Cachorro por la apropiación de la dolorosa, ya que la Esperanza estuvo acompañando el Viernes Santo al Santísimo Cristo de la Expiración al menos desde 1879 a 1888, siendo devuelta en ese mismo año de 1889, lo que provocó que se reforzara la estima y valoración de la sagrada imagen dentro del seno de la corporación.
     El incendio que sufrió Nuestra Señora de la Esperanza en su altar el 2 de mayo de 1898 supuso una tragedia en la cofradía, pero a raíz de su restauración se refuerza aún más el cariño y la devoción popular que había conquistado desde su reincorporación a los desfiles penitenciales, provocando quizás que a raíz de este accidente la virgen pasase a ocupar un lugar de privilegio dentro del seno de la corporación. Hecho éste que, unido a la moda de los pasos de palio, que se estaba consolidando en este último cuarto del siglo XIX, gracias al auspicio de los duques de Montpensier y las invenciones de las hermanas Antúnez, Juan Manuel Rodríguez Ojeda y la música pre-regionalista producen una época de esplendor mariano.
     En el primer tercio del siglo XX, la corporación se va a asentar en lo devocional con la llegada de José Sebastián y Bandarán como director espiritual, que consolida el septenario y crea junto con la infanta Luisa de Orleans el besamanos en 1927. En lo procesional se hace célebre la visita a los presos de la cárcel del Pópulo, que inspira en 1925 la marcha “Soleá dame la mano”, y la vuelta triunfal al barrio en las mañanas del Viernes Santo, además de las salidas en procesión de gloria con motivo de la Velá de Santa Ana.
     En lo patrimonial, gracias al quehacer de dos hermanos mayores, Manuel Rodríguez Alonso y Tadeo Soler, industriales del mundo de la cerámica trianera que serán fundadores junto con Enrique Mensaque de la fábrica Mensaque-Rodríguez y Cía en 1905, conocida como Nuestra Señora de la Esperanza. Éstos van turnándose en el cargo desde 1908 hasta 1928, encontrando en la figura del ceramista José Recio del Rivero un diseñador en el que depositar su confianza para que definiera el estilo y una idiosincrasia propia para la hermandad. Una vez aceptado el encargo, decide inspirarse en los dibujos de la ornamentación cerámica trianera de los siglos XVI y XVII, que estaban recuperando los industriales trianeros de la mano del historiador José Gestoso y del propio José Recio del Rivero, como director artístico de José Mensaque y Vera, traspasando estos diseños al manto el palio y a las insignias del cortejo de la Esperanza. La inspiración en la cerámica y la forja será su novedosa e interesante aportación estética al diseño cofrade, piezas que se han convertido en un referente del estilo regionalista creado en la ciudad a principios del siglo veinte.
     El hecho de que la cerámica fuese una de las principales actividades gremiales del barrio en el pasado, sin olvidar que el gremio de los ceramistas parece que perteneció a la Hermandad de Luz de la Esperanza, convierten este estilo en toda una seña de identidad trianera. Fue en esta circunstancia la primera vez que se usaron los motivos cerámicos como fuente de inspiración absoluta en unos bordados, aportación ciertamente original de la corporación al mundo artístico cofrade. Un hecho no lo suficientemente valorado, ya que frente a las trazas barrocas de Juan Manuel o las orientales del taller de Olmo, Recio optó por las trazas renacentistas y manieristas, que junto con las anteriores serán los diseños más recurrentes para los futuros enseres de las cofradías sevillanas.
     El legado más importante de Recio fue articular un nuevo concepto de desfile procesional en la hermandad, dándole el sello de cofradía de barrio; viendo en la riqueza de los diseños renacentistas la estética más apropiada para que la fiesta fuera el mayor exponente del espíritu del pueblo: un espíritu popular y castizo que él quiso aportar a la cofradía de la Esperanza, que trataba de adaptarse a una Semana Santa que estaba pasando de ser un fenómeno de religiosidad popular a ser un espectáculo ciudadano.
     En 1929 una de las muestras en la iglesia del Salvador con motivo de la exposición mariana, es presidida por el palio de la Esperanza, acompañándola en el traslado un enorme gentío y en su presidencia la presencia de Luisa de Orleans, que a su vez era la camarera honoraria perpetua de la virgen, cargo que han seguido ocupando su hija, María de las Mercedes de Borbón, condesa de Barcelona y su nieta la infanta Elena de Borbón y Grecia.
