Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad del Cristo de la Corona, de Sevilla.
Hoy, 11 de abril, es Viernes de Dolores, y qué mejor día que hoy para ExplicArte la Hermandad del Cristo de la Corona, de Sevilla, que efectúa su estación de penitencia en la tarde del Viernes de Dolores.
La Hermandad del Cristo de la Corona, tiene su sede canónica en la Iglesia Parroquial del Sagrario, de la Catedral de Santa María de la Sede, que se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
La Hermandad y Cofradía del Santísimo Cristo de la Corona y Nuestra Señora del Rosario, es una corporación muy antigua de la ciudad, refundada en 1994, con residencia canónica en la parroquia del Sagrario, siendo sus imágenes titulares el Santísimo Cristo de la Corona, obra anónima del último cuarto del siglo XVI, y Nuestra Señora del Rosario, de Manuel Pereira, anterior a 1683, de carácter letífico.
El 4 de agosto de 1631 es erigida con aprobación real la Hermandad de la Corona. Un año antes habíia abierto el libro de cargos. En una referencia de 1632 se la ubica en el antiguo Sagrario de la catedral, ya constituida y con un notable patrimonio. Igualmente los anales eclesiásticos de Diego Ortiz de Zúñiga (1677) la sitúan en esa misma capilla. El traslado a su actual emplazamiento se produjo en 1716. En relación a ello, los cabildos de la hermandad tratan en numerosas ocasiones el tema de la adjudicación de su actual capilla por parte del cabildo catedralicio. De hecho, en uno de los libros se resume un acuerdo en el que se encarga a los alcaldes y diputados la compra de la capilla, y en los documentos posteriores se afirma que la hermandad tenía capilla propia en el Sagrario “nuevo”.
En primer lugar debemos decir que la advocación de los Dolores de María se encuentra entre los títulos soteriológicos de la Madre de Dios, vividos a lo largo de toda su vida, en torno a los misterios de su Maternidad Divina (nacimiento, infancia y vida pública de Jesús) y de su Compasión (Pasión y Muerte del Señor). Aunque los dolores de María aparecen en las Sagradas Escrituras y la reflexión sobre ellos se remonta a la época patrística, esta devoción sólo ha tenido un desarrollo litúrgico en Occidente. En Oriente sólo los Católicos Rutenos tienen una fiesta de la Madre Dolorosa el Viernes posterior a la Octava del Corpus Christi, aunque en la iglesia bizantina el recuerdo de la Dolorosa está muy presente en el oficio del Viernes Santo y todos los miércoles y jueves del año, en que se conmemora el sacrificio del Calvario de una manera especial, y se reza una antífona mariana llamada staurotheotókion, que canta a María al pie de la Cruz. Esta memoria mariana se gestó en el corazón de Europa. Fue preparada por la literatura ascético-mística renana de los siglos XII y XIII, en la que, insistiendo en la humanidad de Cristo, revaloriza también la figura de María, indisolublemente unida a Él, sobre todo en lo referente a la pasión: junto al Varón de Dolores, se contempla a la Reina de los Mártires.
