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martes, 10 de enero de 2023

Los principales monumentos (Edificios civiles, Ermita de Nuestra Señora de Clarines; e Iglesia parroquial de San Bartolomé) de la localidad de Beas (I), en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Edificios civiles, Ermita de Nuestra Señora de Clarines; e Iglesia parroquial de San Bartolomé) de la localidad de Beas (I), en la provincia de Huelva.
Ubicación
     En la Comarca del Andévalo.
Reseña histórica breve
     Se cree que el origen del pueblo se debió a un cruce de caminos (hipótesis que ya fue sostenida en el siglo XVI por el historiador Rodrigo Caro, para quien el topónimo Beas sería una derivación de la voz latina "Veas" o "Vehas")
     Existen vestigios de poblamiento en el período Neolítico y Calcolítico (Dolmen de El Labradillo y Dolmen de Soto). De la edad del Bronce hay testimonios de asentamientos en la zona sur del término (enterramientos, ajuares, cerámica, hachas, etc.). En el municipio también se han encontrado restos de época romana en las proximidades de la Fuente de San Benito, que debieron pertenecer a una villa rústica de la época Bajo Imperial. De la presencia árabe se encuentran restos en Matahijos (botellas, cuencos, ajuares).
     Las primeras referencias escritas sobre Beas las encontramos tras la conquista castellana del reino de Niebla en 1.262 en la nueva organización del Concejo de Niebla establecida por Alfonso X. Así se mantuvo hasta la desaparición de los señoríos del Antiguo Régimen en el siglo XIX.
     Con los cambios políticos tras la aprobación de la Constitución de Cádiz de 1.812, Beas alcanza el estatus actual de municipio. Tras la desamortización de los bienes de la iglesia, al final del siglo XIX, se acometen importantes reformas del trazado viario, aprovechando la venta de la parcela ocupada por el hospital de Santa María de Gracia. También en este siglo, los colonos de Candón consiguen que los baldíos que cultivaban pasen a su propiedad.
     En los siglos XIX y XX se produce una gran explosión demográfica y urbana, ampliándose considerablemente el casco urbano de la población de Beas. También se mejoran las comunicaciones con el ferrocarril de San Juan del Puerto a Minas del Buitrón y nuevos firmes y trazados de las carreteras. A mediados del siglo XX, como consecuencias de la guerra civil, se produce una disminución considerable de la población y una gran depresión económica que causa hambrunas y necesidades básicas de sus habitantes.
Patrimonio cultural y artístico
     Iglesia parroquial de San Bartolomé, templo gótico-mudéjar sevillano (siglos XIV y XV).
     Entre los edificios religiosos del pueblo, aún se conserva en la calle Santa Engracia la capilla del hospital de Santa María de Gracia, de trazado mudéjar, fundado en 1566.
     También destacan la Ermita de Clarines, Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Salud, Ermita de las Mercedes, la Iglesia Parroquial de San José y la Ermita de Ntra. Sra. de España en las otras poblaciones.
     De los edificios civiles destacan algunas casas del casco urbano de los siglos XVIII, XIX y XX, el propio Ayuntamiento, (1881), y el edificio utilizado actualmente como Casa de la Cultura. Otro edificio es el Cementerio Municipal (1927). Como obra de ingeniería civil destaca el dique o pantano de Beas, (1927).
Fiestas y tradiciones
      La Romería de los Clarines (14-16 de agosto)
     Clarines Chico
     Las Capeas de San Bartolomé
     Fiestas de San José Obrero de Candón
     Romería de la Virgen de España (segundo fin de semana de mayo)
     Belén Viviente de Beas
     Romería de Nuestra Señora de la Salud de la Fuente de la Corcha
     Fiestas de Nuestra Señora de la Merced en Navahermosa.
