Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Ayuntamiento; Arco de Belén; Caballerizas del Duque; Villa Vieja; y Torre de Doña Blanca) de la localidad de Medina Sidonia (I), en la provincia de Cádiz.
Medina posee una situación estratégica en la ladera de un alto cerro que es desde época antigua cruce de caminos entre las campiñas del Guadalete, la sierra de Cádiz y las costas del estrecho de Gibraltar. Constituye por tanto un privilegiado enclave, que comunica el norte de África con el interior de la Península. El topónimo Asido evoca un posible origen fenicio, no confirmado por la arqueología. Durante la época romana fue un importante núcleo urbano, la Colonia Assido Caesarina, que llegó a ser la ciudad más importante de la zona a partir del Bajo Imperio y en época visigoda, cuando fue sede episcopal. En el periodo islámico se convirtió en capital de la cora Sidonia hasta el siglo X, cuando a causa de los ataques normandos perdió esta condición y la capitalidad hubo de ser trasladada a un lugar más seguro. Tras la caída del califato fue durante un tiempo capital de una taifa, pasando más tarde a integrarse en el reino de Sevilla.
Medina posee una situación estratégica en la ladera de un alto cerro que es desde época antigua cruce de caminos entre las campiñas del Guadalete, la sierra de Cádiz y las costas del estrecho de Gibraltar. Constituye por tanto un privilegiado enclave, que comunica el norte de África con el interior de la Península. El topónimo Asido evoca un posible origen fenicio, no confirmado por la arqueología. Durante la época romana fue un importante núcleo urbano, la Colonia Assido Caesarina, que llegó a ser la ciudad más importante de la zona a partir del Bajo Imperio y en época visigoda, cuando fue sede episcopal. En el periodo islámico se convirtió en capital de la cora Sidonia hasta el siglo X, cuando a causa de los ataques normandos perdió esta condición y la capitalidad hubo de ser trasladada a un lugar más seguro. Tras la caída del califato fue durante un tiempo capital de una taifa, pasando más tarde a integrarse en el reino de Sevilla.
La plaza fue conquistada definitivamente por los cristianos en 1264 por el rey castellano Alfonso X el Sabio, quien la entregó inicialmente a la Orden de Santa María de España. Pocos años después el citado monarca le concedió carta puebla en 1282 y otros privilegios, que fueron reforzados por sus sucesores. A mediados de siglo XV el rey Juan II la entregó a la familia Guzmán, creando el ducado de Medina Sidonia y más tarde Enrique IV le concedió el título de ciudad. Desde el descubrimiento de América, Medina quedó desplazada del eje económico Sevilla-Cádiz y vivió fundamentalmente de los recursos agrícolas y en el siglo XIX sufrió un importante descenso de población (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El Centro Histórico de Medina Sidonia ocupa las laderas hacia el noroeste de la colina, o grupos de colinas, cuya coronación está en el Cerro del Castillo -a 339 m. sobre el nivel del mar-, constituyendo la mayor elevación de todo el tercio occidental de la provincia, desde las ultimas estribaciones de la sierra hasta la línea costera atlántica.
Su situación geográfica domina las onduladas llanuras que la rodean, tanto hacia el noroeste (Bahía de Cádiz) y el oeste (litoral atlántico), como hacia el norte (campiña jerezana) y hacia el este (Paterna, Alcalá y las primeras estribaciones de la sierra).
El núcleo urbano tiene una acusada forma alargada en la dirección norte-sur, con 1,8 km., y un estrechamiento casi a la mitad, en "El Punto", lugar de confluencia de las carreteras de Arcos y Jerez con la de Chiclana/ Cádiz, y donde se encontraba una de las entradas, posiblemente la principal, a la ciudad del siglo XVIII. Las amplitudes transversales este-oeste oscilan entre los 500 m. (barriadas) y 600 m. (Casco antiguo), hasta los 200 m. a la altura del Parque del Caminillo o incluso menos en "El Punto".
