Por amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Jerónimo Hernández, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 27 de julio es el aniversario del fallecimiento (27 de julio de 1586) del imaginero Jerónimo Hernández, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Jerónimo Hernández, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La calle Jerónimo Hernández es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de la Encarnación-Regina, del Distrito Casco Antiguo; y va de la confluencia de la calle Misericordia con la plaza del Pozo Santo, a la calle Santa Ángela de la Cruz.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
Debe su nombre al escultor abulense del s. XVI afincado en Sevilla y que tuvo su taller al comienzo de la calle, próximo al Pozo Santo. El espacio actual está dividido en dos tramos bien diferenciados. El primero, del Pozo Santo a Regina, se llamó con anterioridad calle del Moro, y así figura al menos en el plano de Olavide (1771), y del Moro Muerto, según un padrón de 1742. Se desconoce el motivo preciso de este topónimo, aunque hay una explicación legendaria sobre amores de un joven converso.
El segundo tramo, entre Regina y Santa Ángela de la Cruz, es de creación decimonónica; fue abierto en 1879, como resultado de un plan municipal para unir la actual Santa Ángela de la Cruz con Regina y con toda la zona comercial propiciada por la apertura del mercado de la Encarnación y por el tradicional mercado del Jueves. Así figura en el expediente del proyecto en 1862: "El señor alcalde inició el proyecto de abrir una calle frente a la del Moro, que conduzca desde las callejuelas de Regina a la de los Alcázares, para facilitar el tránsito público y hacer menos incómodo el rodeo a que obligaban las dilatadas manzanas de aquel sitio, no creyendo muy onerosa su ejecución por ser de fábrica antigua los predios que requiere aquella obra, hallarse destinada a cultivo la mayor parte del área precisa para la nueva vía, corresponder a un solo vecino casi todas estas propiedades..." (Sec. 10, 23-V-1862). Aunque la nueva vía se abre en la fecha indicada, el proyecto de apertura se viene debatiendo desde los años 60, y hasta 1899 no se rotula con el nombre de Jerónimo Hernández, que se hace extensivo a la antigua calle del Moro.
La diferente historia de los dos tramos de la calle actual se manifiesta claramente en su configuración: ancho y rectilíneo el segundo y más estrecho el primero, con un leve retranqueo a la altura de la casa núm. 9. Toda la calle está asfaltada, a excepción del cruce con Regina, que es de adoquines. Las aceras, de losetas, son muy estrechas en el primer tramo. Las primeras referencias históricas de adoquinado se remontan a fines del XIX, si bien a principios del XX se aprueban varios proyectos municipales de readoquinado y acerado de cemento. Hoy la calle cumple una función básicamente residencial, aunque la zona próxima a Regina participa del ambiente comercial del mercado del Jueves. Su caserío, rico en viviendas tradicionales muy deterioradas, especialmente en el primer tramo, y de casas de escalera en el segundo, ha sufrido en los últimos años importantes transformaciones, entre ellas la desaparición de la casa de la familia Miura, próxima al Pozo Santo, sustituida, como otras, por viviendas modernas de tres plantas. La casas núms. 18 y 20 poseen singular interés, pues tienen las primeras fachadas de estilo modernista que se construyeron en Sevilla, obra del arquitecto José Gómez Otero, en 1904. Aunque una de ellas desapareció, las dos que permanecen en pie muestran puertas, rejas y adornos arquitectónicos de gran valor. También hay que destacar los núms. 24 y 28 que, contra lo que sus fachadas sugieren (de ladrillo rojo y balcones), ofrecen en su interior una estructura de corral de vecinos sevillano, con patio rectangular alargado adornado con plantas y galería de viviendas.
La casa núm. 19 está destinada a local cinematográfico (actualmente lo ocupa un supermercado), ubicado en el mismo lugar en que hasta hace unos años existió un bello cine de verano llamado, como el actual, Regina. Como muestra de la actividad recreativa que siempre ha caracterizado a la calle, hay que registrar la existencia, a mediados del s. XIX, de un circo gallístico al que, según recoge Gómez Zarzuela, "se entra por una módica retribución y las riñas se verifican los días festivos" (Guía de Sevilla) [Rogelio Reyes Cano, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Biografía de Jerónimo Hernández, a quien está dedicada esta vía;
Jerónimo Hernández de Estrada, (Ávila, c. 1540 – Sevilla, 27 de julio de 1586). Escultor.
Nace en Ávila en torno a 1540, probablemente en la calle de la Albardería (hoy San Segundo). Hasta los trece años vivió con sus padres, Juan Hernández y Catalina de Estrada, vinculados al gremio de la carpintería.
En 1533 se incorporó, como aprendiz, al taller de Juan Bautista Vázquez el Viejo. Cuando contaba con unos veinte años, se trasladó a Sevilla, juntamente con su tutor y maestro.
