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lunes, 2 de enero de 2023

Un paseo por la calle Granada

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Granada, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     Hoy, 2 de enero, se conmemora el aniversario de la Entrega de las llaves de la ciudad de Granada por Boabdil a los Reyes Católicos (2 de enero de 1492), con el que finalizó la Guerra de Granada, y con ella la Reconquista, siendo hoy festivo local en la ciudad de Granada (Día de la Toma), así que es hoy el mejor día para Explicarte la calle Granada, de Sevilla, dando un paseo por ella.
   La calle Granada es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de la Alfalfa, del Distrito Casco Antiguo, y va de la confluencia de la plaza de San Francisco con la calle General Polavieja, a la confluencia de la plaza Nueva con la calle Tetuán.
   La  calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
   Es una de las calles abiertas a mediados del s. XIX tras el derribo del antiguo convento de San Francisco y la consiguiente ordenación urbanística de la actual Plaza Nueva. El nombre de Granada le fue impuesto, según Santiago Montoto, en 1852, como homenaje a la ciudad andaluza, y se refleja ya en el plano de Álvarez-Benavides (1868). En algunos documentos de la época aparece nombrada como avenida de Granada. Se trata de un espacio corto, rectilíneo y de anchura media. Sólo posee tres edificios en su acera derecha, pues la izquierda está ocupada por la fachada lateral del Ayuntamiento. La numeración de los citados edificios es desordenada. En la década de los 80 del siglo pasado estuvo pavimentada con tacos de madera, que en 1895 se sustituyeron por adoquines de Gerena, hoy cubiertos por capa asfáltica. Posee aceras de losetas de cemento en la derecha y de losas de granito en la contigua al Ayuntamiento. Se ilumina con farolas de diseño decimonónico adosadas a este edificio. Entre sus casas, de la primera mitad de siglo, destaca un edificio de estilo neoclásico, de los años 40 de nuestro siglo, sede central de una entidad bancaria, en la esquina con Tetuán.
     Cumple una función claramente comercial y mercantil, con una tienda de modas y dos establecimientos bancarios. A pesar de su corta extensión, ofrece gran movimiento peatonal en las horas diurnas, teniendo en cuenta su ubicación en el centro comercial administrativo de la ciudad y el hecho de estar cerrada al tráfico y en buena parte convertida en aparcamiento de motocicletas. Participa también de la animación derivada de los bares y establecimientos de General Polavieja, y del ambiente especial que la zona adquiere en grandes solemnidades locales (Corpus, Semana Santa...). Recientemente ha cerrado la Librería Sanz, una de las más antiguas de Sevilla, que hace unos años se trasladó aquí desde Sierpes [Rogelio Reyes Cano, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor el día festivo "Día de la Toma de Granada"
     Sin interrupción conocida desde hace 531 años (en 2023), cada 2 de enero se viene conmemorando en Granada la popular Fiesta de la Toma o de la Entrega de la ciudad, y que muy apropiadamente en algunos textos del tiempo de la II República española, concretamente del Patronato Nacional de Turismo, aparece denominada como Fiesta de la Rendición de Granada.
     Posiblemente la polémica surgida en torno al nombre se acabaría con la adopción de esta última denominación, más neutra y con la que todos nos encontraríamos representados como granadinos, por ser más apropiado históricamente hablando, puesto que Granada, si bien sufrió asedio durante varios años, no es menos cierto que en ningún momento fue tomada o conquistada militarmente, sino que tras la celebración de unas honrosas capitulaciones firmadas en el Real de Santa Fe, la ciudad con su monarca el frente, Boabdil, fue entregada o rendida a las huestes cristianas, quienes pacíficamente en un principio, ocuparon Granada.
     ​Es por ello que la dura polémica que se mantiene desde hace algunos años a esta parte entre ciertos sectores ciudadanos a propósito de la denominación y el carácter de la fiesta, es en cierto modo comprensible, pues los defensores de las corrientes críticas (el Colectivo Manifiesto 2 de enero, Nación Andaluza, parte de la Comunidad Islámica de Granada y algún destacado representante del Partido Andalucista, principalmente) entienden que la fiesta debería denominarse fiesta de la entrega, en respecto a la verdadera historia de los hechos.
     Otros, más puristas o conservadores, acompañado por algunos añorantes de los militarismos dictatoriales que aprovechan cualquier momento para rescatar trasnochados planteamientos de intolerancia, exigen el mantenimiento del nombre de Fiesta de la Toma y el reforzamiento si cabe de la representación militar en los actos conmemorativos de la festividad, algo que no hace sino crispar aún más el ambiente.
     Lo cierto es que ninguna facción parece estar en su sitio justo, pues la fiesta no puede analizarse hoy en términos de intolerancia ni de avasallamiento como algunos hacen ni de conquista como otros tratan de acentuar, dado que su mayor valor actual (por no decir el único) es su celebración ininterrumpida desde hace más de medio milenio.
     Sin duda, dada la dimensión actual de la polémica, lo más oportuno sería un replanteamiento de los actos conmemorativos y la búsqueda de otro significado a la fiesta del 2 de enero sin que esta pierda sus componentes históricos, de modo que pasase a ser una celebración en la que nadie se considere agredido.
     Desde luego, ni las voces y abucheos boicoteadores del acto de la tremolación que auspician unos, ni el reforzamiento de la presencia militar que fomentan otros, conducen a nada, más que a un enfrentamiento absurdo en el que pierde la dimensión histórica de la festividad.
