Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Palacio Riquelme; Murallas; Iglesia de la Merced; Parque Zoológico y Jardín Botánico; Iglesia de Santiago; e Iglesia de la Victoria) de la localidad de Jerez de la Frontera (VII), en la provincia de Cádiz.
Se trata del mejor ejemplo de palacio renacentista de la ciudad, si bien su estado de conservación es desde hace décadas bastante precario. Se encuentra en uno de los lados menores de la plaza del Mercado y ya en 1535 estaba levantado la mayor parte de él. Al exterior destaca su portada, mandada levantar por Hernán Riquel al maestro Fernando Álvarez en 1542. Ésta cuenta con dos cuerpos, el inferior se enmarca entre dos pares de columnas sobre plintos, cuyos capiteles cuentan con cabezas antropomorfas monstruosas. El cuerpo superior, sobre el friso, contiene un vano cegado entre dos pares de balaustres. Lo verdaderamente interesante de la portada es, sin embargo, el repertorio iconográfico de la misma encaminado a ensalzar el linaje del promotor de la obra. En el friso aparecen escenas relativas a los trabajos de Hércules; la lucha con el león de Nemea, a la izquierda y el rapto de Deyanira por el centauro Neso, a la derecha. En el mismo friso se encuentran también monstruos afrontados y los supuestos retratos de los promotores de la obra. Sobre el dintel, dos seres antropomorfos sostienen un yelmo, escudo de la familia Riquel.
Muy interesantes y de gran calidad, son los cuatro tondos que se hallan en las jambas; se trata de las imágenes de Constantino, Nabucodonosor, Camila Magna, reina de los volscos y los fundadores de Roma, Rómulo y Remo. Todas estas imágenes aparecen de perfil dentro de tondos, siguiendo la tradición romana de las imago clipeata. Muy sugerentes son también los salvajes, sacudiendo sendos leones con sus mazas a ambos lados del cuerpo superior. El interior del palacio, en completa ruina, conserva algunos elementos de interés como algunas arcadas sobre columnas de mármol y una loggia en la parte trasera, quizás obra de finales del siglo XVIII (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Situado en la Plaza del Mercado, parece que en un principio se trataba de una manzana de casas que fueron compradas en el primer tercio del siglo XVI por la familia Riquelme para construir su palacio, del que se sabe que ya estaba habitado en 1535. La fachada fue construida por Fernando Álvarez en 1542. se presenta como un gran cerramiento de la plaza, realizada para glorificación de la estirpe familiar. La portada se divide en dos partes. En la inferior, un vano adintelado se flanquea por dos pares de columnas de orden compuesto sobre podio, y en el segundo se abre una ventana cuadrada, hoy cegada, enmarcada por tres pares de columnillas y balaustres. Es destacable el complejo programa iconográfico de la fachada, centrado en la figura de Hércules. Llama la atención la pareja de salvajes que se sitúan a los lados del segundo cuerpo; son elementos iconográficos de filiación medieval que fueron utilizados con cierta frecuencia en portadas castellanas del siglo XVI (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
En la plaza del Mercado se conserva la Casa Riquelme, que data del siglo XVI, en un perfecto estilo renacentista (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).
La muralla se desarrolla a partir del Alcázar, en el extremo sur del recinto, siendo esta construcción su punto más elevado. Los muros tienen 2,60 metros de grosor y 9 de altura. Están realizados en tapial, usando en algunos tramos el ladrillo y la cantería. La existencia de tierra apisonada deja entrever la situación de precariedad y urgencia con que tuvo que ser levantada la muralla, si bien, el refuerzo posterior delata el estado de alarma que siempre tuvo la ciudad debido a su situación fronteriza (Romero Bejarano, 2009).
Durante el periodo almohade y la nueva fortificación, se realizaron cuatro puertas para facilitar las comunicaciones entre la ciudad intramuros y los arrabales que iban surgiendo:
-Puerta Real o del Marmolejo. Fue demolida en 1821 aunque en 2017 se descubrió parte de ella en unas obras.
-Puerta de Sevilla. Se derrumbó en 1864, la última de las cuatro en desaparecer.
-Puerta de Rota. Conformada como un castillo con tres fuertes y altas torres de vigilancia. Debido a su mal estado de conservación, fue la primera puerta en ser derrumbada.
-Puerta de Santiago (Puerta del Olivillo). Poseía siete fuertes y cinco torres. Comunicaba la ciudad intramuros con el arrabal de Santiago y la campiña.
En tiempos de Felipe II se abrió la puerta del Arroyo, que tiene adosada la capilla de la Antigua. En el intradós de la puerta hay dos lápidas, una a cada lado, con las fechas de 1588 y 1765.