La conmemoración litúrgica de los dolores de Nuestra Señora, en la opinión más extendida, se remonta al siglo XIV, con Alemania como foco principal. En principio fue colocada en diversas fechas y recibió distintos nombres: Angustias, Compasión, Conmiseración, Desmayo, Lamentación de María, Llanto de María, Martirio del Corazón de María, Pasmo, Piedad, Siete Dolores, Transfixión, Traspaso... Mas los testimonios más antiguos de una fiesta litúrgica anual provienen de Iglesias locales. Los encontramos en la Fiesta de la Transfixión, establecida por el Obispo Lope de Luna en Zaragoza el año 1399, y en el Concilio Provincial de Colonia, presidido por el Arzobispo Teodorico de Meurs, que el veintidós de abril de 1423 instituye la Commemoratio angustiae et doloris B. Mariae Virginis, para el viernes posterior al domingo Jubilate, actual cuarta semana de Pascua, por decreto sinodal, como desagravio de los sacrílegos ultrajes de los herejes husitas a las imágenes de Cristo y de la Virgen, y para venerar exclusivamente los dolores de María en el Calvario. En 1482 el Papa Sixto IV della Rovere introdujo en el rito romano una misa centrada en los sufrimientos de María al pie de la cruz, denominada de Nuestra Señora de la Piedad, que se fue extendiendo por todo Occidente. A fines de la Edad Media una fiesta de María Dolorosa estaba establecida en las diócesis del norte de Alemania, Escandinavia y Escocia, con diferentes denominaciones y fechas, la mayoría movibles (durante el tiempo pascual o poco después de Pentecostés), aunque algunas eran fijas (sobre todo en julio: el dieciocho en Merseburg; el diecinueve en Halberstadt, Lübeck o Meissen, el veinte en Naumberg). Sus textos eucológicos son variados, limitándose desde la consideración de las angustias de María durante la Pasión hasta extenderla a todos los dolores de la vida de la Madre de Dios. Durante el siglo XVI, esta memoria de la Compasión de la Virgen se va extendiendo por toda la Iglesia Occidental con sus varias denominaciones y fechas. En 1506 fue confirmada a las monjas de la Anunciación bajo el título de Pasmo de la Bienaventurada Virgen María para el lunes siguiente al Domingo de Pasión. En el Breviario de Erfurt, impreso en Mainz (Maguncia) en 1518, encontramos la fiesta con el título de Commendatio B. Mariae Virginis el viernes después del Domingo in Albis (actual Segundo de Pascua). En algunos lugares se le asignó el día que luego se extendería, el viernes anterior al Viernes Santo, como el caso de la concesión en 1600 a las monjas servitas de Valencia bajo el título de Bienaventurada Virgen María al pie de la Cruz; en otros se coloca el sábado siguiente, día por excelencia de la Virgen, o incluso un día fijo, el dieciocho de marzo, ocho días antes del veinticinco, que es el día en que la Tradición señala la muerte de Cristo. En Francia se hizo popular esta fiesta en el siglo XVII, y la llamaban de Nuestra Señora del Pasmo o Nuestra Señora de la Piedad, celebrándose el viernes de la Semana de Pasión. Clemente X Altieri (1670-6) concedió esta memoria de los Dolores de Nuestra Señora a toda España. Esta misma fecha fue asignada a todo el Imperio Alemán en 1674. El dieciocho de agosto de 1714 el Papa Clemente XI Albani la concede a los Siervos de María. El Papa Benedicto XIII Orsini, a petición de éstos, el veintidós de agosto de 1727, la extendió a toda la Iglesia Romana, con el nombre de Fiesta de los Siete Dolores de la Bienaventurada Virgen María, fijándola el Viernes de la Semana de Pasión o Quinta de Cuaresma.
En este día la celebraban la fiesta los servitas y los dominicos, Orden a la que pertenecía el Pontífice, así como los franceses, españoles y alemanes. Esta jornada acaba recibiendo el nombre popular de Viernes de Dolores. A pesar del título de la fiesta, contempla la compasión de María al pie de la cruz. Suprimida como una duplicación en la reforma del calendario de 1969 en beneficio de la del quince de septiembre, aunque fuera más antigua para no oscurecer la austeridad cuaresmal, en la última edición del Misal Romano se ha rescatado esta memoria, tan arraigada en nuestra tierra, en una colecta alternativa a la del día. “Señor Dios, que en este tiempo ayudas con bondad a tu Iglesia: concédenos imitar a la Santísima Virgen María en la contemplación de la Pasión de Cristo, con un corazón sinceramente entregado. Te pedimos, por la intercesión de la misma Virgen, unirnos en estos días con firmeza a tu Hijo Unigénito, y así poder llegar a la plenitud de su gracia”. Los servitas la siguen celebrando como fiesta con el título de Santa María al pie de la Cruz (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad de Pasión y Muerte, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Hoy, 11 de abril, es Viernes de Dolores, y qué mejor día que hoy para ExplicArte la Hermandad del Cristo de la Corona, de Sevilla, que efectúa su estación de penitencia en la tarde del Viernes de Dolores.
La Hermandad del Cristo de la Corona, tiene su sede canónica en la Iglesia Parroquial del Sagrario, de la Catedral de Santa María de la Sede, que se encuentra en la avenida de la Constitución, 13; en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
La Hermandad y Cofradía del Santísimo Cristo de la Corona y Nuestra Señora del Rosario, es una corporación muy antigua de la ciudad, refundada en 1994, con residencia canónica en la parroquia del Sagrario, siendo sus imágenes titulares el Santísimo Cristo de la Corona, obra anónima del último cuarto del siglo XVI, y Nuestra Señora del Rosario, de Manuel Pereira, anterior a 1683, de carácter letífico.