     Estos actos nos demuestran que la hermandad estaba situándose entre las principales cofradías de la ciudad, por lo que el deseo de volver a tener un templo propio donde potenciar el culto y la devoción a sus titulares se consolida, consiguiendo en 1939 con la intervención de José Sebastián y Bandarán la compra de la antigua capilla de la calle Pureza. Aunque debieron pasar veinte años hasta poder restaurarla, regresando de nuevo a ella la mañana del Viernes Santo de 1962.
     Otros hitos que nos deja el siglo XX son la salida extraordinaria de 1950 en procesión gloriosa con motivo de la proclamación del dogma de la Asunción de María a los cielos en cuerpo y alma; consiguiendo la hermandad que se rotulara una calle en el barrio con el nombre de Asunción, procesión que volvió a repetirse con motivo del cincuentenario del dogma. Igualmente, el nombramiento de la Infantería de Marina como hermana mayor honoraria y que ésta la acompañe en su estación de penitencia desde entonces, haciéndose célebre el discurrir de los pasos por el puente de Triana al ser iluminados los titulares por las fragatas que hasta allí se desplazaban.
     Otro acontecimiento de esta etapa se produce a raíz del desbordamiento del arroyo Tamarguillo en la tarde del 25 de noviembre de 1961, que trajo como consecuencia la creación de la primera caravana solidaria que se recuerda en España, y que ideara el famoso periodista de Radio España, y hermano de la corporación: Bobby Deglané. Nada más conocerse la noticia, la junta de gobierno celebra un cabildo de oficiales, en el que deciden ofrecer el importe del exorno floral de los pasos para engrosar la suscripción nacional y al mismo tiempo nombrar mayordomo honorario perpetuo a Bobby Deglané, por su cristiana labor de caridad.
     Una vez conocida la decisión se lanzaba la noticia a través de las ondas: Nuestra Señora de la Esperanza no llevará flores en Semana Santa ya que su importe ha sido donado a la «Operación Clavel». Este hecho dio lugar a que una familia de floristas valencianos, apellidados Mouguet, recién instalados en Sevilla, se ofreciesen a regalar y colocar las flores del palio del año 1962, debiéndose a ellos la paradoja de cambiar el habitual clavel, por las flores exóticas. Es en este momento que por primera vez se incorporan centros de gran volumen en las esquinas. Este estilo, que fue adoptado por la mayor parte de los pasos palio de Sevilla hasta que decayó a finales de los ochenta, se ha mantenido como parte del sello propio y singularidad del paso de palio. El gobierno, en agradecimiento por este acto de solidaridad, entrego al periodista un clavel de plata, en alusión al nombre de la famosa caravana. Donado a la virgen, le fue impuesto en nombre de Bobby Deglané por el director espiritual, José Sebastián y Bandarán, el 21 de diciembre de 1961.
     En 1972 y ante el precario estado que presentaba la Hermandad del Santísimo Sacramento de Santa Ana, se decide la fusión con la misma, siendo aprobadas nuevas reglas en 1978 a causa de esta unión. Desde entonces la hermandad es la encargada de la organización de los cultos y la procesión del célebre Corpus Christi de Triana.
     El suceso más importante de la década de los 80 es la coronación canónica de la virgen en 1984, por bula pontificia del papa, hoy santo, Juan Pablo II. Con la celebración de un triduo extraordinario los días previos en la Real Parroquia de Señora Santa Ana y un solemne pontifical para la ceremonia de coronación en la santa iglesia catedral de Sevilla bajo la presidencia religiosa de José María Bueno Monreal, cardenal arzobispo emérito de Sevilla y de Carlos Amigo Vallejo, arzobispo titular por aquel entonces de Sevilla, se vio cumplido un anhelo de décadas. La triunfal vuelta a su barrio, el mismo 2 de junio, supuso que se acuñara y asentara el lema “Triana con su Esperanza”, con el que los comerciantes del barrio adornaron el puente de Triana, y que se ha convertido en significativo para todos los hermanos.
     Con motivo del XXV aniversario de la coronación, en el año 2009, se conmemoró con un solemne triduo y pontifical en la catedral y con una multitudinaria procesión extraordinaria de regreso que congregó a más de 100.000 fieles.
