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martes, 26 de septiembre de 2023

Los principales monumentos (Castillo; Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción; Crucero renacentista; Plaza de Toros; Puente sobre la Rivera de Cala; Cilla eclesiástica; Hospital para pobres y Matadero municipal; y Ermita de San Sebastián) de la localidad de Santa Olalla del Cala, en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Castillo; Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción; Crucero renacentista; Plaza de Toros; Puente sobre la Rivera de Cala; Cilla eclesiástica; Hospital para pobres y Matadero municipal; y Ermita de San Sebastián) de la localidad de Santa Olalla del Cala, en la provincia de Huelva.
Ubicación
     En el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, cerca de Extremadura, frontera con Sevilla por la ribera del río Cala, cercana a Sierra Morena.
Breve reseña histórica
     En la Edad de Hierro existió un poblado, ubicado en el mismo lugar dónde hoy en día se encuentra el castillo.
     Se tiene noticias de un asentamiento de población durante la época romana, quienes la denominaron con el vocablo Ponciana. Este término fue más tarde cambiado por ,por un compuesto formado por el nombre de su patrona, Santa Eulalia de Mérida (Santa Olalla en gallego) y el afluente del Río Guadalquivir, el Río Cala.
     Según cuenta la tradición, Santa Eulalia nació aquí, siendo posteriormente trasladada a Mérida donde fue quemada viva.
     La historia de Santa Olalla comienza en el s. XIII, tras la conquista de Sevilla por el rey Fernando III el Santo en 1248. El primer documento histórico que refiere la existencia de Santa Olalla es un privilegio del rey Sancho IV, dado en Toro el 4 de noviembre de 1293.
     Santa Olalla fue vendida a finales del siglo XVII a D. Juan Ventura Tirado.
     Durante la invasión francesa fue Cuartel General de la Zona de Infantería, y en la actualidad aún se conservan algunas piezas de su batería. Hasta finales del s. XX perteneció al Arzobispado de Sevilla.
Patrimonio cultural y artístico
     Plaza de Toros, construida en 1911.
     Castillo de Santa Olalla, construido en el siglo XIII
     Iglesia de la Asunción, datada en el siglo X.
Fiestas y tradiciones
     Romería de Santa Eulalia, segundo domingo de mayo, quien, según la tradición, era natural de este pueblo.
     Feria de Agosto.
     Feria del Cerdo Ibérico y de la Caza, después de la Semana Santa.
     Fiesta de la Patrona, el 10 de diciembre.
Recursos económicos y sociales
     Agricultura y ganadería.
Gastronomía
     Productos derivados del cerdo ibérico, la sopa de mamones, el almorraque, el arroz con pena, las papas viudas, el gazpacho majao, y en repostería destacan los piñonates, las torrijas, las poleás los gañotes (Diputación Provincial de Huelva).
     La abundancia de minas en su entorno permite vincular el inicio de la presencia humana en su término municipal a la explotación y comercio de metales. En recientes excavaciones arqueológicas practicadas en el interior del recinto del castillo se han encontrado restos cerámicos datables en el siglo VII a.C., así como también el soporte de un vaso ritual, de bronce, interpretado como perteneciente al mundo tartésico. Su posición se consolida en época romana al constituirse la denominada Vía de la Plata. Recoge Rodrigo Caro a principios del siglo XVII la tradición oral de que en este sitio vivió Santa Eulalia, hoy vinculada con el nombre del pueblo. De época andalusí se han encontrado restos de un habitat fortificado, datable entre los siglos XI y XII d.C., en el llamado Cerro de Santa María. Contó la población en la Baja Edad Media con una importante comunidad judía. Su estratégica posición, en una de las más importantes vías de comunicación de Suroeste peninsular, la hizo protagonista de algunos hechos históricos singulares, como, por ejemplo, las escaramuzas entre grupos nacionales y las tropas francesas invasoras en 1810. Muy interesante es un crucero plateresco situado delante de la puerta de ingreso de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, formado por un pedestal cúbico sobre el que se alza una cruz abalaustrada de cantería (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Santa Olalla del Cala, pueblo próxi­mo al límite con Sevilla, que hasta comienzos del siglo XIX pertenecía a la provincia vecina. Situado en la ruta del jamón ibérico de Huelva, en pleno corazón de Sierra Morena, Olalla aparece rodeado de cumbres y encinas. Lo primero que llama la atención es su castillo, muy airoso y altivo, que auspicia el crecimiento de la población en la ladera este del cerro. Este bastión, construido en el siglo XIII, forma parte de las fortalezas erigidas en el medievo para proteger el reino de Sevilla de las incursiones portuguesas.
     Del castillo, levantado en 1296 por orden de Sancho IV sobre una fortaleza musulmana del siglo XII, sólo se conservan los muros exteriores y un gran patio de armas donde campea la soledad y el silencio. Sufrió gran deterioro en el siglo XIX, cuando fue utilizado como cementerio y se abrieron nichos en los muros, pero una reciente restauración le ha devuelto su solidez y apariencia escenográfica. Mide aproximadamente 132 m de longitud y 45 de anchura y luce diez torres, de las que cuatro son semicirculares y el resto cuadradas. En una de sus puertas conserva un arco de herradura.
