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miércoles, 29 de noviembre de 2023

Los principales monumentos (Iglesia del Carmen; Colegio Compañía de María; y Ayuntamiento) de la localidad de San Fernando (I), en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia del Carmen; Colegio Compañía de María; y Ayuntamiento) de la localidad de San Fernando (I), en la provincia de Cádiz.
    Como la vida, un destino lineal al que rara vez alguien trunca el sendero previsto, San Fernando, constreñida por dos caminos de mareas, surge en torno a un Real camino prendido de calles, de historia  y de cotidiana poesía, blanco por luz, cales y sal de esteros, entre un puente milenario, el de Zuazo, llave o cerrojo, y el símbolo ferroso de los mundos que se encuentran en la fuente imaginada por Óscar Tusquets. Logar de la Puente, señorío de los Ponce de León en el siglo XV, y Real Villa de la Isla de León, propiedad de la Corona en el XVIII, hunde sus raíces históricas en la Antigüedad, afamada por el Santuario de Melkart-Hércules en el actual islote de Sancti Petri, visibles los restos de un heroico fuerte  o castillo del siglo XVI, los hornos o alfares púnicos y la realidad del acueducto gaditano y de la Vía Heráclea. El Puente de Zuazo o Suazo, inmemorial pero hecho real con las intervenciones de Cristóbal de Rojas, de Ginés Martínez de Aranda y de Juan Román de Arellano en el siglo XVII, la inmediatez del Castillo de San Romualdo, probable y singular vestigio de un ribat cristiano del siglo XIV pero hecho por alarifes musulmanes, y el Real Carenero, germen de la tradicional dedicación de la ciudad a la construcción naval, cuya iglesia y algunos almacenes a duras penas resisten la incuria del tiempo, justifican el protagonismo isleño y el consiguiente interés real que desembocará en la creación del Arsenal de la Carraca y de la Población Militar de San Carlos. Las Cortes de 1810, los pronunciamientos militares decimonónicos, la lamentable ocupación francesa de 1823, el Cantonalismo, la botadura del submarino de Isaac Peral y otras experiencias hasta nuestros días confieren a la ciudad una preeminencia, en las calles y en sus museos, a la que no va a ser ajeno su patrimonio histórico-artístico (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
          Situado en la denominada Isla de León, una porción de tierra firme, totalmente rodeada de terrenos inundables (caños, marismas, esteros y salinas), en un punto central de la Bahía de Cádiz, paso obligado para el camino histórico de acceso a la capital. El Casco Antiguo ocupa fundamentalmente la parte alta y la ladera sureste; . Sus altitudes más significativas son: Cerro de los Mártires, 35,4 m.; Plaza del Rey, 16,5; Plaza del Carmen, 20,1 m.; Estación, 9 m.
     El conjunto posee un marcado carácter lineal ya que abarca las manzanas con frente a la calle Real y una serie de manzanas situadas al norte y sureste de la Plaza de la Iglesia. El Centro Histórico de San Fernando (Cádiz), está configurado por una trama urbana rectilínea de estructura octogonal y naturaleza focal, que responde a criterios urbanísticos de carácter academicista, cuya ordenación se ha visto progresivamente alterada a causa de la evolución territorial de la ciudad.
     El trazado de calles generalmente perpendiculares entre sí, conforma manzanas cuadradas o rectangulares, casi siempre con la mayor dimensión en la dirección este-oeste. En los bordes o en los casos en que existe focalización o irregularidad por cambio de dirección en la directriz de crecimiento - la calle Real-, aparecen manzanas más irregulares que toman formas diversas (por ejemplo en los alrededores de la estación, junto al quiebro de la plaza de la Iglesia, etc.). La calle Real se convierte en eje configurador del Conjunto y su carácter no es solamente urbano, sino incluso interurbano por haber sido durante siglos la travesía o camino de la carretera Madrid-Cádiz.
     Dicha trama soporta un esquema de ocupación bien definido: Parcelas de 10x20 metros sobre las que se asientan edificaciones de una planta (excepcionalmente dos). Los arrabales históricos, que poseen edificaciones populares, surgen según calles perpendiculares a la Avda. del General Valera y descienden hasta el mismo límite de las salinas, situadas al SE del núcleo antes descrito.