     En el siglo XXI la hermandad no ha hecho sino crecer, reafirmándose en su personalísima idiosincrasia, incorporando las hermanas nazarenas en el año 2003. En el año 2006 el Santísimo Cristo de las Tres Caídas presidió el viacrucis del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla. En el 2008 se conmemoró el IV centenario de la Hermandad de las Tres Caídas, con una misa estacional a las puertas del convento de las Mínimas de Triana en la calle Pagés del Corro (madrinas de la coronación de la virgen). La creación de la escuela de teología Santísimo Cristo de las Tres Caídas y del centro de apoyo infantil Esperanza de Triana suponen hitos para la formación y la caridad, respectivamente, en las hermandades de Sevilla.
     La ampliación de la capilla de los Marineros, que tras años de obras, culminó con la bendición de Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo de Sevilla en 2010, triplica el espacio y añade nuevas dependencias administrativas y de ocio para los hermanos. Finalmente, la culminación de un magno altar para el Santísimo Cristo de las Tres Caídas, anhelo de muchas generaciones, con la culminación del camarín y la terminación del altorrelieve que representa a la Virgen de los Mareantes, en el 2015, viene a configurar una nueva visión de la capilla de los Marineros.
     El 1 de noviembre de 2018 la virgen fue en procesión a la catedral, para celebrar allí el VI centenario fundacional. El 3 de noviembre se celebró una homilía en el altar del jubileo, volviendo a su sede de la calle Pureza por la tarde-noche (Web oficial del Consejo de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Memoria de la Expectación de la Virgen, llamada también Fiesta de la Esperanza
   La representación de la Virgen en la espera del parto, denominada con el nombre de Nuestra Señora de la Expectación o de la Esperanza, no es del todo extraña al arte del siglo XIII, puesto que puede citarse un ejemplo en la catedral de León; pero se volvió frecuente a finales de la Edad Media. En efecto, en esta época la Iglesia instituyó la fiesta de la Expectación de la Virgen, fijada el 18 de diciembre, ocho días antes de Navidad.
   Una abadía belga tomó el nombre de Abadía de Buena Esperanza.
   Ese tema del embarazo parece haber sido particularmente popular en España y en Portugal donde las Vírgenes de este tipo llevan el nombre de Nuestra Señora de la O (Nossa senhora do O), sea a causa de la forma ovoidal de su vientre abombado, sea, de acuerdo con otra explicación tomada de la liturgia, porque en la semana precedente a la Natividad, las antífonas cantadas en los oficios comienzan por la letra O.
   Muchas de estas figuras no son, verosímilmente, más que elementos separados de grupos de la Visitación, donde la Virgen formaba pareja con su prima Isabel: en el vientre de las dos mujeres había una cavidad oval para alojar los embriones del Niño Jesús y de san Juanito (san Juan Bautista).
   Los pintores españoles representan a la Virgen en cinta con un sol sobre su vientre abombado.
   Las escuelas de pintura italiana y alemana también ofrecen algunos ejemplos (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).   
Conozcamos mejor la Festividad de la Expectación de la Virgen;
     Se estableció como fiesta principal de la Virgen de la liturgia hispánica, en conmemoración de la Encarnación del Verbo, en el X Concilio de Toledo, presidido por San Eugenio III Obispo de Toledo, celebrado el  656 durante el reinado de Recesvinto. Fue confirmada, así mismo, por su sucesor, San Ildefonso de Toledo, pues el anterior prelado murió al año siguiente de la promulgación, al que erróneamente se le atribuye el título que hoy tiene, pero al que pertenecen casi todos los textos eucológicos de la fiesta. Puesto que la observancia cuaresmal o la fiesta de Pascua imposibilitaban señalarla el veinticinco de marzo, nueve meses antes de Navidad, se decidió instaurarla en el contexto del Adviento, en la octava anterior a la celebración de nacimiento, fundamentándose en el ejemplo de Iglesias lejanas, quizás a la copta y a la etiópica. Fue la única fiesta mariana de la liturgia hispánica hasta que sobre el siglo IX se introdujo la de la Asunción. Recibe también el nombre popular de Fiesta de la O porque desde su víspera hasta el veintitrés se cantan solemnemente al Magníficat unas antífonas, que se hicieron muy populares, y que empiezan siempre por la exclamación latina O (español, Oh), para mostrar el perpetuo asombro del hombre por el nacimiento del Dios humanado. En la Iglesia de Inglaterra se adelantó ya en el medievo esta práctica al día dieciséis, señalando para el día veintitrés una octava antífona de tinte mariano: O Virgo virginum, que dice así: “Oh, Virgen de Vírgenes, ¿cómo ha de ser esto? / Ya que nunca antes hubo una como vos, ni la volverá a haber./ Hijas de Jerusalén, ¿por qué os maravilláis de mí? / Lo que vosotros admiráis es un misterio Divino”. Ésta pasó a utilizarse en la fiesta de la Expectación cuando se introdujo en el Rito Romano. Cuando se impuso en la Península Ibérica el Rito Romano a partir del siglo XI, se mantuvo como fiesta particular  hispana, con el título con que actualmente la conocemos, al tiempo que la festividad romana de la Anunciación del veinticinco de marzo pasó a ser introducida en el Missale Gothicum. En la reforma postridentina del Rito Romano esta fiesta fue aprobada por Gregorio XIII Buoncompagni en 1573 con la categoría de doble mayor en el Propio de Toledo. Las lecciones del breviario se tomaron del tratado De perpetua virginitate del citado San Ildefonso de Toledo. Esta Iglesia consiguió incluso el privilegio, aprobado el veintinueve de abril de 1634, de celebrarla incluso en concurrencia con el IV Domingo de Adviento. De aquí se extendió a casi todas las diócesis hispánicas.