El Casco Antiguo se compone de dos zonas claramente diferenciadas: Sector al Sur del Parque del Caminillo, la parte más antigua, con el antiguo recinto amurallado en su parte más alta (Barrio de Santa María), y el Sector al Norte, Barrio de San Juan de Dios.- Trama irregular, calles de sección variable y estrechas, algunas con fuertes pendientes (las perpendiculares a las curvas de nivel) Manzanas sensiblemente trapezoidales, con parcelario irregular, de mayor tamaño en el exterior del antiguo recinto amurallado. El conjunto se compone de manzanas de formas variadas e irregulares, aunque en general de grandes dimensiones. Estas son mayores en el exterior del antiguo recinto amurallado que en él, entre las que dominan las formas rectangulares y alargadas.
La edificación ocupa parcelas medianas y pequeñas. Posee alturas de 1 y 2 plantas, con algún edificio de 3 plantas, patios de parcela, y en zonas de borde, huertos y otros terrenos no edificados en las traseras. Casas típicas de fachadas blancas, cubiertas de tejas y demás características de los pueblos gaditanos.
El núcleo urbano se desarrolla a partir de un Castillo-Fortaleza existente en la cumbre, alrededor del cual se fueron trazando concéntricamente las calles del casco antiguo. Estas calles, que siguen las curvas desnivel, a su vez se enlazan entre sí por otras calles secundarias, que son las que han de salvar las mayores pendientes uniendo vías circulares básicas que discurren a niveles diferentes. presenta una arquitectura de notable calidad arquitectónica caracterizada por viviendas con profusión de portadas y cierros en su exterior y con patios interiores con galerías sustentadas en pies de madera. en la actualidad, el caso antiguo mantiene su estructura urbana, perceptible armónicamente desde el exterior
especialmente en cuanto a invariantes constructivos.
No obstante, se detecta una tensión constructiva, derivada de la obsolescencia de las condiciones de habitabilidad, que produce cambios en estos invariantes y sobre todo una grave incidencia de nuevas construcciones en el entorno del cerro del Castillo y de la iglesia Mayor, cuya volumetría altera el perfil tradicional.
Los elementos que contribuyen a valorar el núcleo urbano de Medina Sidonia, y en especial su casco histórico, están sustentados principalmente en la valoración histórica del proceso de formación de la ciudad, que permite identificar suficientemente las estructuras arquitectónicas y la morfología urbana que caracteriza a este núcleo.
Medina Sidonia, gracias a su extraordinaria situación y estratégico asentamiento entre la costa atlántica y el Campo de Gibraltar, y la riqueza natural de la Comarca de la Janda, ha sido habitada desde los más remotos tiempos prehistóricos.
En el término municipal han aparecido vestigios de asentamientos humanos datados de finales del período Neolítico y plenitud del Eneolítico, como lo demuestran las fantásticas pinturas rupestres en Las Algámitas.
La estructura arquitectónica y urbana desarrollada a lo largo del tiempo y que aún pervive, en parte, es representativa de la evolución y los valores culturales desarrollados en la Baja Andalucía a lo largo de casi tres milenios de historia.
Centrándonos en el núcleo, de fundación fenicia, fue además la antigua «Assido Caesarina" romana. Los vestigios romanos son abundantísimos, desde estatuas, columnas, sepulcros, monedas, hasta el descubrimiento más reciente de las cloacas, que corresponden a construcciones hidráulicas del siglo I después de Cristo, que abarcan 30 m de galerías subterráneas similares a las cloacas descubiertas en Italia, junto a tres grandes estructuras abovedadas «criptopórticos" o sótanos de gran edificación de la misma época. Recientemente, han aparecido restos de una calzada romana lindando con la calle Álamos.
El núcleo urbano de Medina Sidonia forma parte de uno de los sistemas de ciudades más antiguos del área mediterránea, siendo su origen y seña de identidad la topografía de su localización y el valor estratégico de su situación en el territorio en relación con las rutas próximas al estrecho de Gibraltar.
