Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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martes, 14 de noviembre de 2023

Los principales monumentos (Iglesia Convento de las Esclavas del Sagrado Corazón; Casa Palacio Borgnis - Moreno de Mora; Iglesia de San Joaquín; Museo Taurino "José Luis Galloso"; Iglesia Convento del Espíritu Santo; Monasterio de la Victoria; Fuente de las Galeras; Aduana de los Duques de Medinaceli; y Hospital de San Juan de Dios) de la localidad de El Puerto de Santa María (y IV), en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia Convento de las Esclavas del Sagrado Corazón; Casa Palacio Borgnis - Moreno de Mora; Iglesia de San Joaquín; Museo Taurino "José Luis Galloso"; Iglesia Convento del Espíritu Santo; Monasterio de la Victoria; Fuente de las Galeras; Aduana de los Duques de Medinaceli; y Hospital de San Juan de Dios) de la localidad de El Puerto de Santa María (y IV), en la provincia de Cádiz.


Iglesia Convento de las Esclavas del Sagrado Corazón
     Aunque en 1923 fue donado para convento y colegio de la orden de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, el lugar fue Hospital de la Misericordia hasta 1659 y, como en Cádiz o en Jerez, dependiente de los religiosos de San Juan de Dios cuando esta orden se hizo cargo del mismo y hasta  1874 en que pasa al poder civil. A la iglesia se accede por una portada próxima a mode­los manieristas enmarcada por pilas­tras pareadas estriadas, en las que aún campean las cartelas con la cruz sobre el fruto entreabierto de la granada, símbolo del santo y de la congregación, también presente en el escudo central. Es de tres naves cubiertas, la central con lunetos y las laterales con bóvedas de aris­tas.
     La vistosa azulejería que recorre la iglesia es moderna y sevillana, de 1923. Po­see crucero y bóveda hemi-esférica sobre pechinas así como coro alto a los pies. El altar mayor llama poderosamente la atención por su barroco retablo dorado, estructurado en tres calles, dos cuerpos y ático, todo flanqueado por dos recios estípites, cuyo estilo es deudor del fuerte influjo de Jerónimo Balbás, también en relación con los citados Matías José Navarro y Fernández del Castillo. En su calle central destacan una Piedad o Virgen de las Angustias de comienzos del XVII, un crucificado de escuela granadina y, ya en el ático, un San Juan de Dios extático, entre las imágenes laterales de San Mi­guel y San Rafael, recuerdo de la presencia de la orden fundada por este santo.
     De los retablos laterales, el del lado del evangelio es de igual época, con una Inmaculada y, en el ático, un relieve con una escena hagiográfica de la vida de San Juan de Dios, no así el de la epístola, neobarroco, del siglo XX (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     El edificio presenta dos elementos que le confieren su significado; la iglesia y el patio. El templo, de planta rectangular es de tres naves y coro alto a los pies, con media naranja en el crucero sobre pechinas carentes de decoración. Las naves laterales están cubiertas con bóvedas de arista y la central con lunetos. Sobre ellas corre una tribuna con balcones hacia la nave central. Posee un coro alto a los pies de la misma, iluminado por un óculo que da a la fachada principal.
     A la iglesia se accede a través de una magnífica portada de cantería, en la que se siguen los cánones barrocos de las iglesias sevillanas del momento. Concebida a modo de arco de triunfo presenta vano adintelado como acceso, con moldura mixtilínea enmarcándolo y ménsula en la clave, rematado en frontón triangular roto, en el que se inserta el escudo de la Orden. Flanqueando este vano, pilastras de orden toscano adosadas, con fuste acanalado, sobre las que se colocan escudos con el anagrama de la Orden de San Juan de Dios. Sobre las pilastras entablamento y cornisa curva, rota en su centro por la incorporación de una hornacina avenerada entre pilastras y rematada por un pequeño frontón recto, que cobija a la titular del convento, la Virgen del Carmen. A los lados de la hornacina, especies de pirámides como remate.
     El patio interior es de gran belleza plástica. Posee una triple galería con arcos rebajados sobre columnas toscanas en el primer cuerpo. En el segundo, ventanas abalconadas con interesantes enmarques ornamentados a base de roleos, motivos forales y esculturas de medio relieve que lo flanquean y rematan. En la tercera se desarrollan únicamente vanos rectangulares separados por pilastras exentas de decoración.
     Todo el templo está por un alto zócalo de azulejos, realizados en 1923 en Triana.
     Fundado como Hospital de la Misericordia, perduró como tal hasta 1659, pasando a ser Hospital de la Orden de San Juan de Dios en diciembre de 1847. Finalmente fue donado para el establecimiento en él de un Convento de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, funcionando hoy como colegio (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).   

Casa Palacio Borgnis - Moreno de Mora
     
Iglesia de San Joaquín
     Surge como una ermita en 1729 que termina haciendo las veces de parroquia. En su retablo neobarroco, obra del escultor local José Ovan­do Merino, está el Cristo de la Veracruz, talla del siglo XVI, que flanquean la Virgen del Mayor Dolor y San Juan Evangelista, dos imágenes que, aunque tradicionalmente atribuidas a Pedro Roldán, habría que adscribir a algún imaginero del comienzo del siglo XVIII influido por su estilo (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 

Museo Taurino "José Luis Galloso"
     El Museo Taurino José Luis Galloso, de iniciativa privada, es el primero de su género en El Puerto de Santa María. La Peña Taurina José Luis Galloso y Bodegas El Cortijo aúnan sus esfuerzos para ofrecer a esta ciudad un nuevo atractivo al visitante local y foráneo.