   Del ámbito hispano pasó a otras Iglesias y congregaciones, a las que se les concedió: a Venecia y Tolouse en 1695, a los cistercienses en 1702, a Toscana en 1713, incluso a los Estados Pontificios en 1725 por Benedicto XIII Orsini (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
       Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad de la Esperanza de Triana, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre las Hermandades y Cofradías de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.

Página web oficial de la Hermandad de la Esperanza de Triana: www.esperanzadetiriana.es

La Hermandad de la Esperanza de Triana, al detalle:
- Sede Canónica: Capilla de los Marineros
- Día de Salida Procesional: Madrugá Viernes Santo
- Imágenes Titulares:   - Santísimo Cristo de las Tres Caídas
                                     - Nuestra Señora de la Esperanza
                                     - Pura y Limpia Concepción de la Virgen María
                                     - San Juan Evangelista
                                     - Santísimo Sacramento

miércoles, 17 de diciembre de 2025

Los principales monumentos (Iglesia de la Purísima Concepción, Ermita de la Magdalena, Ermita del Cristo del Humilladero, Casino, Casa Consistorial, Fachada Mudéjar de la Biblioteca Municipal, y Parque Municipal) de la localidad de Granja de Torrehermosa, en la provincia de Badajoz

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Badajoz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de la Purísima Concepción, Ermita de la Magdalena, Ermita del Cristo del Humilladero, Casino, Casa Consistorial, Fachada Mudéjar de la Biblioteca Municipal, y Parque Municipal) de la localidad de Granja de Torrehermosa, en la provincia de Badajoz.
     Se enclava cerca de Azuaga, en el confín del Partido Judicial lindero con Córdoba, en cuyo itinerario resulta paso obligado. En lo histórico, dependió de aquella con rango de Encomienda, hasta 1.565 en que adquirió su autonomía como Villa externa.
     Tipo de Entidad: Municipio
     Superficie Término: 151,7 Km2
     Altitud: 593 m.
     Distancia Capital: 158 Km.
     Partido Judicial: Llerena
     Comarca: Campiña Sur
     Otras Entidades: Los Rubios -aldea a 22 km. de Granja y a 571 m. de altitud-.
     Gentilicio: Granjeño
Ayuntamiento de Granja de Torrehermosa
     Carmen, 1
     06910 Granja de Torrehermosa (Badajoz)
     Teléfono: 924895011
     Fax: 924895585
Historia.-
    Ubicada en el extremo suroeste de la provincia de Badajoz, limitando con la provincia de Córdoba, a través del río Zújar que le sirve de frontera natural, se encuentra la villa de Granja de Torrehermosa. El municipio pertenece al partido judicial de la Campiña Sur y está atravesado por la Nacional 432 Badajoz-Córdoba-Granada.
     La primitiva fundación de la villa, a tenor de los vestigios hallados en el término -ánforas griegas, monedas ibéricas y romanas-, nos aproximan a algunas colonias griegas aliadas de los romanos que permanecieron en la Península dedicándose a la práctica de la horticultura, creando una especie de granja de donde puede derivar el nombre de la primitiva aldea.
     Históricamente, dependió de Córdoba con rango de Encomienda hasta 1565, bajo el reinado de Felipe II, en que la localidad obtiene el título de villa, mediante carta Real escrita en pergamino, conservada en el Archivo Municipal.