Adquirió gran esplendor como Cora Musulmana, época en la que se construyó la fortaleza defensiva enclavada en la cota superior del emplazamiento, de la que se conservan restos de sus muros, que establecen un fuerte desnivel entre la cota superior de la fortaleza y la inferior -antiguos adarves en todo su perímetro-.
Constituyó la sede de renombradas órdenes militares, como la Orden de Santiago o la de Santa María de España. Recibió durante años favores reales de Alfonso X, y los reyes que le continuaron, como lo demuestran las Cartas Pueblas, Privilegios Rodados y Cartas Dispositivas que datan desde el siglo XIII. Sirvió y acogió a los Duques de Medina Sidonia desde el año 1440, cuando, de manos del Rey Juan II, entregó la Villa a don Juan de Guzmán, tercer Conde de Niebla y primer Duque de Medina Sidonia, y se tituló «Ciudad" a la Villa en 1472 mediante Carta Privilegio del Rey Don Enrique IV.
El núcleo urbano se desarrolla a partir de un Castillo- Fortaleza existente en la cumbre, alrededor del cual se fueron trazando concéntricamente las calles del casco antiguo. Estas calles, que siguen las curvas de nivel, a su vez se enlazan entre sí por otras calles secundarias, que son las que han de salvar las mayores pendientes uniendo vías circulares básicas que discurren a niveles diferentes.
La implantación de la Iglesia junto al acceso a la fortaleza crea un hito que aporta una singularidad escenográfica originada por la secuencia espacial y el fuerte desnivel topográfico que singulariza el espacio urbano.
La pervivencia de restos de construcciones señoriales generadas tras la Reconquista definitiva por Alfonso X y el asentamiento del ducado de Medina Sidonia con casa propia una vez reconquistada la Villa por los cristianos, se sitúan dentro de un recinto amurallado, del que perduran varios tramos y elementos, como la Torre de Doña Blanca. Entre ellos destacan tres de las cuatro puertas primitivas: El Arco de la Pastora, el Arco de Belén y la Puerta del Sol, así como algunos edificios públicos: Iglesia de Santa María (Guía Digital del Patrimonio Digital de Andalucía).
La capital de la conocida comarca de la Janda, se alza sobre el cerro del Castillo, un pequeño promontorio que mira a la bahía gaditana, en la hoy denominada ruta del Toro.
Historia
Fenicios procedentes de Sidón fundaron la dudad, de ahí su nombre. Los romanos la convirtieron en una plaza importantísima, como lo demuestran los numerosos testimonios encontrados bajo su suelo en los últimos años, llamándola Assido Caesarina.
Durante la dominación visigoda fue sede episcopal. Se tiene noticia de uno de sus obispos más destacados: Pimenio, durante el reinado de Suintila (621-631). Al añadirle el apelativo de medina, esto es, ciudad, los musulmanes le dieron el nombre definitivo que ha pervivido hasta hoy. En su tiempo llegó a ser capital de la cora de su nombre, momento de su mayor esplendor.
Alfonso X la conquistó en 1264, pasando a depender sucesivamente de las órdenes militares de Santa María de España y de Santiago, hasta que en 1445 pasó a formar parte del señorío de don Juan Alonso de Guzmán, conde de Niebla y primer duque de Medina Sidonia, en cuya casa se mantuvo hasta el final del régimen de señoríos en el siglo XIX.
Gastronomía
El cerdo, el cabrito, la liebre, el venado, el conejo, los caracoles, las tagarninas y los espárragos, junto con otros muchos productos del campo con los que se elaboran sabrosos guisos, forman parte de la dieta diaria de los asidonenses.
Ahora bien, la gran aportación de Medina a la mesa regional es la repostería, una dedicación por la que la ciudad se hizo famosa desde la época musulmana.
Son muchos los dulces que se realizan, tales como piñonates, tortas pardas, amarguillos y otros, pero la especialidad por antonomasia es el alfajor, también llamado alajú, un dulce considerado como navideño en muchos lugares, pero que aquí se produce y se consume durante todo el año.
