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domingo, 4 de febrero de 2024

Los principales monumentos (Iglesia de Santa María de la Mesa; Ermita de San Juan de Letrán; antigua Iglesia Mayor; Castillo y Torre del Homenaje; y Torre del Reloj) de la localidad de Zahara de la Sierra, en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santa María de la Mesa; Ermita de San Juan de Letrán; antigua Iglesia Mayor; Castillo y Torre del Homenaje; y Torre del Reloj) de la localidad de Zahara de la Sierra, en la provincia de Cádiz.
     El caserío de Zahara se aglomera en una de las laderas que descienden desde el castillo, salpicado de edificios monumentales. La población surge en el siglo XIII, cuando la frontera se hallaba muy cerca debido a las conquistas realizadas por Fernando III; desde entonces formó parte del sistema defensivo del reino de Granada, al que perteneció hasta 1407, cuando la toma el Infante don Fernando de An­tequera. A lo largo del siglo XV cambio su situación en diversas ocasiones, dejando de ser población de realengo por cesión a la familia Arias de Saavedra, que la perdió a manos de los granadinos. Finalmente en 1484 pasó a manos de don Rodrigo Ponce de León, que la había recuperado para las fuerzas cristianas. En lo religioso y en lo artístico mantuvo siempre vínculos con Sevilla (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
     El municipio de Zahara de la Sierra se encuentra en el centro del Parque natural Sierra de Grazalema, en el extremo nororiental de la provincia de Cádiz, concretamente en la falda de la Sierra del Jaral, entre los ríos Guadalete y Bocaleones, y a la orilla del embalse de Zahara-El Gastor. Está situado sobre la falda oeste de una abrupta colina, coronada por una gran peña muy escarpada (sobre todo en su cara oeste), desde la que se domina un amplio valle regado por el Río Guadalete (hoy ocupado en parte por el Embalse). El núcleo actual, cuyo origen es claramente defensivo por su posición estratégica, corresponde al Recinto Bajo (en una pequeña meseta, alrededor de la Plaza de España, y con desarrollos hacia cotas más bajas), abandonando el Recinto Superior (ruinas del Castillo). Sus altitudes más significativas son: Plaza de España, 511 m.; y Castillo, 606,5 m.
     Su forma urbana de trazado antiguo e irregular, es producto de la adaptación a su peculiar topografía, provocando un crecimiento en cinturón alrededor de la Peña. Sus calles discurren de forma escalonada por lugares de pendiente uniforme. Las manzanas son lineales y limitadas en uno de sus lados por dicho elemento físico, por lo que adquieren forma escalonadas y suelen ser estrechas y empinadas. Se detectan dos tipos de manzanas: las cerradas, con dos fachadas paralelas, en el interior, y las abiertas en los bordes. El Casco Antiguo se estructura alrededor de dos calles casi paralelas, mientras que los Arrabales se desarrollan a lo largo de los caminos que bordeaban el barranco. Las calles transversales suelen tener pendientes muy fuertes, con desniveles que a veces sólo se salvan con escaleras.
     Su tipología residencial más común responde a la vivienda tradicional con entrada por zaguán y corral trasero. 
     Generalmente es una edificación entre medianeras.
     La altura predominante en las edificaciones es de dos plantas, presentando fachadas encaladas, con ventanas defendidas con cerrajería sencilla, balcones con cierros y portadas ocasionalmente decoradas también con gran sencillez. La mayoría de las cubiertas se resuelven mediante cubierta inclinada de teja a dos y tres aguas con teja árabe, constituyendo su conjunto visto desde el castillo, un espectáculo pintoresco (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Cálida población de la denominada Ruta de los Pueblos Blancos, situada en las faldas de la sierra del Jaral, desde la que se domina un espléndido paisaje.
Historia
     Villa de difícil identificación romana, lo cierto es que tras la conquista árabe se convirtió en una de las plazas fuertes más importantes, hecho que se evidenció más aún en el reino nazarí, siendo Zahara enclave estratégico de primer orden en la frontera medieval rondeña.
     En 1483 fue conquistada por Rodrigo Ponce de León, duque de Arcos. Hasta los años setenta del siglo XX se llamó Zahara de los Membrillos.
Fiestas
     El Corpus Christi, variable entre mayo y junio, se celebra en el pueblo desde la Reconquista. Se cubren las calzadas de juncias y las fachadas de las casas de arbustos sobre los que se cuelgan mantones y colchas bordadas.
