Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Carambolo, en Camas (Sevilla).
El cerro de El Carambolo se encuentra en la margen derecha del tramo inferior de la vega baja del Guadalquivir sobre la plataforma del Aljarafe. Ocupa la elevación más próxima a la ciudad de Sevilla de las que forman el borde ribereño del Aljarafe, aunque separada de dicha meseta al norte por la pequeña vaguada del arroyo del Pantano, del Repudio o de Guía, que procede de Castilleja de la Cuesta, mientras que al este y al sur cae sobre el Valle del Guadalquivir. Limita al este con la Carretera Nacional 630, al sur con la antigua carretera Sevilla-Huelva, actual A-472, y, al norte y al oeste, con el arroyo del Repudio.
El cerro del Carambolo ocupa una posición próxima al talud oriental del Aljarafe, que conecta esta gran plataforma terciaria con la llanura aluvial del Guadalquivir. Esta elevación no presenta una topografía completamente plana sino que son frecuentes las ondulaciones del terreno, en ocasiones condicionadas por el trazado de pequeños arroyos que cortan la cornisa aljarafeña. Así, el cerro y los sectores más elevados del terreno corresponden al flanco de contacto con el talud oriental del Aljarafe mientras que hacia el oeste la topografía desciende suavemente hasta enlazar con las laderas del arroyo del Repudio, que continúa rodeando al cerro por el norte hasta conectar con la llanura aluvial.
El poblamiento del cerro está íntimamente ligado a sus condiciones geográficas. Su naturaleza estratégica, como punto de control del río Guadalquivir, de otros enclaves arqueológicos y de las rutas terrestres inmediatas, es la razón de ser de este sitio arqueológico.
Desde su cima se domina visualmente la Vega del Guadalquivir y los asentamientos pre y protohistóricos de las proximidades: Valencina de la Concepción, Santiponce, Sevilla o San Juan de Aznalfarache,y otros ubicados a varios kilómetros: Carmona o Alcalá del Río.
Resulta evidente que la razón del establecimiento humano en Carambolo viene dada no tanto por las características propiamente físicas del enclave como por su emplazamiento, y por la relación que el cerro establece tanto con el territorio inmediato como con toda la franja territorial que se extiende entre Alcalá del Río y Coria del Río, así como con una porción importante del Aljarafe norte. Y del mismo modo que el yacimiento no se comprende sin considerar su entorno, el propio entorno adquiere todo su significado cuando se tienen en cuenta la pluralidad de enclaves arqueológicos que alberga.
La altitud del cerro donde se encuentra el yacimiento (84 metros) le permite ser divisado desde perspectivas muy amplias, lo que le confiere aún hoy una destacada preponderancia paisajística dado que, exceptuando las elevaciones del Aljarafe, el territorio circundante es la amplia llanura que conforma la vega del Guadalquivir. Por tanto su gran perceptibilidad facilitaría la apreciación correcta de los edificios que albergaba ¿monumentales en sí mismos- puesto que la propia fisonomía del cerro es monumental respecto al territorio inmediato.
En Carambolo la potencia visual es doble: reside tanto en la percepción que se tiene del Bien desde el exterior, como en la percepción del territorio desde el Bien. Es posible contemplar al yacimiento elevado sobre la cima de un cerro que, a su vez, domina el espacio que le rodea; y sólo desde el propio yacimiento se puede percibir la magnitud de ese espacio.
En cuanto a los diversos contextos arqueológicos que en el se aprecian, tras varias excavaciones y procesos de investigación, este sitio arqueológico se puede estructurar de la siguiente manera:
- Contextos y restos de la Edad del Cobre. Se localiza en el sector occidental del área delimitada ocupando una superficie de casi 10.000 metros cuadrados.
