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domingo, 12 de noviembre de 2023

La Casa natal de San Diego, en San Nicolás del Puerto (Sevilla)

     Por Amor al Arte
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     Hoy, 12 de noviembre, Memoria, en Alcalá de Henares, en España, de San Diego, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que se distinguió tanto en las islas Canarias como en el cenobio de Santa María de Araceli, en Roma, por su humildad y caridad en el cuidado de los enfermos (1463) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para Explicarte la Casa natal de San Diego, en San Nicolás del Puerto (Sevilla).
   La Casa natal de San Diego, se encuentra en la calle San Diego, 20; en San Nicolás del Puerto (Sevilla).
     La vivienda, de dos plantas y unos 250 metros cuadrados, acaba de ser restaurada tras haber sido adquirida por el Ayuntamiento de San Nicolás del Puerto para cederla a la Hermandad de San Diego como primer titular, y a la ciudadanía en general, porque en su interior se podrán celebrar eventos sociales y culturales, tal y como explica el alcalde, Francisco Rodríguez Galán: "San Diego es aquí lo más grande, se crea o no, y con este proyecto damos respuesta a una demanda del pueblo y a los sentimientos de la colectividad". De este modo, compartirán la casa natal otros colectivos del municipio, como la asociación de madres y padres de alumnos (AMPA) El Venero, el grupo de teatro Iporci y o la Asociación de Mujeres de San Nicolás del Puerto.
     En los mismos términos se expresa el técnico municipal Nicasio Galán, que lleva la organización de la puesta de largo de este fin de semana. "Como esta vivienda ha tenido tradicionalmente un uso muy social, cuando llegaron a vivir en ella hasta cuatro y cinco familias durante el siglo pasado, se mantendrá ese espíritu al servicio de los vecinos", remarca, al tiempo que recuerda que fue así hasta que la construcción se declaró en ruinas. ¿Y cómo se sabe que aquí nació el santo? "Se ha transmitido de generación en generación, de padres a hijos, y así se recoge históricamente", apunta en referencia a un fraile canonizado por el papa Sixto V en 1588. De hecho, fue la única canonización de la Iglesia Católica ese siglo.
     Para la inauguración la corporación encabezada por su alcalde contará con la presencia del cardenal Carlos Amigo Vallejo, bajo cuyo mandato como arzobispo de Sevilla precisamente se nombró a San Diego patrón de toda la comarca por ser el único nacido en la Sierra Norte. Igualmente, está prevista la asistencia, entre otros, de la delegada provincial del Gobierno de la Junta de Andalucía, Carmen Tovar; del actual párroco, Manuel García Valero; de su predecesor cuando se puso la primera piedra del proyecto, José Manuel Moreno Manzano; del hermano mayor, Eduardo Romero Arcos; del antiguo propietario de la construcción, Generoso Arcos Rocho, que la cedió tras un convenio con el Ayuntamiento de San Nicolás del Puerto; y del propio arquitecto, Juan Miguel Martínez Álvarez, encargado de un proyecto para recuperarla respetando su fachada y hasta su antigua puerta.
     El estreno, todo un acontecimiento en el pueblo, viene acompañado de una exposición con iconografía del santo procedente de copias de obras que se encuentran en Santiago de Chile y que el historiador José Prieto del Hoyo consiguió para la ocasión dentro del extenso trabajo de investigación que está haciendo en torno a la figura del santo, al que llegó a popularizar en una de sus comedias Lope de Vega centrada en la vida del franciscano.
     La inauguración de la casa natal, que tendrá lugar a las 12.30 horas y tras una misa prevista una hora antes, estará seguida a primera hora de la tarde (16.00) por una procesión por las calles del municipio (El Correo de Andalucía).
Conozcamos mejor la Leyenda, Historia, Culto e Iconografía de San Diego de Alcalá, religioso;
     Franciscano español nacido en Andalucía hacia finales del siglo XIV y muerto en 1463 en Alcalá de Henares. Su nombre de pila, muy común en España, es una variante de Santiago (Sant Iago, Jacobus).
     Simple hermano converso, era cocinero en  su monasterio. Se le atribuían numerosos milagros.
     Se contaba que en sus momentos de éxtasis, se elevaba en el aire de manera Inconsciente. Durante uno de sus trances místicos, los ángeles lo sustituyen en las faenas de la cocina. Es el tema del célebre cuadro de Murillo que se conserva en el Museo del Louvre: La cocina de los ángeles (The Angelkitchen, die Engelsküche).
     Los otros rasgos de su leyenda son tópicos hagiográficos.
     A pesar de la prohibición de su superior, distribuía el pan del convento entre los pobres. Intentaron sorprenderle in fraganti, pero el hermano portero que le revisó el delantal, sólo encontró rosas. Es la reedición del milagro de santa Isabel de Hungría.
     Además, habría extraído a un niño de un horno encendido y curado a un joven ciego con el aceite de la lámpara del altar.