Artesanía
Toda la dulcería señalada en el apartado gastronómico es de carácter mayoritariamente artesanal, hecha sólo a base de« calidad, palo y fuego», como explican con orgullo los reposteros. Se trabajan además la caña, la palma, el mimbre y el cuero y se elaboran perfumes completamente naturales.
El día de la Patrona, Nuestra Señora de la Paz, es el 24 de enero. En febrero, el carnaval es sumamente alegre y picarón. La Semana Santa resulta muy llamativa, tanto por el valor de las imágenes como por el recorrido que realizan por las calles del pueblo. En ella sobresale la procesión de Jesús Nazareno, el Jueves Santo. En junio, durante la feria, tiene lugar una exposición-concurso de ganado que es de las más importantes de cuantas se celebran en Andalucía, junto con una muestra de artesanía con productos de la localidad.
Visita
Declarada Conjunto Histórico-Artístico, Medina Sidonia conserva prácticamente en su integridad la trama laberíntica que le dieron los musulmanes. Es una ciudad llena de encanto, con calles muy blancas y muy limpias, cuya tranquilidad viene siendo enturbiada en los últimos tiempos por el uso claramente abusivo, dadas las exiguas distancias que recorren, del automóvil y, más aún, de las motocicletas, un problema común en este tiempo de prisas inexplicables.
El caserío actual se asienta sobre la antigua ciudad romana, circunstancia que se pone de manifiesto a la más mínima excavación y de la que, en la actualidad, existe un magnífico ejemplo en la calle Ortega, gran complejo arqueológico visitable del que forman parte unas cloacas, cimientos y arranques de muros de importantes edificios y, sobre todo, un gran trozo de calzada* perfectamente conservada, hecha a base de grandes lascas de piedra, con sus correspondientes aceras, en una de las cuales se han encontrado también un par de tableros de juego grabados.
Por debajo de este conjunto, en la plaza de su nombre, se encuentra la iglesia de Santiago, curioso templo que tiene su origen en una ermita del siglo XIV. Tiene planta basilical, con tres naves separadas por arcos ojivales peraltados sobre columnas de piedra con pesados capiteles tardogóticos, las tres cubiertas con armadura de madera, siendo las laterales de colgadizo y la central de par y nudillo en la cabecera y ochavada en los pies. Son destacables las pinturas del retablo mayor, realizadas por el pintor flamenco Pablo Legote en el siglo XVII. A los pies del lado del evangelio está la imagen del Cristo de la Buena Muerte, excelente talla de factura manierista realizada en el siglo XVII para el antiguo convento de San Francisco. Interesante también es el altar de la cabecera del lado de la epístola, cuya composición fechada hacia la mitad del siglo XVII se atribuye a Felipe Ribas.
Desde la plaza de Santiago, sube la calle La Loba, una de las más castigadas por el tráfico, a pesar de ser una de las más bellas de la ciudad, con sus hermosas casas del XVII y del XVIII, dotadas de bellas rejerías en ventanas y balcones. A ésta sigue Varos, que desemboca en la espaciosa plaza de España, centro administrativo y social del pueblo, presidido por el Ayuntamiento, notable edificio de factura clásica construido en el siglo XVIII, aunque la última planta se le añadió en el XIX. En él se ubica el Archivo Histórico Municipal. Por debajo de esta plaza, en la calle San Juan, haciendo esquina con Hércules, se levanta el convento de San Cristóbal y Santa Rita, de monjas agustinas, cuya iglesia, una joyita barroca, data de 1651.
Por encima de la plaza de España se sitúa la de la Libertad, a partir de la cual se asciende hacia la parte más monumental de Medina, conjunto que comienza en el Arco de Belén, un postigo del antiguo amurallamiento a la derecha del cual se sitúan hoy las caballerizas del Duque. Corresponden éstas a la construcción realizada por la casa ducal de Medina Sidonia en el siglo XVI, a partir de la cual se extiende un largo paseo por el antiguo adarve de la muralla, que, además de las excelentes vistas que desde él se obtienen, da idea, siquiera aproximada, de la magnitud de las fortificaciones que un día tuvo la villa, en cuya cumbre se encontraba el castillo.