En esta fase se pueden agrupar tres grandes conjuntos:
a) Fosas. Se documentaron catorce; por sus características, de planta circular y con un diámetro de entre 0,65 metros y 1,50 metros, parecen corresponder a silos de almacenamiento.
b) Hogueras. Se localizaron en tres niveles y presentaban planta de tendencia circular u ovalada de entre 0,30 metros y 0,90 metros.
c) Enterramiento. Un enterramiento infantil ubicado en el extremo suroeste de la zona: se trataba de una fosa simple de planta ovalada, en cuyo interior estaba depositado el cuerpo de un individuo de unos cinco meses de vida.
- Contextos y restos del Bronce Tardío Final. Localizados puntualmente en el sector noroeste, aunque no se descarta su presencia en otras áreas del yacimiento, bajo las estructuras y niveles de época protohistórica.
Se han identificado varias fosas rellenas por detritos que podrían sugerir cierto carácter ritual. Se trata de un conjunto de fosas y rellenos ubicados en el noroeste del cerro. En una de las fosas, de planta circular de 2,50 metros de diámetro y de sección entre cónica y esférica, se encontraron restos cerámicos del Bronce Medio.
- Contextos y estructuras protohistóricas. Es el periodo de mayor expansión, en el que se ocupa prácticamente toda la corona del cerro. En el área delimitada se distinguen, atendiendo a su funcionalidad y a las características de su ocupación, dos sectores:
A.- Complejo A o Santuario. En la cima del cerro, en el área denominada Carambolo Alto en torno a la curva de nivel 82,00 metros. Incluye todas las construcciones correspondientes a la edificación monumental destinada a santuario, desde sus primeros momentos hasta su fase final, cuando quedó rodeado de un grueso muro que cerraba el recinto diferenciándolo completamente del resto de edificaciones a su alrededor. La extensión máxima documentada ha sido 4.061.1387 metros cuadrados.
B.- Edificaciones anejas. Construidas en torno al santuario, se desarrollan por las laderas del cerro, principalmente por la ladera oriental. En esta zona, que ocupa una superficie máxima documentada de 24.316 metros cuadrados, queda incluido "Carambolo Bajo". Es posible que todo este sector estuviera cercado por una muralla o talud de adobes al menos en su ámbito noreste. Así parece deducirse de la revisión de las fotografías de las primeras excavaciones y de la presencia de un fuerte desnivel entre las cotas 70,00 metros - 65,00 metros que, según el estudio geoarqueológico, no es de origen natural.
El Santuario es una construcción orientada hacia el este, en dirección a la salida del sol en el solsticio de verano, hacia donde se abren todos sus accesos. Los muros son de ladrillos de adobe, los mas antiguos sin cimentación y los posteriores con cimientos y zócalos de mampuestos, asentándose los alzados de las sucesivas reformas sobre pavimentos de fases previas. Destaca la regularidad de los aparejos y el cuidado de los acabados en suelos y paredes, con enfoscados blanquecinos revestidos con finas lechadas de color rojo. En las estancias abiertas, los pavimentos son de arena y gravilla rojiza, a veces con cantos rodados. Los espacios de tránsito, como vanos, escalones o zonas porticadas, están pavimentados con conchas marinas. Entre estos pavimentos uno de los mejor conservados es un espacio de tránsito de planta rectangular, transversal al eje mayor del edificio y que se extendía a lo largo de la fachada principal. Dicho espacio, de unos 4 metros de ancho y 38 metros de longitud, estaba pavimentado con conchas marinas perfectamente alineadas. La delicadeza del material empleado indica que se trata de una zona de acceso restringido y por tanto interior.
Las gradas de otras dos estancias están decoradas con motivos polícromos en damero rojo y negro, y en fajas alternas de color rojo y blanco. Destaca una grada decorada en una estancia que consiste en un ajedrezado en negro, rojo. La estancia tenía tres gradas en los tres laterales; en el sector central, en el lugar donde estaba el altar, las gradas poseían una decoración más compleja, hallándose la contrahuella decorada. En general tanto los materiales como las técnicas constructivas reflejan una aproximación a la edilicia del Próximo Oriente antiguo.