     Fue canonizado por el papa Sixto V en 1588, por petición del rey Felipe II de España. En consecuencia, su iconografía data del siglo XVII.
     Está representado con sayal buriel entallado con el cordel de la orden, y un manojo de llaves en la cintura. En un pliego de su hábito muestra al portero del convento, que lo tenía por sospechoso de hurto, las rosas que milagrosamente reemplazaron al pan (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
San Diego de Alcalá, en la Historia de la Iglesia de Sevilla
   San Diego de Alcalá. Lego franciscano, nacido en San Nicolás del Puerto (Sevilla), aunque es conocido como san Diego de Alcalá, por ser en esta ciudad madrileña donde murió en 1463. Destinado a Fuerteventura, contribuyó a la evangelización de Canarias. Estuvo también en los conventos de Sevilla, Alcalá de Guadaira y Sanlúcar de Barrameda. Pasó por Roma para recalar definitivamente en la casa franciscana de Alcalá de Henares. Célebre por su humildad y sus milagros. Fue canonizado por Sixto V en 1588. Su fiesta se celebra el 14 de noviembre. (Carlos Ros, dir. Historia de la Iglesia de Sevilla. Editorial Castillejo. Sevilla, 1992).
Conozcamos mejor la Biografía de San Diego de Alcalá, religioso
     San Diego de Alcalá (San Nicolás del Puerto, Sevilla, 1370-1380 – Alcalá de Henares, Madrid, 12 de noviembre de 1463). Santo canonizado, religioso lego franciscano (OFM), venerado como gran taumaturgo.
     Se desconoce el año de su nacimiento, que pudo ser en el decenio 1370-1380. Asimismo, se ignora el nombre de sus padres, como también su categoría social, bien que se los supone de condición humilde, pero piadosos, en cuyo ambiente familiar cristiano Diego desarrolló su niñez, inclinando su espíritu a la devoción y a la piedad, por lo que, al parecer, muy pronto, llevado de ese espíritu, siendo aún muy joven, se retiró a la soledad en compañía de un sacerdote que vivía en una ermita dedicada a san Nicolás de Bari, sita en las montañas vecinas a su pueblo natal.
     No mucho después, Diego se dirige a la sierra de Córdoba y es admitido en el eremitorio de la Albaida, en las llamadas Las ermitas de Córdoba, donde se empapa del espíritu franciscano, ya que tanto el fundador como los ermitaños eran Terciarios Franciscanos que estaban bajo la dirección o jurisdicción del no lejano convento franciscano de la Arrizafa o Arruzafa.
     Pero aquel género de vida tampoco llenaba del todo las aspiraciones de Diego, por lo que solicitó ingresar como franciscano en el referido convento de Arrizafa, en el que la regla franciscana era observada en toda su rigidez, donde finalmente fue admitido. Se desconoce, no obstante, cuándo tuvo lugar esa admisión, su vestición del hábito franciscano y su profesión religiosa.
     Entre los conventos en los que fray Diego morara y realizara hechos portentosos, está el de San Francisco de Úbeda, en el que habría desempeñado, entre otros, el oficio de hortelano, y en el que, después de su partida, habría resucitado a un muerto con el simple contacto de un hábito suyo viejo y roto que abandonara al ser trasladado él a otro convento. El de San Francisco de Sevilla es otro de los conventos en los que ciertamente moró el santo Diego; aunque los documentos no detallan los oficios que desempeñó en él, parece ser que uno de los principales fue el de portero, ya que en todos se pone de manifiesto su caridad con los numerosos necesitados que se acercaban a la portería del convento y sobre todo con los innumerables enfermos a los que curaba con la simple unción del aceite de la lámpara que ardía ante la imagen de Nuestra Señora de la Antigua en la cercana iglesia catedral, curaciones que dieron gran fama a la dicha imagen, fama de la que anteriormente no gozaba.
     Pero además de estos hechos considerados como portentosos, ya casi rutinarios por lo frecuentes, los documentos narran uno según el cual, por intercesión de Diego de Alcalá, un niño de siete años, que, huyendo de la regañina de su madre, se había refugiado en un horno quedándose dormido entre la leña, se libró del fuego que su propia madre prendió sin saber esta circunstancia. También fue morador, aunque de paso, del convento de Sanlúcar de Barrameda, en cuyo camino habría proporcionado alimentos para él y su compañero en un despoblado de modo portentoso.
     En 1441 es enviado fray Diego, junto con el padre fray Juan de Santorcaz, a la vicaría de las Islas Canarias, pero en lugar de ser nombrado guardián (superior) del convento de Betancuria en la isla de Fuerteventura el padre Santorcaz, que era sacerdote, es designado por los superiores como tal fray Diego, que era lego. Allí desarrolló una admirable labor de apostolado entre los gentiles y entre los cristianos en medio de enormes problemas y dificultades para la comunidad. Pero, dado el ascendiente moral de fray Diego y las circunstancias harto difíciles por las que atravesaba algún tiempo después su provincia franciscana de Castilla, el ministro provincial de ella, fray Juan de Santa Ana, le ordena regresar a ésta, cosa que realiza entre los años 1445 y 1447, desarrollando aquí una labor, asimismo, admirable, aunque callada, entre sus hermanos los religiosos con el admirable y eficaz testimonio de su vida en los distintos conventos a donde lo destinó la obediencia.