En el siglo XVIII, para mantener gran parte de la muralla, se permitió construir sobre ella de manera que sirviera para conservarla: el dueño del inmueble se encargaba de cuidar de ella y el Ayuntamiento cobraba un alquiler. Esto ha implicado que la muralla de Jerez se conserve, pero no sea visible. Este hecho se manifiesta especialmente en la calle Larga y calle Porvera, en las que muchos establecimientos comerciales cuentan con restos de la muralla. También se observa en gran cantidad de bodegas de las calles Muro y Ronda del Caracol.
También contó con numerosas aperturas tales como el postigo de los Cuatro Juanes (calle Larga), el de la calle Algarve (que no se conserva) o el postigo de Mirabal (calle Ancha).
Además de las torres y muros del Alcázar, quedan importantes restos en las calles Ancha, Muro y Porvera, como por ejemplo: torre Octógona (muy bien conservada, es el elemento más significado de toda la cerca medieval jerezana), torre de Rota, puerta de Riquelme, ronda del Caracol, torre Caracol- Muro, portillo de la Merced, arco de Santiago, torre Desmochada, torre de Cabeza de Vaca, portillo de la calle Ancha, torre Octógona de La Victoria, torreón de la Puerta Nueva, portillo de la calle Porvera, pasaje de San Ildefonso, lienzo del Castillejo, portillo de Pescadería Vieja, torre de Pescadería Vieja y puerta del Campo.
Por su condición de plaza fuerte, Sheresh padecía ya en el siglo XI los diferentes ataques y asedios que llegaban desde el norte de África. Bajo el imperio almorávide, hacia 1133, la ciudad decide fortificarse. En el 1145, se subleva y se independiza como cabeza de la Taifa de Jerez, por lo que sigue fortaleciendo su muralla.
Solo dos años duraría esta independencia, pues en 1147 el ejército almohade una gran parte del sur de la Península Ibérica, siendo Jerez una de las primeras ciudades en entregarse por capitulación, evitando daños materiales en el recinto amurallado. Su fidelidad al imperio almohade la dota de privilegios, tales como la exención de impuestos y la posibilidad de construir un nuevo amurallamiento, convirtiéndose en una de las principales poblaciones del siglo XII. Este nuevo trazado define las murallas que nos han llegado hoy en día (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Situado extramuros, se trata de una fundación de mediados del siglo XIV, cuya iglesia fue elevada al rango de basílica menor, en el año 1949, por Pio XII.
La portada al exterior, ubicada en el lado de la epístola, fue levantada a partir de 1637 por Domingo Fernández Calafate, aunque posiblemente haya sufrido reformas posteriores. Su cuerpo principal se compone de dos pares de pilastras toscanas sobre plintos en las que se inserta el escudo mercedario. La puerta de ingreso, se remata con frontón curvo partido formando roleos que enmarcan la imagen de San Pedro Pascual. El segundo cuerpo, dividido en tres calles por columnas jónicas entorchadas, alberga las imágenes de la Virgen de la Merced y los santos Ramón Nonato y Pedro Nolasco.
La nave de la iglesia, cubierta con bóvedas vaídas apuntadas, fue levantada a partir de 1597 por los maestros Luís Fernández y Esteban Martín. A sus pies se levanta el coro sobre un arco escarzano con bóveda de crucería. En el sotocoro se encuentra la sillería, presidida por una imagen sedente de la Virgen de la Merced, del segundo tercio del XVIII.
La Capilla Mayor y el tramo anterior datan de hacia 1515. Fue en origen patronato de la familia Spínola, cuyos escudos aparecen en las claves de la bóveda. El testero plano se hace ochavado a media altura mediante trompas, cubriéndose la cabecera con bóveda de terceletes. Adosado al testero se encuentra el retablo mayor, obra de Francisco Dionisio de Ribas, que lo contrató en 1654 y lo dejó concluido diez años más tarde, aunque no fue dorado hasta 1728. Sus esculturas son obra de Francisco de Gálvez, que las realizó a partir de 1668. Consta de banco, dos cuerpos divididos por tres calles y ático. Los cuerpos del retablo se articulan a partir de columnas corintias con profusa decoración vegetal, mientras que en el ático la distribución de las calles se hace mediante pilastras mensulares.
En el banco, a cada lado del tabernáculo, se disponen sendas hornacinas flanqueadas por columnas entorchadas, que albergan las imágenes de San Lorenzo y San Antonio Abad, probablemente realizadas por Ribas. El primer cuerpo cuenta con dos calles, que enmarcan el camarín de la Virgen de la Merced. A los lados se sitúan dos hornacinas con las imágenes de San Pedro Nolasco y San Ramón Nonato. El segundo cuerpo, de estructura similar al primero, contiene las imágenes de San Pedro Pascual y San Pedro Armengol, en sendas hornacinas entre columnas, situando en el centro el manifestador, actualmente ocupado por una imagen dieciochesca de Santa Catalina. El ático cuenta con un relieve que representa la aparición de la Virgen a Jaime I, flanqueado por las imágenes de las santas mercedarias Natalia y María de Cervelló.