     A los pies del bastión se levanta la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, construida entre los siglos XIV y XV posiblemente sobre los restos de un oratorio islámico. A mediados del XVIII se añadieron las capillas laterales y también la espadaña. Presenta una portada meridional con arco de herradura apuntado. En su interior destaca un capitel tardorromano, las imágenes de la Virgen de la Soledad (del círculo de Juan de Mesa, siglo XVIII) y de la Virgen de la Antigua (siglo XVI) así como un tabernáculo de madera dorada realizado a finales del siglo XVI por el escultor sevillano Bartolomé Muñoz.
     Junto a la iglesia, al final del caserío, abre sus brazos en cruz un armónico crucero del siglo XVI. Paseando por las calles, se descubren portadas nobiliarias que refulgen entre las paredes encaladas. Tiendas de embutidos ibéricos y secaderos de jamón salpican los bordes de la carretera (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guíarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012).
     La carretera nacional 630, Sevilla-Gijón, atraviesa esta villa serrana cuyos amables muros se levantan en una amplia penillanura regada por el río Cala.
Historia y visita
     Durante la dominación romana, época de la que procede, la villa se llamó Ponciana, constituyendo un enclave de cierta importancia en la vía que llevaba de Itálica a Emé­rita Augusta, hoy Mérida. Se cree que aquí nació Santa Eulalia, de cuyo nombre procede el actual de la villa, que fue quemada viva por los romanos en Mérida, en el siglo III de nuestra era. Desde tiempo inmemo­rial es la patrona de la ciudad, que contó en su época con una importante aljama judía. La N-630 divide a la población en dos mi­tades. A la derecha, conforme se viene de Sevilla, se encuentra la zona más moderna, en ella se levanta la plaza de toros. A la izquierda aparece la ciudad antigua, de carac­terísticas populares, con edificios de una planta, artísticas ventanas y fachadas impecablemente encaladas.
     En esta parte, descollando en un moderado promontorio, se alza el castillo, que en la actualidad está siendo restaurado por los alumnos de la Escuela Taller y la Casa de Oficios Ponciana. Fue construido tras la conquista cristiana, alrededor de 1293, por privilegio de Sancho IV. Tiene unas dimensiones de 132 m de longitud por 45 m de anchura y cuenta con 10 torres, 6 rectan­gulares y 4 circulares. Durante el siglo XIX se usó como cementerio civil, por lo que en la actualidad sus muros aparecen hora­dados por los antiguos nichos y osarios.
     Junto al castillo se encuentra la iglesia de la Asunción*, edificada sobre la que en el siglo IX o X era la sinagoga judía y posteriormente mezquita árabe. En ella sobresale la portada, mudéjar con arco de herradura apuntado; el sagrario, el pórtico y la torre. A la entrada del pueblo hay un monumento a la Marina Española, consistente en una enorme ancla que sor­prende al viajero. Este monumento recuerda la época de la invasión francesa durante la cual se constituyó en el pueblo el Cuartel General de la Zona de la Infantería de Marina.
Fiestas
     El segundo domingo de mayo tiene lugar la romería de Santa Eulalia, que congrega en el pueblo a más de 100.000 personas. Este día se traslada la imagen de Santa Eulalia a su ermita, situada a orillas del río Cala, a unos 4 km de la población. En la segunda quincena de agosto se celebra la feria (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

Castillo
     Es un importante recinto de planta irregular protegido por cuatro torres circulares y seis rectangulares, una de las cuales, en el extremo Noreste, alberga su entrada en recodo, formada al exterior por un arco apuntado, de sillería. Las torres, macizas hasta la altura del adarve, presentan, en su tercio superior, cámaras abovedadas y, algunas de ellas, coronamiento de merlones piramidales y encintados de ladrillos. Excavaciones arqueológicas practicadas en el interior de su recinto indican la continuidad de ocupación del cerro donde se sitúa el pueblo desde la Edad del Bronce hasta nuestros días. No obstante, el actual castillo data de época almohade y fue reedificado en 1293, durante el reinando de Sancho IV (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Con planta alargada e irregular orientada en sentido N-S y una superficie total amurallada de 4.610 m2, el castillo de Santa Olalla del Cala se asienta sobre el «Cerro del Castillo» en cuya falda existen vestigios de una necrópolis del Bronce.
     Consta de 10 lienzos y 10 torres, cuatro cúbicas semicirculares y seis de planta poligonal. De estas últimas, tres disponen de cubierta abovedada. El patio de armas dispone de un desnivel superior a 16 metros, descendente de norte a sur.
     Su construcción es de muros mixtos con mampostería careada de piedra riolítica del lugar y núcleo de argamasa de abundante cal, ripios y piedra menuda. Los adarves tienen anchura variable entre 1,92 y 2,40 m, conservando parte del parapeto defensivo exterior -con almenado rematado en piramidón- e interior en la zona de la poterna. Algunas torres presentan sillares graníticos en las esquinas, a veces formado una cremallera.
     En la arquitectura mudéjar del castillo de Santa Olalla están presentes rasgos característicos de una raigambre anterior almohade. Sin embargo, como consecuencia del amplio periodo de edificación de sus murallas entre los siglos XIII y XV, otros elementos podrían encuadrarse en el periodo ojival o gótico, como los arcos seudo- apuntados de dovelas graníticas de las entradas. Algunas de las características más relevantes del vasto arraigo cultural son:
    - Fortificación roquera adaptada a la orografía del lugar resultando una geometría poligonal irregular, apoyada directamente sobre la roca.