Recursos económicos y sociales
     Tradicionalmente las actividades económicas desarrolladas son la agricultura y la ganadería (cabaña ovina). De entre los cultivos destacan los herbáceos (cereales, oleaginosas,...), el olivar, los frutales, y el viñedo.  Las actividades industriales tradicionales en el municipio, ahora en plena decadencia, son la destilación de esencias y la alfarería de tejas y ladrillos.  El agua procederá de pantanos actualmente en construcción o en fase de proyecto (Presas del Andévalo y Alcolea). Con la puesta en regadío de nuevas tierras existe la posibilidad de diversificar la producción agrícola de la localidad, introduciendo nuevos cultivos.
Gastronomía
     Basada en los productos de la zona (carnes de su campiña y dehesas, hortalizas, frutas y legumbres de sus huertas, aceite de sus olivos y vino de sus vides. También productos silvestres como el gurumelo (seta muy apreciada), tagarnina (cardo), espárragos, etc. El pescado, por la cercanía con la costa y sus arroyos, ha formado parte también de su comida tradicional. Caldereta de borrego, caldereta de barbo, habas con chocos, bacalao con tomate, potajes de legumbres (alubias, garbanzos o lentejas), migas, tostá, habas enzapatás (cocidas), revuelto de espárragos, revuelto de gurumelos, cocido de tagarninas, gurumelos asados, habas verdes con chocos, chuletillas de cordero a la brasa, ...
     Postres cocinados: huevos nevados, poleá o espoleá, arroz con leche.
     Repostería: piñonates, pestiños, empanadillas de cidra, tortas de manteca, rosas, buñuelos, torrijas, perrunillas, Los ingredientes fundamentales de la repostería local son la miel, la harina, los huevos, la manteca de cerdo, la almendra, el aceite de oliva y el azúcar. También son muy conocidos y apreciados los roscos o picos de Beas, complemento o sustitutivo del pan en comidas y tapeos (Diputación Provincial de Huelva).
     Beas, topónimo frecuente en Andalucía, parece provenir del término vega, asentado en el estrato lingüístico mozárabe, anterior a la Reconquista, y que se halla también en documentación leonesa del siglo XIII. En cambio, Rodrigo Caro hace derivar el nombre de vías. Beas se encuentra situada a 123 m. sobre el nivel del mar, a 27 Km. de la capital, en la carretera general que conduce al centro y norte de la provincia y a Badajoz. Cuenta con una población de 4.162 habitantes, en el conjunto del municipio. Comprende, además del núcleo principal, las entidades menores de Candón, Fuente de la Corcha y el caserío de Navahermosa, en gran parte formadas por colonos oriundos de Valverde del Camino. Su actividad económica se centra, fundamentalmente en la agricultura. No obstante, el 55% de su superficie está dedicada a usos forestales. Su ganadería censa cabezas de ganado ovino, caprino y bovino. Su industria está referida a la producción de aceite y vino, y a la cerámica, tanto de construcción como artística.
     Beas presenta un trazado de pueblo caminero, con calles muy alargadas, como señal de haber crecido la población en el cruce de dos vías agropecuarias: el camino real, la Colada del Camino Real, que, procedente de Trigueros, conducía a Valverde, y, una vereda de carne, la Colada del Carril de los Moriscos o el llamado Cordel de Portugal, que, desde Portugal y pasando por Niebla, desembocaba en Sevilla (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Edificios civiles
     El Ayuntamiento está ubicado junto a la Parroquia, en la Plaza de España, sobre el solar que ocupaba el Hospital y Capilla de San Bartolomé. El edificio fue levantado en el año 1881 por el arquitecto Manuel Pérez González. Junto al Ayuntamiento, en el solar del Cabildo viejo, el mismo arquitecto Manuel Pérez González, levantó en 1882 las Escuelas, hoy Casa de la Cultura. En la calle San Sebastián, nº 16, hay una casa de dos pisos, cuya fachada responde al gusto de fines del siglo XVIII. En la misma calle con el nº 18, hay otra casa de dos pisos, de similar cronología. En la calle Cervantes, nº 8, una casa de dos plantas sigue el esquema del barroco tardío. En la misma calle Cervantes, nº 5, una casa de dos plantas, de sabor decimonónico. La arquitectura contemporánea está representada en Beas por el moderno Centro de Salud, obra de José Garduño Vallecillo (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     
Ermita de Nuestra Señora de Clarines
     Beas venera como Patrona a la Virgen de los Clarines, en su ermita situada en una colina a media legua del pueblo en dirección este, hacia la aldea de Candón. Los orígenes de la ermita se remontan al medievo. La devoción a Ntra. Sra. de los Clarines se extendió por la comarca, y atraía de un modo especial a los navegantes. La romería, que se celebra el 15 de agosto, ha dado lugar a que se levanten alrededor de la ermita numerosas casas, edificadas especialmente para la ocasión, y que siguen una tipología común: casas de una sola planta que sirve de sombrajo y para atar las cabalgaduras. Se accede al recinto de la ermita a través de una portada con arco central flanqueado por sendos azulejos de la Virgen de Clarines y de la heráldica municipal de Beas, ambos de cerámica Santa Ana.