El camarín de la Virgen de la Merced se construyó en 1789, año en que se mutilaron parte de las columnas del retablo, para crear el espacio actual cupulado. Fue renovado varias veces en el curso de los siglos XIX y XX. La imagen de la Virgen de la Merced es una talla en madera del siglo XV, aunque manifiesta importantes intervenciones posteriores en el rostro, las manos y la figura del Niño, cuyo original fue sustituido por otro en el siglo XVIII, que se conserva en la sacristía, siendo el que actualmente luce obra seriada del siglo XX.
Las pequeñas capillas entre contrafuertes datan de mediados del XVI y están cubiertas con bóvedas de crucería. Cabe destacar, en el lado del evangelio, la denominada Virgen Chiquita, cubierta mediante bóveda de crucería, con nervios combados, redecorada en la segunda mitad del XVIII; cuenta con un retablo relicario rococó de igual cronología, atribuido a Andrés Benítez. Este retablo, en el que se conserva una copia de la Sábana Santa de Turín de 1609, alberga una imagen de la Virgen de la Merced de vestir, destinada a presidir las procesiones claustrales. A ambos lados se encuentran las pequeñas imágenes de San José y San Miguel y en la parte superior el Espíritu Santo. Junto a ésta se encuentra la Capilla de San José, en la que destaca un delicado retablo de mediados del siglo XVIII con estípites y decoración de rocalla, que contiene un lienzo de la misma cronología con la imagen del titular.
En el lado de la epístola destaca la Capilla de los Riquelme, fundada por doña Antonia García Picazo, «La Ximona», donde se encuentra sepultado el general jerezano Miguel Primo de Rivera. Fue levantada durante el primer tercio del siglo XVI y está cubierta mediante bóveda de crucería con terceletes, cuyas claves lucen escudos mercedarios. En la capilla cabe destacar la imagen de Jesús del Consuelo, obra del siglo XVIII, atribuible a Andrés Benítez.
Por último, en las capillas entre contrafuertes del lado de la epístola cabe señalar la de San Serapio, que fue patronato de los caballeros Rallón, cuyas armas aparecen en la lauda sepulcral. Se dedicó al Santo en 1761, año en que se instaló el retablo de estípites y rocalla que decora su frente, así como la interesante imagen del mártir.
Desde el lado del evangelio de la Capilla Mayor, a través de un pasillo cubierto con bóveda de cañón abocinada casetonada, se accede a la Antesacristía. Está cubierta por bóveda vaída con casetones circulares y se debe al mercedario fray Francisco de Vera y Villavicencio, que la levantó en los primeros años del siglo XVII. La Sacristía, de mayores proporciones, cuenta con dos tramos cubiertos por bóvedas vaídas.
En ella se custodian algunas esculturas de interés, como las de Santa María de Cervelló y la beata Mariana de Jesús, del siglo XVIII y la Virgen «del pajarito», escultura hispano-borgoñona de terracota policromada de la segunda mitad del siglo XV.
La basílica de la Merced cuenta asimismo con importa es obras de orfebrería, en particular con un ajuar de platería hispanoamericana del siglo XVIII. El frontal de altar, fue donado por el vicario general de la Orden en Nueva España en 1730, habiéndolo hecho labrar en Guatemala. Se trata de una pieza rectangular de plata que presenta tondos gallonados, con la representación de la Virgen de la Merced en el centro y santos mercedarios a los lados. Donados por el mismo religioso son un cáliz y un ostensorio, ambas piezas realizadas también en plata. Otra pieza excepcional son las andas de plata, donde se encuentra la Virgen habitualmente y que sirven asimismo para procesionar. Fueron labradas en 1648 por el platero jerezano Juan Díaz de Mendoza. Se trata de una estructura de baldaquín sostenido por cuatro columnillas, entorchadas en su mitad inferior, sobre las que se dispone la cornisa de la que parten los nervios que se unen en el centro.
El Claustro se comenzó a construir en 1600 y quedó concluido en 1614, aunque se sabe que en 1622 se estaba reconstruyendo en buena medida; se desconoce el autor de sus trazas aunque hay constancia de la intervención del maestro Luís Fernández. Es de planta cuadrangular y está formado por arcos de medio punto que apean sobre pilares, a los que se adosan columnas de orden compuesto sobre plintos.