    - Colocación de torres cuadrangulares en los ángulos, macizas y salientes de la cortina defensiva, con plataforma almenada simple o con una dependencia abovedada de entrada angosta, sirviendo de paso entre adarves en el caso de dos torres. Por regla general, en estas torres se utilizan basamentos de nivelación, plataformas que amplían la base de asiento sobre la roca madre.
    - Disposición de entrada principal en recodo, situada en la Torre Mayor, y entrada directa o Poterna situada en lugar escarpado y flanqueada por una torre para defender el acceso.
    - Sobriedad y simplicidad formal de las torres donde el gusto por la decoración es patente en la incorporación de impostas de ladrillo marcando niveles de suelo o arranques de bóvedas, en los revocos de cal con grafismos imitando sillares o las dovelas en los arcos, en almenados rematados en piramidones con listelos de ladrillo en saledizo o en el uso del alfiz en la fábrica rehundida de la poterna rematada en simple nacela o enmarcando el segundo arco de granito de la Torre Mayor. Sobre el arco de la entrada principal se puede observar un motivo decorativo a modo de hornacina, todo en ladrillo, con arco de herradura y alfiz.
    - El uso del ladrillo, igualmente más tardío, en los arcos apuntados de las puertas y las bóvedas de las torres o formando parte de las fábricas de éstas reforzando las esquinas. Las bóvedas son variopintas: de directriz arco apuntado, de cañón ligeramente peraltado y/o rebajado, formando esquifa y de crucería.
     Muy probablemente, a partir del s. XVI hasta mediados del s. XVIII, cuando se abandona la tenencia de las fortalezas por no haber causa que las justificara, la adecuación a las nuevas armas de fuego supuso en el castillo de Santa Olalla la eliminación de los remates almenados de los lienzos norte y oeste, así como el recrecido de suelo de varias torres.
     En su interior, las edificaciones castrenses desaparecieron con el uso funerario, si bien los muros localizados en las campañas arqueológicas se adosaban a la muralla en una crujía paralela a ésta encontrándose, en algún caso, una estrecha galería añadida. El acceso al paseo de ronda se realizaba a través de tres escaleras, dos de ellas adosadas a las murallas norte y sur y una tercera a mitad del lienzo Este, próxima a la Torre de Acceso, con un tramo perpendicular al lienzo.
     El castillo de Santa Olalla del Cala fue mandado construir por Sancho IV el Bravo en 1293, mediante albalá firmado en Toro el 4 de noviembre. Su construcción, coetánea a la del castillo de Cumbres Mayores, supuso la consolidación de una línea defensiva de frontera en las estribaciones occidentales de Sierra Morena, conocida como la Banda Gallega.
     Levantado en pleno periodo de revueltas sobre la llamada «cuestión del Algarve», el castillo se refuerza posteriormente en varias ocasiones: en 1386-87 a consecuencia de las invasiones territoriales de las Ordenes Militares por Extremadura y la histórica cuestión fronteriza hispano-lusa; y en 1466-67 ante la inestabilidad política del Reino de Sevilla y la guerra civil castellana de Enrique IV y el infante Alfonso y los constantes ataques de los golfines, malhechores de la Baja Edad Media que deambulaban por la sierra asaltando propiedades y castillos. En 1653 el castillo pasa a ser propiedad de D. Juan Ventura Tirado Leiva, señor del Castillo de las Guardas, quien compra a Felipe IV la villa de Santa Olalla y sus aldeas (El Real de la Jara y El Ronquillo) para convertirlas en señorío. Este será recuperado por el Concejo de Sevilla en 1794 al hijo de aquel mediante expropiación.
     Atravesada por la Vía de la Plata - histórica ruta de comunicación norte-sur y de trasiego de minerales, mercancías ganados- el sitio de Santa Olalla ha representado un hito milenario de asentamiento, de dominio y defensa del territorio, incluso durante la invasión francesa cuando en 1809 ocupa el castillo un Regimiento de la Infantería de Marina para defender esta vía de penetración a Andalucía.
     Las diversas campañas arqueológicas realizadas han documentado un periodo de ocupación del cerro donde se asienta el castillo desde el Paleolítico hasta el periodo Alto Imperial romano, de forma continua. Ocupado en la Edad del Bronce (1700-1100 a.C.) destacan también los materiales de la Edad del Hierro I y fundamentalmente del Hierro II que evidencian la existencia de un castro de la Beturia Céltica. Igualmente, están presentes otras culturas como la turdetana, romana, almohade y por supuesto, la cristiana desde el s. XIII. La disponibilidad de recursos hídricos y la fertilidad de la tierra, la presencia de minerales de hierro y cobre, una orografía dominante y la situación geográfica de Santa Olalla (uno de los pasos naturales de comunicación entre la Meseta y el Valle del Guadalquivir) han sido las claves para que el lugar represente hoy día un histórico enclave geoestratégico y un notable yacimiento arqueológico.
     Durante el siglo XIX y principios del XX, el castillo se convierte en Cementerio Municipal ante la falta de otro lugar donde trasladar el carnero de la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción situada a escasos metros. En 1917 se clausura el Camposanto y el castillo entra en un periodo de abandono y constante expoliación que generará su ruina hasta finales del pasado siglo XX.
     A finales del s. XX, el castillo de Santa Olalla del Cala se arruina definitivamente con el desplome de la Torre X y los paños contiguos de la muralla NE, a consecuencia de las fuertes lluvias y la caída de un rayo sobre dicha torre. Las transformaciones ejercidas en las murallas para el alojo de nichos funerarios en el s. XIX -a veces en sentido transversal a los núcleos-, las exhumaciones durante casi 40 años desde su clausura como Cementerio Municipal en 1917, la consecuente colmatación de tierras y escombros a pie de muro y los constantes expolios de materiales -sobre todo en los años de posguerra-, supusieron un estado lamentable de ruina y la preocupación de las Autoridades locales y vecinos por más pérdidas irreparables, a finales de la década de 1980.