En esa cumbre, denominada hoy plaza de la Iglesia, un evocador espacio escalonado y ajardinado, se levanta la iglesia de Santa María La Coronada*, Monumento Histórico-Artístico, formidable y bellísima construcción del siglo XVI y estilo gótico renacentista. Al exterior, presenta dos fachadas a las que se llega por sendas escalinatas, una a los pies y otra lateral que, al dar sobre la plaza, se convirtió en la principal desde el momento de su construcción. Ésta es también bastante más importante que la primera. Es de estilo herreriano y su construcción data de finales del siglo XVI. Concebida como portada retablo, consta de dos cuerpos; el inferior alberga dos hornacinas con las imágenes de san Pedro y san Pablo y el superior otra con la Virgen de la Asunción. A la izquierda se sitúa la elevada torre, robusto vigía visitable que ofrece soberbias perspectivas que llegan hasta el mar. Al templo se entra ahora habitualmente por el claustro, cuya puerta se abre en un muro perpendicular a la torre. De planta cuadrada, lleva arcos de medio punto peraltados que sostienen bóvedas de arista. Fue construido en el siglo XV y el ladrillo utilizado constituye la prueba de su influencia mudéjar.
El interior de la iglesia es majestuoso. Tiene tres naves separadas por arcos formeros apuntados sobre pilares fasciculados, muy altas, las tres con bóvedas de nervios, siendo especialmente ricas, tanto en las nervaduras como en la decoración, la del crucero y la de la capilla mayor, ambas estrelladas. A primera vista, llama poderosamente la atención el retablo mayor, una auténtica joya renacentista, de las mejores de Andalucía. De planta poligonal, para adaptarse a la cabecera del templo, presenta cinco altísimas calles sobre predela, articuladas a base de columnas talladas, balaustres, doseletes y frontones, y en las que, a través de preciosas tallas, se desarrolla todo un programa iconográfico referido principalmente a las vidas de la Virgen y de su Hijo. En la cabecera de la nave izquierda está la capilla del Sagrario. Desde 1870, en que fue traída desde el convento de San Agustín, se venera aquí a la Virgen de la Paz, la patrona del pueblo. La imagen es del siglo XIII, aunque en 1737 se le hizo una profunda restauración, tan profunda que hasta se le cambió la cabeza por la que ahora tiene, habiéndose descubierto la original dentro del pecho durante una nueva restauración realizada a finales del siglo XX.
Entre las muchas obras que esta iglesia guarda, hay que destacar la imagen del Cristo del Perdón, talla de Pedro Roldán, fechada en 1679, que se encuentra en el altar de las Ánimas, en el lado de la epístola; el altar de la Virgen de la Antigua, tanto por su composición como por sus pinturas, fechado en 1770; y la custodia que se guarda en la sacristía, magnífica pieza del taller sevillano del platero Juan Tercero, quien la labró en 1575.
Por detrás de la iglesia, en la plaza de las Descalzas, está el convento de Jesús, María y José, construido a partir de 1688 gracias a las donaciones del vascongado Diego de Iparraguirre. Tiene una preciosa iglesia de planta octogonal cubierta con bóveda baída que presenta una intensa decoración rococó. El retablo mayor, una hermosa máquina barroca, data de 1692.
Por debajo de este convento, al final de la calle Alarcón, se sitúa la puerta del Sol, una de la dos que se conservan del antiguo amurallamiento. La otra es el arco de la Pastora, en la plaza de su nombre, a la que se baja por Bohórquez y la larga callejuela Muro, que retrotrae al caminante a épocas pasadas. Declarado Monumento Histórico-Artístico, el arco, un vano de herradura, es un brillante ejemplo del arte califal, al que se conoce también como arco de la Salada, por el nombre de la fuente que mana en la plaza.
