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lunes, 20 de noviembre de 2023

Los principales monumentos (Iglesia de Santa María Magdalena; y Molino de Siret) de la localidad de Puerto Serrano, en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santa María Magdalena; y Molino de Siret) de la localidad de Puerto Serrano, en la provincia de Cádiz.
     Se remontan los orígenes de Puerto Serrano a tiempos romanos, identificándose con un asentamiento llamado Marciano, aunque del bronce antiguo son los enterramientos rupestres de la Fuente de Ramos. Durante el periodo de dominación musulmana pasa a estar poblado el castillo de Gailir, que formaba parte del sistema defensivo de la frontera con los reinos cristianos y pertenecía a la kora de Morón.
     Una vez en manos cristianas los templarios construyeron en el lugar la ermita conocida como «de la Gloria», más tarde abandonada al igual que la población. Con el nombre que hoy ostenta fue fundada en 1615 por labradores de Morón que obtuvieron para ello permiso de su municipio. Fue entonces planificada y construida «de una vez, con sus calles, casas, plazas e iglesia», junto al río Guadalete. Fruto de este origen es la existencia de una clara estructura urbana, con manzanas regulares y calles orientadas N-S cortadas por otras que se extienden de E-O. Se mantuvo dependiente de Morón hasta su emancipación en 1835.
     Se mantienen en pie la crujía de fachada y un patio del antiguo convento carmelita dieciochesco, reconvertido en 1856 en almazara con el nombre de molino de Siré. Su torre de contrapeso rematada con un gusto muy clasicista forma pareja con la cercana de la iglesia parroquial (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     Puerto Serrano, población de orígenes muy antiguos, aunque en su localización actual fue fundada en 1615, de ahí el trazado ortogonal del caserío, con calles de gran sabor serrano, como la de Magdalena, conocida por los lugareños como calle Abajo, en la que se encuentra la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, patrona del pueblo. Este templo fue construido a mitad del siglo XVII, sufriendo una profunda remodelación y ampliación entre 1793 y 1798. Dobles columnas de jaspe sostienen los arcos de medio punto que separan sus naves, destacando en el conjunto las tallas del retablo mayor, el conjunto de lienzos que se distribuyen por los muros y la pila bautismal, también de jaspe.
     Junto a la parroquia se encuentra el molino de Siré, antiguo convento carmelita del siglo XVII reconvertido en alma­zara en 1856 (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).  

Iglesia de Santa María Magdalena
     Construida en la primera mitad del siglo XVII para atender las necesidades espirituales de los primeros pobladores, era de una edificación de poca envergadura, con una sola nave. Estuvo al cuidado de la orden carmelita, propietaria del convento anejo. La bonanza económica durante el siglo XVIII, con el consiguiente aumento de población, propició que fuera modificada. Hubo una primera fase que concluye en 1748, a cargo del maestro mayor de la diócesis Francisco Muñoz, con la sustitución del primitivo templo por otro de similares dimensiones. El alarife local, Diego de Luna, se encargó de las obras, incluyendo dos nuevas capillas, las del Bautismo y la paralela de San Antonio. Una segunda intervención más ambiciosa pretendía acrecentar el espacio de ocupación con el aumento de dos naves. El responsable fue el maestro mayor del arzobispado, Fernando Rosales, materializándose el proyecto de obras entre 1793 y 1798. A este momento corresponde el sistema de arquería con columnas de jaspes, las capillas sacramental y bautismal, así como el coro alto. La solución dada por el arquitecto, de sustituir el muro de carga por columnas pareadas, reproduce la tradición manierista sevillana representada por la iglesia de San Benito de Calatrava. En su con­figuración exterior prima la incidencia de esta última intervención, sobre todo en la sencilla puerta de los pies. La torre podría corresponder también a este momento, por encajar en la  ampliación, sin embargo, por su composición cuadra más con la arquitectura que ya se hacía a mediados del siglo XVIII, la estructuración en un cuerpo de campanas, con un elegante orden toscano en las pilastras que flanquean los huecos, enriqueciéndose con el avitolado de los ángulos, una alternativa muy propia del arte de Rosales. Se remata en azotea, sobre la que apoya un cha­pitel poligonal de exigua superficie.
     El retablo mayor es obra de mediados del siglo XVIII, construido posiblemente tras la primera reforma, y que ocupa el testero de la primitiva edificación en toda su anchura. Está compuesto por un banco, un único cuerpo de tres calles y un gran ático. La articulación corre a cargo de grandes y toscos estípites, con una calle central proyectada al gusto de la retablística sevillana del primer tercio del XVIII. La hornacina principal acoge la imagen de Santa María Magdalena, talla de 1950 que reproduce la primitiva efigie desaparecida, según los vecinos, en Sevilla cuando iba a ser restaurada. Sendas tallas de San Andrés y San Juan, junto con el Crucificado del ático, todos ellos de adscripción sevillana, completan el programa iconográfico del altar. Los Apóstoles parecen realizados por las mismas fechas por un maestro del círculo de Pedro Roldán, teniendo especial calidad el primero de ellos, en cuya ejecución se advierten las formas de la mejor tra­dición barroca sevillana.