     Este monarca concede el apellido de Torrehermosa para distinguirla de las otra dieciocho Granjas existentes en España.
     Durante todo el siglo XIX y principios del XX se produjo un fuerte crecimiento económico y demográfico, debido en parte a las explotaciones mineras de "Santa Bárbara", "La Juanita" y "El Encinar".
     Su componente más significado, y por el que la población resulta conocida con carácter general, dentro y fuera de la región, es la iglesia parroquial de la Purísima Concepción, obra gótico-mudéjar del siglo XV. Y de ella en particular, por la preciosa torre que justifica sobradamente el apelativo de la localidad. Dicha torre, se distingue no sólo a nivel comarcal, sino en el ámbito general de la historia del arte. Se trata de una esbelta realización de notable altura, ejecutada en ladrillo aplantillado, formando una completa secuencia de filigranas ornamentales.
     La iglesia sobre la que se alza está construida en mampostería de piedra sin enlucir, situándose en el centro de la población, con una amplia plaza aneja. Al interior presenta nave única, con la cubierta de madera originaria sustituida por otra de fábrica en el siglo XVIII. El retablo mayor y el órgano, piezas notables del XVIII, fueron destruidos en 1.936. En la actualidad preside la capilla mayor otro moderno de buena hechura, ejecutado por Gabino Amaya (Diputación Provincial de Badajoz).
     11 km al nordeste de Azuaga está Granja de Torrehermosa. La torre* (s. XV) de la iglesia de la Purísima Concepción es una de las más bellas construcciones gótico-mudéjares de Extremadura. De interés es el Casino y el Ayuntamiento, de inspiración modernista (Alfredo J. Ramos, y Santiago Llorente. Guía Total, Extremadura. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005). 

Iglesia de la Purísima Concepción.-
     El monumento más significativo y al que debe la población que sea conocida con carácter general, tanto dentro como fuera de la región, es la Iglesia parroquial de la Purísima Concepción, obra gótico-mudéjar del siglo XV. Y de ella, particularmente, la hermosa torre que justifica sobradamente el apelativo de la localidad.
     Por lo que respecta a la torre, exteriormente se articula en tres cuerpos. El inferior, que ocupa casi toda su altura, aparece placado por una trama de arquillos que confiere a la obra su fisonomía peculiar. En su base se abre una sobria portada de arco apuntado, que a través de un conopio se integra con los elementos superiores. Mediante elaboradas cornisas se establece la conexión con los dos cuerpos siguientes que son los de campanas. El remate es de chapitel, también de ladrillo. En actuación urbanística muy acertada, el edificio situado por delante de la torre, impidiendo su visión, ha sido suprimido recientemente, creándose en su lugar una plaza cuyo espacio realza el valor del monumento, al permitir su contemplación desde una perspectiva amplia, antes imposible.
     Al asentarse la población en un llano, la esbelta silueta de la torre se destaca sobre el caserío haciéndose visible desde la lejanía y originando un perfil que peculiariza de manera inconfundible la población. Desde 1931 la iglesia está declarada Monumento de Interés Histórico Nacional, habiendo sido restaurada en 1981 (Diputación Provincial de Badajoz).
     La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción es sin duda la obra artística más importante de la población, está enclavada en pleno centro urbano, sin ningún tipo de elemento que, por el lado de la Epístola, perturbe su contemplación; fruto de una acertada actuación urbanística que eliminó el edificio dispuesto justamente delante de su frente, configurando una amplia plazoleta que realza el valor del gran monumento al permitir su visión desde una perspectiva amplia.
     La primera visita santiaguista del año 1494 nos describe ya este monumento: “.. el cuerpo de la iglesia es de dos naves de piedra de mampuesto y tapias por medio de danças de arcos de ladrillo y piedra. Está bien enmaderada y tejada, tiene la iglesia dos puertas con sus puertas de ençina…” A comienzos del siglo XVI las obras continuaban con el fin de acabar lo antes posible su fábrica, según nos testimonia la visita de 1514: “Vesitose la yglesia de dicho lugar y se mando continuar la obra della fasta ser acabada…”. El proceso de edificación finalizó durante la primera mitad del siglo XVI.
     Toda la fábrica se erige con una mezcla homogénea de mampostería y verdugadas de ladrillo aplantillado (el mismo material que podemos observar en otras parroquiales de nuestra comarca). El ladrillo está muy extendido por buena parte de los paramentos exteriores, utilizándose de forma exclusiva en los pilares rematados en pirámide con pináculos en cada vértice.