     En 1450, además del jubileo del Año Santo, se celebraba también el Capítulo General de la Orden, y la canonización de san Bernardino de Siena; fray Diego, a petición propia, o más probablemente por deseo de su ministro provincial, fue designado compañero de fray Alonso de Castro, que iba como representante del ministro provincial. Con tal motivo se habían reunido en la Ciudad Eterna numerosos peregrinos y varios millares de frailes franciscanos de todas partes, lo que favoreció el desencadenamiento de una terrible epidemia, que afectó a muchos religiosos, incluido su compañero, fray Alonso de Castro, en cuya ocasión fray Diego demostró la grandeza de su alma atendiendo solícito y espontáneamente a cuantos enfermos podía, mereciendo su conducta y celo que el ministro general le encomendara la dirección de la enfermería, que organizó, atendiendo a todos indistintamente con verdadera caridad. Al cabo de un tiempo impreciso, desaparecida ya la peste, retornaron ambos a España a pie, tal y como habían hecho el camino de ida. Fray Diego parece que retornó a Sevilla, donde estuvo un tiempo también impreciso, hasta que, sin que se sepa cuándo, fue destinado al convento de La Salceda (Segovia). 
   En 1456 culminaba la fábrica del convento de Santa María de Jesús en Alcalá de Henares, levantado por el arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo, quien deseaba para su fundación moral el personal más selecto, modélico tanto en virtud como en letras, para formar la comunidad franciscana que había de gestionarlo; para ello obtuvo de las máximas autoridades de la Iglesia y de la Orden la facultad de seleccionar él mismo el personal adecuado. Uno de los primeros en ser seleccionados, por el arzobispo fue fray Diego, que a la voz de la obediencia acudió cuando se lo indicaron los superiores, siendo recibido personalmente por el arzobispo no sólo con deferencia, sino casi con devoción.
     Se le encomendó entonces el oficio de hortelano, pero en atención a su avanzada edad muy poco después los superiores le encomendaron la portería del convento, donde además el halo de santidad, de que venía precedido, podía ser más útil a cuantos acudían a la portería, especialmente los pobres, en los que volcaba su amor e interés. Aquí y con ellos tuvo lugar aquel episodio, que narran las crónicas y que forma parte, no sólo de su biografía, sino de su iconografía hagiográfica, según el cual cierto día en que iba el hermano Diego llevando, como de costumbre, casi a escondidas en el halda de su hábito una buena cantidad de mendrugos de pan para sus pobres, lo sorprendió el padre guardián y le recriminó el que se excediera en dar limosna a los extraños con perjuicio de los religiosos de casa, a lo que el santo replicó: “¡Pero si son rosas, P. Guardián!”, y efectivamente aquellos mendrugos de pan se transformaron en hermosas y frescas rosas ante la vista atónita del guardián.
     Pero no sólo rosas había cosechado el santo Diego durante su vida; para escalar las alturas de la santidad, tuvo también que cosechar espinas y caminar por senderos sembrados de abrojos y de dificultades, entre las cuales incomprensiones, persecuciones, enfermedades, especialmente la última, larga y dolorosísima, que le produjo la muerte, encontrándolo ésta abrazado a una cruz de madera, que a mano siempre tenía, y que por ello también forma parte de su iconografía.
     Era el 12 de noviembre de 1463, día en el que la Iglesia celebra su fiesta.
     Su cadáver durante más de seis meses insepulto, permaneció flexible y despidiendo un suave olor, sin haber sido embalsamado ni aplicado ningún ungüento, fenómeno que pudieron comprobar toda clase de personas, y no se sabe si hoy con los conocimientos y medios técnicos de que se dispone tendría alguna explicación racional.
     Entre los muchos prodigios y milagros posteriores a su muerte atribuidos a la intercesión de san Diego está la curación del príncipe Carlos, hijo único varón de Felipe II, quien jugando con otros compañeros se cayó por unas escaleras del palacio en Alcalá de Henares golpeándose en la cabeza, suceso que lo llevó al borde del sepulcro, al ser desahuciado por los médicos, pero habiendo sido llevado el cuerpo del santo y colocado junto al lecho del moribundo, éste al punto dio muestras de mejoría, cayó en un profundo sueño y recobró la salud. Este prodigio fue motivo para que se acelerara la causa de canonización del santo, que, no obstante, tardó todavía más de veinticinco años, teniendo lugar ésta el año 1588 (Hermenegildo Zamora Jambrina, OFM, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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