     En los muros del presbiterio cuelgan dos cua­dros que pertenecen a la serie de la vida de la Virgen que se reparte por el resto de la iglesia. Es un conjunto de gran calidad, obra probable del sevillano Andrés Pérez y fechable en la pri­mera década del siglo XVIII. En el muro de la derecha se ha colgado el episodio de la Visitación y frontero el de la Presentación de la Virgen en el Templo. Ambos de acuerdo a similar plan creativo, con un gran despliegue arquitectónico, complicada tramoya teatral y detalles excelentes como los bouquets de flores que alcanzan un valor protagonista en las composiciones.
     El resto de los altares, levantados en las naves laterales, son posteriores a la reforma neoclásica, aunque en algún caso se conservan restos de la antigua iglesia. Es el caso del retablo asentado en el testero de la nave de la Epístola, de San José, que posee un rico banco rococó, decorado con motivos florales pintados y una nao inserta en una rocalla. La propia escultura titular es obra de mediados del XVIII, de escuela sevilla­na, aunque el marco arquitectónico sigue la esté­tica clasicista, con dos columnas corintias sosteniendo un sencillo entablamento rematado por volutas. El altar contiguo de la Virgen de Fátima es de estípites, pero con tablazón de imitación de jaspes. Alberga las esculturas de San Domingo y San Francisco.
     En la capilla siguiente y sobre el arco de comu­nicación, exhibe un pequeño lienzo de Santa Lu­cía, con el estilo característico de Juan de Espi­nal, pintor sevillano que vivió en el siglo XVIII. La Epifanía situada en este lugar forma parte de la serie ya referida, manifiesta la calidad de ejecución de las demás piezas, aunque se encuentra muy afectada por las numerosas pérdidas de la capa pictórica. Se encuentra en mejores condiciones la Natividad, tan rubeniana como de ela­borada organización escenográfica, ambas son también obras indudables del sevillano Andrés Pérez. El retablo de la Virgen del Carmen es un sencillo marco de orden corintio de obra, tal vez realizado en estuco. La imagen es de candelero, con el Niño en brazos, y podría ser obra sevillana de principios del siglo XIX, estilísticamente encuadrable en la órbita de Astorga.
     La capilla bautismal, que aparece como espacio autónomo, posee una pila de jaspe rojo de 1692, y en el contiguo sotocoro se aprecia un fragmento del mural que representaba a San Cristóbal, pero del que apenas se ven los pies y el listón inferior del marco rococó. El resto de la pintura se ha perdido por la colocación del forjado del coro. Enfrente se aprecia una pequeña pintura con formato ovalado, con la Inmaculada y dos religiosas concepcionistas a los pies, en actitud orante, y el recordatorio de la fecha del 8 de diciembre de 1866.
     En el primer tramo de la nave del Evangelio hay un cuadro de Ánimas de principios del siglo XIX y, en este mismo lateral, un lienzo de la Trinidad con una filacteria en donde aparece un pasaje del Sanctus de la Misa. Está firmado por el sevillano José de Huelva, a fines del siglo XVIII. En la cabecera de la nave se encuentra la Capilla Sacramental, con un retablo moderno en cuyo banco hay un elaborado sagrario de plata, carey y marfil, de estética neobarroca, decorada con temas eucarísticos repujados y una bella ima­gen del Bautista. La Inmaculada que preside el conjunto es de fines del siglo XVIII, aunque con una policromía moderna. Sobre el muro izquierdo otros dos episodios de la citada serie sobre la Vida de la Virgen, esta vez los Desposorios y la Anunciación, destacando en esta última obra los detalles, como el conjunto de los ángeles sosteniendo un jarrón  de flores.
     Posee la parroquia algunas piezas de orfebrería interesantes, siendo de destacar un ostensorio de plata en su color, cordobés, con las marcas de ciudad, el león rampante, y las del platero y contraste, por dos veces CASTRO.
     Un cáliz barroco sin decoración alguna, también cordobés, con la marcas de ROMERO y MAS. Otro cáliz de plata sobredorada, del siglo XIX y sevillano, con los punzones del fiel FLORES y del platero, Miguel Palomino (M. PAL), aunque con decoración de imitación manierista (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
       La Iglesia es uno de los edificios más antiguos del núcleo urbano pues su antigüedad se remonta a la fundación de éste en 1615; sufre modificaciones en 1748 y 1798. Es de estilo Barroco tardío.