El 4 de agosto de 1631 es erigida con aprobación real la Hermandad de la Corona. Un año antes habíia abierto el libro de cargos. En una referencia de 1632 se la ubica en el antiguo Sagrario de la catedral, ya constituida y con un notable patrimonio. Igualmente los anales eclesiásticos de Diego Ortiz de Zúñiga (1677) la sitúan en esa misma capilla. El traslado a su actual emplazamiento se produjo en 1716. En relación a ello, los cabildos de la hermandad tratan en numerosas ocasiones el tema de la adjudicación de su actual capilla por parte del cabildo catedralicio. De hecho, en uno de los libros se resume un acuerdo en el que se encarga a los alcaldes y diputados la compra de la capilla, y en los documentos posteriores se afirma que la hermandad tenía capilla propia en el Sagrario “nuevo”.
En la documentación existente la hermandad es denominada como Hermandad, Cofradía o Archicofradía del Santísimo Cristo de la Corona, y en los documentos más antiguos como del Santísimo Cristo de la Corona y Cruz a cuestas. En el libro de acuerdos más reciente aparece como Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Corona. Todo indica que la cofradía tiene su origen en esta imagen, aunque el instituto sea la veneración y culto a la Santa Corona de Cristo, reliquia que conservaba la catedral.
La fiesta de la Corona de Cristo tiene una larga tradición en la Iglesia. Se remonta a 1239, cuando el rey san Luis IX de Francia trajo la reliquia de Tierra Santa. Al principio fue colocada en la capilla de San Nicolás de Paria, aunque dos años después fue trasladada a la Sainte-Chapelle. En 1248 ésta toma la advocación de la Corona y se establece la fiesta anual el 26 de abril. En el siglo siguiente en España aparece vinculada a la celebración de la Santa Cruz el 4 de mayo. A Sevilla llega un fragmento de la corona a finales del XVI y Rodrigo de Castro, arzobispo de Sevilla, la dona a la catedral.
Durante los siglos XVII y XVIII la cofradía mantuvo una estrecha relación con la parroquia. Así, en 1660 la Hermandad del Cristo de la Corona, junto con la de las Ánimas Benditas del Purgatorio y la del Rosario, costearon las fiestas con motivo del estreno del retablo mayor del Sagrario. De igual forma, llevó a cabo un préstamo al cabildo catedralicio para “socorro de la fábrica de la catedral”.
Esta misma época se corresponde con una etapa de bonanza económica, perteneciendo a ella ilustres personajes de la historia de Sevilla como Pedro Roldán, José Montes de Oca, Matías de Arteaga, numerosos canónigos de la catedral, el marqués de Paradas o los condes de Cantillana. En dichos años se acumulan la mayoría de las adquisiciones, tanto en enseres como en casas y rentas (algunos corrales de vecinos de Triana, fincas en Rascaviejas, algunas casas cedidas por vía testamentaria, varias capellanías, destacando una en la iglesia de la O y otra en la Magdalena, etc.). Según los «Anales de las Cofradías Sevillanas» de Juan Carrero, tomando como referencia la revista «Calvario» de 1942, se puede leer: “La Hermandad de la Corona de Cristo y la del Santo Entierro solicitan, en este año de 1641, de su Majestad Felipe IV la concesión de alguna merced para acercentar sus fondos. El Rey les otorgó facultad para que perpetuamente pudiesen lucrarse taginando con doce carros, cada uno con una mula, aplicados a cada Cofradía seis carros. En reciprocidad a tal gracia, ambas Hermandades ofrecieron a Su Majestad mil quinientos ducados, a pagar la tercera parte de ellos el mismo día de recibidos los carretones, y los mil ducados restantes, en los seis meses siguientes a dicho día de la procesión, mas el ocho por ciento al año de todo el tiempo que se retardase cualquiera de los pagos, después de cumplidos los plazos”.
De igual forma, es de destacar la relación con la Hermandad de Jesús Nazareno, la cual ofreció a la de la Corona que sus miembros, por el mero hecho de serlo, fueran admitidos en dicha hermandad de forma automática y sin el pago de su entrada correspondiente, según documentación para favorecer la concordia entre ambas hermandades.