Las galerías se cubren con bóvedas de crucería con ligaduras. En el conjunto se aprecia un juego entre el clasicismo de los soportes y la traza gótica de las bóvedas y contrafuertes. Se conservan tres portadas renacentistas que comunicaban con la iglesia; la más interesante es la que une el claustro con la antesacristía, adornada con dos ángeles sosteniendo el escudo mercedario. La escalera monumental, situada en el ángulo sudeste, fue concluida en 1730. Está ejecutada en mármoles de colores y cubierta por bóveda semiesférica. En el ángulo noroeste se conserva otra sala cuadrada, de la primera mitad del siglo XVII, que se ha identificado con el capítulo del Convento y que ha sido atribuida a Antón Martín Calafate. Presenta una interesante bóveda sobre pechinas, con decoración de casetones con decoración vegetal y zoomorfa; en las pechinas aparecen los escudos mercedarios y de la ciudad (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La iglesia consta de una sola nave que se cierra por un ábside de trompas, abriéndose a ambos lados las capillas.
Comenzada en los finales del estilo gótico, abarcó su fábrica toda data del siglo XVI.
A los pies de la Iglesia se halla el coro cubierto por un arco rebajado gótico.
La orden Mercedaria solo posee la Iglesia, pues en el Convento se instaló en el pasado siglo el Hospital de Santa Isabel, estando en la actualidad derribado, se conserva un claustro obra de los siglos XVI y XVII.
La escalera existente, es de mérito por su valiente traza (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La calle Merced lleva hasta la plaza del mismo nombre, en la que se levanta este templo, elevado al grado de basílica en 1949 por el papa Pío XII, en cuyo altar mayor se venera a la patrona de Jerez, la Virgen de la Merced, imagen muy querida por los jerezanos que, según la tradición, fue traída por Alfonso X, aunque en realidad se trata de una talla del siglo XV con importantes intervenciones posteriores. El templo perteneció a un convento de mercedarios, actualmente instituto de segunda enseñanza. Tiene una sola nave con bóvedas baídas y a sus pies se alza el coro sobre un poderoso arco escarzano con bóveda de nervaduras. Junto a él, una puerta comunica con el claustro del antiguo convento. Es de dos plantas, a base de arcos de medio punto sobre potentes pilares cuadrados con pilastras semicirculares adosadas y bóvedas de crucería (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).
El conjunto se articula en torno a un gran paseo principal -primitivo jardín que rodeaba el depósito de aguas situado en el extremo- a cuyos lados, en un nivel inferior, se sitúan las dependencias de los animales del zoo, todo poblado de abundante vegetación, base del jardín botánico. En estos niveles inferiores se distribuyen paseos, caminos y bosquecillos, destacando el estanque de los cisnes con puente. A ambos lados del depósito de aguas se han trazado dos paseos más recientes, que conducen a las últimas dependencias del zoo.
Los caminos y paseos se inscriben en un paisaje de gran frondosidad, donde podemos apreciar distintas ordenaciones vegetales, como zonas con césped y plantas, y otras boscosas. El paseo principal -núcleo primitivo del conjunto- es el que presenta un mayor carácter paisajista. La variedad vegetal - base del jardín botánico- es el principal atractivo del entorno.
Los jardines de interés cultural que han pervivido en Cádiz y su provincia pertenecen, en su mayoría, al ámbito público (parques, paseos y plazas) aunque existen también una buena representación de los ligados a los grandes edificios palaciegos, a viviendas burguesas o a espacios de trabajo, como es el caso de algunas bodegas. Desgraciadamente, los fuertes procesos de transformación que han sufrido muchos de los edificios conventuales ocasionado que queden escasos ejemplos de esta tipología. La muestra que ha pervivido pertenece a muy distintas épocas remontándose el más antiguo que se conserva al siglo XVI y existiendo un predominio de los que tienen su origen en el siglo XIX.
Los estilos más frecuentes son el Romanticismo (Historicista, Pintoresco, Paisajista y Morisco), Francés (Geométrico), Modernista, Regionalista y Clasicista.
Son muchos los jardines de Cádiz de los que se desconoce su autor. Los autores conocidos provienen en algún caso de la vida pública (Eduardo Genovés y Puit que fue Alcalde de Cádiz) pero predominan los del mundo de la arquitectura (Guillermo Thompson, Juan Talavera, Juan de la Vega). Planimétricamente, presentan una variada tipología sin que pueda hallarse una tónica predominante adaptándose a los espacios urbanos en los que se ubican (alamedas, paseos, vacíos urbanos que se destinan a este uso). Encontramos así plantas rectangulares, trapezoidales, rectangulares, cuadradas, etc.
Los elementos decorativos son de muy distintas naturalezas y estilos predominando el monumento tradicional (al Marqués de Comillas, al aviador Durán González, a Rubén Darío, a la Duquesa de la Victoria, a José María Pemán, a Félix Rodríguez de la Fuente, a César Vallejo y a Castelar), los bustos de personajes históricos, esculturas clásicas y de temática religiosa (Beato Fray Diego de Cádiz, Santa Rosa de Viterbo, San José y San Pedro) y elementos de mobiliario urbano como farolas y bancos.
