Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesias de la Merced, y de San Francisco; edificios Militares; y Monumentos al Beato Vicente de San José, a los Descubridores, a la Inmaculada, y a la Virgen de las Angustias) de la localidad de Ayamonte (III), en la provincia de Huelva.
Iglesia de la Merced
El convento de PP Mercedarios Descalzos fue fundado en 1640 por Diego Pérez Mestre, capitán de la carrera de Indias, alguacil mayor, familiar del Santo Oficio y síndico de la villa de Lepe. Falleció en Ayamonte el día 10 de marzo de 1664, y recibió sepultura en la iglesia, en la bóveda que había mandado preparar bajo el altar mayor. Tras la Desamortización, al convento se le dieron diversos usos: oficinas de Hacienda, escuela pública, quedando su iglesia como ayuda de parroquia. Parte se vendió para la construcción de las viviendas particulares. El claustro ha sido rehabilitado para sede de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Ayamonte, y quedó inaugurado el 12 de abril de 2003.
La iglesia tiene planta de cruz latina, con brazos poco salientes. El buque está formado por una nave central más ancha, y dos laterales estrechas, destinadas a capillas y deambulatorio. La nave central se cubre con bóvedas de cañón con lunetos, que ocultan la armadura de madera, y, el crucero lo hace con cúpula sobre pechinas, decoradas con pinturas. Los volúmenes se exteriorizan en forma de sencillos prismas. Llama la atención la torre, no solo por la forma bulbosa de su chapitel, sino por las sobresalientes cornisas.
Desde la calle Jovellanos accedemos al templo, por un interesante cancel de madera, decorado con motivos mercedarios, policromados en la parte superior. Una vez en el interior observamos la configuración del templo en una nave central con capillas adosadas, y repartida en cinco tramos. El tramo de los pies está ocupado por el coro alto, que descansa sobre una bóveda de cañón rebajada, con grandes lunetos que semejan una bóveda de arista, y rematada por un florón. El coro alto muestra una interesante balaustrada de madera, en forma de estípites.
En el cuarto tramo del lado del evangelio, bajo un arco rehundido se halla un lienzo de Rafael Aguilera, de hacia 1940, que representa el tema de la Virgen del Carmen y las Ánimas del Purgatorio. En el tercer tramo se abre una capilla de escasa profundidad, cubierta con una estrecha bóveda de cañón, que se dedica a la Virgen de la Merced. La imagen, de candelero, es del último tercio del siglo XVII, y antiguamente presidía el retablo mayor de la iglesia. Desde 1973 es venerada en un retablito decorado con estípites, veneras, guirnaldas de flores y frutas, de la primera mitad del siglo XVIII. La frontalera del altar se recubre de azulejos blancos y azules, con escenas campestres, propio de la cerámica de Delf, del siglo XVIII. Al segundo tramo de la nave se adosa una capilla, cubierta con bóveda aristas, dedicada a la Virgen del Perpetuo Socorro. La pintura en tabla aparece firmada por M. Díaz Merry, 1941.
Ya en el crucero, en un arco de medio punto rehundido, es venerado el Señor Cautivo, imagen de vestir, obra de Antonio León Ortega, de 1973. Delante del altar, hay una lauda sepulcral de Antonio Francisco Pérez Tello, fallecido en el año 1767.
En el centro del crucero, ante los escalones del presbiterio, se halla la lápida funeraria del fundador del convento, Diego Pérez Mestre, del año 1667.
El presbiterio queda presidido por el retablo mayor, obra de tallistas portugueses, de hacia 1730. Fue dorado por el pintor y dorador portugués, Diego de Sousa e Sarre, quien contrató el dorado del retablo y las pinturas del crucero el 26 de abril de 1746 con fray Pedro de San José, procurador del convento. El retablo es una muestra de la presencia del arte portugués en la zona fronteriza del Algarve. Presenta una arquitectura basada en la columna salomónica. Se dispone sobre un alto basamento y predella. Sendas cariátides soportan las cuatro columnas de orden salomónico, que separan las tres calles, y que, contraviniendo su propia naturaleza, prolongan sus formas torsionadas por encima del entablamento, para formar una corona semicircular, abrazada por lesenas radiales, llamado arco salomónico. La decoración se realiza a base de vegetación, hojas de acanto, hojas de parra y racimos de uva picados por aves de vistosos plumajes, flores, querubines, etc. En la calle central, que se eleva también por encima del entablamento, se sitúa un templete, en la que se veneraba la imagen titular, Nuestra Señora de la Merced, y sobre él, otro de menor formato en función de expositor eucarístico. Actualmente recibe culto el Cristo de la Buena Muerte, al parecer de escuela sevillana de hacia 1635, aunque sus rasgos marcadamente cruentos recuerdan las maneras genovesas.
Las bóvedas de la nave central y del crucero se decoran con imitaciones de sillares y pilastras de mármol. En las pechinas figuran cuatro santos mercedarios: San Pedro Nolasco, San Ramón Nonato, San Raimundo de Peñafort y San Pedro Pascual. Son obra del pintor y dorador portugués Diego de Sousa e Sarre, 1746. En el crucero, frente al Cautivo, está la Virgen del Rosario, imagen dolorosa obra de León Ortega de 1972.
El deambulatorio del lado de la epístola se cubre con pequeñas bóvedas de cañón rebajadas y con lunetos. Al final de la nave, una escalera de caracol, de madera, permite la subida al coro y a la torre. El Vía Crucis que se reparte por la iglesia está formado por láminas del alemán Gebhard Fugel (1863-1939) (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
La iglesia y antiguo convento de Nuestra Señora de la Merced, en Ayamonte (Huelva), se encuentra ubicada en la zona denominada La Ribera, convirtiéndose en poco tiempo en el centro económico de la ciudad.
En el exterior, a los pies del templo, en el lado de la Epístola, se adosa la torre. En la parte inferior aparecen dos pequeños huecos cuadrangulares que iluminan el interior, que quedan enrasados con la línea de la fachada principal de la iglesia.