     El Museo Taurino José Luis Galloso, de iniciativa privada, es el primero de su género en El Puerto de Santa María. La Peña Taurina José Luis Galloso y Bodegas El Cortijo, aúnan sus esfuerzos para ofrecer a esta ciudad un referente más a la cultura, y al tiempo un nuevo atractivo al visitante local y foráneo. 
     Ni que decir tiene que el arte efímero de torear queda disperso en los ruedos, y retenido en la memoria y retina de quienes los vivieron en esos templos y catedrales del torero. 
     El Museo Taurino José Luis Galloso, intenta, gracias a las técnicas de la fotografía, la taxidermia, videos, libros, cartelería, esculturas, música, premios, trofeos, vestidos de torear, y los útiles propios del ritual de la lidia, transmitir al visitante que la danza de la vida y la muerte, elevada por la plasticidad del arte de torear, va creando un halo de gloria donde se ahogan los miedos, desarrollando un sentimiento que conforma las raíces de un estilo de vida y cultura. 
     En el Museo Taurino José Luis Galloso, se puede ver la trayectoria meteórica de un novillero sin caballo, arrasando en triunfos por donde toreaba, la no menos exitosa etapa de novillero con caballo, y la consolidación de un matador de toros que además de ser un excelente lidiador con capote (creador de la gallosina) y muleta, resucitó y ejecuta a la perfección, la suerte de matar al recibí. José Luis Galloso ha sido torero indiscutible en las corridas del arte (Ayuntamiento de El Puerto de Santa María).

Iglesia Convento del Espíritu Santo
     Este convento de clausura de monjas agustinas, próximo a la Victoria, acogió fundacionalmente un priorato lateranense y la orden hospitalaria del Santo Espíritu y de San Telmo a comienzos del siglo XVI. Aquí se levantó monasterio e iglesia, muy vinculada a las gentes del mar, al tiempo que se hacían cargo de un hospital y ermita preexistentes. La iglesia es un recio volumen con se­vero hastial, perfilado por dos pilares de sillería en las esquinas hasta la altura de la cornisa y rematado por un ático con frontón curvo, en cuyo tímpano se lee la fecha de 1851, referida a una remodelación del arquitecto Fernando Moreno, quien también interviene en su interior, previamente también remodelado por el maestro Die­go Vidal hacia 1775. A este momento también corresponden las dos puertas laterales barrocas, hoy tapiadas, frecuentes en otros conventos de clausura  andaluces e hispanoamericanos. La iglesia es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón y lunetos, cuatro tramos marcados por los pilares donde apoyan arcos fajones y doble coro a los pies. En el altar mayor, neoclásico al igual que los cinco laterales, se venera una imagen barroca de la Virgen del Rosario. Entre otras piezas, tanto en la iglesia como en dependencias, un Cristo de la Misericordia, del siglo XVI, es digno de mención (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     En cuanto a la arquitectura del convento es de destacar la iglesia, donde se sigue la traza tradicional conventual portuense de una sola nave, formada por cinco tramos con capillas hornacinas laterales. Todo el edificio está cubierto por bóvedas de medio cañón con lunetos y arcos fajones que apoyan en potentes pilares, con múltiples molduras en las zonas de los capiteles y en el arranque de los mismos. Posee también un coro alto a los pies, sobre la puerta principal de entrada.
     Exteriormente presenta tres portadas. En el lado de la Epístola se localizan dos, las cuales aparecen actualmente cegadas. En ellas se aprecian similitudes estilísticas y funcionales respecto a las del Convento de la Concepción de la misma localidad. Son adinteladas, con pilastras cajeadas y cornisa volada donde se despliegan dos capillas hornacinas.
      Su portada principal, ubicada a los pies del templo, es también adintelada, apareciendo flanqueada por pilastras cajeadas y rematada en frontón curvo roto. Sobre la cornisa, se alza una espadaña de cantería, de un solo vano, rematada por un frontón semicircular. En la articulación de esta fachada principal destacan los dos grandes capiteles compuestos que culminan los pilares esquineros de los pies, los cuales recuerdan a los existentes en la iglesia del Hospitalito.
     Sobre la construcción de este edificio, como consta en la fachada, solo se sabe con certeza que fue reedificado en 1851, gracias a la caridad del licenciado en teología don José García Díaz. Parece que con anterioridad al actual monasterio, hubo una casa de la orden hospitalaria de Santis Spíritus de Saxia, unida al hospital a principios del siglo XVI. Asimismo fue también priorato lateranense, proveyéndose en Roma en 1525. La tradición conventual, por su parte, afirma que allí existió una ermita y hospital bajo la advocación de San Blas.
     Con la invasión de las tropas anglo-holandesas en 1702 y la Guerra de Sucesión, los archivos fueron destruidos. Más tarde con la presencia francesa el edificio fue utilizado como cuadra por la caballería, sufriendo un importante expolio.