Entre las especies vegetales, las autóctonas están en mescolanza con otras de todo el planeta: Acacias, acebuches, adelfas, aguacates, alcornoques, naranjos, limoneros, aligustres, araucarias, Árbol del amor, Árbol de los dioses, cipreses, macrocarpas, eucaliptos, fícus, grevillea, hibisco de china, jacaranda, laurel, nogal americano, olmos pumila, palmera canaria, pinos (pinsapos), magnolios, pitos porum, jacarandas, celindos, jazmines, etc. (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El zoológico de Jerez se encuentra al final de la calle Taxdirt. Se trata de uno de los lugares más atractivos de la ciudad, de visita imprescindible, especialmente si se viaja con niños. No es, como suele ocurrir en estos casos, un simple almacén de animales, sino un zoobotánico, es decir, un gran jardín con animales, organizado bajo los depósitos de agua del Tempul, que cuenta con aula de educación, biblioteca especializada, un centro de recuperación de especies en peligro de extinción, y que lleva a cabo programas educativos y de conservación ambiental del medio rural, entre otras muchas actividades, lo que lo convierten en el mejor de Andalucía y uno de los más avanzados de España.
Desde su fundación en los años cincuenta del siglo pasado, este parque zoológico ha logrado reunir una amplísima colección de animales de muy variadas especies, así como una muestra generosísima de plantas y especies arbóreas, convenientemente catalogadas. Un trenecito de tipo turístico recorre las distintas instalaciones. Cuenta además con merendero, restaurante, parque infantil, sala de exposiciones y, en fin, todo lo necesario para convertir la visita en una verdadera diversión (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).
Se remonta su origen a una ermita extramuros, convertida en parroquia debido al aumento de población de este arrabal de la zona Oeste tras la Reconquista. Aunque se desconoce la fecha exacta de su erección, sabemos que en 1362 ya funcionaba como parroquia. La iglesia actual, de estilo gótico, fue comenzada hacia 1489, si bien el grueso de la fábrica se realizó ya en el siglo XVI.
Las tres portadas exteriores, de estilo gótico borgoñón, datan de finales del siglo XV. Concretamente, sobre el gablete de la torre-fachada de los pies, se encuentra el escudo de los Reyes Católicos con la granada, lo que la data después de 1492. El aspecto actual lo tomó en el siglo XVII cuando, a partir de 1663, Diego Moreno Meléndez concluyó la portada, mediante la inclusión de elementos decorativos vinculados formalmente con la obra medieval. Sobre la cornisa se alza la torre-campanario, en la que, además de Moreno, intervino Tomé García. De planta cuadrada, se corona con un chapitel piramidal recubierto de azulejos, sobre el que se dispone una veleta con el perfil de Santiago.
La espadaña, levantada por Juan de Bargas en 1760, está situada sobre la cabecera del templo y destaca por las columnas salomónicas que enmarcan la esfera del reloj y por las dos grandes ménsulas que flanquean la composición. Del mismo autor debe ser probablemente el balcón ubicado en los graneros existentes sobre la sacristía.
Su interior presenta planta basilical de tres naves, ábside poligonal en la nave central y testero plano en las laterales. A excepción de las bóvedas de la cabecera, que son estrelladas, el resto son de crucería sencilla. La casi total ausencia de mobiliario que presenta la iglesia se debe principalmente a las restauraciones en estilo que sufrió durante los siglos XIX y XX, que fueron dirigidas por los arquitectos José Esteve y López a partir de 1890, a quien se deben los cambios más notables: pérdida de los terceletes de la bóveda central, desaparición del coro y transformación de la Capilla Mayor; y ya en el siglo XX a Rafael Esteve Fernández-Caballero, José Hernández Rubio, Fernando de la Cuadra e Irízar, José Menéndez-Pidal y Francisco Pons Sorolla.
En el presbiterio se levanta, desde 1907, el templete neogótico de mármol de Carrara y bronce donado por la familia Garvey. Fue realizado en Roma, entre los años 1901 y 1906, por el jerezano José Gallegos Arnosa. Los clasicistas ambones fueron realizados a partir de 1630, por los herreros gaditanos Roque y Francisco de Caos, y posteriormente dorados por Alonso Cano. De planta poligonal y apoyados sobre un balaustre de 1884. En el presbiterio se conservan además dos lienzos dieciochescos de escuela sevillana: La Inmaculada y La Sagrada Familia con San Fernando.