Sobre una primera cornisa aparecen canecillos que, a modo de ménsulas con volutas, dan paso a una segunda moldura accediendo al segundo cuerpo, ornamentado con elementos salientes y dispuestos como chatas pilastras dobladas en las esquinas y rematadas con una cornisa con mayor movimiento que las inferiores. A continuación está el cuerpo de campanas, con vanos de medio punto flanqueados por pilastras rematadas con volutas jónicas y entablamento superior, que cuenta con una sobresaliente cornisa. El cuerpo superior elevado a modo de tambor presenta forma octogonal, rematándose por un chapitel de forma bulbosa revestida de azulejo cobrizo y una cruz. En el interior, el acceso a la torre se realiza mediante una escalera de caracol de madera, compuesta de dos tramos rectos cubiertos por una montera.
La fachada principal es de gran sencillez y está dividida en tres cuerpos, el primero formado por la portada adintelada cuyas jambas se componen mediante dos pilastras muy sencillas de orden dórico sobre las que se sitúa un entablamento decorado con triglifos y metopas, encontrándose sobre todo el conjunto una cornisa de remate soportada por canecillos, sobre la que se sitúa un escudo enmarcado de la orden de la mercedaria en el centro y flanqueada por dos remates a modo de moldura en los extremos esta portada está coronada por dos remates a modo de moldura en los extremos. El segundo cuerpo presenta un vano adintelado flanqueado por sencillas pilastras con capiteles jónicos con volutas sobre el que se sitúa una moldura curva a modo de arco rebajado, que corona la ventana, así como la moldura a modo de clave existente bajo la misma. A continuación una sencilla moldura enmarca el hastial superior, resaltando su forma triangular que cuenta con un pequeño vano cuadrangular.
La iglesia del antiguo convento es de planta de cruz latina con los brazos del crucero poco salientes, compuesta por cinco tramos con arcos fajones resaltados, utilizando pilares de planta rectangular, a los cuales se le adosan medias pilastras a las caras que miran a la nave principal y cubierta por bóveda de cañón con lunetos, que ocultan la armadura de madera. En el lado del Evangelio se abren capillas y en la nave de la Epístola, a modo de deambulatorio, aparece una estrecha nave de muy poca profundidad y de menor altura que la nave principal. Entre las cubiertas y las bóvedas interiores del templo se encuentran armaduras de madera, espacio al que se accede a través de la escalera de acceso a la torre. La cubrición en la nave principal se realiza a dos aguas y de pabellón en la zona del crucero, cubriéndose mediante tablas y teja árabe.
El crucero presenta un gran espacio cuadrado central formado por cuatro arcos torales de medio punto y cubierto mediante cúpula de media naranja, que descansa sobre pechinas, elevada sobre cuidada cornisa con canecillos, motivos arquitectónicos consistentes en ocho pares de pilastras pintadas imitando el mármol rojo que convergen en un florón central y que están flanqueadas por óculos con barroquizantes marcos, motivos forales y geométricos abigarradamente compuestos, donde se encuentran representados cuatro santos mercedarios: San Pedro Nolasco, San Ramón Nonato, San Raimundo de Peñafort y San Pedro Pascual, siendo obras efectuadas por Diego de Sousa e Sarre en 1746.
En el primer tramo del lado del Evangelio se encuentra el coro en la parte superior y en la parte baja la entrada principal a cuyos lados del cancel aparecen los óculos que iluminan esta zona y una pila bautismal a cada lado.
En el tercer tramo del lado del Evangelio, se encuentra una capilla de escasa profundidad, cubierta con una sección de bóveda de cañón, tratándose más bien de una capilla hornacina que abre a la nave mediante un arco de medio punto. En el cuarto tramo se encuentra una capilla un poco más profunda, de planta cuadrangular y cubierta con bóveda de aristas, solería de mármol blanco y negro y que presenta al fondo un arco de medio punto. Esta capilla es utilizada actualmente como almacén. En el quinto tramo se encuentra otra capilla de planta rectangular cubierta por dos bóvedas de aristas y formada en dos tramos, articulados mediante arcos fajones rebajados. Es en esta capilla donde reciben culto las imágenes titulares de la Real Hermandad de Jesús Cautivo, Cristo de la Buena Muerte y María Santísima del Rosario, ubicadas en un retablo de mármol de reciente factura.
En el lado de la Epístola aparece una nave que destaca por su estrechez, formada por cinco tramos y cubierta por pequeñas bóvedas de cañón rebajadas con lunetos.
A los pies de la iglesia se realiza el acceso al templo a través de un cancel de madera formado mediante casetones con decoración vegetal y motivos heráldicos mercedarios, y en la parte superior se encuentra el coro, que descansa sobre una bóveda de cañón rebajada con grandes lunetos que semejan una bóveda de arista rematada por un florón. El coro alto ocupa la superficie de todo el primer tramo y presenta una interesante balaustrada de madera con forma de estípites. En los pilares laterales que soportan el arco rebajado hay adosadas dos pilas de agua bendita, realizadas en terrazo.
En el exterior, junto al lado de la Epístola, se sitúa el claustro del antiguo convento, de planta cuadrada, formado por cuatro arcos de medio punto en cada lado y compuesto por columnas de orden toscano y ventanas cuadradas en el primer piso, alrededor del cual se articulan las distintas dependencias. La planta baja alberga la sede de la Agrupación de cofradías y hermandades de la ciudad de Ayamonte, con acceso doble desde la calle Jovellanos a la que se accede a un vestíbulo que conduce al claustro. La fachada que envuelve todos estos espacios presenta cuatro vanos en planta baja que se corresponden con otros cuatro en la planta superior, si bien es cierto que el aspecto que presentan hoy día es distinto en los vanos que lindan con la iglesia conventual.
En torno a dicho claustro se articulan las diversas dependencias. A la derecha hay un hueco con cancela que comunica las distintas salas que abren mediante grandes ventanales a la calle Jovellanos, destacando dos de ellas compuestas mediante arcos rebajados.
