Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Cortijo "El Patronato", en Casariche (Sevilla).
La Hacienda el Patronato se encuentra muy cerca de Casariche, en dirección sureste y sobre el camino de Yesares, en un paraje regado por el arroyo Seco de suaves y continuas lomas, en una de cuyas alturas se asientan los edificios que centran la explotación. En este lugar el olivar alterna con tierra calma y algunas manchas de monte bajo. El indudable valor paisajístico del enclave ha sido resaltado por la propiedad de la finca, que, consciente de su belleza, ha puesto gran interés en el cuidado de ese entorno.
Su organización tipológica es muy compleja, como corresponde a la edificación de una gran explotación dedicada a lo largo del tiempo al olivar, la tierra calma y a la ganadería, y que por tanto ha debido adaptarse a distintos requerimientos funcionales. Tras cruzar la portada accedemos al patio principal, empedrado y de planta casi rectangular, en torno al que se disponen los elementos más significativos del conjunto. A la izquierda del acceso se sitúa el señorío, una construcción de tipo urbano cuyo volumen supera el plano de la portada y que abre al exterior un gran número de huecos desde los que se disfruta de magníficas vistas del paisaje. En esta zona destinada a los propietarios destaca un conjunto de patios de los cuales el más alejado, de origen muy antiguo, está sembrado de limoneros. Adentrándonos en el patio y siguiendo con la alineación que marca el señorío nos encontramos con el granero y tinao.
El tinao está constituido por un amplio espacio a nivel algo más bajo que el patio; se cubre con unas robustas bóvedas de arista sostenidas por una arquería de sólida ejecución. La solución constructiva nos recuerda al Granero o Cortijo del Marqués de Estepa, situado en el término de Gilena, o a los sótanos del mismo convento de Santa Clara. Sobre este espacio está el granero, al que se accede a través de una amplia rampa que arranca del patio. Sigue un segundo tinao cuyas enormes dimensiones permitía estabular a un gran número de cabezas de ganado; la anchura de la nave exige la construcción en dos crujías, estando la línea de carga central formada por pilares pareados que sostienen el caballete de la cubierta de madera. En el interior se conserva la distribución original con los pesebres en dos líneas paralelas y el habitáculo del pensador. Perpendicular a los tinaos y cerrando el conjunto por su extremo sur se sitúan las cuadras para mulos con su correspondiente pajar y corral.
En el centro del patio destaca la capilla, un edificio de pequeñas dimensiones pero que sigue de manera simplificada el tipo de iglesia conventual de cajón. Se desarrolla en tres tramos, dos de los cuales corresponden a la bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos con falsos huecos; en la cabecera se eleva una cúpula de gallones y piña. El paralelismo tipológico con la gran arquitectura conventual se acentúa con los elementos decorativos manieristas.
En una nave paralela a los tinaos, pero en el lado occidental del patio y próxima a la capilla, se sitúa la gañanía, un conjunto complejo de dependencias destinadas a los temporeros compuesto por habitaciones colectivas dotadas de chimenea, que se complementan con otros ámbitos cuyo programa responde al de vivienda unifamiliar para el personal permanente y sus familias. Al borde de todo este conjunto se sitúa el aprisco para las ovejas, una zahúrda exenta y junto a ella una interesante torre palomar que se conserva en buen estado.
Cerrando el perímetro del patio y en el lado de acceso está la almazara. Dos amplias naves de doble crujía longitudinal albergan el molino de rulos, la prensa hidráulica y la amplia bodega, todo ello en perfecto estado de conservación.
Una serie de construcciones situadas cerca de la portada pero en el exterior completan el conjunto. Se trata de naves de uso polivalente entre las que destaca la vieja herrería. Al otro lado del conjunto hay un gran cercado que bordea una parcela de tierra cultivada, la primitiva huerta. En el tramo más alejado de la edificación destaca un montículo artificial con acceso en espiral que conserva los restos de la antigua noria.
Este extraordinario exponente de la arquitectura agrícola de la Campiña sevillana fue originariamente propiedad del convento de Santa Clara de Estepa, que probablemente lo había recibido de doña Catalina de Bailén, hija natural del conde de Bailén y esclava del marqués de Armunia, que había instituido un patronato con diversos bienes que había logrado acumular. De la documentación conventual se ha extraído información sobre las propiedades del Patronato, entre otras un cortijo, molino y largar que podría corresponder con el que nos ocupa, compuesto de "una casa de cosina entera
corriente, y el cuerpo del largar, dos cuerpos de bodega, y el patio que le toca, con bajos la bodega que hase tres mil y quinientas arrobas. Un molino de aseyte con dos vigas corrientes, pertrechos y vegineros, cavalleriza y casa de guarda. Tinador, con su toril, pajar y cosina arrimada al tinador con todo el patio asta la esquina alta".
Tras la desamortización de Mendizábal pasó a manos de don Juan Delgado, junto con otras dos propiedades, las Albinas y los Polvillares, por las que pagó 1.800.001 reales. En 1839, cuando se produjo el cambio de propiedad, el Patronato tenía 650 aranzadas de olivar, mientras que las otras fincas, de tierra de calma, constaban de 101 y 42 fanegas de tierra de primera y segunda calidad, respectivamente. Estos datos han sido extraídos de documentos existentes en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla en los que podemos leer: "Una hacienda de olivar nombrada del Patronato término de Casariche compuesta de caserío, olivar... (con 647 aranzadas)..., vigas de aceite, pozos, casa de paja¿ Convento de Religiosos de Santa Clara de la Villa de Estepa por 1.201.000 reales de vellon... a Don Juan Delgado de esta vecindad". De la envergadura de la explotación da cuenta que todavía a mediados del XIX poseía dos molinos aceiteros, cuya producción debió de ser muy alta. Ello unido al hecho de que también se dedicó al aprovechamiento de una extensa huerta, que daba abundantes frutos, habida cuenta la riqueza acuífera del subsuelo de la finca (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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