     Del 20 al 23 de agosto tiene lugar la feria y el 28 de octubre es el día de los patronos San Simón y San Judas.
Gastronomía
     Cocina amorosa que sabe utilizar los pro­ ductos silvestres que le brinda el campo de los alrededores. Entre sus platos hay que mencionar el cocido con tagarninas, las sopas hervías, con espárragos, y los quemones, especie de salmorejo.
Artesanía
     Aún existe en la población una interesante industria artesanal a base de trabajos de esparto, palma, vareta y ganchillo.
Visita
     Zahara se deja caer por la ladera de la sierra del Jaral, en cuya cima se levanta el castillo, una fortaleza roquera del siglo XII, de la que sólo se mantiene en pie la torre del homenaje. El casco urbano de la localidad cuenta con la declaración de Conjunto Histórico-Artístico desde 1983. Su belleza es increíble. Las calles y las plazas, en las que abundan las fuentes, se van adaptando al terreno de tal manera que las casas se suceden escalonadas, muchas de ellas todavía de los siglos XVI y XVII.
     En la plaza de Zahara se levanta la iglesia de Santa María de la Mesa, templo del siglo XVIII construido sobre la antigua ermita de San Francisco. Muy interesante es la cúpula del crucero, de media naranja, cuyo tramo inferior presenta una curiosa deco­ración a base de columnas o balaústres que le dan un aspecto sumamente movido. En el boquete de San Juan se encuentra la ermita de San Juan de Letrán, construida en 1958 para sustituir a la anterior del mismo nombre, de la cual sólo queda la conocida como torre del Reloj, que era su campanario (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).  
     Cálida población de la denominada Ruta de los Pueblos Blancos, situada en las faldas de la sierra del Jaral desde la que se domina un espléndido paisaje.
Historia y visita
     Villa de difícil identificación romana, lo cierto es que tras la conquista árabe se convirtió en una de las plazas fuertes más importantes, hecho que se evidenció más aún en el reino nazarí, siendo Zahara enclave estratégico de primer orden en la frontera medieval rondeña.
     En 1483 fue conquistada por Rodrigo Ponce de León, duque de Arcos. Hasta los años setenta se llamó Zahara de los Membrillos.
     El soberbio paisaje urbano y el natural que la rodea son los principales atractivos de la ciudad. Arriba, en lo más alto de la peña desde la que se descuelgan las casas, se levanta el castillo roquero, del que no se conserva más que la torre del homenaje, del siglo XII. Fuera del recinto murado del poblado nazarí, junto al actual depósito de agua, se localiza una necrópolis musul­mana.
     Abajo, en el pueblo, sobresale la iglesia parroquial de Santa María de la Mesa, terminada su construcción en 1755 en el solar de la antigua ermita de San Francisco. La atractiva imagen gótica de la Virgen titular se encuentra en el retablo mayor. Posee además un rico tesoro de objetos litúrgicos entre los que destaca la custodia del siglo XVI utilizada en el Corpus.
Fiestas
     El Corpus Christi, variable entre mayo y junio, se celebra en el pueblo desde la Reconquista. Se cubren las calzadas de juncias y las fachadas de las casas de arbustos sobre los que se cuelgan mantones y colchas bordadas. Del 20 al 23 de agosto tiene lugar la feria y el 28 de octubre es el día de los patronos San Simón y San Judas
Gastronomía
     Cocina amorosa que sabe utilizar los productos silvestres que le brinda el camp de los alrededores. Entre sus platos hay que mencionar el cocido con tagarninas, las sopas hervías, con espárragos, y los quemones, especie de salmorejo.
Artesanía
     Aún existe en la población una interesante industria artesanal a base de trabajos con esparto, palma, vareta y ganchillo.
Alrededores
     A unos 5 km hacia el sur se sitúa la Garganta Verde, al final de la cual se localiza la ermita de la Garganta, espléndida gruta excavada en la roca por el arroyo Bocaleones, con gran profusión de estalactitas y estalagmitas. En la misma dirección, en la carretera que lleva a Grazalema, se encuentra la entrada al pinsapar (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005). 