La planta alta del claustro contiene el museo de la Agrupación de cofradías y hermandades de la ciudad de Ayamonte, donde se observan dos tipos de cubiertas; una a dos aguas articuladas mediante estructura de vigas de madera y tirantes, y las otras adinteladas mediante la técnica de ladrillo por tabla. El acceso a la primera planta se realiza mediante una escalera de dos tramos, junto a la cual se sitúa la sala principal, que fue restaurada para adaptarla al nuevo uso.
La fachada que recorre la calle Jovellanos, que linda con la trasera de las casas del siglo XIX, presenta gruesos muros indicando que pudiera tratarse del muro originario del cierre del convento, con vanos de grandes proporciones y rejas del siglo XVIII, como queda confirmado con el plano de 1756 trazado por el ingeniero militar Antonio Gaver.
Al exterior, en la confluencia de la calle Jovellanos con calle Huelva, se encuentra la parcela 05 que recibe actualmente el uso de biblioteca pública, que señalan como parte del antiguo convento. Otra parcela que conforma la delimitación del Bien es la número 08, que corresponde a la casa número 1 de la calle San Pedro, tratándose de un inmueble de dos plantas, siendo la correspondiente a su planta baja la que conserva restos del antiguo convento. En una de las salas, se conserva una bóveda de arcos diafragmáticos con lunetos, apareciendo en el resto de la misma planta otros elementos arquitectónicos de interés como algunos arcos pertenecientes al antiguo edificio.
Entre las diferentes restauraciones sufridas se encuentran las realizadas por los Padres Paules. La primera en 1917 y la segunda, tras la Guerra Civil en 1937. Posteriormente fue restaurada y rehabilitada en su interior a partir de 1971, con motivo de la instalación de la Hermandad de Jesús Cautivo, Cristo de la Buena Muerte y María Santísima del Rosario.
Entre los años 1988 y 1989 se procedió a restaurar la torre y la escalera de acceso al campanario. Posteriormente en 1994 se ejecutaron obras de emergencia en el templo, sobre la galería ubicada en la estrecha nave lateral del templo, procediéndose a la sustitución del forjado de madera.
La iglesia y antiguo convento de Nuestra Señora de la Merced, en Ayamonte (Huelva), fue fundado en 1640 y es uno de los vestigios más importantes del establecimiento de la Orden mercedaria en el litoral onubense, constituyéndose como hito fundamental de la ciudad. El convento configuró durante siglos parte esencial de la trama urbana de Ayamonte, siendo buen ejemplo del proceso degenerativo en el que entraron este tipo de edificaciones tras la Desamortización, a causa de la inadecuada utilización de las mismas y del alto costo de su mantenimiento.
Desde su fundación en 1218, la Orden de la Merced tenía como fin la redención de cautivos, hecho que está relacionado con la expansión de esta Orden por las tierras litorales. En Huelva, hacia 1600, toda la costa estaba desprovista de fundaciones mercedarias.
El establecimiento de la Orden de la Merced en Ayamonte surgió como prueba de la existencia de la piratería y como medida para combatir la acción corsaria que procedía del norte de África, siendo su labor la redención de cautivos apresados por los corsarios. Así resultó que la gran mayoría de las redenciones de cautivos, llevadas a cabo por los mercedarios a lo largo del siglo XVII, correspondió a marineros de la costa de Huelva y fundamentalmente a vecinos de Ayamonte. Así el momento de la fundación del convento mercedario se produce coincidiendo con el momento más grave de la tendencia de la cautividad.
La fecha de fundación del antiguo convento de la Merced de Ayamonte cobra mayor relevancia, ya que en estas fechas se produce el levantamiento de Portugal, situando a las villas onubenses en primeras flas de una guerra que se refleja en las exigencias de los sistemas de defensa en Ayamonte.
El templo posee un valor estético notable al estar bien compuesto en sus espacios y volúmenes. Destacan poderosamente su torre, las pinturas murales del crucero y el retablo mayor, prueba evidente de los intercambios culturales que han tenido lugar a lo largo de los siglos entre esta zona y Portugal. De autor desconocido, fue dorado en 1746 por el pintor portugués Diego de Sousa e Sarre, responsable también de las pinturas murales del crucero e iglesia.
Igualmente valiosas son las dependencias anexas al templo que formaron parte del antiguo convento de la Merced.
Actualmente el inmueble es sede canónica de la Real Hermandad de Jesús Cautivo, Cristo de la Buena Muerte y María Santísima del Rosario (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El convento de San Francisco de Ayamonte fue fundado en 1527 por la marquesa de Ayamonte, Leonor Manrique de Castro, viuda del marqués Francisco de Zúñiga y Guzmán, ambos muy vinculados a la Orden Seráfica, como patronos de la capilla mayor del convento de Sevilla, donde fueron enterrados. El templo fue declarado Monumento Nacional el 3 de junio de 1931.
La iglesia tiene una sola nave, como es habitual en las iglesias conventuales, con presbiterio elevado en la cabecera rectangular, diferenciado por un gran arco toral soportado por sendos haces de baquetones tardogóticos, que arrancan de basas poligonales y son coronados por capiteles también poligonales. Adyacentes al arco toral, se encuentran dos arcos conopiales, que abren a la nave sendas capillas, dedicadas respectivamente a San Diego, hoy al Cristo de la Lanzada, y al Cristo de la Vera Cruz. Seguidamente, por el lado de la epístola, se suceden tres arcos apuntados, los dos primeros ciegos y el tercero abierto a las dependencias de la Hermandad de la Lanzada, que discurren en paralelo a la nave desde la capilla de Vera Cruz. Finalmente, en el primer cuerpo del sotocoro se sitúa la antigua capilla del Rosario, fundada por la segunda marquesa de Ayamonte y duquesa de Béjar, doña Teresa de Zúñiga y reedificada por los hermanos, en 1586. En ella se hallaba la sepultura del militar italiano Tomás Moneco, de 1668, cuya lápida puede verse en el compás de la iglesia. A los pies, se sitúa el coro alto, sostenido por dos hileras de arcos de medio punto peraltados, sobre columnas genovesas de mármol blanco.