En el lado del evangelio, se encuentra la Capilla de la Hermandad de San Pedro, Sagrario desde 1826, que se construyó a partir de 1726. Exteriormente constituye una pieza adosada al templo donde se superponen los órdenes, toscano-jónico. Está cubierta por una cúpula sin linterna en cuyas pechinas aparecen los bustos en madera de los evangelistas. En la capilla se encuentran dos lienzos dieciochescos anónimos de correcta ejecución y rico colorido, alusivos a la vida de David; el de la derecha representa la llegada del rey David a Jerusalén, con la cabeza de Goliat y el de la izquierda el momento en que un ángel se dispone a destruir Jerusalén y David implora la misericordia de Dios. El altar lo preside la imagen de un crucificado de talla de la primera mitad del siglo XVIII, que presenta acusada similitud con otras obras del escultor Diego Roldán, a quién puede ser atribuido.
En la cabecera de la nave del evangelio, de testero plano, se encuentra un retablo de la primera mitad del siglo XVII, aunque parcialmente transformado. En su primer cuerpo se encontraban, entre columnas entorchadas, las pinturas de La aparición de la Virgen del Pilar al apóstol Santiago y Los Desposorios de San José y la Virgen. El ático, está presidido por la pintura de la Asunción entre la Natividad y la Epifanía y se corona con Dios Padre. En este retablo se encuentra la imagen de Nuestro Padre Jesús del Prendimiento, escultura procesional de vestir de gran calidad, de la primera mitad del XVIII y atribuida al jerezano Francisco Camacho de Mendoza.
La Capilla de la Paz, situada junto a la puerta de la epístola, se levantó algunas décadas antes de que se iniciase el templo actual, aunque fue muy intervenida a finales del XIX. Está cubierta con bóvedas de crucería cuyos nervios, adornados por dientes de sierra, descansan sobre ménsulas voladas; la cabecera en que se remata está cubierta mediante bóveda estrellada sobre trompas. Una tabla de finales del siglo XVI, que representa La Ascensión, se conserva en este lugar, quizá procedente del retablo mayor primitivo, donde trabajó Alejo Fernández.
Existen en el templo otras obras de interés: un alabastro de Nottingham (Inglaterra) que representa El Calvario; la escultura dieciochesca de San José, en la línea de las obras de Jácome Vaccaro, la de Santiago Peregrino, de la misma centuria, y la de San Cristóbal, obra de finales del siglo XVII.
También merecen ser destacados dos lienzos de grandes proporciones, el primero de ellos, una Virgen de la Antigua con donante, obra de principios del siglo XVII del pintor Marcos de Ceballos, y el enorme que representa a Santiago en la Batalla de Clavijo, realizado por el pintor sevillano José María Rodríguez de Losada de la segunda mitad del siglo XIX.
La Sacristía y sus construcciones anejas se sitúan junto a la cabecera en el lado de la epístola. Se trata de un conjunto anónimo levantado entre los años finales del XVI y 1603. Desde el interior del templo se accede por la portada de la Antesacristía, de orden mensular y estética manierista. En los batientes de madera, contemporáneos a la portada, se representan las imágenes en relieve de Santiago el Mayor y el Menor. La Antesacristía es una sala rectangular cubierta por bóveda de medio cañón rebajado con casetones. La puerta de ingreso desde este espacio a la Sacristía presenta ménsulas con cabezas de león y tarjetones. En ella se conserva un interesante crucificado, de tamaño natural, de mediados del siglo XVI. La Sacristía presenta planta rectangular, cubierta por bóveda oval sobre trompas, con decoración de óvalos concéntricos, formando casetones de diferentes tamaños. Él óvalo central lo ocupa la imagen de Santiago en relieve; a continuación conchas del peregrino, cruces de Santiago, de las Órdenes de Alcántara y Malta, las llaves de Pedro y la tiara papal. El siguiente óvalo de casetones lo ocupan las figuras de Cristo, la Virgen, los Apóstoles y otros santos. El último anillo cuenta con tarjas de estilo clásico. Debajo de cada trompa se sitúan, sobre repisas, las esculturas de los evangelistas. Merecen ser destacados la cajonera, del siglo XVIII, y un interesante crucificado de principios del siglo XVII. Por último, cabe mencionar el espacio que comunica la Sacristía con el presbiterio, de dos tramos de bóveda de crucería, y el archivo, que presenta una bóveda muy particular de finales del siglo XVI.
Destaca en el Tesoro la custodia procesional de Juan Bautista Costella, orfebre de origen italiano, establecido en Jerez en la segunda mitad del siglo XVIII. Está realizada en plata sobredorada, con engastes de esmeraldas, rubíes, topacios, diamantes y perlas. Tiene 130 centímetros de altura y fue realizada entre los años 1791 y 1793. Cuenta con una peana en forma de corona, de la que sale un vástago sostenido a media altura por dos ángeles; sobre él se dispone el viril rodeado de un doble sol. De igual modo destaca el cáliz salomónico realizado por Damián Sánchez de Castro, entre los años 1758 y 1767. El resto de las piezas de los siglos XVIII y XIX son obras de orfebres como Francisco Montenegro, Pedro Moreno de Celis, Diego Moreno de Moya o Antonio de Pineda (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La iglesia se sitúa en la Plaza de Santiago, lugar donde estaba ubicada una de las puertas de la ciudad, hoy inexistente, pero que sigue conservando dicho carácter, siendo el centro de uno de los barrios más populares de la ciudad.