     La ermita es de nueva planta. Por efecto del seísmo de 1969, quedó tan ruinoso el edificio primitivo, que hubo que derruirlo y edificarlo de nuevo. Se compone de un atrio porticado y una sola nave cubierta a dos aguas con madera, sobre tres arcos carpaneles y pilares con impostas, que, a modo de diafragmas, la dividen en cuatro tramos. En los laterales hay cuatro arcos rehundidos de medio punto sobre pilares con impostas. Los tres primeros tramos se iluminan lateralmente por óculos con vidrieras polícromas. En el cuarto tramo del lado del evangelio, abre el camarín del Nazareno, de planta cuadrada, que se cubre con bóveda octogonal sobre trompas. La capilla mayor, cuadrada, tiene bóveda de media naranja sobre pechinas, con florón en la clave. A la capilla se abre el camarín de la Virgen, con arco de medio punto; su interior tiene planta cuadrangular cubierta con bóveda octogonal sobre trompas de aristas. El camarín fue mandado construir en 1739, por el administrador de las ermitas Juan de Mora Lobato, en cumplimiento del testamento de Alonso Blanco. Se ilumina la capilla mayor por una ventana octogonal que se abre en el lado de la epístola.
     Al exterior, en la fachada principal, la ermita tiene un porche con cinco arcos de medio punto, el central más alto que los laterales. Sobre el arco central hay un azulejo que representa la imagen de la Virgen. Por el lateral, hay un arco de medio punto por cada lado. A uno y otro lado de la puerta de ingreso a la ermita, con arco de medio punto, hay un banco adosado al muro. La espadaña es de tres vanos, con cartones laterales.
     A la ermita, por los flancos laterales, se adosan la casa de la ermitaña y las dependencias de la Hermandad. El vano que ilumina el camarín de la Virgen tiene una reja de hierro forjado, de saber dieciochesco, decorada con ces contrapues­tas y crestería superior de eses, azucenas y cruz flordelisada.
     Entre los bienes muebles, señalamos, el Señor de Clarines, imagen de vestir, obra de León Or­tega, de 1943, al igual que el Cireneo. La capilla mayor la preside un retablo de madera dorada, con columnas pareadas y decoración vegetal, guirnaldas de hojas y frutas, jarros con flores, etc., que sirve de marco al camarín de la Virgen. Ha sido restaurado por Luis Barrios en 1994. La venerada imagen, realizada en 1938 por Antonio Castillo Lastrucci, es de candelero para vestir; el Niño, en cambio, es de talla, y no fue destruido en 1936. La Madre aparece sedente, con corona y cetro de realeza, y zapatos de plata. El Niño se sienta sobre su rodilla izquierda, sosteniendo el orbe de plata en la izquierda, en actitud deífica; su corona es de la segunda mitad del siglo XVII.
     En la nave del lado de la epístola, en el tramo contiguo a la Capilla Mayor, frente al Nazareno, hay una vitrina empotrada, con el simpecado de la Virgen, de hacia 1900, y las zapatillas blancas bordadas en oro, de la antigua imagen de Clarines, destruida en 1936.