La nave, muy prolongada, se cubre a dos aguas con armadura de cinco paños, profusamente decorada con preciosa labor de lazos de ocho, que remata en forma ochavada en el coro. En dos franjas centrales y en la ochava del coro, los faldones se decoran con estrellas, y del centro del almizate penden piñas de mocárabes, flanqueadas por otras cuatro menores en sus ángulos. El octógono central del almizate del coro alto ostenta el blasón de doña Teresa de Zúñiga y Guzmán. La cabecera, cubierta a tres aguas, lo hace con armadura mudéjar de ocho paños sobre trompas, en la que se repite la misma labor de lacería en el almizate y en los faldones.
Desde el atrio se accede a la capilla de la Soledad, dotada de autonomía espacial y funcional, que discurre perpendicular a la nave, y paralela a la plaza de San Francisco. Consta de nave y presbiterio cubierto con bóveda semiesférica sobre pechinas.
Al exterior, el templo tiene una doble fachada: la primera, que da acceso al compás, y la segunda que lo hace al templo. La primera está formada por un gran vano adintelado, cerrado por una verja, y enmarcado por columnas pareadas, acanaladas, de orden dórico. Sobre el entablamento, decorado con triglifos y metopas, con labor biselada de estrellas de ocho puntas, se ubica un frontón partido, que, a su vez, sirve de estribo a una espadaña formada por cuatro pilastras y frontón triangular, en cuyo centro se sitúa el balcón, bajo un arco que irrumpe en la base del triángulo para ubicar la campana.
La portada interior de acceso a la iglesia, forma un arco de medio punto, enmarcado en alfiz, y está labrada en piedra caliza. La delimita sendas pilastras con basamento, capiteles e impostas tardogóticos, decorados con bolas, cadenetas, hojas cuadrifolias, y otros temas de posible origen portugués. Sobre un lado del imafronte, se eleva una segunda espadaña de factura barroca, que consta de dos cuerpos y tres vanos, de desigual anchura.
De la capilla de la Soledad, destaca al exterior el cubo de la cabecera cubierto por bóveda de media naranja. Una sencilla puerta adintelada abre un acceso directo desde la plaza a la Casa Hermandad.
En el interior del templo, llama la atención la doble arcada que soporta la tribuna del coro alto. Las arquerías paralelas están formadas, cada una, por tres arcos de medio punto peraltados, sobre columnas de mármol con basas de garras y capitel de castañuelas. Tanto los arcos como sus enjutas se hallan decorados con textos bíblicos, relativos a la casa de Dios, y con motivos geométricos de sencilla traza, esgrafiados en blanco sobre fondo gris oscuro, que aparecieron entre 1975 y 1977.
Antes de llegar al arco toral, se abre un amplio arco conopial que da acceso a la antigua capilla de San Diego de Alcalá. En su interior reciben culto las figuras titulares de la Hermandad. El Cristo de la Lanzada o de las Aguas es obra de Antonio León Ortega, de 1957. La Dolorosa, Ntra. Sra. Esperanza del Mar, de 1976, se debe a las gubias de Luis Álvarez Duarte. El San Juan Evangelista es de José Vázquez Sánchez, de 1953. La Magdalena fue rehecha, a partir de una cabeza antigua, por Prudencio Navarro Vázquez, artista también ayamontino. Otras imágenes que forman el conjunto de la escena de la Lanzada son la Virgen del Buen Fin y el Longinos a caballo, ambas figuras realizadas por Antonio León Ortega, en 1971 y 1973 respectivamente.
El arco de triunfo, que forma la embocadura de la capilla mayor, presenta también una inscripción en letras blancas sobre fondo gris oscuro, de la misma temática bíblica. La Capilla Mayor cubre todo su testero plano con el gran retablo. La obra de carpintería fue realizada por el ayamontino Manuel Lamprea en 1610. Tiene banco y cuatro cuerpos, y cinco calles, todo enmarcado por dos pilastras gigantes cajeadas y, entre ambas, entablamento y cornisa sobre mensulones, con cartelón central. La calle central, de cuerpos decrecientes, se destina al tabernáculo y a las imágenes titulares. En el cuerpo inferior se sitúa el sagrario, en forma de templete con dos puertas lisas, flanqueadas por columnas entorchadas pareadas, sobre basamento gallonado. Sobre el segundo cuerpo se expone la Inmaculada, escultura en madera policromada, anónima de hacia 1800. En la hornacina del tercer cuerpo, de medio punto coronado por frontón triangular, hay un San Francisco, escultura en madera policromada, del siglo XVII. En el centro del último cuerpo, hay una caja cruciforme, que cobija una cruz plana con el INRI. Y sobre ella, una cartela con corona de marqués, que enmarca el escudo franciscano de las cinco llagas.
Las dieciséis pinturas sobre lienzo que decoran este retablo, flanqueadas por columnas jónicas, representan figuras de santos, en simétrica correspondencia los del lado del evangelio y los de la epístola, que son -de arriba abajo y de derecha a izquierda- San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Pablo, y San Pedro. En el tercer cuerpo, San José y la Virgen en los Desposorios, San Antonio de Padua, San Buenaventura, y San Joaquín y Santa Ana en el Abrazo Místico. En el segundo cuerpo, la Conversión de San Pablo, cayendo del caballo ante la aparición de Cristo en un rompimiento de gloria; los diáconos mártires San Lorenzo, con la parrilla, y San Vicente, revestidos de dalmáticas; las vírgenes y mártires Santa Lucía, con la bandeja y los ojos, y Santa Catalina de Alejandría, con la rueda y la espada que atraviesa la cabeza del rey; y el apóstol Santiago a caballo. En el primer cuerpo, santos franciscanos: San Bernardino de Siena; Santa Clara de Asís y Santa Catalina de Bolonia; el Abrazo de los santos fundadores, San Francisco y Santo Domingo; y San Luis de Tolosa, obispo y mártir. El anónimo autor se muestra seguidor del manierismo por la corpulencia de las figuras y su absoluto predominio sobre los fondos, la angustia del espacio y la peculiar coloración tornasolada de los tejidos.