     Por este motivo, entre 1989 y 2002, se llevarán a cabo varias fases de estudios previos arqueológicos y las primeras obras de consolidación y restauración, dirigidas por la arquitecto Dª Inmaculada Jiménez Aguilar, cuyo cometido sería el atajar la ruina en aquella (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
     Se trata de un complejo e interesante edificio, fruto de diversas etapas constructivas. De época romana se conservan en su interior dos fustes de columnas, uno de ellos en el umbral de la porta­da lateral y otro como soporte del coro, así como un capitel de hojas de acanto estilizadas, perteneciente al Bajo Imperio, elementos que atesti­guan la posible existencia de un edificio pagano anterior. La portada lateral de ingreso, consistente en un gran arco de herradura apuntado y trasdosado, tal vez pudiera sugerir la existencia de un oratorio islámico.
     El templo actual debe remontarse a la primera mitad del siglo XIV, en relación con la reconstrucción del cercano recinto fortificado. Su interior es de una sola nave, cubierta primitivamente con bóvedas de crucería, análogas a la de Cumbre Mayores.
     Las obras debieron continuar en el siglo XV y se le practicaron significativas reformas en el siglo XVIII, tras el Terremoto de Lisboa de 1755. Preside el presbiterio un retablo mayor de orden salomónico, de principios del siglo XVIII. En él recibe culto una imagen de la Virgen de la Antigua, del primer tercio del siglo XVI, vinculada con la producción del escultor Jorge Fernández Alemán, aunque remozada a mediados del siglo XVIII. Tras este retablo pueden observarse restos de pinturas murales con escenas de la vida de San José y la Virgen, datables en el siglo XV.
     En el muro izquierdo se localiza un lienzo con la Inmaculada Concepción de hacia 1700, copia de Murillo, y el retablo de Jesús Nazareno, datable en el segundo tercio del siglo XVIII y compartimentado por estípites. Su titular es una imagen de vestir ejecutada por el escultor Mi­guel Sánchez Cid en 1940 y también contiene un San Juan Evangelista y un arcángel, de la fecha del retablo.
     Enfrente, hay otro retablo, fechable en el segundo tercio del siglo XVIII, también com­partimentado por estípites. En su calle central aparece una imagen de San Pedro, fechable en torno a 1600, muy deteriorada, quizás resto de un retablo de Andrés de Ocampo, y, en las calles laterales, esculturas de San Juan Bautista y del Arcángel San Miguel, del siglo XVIII. En el segundo cuerpo, se dispone un altorrelieve de la Resurrección, de la época del retablo.
     También en este ámbito, encontramos un capitel de mármol de época tardoromana, sobre el que se levanta un vástago de hierro forjado de fines del siglo XVII, correspondiente a un pie de púlpito, cuya caja ha sido reutilizada en la actual baranda del presbiterio.
     Dos inscripciones de carácter funerario aparecen en el pilar derecho del arco toral: una correspondiente al epitafio de don Gonzalo Ramos Contreras, fechada en el siglo XVIII; y otra, escrita en caracteres góticos, con una memoria de misas de un canónigo de la Catedral de Toledo.
     En el lado izquierdo encontramos el retablo de Santa Marta, de orden salomónico, de fines del siglo XVII, con pinturas decorativas de fondo. En él, la imagen titular es la realizada en 1604 por el escultor sevillano Matías de la Cruz y está actualmente muy repolicromada.
     Otro retablo-marco de orden salomónico, fechable en torno a 1700, con un lienzo de Ánimas, moderno, firmado por R. Olmedo y una imagen de la Virgen del Carmen, de vestir, del siglo XVIII.
     En el sotocoro, se conserva un capitel de granito, del siglo XV y dos inscripciones incrustadas en sus muros: una del siglo XV con el texto alusivo a la sepultura de Pedro Jiménez y de su mujer y otra, en granito, ilegible.
     El retablo de la Virgen de la Soledad es de es­tilo neogótico y su titular es una imagen de ves­tir, de la primera mitad del siglo XVII, vinculada con el círculo de Juan de Mesa.
     Detrás de este retablo, existen restos de pinturas murales fechables a finales del siglo XVI o principios del XVII que imitan un retablo dedicado a San Lázaro.
     Junto a la puerta, una pila de agua bendita de mármol del siglo XVI y, en una hornacina una imagen de Santa Catalina, de la segunda mitad del siglo XVIII.
     Finalmente, en la capilla Sacramental destaca, como la pieza de mayor interés, un tabernáculo, de madera dorada, sobre la mesa de altar, cuya fachada principal adquiere la distribución propia de un retablo, formado por banco y un cuerpo de tres calles separadas por columnas toscanas de fuste estriado. El banco presenta decoración de roleos vegetales. Ya en el cuerpo, en la calle central se dispone la puerta del Sagrario, decorada con un relieve de la Anuncia­ción y a ambos lados, en las calles laterales, es­culturas de San Pedro y San Pablo y, sobre ellas, relieves de busto de los Santos Juanes. A modo de ático, presidiendo el conjunto, aparece una figura de Dios Padre. Este tabernáculo fue realizado entre 1598 y 1600 por el escultor sevillano Bartolomé Muñoz y policromado, poco tiempo después, por el pintor de imaginería Diego de Campos, actuando, como fiador en el contrato Andrés de Ocampo.