A las afueras de la población, bajando por la calle Flora, se localiza la ermita de los Santos Mártires, levantada en el año 403 a partir de una antigua villa romana y reconstruida en tiempos del obispo Assido Pimenio, ya en el 630, manteniendo el culto cristiano durante la época musulmana. Presidiendo el altar mayor se encuentra una imagen de la Virgen de Loreto, pero más interesante es el Vía Crucis dispuesto en los muros laterales, a base de azulejos trianeros del siglo XVIII (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).
La ciudad se alza sobre un pequeño promontorio que mira a la bahía gaditana, en el corazón de la comarca natural de la landa y en la denominada Ruta del Toro.
Historia
Fundada por los fenicios, los romanos la llamaron Assido Caesarina. Durante el dominio musulmán fue cabeza de cora, alcanzando por entonces su mayor esplendor. Tras la conquista cristiana fue sede de diversas órdenes militares, como la de Santiago o la de Santa María de España.
En 1440 pasó a manos de Juan de Guzmán, tercer conde de Niebla y primer duque de Medina Sidonia.
El empuje de la iglesia, principalmente, durante los siglos XVI, XVII y XVIII transforma a la ciudad ampliando su tejido urbano hasta casi los límites actuales.
La desamortización así como las luchas campesinas por el reparto de la tierra llenan buena parte del siglo XIX.
En la actualidad, la ganadería y la agricultura constituyen la base fundamental de su economía.
Gastronomía
Los productos del campo son los elementos de los que se nutre su variada cocina. Pero es necesario destacar por encima de todo su extraordinaria repostería, formada por antiquísimas recetas de origen árabe que han ido transmitiéndose ininterrumpidamente de padres a hijos y de entre cuyas especialidades sobresale por encima de todas el alfajor, aunque no es posible olvidar los amarguillos, los piñonates, las tortas pardas, las patitas de gacela y un buen número de especialidades de una calidad difícilmente igualable.
Artesanía
La repostería es, generalmente, de carácter artesano. Se trabajan además la caña, la palma, el mimbre y el cuero. En junio, durante la feria, se celebra una muestra de artesanía con productos de la localidad.
Fiestas
El Carnaval tiene gran resonancia. En Semana Santa, destaca la procesión de Jesús Nazareno, que sale el Jueves Santo. En mayo se celebra la fiesta de la Cruz y en junio, la feria.
Vida urbana
Ciudad muy tranquila, con gran abundancia de parques y jardines, uno de sus mayores atractivos consiste en la posibilidad de acercamiento a la naturaleza, a la que son muy aficionados los asidonenses, que suelen dedicar parte de su tiempo de ocio a pasear hasta cualquiera de las numerosas fuentes que existen por los alrededores, tales como la de los Naranjos, la del Comendador, la Dulce y la Salada. Esta tranquilidad propicia el asociacionismo, que cristaliza en diversas sociedades culturales y deportivas, tales como por ejemplo la Asociación de Amigos de la Naturaleza Asidonense, la Asociación de Mujeres Alucemas y las Escuelas Deportivas.
Visita
El núcleo fundamental de la ciudad conserva la trama urbana característica de las poblaciones de origen musulmán, con calles estrechas, pendientes y, en ocasiones, escalonadas y casas de muros encalados y claras tejas árabes. El paseo de Pascual Cervera conduce a la plaza de la Pastora, donde se encuentra el arco del mismo nombre, antigua puerta del siglo X en forma de arco apuntado. Subiendo por la calle Álamos y por San Juan se alcanza la plaza de España donde se levanta el Ayuntamiento, notable edificio del siglo XVII en el que se encuentra el Archivo Histórico Municipal. Muy cerca de aquí, en la confluencia de Vicario Martínez con Arrieros se abre la puerta de Belén, que da acceso a lo que fue la ciudad medieval. Encima de ella se localizan las ruinas del castillo, apreciándose todavía la gran magnitud de la obra en los lienzos de las murallas y torreones existentes.