Iglesia de Santa María de la Mesa
     Fue erigida inicialmente sobre la primitiva mezquita musulmana y a la sombra de la fortaleza, en lo más alto de la pronunciadísima pendiente. Su adaptación al nuevo culto cristiano afectó a la disposición del recinto que adquiriría la apariencia mudéjar que está documentada, con dos naves, cubierta de madera y una potente cabecera gótica con contrafuertes. Al estar situada en la parte más elevada del pueblo, que paulatinamente  había ido desplazándose ladera abajo, fue per­diendo con los siglos atractivo frente a otros dos establecimientos religiosos que se ubicaban en la zona hacia la que crecía el caserío. Se plantea entonces la necesidad de construir una parroquia nueva en una cota inferior y el maestro mayor de obras del Arzobispado de Sevilla, Francisco Rodríguez, se encargó de dar las medidas del nuevo edificio, que iba a levantarse en el solar de una de las ermitas, la de San Francisco. Entre 1731 y 1741 midió y proyectó las obras, que tardarían tres décadas en estar concluidas. Antonio Matías de Figueroa se ocupó del remate desde 1775 hasta 1779, trabajando desde la línea de cornisas, por lo que las cubiertas fueron proyectadas por él, así como la torre y las portadas. Sin duda, el parentesco con otras obras del maestro saltan a la vista, bastando compararla con la fachada de la cercana parroquial de Algodonales, aunque todavía resulte más clara la afinidad estilística con otras obras del menor de los Figueroa, como la iglesia parroquial de Almonte. La puerta principal se encuentra afectada por esta explosiva manifesta­ción final del barroco castizo, quebrando las líneas rectas y con­traponiendo curvas y formas mixtilíneas. La sencillez de la estructura arquitectónica, elaborada en piedra limpia, contrasta con las elaboradas tensiones de la crestería que decora el dintel y la dinámica evolución de las líneas del frontón que remata el hastial.
     Al interior presenta una disposición tradicional de cruz latina, con tres naves y crucero, cubiertas con bóveda  de cañón con lunetos la principal y de aristas las laterales. Todo ello sostenido por pilares de sección rectangular que se adornan con pilastras toscanas. El coro se ha interpuesto a los pies de la nave,  lo que mantiene los paralelismos con la iglesia de Algodonales. Otro testimonio del carácter de esta arquitectura tardobarroca es el singular perfil del intradós de la cúpula que cubre el crucero, decorada en su tramo bajo por una banda ondulante. La arquitectura en madera que adorna el interior de la iglesia también presenta abundantes testimonios de calidad. El retablo mayor fue adquirido a los dominicos de Cádiz en 1779, siendo retocado por el maestro dorador Anselmo de Fuentes. Se compone de banco, dos cuerpos con tres calles separadas por estípites y ático. Es obra en la que coexisten estípites de hechura algo tosca, con pilastras de rocalla de gran ligereza, recordando en su tratamiento arquitectónico el arte de Gonzalo Pomar. El movimiento en la línea de cornisas y las rocallas abundantes, nos hace pensar en un artista cercano al taller sevillano de los Acosta. El retablo está presidido por la Virgen de la Mesa, obra gótica de talla completa con una tosca policromía. A los lados se sitúan las imágenes de los santos patronos de la villa, San Simón y San Judas Tadeo, que parecen obras sevillanas de principios del siglo XVIII. Sobre los santos sendos medallones con la Estigmatización de San Francisco y San Pascual bailón adorando la eucaristía, ambas realizadas en la segunda mitad del siglo. En la órbita de Pedro Roldán se encuentra el Arcángel que se encuentra en el ático del re­tablo, de los primeros años del XVIII. Junto al altar se exhibe la cruz parroquial, utilizada du­rante los oficios de la semana santa y cuyo cruci­ficado es una interesante obra del siglo XVII.
     En la cabecera de la nave de la izquierda se encuentra la capilla sacramental, presidida por un retablo compuesto por el banco, un único cuerpo con tres calles y el ático. Puede ser del último tercio del siglo XVIII puesto que en su decoración no abandona la rocalla, aunque utilice columnas corintias decoradas con guirnaldas. En el camarín hay una imagen de candelero de la Virgen del Rosario, que tuvo cofradía propia, y una talla de San Juan Nepomuceno, alojada en el ático, completa la iconografía del retablo.