     Completa la decoración de esta capilla, un lienzo de la Santísima Trinidad, de principios del siglo XVIII, cuyo marco se compone con fragmentos tallados de un retablo del siglo XVIII y querubes de fines del siglo XVI.
     A la sacristía se accede por una puerta de ladrillo donde aparece una inscripción del siglo XVII, referida a la Inmaculada Concepción de María. En su interior un Niño Jesús, del siglo XIX, y un lienzo de San José con el Niño, de fines del siglo XVIII.
     Entre las piezas de orfebrería cabe destacar la cruz parroquial neoclásica del orfebre sevillano Enrique Palomino en 1864.
     Finalmente, en una dependencia trasera, se conservan restos de un interesante alicatado mudéjar polícromo del siglo XIV, que conforma estrellas de 16 puntas, enmarcadas en un friso superior de merlones escalonados (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, es una edificación de 35 metros de longitud por 20 metros de anchura, construida junto al castillo, fuera del recinto amurallado. En su planta se advierten dos etapas constructivas fundamentales, una primera, datable en el siglo XIV, probablemente en paralelo o poco después de la construcción del castillo, y como este, realizada mayoritariamente en mampostería de piedra del lugar tomada con mortero de cal. Se emplea también el ladrillo y sillería de granito en portadas y alguna de sus esquinas. A esta primera etapa pertenece la mayor parte de la edificación. La iglesia primitiva, de unas dimensiones de 35 x 16 metros, constó de una sola nave con dos portadas. La de los pies, Puerta del Perdón, ejecutada en granito, de estilo gótico. A su lado, se hallaba la torre primitiva, de la que hoy solo se conserva la base circular. La posición de esta torre es sintomática para algunos autores respecto a la distribución del poblamiento inicial de Santa Olalla en la ladera sur del cerro del castillo (Ros Carballar, 1999), habiendo evolucionado con el tiempo hacia su posición actual en la vertiente norte.
     Especialmente significativa y única en el panorama de las construcciones religiosas onubenses es la entrada por el lado de la epístola, ejecutada también en granito, pero conformando un arco de herradura, apuntado y trasdosado.
     Actualmente queda al interior, por las ampliaciones del s. XVIII.
     Sobre esta primera fase constructiva, se puede advertir la existencia de algunas reformas menores, consistente en la reducción del tamaño del hueco de las ventanas, tanto del lado del evangelio como del ábside, que ha tenido lugar en época contemporánea.
     A la segunda fase constructiva corresponde una serie de naves laterales añadidas al lado de la epístola en el siglo XVIII, así como la espadaña y torre actual, que terminaron por conferir a la edificación su aspecto actual.
     El interior del templo, en la fase más antigua, destaca por las bóvedas de crucerías con arcos apuntados que se apoyan en los muros de mampostería. En granito los arcos de la cabecera ochavada, presenta chapiteles decorados con motivos vegetales forales, y algún momento de su historia, estuvieron pintados de tono rojo vino (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Crucero renacentista
     Se trata de un crucero plateresco, formado por un pedestal cúbico, una columna con capitel, sobre el que se alza una cruz abalaustrada de cantería. Se asienta sobre una plataforma circular escalonada. Está íntegramente realizado en mármol blanco (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Plaza de Toros
     Si en tiempos era en torno a las inmediaciones del castillo y próximo a la ermita que está en su falda, donde se festejaban los días de romería con toros y corridas, posteriormente paso el castillo a ser el camposanto o cementerio y en el año 1911 se construye la plaza de toros en las proximidades de la carretera a Sevilla N-630 en lo que constituye la expansión natural de la población.
     Una Plaza circular, de unos 50 m. de diámetro exterior, esta encerrada en una cerca rectangular; entre ambas formas se disponen los servicios de la plaza. El circulo de graderío y coso esta trazado con unos contrafuertes semicirculares adosados en su perímetro y geométricamente dispuestos, con unos ejes que ordenan la puerta principal (sector del sol), a la que se le enfrenta el palco y puerta a la sombra; adyacente a esta ultima se disponen los chiqueros y corrales dispuestos mas o menos en continuidad con el caserío.
     La sección del graderío la forman unos 9 escalones, con bóvedas de rosca bajo el, con un corredor superior y un callejón con burladeros dando al ruedo. Dos mesetas principales se disponen una tras la puerta principal, otra como palco de presidencia. Los accesos son radio-concéntricos interrumpiendo el corredor. La plaza es de fábrica de piedra en mampostería, con bovedillas formadas con ladrillos y vigas metálicas; parcialmente está revocada y pintada a la cal.
     Se encuentra en buen estado de conservación, siendo propiedad de D. Gregorio Álvarez, que arrienda la plaza al Ayuntamiento. Las fiestas son del 20 al 24 de agosto usándose como teatro y cine de verano el resto del año (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Puente sobre la Rivera de Cala
     Este puente del Medievo o Baja Edad Media está situado en un tramo abandonado de la carretera junto a la actual variante de la nacional N-630, sobre la rivera de Cala y justo en el límite de las provincias de Badajoz y Huelva.
     Pascual Madoz lo cita en su "Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar" (1898).
     Es de perfil alomado, de seis vanos con bóvedas de medio punto de sillería y tajamares con sombreretes gallonados (tres escalones de sillares redondeados). Se aprecian signos medievales en algunos sillares.