A principios del Siglo XIX comenzó a pasar por dificultades. Se observa una menor proliferación de enseres y propiedades que llega a su culmen en 1806, año en el que se venden todas las pertenencias de plata (incluyendo las cantoneras de la cruz) a la Casa de la Moneda para sufragar los gastos de la realización del nuevo altar en jaspe. El libro de inventario acaba en la citada fecha, sin embargo, no ocurre así con el de acuerdos de cabildos. Éste continua narrando la vida de una hermandad no exenta de problemas hasta el cese de las noticias en 1860.
En lo referente a tiempos más cercanos, el culto al Santísimo Cristo de la Corona fue restablecido a la llegada de José Gutiérrez Mora como nuevo párroco al Sagrario en el año 1989. Después de varios viacrucis en colaboración con la Hermandad de las Aguas y jóvenes de la parroquia, en 1991 comenzó a gestarse la asociación parroquial del Santísimo Cristo de la Corona y Nuestra Señora del Rosario, que fue aprobada por el arzobispado en 1994, y posteriormente erigida como hermandad de penitencia en 2000. En 1992 la imagen del Santísimo Cristo de la Corona participó en la exposición Magna Hispalensis, celebrada en la catedral, como exponente de los momentos de transición al Barroco sevillano. Ese mismo año comenzó a realizar su viacrucis por las calles de su feligresía, así como la procesión de Nuestra Señora del Rosario en el mes de octubre. En el año 2006 se sustituyen las andas por el actual paso procesional, y desde el año 2009 realiza su estación de penitencia con nazarenos de ruan morado cada Viernes de Dolores, con la peculiaridad – durante algunos años – de haber accedido durante la estación de penitencia al interior del palacio arzobispal (Web oficial del Consejo de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla).
Conozcamos mejor la Solemnidad de los Dolores de la Virgen María; En primer lugar debemos decir que la advocación de los Dolores de María se encuentra entre los títulos soteriológicos de la Madre de Dios, vividos a lo largo de toda su vida, en torno a los misterios de su Maternidad Divina (nacimiento, infancia y vida pública de Jesús) y de su Compasión (Pasión y Muerte del Señor). Aunque los dolores de María aparecen en las Sagradas Escrituras y la reflexión sobre ellos se remonta a la época patrística, esta devoción sólo ha tenido un desarrollo litúrgico en Occidente. En Oriente sólo los Católicos Rutenos tienen una fiesta de la Madre Dolorosa el Viernes posterior a la Octava del Corpus Christi, aunque en la iglesia bizantina el recuerdo de la Dolorosa está muy presente en el oficio del Viernes Santo y todos los miércoles y jueves del año, en que se conmemora el sacrificio del Calvario de una manera especial, y se reza una antífona mariana llamada staurotheotókion, que canta a María al pie de la Cruz. Esta memoria mariana se gestó en el corazón de Europa. Fue preparada por la literatura ascético-mística renana de los siglos XII y XIII, en la que, insistiendo en la humanidad de Cristo, revaloriza también la figura de María, indisolublemente unida a Él, sobre todo en lo referente a la pasión: junto al Varón de Dolores, se contempla a la Reina de los Mártires.