     Sobre la vitrina, en una repisa se expone una interesante escultura sevillana de las últimas décadas del siglo XVI, que representa a Santa Ana Tríplex. Santa Ana, que muestra una pera en su mano derecha, porta sobre su rodilla izquierda a la Virgen, quien a su vez lleva sobre su rodilla derecha al Niño. Puede atribuirse su autoría al círculo de los grandes maestros de la etapa final de aquel siglo, a saber, Bautista Vázquez el joven, Miguel Adán, Juan de Oviedo o Gaspar del Águila (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Iglesia parroquial de San Bartolomé
     El templo es de origen mudéjar (s. XIV), con adiciones barrocas de diversas etapas. Tiene planta rectangular. Se compone de tres naves con crucero. Las arquerías divisorias de naves presentan tres arcos apuntados y doblados, muy amplios, sobre pilares rectangulares, con pilastras adosadas y achaflanadas por sus caras mayores. La nave central se cubre con techumbre de madera en forma de artesa con tirantes. Cada tirante se enriquece con una estrella de ocho puntas, entre otras dos inscritas en sendos cuadrados. Las naves laterales tienen cubiertas de colgadizo.
     En el contorno del edificio, de acusada simplicidad volumétrica, destaca la torre parroquial, una de las más altas de la provincia. Se yergue voluminosa en la cabecera de la nave de la epístola. Se compone de caña, cuerpo de campanas y chapitel. Responde al gusto finisecular del Setecientos. La veleta, fechada en 1829, marca la finalización de las obras.
     En la nave de la epístola, vemos un cuadro muy repintado del Sueño de Jesús, con la Virgen, San José y San Juanito, del siglo XVII; seguidamente se halla un retablo marco, dedicado a las Ánimas; el marco conserva una antigua cenefa de rocallas con un querubín, de Pedro Gómez. Le sigue un cuadro de la Oración del Huerto, pintura del s. XVII, de un buen seguidor de Murillo.
     A continuación, se abre la capilla sacramental, a la que se accede tras una reja de hierro fundido. Se cubre con bóveda de cañón, con decoración de octógonos, de sabor mudejárico. Las jambas del arco de medio punto conservan un zócalo de madera con decoración de rocallas y rombos, de la segunda mitad del siglo XVIII. El retablo principal, dorado y policromado, es obra moderna, y en su hornacina central se venera Nuestro Padre Cautivo y Rescatado, esculpido entre 1943- 1945, por León Ortega. De nuevo en la nave, vemos el retablito del Corazón de Jesús, con fondos marfil y molduras doradas. La ima­gen es de talla en madera policromada, de hacia 1900, con túnica gris y manto rojo, con cenefa neogótica.
     En el transepto, sobre la puerta de la sacristía, se encuentra un óleo de San Miguel venciendo al demonio, de la primera mitad del siglo XVIII.
     A continuación hallamos en el muro una hornacina enmarcada con restos de retablos de la segunda mitad del XVIII. En el testero plano que preside la nave, se ha rehecho un retablo con fragmentos del antiguo retablo mayor, éste era obra de Francisco de Barahona, de 1709. Hay seis columnas salomónicas con el tercio inferior cilíndrico y dos pequeñas esculturas de San Pedro y San Pablo. En la hornacina central, está la Virgen del Rosario, obra del círculo de Roque Balduque, del segundo tercio del siglo XVI.
     En el presbiterio preside el Santísimo Cristo de la Sangre, en madera policromada, obra sevillana de mediados del XVI, del círculo de Roque Balduque, que recuerda el Cristo de la Vera Cruz de Sevilla. Debajo, se expone el Tabernáculo sobre una columna de mármol rojo, de fuste estriado en espiral, del siglo XVII, procedente del sepulcro de los mar­queses de Gibraleón, en el exconvento del Vado. Sobre una ménsula lateral aparece la Virgen de Gracia, del XVI, titular que fue de la ermita y hospital de Beas, que puede atribuirse a Juan Bautista Vázquez el Mozo o a Diego de Velasco. La Virgen de Gracia tiene corona, con canasto de la primera mitad del siglo XVIII, y los imperiales y resplandor con decoración de rocallas, del último tercio del XVIII; el cetro, la media luna y las potencias son de factura decimonónica. En otra ménsula, al lado de la epístola, una escultura en madera policromada de San Bartolomé, del siglo XVI. La aureola o galleta es de plata, de la primera mitad del XVIII.