La plazuela de la Iglesia Mayor no está lejos de la puerta de Belén, justamente al final de Vicario Martínez. Aquí se levanta la iglesia de Santa María la Mayor*, llamada la Coronada, bello templo del siglo XVI y estilo gótico renacentista, en el que sobresale el retablo mayor barroco y una talla del Cristo del Perdón de 1679, debida a la mano de Pedro Roldán. Junto a esta iglesia se ven los restos del alcázar y parte de la muralla que cerraba la ciudad.
Desde aquí hay una hermosa vista del pueblo que permite descubrir la torre de la iglesia de Santiago, en la plaza de su nombre, templo del siglo XVI en estilo mudéjar, y la de San Juan de Dios, antiguo hospital de la Caridad, que preside el barrio del mismo nombre, uno de los más característicos de la ciudad.
A las afueras se hallan las ruinas del castillo de Torrestrella, de origen árabe, reformado tras la conquista por Alfonso X (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
Ayuntamiento Preside la plaza de España, centro neurálgico de la localidad y consta que en 1673 dio comienzo su construcción bajo la dirección de Andrés de Cárdenas, pero los trabajos debieron quedar interrumpidos, pues en 1729 Juan Rodríguez Acero realizó nuevos planos, según los cuales se levanto el edificio, que no se concluyó hasta 1778. Durante el siglo XIX se añadió la última planta. El salón de plenos presenta planta rectangular con cubierta de bóveda de cañón con lunetos y al exterior la fachada principal se articula en tres cuerpos. El bajo es un pórtico de arcos de medio punto entre los que van columnas adosadas de orden toscano. En él se sitúa la portada principal, labrada en piedra en el primer tercio del siglo XVIII, cuyo vano está flanqueado por columnas corintias que sustentan un frontón curvo roto en cuyo centro se sitúa el escudo de la ciudad. El segundo cuerpo va articulado por pilastras dóricas y los vanos laterales llevan frontón triangular, mientras que el último presenta sencillos vanos y se corona con el escudo de Medina. En el interior del edificio se conserva la escultura de un togado, obra romana alto-imperial realizada en mármol blanco (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
De estilo barroco y neoclásico, comienza su construcción en 1673 en uno de los frentes de la plaza de la Muela (Actual Plaza de España), celebrándose en su interior el primer cabildo en 1677. El maestro de obras de la primera fase constructiva fue Andrés de Cárdenas.
El edificio no obstante, debió arruinarse y en 1728 Juan Rodríguez Acedo, maestro mayor de Sanlúcar presenta un nuevo plano para el edificio. En esta etapa constructiva las obras fueron dirigidas por el maestro albañil de la ciudad llamado Francisco González. La obra finalizaría definitivamente en 1778, restaurándose el edificio en 1846, 1976-1977 y a finales del siglo XX.
La fachada está formada por tres cuerpos. El primero de ellos está formado por un pórtico con cinco arcos de medio punto franqueados por columnas toscanas, el vano de entrada destaca por su monumentalidad y amplitud. El segundo cuerpo consta de cinco ventanales adintelados separados por pilastras y rematados, a excepción del central, por un frontón. El tercer cuerpo está separado del segundo por una cornisa, presentando un aspecto más simple, está compuesto por 4 ventanales adintelados y un reloj. Todo el conjunto esta rematado por el escudo de la ciudad en piedra.
En su interior destaca el magnífico Salón de Plenos (Ayuntamiento de Medina Sidonia).
Arco de Belén
Simple postigo cuyo vano original ha sido tapiado para sustituirlo por el actual (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Simple postigo cuyo vano original ha sido tapiado para sustituirlo por el actual (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El Arco se halla abierto en el ángulo meridional de la cerca del antiguo recinto murado de la ciudad, del cual aún se conserva adosado por el lado izquierdo del frente exterior un fragmento de lienzo de sillería y mampuestos de arenisca enripiados de unos 30 metros de longitud, posiblemente labrado en época musulmana sobre fundamentos romanos y posteriormente reparados en repetidas ocasiones durante el periodo bajo medieval.