     Las tipología de vivienda más común suele ser de una planta, excepcionalmente dos. En ellas la edificación se dispone alrededor de un patio con las habitaciones nobles a fachada y al patio, y las de servicio al fondo, donde suele haber un patinillo. Son viviendas unifamiliares donde el patio constituye la estancia principal.
     En fachada los huecos bajos de ventanas disponen los cierros, y la entrada principal suele poseer portadas muy decoradas con molduras. Sobre este tipo fundamental aparecen algunas excepciones: existe un tipo de edificio de viviendas formado por la repetición vertical del tipo anterior, con dos plantas, disponiéndose dos portales adosados (uno de ellos con la escalera a la planta superior) tratados con unidad compositiva en fachada, y a veces se duplica el esquema, por simetría apareciendo cuatro portales. Otro tipo singular, pero bastante numeroso, responde al tipo de casa-patio gaditana con desarrollo en altura o variaciones sobre el esquema tradicional.
     También existe un tipo de casa unifamiliar de una planta dispuesta alrededor de un patio central, cubierto con montera, donde se desarrolla la vida; que también posee cierros a la calle, molduras y almenas (similar a la que existe en Puerto Real). A veces se disponen dos casas simétricas compartiendo portal, con portones a 45º, que cuando repite el esquema en planta superior hace aparecer cuatro portales unidos con tratamiento unitario de fachada. Estas construcciones de uso familiar presentan una tipología en clara relación con el resto de poblaciones históricas de la bahía gaditana: Crujías alrededor de patio central con habitaciones principales a fachada. En ésta se destacan los "cierros" que, junto con las portadas muy decoradas con molduras, logran articular un conjunto de gran armonía y uniformidad.
     En la calle Real se localizan todas las edificaciones singulares; algunas de ellas presentan notables fachadas barrocas y otras académicas. no obstante, su importancia, estructuralmente, responde al modelo de casa- patio antes descrito.
     Hasta 1.986 la calle Real fue travesía de la carretera N-IV y hasta la aprobación del Plan General de Ordenación había determinado la direccionalidad del crecimiento.
     A partir de entonces, muchas edificaciones tradicionales han sido sustituidas por edificios multifamiliares que llegan a alcanzar hasta ocho plantas, con una arquitectura vulgar y falta de calidad debido al trasplante indiscriminado del bloque exento al solar entre medianeras. En otras partes, en cambio, esta sustitución ha mantenido algunos elementos ornamentales como testimonio historicista del valor arquitectónico destruido.
     Como en todos los conjuntos históricos, los edificios singulares debido a su ubicación privilegiada, soportan una fuerte presión urbanística para su sustitución. En cambio, la edificación popular, la más abundante, por hallarse habitada, defiende y conserva su estado original en condiciones aceptables. En general, en el Centro Histórico de San Fernando se  combina un trazado urbanístico de interés junto con edificios de notable calidad arquitectónica y grupos de viviendas populares de clara tipología gaditana.
     San Fernando es uno de los núcleos urbanos en los que se puede constatar la notable adaptación del espacio urbano al marco físico: Sobre una franja de tierra alargada y rodeada del mar se crece urbanísticamente a partir del centro, conformando longitudinalmente todas sus calles y plazas.
     Es un núcleo con semejanza a aquéllas de nueva planta levantadas con motivo del Plan de Nuevas Poblaciones de Carlos III que, aprovechando la antigua planta rectilínea, introduce y enriquece el esquema racional y uniforme típico del siglo XVIII.
     Su arquitectura, en conjunto, es de notable calidad y, dentro de ella destacan entre otros: El Castillo de San Romualdo, el Teatro de las Cortes, el Patio del Cambiazo, el Ayuntamiento, el Colegio de la Compañía de Jesús, el Convento del Carmen, la Iglesia Mayor parroquial de San Pedro y San Pablo. También el Puente Suazo, de origen romano.