A derecha e izquierda, hay dos pinturas murales, que representan los escudos heráldicos de doña Teresa de Zúñiga, sostenidos por dos guerreros con armaduras. El lado del evangelio corresponde al linaje de los Guzmanes, marqueses de Ayamonte. El del lado de la epístola corresponde al de los Zúñiga, que elogió Góngora en su soneto 287, «a la Marquesa de Ayamonte y su hija en Lepe»: «Muro real orlado de cadenas...».
En el flanco de la epístola se abre una capilla simétrica a la de San Diego, también con arco conopial, dedicada al Cristo de la Vera Cruz. Tiene planta rectangular con techumbre de madera, con almizate y cuatro faldones sobre arrocabe, semejante al de la nave de la iglesia. Preside un retablo, con gran sentido escenográfico, de 1872. Sobre el banco se dispone la urna, y, en ella, el Cristo Yacente, recompuesto en 1937 por Antonio León Ortega, quien aprovechó de la escultura original, de mediados del siglo XVI, la cabeza, el brazo izquierdo y las piernas. Vázquez lo restauró en 1987 y le hizo el sudario de talla, copiando por fotografías el modelo antiguo. Sobre la urna se exhibe Ntra. Sra. de la Soledad, imagen de candelero para vestir, restaurada por Antonio Castillo Lastrucci, en 1937, aunque las manos y la policromía son de Carlos Bravo Nogales. Fue restaurada en 1996 por Juan Manuel Miñarro. En el altar contiguo, se sitúa el Crucificado titulado Cristo de la Vera Cruz, obra de León Ortega, escultura en madera policromada de 1941.
Tras el arco conopial aparecen tres arcos apuntados, enmarcados en alfiz, los dos primeros ciegos y rehundidos, y el tercero abierto, que comunica con la sala de juntas y dependencias de la Sagrada Lanzada. En el primero, hay un retablito dieciochesco, decorado con rocallas y estípites, dedicado a San José. El Santo Patriarca es representado portando al Niño en brazos. Es una escultura en madera policromada, obra anterior a 1752, y atribuible a Bartolomé o Manuel García de Santiago. Fue donada por Manuel Rivero, quien construyó a sus expensas la capilla y retablo de San José para su enterramiento. Le sigue un retablito, también de fines del siglo XVIII, dedicado al Santo Sudario del Rostro de Cristo, cuya reliquia, traída en 1578 por Francisco de Guzmán, marqués de Ayamonte y gobernador del Milanesado, fue muy venerada en esta iglesia.
La capilla de la Soledad está destinada a Casa Hermandad, donde exhibe sus enseres, entre los que destaca la cabeza de Cristo Resucitado, de estilo barroco sevillano del círculo de Juan de Mesa (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
La iglesia posee una sola nave, como es habitual en las iglesias conventuales, con presbiterio elevado en la cabecera rectangular, diferenciado por un gran arco toral soportado por sendos haces de baquetones tardogóticos, que basas poligonales y son coronados por capiteles también poligonales. Adyacentes al arco toral, se encuentran dos arcos conopiales, que abren a la nave sendas capillas, dedicadas respectivamente a San Diego, hoy al Cristo de la Lanzada, y al Cristo de la Vera Cruz. Seguidamente, por el lado de la epístola, se suceden tres arcos apuntados, los dos primeros ciegos y el tercero abierto a las dependencias de la Hermandad de la Lanzada, que discurren en paralelo a la nave desde la Capilla de Vera Cruz. Finalmente, en el primer cuerpo del sotocoro se sitúa la antigua capilla del Rosario, fundada por la segunda marquesa de Ayamonte y duquesa de Béjar y reedificada por los hermanos en 1586. En ella se hallaba la sepultura del militar italiano Tomás Moneco, de 1668, cuya lápida puede verse en el compás de la iglesia. A los pies, se sitúa el coro alto, sostenido por dos hileras de arcos de medio punto peraltados, sobre columnas genovesas de mármol blanco.
La nave, muy prolongada, se cubre a dos aguas con armadura de cinco paños, profusamente decorada con preciosa labor de lazos de ocho, que remata en forma ochavada en el coro. En dos franjas centrales y en la ochavada del coro, los faldones se decoran con estrellas, y del centro del almizate penden piñas de mocárabes, flanqueadas por otras cuatro menores en sus ángulos. El octógono central del almizate del coro alto ostenta el blasón de Doña Teresa de Zúñiga y Guzmán. La cabecera, cubierta a tres aguas, lo hace con armadura mudéjar de ocho paños sobre trompas, en la que se repite la misma labor de lacería en el almizate y en los faldones.
Desde el atrio se accede a la Capilla de la Soledad, dotada de autonomía espacial y funcional, que discurre perpendicular a la nave, y paralela a la plaza de San Francisco. Consta de nave, presbiterio cubierto con bóveda semiesférica sobre pechinas.
Al exterior, el templo tiene una doble fachada: la primera, que da acceso al compás, y la segunda que lo hace al templo.
La primera está formada por un gran vano adintelado, cerrado por una verja, y enmarcado por columnas pareadas acanaladas, de orden dórico. Sobre el entablamento, decorado con triglifos y metopas, con labor biselada de estrellas de ocho puntas, se ubica un frontón partido, que, a su vez, sirve de estribo a una espadaña formada por cuatro pilastras y frontón triangular, en cuyo centro se sitúa el balcón, bajo un arco que irrumpe en la base del triángulo para ubicar la campana.
La portada interior de acceso a la iglesia, forma un arco de medio punto, enmarcado en alfiz, y está labrada en piedra caliza. La delimita sendas pilastras con basamento, capiteles e impostas tardogóticos, decorados con bolas, cadenetas, hojas cuadrifolias, y otros temas de posible origen portugués. Sobre un lado del imafronte, se eleva una segunda espadaña de factura barroca, que consta de dos cuerpos y tres vanos, de desigual anchura.
En el interior del templo, llama la atención la doble arcada que soporta la tribuna del coro alto. Las arquerías paralelas están formadas, cada una, por tres arcos de medio punto peraltados, sobre columnas de mármol con basas de garras y capitel de castañuelas. Tanto los arcos como sus enjutas se hallan decorados con textos bíblicos, relativos a la casa de Dios, y con motivos geométricos de sencilla traza, esgrafiados en blanco sobre fondo gris oscuro, que aparecieron entre 1975 y 1977.
