Ubicación
San Bartolomé de la Torre pertenece al partido judicial de Huelva y limita con los municipios de Villanueva de los Castillejos y Gibraleón. Según la comarcalización que se tenga en cuenta, se sitúa dentro del Andévalo occidental, o del Cinturón Agroindustrial de Huelva. Sin embargo sus relaciones más directa las mantiene con los municipios del Andévalo occidental, junto a los que constituye la Mancomunidad de Municipios Beturia.
Reseña histórica breve
Los primeros vestigios históricos de lo que se tiene constancia reflejan la existencia de asentamientos humanos desde época muy temprana, que basaban su supervivencia en la supervivencia en la agricultura, artesanía y comercio. En este sentido, se han registrado restos megalíticos, como el Dolmen de corredor con falsa cúpula en el Cabezo Las Palmas, actualmente desaparecido tras repetidos expolios. Este dolmen fue excavado en la década de los años 50, por Pérez Núñez y Geog. Y Vera Leissner. Procedente de dicha excavación se extrajo un importante ajuar compuesto por una cantidad muy importante de hachas, azuelas, cuchillos, microlitos y de un idolillo. Este dolmen era de gran singularidad, ya que hasta la fecha no se ha encontrado ningún megalito de similares características en la zona.
De otro lado, la presencia romana se ha constatado con la existencia de artefactos y piezas arqueológicas pertenecientes a este periodo así como la existencia de lápidas con inscripciones funerarias en la finca La Nava, junto un bronce del periodo de Adriano, en las cercanías de la Torre.
La existencia de este edificio de estilo mudéjar, indica la efectiva ocupación de este territorio entre mediados y finales del s. XIII cuya función era claramente militar. Ya que este lugar era territorio fronterizo tanto con la vecina Portugal así como con la Taifa del reino de Sevilla. Por tanto se sitúa como punto de comunicación entre la costa y la sierra de Huelva. En este sentido, la villa es reconquistada en 1257 por Alfonso X el Sabio, incorporándola definitivamente a los reinos cristianos.
Con posteridad la villa queda incluida dentro del Marquesado de Gibraleón, bajo el cual en 1589 el Marqués de Gibraleón le concede la Carta Puebla o carta de Fundición reconociéndose la Villa de San Bartolomé de la Torre como tal.
A partir de aquí, y al igual que ocurrió con la mayoría de los pueblos de El Andévalo, se verá afectada por las Guerras de Secesión, así como las distintas crisis demográficas derivadas de las diversas epidemias y plagas que asolaron a la comarca a finales del XVII y del XVIII con un repunte en los inicios del s. XIX.
Del mismo modo la invasión Napoleónica afectó gravemente al devenir demográfico y económico de esta localidad. Como consecuencia de esta Guerra, queda destruido el archivo municipal, con lo cual no se conoce con exactitud el momento en que se construyó como municipio y Ayuntamiento.
En la actualidad se trata de uno de los pueblos con mayor dinamismo económico, basado en las explotaciones agropecuarias, en particular en las destinadas a las plantaciones de cultivos intensivos como la fresa y los cítricos principalmente, además de pequeñas industrias artesanales y el sector servicio.
Patrimonio cultural y artístico En cuanto a su Patrimonio Cultural y Artístico destacan La Torre mudéjar, el Museo del Aceite, la Plaza del Danzador, y Varios Yacimientos Arqueológicos (Necrópolis Romana situada al sur este de la localidad y un Sepulcro Megalítico, Dolmen corredor en la actualidad desaparecido)
Fiestas y tradiciones
Festividad de San Sebastián (fecha 20 de enero, pero se celebra el domingo más próximo a esta fecha).
Fiestas Patronales de San Bartolomé (del 22 al 25 de agosto)
Romería de la Amistad (ultimo domingo de Junio)
Carnavales
Feria de Las Culturas (mes de mayo)
Certamen de Pintura y Escultura
Recursos económicos y sociales
Sector Primario; Cultivo intensivos ( Fresas, Frambuesas y Cítricos)
Sector Construcción
Sector Servicios
Gastronomía
La repostería conforma el pilar gastronómico de esta localidad, pero son destacados también múltiples y variados productos y platos elaborados en esta zona.
El aceite de oliva elaborada en su almazara, en todas sus variedades, es de excelente calidad y sirve de base para la elaboración de recetas tradicionales y caseras de una gran variedad de dulces típicos, como las rosas y los pestiños, así como para toda una cocina tradicional y artesana.
Así mismo, es posible degustar platos elaboradores con carnes de caza, como conejo, la liebre o la perdiz, o los basados en el cordero o la amplia variedad de productos derivados del cerdo (Diputación Provincial de Huelva).
Está situada esta población en la franja que marca la transición entre el Andévalo y la Tierra Llana, en el extremo de una amplia llanura hoy repoblada de olivos y frutales, aunque tradicionalmente estaba destinada al cultivo de cereales. Se constata la presencia humana en su territorio desde el Neolítico, teniendo continuidad en época romana, como testimonian algunos restos arqueológicos. No se conserva información de época islámica sobre esta población, que fue reconquistada hacia 1262, quedando vinculada, primero, al Concejo de la ciudad de Sevilla y, posteriormente, al Señorío de Gibraleón. La fundación del actual núcleo urbano data de 1589, año en que el Marqués otorgó una Carta Puebla para el dicho lugar, aunque sin adjudicarle un límite territorial concreto, hecho que provocó numerosos conflictos jurisdiccionales con los pueblos vecinos. Hasta 1888 no contó con un término municipal propio, si bien la delimitación definitiva no se produjo hasta 1956.