     En el libro Fiestas Populares de Granada de Antonio Joaquín Afán de Rivera, se dedica un capítulo bellísimo a la Fiesta de la Toma, en el que se ofrecen la mayor parte de las claves históricas y rituales de su celebración. De cualquier modo por las fechas en que se celebra la festividad, inserta dentro de los días de Año Nuevo y Reyes, la misma no hace sino acentuar los aires festivos de la ciudad.
     Su ritual es bastante simple, pues los actos conmemorativos no hacen sino girar en torno a la tremolación del pendón dado por Fernando el Católico a la Capilla Real para la conmemoración de la fiesta del 2 de enero.
     El pendón que se tremola no es, a pesar de lo que se piensa vulgarmente, el que portaban los ejércitos cristianos a su entrada en Granada en 1492, pues aunque éste se conserva, está muy deteriorado y permanentemente guardado en el tesoro de la Capilla Real.
     El que se enarbola durante la festividad, realizado en damasco carmesí y en el que figuran las armas de Aragón, Sicilia, León y Castilla, y a pesar de que es muy similar al anterior, es sin embargo del siglo XVII, por lo que aún teniendo un gran valor histórico no es de la importancia y significado de aquel otro más antiguo.
     Los actos conmemorativos de la festividad se inician muy temprano en la Capilla Real con la celebración de una misa a la que asisten las autoridades granadinas, civiles, militares y religiosas en traje de gala, en la que el pendón es entregado por el Capellán Real Mayor, previo acuerdo del Pleno del Ayuntamiento, al edil más joven del consistorio, vestido a la moda del siglo XIX, con frac y chistera de raso.
     En el interior de la capilla delante de los sepulcros de los Reyes Católicos (VÍDEOS) por tres veces se repite la letanía del ritual de la tremolación (que de un modo parecido se repite todos los días 12 de octubre, durante la celebración de la fiesta de la Hispanidad) y tras ello, seguido de una comitiva integrada por todas las autoridades, civiles y militares, acompañadas por la banda municipal de música y fuerzas del acuartelamiento militar de la ciudad que dan escolta al pendón, parten en un recorrido que discurre por las calles Oficios, Gran Vía, Reyes Católicos y Plaza del Carmen, hasta el balcón principal del Ayuntamiento, desde donde tiene lugar la tremolación de la enseña.
     Los actos desarrollados según un acuerdo de la Comisión del Gobierno del Ayuntamiento del año 1982, en que se retocó el ceremonial dando cabida a los vítores a Andalucía y el himno autonómico, es el que a continuación sigue: el edil con el pendón pertrechado y descubierta la cabeza grita:
-¡Granada!
Ante ello el pueblo congregado replica:
-¿Qué?
Nuevamente el edil prosigue gritando:
-¡Granada!
Vuelven a contestar los granadinos:
-¿Qué?
Y de nuevo:
-¡Granada!
Los granadinos otra vez:
-¿Qué?
A continuación el edil, dice:
-Por los ínclitos Reyes Católicos D. Fernando V de Aragón y Dª Isabel I de Castilla, ¡Viva España!
Contestan los granadinos:
-¡Viva!
Vocifera nuevamente el edil:
-¡Viva el rey!
Los granadinos:
-¡Viva!
El edil:
-¡Viva Andalucía!
Los granadinos:
-¡Viva!
El edil:
-¡Viva Granada!
Los granadinos:
-¡Viva!
     A continuación el edil flamea o tremola el pendón a los sones del himno nacional acompañado de un sonoro aplauso del gentío fruto de la emoción y no del ceremonial. Tras los sones de la Marcha Real, se vuelve a repetir por dos veces más todo el ritual, concluyendo el tercero con la interpretación del himno de Andalucía.
     Finalizada la tremolación, las tropas de escolta desfilan bajo el mismo rindiéndole honor, quedando el pendón por el resto del día expuesto en el balcón consistorial custodiado por soldados del destacamento militar de Granada, siendo arriado al final de la jornada.
     Es costumbre arraigada que los granadinos, especialmente las mujeres, tomen el camino de la Alhambra hasta llegar a la Torre de la Vela, donde la tradición obliga a tocar la inmensa campana fundida en 1773 por José Lorenzo Corona (lo que antiguamente se podía hacer desde la tarde del día 1 y durante todo el día 2) por cuanto corre la creencia popular de que aquellas jóvenes que tañen la campana se casarán ese mismo año.
     ​Es precisamente aquí, en la Torre de la Vela, donde tiene su origen toda la festividad de la Toma, pues en ella, la más alta de las Torre de la Alcazaba (aunque algunos testimonios mantienen que pudo ser en la Torre del Homenaje), el día 2 de enero de 1492 las tropas de los Reyes Católicos se posesionaron de Granada, elevando allí el pendón de Santiago y otras dos banderas cristianas insignia del ejército castellano de manos del cardenal González de Mendoza y de D. Gutierre de Cárdenas, tremolando y gritando la ciudad el nombre de los ínclitos Reyes.
     En recuerdo y conmemoración de este hecho histórico en el muro de la espadaña, bajo la Campana de la Vela, hay una lápida en la que dice:
El día 2 de enero del año 1492 de la era Cristiana
a los 777 de la dominación Árabe
declarada la victoria y hecha entrega de esta ciudad.
a los S.S. Reyes Católicos.
Se colocaron en esta torre, como una de las más elevada de esta fortaleza
los tres Estandartes insignia del Ejército Castellano
y enarbolando el cardenal González de Mendoza y D. Gutierre
de Cárdenas
los Santos Pendones
se tremoló el Estandarte R1. por el Conde de Tendilla
diciendo en altas voces los Reyes de armas
Granada, Granada, por los incluido la Reyes de Castilla
D. Fernando y Doña Ysabel.
(Por César Girón, extraído de su libro “Miscelánea de Granada”. Ed. Comares)
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