El convento de San Francisco de Ayamonte fue fundado en 1527 por la marquesa de Ayamonte, Leonor Manrique de Castro, viuda del marqués Francisco de Zúñiga y Guzmán, ambos muy vinculados a la Orden Seráfica, como patronos de la capilla mayor del convento de Sevilla, donde fueron enterrados (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
edificios Militares
La situación fronteriza con Portugal, y la necesidad de vigilar la desembocadura del río Guadiana, dieron lugar a un sistema de defensas, que tenía su culmen en el Castillo, y sus avanzadillas en los Baluartes de Buscarruidos y de Las Angustias.
El castillo de Ayamonte, ofrecido en 1962 por el Ayuntamiento para la construcción del Parador Nacional de Turismo, desapareció bajo el nuevo edificio hotelero. Sin que se excluya alguna fortificación anterior, debido a su estratégico emplazamiento, los primeros datos se remontan al siglo XIII. En los años en que Ayamonte estuvo bajo el dominio santiaguista pudo construirse la capilla de Nuestra Señora de los Favores, de la que trata la Cantiga de Alfonso X el Sabio. Las guerras con Portugal en la segunda mitad del siglo XVII y primera mitad del XVII contribuyeron al reforzamiento de los edificios militares. Entre 1640 y 1668 se construyeron refuerzos de las fábricas medievales existentes, un segundo perímetro defensivo artillado en el flanco de levante y el hornabaque del Socorro. En la segunda mitad del siglo XVIII se proyecta remozar el castillo, en cuyo interior se encontraba una casa para el Gobernador, otra para el Sargento Mayor, cuarteles para la tropa, la capilla de Ntra. Sra. de los Favores, dos aljibes, polvorín, y otras dependencias. El castillo contaba con dos baterías, una dirigida hacia el norte, desde la que se dominaba el castillo de Castro Marín, y otro hacia el sureste, en defensa del caserío. En 1921 se instaló en su interior un museo arqueológico, con objetos procedentes del mismo castillo y con otras de diverso origen, muy dispares entre sí. En 1962 fue inscrito como propiedad del Ayuntamiento, y al año siguiente se cedió gratuitamente al Ministerio de Información y Turismo para la construcción de un Parador Nacional de Turismo, con cuya construcción desaparecieron los restos de lienzos de muralla que aún permanecían en pie.
El baluarte de Buscarruidos fue levantado en la misma orilla del río, en 1603, en la calle de su nombre, sobre el solar de unas casas, adquiridas por 430 ducados. En la década de 1960, fue derribado para construir viviendas en su lugar y adecentar el tránsito de la calle. El baluarte de las Angustias parece haberse construido para defensa del templo parroquial, por su posición avanzada, inmediata al río Guadiana. Cuando dejó de desempeñar sus funciones militares, sirvió para distintos usos, que ocultaron su fisonomía primitiva, hasta que fue restaurado y liberado de edificaciones adyacentes, en 1999 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Castillo.- La fortaleza se situaba al Norte de la población, muy próxima al río Guadiana cumpliendo una doble misión: vigilancia de la costa y de la desembocadura del río y el control fronterizo frente al Reino de Portugal.
El Castillo de Ayamonte se construyó en la Baja Edad Media, debiendo presentar los elementos arquitectónicos defensivos característicos de ese período.
En el siglo XVI se remodela el castillo, reformando su defensa, centrándose en el establecimiento de almacenes de munición, pólvora y pertrechos en el patio central y del puesto de vigilancia, artillería ligera y fusilería en la torre del homenaje.
En el siglo XVII se reformó el recinto, dotándolo de elementos característicos de las fortificaciones abaluartadas: muralla ataluzada, adosamiento de estancias propias de los cuarteles, construcción de dos baluartes, uno de ellos orientado hacia el Norte, el objeto de controlar posibles incursiones desde la orilla del río así como Castro Marim y el otro baluarte ubicado al Sur del Castillo, desde el cual se dominaba la propia población de Ayamonte y la desembocadura del Río Guadiana.
Esta fortificación contaba con una pequeña plaza de armas que daba paso a dos medios baluartes en forma de tenaza donde se situaba la artillería, todo ello rodeado por un foso.
Además, se construyeron elementos defensivos externos: hornabeque ubicado al Sureste del Castillo, en el Cerro del Socorro y comunicado con el a través de un camino cubierto, que formaba parte de un complejo sistema de fortificación que contaba con otros elementos: Fuerte de Buscarruidos, Bonete artillero y Baluarte de las Angustias.
La plaza de Ayamonte era la más importante de la frontera debido a su estratégica posición en la desembocadura del Guadiana, y de ella dependían las guarniciones fijas y las decisiones a tomar sobre el resto de las plazas. La fortificación principal, un recinto poligonal adaptado a topografía, se localizaba en el cerro que domina la población desde el norte, oponiéndose eficazmente a la portuguesa de Castro Marim. El castillo, originario del siglo XIII, experimentó reformas en los siglos siguientes y especialmente al inicio de la contienda con Portugal, cuando fueron restauradas a cal y canto sus estructuras medievales. En apoyo de esta fortificación se construyeron en Ayamonte el Hornabeque del Socorro, el Bonete Artillero, el Baluarte de Buscarruidos y el Baluarte de las Angustias, contando incluso con la Torre de la Canela (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Bonete Artillero.- Se encuentra actualmente ubicado en la Plaza del Balcón del Guadiana, en el promontorio situado en la margen izquierda del Río Guadiana, frente a la Plaza fuerte opuesta de Castro Marim.
Es un emplazamiento artillero de planta triangular orientado en su flanqueo a dirección Este-Oeste, para batir la plaza opuesta portuguesa mencionada anteriormente, formando parte del sistema defensivo de Ayamonte.