     El molino de Siret data de finales del siglo XVIII. Es un molino de aceite que fue restaurado en 1856. También fue antiguo convento del Carmen Calzado. Además de su innegable interés histórico-artístico y etnológico, se inventaría como unidad de interés arqueológico pues algunas noticias orales hacen referencia a la aparición de restos árabes al realizar algunas obras en la zona. Por otra parte, la bibliografía indica que la Iglesia se construyó sobre una antigua mezquita.
      Es uno de los edificios más antiguos del núcleo urbano pues su antigüedad se remonta a la fundación de éste en 1615; sufre modificaciones en 1748 y 1798 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Molino de Siret
     El Molino de Siré conserva la estructura del primitivo convento de la Orden del Carmen Descalzo, aunque adaptada como almazara a la producción de aceite, dentro del tipo "molino de viga".
     Desde el punto de vista volumétrico el conjunto de edificaciones, organizadas en torno a dos patios alargados, aparece al exterior como una sencilla arquitectura de dos plantas de altura y cubiertas inclinadas de tejas en cuyo ángulo emerge la torre barroca de contrapeso del molino.
     El acceso está localizado en la fachada principal a través de una portada descentrada, en cuyo friso figura la inscripción "AÑO de 1856" que da paso a un zaguán. A su izquierda una sala cuadrada donde se ubicaba el empiedro (molino propiamente dicho) ó bien nave de trojes y, a continuación la nave de la prensa primitiva en cuya cabecera se halla la torre de contrapeso. Bajo ella una gran hornacina o "capilla" donde se fijaba la viga para contrarrestar los empujes de la operación de prensado. No se conserva la viga pero sí el armazón que permitía fijarla al contrapeso. Por lado derecho del zaguán se accede a la "bodega" o nave de almacenamiento y decantación del aceite con aproximadamente 31 tinajas enterradas.
     Tras el zaguán se encuentra el primer patio, de trazado irregular, en cuyo lateral izquierdo se sitúan las cuadras. En el frente el pozo y el aljibe y otras dependencias que hacen las funciones de vivienda. Frente a la escalera de subida a la planta superior se halla el cuarto de calderas para mover la moderna maquinaria del molino con la que se actualizaron las instalaciones en el siglo XX.
     En la línea con el zaguán de entrada y atravesando el patio se sitúa otro zaguán en cuyo lado derecho se abre otra nave correspondiendo a una segunda zona del molino donde se sitúan las piedras y maquinaria del molino más reciente, hoy en desuso.
     Las cubiertas son en su mayoría bóvedas de arista, destacando la armadura de pares y nudillos con tirantes de madera situada en la nave del molino primitivo.
     Por su parte, la torre de contrapeso posee planta cuadrada y está compuesta de tres cuerpos coronados por chapitel decorado con azulejería en rombos blancos y azules en su mitad superior. Se remata con veleta y cruz.
     El inmueble incluye toda la maquinaria correspondiente al molino moderno creado por el extremeño Siré.
     El molino de Siret posee un innegable interés histórico-artístico y etnológico. Desde el punto de vista artístico resulta un edificio de notable interés por cuanto, pese a las diferentes intervenciones habidas a lo largo del tiempo, conserva su presencia estética. El elemento más notorio y claramente identificador es la torre de contrapeso, maciza en su construcción y bajo fórmulas barrocas dieciochescas, que haciendo frente a la frontera de la iglesia de la Magdalena, se convierte en un hito o referencia visual para Puerto Serrano.
     Su gran valor etnológico se basa, no sólo en ser un testimonio material completo de a tecnología aplicada a la transformación de la aceituna a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, sino también en que gracias a la pervivencia de su composición y distribución espacial como almazara y a la existencia de la torre de contrapeso propia del molino de viga anterior, se puede rastrear el tipo de cambios y las directrices seguidas en los mismos con respecto a los métodos de producción del aceite, tan característicos de nuestra tradición agrícola.
     Son muy escasas las referencias históricas sobre este inmueble. Parece que su fundación estuvo relacionada con la del propio Puerto Serrano en 1615, momento en que se realizaran la primitiva Iglesia de la Magdalena y un convento de carmelitas descalzos que correspondería con este edificio. Probablemente en su devenir histórico el convento transformara alguna de sus partes para convertirse en molino de aceite. Esto debió ocurrir durante el siglo XVIII, vinculándose a partir de ese momento a la importante producción oléica de la zona.
     Tras sufrir el proceso desamortizador del siglo XIX, el convento pasó a manos privadas. Siré fue un comerciante extremeño que reformó definitivamente las estructuras conventuales adaptándolas por completo a la producción de aceite. Este proceso se dio en torno al año 1856, fecha que figura en la portada. Esta intervención creó una nueva zona de molino a la que tuvo que elevar el suelo para colocar las tinajas y en la que colocó una prensa, inicialmente de vapor, levantando unos soportales para resguardo de sus trojes (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

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