     A continuación, en la misma nave, se encuen­tra el retablo de la Virgen de Comares, que se encuadra en la estética sevillana posbarroca imperante en las últimas décadas del siglo XVIII, relacionándose con la obra del artífice establecido en Utrera, Juan Ignacio de Salamanca, arquitecturas que mantienen una marcada estructura, libres de los adherentes que proliferaron durante el rococó, de planta quebrada que rompe con el paralelismo de las columnas. El retablo se ha policromado imitando mármoles de colores y pre­senta en la hornacina principal una figura de la Virgen que procede de una antigua ermita. En las entrecalles se colocan sendas esculturas de pequeño tamaño de Santa Rita de Casia y el Arcángel San Rafael, de discreta calidad, fechadas en las primeras décadas del siglo XVIII. Un Nazareno preside el ático, pieza de talla completa posiblemente realizada en Sevilla y fechada en el siglo XVII. Como es habitual, las Ánimas del Purgatorio tienen retablo propio, que sirve de marco arquitectónico al gran cuadro de altar. Posee una ligera estructura con banco, un único cuerpo y el ático, con dos columnas que avanzan sobre el plano del lienzo. Éste, que muestra a la Virgen del Carmen como intercesora de las almas, es de origen sevillano de la segunda mitad del siglo XVIII. Tres pequeñas figuras completan la iconografía. Se trata de las imágenes de Santa Gertrudis y Santa Bárbara, sobre el banco, y Santa Catalina de Alejandría, en el ático; todas ellas sevillanas de la primera mitad del XVIII.
     El coro es de quince estalos, apenas decorado con unas líneas, habiendo sido construido entre 1779 y 1780 con la participación de Francisco del Valle, carpintero de la diócesis, y del ensamblador Juan Ignacio de Salamanca. El retablo de San José es el primero de los altares de la nave de la Epístola, colateral al mayor. Se ha concebido de acuerdo con los principios estéticos de fines del XVIII. Mantiene en sus líneas principales las formas del retablo de la Virgen de Coma­res, aunque sólo cuenta con un par de columnas, que combinan con los esbeltos baquetones que sostienen la hornacina principal, que bien podrían haber sido estípites. Las esculturas que se distribuyen por esta arquitectura son algo toscas, cercanas en fecha a la ejecución del altar, excepto el reciente San Juanito del banco. La imagen de San José con el Niño que en origen lo presidía se encuentra actualmente en la sacristía y en su lugar luce otra talla de menor calidad, a los lados aparecen Santa Teresa y el arcángel San Gabriel.
     Inmediato al retablo de San José, el muro se pintó en el último tercio del siglo XVIII con una imagen de San Cristóbal con la iconografía habitual. Sigue el retablo de Nuestro Padre Jesús, que repite el modelo del que se sitúa enfrente, en la nave del Evangelio, con la imagen titular en la hornacina principal. Se trata de una escultura ejecutada en la segunda mitad del siglo XVII, y flanqueada por dos santos franciscanos, San Francisco de Asís y San Antonio de Padua, ambas de pequeño tamaño y propias del arte de la primera mitad del siglo XVIII. El contiguo lienzo del Cristo de Medinaceli decimonónico resulta la mejor de las copias que se ha difundido entre otras iglesias gaditanas y que reproducen fielmente la matriz.
       El último retablo de la nave, inmediato a la puerta de acceso al Museo Parroquial, es el del Cristo de la Sangre, talla sevillana de la segunda mitad del siglo XVII. El retablo es de liviana estructura cubierta por una abigarrada decoración de rocallas y fue dorado entre 1779 y 1781 por el maestro Anselmo de Fuentes. En el Museo se expone la orfebrería y los bordados que atesora esta iglesia. Se trata de un conjunto espléndido en el que destaca un cáliz de plata sobredorada, renacentista de mediados del siglo XVI, con pea­na estrellada gótica, pero con el astil y la copa en la plenitud del estilo. La subcopa presenta una menuda decoración de rosas, en el nudo las asas y los gallones propios de la época. Posee marca de la ciudad de Sevilla y podría haberse labrado en taller cercano a Ballesteros. Entre lo legado por el manierismo sobresalen un cáliz con el nudo decorado a base de cabezas de clavo y unas vinajeras con asas en forma de «ces», con incisiones ovaladas, como las que decoran la bandeja. A lo que hay que añadir un portapaz representando un retablo de perfiles bajorrenacentistas, que alberga una imagen de Cristo atado a la columna y se ha documentado como obra realizada en 1666 por Juan Bino de Espinal, con el consiguiente conflicto estilístico. Del mismo autor y fecha es la cruz procesional de austeras formas. Y también contradictoria valoración estilística merece el cáliz sin decoración, de nudo semiovoide, que se ubica en el barroco. Del rococó es el cáliz con el astil piriforme, que posee la marca del sevillano Cárdenas, y por tanto perteneciente a la segunda mitad del siglo XVIII. De otro platero hispalense es el portaviático con forma de pelícano. Dieciochescas son dos de las obras más notables de la parroquia, el ostensorio y el guión sacramental. El primero es pieza rica con diamantes engarzados en el viril, un astil en forma de pelícano y una peana de perfil mixtilíneo y rocallas. Lleva la marca del orfebre Cárdenas y es del último tercio del siglo XVIII. La decoración rococó es abundante en el guión y por la forma de la misma ha sido relacionado con el mismo artífice sevillano. De fines de la centuria y del siglo XIX son numerosas piezas, en su mayor parte sevillanas, como la concha de bautismos, de Alexandre, o la cruz de la manga parroquial, de Rojas, o un cáliz liso, que lleva la marca de García y Vega. De la platería Meneses, de Madrid, procede la arqueta de la llave del Sagrario realizada ya a principios del siglo XX.