La conmemoración litúrgica de los dolores de Nuestra Señora, en la opinión más extendida, se remonta al siglo XIV, con Alemania como foco principal. En principio fue colocada en diversas fechas y recibió distintos nombres: Angustias, Compasión, Conmiseración, Desmayo, Lamentación de María, Llanto de María, Martirio del Corazón de María, Pasmo, Piedad, Siete Dolores, Transfixión, Traspaso... Mas los testimonios más antiguos de una fiesta litúrgica anual provienen de Iglesias locales. Los encontramos en la Fiesta de la Transfixión, establecida por el Obispo Lope de Luna en Zaragoza el año 1399, y en el Concilio Provincial de Colonia, presidido por el Arzobispo Teodorico de Meurs, que el veintidós de abril de 1423 instituye la Commemoratio angustiae et doloris B. Mariae Virginis, para el viernes posterior al domingo Jubilate, actual cuarta semana de Pascua, por decreto sinodal, como desagravio de los sacrílegos ultrajes de los herejes husitas a las imágenes de Cristo y de la Virgen, y para venerar exclusivamente los dolores de María en el Calvario. En 1482 el Papa Sixto IV della Rovere introdujo en el rito romano una misa centrada en los sufrimientos de María al pie de la cruz, denominada de Nuestra Señora de la Piedad, que se fue extendiendo por todo Occidente. A fines de la Edad Media una fiesta de María Dolorosa estaba establecida en las diócesis del norte de Alemania, Escandinavia y Escocia, con diferentes denominaciones y fechas, la mayoría movibles (durante el tiempo pascual o poco después de Pentecostés), aunque algunas eran fijas (sobre todo en julio: el dieciocho en Merseburg; el diecinueve en Halberstadt, Lübeck o Meissen, el veinte en Naumberg). Sus textos eucológicos son variados, limitándose desde la consideración de las angustias de María durante la Pasión hasta extenderla a todos los dolores de la vida de la Madre de Dios. Durante el siglo XVI, esta memoria de la Compasión de la Virgen se va extendiendo por toda la Iglesia Occidental con sus varias denominaciones y fechas. En 1506 fue confirmada a las monjas de la Anunciación bajo el título de Pasmo de la Bienaventurada Virgen María para el lunes siguiente al Domingo de Pasión. En el Breviario de Erfurt, impreso en Mainz (Maguncia) en 1518, encontramos la fiesta con el título de Commendatio B. Mariae Virginis el viernes después del Domingo in Albis (actual Segundo de Pascua). En algunos lugares se le asignó el día que luego se extendería, el viernes anterior al Viernes Santo, como el caso de la concesión en 1600 a las monjas servitas de Valencia bajo el título de Bienaventurada Virgen María al pie de la Cruz; en otros se coloca el sábado siguiente, día por excelencia de la Virgen, o incluso un día fijo, el dieciocho de marzo, ocho días antes del veinticinco, que es el día en que la Tradición señala la muerte de Cristo. En Francia se hizo popular esta fiesta en el siglo XVII, y la llamaban de Nuestra Señora del Pasmo o Nuestra Señora de la Piedad, celebrándose el viernes de la Semana de Pasión. Clemente X Altieri (1670-6) concedió esta memoria de los Dolores de Nuestra Señora a toda España. Esta misma fecha fue asignada a todo el Imperio Alemán en 1674. El dieciocho de agosto de 1714 el Papa Clemente XI Albani la concede a los Siervos de María. El Papa Benedicto XIII Orsini, a petición de éstos, el veintidós de agosto de 1727, la extendió a toda la Iglesia Romana, con el nombre de Fiesta de los Siete Dolores de la Bienaventurada Virgen María, fijándola el Viernes de la Semana de Pasión o Quinta de Cuaresma.
En este día la celebraban la fiesta los servitas y los dominicos, Orden a la que pertenecía el Pontífice, así como los franceses, españoles y alemanes. Esta jornada acaba recibiendo el nombre popular de Viernes de Dolores. A pesar del título de la fiesta, contempla la compasión de María al pie de la cruz. Suprimida como una duplicación en la reforma del calendario de 1969 en beneficio de la del quince de septiembre, aunque fuera más antigua para no oscurecer la austeridad cuaresmal, en la última edición del Misal Romano se ha rescatado esta memoria, tan arraigada en nuestra tierra, en una colecta alternativa a la del día. “Señor Dios, que en este tiempo ayudas con bondad a tu Iglesia: concédenos imitar a la Santísima Virgen María en la contemplación de la Pasión de Cristo, con un corazón sinceramente entregado. Te pedimos, por la intercesión de la misma Virgen, unirnos en estos días con firmeza a tu Hijo Unigénito, y así poder llegar a la plenitud de su gracia”. Los servitas la siguen celebrando como fiesta con el título de Santa María al pie de la Cruz (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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La Hermandad del Cristo de la Corona, al detalle:
- Sede Canónica: Iglesia parroquial del Sagrario, de la Catedral de Santa María de la Sede
- Heráldica: Escudo de la Hermandad
- Día de Salida Procesional: Viernes de Dolores
- Imágenes Titulares: Santísimo Cristo de la Corona
Nuestra Señora del Rosario
- Sede Canónica: Iglesia parroquial del Sagrario, de la Catedral de Santa María de la Sede
- Heráldica: Escudo de la Hermandad
- Día de Salida Procesional: Viernes de Dolores
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