     Hoy el inmueble pertenece a las RR. Madres Canónigas de la Regla de Nuestro Padre San Agustín (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Monasterio de la Victoria
     Separado de la población, en el camino de Cá­diz a Jerez, fundan los frailes mínimos de San Francisco de Paula el Monasterio de Nuestra Señora de la Victoria, iniciándose la obra en 1504, auspiciada por los Duques de Medinaceli, Don Juan de la Cerda y su mujer, Doña Mencía, como reza en una lápida fundacional a los pies de la iglesia. Destaca en ésta su hermosa portada, con la altura de casi todo el hastial, enmarcada por estribos labrados con columnillas como finos baquetones coronados por pináculos. Sobre el dintel de la puerta un alto tímpano se cierra con arco ojival peraltado, centrado por un dosel vacío que albergaría una imagen de la Virgen de la Victoria, y rematado a su vez con arco co­nopial que cierra el escudo de los de la Cerda, todo entre baquetones y relieves de fina tracería que hacen de la portada un bello ejemplo del gótico final, en estrecha relación con la fachada del templo de Santiago en la vecina ciudad de Jerez. El interior refleja el tipo de iglesia conventual de la época de los Reyes Católicos, espa­cio de una sola nave de cuatro tramos, cubiertos por bóvedas de terceletes con espinazo a todo lo largo, con coro alto a los pies, apoyado en bó­veda casi plana, muy elaborada en la traza de sus nervaduras, y arco carpanel. Las profundas capillas laterales, bajo los arbotantes exteriores que contrarrestan el empuje de la nave central, son de menor altura que ésta. La capilla mayor queda bien diferenciada por su compleja bóveda estrellada y por el arco toral con decoración de arquillos y labor de cardina que la distingue del ámbito de la nave precedente. Junto a ella está la capilla ducal pues el proyecto inicial era convertir la iglesia en panteón familiar de los propios duques. El claustro lateral, un amplio patio cuadrado, se cierra en sus cuatro frentes por galerías con bóvedas de crucería, abiertas mediante arcadas apuntadas sobre recios pilares o contra­fuertes con angostos pasajes en su interior. En la planta superior las finas columnas clásicas, los balaustres y los arcos rebajados delatan una fecha de construcción posterior. Entre los posibles maestros que intervienen en la obra inicial, cabe hablar de Alonso o Alfonso Rodríguez, que a la sazón trabajaba en la Catedral sevillana entre 1502 y 1513, artífice también de las iglesias de Santa María de Carmona o de Santiago en Alcalá de Guadaira, y, ya en el siglo XVII, el maestro mayor de la ciudad Francisco de Guindos, quien interviene en la sala capitular, estancia paralela a la galería norte del claustro. No obstante, la nómina de artífices, dado lo dilatado de la construcción, dio pie a actuaciones de otros a lo largo de su existencia, como es el caso del ingeniero militar Cristóbal de Rojas durante su estancia en la Bahía gaditana poco después de 1600. Por demás, tras la desamortización del edificio en el siglo XIX y varios usos, el conjunto se haría tristemente célebre por albergar el Penal del Puerto hasta 1981 (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     El Monasterio de la Victoria se funda en una zona situada a extramuros de la ciudad medieval, hacia el noroeste, en el camino de Cádiz a Jerez de la Frontera. Los duques de Medinaceli, junto a un pequeño caño, conocido como del Molino, establecen el lugar para el monasterio, como reza en una lápida fundacional situada a los pies de la iglesia, rodeado de las tierras de labor que en su origen serían atendidas por los propios monjes.
     Las obras iniciadas por los monjes mínimos de San Francisco de Paula, responden al prototipo de fundación abacial de los monjes blancos de San Bernardo. Lo conservado de la obra original del monasterio, la iglesia, su torre campanario, el claustro, la sacristía con el oratorio y las salas capitulares, se ajustan de forma precisa al modelo de las obras del Cister.
     En 1935 se realizaron intervenciones en las que desaparecieron el refectorio, los artesonados mudéjares del lado sur y la portada ojival lateral.
     El conjunto se percibe unitariamente pero mostrando una cierta independencia entre iglesia y claustro a pesar de su unión. Del templo sobresale la portada, de composición ojival, de traza simple y decoración minuciosa, que actualmente presenta serias mutilaciones en la parte alta. Su diseño, concebido a modo de retablo, posee abundantes elementos decorativos en estilo gótico. Se encuentra enmarcada por estribos labrados a modo de finos baquetones coronados por pináculos y el tímpano, situado sobre el dintel de la puerta, se cierra con arco ojival peraltado centrado por un dosel vacío que se remata a su vez con arco conopial y con el escudo de los de la Cerda: el castillo y el león rampante de las armas reales de Castilla y las tres flores de lis de Francia; todo entre baquetones y relieves de fina tracería. El dintel es de influencia renacentista, además del cuerpo superior del claustro y el coro alto de la iglesia. El profuso conjunto ornamental del acceso se completa con abundantes y minuciosos elementos geométricos, vegetales, zoomórficos y humanos, que se consideran influencia de la Catedral de Sevilla.