     En la capilla absidial que preside la nave de la epístola, en el brazo del crucero, hay un retablo de estuco, del XVII. Tiene dos cuerpos y ático con frontón partido, con marco que recibe un lienzo de escuela sevillana, con el Padre Eterno y remate formado por cartela con el INRI y corona. En las hornacinas laterales están Santa Rosalía, escultura barroca de la segunda mitad del XVII; y el Resucitado con banderola, obra muy restaurada por León Ortega. En el segundo cuerpo, al centro, la caja de un Crucificado, y al pie una pequeña Inmaculada, de fines del XVIII. En una de las hornacinas laterales, San Fran­cisco Javier de telas encoladas, del XIX.
     Luego abre la capilla de San José. En el interior, con planta cuadrada y bóveda vaída, hay un retablo moderno. En la hornacina, una escultura de San José con el Niño en brazos, de tra­dición roldanesca, del XVIII. En la hornacina del muro del Evangelio, hay un simpecado de terciopelo rojo bordado en oro de la Virgen de Clarines.
     Después del cancel, el retablo de mampostería en que se venera la Stma. Virgen de los Dolores, imagen de candelero para vestir obra de Manuel Cerquera Becerra, del año 1955. Sobre el pecho luce un corazón atravesado por las siete espadas, y en la cabeza una corona de plata repujada con motivos de rocallas, obras de fines del siglo XVIII. Debajo, en una urna, se encuentra el Cristo yacente, de escayola y te­las encoladas, cuya cabeza se inspira en modelos de Gregorio Fernández. Junto, hay un lienzo con el Beso de Judas de escuela sevillana del siglo XVII.
     A los pies de la nave se ubica la Capilla Bautismal con pila de mármol rojo jaspeado, de 1703. En la capilla se encuentra una vitrina con el simpecado de la Virgen de España, bordado en oro sobre terciopelo verde oscuro con aplicaciones de perlas, lentejuelas y cristales verdes y rojos, hecho en Sevilla en 1987/88. La imagen de la Virgen de España obra de Antonio Castillo Lastrucci, de 1956, habitualmente se encuentra en su ermita, en término de Calañas. A los pies de la nave central, bajo la tribuna del órgano, se disponen ocho sitiales de la antigua sillería de coro del s. XVIII, con decoración geométrica y pena­chos de recortados perfiles. Fue construida en el año 1761 por el maestro tallista de Sevilla Juan Cano. Sendos tintinábulos se sitúan en los pilares del último tramo de la nave, marcando la antigua delimitación del coro.
     La sacristía queda presidida por un Crucificado, de hacia 1600. La cajonera fue hecha entre 1774 y 1781, en madera de pino de llandes y cedro, por el maestro escultor de Sevilla Tomás González Guisado. El aguamanil es de mármol blanco, con una inscripción ritual completa so­bre placa de mármol. Hay, además, un lienzo de San Francisco penitente, del XIX. La parroquia de Beas conserva un notable conjunto de piezas de orfebrería, algunas de ellas con acusados rasgos americanos. Un portapaz de bronce dorado de estilo bajorrenacentista, en cuya hornacina central figura la Virgen sedente, con el Niño en su regazo. Un hostiario de plata es de estilo plateresco. A la primera mitad del siglo XVII parecen corresponder las siguientes piezas: Un cáliz de plata, de basamento circular y copa con nervaduras. Otro cáliz, de esquema y decoración semejante a los anteriores, tiene la copa más acampanada. Un último cáliz de plata obedece al estilo purista liso. Un copón de plata hace juego con las piezas anteriores; en la pestaña una inscripción señala que lo hizo la Sacramental. Hay una corona de plata, de principios del XVII.