     Se encuentra en un tramo abandonado de carretera y aunque esto parezca en principio beneficioso, no es así en el caso que nos ocupa, ya que ha conducido a abandonarlo, prescindiendo de su conservación. En efecto, el revoco y el enfoscado presentan muchos desconchones, la albardilla, -de sillería, está desprendida en parte, etc.
     Las actuaciones inmediatas tendentes a su conservación van desde la reparación de los desperfectos anteriormente citados a la limpieza de la vegetación que crece en su entorno. Aunque es perfectamente visible desde la citada carretera nacional, sería deseable su señalización. 
     El acceso es inmediato a través de la mencionada carretera (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Cilla eclesiástica
     El edificio se halla algo alejado de la iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción, a unos 204 metros en línea recta, se mantiene como cochera de propiedad particular.
     Se trata de un edificio de una sola planta, compuesto por tres crujías paralelas a la fachada principal. Salvo el muro de fachada, los paños interiores los componen sendas arquerías tripartitas de arcos estilizados y sobrios de medio punto, desprovistos de molduras y de elementos decorativos. Salvo la medianera de mampostería ordinaria del fondo de parcela, el resto se encuentra encalado, con lo que se supone que las arcadas están realizadas con fábrica de ladrillo en su integridad y que sobre cada arco se remata con fábrica de mampostería careada, embarrada y enlucida con cal.
     No dispone de puertas interiores ni mecanismo de cierre o compartimentación. Al fondo, dispone de un patio en tercera crujía, parcialmente cubierto. Las cubiertas son de madera de rollizos con tablazón y tejas curvas a dos aguas.
     La portada original dispone de dos ojos de buey dispuestos de forma simétrica a una portada hoy seccionada por la entrada ampliada y adintelada por viguetas de hormigón armado. La dimensión original de la puerta aún es visible pues se conserva el saliente que enmarcaba el vano y el portón de entrada.
     Se trata de un edificio de mediados del siglo XVIII, realizado probablemente por los mismos años que el Pósito municipal, pasando a formar parte del patrimonio comunal tras la desamortización de los Bienes de la Iglesia en 1836.
     En el inventario de bienes del patrimonio municipal de 1890 queda vinculado de forma directa pues se inscribe el inmueble de la Cilla como "destinado Panera del Pósito Municipal, constando de 180 metros cuadrados, estando ubicado en la Calle de Encima, nº 50".
     En la actualidad no es posible acceder al inmueble para comprobar las medidas pero según la certificación catastral, la superficie ocupada es de 127 metros cuadrados de los cuales están cubiertos 103 metros cuadrados (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Hospital para pobres y Matadero municipal
     El conjunto edificatorio municipal del matadero y del antiguo Hospital para ¿pobres y transeúntes¿, junto con las casas adosadas a dichos edificios, formaban parte de un ensanche urbanístico y poblacional promovido por la política real de repoblación y la construcción del castillo y de la Iglesia Parroquial. Su fundación data de mediados del siglo XIV.
     Con orientación 27º NE, el antiguo Hospital es conocido hoy día como el Hospital del Señor y se usa como almacén y cochera municipal. Dispone de una sola nave con cubierta reformada de chapa ondulada colocada sobre cerchas metálicas. Junto a esta nave, por la derecha, existe una casa de dos crujías paralelas a la calle Iglesia que también se usa como almacén, a pesar del lamentable estado de conservación de la cubierta. Parte de la vivienda se vendió hace poco y la segunda crujía sólo dispone de una habitación de pequeñas dimensiones. Por la izquierda, el Hospital colinda con el Matadero. En el solar adyacente, el matadero disponía de cobertizos para el ganado, pesebres y un patio de grandes dimensiones que hacía de corralón, siendo la superficie más vasta del complejo edificatorio.
     A nivel formal, estas edificaciones formaban parte del barrio judío existente en Santa Olalla a primeros del siglo XIV, una aljama situada extrarradio asentada en el fértil valle bañado por el Arroyolimón, a los pies de la defensa natural de la Sierra El Viso y el cerro donde se alza el Castillo. La estratégica situación, orientada hacia la vía de conexión entre Sevilla y Extremadura, rodeada de molinos harineros, bodegas y mesones por cuya proliferación era conocido como ¿barrio de los mesones¿, fueron clave para la prosperidad de una comunidad hebrea.
     Estructuralmente, los cuerpos de los edificios conservados se adosan y/ o apoyan entre sí, siendo evidente el uso comunitario de las 3 edificaciones estudiadas al presentar sendas arquerías y un espacio descubierto anexo de gran magnitud, donde es visible el uso del ladrillo en las cadenas de los machones, en las arquerías y los recercados de huecos de paso. Son fábricas características de la arquitectura mudéjar toledana, compuestas por cajones de mampostería careada entre bandas o cintas de ladrillo. El ladrillo utilizado en la primera fase constructiva es de 28/29x14x5 cm.
     El análisis arquitectónico efectuado en el inmueble constata el devenir histórico de la Sinagoga que mandó derribar el Arcediano de Écija en 1391. Es evidente que, cumplido el mandato en gran parte, pues afortunadamente no se consumó completamente, las fábricas de aquella sinagoga fueron envueltas y cegadas con fábricas de diversas facturas (mampostería incierta, fábrica de adobes, tapial, etc.). Con el paso del tiempo y fruto de los diversos usos comunitarios ejercidos, los muros presentan múltiples reparos, cegados de huecos y tratamientos materiales. El volumen más alto lo constituye la crujía utilizada como establo, por detrás del Hospital, a la que se accede solo por el patio. En la fachada se detectan los parcheos y el recrecido de tapial que se efectuaría en el siglo XV.