     La iglesia es de una sola nave, consta de cuatro tramos cubiertos por bóvedas ojivales de terceletes, con espinazo a todo lo largo que sirve de enlace de las claves de los arcos diagonales y perpiaños; a los pies se ubica el coro, apoyado sobre bóveda muy plana y arco carpanel. Existen ocho capillas laterales, cuatro a cada lado, y la capilla ducal, ubicada a la derecha del muro del Evangelio y comunicada con la iglesia. Cada una de las capillas laterales que se abren a la nave presentan arcos apuntados ligeramente abocinados con columnillas en las jambas. Todas tenían advocación propia.
     La capilla mayor, situada en la cabecera de la iglesia, es planta cuadrada y de la misma anchura que la nave de la iglesia, de la que queda diferenciada por su bóveda estrellada y por la decoración del arco toral con arquillos trilobulados en los lados. Inicialmente estaba destinada a acoger el panteón familiar de los Medinaceli. En esta zona la cornisa de la nave se convierte en moldura sencilla que asciende para conformar el alféizar de las tres ventanas que a ella se abren.
     El templo se ilumina por medio de parejas de ventanales por tramo, ocho en total, además de los tres de la capilla mayor y el óculo de los pies del templo. Sólo conservan su tracería los vanos de la nave de la Epístola a pesar de estar cegados, mientras que los de la nave del Evangelio la han perdido. Estos vanos conforman arcos apuntados con baquetoncillos en las jambas y tímpanos de tracería sobre finos parteluces. Sólo el último se cubre con tracería continua a modo de celosía.
     La capilla del Santo Cristo o Ducal es la más notable tras la capilla mayor. Su emplazamiento es privilegiado y su formato resulta excepcional para la norma que se repite en esta iglesia. Fue destinada a enterramientos de frailes hasta 1620, fecha en que se destinó a recibir el cadáver de doña Juana de Altamirano e incluso acogió en 1671, de manera temporal, al séptimo duque. Consta de dos tramos y comunica con la capilla mayor. Durante algún tiempo fue utilizada como sacristía, función de la que se conservó el aguamanil.
     La cuarta capilla del lado del Evangelio a partir de los pies de la iglesia, contigua a la anterior, estaba dedicada a San Juan.
     La tercera capilla o de Nuestra Señora fue otorgada, con anterioridad a 1544, a don Sancho de Valmaseda y a su esposa, doña Elvira de Torres.
     La segunda capilla se dedicó a San Ildefonso y se llamó de la Puerta Chica, al comunicar con el acceso lateral de la iglesia, aunque pronto debió quedar condenada y su portada quizás inacabada.
     La primera capilla de la nave del Evangelio tiene acceso desde la bóveda del coro. Refleja múltiples enterramientos, debido a la práctica de dar sepultura en ella a los hermanos de Nuestra Señora de la Soledad, cofradía fundada en 1566.
     En este ángulo se anexionó exteriormente al muro occidental de la iglesia, la capilla de la Soledad, labrada ya en estilo barroco. Dispuso de acceso independiente y si comunicó con el interior del templo no han quedado huellas de su acceso, quedando de la misma sólo trazos de su engarce al edificio principal, como una pilastra almohadillada con fragmento de entablamento y el arranque de un arco coronado por un florón. La Hermandad de la Soledad usó esta capilla hasta 1868 en que se trasladó a la Prioral.
     La primera capilla del lado de la Epístola, también con acceso bajo la bóveda del coro, se denominó del Pozo y fue concedida en 1620 a la Cofradía de la Santísima Humildad y Paciencia de Cristo.
     La segunda capilla se dedicó a San Roque. La tercera, dedicada a la Santísima Trinidad, fue conocida como capilla del Púlpito. La cuarta capilla de este lado de la Epístola estuvo dedicada a San Francisco de Paula, fundador de los Mínimos.
     Todas las capillas se comunican entre sí mediante vanos de arco ojival de diferente tamaño.
     Queda una estancia en el lado de la Epístola, junto a la capilla mayor y equivalente a la capilla del Santo Cristo, en la que todos sus vanos están tapiados, salvo una pequeña puerta en la comunicación de la iglesia con el claustro.
     A los pies del templo se sitúa el coro, elevado sobre un gran arco rebajado con bóveda estrellada. Dispone de tribuna sobre arco de escasa curva con impostas de altura desigual. También conserva unos ventanales muy labrados. Su estructura constructiva es de arbotantes y botareles.
    Anexo a la iglesia se ubica la mole del claustro y sus dependencias, girando y ordenándose alrededor del espacio central.
     La traza ha sido atribuida a fray Juan Bosco, de la Orden de San Francisco, y a Alonso Rodríguez. Consta de dos plantas y se cierra en sus cuatro frentes por galerías con bóvedas de crucería abiertas mediante arcadas apuntadas sobre contrafuertes y con angostos pasajes en su interior.