     En la arquitectura doméstica, el elemento más importante es la fachada con una variada gama de diseños neoclásicos y barrocos. El material más utilizado en la decoración es el yeso, con el que se alcanza notables niveles de calidades estéticas, tanto cromáticas como lumínicas, más todavía cuando se involucran en el caprichoso y sutil rococó.
     De orígenes históricos tartésicos; con una marcada continuidad hasta la presente a través de sus edificaciones; con un valor urbanístico representativo del siglo XVIII; con una tipología arquitectónica muy caracterizada, San Fernando tiene los suficientes méritos para ser declarado Conjunto Histórico y, en el futuro, para redactar el Plan Especial de protección, gracias al «Convenio entre las Consejerías de Cultura, de Obras Públicas y del Ayuntamiento a cuyo contenido, de ser necesario, podrán ajustarse los límites del Conjunto que constan en la presente declaración (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).          
     Importante ciudad marítima y salinera situada en el extremo oriental de la bahía gaditana, en lo que en su día fue la famosa Isla de León.
Historia
     Aunque se sabe que estuvo poblada desde el Paleolítico, de la ciudad como tal no se tiene noticia hasta la dominación romana, época en la que se establecen en la isla algunas villas de recreo y fábricas de salazones. El puente Zuazo, que comunica la isla con la península, se construyó sobre los cimientos de un viejo acueducto de la época de Augusto.
     El periodo visigodo trajo consigo el despoblamiento de la isla, que se prolongó a lo largo de la presencia árabe. Alfonso X, que conquista el territorio, la repuebla independizándola de Cádiz.
     Ya con el nombre de Isla de León, pertenece durante algún tiempo al ducado de Arcos, pasando, durante el reinado de Juan II a poder de los Zuazo. Su magnífica situación, que dificulta los ataques e invasiones, facilita la instalación del arsenal de la Carraca y el establecimiento del Departamento Marítimo, hechos que se producen hacia la mitad del siglo XVIII y que suponen un rápido desarrollo de la ciudad.
Gastronomía
     La mesa sanfernandina se nutre principalmente de los productos de la mar y de los esteros, como la lisa, el lenguado, la dorada y todas las especies de mariscos que se crían en los caños y lenguas de mar que circundan la ciudad y entre los que cabría resaltar la famosa boca, las cañaíllas, las almejas y los extraordinarios camarones.
     Platos de dilatada tradición son los fideos con caballas, las almejas a la marinera, la sobrehusa, guiso hecho con los sobrantes del pescado frito en las freidurías, cuyos papelones (cartuchos de papel de estraza) de cazón en adobo y otros pescaítos constituyen una sabrosísima nota gastronómica que se distribuye por la ciudad.
Fiestas
     En febrero, el Carnaval, reúne un número importante de comparsas y chirigotas que llenan las calles de colorido y de risas. En la Semana Santa Isleña destaca su particular visión de la Pasión de Cristo. Del 11 al 16 de julio hay celebraciones en honor de la Virgen del Carmen con la feria del Carmen y de la Sal. El 23 de octubre es la romería de San Servando y San Germán al cerro de los Már­tires.
Visita
     El puente Zuazo, cuyos pilares se apoyan en el viejo acueducto romano que llevaba el agua desde Cádiz, comunica la isla con la península y sirve de entrada a la ciudad por la N-IV. La Calle Real, prolongación de la avenida del Puente Zuazo, lleva hasta la plaza del Rey, centro geométrico y administrativo, donde se levanta el Ayuntamiento, notable edificación construida en el siglo XIX en estilo neo­clásico, en la que sobresale la Biblioteca Lobo y el Palacio Municipal, con su gran escalera imperial de mármol blanco.
     Por encima del Ayuntamiento se sitúa el amplio parque del Almirante Laulhe, que alberga la piscina y el pabellón municipal de deportes y en donde se expone un hipogeo procedente de una necrópolis. Cerca está el Observatorio Astronómico de la Marina, inaugurado en 1798.
     A la derecha del Ayuntamiento, en la calle del General García de la Herrán, está el teatro de las Cortes, famoso por haber acogido a las Cortes que proclamaron la primera Constitución española. Muy cerca de aquí, en la plaza de la Iglesia, se encuentra la Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo, edificio neoclásico del siglo XVIII, en el que destacan las torres de base cuadrada rematadas en campanarios octogonales.