     El bordado tiene una excelente representación, con muestras que se remontan al siglo XVI. Entre las piezas más antiguas se encuentra la casulla de terciopelo verde, con el Bautista, la Magdale­na y los santos Juan Evangelista y Francisco de Paula, enmarcados por grutescos.
     Del mismo autor ha sido considerada la casulla negra, con parecidos motivos bordados de corte renacentista, aunque resueltos con un trazo más elegante. Ambas piezas se han asociado con el bordador Luis de Góngora, que trabajó en la segunda mitad del siglo para la parroquia. Todavía de la misma centuria es la capa roja de grutescos. Hacia finales del siglo XVII hay que datar el terno rojo, compuesto por casulla, dalmáticas, bocamangas y capa pluvial, todo con decoración manierista (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     Siglo XVII. Fue terminada en 1755 bajo la dirección del escultor arquitecto Antonio Matías de Figueroa, construyéndose sobre el solar y aprovechando muchos de los materiales de la que hasta 1731 ocupó una antigua ermita llamada de San Francisco, dando paso así a la que hoy contemplamos.
     Al exterior destaca la fachada principal. Presenta portada barroca de mármol rosa cuyo remate coincide con la corona en bisel curvo que cubre el frente de la nave central. Es obra del maestro de fábricas Diego Pérez de Acevedo. Existe una segunda entrada llamada la Puerta del Perdón; está rematada con frontón curvo. En altura sobresalen el cimborrio, en forma curvilínea y cubierto por tejas vidriadas y la torre del campanario. Se remata en tejado piramidal, cubierta de azulejos dieciochescos, azules y blancos de tradición sevillana.
     Es un templo de tres naves, la central, más alta y ancha que las laterales, está separada de éstas por pilastras de orden toscano que sostienen bóvedas de aristas, y cúpula gallonada en el crucero, sobre cornisa rizada. Dentro de la Iglesia es de destacar el órgano, que queda instalado sobre un arco de medio punto que cubre el cancel de entrada de la puerta principal, es del siglo XVIII. A los pies de la nave central hallamos un coro con facistol y quince asientos, uno por cada clérigo que en 1779 contaba la parroquia. Está realizado en madera de pino de flandes por el escultor sevillano Francisco del Valle. El remate del testero es de Juan Ignacio de Salamanca. El Retablo Mayor, de acertado equilibrio artístico, es de estilo barroco. Otros retablos de menores dimensiones se distribuyen en las otras naves.
     Por último, hemos de mencionar el Tesoro o Museo Parroquial , magnífica expresión del arte religioso, en el que podemos hallar: varios cálices (el más antiguo del siglo XVIII) ; un portaviático de 1666, realizado por el platero sevillano Juan Birto de Espinar; varios varales de plata labrada; y una colección de atuendos religiosos de los siglos XVI al XVIII. Las piezas más importantes debido a su arraigo popular son, un guión sacramental (1760 – 1765)y un ostensorio (1775). El primero es de plata repujada con campanillas y estuvo expuesto en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Actualmente da paso al cortejo procesional cada año en la fiesta del Corpus Christi Se trata de una de las piezas más representativas de la orfebrería sevillana del siglo XVIII. El rico ostensorio, al igual que el guión de estilo rococó, es una autentica obra de arte, procesiona igualmente el día del Corpus, su altura es de 85 cm. Y pesa 6,3 kg. Toda la custodia es de plata y piedras preciosas (Ayuntamiento de Zahara de la Sierra).

Ermita de San Juan de Letrán
     Este edificio cuenta con una sola nave cubierta con bóveda de cañón rebajada. Al exterior presenta una fachada con amplio atrio y un remate de' moderna factura. El retablo de la capilla mayor, rematado por un escudo con el águila bicéfala y los elementos iconográficos de San Pedro, acoge una Virgen de los Dolores de candelero. Del resto de las esculturas que se reparten por los muros laterales del templo es interesante un crucificado dieciochesco (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005). 