     En la planta superior, las finas columnas clásicas, los balaustres y los arcos rebajados, delatan una fecha de construcción posterior ya en estilo renacentista, habiéndose acabado una de sus galerías en estilo barroco. Su esquema general es de cuatro corredores o galerías, cada uno de siete tramos abovedados y cinco arcos abiertos a toda luz al patio, ofreciendo la particularidad de ir aquellos en disminución del centro a los extremos. Las claves, impostas y demás elementos arquitectónicos, están ricamente decorados en estilo gótico, siendo de gran interés en la planta baja del claustro la serie de medallas de santos que adornan el ámbito de poniente. En la decoración de las bóvedas, capiteles, impostas, claves y cartelas, alternan los ricos elementos platerescos con el escudo de la casa ducal. Los cuatro frentes del piso inferior descansan sobre arcos ojivales peraltados apoyados en enormes contrafuertes de dos cuerpos, perforados en su parte inferior por un vano enmarcado por un arco conopial. Las aristas del cuerpo superior están talladas con columnillas rematadas por finos pináculos que no alcanzan su parte más alta. El contrafuerte central de la cara norte presenta, en el cuerpo superior, el escudo con las armas de los Medinaceli. En la cara oeste se conserva un reloj solar, en posición más elevada, entre los fingidos pináculos.
     Las galerías renacentistas de la planta superior constan de arcos escarzanos sobre columnas toscanas con capiteles jónicos, asentados sobre un pretil simple sin decoración y con cabezas de équidos que reemplazan a las volutas de los capiteles. El corredor es de estilo barroco, se construyó en 1703 y presenta pilastras en vez de columnas, aunque mantiene el mismo trazado en su arquería. Los huecos del claustro alto se encuentran tabicados y perforados por ventanas.
     Según acuerdo de 24 de diciembre de 1699, Francisco de Guindos, maestro mayor de la ciudad, se comprometía a la construcción de la Sala Capitular que se encuentra en la planta baja del ala norte del claustro. Actualmente dicha sala está formada por cuatro estancias cubiertas por bóvedas de crucería y con ventanales adintelados. Comunica con la iglesia mediante una estancia cubierta con bóveda de crucería muy rebajada que sirve de soporte a la inconclusa tribuna ducal. Aunque existe discrepancia sobre la ubicación de la sacristía, probablemente ocupó inicialmente la referida estancia, equivalente en el lado de la Epístola a la del Santo Cristo, pasando después a la sala contigua de un solo cuerpo de bóveda, situada a la izquierda del ala norte del claustro. La ubicación del refectorio no ha sido localizada con seguridad.
     Las obras del Monasterio de la Victoria se iniciaron el 7 de junio de 1504, entregándose a la orden de los Mínimos el 12 de octubre de 1517. En esta primera fase se levantaron la iglesia con sus portadas, la torre con su escalera original, exceptuando el cuerpo de campanas, y el sector sur de la parte baja del claustro y, a partir de 1517 y hasta 1545, el resto de la planta baja del claustro y el refectorio primitivo. Al finalizar el siglo XVI, ya en estilo renacentista, se construyeron los dormitorios del lado este y el segundo cuerpo del claustro y también el segundo cuerpo de la torre, la portería y las dependencias domésticas. En el siglo XVIII se labró la sala capitular, diseñada en 1699 en estilo gótico. Entre finales del XVIII y principios del XIX debió completarse el ala sur, que hasta entonces sólo estaría ocupada por la portería.
     Entre los artífices que participaron en su construcción destacan Alonso o Alfonso Rodríguez, que trabaja en la Catedral de Sevilla entre 1502 y 1513, en las iglesias de Santa María de Carmona y en la de Santiago de Alcalá de Guadaíra, y el ingeniero militar Cristóbal de Rojas, durante su estancia en la bahía gaditana poco después de 1600.
     El conjunto constructivo que se conserva en la actualidad forma una unidad bastante homogénea desde un punto de vista espacial al estar englobado todo en una misma edificación. De este modo, iglesia, claustro y dependencias anexas quedan definidos en un bloque de planta más o menos rectangular. Los exteriores resultan muy austeros. Los muros carecen de ornamentación, habiendo desaparecido la crestería que los remataba y quedando apenas restos de la portada lateral del lado del Evangelio. Como único vestigio exterior a este conjunto resta una edificación alargada de planta rectangular, situada al este junto a la carretera N-IV, que sería el resto de una de las alas perimetrales del desaparecido edificio penitenciario.
     Las bóvedas del monasterio se clasifican en dos tipologías: las nervadas, estrelladas o de crucería con terceletes y las de crucería simple. Las primeras constan de bóveda estrellada con tramos curvos, con la plementería formando hiladas redondas alrededor del polo. Un ejemplo es la que cubre la capilla mayor. Otro ejemplo diferente es la que cubre el coro bajo. Las otras bóvedas de crucería simple se encuentran en las naves de la iglesia y son de tres claves. En las esquinas de las galerías del claustro las bóvedas son de cuatro claves y en la capilla ducal y salas capitulares, de cinco claves.