     El notable crecimiento de la ciudad a partir del siglo XVIII produjo una arquitectura privada de un barroco alado y primoroso, cuyos ejemplos más interesante se localizan precisamente en la Calle Real, en cuyo arranque se alza el castillo de San Romualdo, fortaleza mudéjar del siglo XIV levantada sobre construcciones anteriores. A la derecha del puente Zuazo se sitúa el arsenal de la Carraca, para cuya construcción se planeó una ciudad completa con el nombre de San Carlos, de la cual lo más interesante es el panteón de Marinos Ilustres, que fue en su origen iglesia parroquial. Se trata de un edificio neoclásico y barroco de tres naves separadas por arcos fajones con una gran bóveda central. En las proximidades se halla el Museo Naval, periférico del de Madrid y orientado a temas navales relacionados con la zona del Estrecho (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).


Iglesia del Carmen
    En 1680 el maestro sevillano Diego Carrasco inicia la construcción de la iglesia a instancias del Obispo gaditano Juan de Isla, del comerciante genovés Limbiano Escalloso y de los propios car­ melitas descalzos en un paraje retirado de lo que ya venía a ser un pueblo en franca expansión a lo largo del camino real que partía de Cádiz. Es esencial la aportación del carmelita fray Bartolomé de San Pablo en las obras del convento y en la terminación del templo.
     Ya en 1733 otro maes­tro, Juan de San Román, inaugura otra más amplia, de fachada simple, terminada en 1740, con una sola espadaña lateral, en cuya portada barroca central campea una imagen marmórea de Nuestra Señora del Carmen, tierna y efusiva obra de lo mejor de la producción andaluza del portugués Cayetano de Acosta en 1748. Consta el interior de tres naves con crucero, la central cubierta por bóveda de cañón y lunetos, las laterales con aristas, a menor altura para la apertura de tribunas, esquema bastante común en órdenes religiosas y, desde luego, entre los carmelitas. Sobre el crucero una bóveda hemiesférica con pechinas profusamente decoradas. La sacristía, levantada hacia 1750 tras el presbiterio, cubre su planta rectangular con similar disposición de cañón con lunetos, al tiempo que se amuebla con unas elegantes cajonerías. El luminoso claustro, construido entre 1724 y 1730, con piso alto desde 1781, consta de cuatro galerías o crujías, con columnas de mármol blanco y arcos sobre los que, junto a las paredes, apean en sucesivos tramos cañones con lunetos. La traza también es del carmelita Bartolomé de San Pablo. La escalera, de  1754, y el antecoro de dos alturas separadas por tres peldaños, de 1718, completan lo esencial de esta zona entre iglesia y convento. En el presbiterio hay un grandioso retablo trazado por Pedro del Valle en 1736 con cedro hondure­ño donado por un devo­to que, tan sólo en 1769, terminaría por dorarse. Se articula en tres calles, separadas por estípites. Siguiendo un programa carmelitano, en la calle central aparecen el Padre Eterno entre San Joaquín y Santa Teresa, un manifestador en alto y una Virgen del Carmen de 1740, así como santos en las calles laterales, rematadas a su vez por San Elías y San Eliseo,  todos ellos relacionados de un modo u otro con la iconografía de la Orden. En los retablos colaterales sobresalen dos tallas, de mediados del XVIII, la una representando a San José, obra del genovés Pietro Galliano, y, al otro lado, la Transverberación de Santa Teresa, del napolitano Felice Buonfiglio.
     En la nave del evangelio hay retablos en las sucesivas capillas costeadas y mantenidas por los fieles, ricos comerciantes, sobre las mismas fechas, con imágenes entre las que citaremos muy resumidamente las del Cristo de la Salud, de Antón Maria Maragliano, un Nazareno de can­delero, atribuible a Luisa Roldán, hacia 1685, por similitudes formales con el Ecce Homo de la Catedral gaditana. En el lado de la epístola nos inclinamos por un Cristo yacente de escuela genovesa, del final del XVIII, y una talla de San Juan de la Cruz, magníficamente policromada y estofada, anónimo andaluz del arranque del siglo, lo que compensa así la rígida verticalidad e inexpresividad de la figura.