     La fachada principal se orienta hacia levante. Los inmuebles se van escalonando con el declive de la calle.
     Catastralmente, la propiedad se registra en el nº 14 de la calle Iglesia que correspondería a la casa situada a mayor altura topográfica. Sin embargo, al Hospital y al Matadero se acceden por sendas puertas de forma independiente y sin que haya conexión física entre espacios. Al Hospital, pieza central del complejo, se accede por un portón moderno de hoja metálica corredera. De una sola planta con cubierta de chapa ondulada a un agua, es usado como Almacén y cochera para vehículos municipales. Consta de nave diáfana de 70 m2 y nave trasera accesible sólo desde el patio anexo usada como establo durante mucho tiempo.
     Al edificio del matadero se accede por una puerta cuya altura se encuentra mermada por el incremento del acerado exterior, quedando el suelo interior hoy día muy por debajo. Bajo cubierta a un agua, evacuando en sentido SW, el matadero consta de dos crujías dispuestas de forma perpendicular a la calle de acceso. El espacio interior queda dividido por una arcada de dos arcos de ladrillo macizo de medio punto ligeramente rebajado.
     La pared trasera del almacén-hospital exhibe los restos de una arquería de dos vanos de 3.50 y 3.70 m de diámetro, una por cada lado de la pared. Esta disposición podría asumir la función de la derrocada sinagoga judía.
     Los machones semicirculares ubicados en el patio-corral, labrados con fábrica de mampostería y fajas de ladrillo de 2 y 3 roscas o hiladas, típicas del estilo toledano y de factura similar a la fábrica de la Iglesia Parroquial, pudieron reforzar la entrada a la aljama desde el flanco sur. Estos elementos son muy significativos por cuanto debieron formar parte del muro que a veces se levantaba como autodefensa de la propia comunidad judía, siendo el vestigio vivo de aquel gueto histórico.
     Tanto en la fachada del matadero, en el hueco de acceso, como la arquería ubicada en el muro que separa las naves del hospital, es evidente la monumentalidad y el influjo de la arquitectura del ladrillo del siglo XIV. Las catas realizadas han evidenciado que la fábrica aún contiene buena parte de dicho pasado y su conservación y puesta en valor, tras un estudio mucho más exhaustivo del conjunto, del suelo y del volumen emergente, conducirá a desvelar posibles trazas aún diluidas entre la maleza o bajo las solerías.
     El 20 de marzo de 1395 Enrique III ordena a los lugares de Cala y Santa Olalla envíen declaración ante el arzobispo de Toledo indicando ¿por qual razón derribastes e feciestes derribar las sinagogas que y avia e por cuio mandado ¿cuando ¿acaescio la muerte e el robo de los judíos de esos lugares¿. Esta documentación no aclara si el oratorio fue derribado de forma completa o parcial.
     El primer documento pone fecha a una de las mayores transformaciones de la edificación. A partir de 1391, se procederá a desvirtuar en lo posible aquella sinagoga, si bien, la singularidad y perfecta labra de la construcción, supuso en muchos casos no desvirtuar por completo la planta dando continuidad de uso a espacios como el del matadero. La sala de oración se convirtió en Hospital para mendigos y transeúntes y la casa-escuela rabínica se quedó como parte integrante del conjunto municipal.
     En el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España de Pascual Madoz, editado en Madrid, 1847, P. Madoz dirá que en Santa Olalla ¿hay un hospital para los pobres mendigos transeúntes, cuyas rentas consisten en unos cortos censos y algunas fincas rústicas¿.
     En el inventario municipal de 1980 se especifica que el «Hospital para pobres dispone de 525 m2 con el corral incluido, en ruina, situado en calle Iglesia, nº 14 junto al matadero». En este documento el corral y las dos naves colindantes son consideradas con un solo uso, el de hospital lo cual viene a poner de manifiesto el uso anterior de ambas crujías. En este sentido, de acuerdo a los preceptos de la ley judía, el actual establo sería el atrio de entrada a la sinagoga mientras que el almacén-cochera sería la estancia donde se expondría el candelabro de siete brazos o Menorah y el arca con la Torá (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ermita de San Sebastián
     La construcción, de titularidad municipal, se localiza a sólo 60 metros de la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción, en dirección este, haciendo esquina con las calles Iglesia y Cirujeda. En la fachada principal a la calle Iglesia, número 9, se conserva una portada de ladrillo, con arco adintelado o plano que pudo ser la entrada a la nave que dispuso la ermita, aunque usos posteriores suponen reformas de calado en el primogénito edificio religioso. Junto al edificio, un acceso por el nº 7 de la misma calle da paso a un patio de grandes dimensiones, a través del cual también se accede al edificio municipal.
     La ermita medieval se situaba por encima del nivel +527 metros sobre el nivel del mar, en la cota más alta de la calle Iglesia, denominada definitivamente así desde 1860.
     La desamortización de Bienes eclesiásticos en 1836 conllevó la absorción definitiva del espacio destinado a ermita en otro de mayores dimensiones cuyo uso comunitario explica la complejidad formal y funcional que presenta actualmente el inmueble.