     El contraste entre el esbelto perfil de la iglesia y la recia silueta del claustro tiene su punto de unión en la torre, que corona todo el conjunto. Este elemento debe su formación actual a una obra realizada en los inicios del siglo XVIII, cuando se recreció el primer cuerpo gótico de la obra primigenia. La torre, que servía de campanario, sobresale del conjunto por su remate con tejado a cuatro aguas. Interiormente se divide en dos cuerpos. El primero se cubre con bóveda de crucería de terceletes muy decorada. El superior se abre al exterior por pares de vanos alargados de medio punto que habrían de albergar las campanas. Se desconoce si la torre original no llegó a rematarse o hubo de reconstruirse parcialmente en 1695, fecha en que consta la labra de su parte más alta. Actualmente ha perdido la escalera original y el antepecho de tracería ciega que la coronaba. El templo tuvo, además del imafronte, una fachada lateral de la que se conservan escasos restos, compuesta de una puerta adintelada con marco de tracería ojival sencilla con doselete en la parte superior. Las dependencias domésticas ocupaban el flanco oriental del conjunto, aunque han desaparecido por completo. En la fachada sur, cerca de la torre de la iglesia, se encontraba la portería.
     La secularización del conjunto conventual supuso la desaparición de sus imágenes sagradas. Durante su uso penitenciario, la iglesia del llamado entonces «Penal del Puerto», fue empleada como nave de talleres, pero al producirse desprendimientos de la techumbre a causa de las filtraciones de la lluvia, fue desalojada y abandonada. Este proceso de desplome paulatino fue más acusado en el coro alto, que ha perdido piezas de cantería esculpida, por lo que ha sido reforzado con un andamio metálico. No obstante, el arco exterior del coro acabó desplomándose en 1969. Otras alteraciones sustanciales se llevaron a efecto en el claustro donde se introdujeron divisiones arbitrarias, principalmente en las crujías sur y este, al objeto de atender las necesidades de la nueva utilidad penitenciaria. Se construyeron forjados intermedios, algunos de los cuales, como los del ala sur, alcanzaron cuatro niveles, mientras que en el lado oriental se añadió un piso intermedio con la consiguiente destrucción de su bóveda. Los elementos ornamentales de la galería norte del claustro muestran notables desperfectos ocasionados en buena medida por la erosión de la piedra caliza. Otro espacio muy alterado se encuentra en el extremo norte del ala oriental del claustro. En la actualidad se encuentra vacío desde el pavimento al techo del edificio, pero en sus muros se identifican huellas de las escaleras que hubieron de conformar este módulo de comunicaciones entre los diferentes pisos. Finalmente cabe reseñar la elevación del nivel de uso de la planta inferior, a resueltas de los efectos del terremoto de Lisboa de 1755.
     De la obra original gótica son los sillares de piedra arenisca, extraídos de las canteras de San Cristóbal, dispuestos a soga y tizón de manera irregular. El módulo oscila entre una media general de 10 x 29 x 26 cm. El aglomerante es mortero de cal. La obra realizada en estilo renacentista consiste en la ejecución de una doble hoja, de sillería de arenisca al exterior, y otra de ladrillo macizo, dispuesta a modo de trasdosado al interior. Existe también una interesante fábrica mixta consistente en la ejecución de una serie de pilastras de sillería de perfil piramidal que delimitan cajones de tapial de hormigón de cal los cuales se encuentran en los cierres piramidales de las estancias altas alrededor del claustro. La última fábrica a destacar se erige mediante mampostería careada dispuesta entre verdugadas de ladrillo. Se tratará de actuaciones posteriores a la promoción ducal en el perímetro exterior. Sobresalen por su volumen las fábricas de cantería empleadas en la edificación de la torre en los albores del siglo XVIII. Por lo demás, se puede hablar de infinidad de pequeñas reformas en puntos concretos del edificio, generalmente relacionadas con la transformación como penal y con algunas restauraciones efectuadas en los últimos años.
     En el siglo XX y asociadas a las obras de penitenciaría, destacan algunas intervenciones importantes en el edificio monacal, las cuales consistieron en la inserción de nuevos forjados en las crujías perimetrales del claustro, creando entreplantas y desmontando bóvedas originales, como sucede en el ala oriental. Estos nuevos forjados se resolvieron con una viguería metálica que sostiene bovedillas de ladrillo. Por su volumen, cabe dar cuenta de la inserción de fábricas de ladrillo recreciendo y formalizando las coronaciones de los muros de la iglesia y claustro para actuar en las cubiertas.
     En concreto, en las últimas intervenciones realizadas en las crujías del patio, se construyó un forjado de hormigón armado de amplio velo que sustituyó a la estructura de cerchas metálicas del antiguo penal. Por último, dentro de las numerosas obras de los últimos años destaca la reconstrucción de la escalera del primer cuerpo de la torre.
     El nivel inferior del monasterio posee solados de las baldosas de hormigón de distinto formato y terminación; así sucede con el suelo de la iglesia, sacristía o galerías bajas del claustro. La superficie del patio se resuelve con albero. El resto de dependencias, sobre todo en las crujías perimetrales del claustro, están terminadas con baldosas cerámicas, de terrazo, etc. Todas ellas de muy diversas características. En los últimos años el monasterio ha sufrido obras de adaptación para albergar usos culturales. Así, las estancias abiertas al patio del claustro en planta baja han sido habilitadas para servir como salas de exposiciones, proyecciones o conferencias, cerrándose con carpinterías de vidrio.
     El Monasterio de Santa María de la Victoria, en El Puerto de Santa María, Cádiz, se erigió en el siglo XVI, dando origen a una obra de indudable valía arquitectónica en la que destaca la armoniosa simbiosis entre las formas góticas y las nuevas maneras renacentistas.