     Se trata de un edificio de planta rectangular con una nave y una pequeña sacristía aneja a la cabecera por el lado del Evangelio. La nave que se contempla también en este costado es de época moderna, dando la impresión de tratarse de una segunda nave; aunque no es el caso, sino que estamos ante una ampliación del templo ideada con el fin de ampliar el espacio útil del mismo, situando nuevas capillas con otros retablos e imágenes. Este añadido fue ejecutado por el maestro llerenense José Gómez que desde la ciudad provisoral desarrolló una extensa actividad arquitectónica en numerosos pueblos de la comarca, levantando iglesias de nueva planta o modificando sus estructuras anteriores.
     Será en el 1765 cuando lo descubramos en nuestra localidad, trabajando en la obra que acabamos de citar y dirigiendo al mismo tiempo los trabajos de la parroquial de la Granada, en Llerena.
     La cabecera es poligonal con dos vanos en cada lado y algunos recercos en forma de arcos apuntados. Ese mismo tipo de arco lo encontraremos en la portada de la Epístola, doblado por otro arco de medio punto que reduce fuertemente la luz o anchura del original. El interior se cubre con una bóveda de cañón con lunetos y cuatro arcos reforzadores o fajones de diseño apuntado que compartimentan el místico interior en cuatro tramos y descansan sobre gruesos pilares, mientras que la cabecera o ábside se resuelve con una sencilla bóveda de crucería de sabor medieval.
     La torre es la parte más interesante del edificio, ubicada en los pies del mismo. Es la pieza fundamental en el dominio histórico-artístico de la población y de la comarca, de estilo gótico-mudéjar, y con acertada justicia le ofrece el nombre de Torrehermosa a la localidad. Su construcción data de finales del s. XV y primera mitad del s. XVI.
     Consta la torre de tres cuerpos al exterior, aunque el primero, de gran altura, corresponde a dos del interior. Del cuerpo bajo destaca la portada, apuntada y con notable abocinamiento, trasdosada por arco conopial y dibujos geométricos en ladrillo. Los cuerpos superiores, separados por una imposta volada, son de similar factura, con dos amplios vanos en medio punto en cada frente, sobre frisos de gabletes, rematándose el conjunto con sencillas almenas de grada claramente emparentadas con las torres mudéjares andaluzas.
     Destaca esta torre de planta cuadrada, por su esbeltez, elegancia y por la sabia conjugación de elementos propios del periodo gótico y los de inspiración mudéjar, configurando un edificio que fue declarado Monumento de Interés Histórico Nacional, en el año 1931, habiendo sido restaurado en 1981 por la Dirección General de Bellas Artes.
     Una obra distinguida no sólo a nivel comarcal, sino en el ámbito general de la Historia del Arte. Desde la lejanía sobresale de entre todo el caserío, asignando un perfil inconfundible a la localidad que la vio erigirse en pleno centro.
     Son numerosas las obras de arte mueble que se custodian en su interior, señalamos como más significativas:
        Retablo Mayor Posterior a 1940
        San José con el Niño Siglos XVII-XVIII
        San Sebastián Contemporánea
        Cruz procesional en plata Siglo XIX
        Hostiario en plata 1560
        Cáliz Segunda mitad del siglo XVI
        Potencias de plata 1760
     La Pila Bautismal es una de las más interesantes de todo el panorama comarcal debido a su excelente labra, a su forma poligonal, a su perfecto pulimentado, así como los motivos ornamentales de veneras y cruces santiaguistas que decoran cada uno de los frentes de su copa poligonal.
     Declaración de la Torre Parroquial como Monumento Artístico de interés nacional (Ayuntamiento de Granja de Torrehermosa).

Ermita de la Magdalena.-
     Construcción de finales del siglo XVI. Destaca el estilizado arco apuntado de su entrada y una pequeña espadaña con esquilón, arco de medio punto y frontón triangular (Diputación Provincial de Badajoz).
     Cinco fueron las ermitas granjeñas que siglos atrás satisfacían las necesidades espirituales de los vecinos del pueblo: San Bartolomé en la aldea de los Rubios, la Magdalena, el Cristo del Humilladero, San Juan Bautista y San Sebastián o los Mártires.