Esta pequeña batería está construida con muros de mampostería de esquisto trabado con mortero de cal y revestimiento o enlucido en sus paramentos internos y externos originalmente. Como consecuencia de la intervención arqueológica y obras de restauración, se ha restituido su morfología original. Presenta una planta triangular de 8,50 x 7,50 metros, formando un triángulo isósceles, definido por muros de 0,90 metros de anchura. Su cara mayor mide 8,50 metros de longitud, con dos muros que se unen en ángulo de flanqueo de 7,50 metros de longitud. En alzado, tras la restauración, los muros alcanzan al exterior desde 0, 15 - 0,50 metros en el muro este a 0, 50 - 1,00 en los muros sureste y noroeste, adaptando la altura a la topografía del terreno.
El acceso a esta batería artillera se presentaba en el muro este, permaneciendo un tramo original del muro con una huella de la oquedad de entrada de 0,90 metros de anchura, con pavimento de ladrillos macizos. Por su tipología y tamaño, los cañones podían disparar a barbeta, no poseyendo por tanto cañoneras, sino un parapeto bajo a modo de murete de protección (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Hornabeque del Socorro.- El Hornabeque del Socorro, construido bajo la dirección de Corbachino, es una estructura independiente con forma de tenaza, de clara geometría, muy interesante por ser un ejemplo de fortificación de la Edad Moderna, como refuerzo de otra medieval adaptada a la nueva técnica militar. Coadyuva en la defensa de la plaza de Ayamonte como posición avanzada del propio castillo.
Construido posiblemente a finales del siglo XIII, aunque constan importantes modificaciones a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, hasta que definitivamente es abandonado en el siglo XIX. Vinculado al señorío bajomedieval de Ayamonte.
Su localización se encuentra hoy totalmente urbanizada desde la construcción del Parador Nacional de Ayamonte. Hay un chalet construido sobre una antigua fortificación junto al castillo que ocupa la zona donde hoy está el parador. Restos cerámicos en las laderas del cerro donde se ubica el chalet (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Baluarte del Buscarruidos.- Se encuentra situado en la margen izquierda del Río Guadiana, junto a la orilla, formando parte del sistema defensivo de Ayamonte en oposición a la plaza portuguesa de Castro Marim.
Su planta es rectangular y está delimitado por una cerca de mampostería de piedra.
Del fuerte se conservan los muros Norte y Este, formando una estructura de 5,50 metros de lado y hasta 2, 50 metros de altura, construida con fábrica de mampostería ordinaria de pizarra y algunos ladrillos, trabados con mortero de cal, y revestimiento de enlucido con mortero de cal al exterior y al interior.
El muro Este presenta una anchura de 0,70 metros y al Norte 1,40 metros conformado por la unión de dos muros: el exterior de 0,90 metros de anchura, construido con mampuestos de esquistos, y, el interior que se adosa en la cara interna de 0,50 metros de anchura, construido con mampuestos de esquisto; y el interior que se adosa en la cara interna de 0,50 metros de anchura, construido mediante mampostería de piedra y rematado con la otra de cubrición, pudiendo ser un elemento estructural de reforma del propio fuerte.
Su disposición está orientada en el eje Este-Oeste, adaptándose la planta y el sistema constructivo a la topografía del terreno que presenta una fuerte pendiente, al estar construido en ladera.
Esta estructura estaba delimitada por una cerca o muro de mampostería de piedra. Actualmente sólo se conserva el muro de la zona Este, dispuesto 4 metros al Este del fuerte. Se conservan 16 metros lineales de muro, divididos en dos tramos: uno de 13 metros de longitud y otro de 3 metros separados por un espacio de 10 metros que se ha derrumbado recientemente.
Este muro está construido mediante mampostería de esquisto, trabado con mortero de cal y revestido con una capa de enlucido de cal muy resistente, siendo su cabeza o coronación de morfología redondeada. Su anchura es de 0,70 metros y su altura es variable en función del terreno, oscilando entre 1- 2 metros, siendo la altura de 1,75 metros respecto al nivel de tierra (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Baluarte de las Angustias.- El antiguo baluarte se emplaza en la zona de la cabecera de la Iglesia de las Angustias, dando al margen del Río Guadiana, según la planimetría histórica.
Del antiguo Baluarte de las Angustias sólo se conserva emergente el lienzo Sur y el arranque de dos estructuras cuadrangulares (a uno y al otro lado del lienzo), el paño de muralla puede ser visitado en el cruce de las calles del Pez y Lusitania.
El baluarte está construido con mampostería de esquisto trabado con mortero de cal, aplicándose el ladrillo macizo para elementos concretos, como remates de esquinas y cañoneras. Las caras de los paramentos externos e internos estaban revestidas con enlucidos de cal. El lienzo mide 20 metros de longitud por 4,5 - 4 metros de altura y está coronado por un parapeto que presenta 4 cañoneras para la disposición de las piezas de artillería.
La estructura del lateral Oeste (muro del cierre del cuerpo de Guardia), conserva 2 muros de 4 metros de lado y hasta 4 metros de altura, justo en la unión con la estructura donde arrancaría la Batería de las Angustias. El aparejo del muro es de mampostería, alternando en él bloques de pizarra de formato irregular y verdugadas de ladrillo, más abundantes este material en los vértices de los merlones "en número de cinco" que se muestran abocinados. Dicho paramento se recubre parcialmente con mortero de cal.
Durante el siglo XVI, la zona administrativa y portuaria de la ciudad se centraba principalmente en las inmediaciones de la actual Parroquia de las Angustias. Para proteger este área de posibles incursiones marítimas o fluviales se construyó un bastión fortificado.
La situación en la que se encontraba la defensa de Ayamonte en el siglo XVIII la presenta Fovet en su informe de 1725.
Éste levanta un plano en el que incluye las diferentes fortificaciones existentes. Todas estas construcciones requieren nuevas reformas ante los avances de la artillería. En este sentido, diversos ingenieros realizan propuestas de mejora, para fortificar la orilla del Guadiana. En este contexto se construye el Baluarte de las Angustias, junto a la iglesia del mismo nombre.
Tras el terremoto de 1755 se hacía necesario intervenir en la reconstrucción de las defensas de este enclave fronterizo. A pesar de que se redactaron varios proyectos con este fin, sólo se realizaron pequeñas reparaciones parciales y rápidas del castillo y del baluarte de las Angustias, cerrando las brechas, renovando los parapetos y limpiando los escombros.