Su estructura corresponde a una planta de salón de tres naves cubiertas por bóvedas, siendo la central más ancha y alta que las laterales. Tiene cinco tramos en su desarrollo longitudinal, más cabecera poligonal de cinco lados. En la cabecera de la nave de la Epístola se encuentra de forma anexa un espacio de planta rectangular, que nos conecta por el muro lateral izquierdo con una dependencia de planta trapezoidal, y con el despacho parroquial de planta cuadrada, y al frente con la sacristía de planta rectangular. A los pies de la nave de la Epístola se halla la Capilla del Bautismo de planta rectangular.
Volumétricamente el inmueble ocupa una manzana completa y exenta. Todo el conjunto muestra planta rectangular, sobresaliendo en la fachada principal el cuerpo de la torre-campanario a los pies y la espadaña, ubicada en la cabecera.
La nave central, mas alta y ancha que las laterales, va separada de estas mediante arcos apuntados que apoyan sobre pilares fasciculados. Los haces de columnillas que dan a la nave central suben por encima de los arcos apuntados hasta la línea de impostas, desde donde arrancan las bóvedas que cubren la nave. La cubierta de esta nave central se resuelve mediante bóvedas de crucería. Las naves laterales están divididas en cinco tramos mediante arcos apuntados que apoyan sobre los pilares fasciculados de la nave central y sobre las pilastras en los muros perimetrales. Las cubiertas de las naves laterales se resuelven mediante bóvedas de crucería similares a las de la nave central.
Exteriormente el templo presenta tres fachadas. La principal, a los pies, data de finales del siglo XV y presenta cuatro contrafuertes que son los que marcan en el interior la distribución de las tres naves. El tramo correspondiente a la nave central sobresale de la línea de fachada y va rematado por una torre construida en 1663. Consta de una portada lujosamente decorada, dividida en dos cuerpos por dos machones con baquetones, que culminan en pináculos tallados con motivos vegetales. El primer cuerpo, presenta un vano adintelado enmarcado por tres arquivoltas rematadas por un gablete. El segundo cuerpo está formado por un arco apuntado con hornacina en su interior.
La torre que remata la fachada se reconstruyó a finales del siglo XVII. Esta se eleva sobre una plataforma que apea sobre la bóveda de la nave central. El cuerpo de campanas se sostiene por cuatro columnas toscanas y sus vanos se hallan enmarcados con pilastras fajadas. El conjunto se remata en un frontón roto, corriendo por debajo un friso con triglifos y metopas. El segundo cuerpo se sostiene por tres pilares en cada frente, decorados por pilastras cajeadas y capiteles-ménsula.
La fachada del lado de la Epístola muestra dos pisos, el primero contiene vanos adintelados protegidos con rejas y el segundo lo preside un gran balcón de forja protegido con guardapolvo. Siguiendo la línea de fachada nos encontramos con cuatro contrafuertes con arbotantes, terminados en pináculos y que son los que marcan en el interior los tramos tercero, cuarto y quinto. Al exterior el tramo tercero aparece la portada, que sigue el mismo esquema que la de los pies.
En la fachada del lado del Evangelio se observa en primer lugar un cuerpo octogonal sobresaliente, que corresponde en el interior con la escalera de caracol por la que se sube a la cubierta exterior del templo. Siguiendo la línea de la fachada vemos cuatro contrafuertes con arbotantes y rematados por pináculos, mostrando en su alzado dos cuerpos. En el interior, los tramos cuarto y quinto llevan paramento liso y el tercero contiene una portada con vano adintelado y flanqueado por dos machones con baquetones rematados en pináculos.
Entre los siglos XII y XIII el Jerez hispanomusulmán vivirá una etapa de gran desarrollo constructivo. Jerez será incorporada definitivamente a la corona de Castilla en 1264 por el Rey Alfonso X el Sabio, quien tras la Batalla del Salado en 1340 pone fin al hostigamiento norteafricano.
Este hecho fue decisivo para el desarrollo económico, político, social y cultural que vivirá Jerez en el siglo XV. La ciudad se expande, desborda las murallas y se crean nuevos barrios extramuros en torno a las ermitas de San Miguel y de la Paz, en donde Alfonso X fundó una real capilla que puso bajo la advocación de Santiago Apóstol.