El santuario principal, que sufrió una compleja evolución, constaba de un núcleo de edificaciones precedidas por un espacio abierto o atrio rodeado por un deambulatorio que se abría al este y que, al menos hacia el sur-suroeste, donde tenía el único acceso, estuvo dotado de talud y foso defensivo en sus fases finales.
Sus estancias principales se desarrollaban longitudinalmente con acceso por el lado menor orienta. En la fase III el conjunto tuvo planta de «U» con las estancias dispuestas en torno a un gran patio central.
En las fases más recientes, II y I, se produce una compartimentación de los espacios. Se trata de una evolución particular que servirá de arquetipo para santuarios peninsulares posteriores. En el complejo se documentan instalaciones como bancos y gradas, altares o plataformas. Cabe destacar un altar circular localizado en una estancia de Carambolo V, o el altar en forma de piel de toro de Carambolo IV y III y los restos de otro altar.
Respecto al altar en forma del piel de piel de toro, hay que indicar que se erigió en la fase del "Carambolo III", correspondiente a la segunda reforma y ampliación del edificio, con un abanico cronológico que va del tránsito de los siglos VII a.d.n.e. a primera mitad del VI a.d.n.e.
Se construyó disponiendo una capa arcillosa de entre 2 y 4 cm sobre el altar previo existente y modelando en ella en negativo la forma de la piel de toro extendida, de un tamaño ligeramente superior al de los anteriores altares. Presentaba huellas de combustión en el centro y estaba completamente limpio de cenizas u otros restos.
Sobre el área excavada por el profesor Juan de Mata Carriazo y Arroquia, e incluso en aquellas próximas que no pudo excavar, se ha comprobado que se encontraban algunos de los múltiples depósitos que colmataban una gran fosa. En el estrato de base, se hallaron treinta fragmentos atípicos de cerámica a hecha a torno, datándose la fosa en torno a la primera mitad del siglo VII a.d.n.e. A unos 20 m de la anterior, se halló otra fosa similar con materiales del siglo VIII a.d.n.e. Estas fosas parecen tener una función de vertedero de utensilios y restos rituales. Asimismo, se han recuperado en la zona una serie notable de objetos singulares, como un exvoto de terracota en forma de embarcación con proa de prótomo de caballo y una pila de piedra, así como otras piezas muy significativas, fruto en este caso de hallazgos casuales, como el "Tesoro del Carambolo" o el exvoto dedicado a Astarté con inscripción fenicia, así como algunas cerámicas recuperadas por el profesor Juan de Mata Carriazo en el Carambolo Alto y en el Carambolo Bajo.
A mediados del siglo VI a.d.n.e. estas construcciones se destruyeron parcialmente, siendo reutilizadas para actividades relacionadas con el trabajo del metal hasta su completo abandono y amortización en momentos inmediatamente posteriores. Por lo que, según los restos excavados, el edificio debió perder toda significación cultual, dedicándose entonces a un uso artesanal como parece indicar la instalación de hornos.
Se han documentado hasta catorce hornos localizados en el lateral suroeste del cerro, aprovechando las estructuras anteriores. Los hornos eran de adobe y un conglomerante limo-arcilloso, de tendencia ovalada y sección semicircular, con un diámetro mínimo de 1 metro y un máximo documentado de 3 metros, con cámara abovedada mediante aproximación de hiladas y con las paredes interiores revestidas con una capa limo-arcillosa.
Estaban asociados a pequeñas zonas de combustión rehundidas y con huellas de haber sido sometidas a altas temperaturas. Su datación se efectuó a partir de la cerámica recuperada: cerámica gris de funcionalidad doméstica que se relaciona con un edificio ya desacralizado, por lo que se fecha la clausura del santuario a fines del siglo VII a.d.n.e. o inicios del siglo VI a.d.n.e.
- Este lugar no se vuelve a ocupar hasta que aquí se localiza un "Asentamiento Artillero" de principios del siglo XIX.
Localizado en la cima del cerro aprovechando las cotas más altas y superpuesto sobre el santuario. Ocupa una extensión documentada de unos 155 metros cuadrados, y un perímetro de 50 metros (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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