Como se puede comprobar en el plano levantado por el ingeniero director Luis Huet en 1792, la fortificación apenas sufrió modificaciones desde el siglo XVII. La siguiente noticia que tenemos del Baluarte es de un proyecto de derribo del mismo, así como de los edificios que hay sobre él en 1927 y se proyecta construir una estación sanitaria con una vivienda para el encargado y una pescadería (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Torre de Isla Canela.- La Torre de Canela, perteneciente al siglo XVI, está situada en Isla Canela, en la margen izquierda de la carretera que une el casco urbano de Ayamonte con la barriada de Punta del Moral, en una zona de amplia incidencia turística, a menos de tres kilómetros de la frontera con Portugal. Está rodeada de marismas y una zona arenosa de plata. Visualizaba la costa y la entrada del río, aunque no disponía de capacidad de defensa por su distancia a su curso. Es una construcción de carácter militar que servía de defensa ante una posible invasión de piratas.
La edificación tiene forma de tronco de cono y se levanta sobre un plinto visible de dos metros de altura, de mampostería de sillares a escuadra. Desde el anillo de la base arranca un tramo de escalera de fábrica por el exterior de la torre que se eleva hasta una plataforma de 3,7 metros de alto sobre el anillo de base y desde la cual se debía acceder, mediante alguna escalera portátil o cualquier otro medio hoy inexistente, al hueco en el exterior que sirve de acceso y que se encuentra a 3,20 metros sobre dicha plataforma. Su altura total es de 17,90 metros. La puerta de entrada está orientada al Norte y tiene forma rectangular, se abre a un zaguán de planta trapezoidal que da paso a una cámara baja.
La azotea tiene un diámetro de más de diez metros, una altura de 1 metro y un espesor de 80 centímetros. posee cinco almenas artilleras. En el centro de la misma hay un orificio circular de 30 centímetros. El perímetro de la terraza está todo él protegido por un peto de un metro de alto con algunas almenas.
La torre ofrece un excelente estado de conservación. Impresiona a primera vista su robustez, la solidez de su construcción y en el caso de la torre Canela, lo extraño de su posición actual. Hoy se encuentra muy alejada de la línea del mar lo que da idea del grado de aporte de sedimentos que el Guadiana ha tenido en estos dos largos siglos.
La torre se encuentra además algo escorada, como un barco vencido debido a su peso y al suelo inestable de aluvión donde se asienta.
Ayamonte era uno de los núcleos defensivos más importantes del sur onubense, encargado de la defensa del río Guadiana. Del conjunto defensivo de Ayamonte sólo se conserva la torre Canela, en la isla de la que toma su nombre, unos ínfimos restos del castillo, que fue destruido para construir un parador, y un pequeño lienzo de la muralla abaluartada. No se observan restos del conjunto de baterías, como la de las Angustias, a orillas del Guadiana, o las que se levantaron en las inmediaciones de su desembocadura (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El monumento al Beato Vicente de San José se encuentra en la plaza Santa Ángela de la Cruz, cercana al antiguo convento franciscano. Fue levantado en 1956 en memoria del mártir ayamontino, por suscripción popular y con la colaboración del Ayuntamiento.
La escultura en piedra caliza es obra de Antonio León Ortega. El beato viste hábito franciscano, ceñido por el cordón de nudos, con cruz en el pecho y capa corta. En ademán de predicar, sostiene en la izquierda un estandarte, coronado por la cruz (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Monumento dedicado a este beato. Aparece de pie, erguido, con la mirada al frente y rostro sereno y sonriente. Viste hábito franciscano, de su pecho asoma una pequeña cruz que le cuelga del cuello, sobre sus hombros pende una capa que le llega hasta la altura de las rodillas y su cintura queda ceñida con el cordón del hábito. Su brazo derecho está flexionado, mientras que el izquierdo tiene asido una bandera con el anagrama de JHS (Jesús Hombre Salvador) y rematado con una cruz en su extremo superior. En los bajos de su hábito quedan visibles sus pies desnudos.
Vicente de San José, mártir en el Japón, nació en Ayamonte, hacia 1597, fue quemado vivo el 10 de septiembre de 1622. Fue beatificado el 7 de julio de 1867 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Monumento a los Descubridores
En la rotonda de acceso al barrio del Salón de Santa Gadea, se encuentra el Monumento a los Descubridores, realizado por el escultor y académico José Planes Peñalver, quien lo firma: «JOSÉ PLANES». Fue inaugurado el 7 de septiembre de 1957. En él se recuerda la memoria de los descubridores ayamontinos, que acompañaron a Colón en su viaje, o participaron en alguna expedición posterior: Rodrigo de Xerez, Juan de Zamora y Manuel González de Aguilar (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Está situado en el centro de la Plaza de la Laguna. Se levantó en diciembre de 1954, en conmemoración del Año Mariano. Escultura en marmolina, es obra de José María Geronés Vallés, realizada en las Escuelas Profesionales de la Trinidad, de los Salesianos de Sevilla. Reproduce el modelo de la imagen de Martínez Montañés, conocida popularmente como «La Cieguecita» (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
El monumento a la Virgen de las Angustias, Patrona de Ayamonte, construida por iniciativa del Ayuntamiento, presidido por Rafael González, fue inaugurado por el obispo de Huelva, Mons. Noguer Carmona, el 7 de enero de 2006. La imagen ha sido copiada del original, y labrada en Macael (Almería). Es el mayor monumento religioso existente en Andalucía de estas características. Mide 12 metros de ancho por 12 de alto y pesa 365 toneladas. Está situado en el mismo sitio donde la Virgen de las Angustias fue coronada canónicamente el 25 de julio de 1992, en el estanque de La Ribera, en el interior del parque Prudencio Navarro de la localidad (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesias de la Merced, y de San Francisco; edificios Militares; y Monumentos al Beato Vicente de San José, a los Descubridores, a la Inmaculada, y a la Virgen de las Angustias) de la localidad de Ayamonte (III), en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.
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