     La construcción del monasterio representa un hito fundamental en la historia y el urbanismo portuense. Su erección, justo a extramuros del caso histórico, por los frailes mínimos de San Francisco de Paula y debido al patrocinio señorial de la Casa de Medinaceli, supuso una amplia y poderosa implantación en el territorio y un acicate para el desarrollo urbano del enclave en los albores del siglo XVI. Esta huella espacial, fundamental para conocer el progreso de la población portuense, se ve complementada por una serie de avatares históricos que han ido de la mano de la evolución del edificio.
     Esta fundación monacal tendrá una larga vida de más de tres siglos que termina con la conocida «Desamortización de Mendizábal» en el siglo XIX, para luego abrir una nueva página que arranca en su posterior trasformación en penal.
     Los valores históricos y artísticos del Monasterio de la Victoria surgen a la estela de la catedral hispalense que actuó como foco para todo lo que se hizo entonces en el entorno de Sevilla. La iglesia y la parte baja del claustro se realizaron en estilo gótico, completándose la parte alta del mismo con la inclusión de recursos renacentistas en los años posteriores. El resultado es una superposición de estilos rica y mestiza. El monasterio sufrirá otras obras menores en los siglos siguientes, fundamentales para entender el carácter diacrónico de una obra monumental como ésta. La torre, dependencias domésticas anexas y las salas capitulares, se someterán a intervenciones, destacando la rotunda transformación que supuso la implantación del complejo penitenciario a finales del siglo XIX. No sólo sufrieron importantes reformas las crujías del claustro, sino que también el núcleo monacal vio crecer a su alrededor numerosas construcciones vinculadas al nuevo uso.
     Desde un punto de vista social, el Monasterio de la Victoria se considera una obra arraigada en el sentimiento local, pues ha logrado formar parte del acervo popular, siendo reconocido y altamente valorado por gran parte de la población.
     Por Real Decreto 3409/1978, de 29 de diciembre, publicado en BOE núm. 44, de 20 de febrero de 1979, fue declarada Monumento Histórico Artístico la iglesia de la entonces prisión central, no afectando dicha declaración a las dependencias del antiguo monasterio, por lo que con la incoación de este procedimiento se pretende proteger la totalidad del inmueble, delimitándolo y dotándolo de un entorno de protección (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Fuente de las Galeras
     La Fuente de las Galeras es construcción de 1735, pensada tanto para surtir a la ciudad de agua constante, canalizada desde la sierra próxi­ma, como para proveer a la flota y a los barcos surtos en Puerto. El dosel rematado por corona y la lápida inferior celebran la decisión real, pues fue voluntad del rey Felipe V su erección (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     La Fuente de las Galeras Reales se construyó en el año 1.735 bajo el mandato de Don Tomás de Idiáquez, Capitán General del mar océano. Se realizó una primera reforma más de 100 años después, en 1.842 dándole la configuración actual.
     Es una construcción de poca altura cubierta con una bóveda de cañón y dos pequeñas cupulillas en los extremos. En el alzado opuesto al río se levanta la fachada principal, que tiene un remate de piedra en el centro del pretil que bordea la cubierta. La puerta de acceso al interior se encuentra situada en el alzado lateral derecho orientado hacia la desembocadura del Guadalete, en uno de los lados menores de su planta rectangular.
     En 1842, el maestro mayor Diego de Figueras remodeló la fuente colocándole los seis grifos, el solado y el alicatado con losas de Tarifa y los dos escalones corridos también con la misma piedra.
     Lo más significativo de esta fuente es el remate en piedra a modo de cornisa donde se enmarca una especie de dosel pétreo cuyo motivo central, el escudo real, está flanqueado por dos leones rampantes envueltos por una decoración formada a base de roleos. Rematan dicha fuente cuatro jarrones esquineros y la corona real.
     Según se desprende de la inscripción que posee la Fuente de las Galeras en su frente principal, fue construida por el maestro mayor Bartolomé de Mendiola durante los primeros meses del año 1735, bajo el mandato de don Tomás de Idiáquez, nombrado jefe supremo de la Bética por el monarca Felipe V.
     Con motivo de una de las estancias de sus majestades el rey Felipe V y su esposa Isabel de Farnesio en el Puerto de Santa María durante 1735, se tomó la decisión de adornar la ciudad con aguas surgidas de diversas partes, con la finalidad de proveer la flota y expediciones que se dirigían hacia las Indias, y a su vez pudiesen ser contempladas por cuantos viajeros la contemplasen.