     En la capilla del Sagrario, aneja al altar mayor, se venera a Nuestra Señora del Carmen, la Patrona tanto de la ciudad como de la Armada, imagen de candelero con el Niño en sus brazos, probablemente encargada por el rico prioste isleño Luis de Ardila en Génova hacia 1708. Púlpito, portajes y cancel, por su riqueza, están a la altura de la belleza y calidad manifestadas en la iglesia y, aún, en las dependencias anejas a la iglesia y otras estancias del convento, por cierto dotado de un hermoso claustro.
     La vida de Santa Teresa se narra en pinturas a lo largo de sus paredes y, a lo largo de la clave de la bóveda central, un ciclo de la vida de San Elías el profeta se puede observar a duras penas tanto por la posición como por la escasa luminosidad que presta su altura. En el interior conventual cabe citar un retrato del cardenal hispalense Delgado, de la segunda mitad  del XVIII,  atribuido al pintor sevillano Juan de Espinal, una Sagrada Familia de escuela granadina del final del XVII, parecida a obras de José de Cieza, en espléndido marco con rocalla a modo de retablo de mediados del XVIII, un San José genovés y una Santa Lucía napolitana, ambos del XVII, así como un apostolado de anónimo flamenco setecentista y, por último, un milagro de la Virgen del Carmen durante una refección carmelitana, con el en­ canto y el vigor descriptivo de las obras debidas a manos no educadas, hechura probable de un fraile también del XVII.
     La platería es igualmente notable, del XVIII en sus distintas fases estilísticas, aunque lo más vistoso por su aparatosidad es el ostensorio de 1949 y la corona de la patrona, de 1951, realizada ésta con motivo de la coronación canónica de la misma, ambas piezas debidas al taller sevillano de Seco Velasco (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Se construyó la primitiva Iglesia, que tenía una superficie de veintisiete varas de largo por cinco y media de ancho, con espacio suficiente para altar, con coro y sacristía y encima ocho celdas con escaleras, cantándose la primera misa el segundo domingo de Noviembre de 1680. En 1730 quedó abandonado pasando su uso desde lugar de enterramientos, hasta parque de artillería y cuartel. En 1733 se inauguró la plaza de delante de la Iglesia, en unos terrenos cedidos por Don Juan Izquierdo, a tal efecto. En 1736 se había instalado el altar mayor, construido en madera de cedro y estilo churrigueresco.
     En este convento, se reunieron las Cortes Generales en 1813.
     Actualmente el edificio donde se desarrolla el colegio que es de los años 70, es la parte nueva del conjunto, quedando la Iglesia y parte de la zona destinada a convento con la configuración que tenía en los primeros años del siglo XVIII.
     Es destacable el hecho de que en este lugar se reunieron las Cortes brevemente en 1813, antes de ser trasladadas definitivamente a Madrid, huyendo del brote de fiebre amarilla que había estallado en Cádiz y que acabaría obligando a una pausa en las sesiones (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Colegio Compañía de María
     La Compañía de María Santísima se establece en San Fernando en 1760, instalando su convento y centro de enseñanza, función a la que estaban consagradas desde su fundación en 1603, en la casa de recreo de dos benefactores isleños, Manuel de Arriaga y María Ana de Arteaga. Su iglesia es de planta reducida, de una sola nave cubierta por bóveda de cañón, que apoya en una doble cornisa corrida con mucho vuelo, con presbiterio cerrado por bóveda hemiesférica sobre pechinas, siguiendo un esquema experimentado previamente en la Capilla de la mis­ma orden religiosa en Méjico. En contraste con su sencilla fachada neoclásica exterior, el retablo mayor dieciochesco, de tres calles separadas por estípites coronados por capiteles compuestos, plantea un programa iconográfico centrado en la Virgen: en el ático de la calle central Santa Ana enseñándola a leer, abajo el camarín con una Inmaculada y, a los lados, las imágenes de San José y de San Joaquín. Los cuatro retablos laterales, también dorados, tanto con estípites como con columnas ornamentadas, todos de similar época, están dedicados a San Miguel, éste representado en un lienzo al óleo con ribeteados en oro den­tro de una hornacina, San Francisco, la Virgen Dolorosa y el Niño Jesús con los atributos de su predestinación.