     Puede verse en la parroquial la concha de bautismo, de plata lisa, que reduce su decoración al asa en forma de herma. Y las crismeras de plata lisa; base circular poco elevada, astil con tres costillas y platillos, dos brazos para las ampolletas. Éstas presentan forma ovoidal, con cuatro costillas, tapas semiesféricas con bisagra, rematadas una en perinola y otra en cruz; al centro, vástago con cruz plana. La ampolleta del infirmorum es del mismo formato, pero de mayor tamaño. En 1725, Manuel Guerrero hizo también tres vasos para los óleos, que costaron veinte escudos.
     Llama la atención, por el singular aspecto de su decoración, una arqueta eucarística de plata, de cuerpo rectangular, rematado en columnas abalaustradas en sus ángulos, y tapa semicilíndrica con asa. Mientras mantiene unas cartelas con los esquemas heredados del Bajo Renacimiento, cincela con total libertad unos motivos realistas de fauna natural o simbólica. Muestra cuatro marcas grabadas, de forma circular, en las que puede apreciarse cuatro cuarteles, con el castillo y el león, y fragmentos de una inscripción, marca fiscal del pago del quinto real a la Corona española. Tan singulares rasgos coinciden con una arqueta del Victoria and Albert Museum, de Londres, catalogada como obra del orfebre toledano Antonio Pérez de Montalvo, fallecido en 1685. Sin embargo, su similitud con la composi­ión y repertorios ornamentales de la orfebrería peruana inducen a calificar esta pieza como obra de la región andina del Alto Perú de fines del XVII o primera mitad del XVIII. Podría tratarse de un cofrecito adquirido a Bernardo Mateos, artista platero de Sevilla, en el año 1737.
     Como procedentes de talleres del Cuzco, de la primera mitad del siglo XVIII, podemos catalogar dos cálices de plata sobredorada, de peque­ño tamaño. A esta época corresponden también una corona de plata y una demanda de plata de Ntra. Sra. de Clarines, fechada en 1724.
     Hay dos ostensorios de plata dorada: uno con sol de rayos, y otro con círculo de motivos geométricos radiantes. Ambos presentan estructura arcaica en nudo y astil, costillas caladas sobresalientes, mientras que la decoración se recarga obsesivamente, sin dejar superficie por cubrir con hojas repujadas y con ces y roleos punteados. El segundo ostensorio, presenta un viril con crestería formada por motivos geomé­tricos calados y radiantes, tan propio de la orfebrería peruana.
     Por último, el portapaz de plata se corresponde cronológicamente con el que hizo Pedro Gutiérrez de Torres en el año 1736. En la hornacina central avenerada, figura la Purísima. De Manuel Guerrero se conserva la cruz de altar fechada en 1736. Del último tercio del siglo XVIII se conservan varias coronas de imágenes marianas.
     Una corona, formada por canasta de rocallas, de estilo rococó; los imperiales, con sus dos bandas y aureola en forma de media luna y rayos a bisel, son añadidos en la segunda mitad del s. XX; se remata en cruz florenzada. Hay otra corona de plata dorada, con la canasta de finales del s. XVIII, ornamentada de rocallas, a la que se han añadido los imperiales y la ráfaga. Otra corona de plata en color presenta las marcas de Carmo, Cárdenas y el cochinito. Una cruz de al­tar, de estilo rococó, repite el punzón del platero sevillano Enrique Quesada. Un cáliz de plata, fechado en 1780, procedente del hospital de San Bartolomé.
     Al siglo XIX corresponde un cáliz de plata, de estilo imperio. Por último, la cruz parroquial, de metal blanco y cobre plateado, de estilo neoclásico. El mango está formado por ocho cañones de plata, con motivos florales repujadas, de la primera mitad del s. XVIII (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La cronología del templo puede fijarse en el siglo XV.