     Desde el punto de vista arquitectónico, el lugar que pudo contener la imagen de San Sebastián se fue transformando, a partir del siglo XVI en adelante, en un conjunto edificatorio ecléctico compuesto por naves de arquerías diacrónicas pseudoparalelas, para ser usado como almacén municipal de grano y salvaguarda de las rentas de diezmos y ganados transeúntes o en discordia.
     Posteriormente, como ocurre en la inmensa mayoría de las poblaciones, la arquitectura civil de mediados del siglo XVIII aparece representada en naves de un Pósito que también hace funciones de vivienda y Cárcel, asumiendo en un mismo edificio municipal dicha multifuncionalidad. En este caso, la nave de la ermita fue absorbida no sólo para la institucionalización del Pósito concejil y cárcel municipal sino que asumió funciones de Escuela de Instrucción Infantil, vivienda social y, finalmente, almacenes municipales.
     Es evidente que la complejidad del edificio tiene su explicación en el uso comunitario que históricamente ha venido desarrollando.
     Con fachadas encaladas y una cubierta a un agua hacia la calle Iglesia, el edificio presenta tres vanos de entrada, siendo contemporánea la puerta central, de 2,30 metros de anchura, el acceso actual al almacén. El almacén actual consta de tres crujías en paralelo a la calle Cirujeda. La fachada de mayor dimensión a calle Iglesia mantiene la altura de una planta mientras que lateral dispone de una doble altura, siendo éste el cuerpo supuesto de la ermita medieval. Los únicos huecos de ventana se localizan en dicha fachada a cierta altura del suelo, fruto del uso como cárcel en el siglo XIX.
     La cubierta refleja las alteraciones efectuadas en la edificación, siendo visible la disposición de los pares de madera y las hiladas de tejas árabes ramificadas desde la cumbrera de éste pórtico y los muros adyacentes. El tejado del pósito se resuelve a dos aguas con vertiente hacia el patio, siendo el punto más alto la pilastra que une los dos primeros arcos de 2 pies de espesor. El muro central consta en realidad de 3 arcos de medio punto, de 3,40metros, 4,28 metros y 4.05 metros de luz siendo el arco central el de mayor luz libre. El tercer arco formó parte finalmente de la vivienda social que se componía de cocina con poyata y hogar con chimenea, estar-comedor, dormitorio y baño, hoy derribado.
     La fachada interior dispone de una salida al patio mediante un hueco estilizado enmarcado con fábrica y dintel con arco plano con formación de arco rebajado por el intradós. El desnivel entre el suelo interior y el patio es de 4 peldaños.
     El espacio descubierto que se localiza a la izquierda del edificio municipal, al que se accede desde la calle Iglesia nº 7, funcionó como Corral del Concejo de Mesta desde su instauración en 1.273 hasta el primer tercio del s. XIX, cuando fueron abolidos por el antiguo régimen, aunque en Santa Olalla continuó desempeñando ésta función hasta el último tercio el s. XX.
     Posteriormente, este espacio hizo las veces de patio de recreo de la Escuela Infantil y tras su abandono funcional, como espacio de prácticas de albañilería en la última la década del siglo pasado. En la actualidad se encuentra en desuso.
     Cuenta con una superficie descubierta de 198,08 metros cuadrados si bien, hasta 1991, el corral del Concejo disponía de 268 metros cuadrados siendo la diferencia edificada entre ese año y 1997 para alojar el Archivo Municipal pero nunca llegó a utilizarse como tal.
     Se tiene constancia documental de la existencia de la Ermita de San Sebastián a finales del siglo XVII, si bien la existencia de una arquería de estilo mudéjar podría retrotraer la institución de su fábrica al siglo XV o al siglo anterior, dada la proximidad del castillo y la Iglesia Parroquial cuya construcción debió dilatarse en el tiempo.
     Las primeras noticias documentadas sobre el edificio eclesiástico datan de la crónica del visitador pastoral del Arzobispado de Sevilla de 1.681, Pedro Castaño Galindo, que dirá "cerca de dicho lugar ay otra de S. Sebastián, de una nave, una puerta y un altar con el Santo de bulto, no tiene ermitaño ni renta ni necesita reparos" (AGAS Adm. Gral. Visitas. Leg. 3942).
     Posteriormente se vuelve a saber de la ermita a través del cuestionario realizado para la formación del mapa del Arzobispado de Sevilla en 1.785, conservado en la Biblioteca Nacional, obra del vicario Juan A. García, de la que dirá que "está fuera del pueblo, a distancia de un tiro de piedra" [...] de la Iglesia Parroquial de la Asunción, se entiende, pues en el plano dibujado por el propio vicario, a pie del cuestionario, aparece dibujada escorada hacia el NE como si estuviese alejada de la Iglesia al interponer el rio Rivera de Cala, de forma similar a la actual Ermita de Santa Eulalia junto a la rivera camino de El Real de la Jara.
     Histórica y formalmente, la nave de la ermita pudo ser finalmente inutilizada como tal a final del s. XVIII, ya fuese por dejada a la ruina y/o vendida al Concejo municipal dado que a mediados del s. XVIII se instituye el Pósito de grano en el terreno o solar colindante que disponía la ermita, fechada su existencia en mayo de 1751 cuando se realiza el inventario local para el Catastro de Ensenada, mientras que en 1797 Antonio Viana informa al Prior de Ermitas de Sevilla que la ermita aún existe y dispone de terreno de 10 varas de anchura (unos 8.36 metros) (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

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