El arco, que ha perdido el almenado primitivo, es de trazado escarzano volteado con roscas de ladrillos apeadas en sillerías areniscas enripiadas con restos de ladrillos macizos. Sobre la clave del frente interior, presenta una hornacina votiva de traza trebolada, tal vez perteneciente a la última etapa gótica del siglo XV, época en la cual, posiblemente, se procedió a su reconstrucción. Recayente a la Calle Arrieros, aún subsiste adosada al lado derecho del propio arco una torre defensiva albarrana originalmente de 12 metros de altura, rebajada en 1771 a 10 metros por iniciativa de los Religiosos de San José del Cuervo, a cuyo vecino hospicio podía causar daño la amenaza de hundimiento. De planta cuadrilonga, conserva aún esta torre en su interior una mazmorra o estancia baja, sin ventanas, cubierta con una bóveda aparejada con dovelas de sillerías y adobes. Sus muros, labrados con sillares de cantería alternados con verdugadas de ladrillos, coronados en sus ángulos por unas almenas piramidales, remitan su posible construcción a la época almohade.
Junto al arco, se conservan una torre albarrana y un lienzo de muralla (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Caballerizas del Duque Dependencias cubiertas por una gran bóveda de cañón, levantadas por los duques de Medina Sidonia posiblemente en el siglo XVI (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Datado en el siglo XVI, es un sencillo edificio de planta rectangular de muros de mampostería de piedra, con una fachada carente de decoración a excepción del arco de medio punto que sirve como entrada y cuatro pequeños ventanales, al interior destaca su cubierta de bóveda de medio cañón corrido, construida con ladrillos toscos macizos. Uno de sus lados menores se adosa al exterior de la muralla urbana, próximo a la trasera de la torre que defendía la Puerta del arco de Belén, que cuenta por este lado con un vano por el que se accede al interior hueco de esta torre.
A lo largo de la historia ha sido usada como cuartel de la guardia real, casa de comedias durante el siglo XVIII y reñidero de gallos. Fue comprando por Juan Ortega Olmo a su anterior propietario, la casa ducal de Medina Sidonia que lo tenía en propiedad en el siglo XIX. En 1938 es comprado por el ayuntamiento, que lo rehabilita en 1994 como salón de actos y exposiciones (Ayuntamiento de Medina Sidonia).
Uno de los cuatro recintos fortificados con los que contó Medina Sidonia en la Edad Media, junto con el castillo, el alcázar y los muros de la villa y posterior ciudad. Rodeada por una muralla y torres, contó con una entrada en recodo, defendida por la conocida Torre de Doña Blanca. Aunque se han encontrado restos defensivos de época romana tardía, el origen de este recinto es musulmán, con reconstrucciones y reparaciones de la Baja Edad Media cristiana y Moderna. En su interior son aún visibles restos de viviendas del siglo XVI y el trazado de una calle empedrada (Ayuntamiento de Medina Sidonia).
Torre de Doña Blanca Llamada así porque, según la tradición, en ella permaneció presa y fue ejecutada doña Blanca de Barbón, esposa de Pedro I el Cruel. El volumen cúbico de la torre fue desmochada en el siglo XVIII para mejorar la iluminación de la iglesia mayor (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Torre medieval y muralla anexa integradas en el casco urbano. Se trata de un torreón de planta rectangular, de forma ligeramente tronco piramidal y fábrica de sillares y sillarejos a soga, que debió formar parte del conjunto del castillo de Medina. En concreto, esta ha sido interpretada como torre del homenaje.
En 1.775, por iniciativa del vicario eclesiástico y para dar más luz a la iglesia mayor, se rebajó varios metros. Hasta muy entrado el siglo XVIII conservaba tres ventanas de las que no quedan restos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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