     La iglesia posee planta rectangular de tres naves con crucero. Las laterales tienen cabeceras planas y la central acaba en un ábside compuesto de dos tramos; uno rectangular y otro poligonal de tres lados.
     Al final de la nave mayor aparece el coro que ocupa un doble espacio; alto y bajo. El coro bajo se sitúa a los pies de la nave mayor, mientras que el alto se extiende a las tres naves, siendo aquí mayor el espacio central.
     El templo únicamente posee dos capillas a las que se accede a través de arcos de medio punto y que están situadas en el centro de cada una de las naves laterales; son de planta cuadrada y quedan cerradas por una verja de hierro.
     Las naves aparecen separadas por tres arcos apuntados con sus trasdoses rehundidos, que apean sobre pilares cuadrados y achaflanados que poseen una línea de imposta de donde arrancan cada uno de estos arcos.
     Al presbiterio se accede desde la nave mayor a través de un arco toral de medio punto. Este tipo de arco es el que da entrada al crucero desde las naves laterales. El ábside se cubre en su primer tramo con una bóveda de terceletes con las claves resaltadas; y en el segundo los nervios solamente forman una especie de triángulo, pues partiendo del centro de cada uno de los tres lados que conforman esta zona del ábside van a unirse a un punto común para los tres.
     El resto de la iglesia se cubre con una techumbre de madera, del tipo de par y nudillo en la nave central, con sus tirantes decorados a base de una estrella de ocho puntas en el centro, flanqueada por otras dos estrellitas de las mismas características que la anterior, pero que aparecen inscritas en un polígono de ocho lados y todo el conjunto a su vez cuadrado. Las dos naves laterales presentan cubiertas de colgadizo.
     La capilla de la nave del Evangelio se cubre con una bóveda de cañón muy retocada. Y la de la nave de la Epístola con otra vaída.
     Todo el paramento del templo presenta un zócalo alto de azulejos rematado con merlones escalonados; exceptuando la zona poligonal del ábside que muestra todo su frente de ladrillo en limpio, que es una adición posterior.
     La iglesia posee dos puertas que dan acceso desde el exterior, y que están situadas una frente a la otra, en los lados mayores del rectángulo.
     Hay una tercera puerta que se abre en la zona del crucero correspondiente a la nave del Evangelio y que da acceso a la sacristía.
     El pavimento es de losetas cuadradas blancas y negras.
     La portada que se abre en la nave de la Epístola fue construida en ladrillo limpio, pero en la actualidad se encuentra muy retocada. Presenta arco apuntado y desdoblado, inscrito en un alfiz y con sus albanegas decoradas con azulejos. Todo el conjunto es rematado por un frontón triangular, pero con el ángulo superior en forma de semicírculo. Los laterales de este frontón van adornados con unos elementos salientes decorados por bolas.
     Los azulejos que decoran esta portada son modernos, aunque posiblemente sustituyeran a otros más antiguos. El tipo de frontón pensamos que tampoco sería el primitivo. 
     El acceso frontal e este muestra un vano rectangular flanqueado por pilastras muy planas que sostienen un entablamento decorado con triglifos. El conjunto va rematado por un frontón triangular adornado en sus ángulos por tres elementos salientes decorados con bolas. Esta portada es propia del siglo XVIII.
     La torre que se alza en el ábside del templo, por tanto en el centro del edificio, es cuadrangular con dos cuerpos. El primero de ellos muestra ventanas de arcos escarzanos rematadas por frontones triangulares. El segundo cuerpo es de campanas, aparece separado del primero mediante una especie de cornisón con ancho friso del que penden una serie de pinjantes; muestra en cada una de sus caras un conjunto de tres arcos de medio punto, el del centro es el que alberga la campana y los otros dos aparecen cegados. Este segundo cuerpo es ya del siglo XVIII. Todo el conjunto queda remozado por el característico chapitel piramidal cuyas caras van decoradas con azulejos blancos y azules y cuya base es
poligonal. Esta torre está considerada como la más alta de la provincia (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).     

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