Existe en la periferia del casco urbano una importante Torre de época almohade, que es la que ha completado el topónimo de la población. Es de planta rectangular y está construida en tapial con refuerzos de ladrillos en las esquinas. Su aspecto, en general, está hoy muy alterado como consecuencia de los añadidos realizados en restauraciones sucesivas (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Una extensa llanura de color rojo, salpicada de apretadas masas de eucaliptos, constituye el sobrio paisaje que rodea a esta pequeña localidad del Andévalo profundo.
Historia y visita
Población principalmente agrícola, el trazado de sus calles es recto, con casas blancas de tejados rojos. Perteneció durante bastante tiempo al marquesado de Gibraleón, una de las ramas del condado de Niebla, aunque su origen se remonta a épocas prehistóricas.
Fiestas
El 24 de agosto se celebra la festividad del patrón, San Bartolomé, con la tradicional danza de las espadas, ejecutada por los mozos del pueblo.
Gastronomía
Propia de una zona de transición hacia la sierra, con una fuerte presencia de los productos derivados del cerdo, jamones y embutidos. La caldereta de cordero y las migas constituyen platos tradicionales a los que se unen los gurumelos (Amanita Ponderosa), simplemente asados con aceite y sal o en platos más elaborados.
Alrededores
El dolmen del cabezo de Las Palmas, situado a unos 2 km de la población, demuestra el origen prehistórico de la villa. Posee planta poligonal, con corredor y en él se encontró un gran ajuar funerario, muy rico sobre todo en objetos de piedra.
En las afueras de la localidad, a poco más de 500 m, se halla una torre de unos 9 m de altura formada por cuatro monolitos de piedra, con una sola puerta adintelada, que según las últimas investigaciones llevadas a cabo por Pedro Garrido Ruiz sería cartaginesa, del siglo IV o III a.C. (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
El templo posee una planta de cruz latina, cubriéndose la nave con una artesa neomudéjar, el crucero con media naranja sobre pechinas y los brazos y el presbiterio con bóvedas de cañón con lunetos.
Al exterior la fachada del hastial presenta una portada formada por un vano adintelado, enmarcado por un simple realce con frontón triangular y pináculos.
A su lado izquierdo se sitúa la torre, cuyo campanario esta formado por vanos de medio punto entre pilastras y coronado por un chapitel octogonal revestido de azulejos.
El templo actual fue proyectado por el arquitecto Silvestre Tirado en diciembre de 1730, siendo ejecutado entre 1734 y 1737 por el maestro de obras de Sevilla, Pero Francisco López, quien añadió al proyecto los apilastrados de los muros interiores. El propio Tirado proyectó a principios de ese último año las ventanas que dan luz al interior y la portada abierta en el lado de la Epístola.
La planta de este nuevo edificio es muy semejante a la del que sustituyó por ruina y su baja proporción es el resultado de las estrecheces económicas con que el proyecto fue planteado inicialmente, dado que, por falta de recursos propios, el gasto de las obras hubo de ser sufragado con ayuda de las rentas de la parroquia de Gibraleón.
El primitivo campanario, trazado por Tirado en 1734 en forma de espadaña, fue sustituido a principios del siglo XIX por la torre actual, obra promovida por el párroco del momento sin licencia arzobispal, con el dinero previsto para realizar otros reparos que el arquitecto diocesano Santiago de la Llosa había considerado de urgencia en 1802. El mismo arquitecto al encontrársela inacabada en su visita de 1816, facilitó el diseño de los detalles de las molduras, cornisas y chapitel de la torre, que se termina muy poco después.
Nada se conserva en la iglesia de interés histórico-artístico, tras los destrozos acaecidos durante la Guerra Civil. Sólo en el brazo izquierdo del crucero, se sitúa un retablo neobarroco que presidió el presbiterio hasta la última reforma y en la sacristía subsiste un banco de carpintería popular barroca (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Torre
La torre se encuentra situada al exterior de la población sobre una pequeña elevación, controlando una vía de comunicación que vertebra la Tierra Llana y el Andévalo.
La fecha de construcción de esta fortificación no se encuentra bien definida, pero debió realizarse entre los siglos XIV y XV, época de convulsiones políticas en Castilla tanto internamente (conflictos señoriales con la corona), como externamente (guerras con Portugal). Se investigó arqueológicamente la posible fundación musulmana de la torre, dado el sistema constructivo de tapial, que es característico de los periodos almorávides y almohade, caso del recinto amuralladlo de Niebla. Se concluyó, a través de un corte estratigráfico, su origen cristiano bajomedieval (Bedia 1987).
En este contexto, era fundamental la creación de puntos de vigilancia y control en los pasos naturales y vías de comunicación entre los territorios interiores (agrícolas y ganaderos) y la costa. Muy probablemente, sería la labor de esta torre que se encuentra en el camino que conduce a la sierra y a la cuenca minera del Andévalo.
Esta construcción, de planta cuadrangular y, al menos, dos cuerpos de altura, está realizada en tapial, percibiéndose perfectamente las agujas para la constitución de los lienzos de muro. Toda la estructura se apoya en una fina nivelación de lajas de pizarra, colocadas horizontalmente sobre dos hiladas de sillares calizos que conforman un zócalo visto mediante el cual la obra de tapial quedaría aislada de la humedad del suelo. En las esquinas se refuerza con ladrillo.
Se ha restaurado, recuperándose la volumetría externa de la torre y percibiéndose mejor en el territorio en el que se inserta, siendo uno de los referentes paisajísticos del municipio (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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