     El convento, que mantiene su estructura original, salvo por la adición de nuevos pabellones necesarios para la actividad docente actual, se articula en cuatro reducidos claustros. Hay unas magníficas escaleras decoradas con yeserías de entrelazo, que recuerdan el gusto similar de otras edificaciones tanto civiles como religiosas en la bahía gaditana y en San Fernando. Contrasta este tradicional barroco isleño con la obligada sencillez de una última fundación religiosa, de 1889, la del Convento de las Capuchinas, cuya iglesia es levantada en 1912 con diseño de Juan Cabrera y amueblada con retablos neogóticos e imaginería moderna, si bien poseen algunas figuras del siglo XVIII, como un pequeño Calvario con inserciones de alabastro en la madera de las piezas y un San Antonio. Parece ser que las imágenes de una desaparecida capilla de San Antonio se distribuyeron entre este convento y la iglesia de la Inmaculada Concepción en la Case­ría de Ossio, popular centro de 1887 donde des­taca una Inmaculada barroca en talla estofada y otras dos imágenes de San José y, nuevamente, la Inmaculada, éstas procedentes del destruido Hospital de San Carlos (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     La Orden se funda en Burdeos en el ano 1607, estableciéndose en España en el 1650, concretamente en Barcelona. El edificio se fundó en el año 1760 y tiene una fachada compartimentada mediante pilastras lisas que se unen en la cornisa a la altura del segundo forjado.
     Es una construcción de tres alturas y presenta al exterior en su fachada principal, un resalte en el que se abre la puerta principal flanqueada por dos ventanas, que componen los tres cuerpos que soportan el arquitrabe sobre el que se abre un balcón del segundo cuerpo.
     Posee un claro ritmo en el que la forma de los huecos es rectangular en la parte baja y en la primera planta adopta la forma del baquetón siendo completamente cuadrados en el último cuerpo.
     A ambos lados del resalte de la fachada principal se abren dos puertas de menor importancia.
     Como es tradicional en esta Orden la Iglesia queda retranqueada de la fachada principal. Esta Iglesia es de una sola nave y tiene la cabecera cubierta por una cúpula sobre pechinas. El retablo central es una maravilla del barroco tardío.
     Este lugar fue sede del Supremo Consejo de Regencia, primer gobierno nombrado por las Cortes.
     Tras la disolución de la Junta Central Suprema el 30 de enero de 1810, se creó un Consejo de Regencia con personajes ilustres (políticos, militares y religiosos) que irían rotando, para evitar una excesiva acumulación de poder. La Regencia sería, por lo tanto, el poder ejecutivo frente al poder legislativo, detentado por las Cortes. A comienzos de 1811 se trasladaron al Palacio de la Aduana, en Cádiz, debido a lo cerca que estaba la Isla de León del frente francés y al peligro de una epidemia, fruto de la sobrepoblación (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

Ayuntamiento
     El Ayunta­miento o Casa Consistorial, iniciado en 1778 con planos de Torcuato Cayón, a quien apoyaba desde Madrid el académico Ventura Rodríguez, su yerno, irá creciendo de la mano de Pedro Ángel Albisu, académico de la de Cádiz, de Torcuato Benjumeda en sustitución de aquél, siendo rematado, ya en época isabelina, por Amadeo Ro­dríguez con un proyecto de 1888. Suya es la gran escalera interior que centra el conjunto. En dicho edificio se cuenta con una histórica biblioteca, donada por el contralmirante Miguel Lobo a fines del XIX, y una notable colección de pinturas, básicamente una galería de retratos de próceres de la ciudad firmados por artistas de carácter local, incluido un retrato de Rafael Rodríguez de Arias firmado por el valenciano Martínez Cu­bells. Significativo es el lienzo del Voto de San José, firmado por el alemán Riedmayer en 1801, activo por entonces en la zona, tanto en Chiclana como en Cádiz, donde se representa el voto que el cabildo isleño hizo de nombrar patrono a San José, implorando su intercesión ante una terrible epidemia de peste amarilla, procedente de América, que asoló a la población. La com­posición es bastante similar a la de la Virgen del Buen Refugio existente en la Santa Cueva de Cá­diz, en lo que es un estilo personal entre el gusto popular, casi murillesco, y el regusto académico todavía proclive a la libertad formal y colorista de los últimos pintores del Barroco (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     El Ayuntamiento de San Fernando se ubica en el centro de la ciudad, en una zona cuya trama está trazada a cordel y con una disposición de manzanas rectangulares. Para enfatizar el carácter del edificio, se construye retranqueado en una manzana completa cuyo lugar es ocupado por una plaza, logrando de esta forma una amplia visión del mismo. Esta disposición presidiendo la plaza se ve reforzada con la creación de un basamento que lo eleva sobre la misma.