No se sabe con seguridad la fecha en que la primitiva ermita que dio origen a la parroquia de Santiago fue elevada a tal fin, sin embargo en 1362 ya hay constancia de ello, según revela un documento existente en el archivo de la Colegial (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La calle Ancha lleva hasta la iglesia de Santiago, alzada a un lado de la plaza de su nombre. Hacia la mitad de la calle, hay otro trozo de muralla ante el que en 1991 se inauguró un monumento dedicado a Alvar Núñez Cabeza de Vaca, explorador de la Florida. La plaza de Santiago es el centro de uno de los barrios clásicos jerezanos, una zona muy bella de la ciudad, con un gran sabor medievalizante y popular. La iglesia, que es también parroquia, data del siglo XVI, aunque su construcción se inició en 1489. Es de estilo gótico y al exterior muestra tres fachadas, destacando la principal por la pureza y el equilibrio de su composición. Sobre ella se levanta el robusto campanario, rematado por un agudo chapitel revestido de brillantes azulejos. En el interior, de tres naves, con bóvedas de nervaduras, se guarda la imagen del Cristo del Prendimiento, El Prendi, atribuido a la Roldana, que concita la devoción de los numerosos gitanos del barrio, especialmente el Miércoles Santo, día de su salida penitencial (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).
Este Convento, fundado en 1543, perteneció a la Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, instalada en este lugar bajo el patronato de don Diego Hernández de Mesa.
La portada renacentista de la iglesia, atribuida a Hernán Ruiz, está compuesta por columnas de orden toscano, alberga el escudo de la orden y una hornacina con la imagen de la Virgen de la Victoria. Data de hacia 1567. La torre, que fue construida entre 1636 y 1642 por Antón Martín Calafate, consta de tres cuerpos decrecientes coronados por media naranja recubierta de azulejos.
Al interior, la nave principal de la iglesia, cubierta con bóveda de cañón con lunetos y decorada con motivos geométricos de ascendencia serliana, acusa una importante reforma del segundo cuarto del siglo XVII, acometida probablemente por Antón Martín Calafate. En el pasado siglo, la cabecera fue derribada, acortando la longitud de la iglesia y adelantando el retablo mayor. Éste, de mediados del siglo XVIII, está articulado mediante grandes estípites, entre los que se insertan hornacinas con las imágenes de San Miguel y San Alberto Magno, en el primer cuerpo, entre las que se encuentra actualmente la imagen de la Virgen de la Soledad, una talla de vestir de José Fernández Pomar realizada en 1800: sobre ella, la de la Virgen de la Victoria, entre San Juan Bautista y San Juan evangelista. En el ático se sitúa San Francisco de Paula con otros santos de la orden.
En un lateral de la iglesia se conserva el monumental grupo escultórico neobarroco del Descendimiento de Cristo, realizado a mediados del pasado siglo por el escultor Luís Ortega Bru. Merecen ser destacados el llamado Señor de los Trabajos, imagen genuflexa del primer tercio del XVII y un San Francisco de Paula, también del mismo siglo.
La nave secundaria, actualmente sin comunicación con la principal, corre paralela al lado de la epístola. Consta de bóvedas vaídas muy rebajadas, divididas por arcos de medio punto que descansan en ménsulas voladas; fue probablemente realizada a finales del siglo XVI por Martín Delgado y Pedro Martín, maestros que realizaron la sacristía hacia 1590.
El claustro fue comenzado en 1595, probablemente por Martín Delgado, y su construcción continuó hasta 1689. En él también intervinieron Gonzalo Martín Corchado y su hijo Sebastián García y probablemente Antón Martín Calafate. Se trata de un claustro cuadrangular de seis arcadas por lado y doble altura.
La planta baja se compone de una sucesión de arcos de medio punto que apean sobre columnas de mármol blanco. El piso superior, también abierto, se dispone del mismo modo, pero con arcos rebajados. En el lado norte se sitúa el Refectorio, cubierto por bóvedas vaídas, en cuya clave central aparecen relieves relativos a la Orden mínima. Fue levantado en 1594 por Martín Delgado y Pedro Martín (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Consta la iglesia interiormente de una sola nave que se cubre por una bóveda de cañón con lunetos, decorándose con motivos geométricos que se repiten entre los distintos espacios en que queda dividida por los arcos fajones.
Exteriormente la portada constituida por dos columnas dóricas que sostienen el entablamento sobre el que voltea un arco de medio punto en el que está inscrita una hornacina con una bella imagen de la Virgen con el Niño, terminada en un frontón. Siendo obra renacentista.
A la izquierda de esta portada se levanta la torre (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El convento de la Victoria, antiguo de frailes mínimos, fundado en 1543, del que, tras la Desamortización, sólo queda la iglesia, con su airosa torre esquinera y la notable portada atribuida a Hernán Ruiz (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).
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