     A diferencia de las expuestas, la dedicada a la Magdalena si se mantiene en pie. Su edificación puede fecharse a finales del siglo XVI, siendo recogida por primera vez en los Libros de Visitas del año 1604. Se trata de una construcción sobria y austera, con una fachada desnuda en la que destaca la puerta de acceso, envuelta en un estilizado arco apuntado de herencia medieval y una pequeña espadaña con esquilón, arco de medio punto y frontón triangular (Ayuntamiento de Granja de Torrehermosa).

Ermita del Cristo del Humilladero.-
     Más monumental y solemne, reproduce las formas y tipologías de la arquitectura religiosa barroquizante.
     En su interior sobresale la imagen del Cristo del Humilladero, muy venerado entre la población, obra del escultor Antonio Castillo Lastrucci (Diputación Provincial de Badajoz).
     La Ermita del Cristo del Humilladero, más monumental y solemne, fue terminada en 1960, tras ser demolida a comienzos de los años 50, debido a sus deficiencias técnicas y a la amenaza de ruina que afectaba a sus arcos y cubiertas. No fue sólo el paso de los años lo que influyó negativamente en su conservación, sino los efectos derivados de la Guerra Civil Española y los del terremoto del siglo pasado. Esta ermita reproduce las formas y tipologías de la arquitectura religiosa barroquizante de las últimas centurias, similar a la iglesia parroquial del Humilladero, en Azuaga. En su fachada principal descubriremos los elementos representativos de esta estética de influencia barroca: frontones triangulares y partidos, pilastras adosadas, carácter monumental y dinámico con entrantes y salientes, etc. Se podría dividir esta superficie en tres pisos, en el interior se encuentra la puerta de acceso coronado por un frontón rectilíneo y partido, sobre éste, un óculo central como sistema de iluminación directa del interior y dos hornacinas laterales con pilastras y frontones. En la cima, un mirador amensulado acoge la espadaña de doble campanario. Igual de majestuoso resulta su interior, con una elevación y robustez dignos de mención: Conocemos que el importe de las obras superó las 800.000 pesetas, realizadas por los constructores: José Ramírez Díaz, Miguel Molina y Manuel Ramírez. En su interior sobresale la imagen del Señor o Cristo del Humilladero, encargado de sustituir a otro anterior desaparecido de traza barroca que estuvo protegido por la hermandad de la Santa Vera Cruz allá en el siglo XVII, manteniéndose en alza cien años después. La imagen actual, muy venerada entre la población, es obra del escultor Castillo Lastrucci (Ayuntamiento de Granja de Torrehermosa).

Casino.-
     Interesante muestra de arquitectura ecléctica de principios del siglo XX.
     Luce espléndida fachada con blasones y artísticas rejerías.
     Su interior alberga unas atractivas y solariegas cubiertas de madera entramada (Diputación Provincial de Badajoz).
     Durante el siglo XIX, los varones de clase media-alta se organizaban en sociedades o casinos, lugares donde leían prensa, participaban en tertulias y pasaban su tiempo libre.
     En el siglo XIX se define una nueva estructura social que ya se había manifestado en la Revolución Francesa.
     Los antiguos estamentos son ahora clases sociales, entre las que adquiere especial importancia una incipiente burguesía que, en un primer momento pretende asemejarse en su forma de vida a la antigua nobleza. Esta tendencia se plasmará en las producciones artísticas, recuperándose elementos clásicos que se aplicarán a todas las disciplinas artísticas. 
     En arquitectura, además de escasos ejemplos neoclásicos, y del llamado historicismo, basado en la recuperación de estilos anteriores, el siglo XIX en Extremadura recoge interesantes muestras de la corriente eclecticista. Esta Corriente se desarrolla a finales de dicho siglo y se caracteriza por la incorporación en un mismo edificio de elementos procedentes de distintas corrientes arquitectónicas. 
     Su finalidad era la de proporcionar a los coios distracción, entretenimiento y actividades culturales apropiadas a su clase.
     Actualmente cuenta con más de 150 socios.
     El Casino de Granja de Torrehermosa, situado en la calle Calvo Sotelo, nº 16 es una buena muestra de la arquitectura ecléctica.
     Se combinan en la fachada elementos de corrientes tan dispares como la mudéjar, los elementos clásicos, decoración plateresca, composiciones barrocas, blasones nobiliarios y elementos de clara ascendencia andaluza, luciendo espléndida fachada con blasones y artísticas rejerías.
     En su interior, el Casino cubre sus estancias con cubiertas de madera entramada y las paredes con interesante azulejería de Mensaque de principios de siglo.