     El edificio se proyecta como un rectángulo exento. Para salvar el desnivel de las calles laterales, el arquitecto adosó en su fachada principal una escalinata que da acceso al podium sobre el que se construyó el primer cuerpo.
     El inmueble presenta una planta perfectamente compartimentada y modulada con clara referencia a las construcciones palaciegas de influencia italiana. Su interior se estructura en tres pisos y un entresuelo abovedado situado entre la planta baja y la primera. Se distribuye en tres espacios fundamentales, dos patios simétricos de planta cuadrada, que flanquean la monumental escalera dispuesta en la zona central del edificio. El resto de la construcción la constituye una crujía perimetral que unifica los tres espacios mencionados, y dos crujías transversales interiores, que establecen las separaciones entre ellos.
     En la planta baja, la crujía delantera se compone de un amplio espacio porticado que da acceso a través de tres vanos, dos adintelados en los laterales que conectan con las dependencias de esta planta, y de medio punto el central que da acceso a la escalera. La escalera es de tipo imperial, está realizada en mármol y se desarrolla con un primer tramo central que desemboca en un amplio rellano del que parten dos tramos de escalera dispuestos en ambos lados, con antepecho de balaustres de mármol, y que dan acceso a una galería en la que se abren las principales dependencias de la primera planta. La caja de escalera presenta muros almohadillados en la zona inferior, y una arquería ciega compuesta de arcos rebajados doblados, flanqueados por altas pilastras adosadas y capiteles decorados con relieves de leones rampantes.
     Tanto la arquería como los muros superiores se enriquecen con pinturas murales a modo de "Trompe-l'oeil" cuya ilusión óptica presenta falsa decoración arquitectónica simulando vanos y mostrando el central el escudo de la ciudad. La cubierta tiene seis claraboyas para iluminación que alternan con pinturas murales de rosetones y guirnaldas florales también simulando yeserías.
     En el ala derecha de la primera planta, en torno al patio, se ubica junto a otras dependencias municipales la Biblioteca Lobo. Recibe su denominación del Almirante Lobo, quien hizo la donación a finales del siglo XIX, con el deseo de que se crease una biblioteca pública. La sala de lectura es una estancia rectangular dividida en tres tramos por arcos de medio punto rebajados. Sus muros se encuentran cubiertos por estanterías de madera. En su lado derecho se abre una pequeña estancia, de planta circular cubierta con cúpula de media naranja, procedente de la antigua capilla del Ayuntamiento y ubicada anteriormente en la planta baja.
     La zona central del primer piso está ocupada por el Salón de Plenos. Se accede a través de una galería cuya cubierta, realizada a fines del siglo XIX, se encuentra decorada con paneles de yeserías formando octógonos de clara inspiración serliana. El Salón se compone de un recinto rectangular de techo plano, decorado con casetones que alternan con frisos de motivos florales. Los dinteles de los vanos están decorados con penachos triangulares cubiertos de relieves de amorcillos y acantos. Es interesante la sillería de los capitulares que se encuentra en el interior del salón, obra de Juan de la Vega.