El profesor J. M. Palomero Páramo, refiriéndose a la fecha en que comenzó su vida en Sevilla, escribe: “El inicio de la estancia ininterrumpida en Ávila de Juan Bautista Vázquez el Viejo y Jerónimo Hernández arranca de los meses centrales de 1560, tras asistir Jerónimo Hernández el 30 de marzo en Ávila a la partición de bienes de sus padres y cobrar Vázquez el 20 de abril del Cabildo de Toledo, el finiquito de las pinturas que hizo para la puerta del Perdón, de la Catedral Primada, con motivo de la entrada de Felipe II en la Ciudad Imperial” (Gerónimo Hernández, pág. 21).
A finales de marzo o principios de abril de 1568, contrajo matrimonio con Luisa Ordóñez, hija del arquitecto Hernán Ruiz II. Tuvieron dos hijos, Jerónima de Estrada y Hernando Ordóñez, quien profesó en el monasterio trinitario de Santa Justa y Rufina, de Sevilla. Jerónima se casó con Francisco Arias Orduña en 1590. La familia vivió en la capital andaluza, la mayor parte del tiempo en el barrio de San Juan de la Palma. En Sevilla murió, posiblemente en la madrugada del 27 de julio de 1586, a los cuarenta y seis años de edad.
“Cabe fijar —escribe Palomero Páramo— la formación escultórica de Gerónimo Hernández en el círculo berruguetesco de Juan Bautista Vázquez el Viejo [...] y la arquitectónica en el taller de su suegro Hernán Ruiz II, viéndose completada esta última con la lectura de los tratadistas italianos del Manierismo, en cuyo obrador poseyó ‘sesenta libros grandes e pequeños de toscano y latín’, y el contacto personal que mantuvo con Pedro Díaz de Palacios, Maestro Mayor del Arzobispado y de la Catedral, que en 1581 introducía la tipología del retablo romanista en la región cancelando el recetario plateresco [...] La influencia que en la composición de sus retablos ejercieron determinadas fórmulas de Serlio y Palladio revelan la consulta que hizo de estos códigos arquitectónicos y la existencia de los mismos en su taller [...] A través de su obra, el relieve de San Jerónimo Penitente, de 1566, se revelan ya dos características esenciales que se hacen permanentes en toda su producción: una formación castellana de raíz berruguetesca de su maestro J. B. Vázquez el Viejo, y unas condiciones singulares para el modelado y el dibujo” (págs. 39-40). En 1573 se sometió a las pruebas requeridas y obtuvo el título de “Maestro en el arte de escultor, entallador de romano y arquitecto”.
Aprendieron con él, además de Bartolomé Gaspar Adán, Diego de Robles, Juan Martín Nieto, Pedro Gómez, Crisóstomo Mena, Juan Manuel. El maestro manifestó en su testamento que tenía en su taller cuatro aprendices. Uno de los citados, Diego Robles, que pasó a Ecuador donde trabajó y dejó obras, como la Virgen con el niño (santuario de Quinche), datada en 1586, prolongó en América el estilo de Jerónimo Hernández.
Entre sus discípulos se encuentran Gaspar Núñez Delgado y Juan Bautista el Joven, hijo de su maestro y tutor. Asimismo recibieron enseñanzas suyas Andrés de Ocampo, Juan de Oviedo el Joven, Juan Martínez Montañés y Diego López Bueno, “como se advierte en sus obras y revela el romanismo escultórico de las mismas”.
Mantuvo relaciones con otros muchos artistas, además de los citados, como el entallador Juan de Oviedo el Viejo, natural de Ávila, los escultores Diego de Velasco y Juan Bautista Vázquez el Joven, el pintor portugués Vasco Pereyra, que policromó casi todas las obras de J. Hernández, el platero Francisco Alfaro, etc.
El profesor Palomero Páramo ofrece un catálogo documentado de las obras de Jerónimo Hernández.
Clasifica las mismas en tres apartados: arquitectura; retablos, sagrarios y sillería; relieves e imágenes independientes.
Son concretamente seis las obras que recoge en el apartado imaginería procesional, entre ellas el Cristo recibiendo el cáliz del ángel (Sevilla, capilla de Montesión, 1578), es uno de los mejores pasos de cuantos procesionan en Sevilla, y el Niño de Jesús (Sevilla, parroquia de Santa María Magdalena, 1581- 1582), imagen titular de la cofradía Dulce Nombre de Jesús, que se considera la contribución más importante de J. Hernández a la iconografía hispalense.
Jerónimo Hernández, orientó la escuela sevillana de escultura por los cauces de la expresión que madurarían con Martínez Montañés, como lo demuestran sus creaciones iconográficas, la introducción de la tipología posbramentesca en la arquitectura de madera y la incorporación de una tendencia clásica, heroica y monumental en la imaginería, completamente ajena a la corriente estática y goticista que caracterizó a la generación del primer manierismo (Francisco López Hernández, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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La calle Jerónimo Hernández, al detalle:
Edificio de la calle Jerónimo Hernández, 18
Edificio de la calle Jerónimo Hernández, 19
Edificio de la calle Jerónimo Hernández, 20
Edificio de la calle Jerónimo Hernández, 24
Edificio de la calle Jerónimo Hernández, 28
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