     El Casino-Sociedad se funda en 1971, momento en que unos 17 vecinos deciden crear una asociación que pueda hacer frente a las inquietudes y necesidades de la sociedad local (Ayuntamiento de Granja de Torrehermosa).

Casa Consistorial.-
     Antiguo palacete de finales del siglo XIX de estilo neoclásico. Ejemplos de este tipo de edificaciones de clara influencia cordobesa, podemos encontrar por todo el centro urbano. Granja de Torrehermosa también podría llamarse "Granja de las Casas Hermosas" (Diputación Provincial de Badajoz).
     La arquitectura de la Casa Consistorial se ha utilizado a lo largo de la historia como carta de presentación. La mayor o menor riqueza, cultura o posición social se reflejaba en uno de los elementos más visibles: las fachadas.
     A finales del siglo XIX, Granja de Torrehermosa llegó a alcanzar los 5.000 habitantes. Esa fue una de las épocas de mayor esplendor de la villa. La agricultura, la ganadería y la minería eran su fuente de riqueza, y generaron un gran número de jornaleros y proletarios, así como una pequeña burguesía. Esta situación social queda reflejada en las construcciones arquitectónicas de finales de siglo.
     Durante la segunda mitad del siglo XVIII y todo el siglo XIX se produce en arquitectura un periodo de cambio en el que se suceden distintas tendencias constructivas y decorativas.
     El neoclasicismo, que supone una vuelta a los planteamientos clásicos (griegos y romanos), apenas se consolidó en Extremadura: el fuerte arraigo de la estética barroca, además del alejamiento de los focos neoclásicos como la corte y las grandes ciudades, provocaron la escasez de edificios de este estilo. Ya en el siglo XIX la arquitectura vuelve sus ojos al pasado, buscando inspiración en los movimientos artísticos anteriores; es lo que se conoce como el historicismo.
     La Casa Consistorial, responde al prototipo de casa o palacio decimonónico, erigido en 1895 según describe la reja de entrada. Será frecuente descubrir en nuestra localidad la influencia ejercida por la casa andaluza (cordobesa), dada la proximidad entre ambos territorios.
     Su estructura, organizada en torno a un patio central iluminado que distribuye el resto de las estancias en dos pisos o niveles, obedece sin duda a la tradición islámica de la zona. Siguiendo esas mismas influencias, se incorporan extensos paneles de azulejería en muchas habitaciones y dependencias interiores (Granja de Torrehermosa).

Fachada Mudéjar de la Biblioteca Municipal.-
     Originaria de los siglos XV y XVI y situada en la Plaza del Ayuntamiento (Diputación Provincial de Badajoz).
     Originaria de los siglos XV y XVI está situada en la Plaza del Ayuntamiento. Bellísimo ejemplo mudéjar con arco de herradura de grandes dovelas señaladas, que parten de dos gruesas impostas y en la zona superior, un marcado alfiz originado a partir de las mencionadas impostas. Como remate una atractiva cornisa con diferentes molduras. Como dato curioso hace algunos años, mediante la reconstrucción del tejado, fue encontrado un OBUS de la Guerra Civil española y aún en funcionamiento que tuvo que ser explotada por el cuerpo especial de la Guardia Civil a unos kilómetros de la localidad (Ayuntamiento de Granja de Torrehermosa).

Parque Municipal.-
     Considerado como uno de los parques de mayor extensión de la provincia, cuenta con una gran variedad de especies vegetales, kiosko-mirador, jardín rústico de plantas autóctonas y zona de juegos para niños (Diputación Provincial de Badajoz).
     Es considerado uno de los parques de mayor extensión de la provincia, cuenta con una gran variedad de especies vegetales, kiosko-mirador, jardín rústico de plantas autóctonas, y zona de juego para niños y realización de deporte para la tercera edad (Ayuntamiento de Granja de Torrehermosa).
 
     Además, la villa posee bellas representaciones de la escultura contemporánea en bronce, prueba de ello es el Monumento al Labrador Extremeño y a la Medicina Rural, así como el Cristo Yacente realizado por Gabino Amaya y el busto del Dr. Gahete, obra de Mariano Benlliure (Diputación Provincial de Badajoz).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Badajoz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de la Purísima Concepción, Ermita de la Magdalena, Ermita del Cristo del Humilladero, Casino, Casa Consistorial, Fachada Mudéjar de la Biblioteca Municipal, y Parque Municipal) de la localidad de Fregenal de la Sierra, en la provincia de Badajoz. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia pacense.

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