     Las salas de plenos y biblioteca están precedidas por antesalas cuadradas, al igual que el despacho del alcalde, situado en el ala izquierda del edificio, cuya antesala se encuentra decorada con motivos neomudéjares. Presenta un zócalo de mosaicos y sobre él paños de yesería que recuerdan los rombos de sebka musulmanes. El techo plano muestra labor de lacería con estrella de doce puntas que se descompone en dibujos entrelazados de corte nazarí. El conjunto está pintado con los colores rojo, azul, verde y dorado. Interesante también es la decoración de estilo isabelino del despacho del alcalde.
     En la segunda planta destacan sólo las amplias salas rectangulares utilizadas para albergar la sección histórica del archivo municipal y el de protocolos notariales. La mayor parte de la carpintería corresponde al último tercio del siglo XIX.
     De ella sobresale la puerta principal de acceso al interior del inmueble, diseñada por Amadeo Rodríguez, en la que presenta el escudo de la ciudad junto con la inscripción «Casas Consistoriales». También es de gran importancia la rejería realizada en los años finales del siglo XVIII. Su artífice, el herrero Juan Jiménez, desarrolla una interesante labor en las rejas de la techumbre del patio de la cárcel. Asimismo, hay que destacar la escalera de doble tiro que anteriormente facilitaba el acceso a la antigua Biblioteca Lobo y que actualmente se encuentra en la azotea del edificio.
     Exteriormente, el edificio está construido en piedra. Ésta procede principalmente de las propias canteras de la ciudad, así como de Rota y Chiclana. También fue utilizada en su primitiva fábrica piedra «Mortelilla» y losas de Suecia. La fachada principal se estructura con un alzado de tres plantas, sobre podium y un entresuelo situado entre la planta baja y la primera. El podium presenta almohadillado neoclásico terminado con antepecho de balaustres. A este basamento se adosa una doble escalinata de forma semicircular que le da monumentalidad al edificio. El alzado del primer piso y entresuelo presenta el paramento almohadillado.
     En la zona central de la fachada se abren cinco vanos de medio punto, con ménsulas en las claves, que dan acceso al atrio de la planta baja. Los vanos están flanqueados por pilares y pilastras adosadas, almohadilladas, decoradas con ménsulas y rematadas con cabezas de leones talladas «in situ». A ambos lados se abren tres ventanas coronadas con cornisa recta y pequeños rectángulos, a su vez enmarcados por otros amplios vanos adintelados y ciegos. El segundo y tercer piso se componen de once vanos en cada planta, dispuestos en eje. Son adintelados y están coronados, en el segundo piso, con frontones curvos. Estos vanos están cubiertos con antepecho de balaustres de piedra, los cuales sobresalen en los cinco vanos de la zona central, a modo de un amplio balcón volado que descansa en las ménsulas del primer cuerpo. El conjunto se encuentra flanqueado por pilastras adosadas de orden corintio.
     El último cuerpo se remata con amplia cornisa y un cuerpo central que eleva la altura del edificio, compuesto de rectángulos decorados con guirnaldas y un reloj central rematado con el escudo de la ciudad entre las figuras de la Fama y la Abundancia. Corona la fachada un pretil realizado con pilares y balaustres. La fachada posterior repite prácticamente el mismo esquema que la principal. Consta de tres cuerpos y un entresuelo. En cada planta se abren vanos adintelados y dispuestos en eje. La zona central del primer cuerpo se realiza con tres puertas de acceso enmarcadas por anchas molduras y, sobre los dinteles, arcos de medio punto cubiertos de reja. En los pisos segundo y tercero, los vanos se abren sobre el paramento rehundido y están flanqueados por amplias molduras lisas. La zona central del segundo cuerpo presenta un balcón corrido con antepecho de balaustres.
     El proyecto se debe a Don Torcuato Cayón, pero dado que al morir en 1788 tan solo se había levantado el primer cuerpo, fue su yerno Ventura Rodríguez quien terminó, revisándolo y corrigiéndolo. No obstante la dirección de la obra corrió a cargo de Don Pedro Ángel Albiza y más tarde Don Torcuato Benjumeda, no terminándose el edificio hasta finales del siglo XIX.
     A principios del siglo XIX se dieron cita aquí los diputados el día en que se iniciaron las sesiones de Cortes, y en su salón se ensayó el juramento que posteriormente se haría en la Iglesia Mayor (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).

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