     Siglo XX. Pequeña iglesia construida en 1958, sobre el solar que ocupó la anterior ermita del mismo nombre. De una sola y amplia nave, su portada es un amplio arco de medio punto coronado por tres espadiñas, que cobijan a campanas fundidas del mismo año de la construcción templo (Ayuntamiento de Zahara de la Sierra).

antigua Iglesia Mayor
     Actualmente lo único resaltable es la torre construida de aparejo irregular con hiladas de ladrillo a diferentes alturas. Sobresalen los contrafuertes para su sustentación, situados en cada vértice del hexágono, y en cada una de sus caras son evidentes los mechinales cuadrados. La que actualmente vemos, por su estructura, construcción y uso, debió pertenecer al siglo XV y formó parte de la Iglesia Mayor edificada por los cristianos después de la primera conquista de Zahara en 1407. Queda por ver si ocupa el lugar que previamente tendría la mezquita, en tanto en cuanto al haber un asentamiento permanentemente musulmán sería lógica su existencia, y como ocurre en otras ciudades conquistadas por el catolicismo durante la Edad Media, las iglesias se emplazarían sobre las antiguas mezquitas. Actualmente ha sido restaurada parcialmente, y en breve abrirá sus puertas como centro de interpretación e información de las excavaciones e intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en la Villa Medieval (Ayuntamiento de Zahara de la Sierra).

Castillo y Torre del Homenaje
     Siglos XIII al XV. Son pocos los restos que quedan de la antigua villa medieval de Zahara para que podamos hacernos una idea de lo que fue su aspecto original. No en vano, todo el poblado estaba rodeado por un cordón defensivo constituido por lienzos de muralla con torres de trecho en trecho, estando todo el conjunto almenado; e incluso en varios lugares defendido por dos murallas -que se hacen tres si consideramos las propias del castillo en sí-.
     El lienzo de muralla mejor conservado queda en la zona oriente. Del conjunto defensivo originario, lo que hoy llama más la atención, por ser lo único conservado, es la Torre del Homenaje, situada en el punto neurálgico del castillo y en su cota más alta –a 605 m. sobre el nivel del mar.
     El exterior, adaptado al terreno, presenta planta prácticamente cuadrada (12 x 12,60 metros) y ángulos redondeados, producto de la asimilación de la arquitectura militar nazarí con la cristiana como ocurre en el caso de la cercana Olvera. El interior de ambas plantas se encuentra dividido en cuatro compartimentos cada una, mediante arcos rebajados que se entrecruzan para formar dichos espacios, y que se cubren, a su vez, por bóvedas vaídas.
     En la cámara baja -por donde actualmente se entra- nos sorprende una piedra de grandes dimensiones y de función desconocida. De la primera planta destaca la chimenea -de tradición cristiana- y dos ventanas de grandes proporciones, situadas antagónicamente. La última planta corresponde a la azotea propiamente dicha, en donde encontramos la salida de la chimenea y cuatro grandes merlones esquinados, que constituyen el almenaje. La comunicación de las plantas se realiza mediante escaleras abovedadas construidas en el interior.
     Como artificios defensivos encontramos: las saeteras, de pequeño tamaño y situadas en diferentes punto; restos de probable matacán sobre la puerta original de entrada a la primera planta, construida de ladrillo; y un talud, en la cara noroeste, que cumplía diferentes funciones.
     La Torre del Homenaje se resume en sí como una edificación partícipe, y a la vez, individualizada del castillo: cumplía la función de ser el último reducto donde refugiarse en caso de que hubiera caído el resto de la villa, con la esperanza, por parte de los sitiados, que una ayuda venida del exterior o una paz negociada, les permitiera seguir con vida (Ayuntamiento de Zahara de la Sierra).

Torre del Reloj
     Siglo XVI. Adosada a la ermita de San Juan de Letrán y como único resto de la antigua ermita, se erige la popular Torre del Reloj, que constituía el campanario. Toma el actual apelativo por la instalación a principios de siglo de un reloj de péndulo en su planta superior (Ayuntamiento de Zahara de la Sierra).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santa María de la Mesa; Ermita de San Juan de Letrán; antigua Iglesia Mayor; Castillo y Torre del Homenaje; y Torre del Reloj) de la localidad de Zahara de la Sierra, en la provincia de Cádiz. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia gaditana.

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