     A pesar de su magnífica construcción arquitectónica y decorativa, el agua corría sin interrupción durante todo el día, provocando el que las calles se convirtiesen en un fangal produciendo malestar entre los vecinos y un grave prejuicio para la economía de la ciudad. Esta situación se mantuvo hasta mediados del siglo XIX, periodo en el que se comenzó a regular el agua de las fuentes existentes mediante grifos, y a crear toda una red de cañerías que pasarían por las cuatro fuentes principales que poseía la localidad; la de Galeras, la de la Cárcel, la de Santo Domingo y la de la Caridad (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Aduana de los Duques de Medinaceli
     La Aduana, hoy un establecimiento hotelero, un di­ seño probablemente de Torcuato Benjumeda, ponen el contrapunto neoclásico y decimonóni­co al barroco siglo XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 

Hospital de San Juan de Dios
     Desde 1492 hay constancia de una Hermandad de la Santa Misericordia en el Puerto, la misma que, con otras denominaciones afines, solicita un lugar en la Ribera del Río para construir un nuevo hospital en 1679 y le es concedido, iniciándose de inmediato las obras. La iglesia es de una sola nave, muy corta, cerrada por bóveda de cañón, y con amago de crucero que se cubre con bóveda hemiesférica sobre pechinas. Pilastras al­mohadilladas y cornisas con ménsulas como or­namentación prestan un aire clasicista y reposado al blanco y luminoso interior. El púlpito, parecido al existente en la Prioral, es de 1731. Entre las imágenes existentes destacan dos pequeñas tallas de San José con el Niño y de San Antonio de Padua con el Niño, obras probablemente italianas de mediados del siglo XVIII, así como un crucificado de marfil. También en la capilla se halla desde 1955 la imagen de Jesús de los Afligidos, titular de la cofradía homónima, que procede del desaparecido convento de San Francisco, obra anónima  de cronología y es­cuela discutida aunque apunte más a escuela genovesa de comienzos del XVIII. El Cirineo que lo acompaña en sus salidas procesionales es del escultor jerezano contemporáneo Francisco Pinto Berraquero. La portada, más manierista que barroca, es adintelada, con perfil quebrado y ménsula en la clave, recorrida por almohadillados y flan­queada por dos semicolumnas profusamente de­coradas. Sobre el dintel, en un nicho cuadrado coronado por frontón clásico, campea una cruz arbórea también blanca. El claustro inmediato es tradicional, señalado al exterior por portada y espadaña. Su espacio lo circundan arquerías de medio punto apeadas sobre finas columnas de mármol. Una hermosa fuente de perfil mixtilíneo con ornamentación geométrica y estrías y mascarones en su taza aparece en el centro. La caja de la escalera de acceso a la planta superior se cierra con una bóveda con pinjante de yeserías muy elaborado (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     Su construcción se inicia en 1679, aunque hasta bien entrado el siglo XVIII, no se remataría el segundo cuerpo con sus magníficas enfermerías, escaleras y oficinas conventuales, convertidas en la actualidad en dependencias municipales.
     Pero las estructuras fundamentales, es decir, la iglesia, el claustro y la escalera, son realizaciones del último tercio del siglo XVII. Según la historiografía tradicional, el edificio fue inaugurado en 1700. La iglesia presenta una sola nave, con bóveda de medio cañón en el cuerpo y media naranja en la cabecera. A los pies posee coro alto, mientras que en el presbiterio, en el lado de la epístola se localiza la sacristía. Los arcos y pilares de apoyo, aparecen almohadillados, consistiendo toda la decoración del recinto en una simple cornisa adornada con ménsulas. Al templo se accede a través de una magnífica portada adintelada con ménsulas en la clave, flanqueada por dos columnas toscanas profusamente decoradas con motivos geométricos. Sobre ella, en un espacio rehundido a modo de hornacina, se cobija una cruz, rematado en frontón recto. A la derecha de esta portada, se localiza la que sirve de acceso al claustro, con vano de medio punto almohadillado. Culmina la fachada en una magnífica espadaña, de un solo cuerpo, con vano de medio punto entre pilastras y motivos decorativos serlianos, que remata en frontón triangular.
     El claustro, de dos pisos, presenta planta rectangular, con galerías de arcos de medio punto sobre columnas toscanas de mármol. El segundo cuerpo ofrece balcones adintelados, flanqueados por pilastras. En el centro se sitúa una fuente de mármol mixtilínea con decoración geométrica en la pila, y estriada con carátulas en la taza, la cual remata en un jarrón con motivos frutales. Al piso superior se accede por medio de una amplia escalera de mármol con barandal de caoba torneado, cubierta por una bóveda decorada con yeserías barrocas.
     Desde 1492 se comienza a tener noticias en El Puerto de Santa María de la Cofradía de la Santa Caridad, denominada por aquel entonces de la Misericordia y San Carlos Borromeo y, finalmente, a partir de 1668, de la Santa Caridad de Cristo.
     Continuando las pautas de la hispalense, creada un siglo antes, la hermandad portuense se propuso tener un hospital propio para asistir a los enfermos. Para ello le fue concedida, en primer lugar, la Capilla de San Andrés en 1675, pero debido a lo reducido de sus dependencias solicitó en 1679 otro lugar, en esta ocasión, junto a la ribera del Guadalete frente a la Aduana Ducal (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia Convento de las Esclavas del Sagrado Corazón; Casa Palacio Borgnis - Moreno de Mora; Iglesia de San Joaquín; Museo Taurino "José Luis Galloso"; Iglesia Convento del Espíritu Santo; Monasterio de la Victoria; Fuente de las Galeras; Aduana de los Duques de Medinaceli; y Hospital de San Juan de Dios) de la localidad de El Puerto de Santa María (y IV), en la provincia de Cádiz. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia gaditana.

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