Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la plaza de la Alfalfa, de Sevilla, dando un paseo por ella.
La plaza de la Alfalfa es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de la Alfalfa, del Distrito Casco Antiguo; entre las calles Pérez Galdós, Guadarmino, San Juan, Odreros, Alfalfa, Jesús de las Tres Caídas, Ángel María Camacho, y Alcaicería de la Loza.
La plaza responde a un tipo de espacio urbano más abierto, menos lineal, excepción hecha de jardines y parques. La tipología de las plazas, sólo las del casco histórico, es mucho más rica que la de los espacios lineales; baste indicar que su morfología se encuentra fuertemente condicionada, bien por su génesis, bien por su funcionalidad, cuando no por ambas simultáneamente. Con todo, hay elocuentes ejemplos que ponen de manifiesto que, a veces, la consideración de calle o plaza no es sino un convencionalismo, o una intuición popular, relacionada con las funciones de centralidad y relación que ese espacio posee para el vecindario, que dignifica así una calle elevándola a la categoría de la plaza, siendo considerada genéricamente el ensanche del viario.
También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
El espacio que hoy se identifica con este nombre es la suma de varios con denominaciones diversas a lo largo de los siglos. En el último cuarto del s. XV se denomina calle de las Carnicerías, por encontrarse aquí las más importantes de la ciudad; ámbito que en el siguiente se transforma en un espacio cerrado. Paralela a este edificio, separándolo de las actuales Odreros y San Juan, estaba la de la Odrería, donde se ubicaban los mesones que vendían el vino que traían los comerciantes, pero no el de los vecinos, y que ya aparece a mediados del s. XIV. El espacio entre las Carnicerías y la calle Alcaicería se denomina, en los s. XV y XVI, plazuela de las Berzas y de las Verduras, indistintamente, aunque aquél desaparece pronto, conservándose el segundo hasta comienzos del s. XIX. El de la plaza de los Ensaladeros también aparece en relación con este espacio, así como el del Garbanzo, según documento de 1586. En 1837, al derribarse el edificio de las Carnicerías y abrirse una plaza en su solar, se la llama de las Carnicerías, o de las Carnicerías Viejas, hasta la segunda mitad del siglo, aunque también aparece como Alfalfa, e incluso, por error, como Farfa (plano de 1830). Según Moreno y Gálvez, el espacio dejado por la calle Odrería se conoce como el Boquete. En 1859 se denomina Infante Don Fernando, y en 1868 se le cambia por el de Mendizábal, en recuerdo de Juan Álvarez Mendizábal, ministro de Isabel II, autor de uno de los procesos desamortizadores realizados en el pasado siglo. En el nomenclátor de 1937 aparece como plaza del Vino, y en ese mismo año se le da el nombre de General Mola, uno de los jefes militares que encabezan el alzamiento de 1936. En 1980 se le da el actual.
Esta plaza ha experimentado grandes cambios. En el siglo XVI, sobre el solar de la anterior calle se construyen la nuevas Carnicerías, descritas por Morgado como edificio de dos plantas en torno a un patio central porticado, al que se abren 48 puestos de carniceros; una de las puertas da a la plaza de las Berzas y otra a la de la Alfalfa. En 1776 se convierte en mercado de abastos, hasta que en 1837 se derriba. Se realizan proyectos para abrir una calle en el solar y construir viviendas, sin que se lleven a efecto. Por su parte, la calle Odrería, que iba de Odreros al Peladero, tuvo un trazado irregular, al adosarse varios edificios a las Carnicerías. Al derribarse éstas también desapareció dicha calle. Todo este espacio se convirtió en una plaza, con el eje longitudinal en dirección este-oeste. Se acondiciona como paseo, con bancos y árboles; en 1859 se le dota de urinario público, denominándose alameda en 1867; finalmente, al concluir el siglo, se adoquina. Paralelamente, ha venido experimentando un proceso de regularización, pues hasta bien entrado el s. XX se han producido operaciones de ensanche y alineación, de ahí que las edificaciones sean relativamente modernas.
Ha desempeñado un importante papel a lo largo de la historia. Aquí se ubica, según algunos historiadores, uno de los foros de la ciudad romana. A partir del s. XIII se citan varios mercados: además de las carnicerías, los nombres de Berzas y de Verduras de la plaza indican el tipo de mercado existente en ella; en el otro extremo se encuentran los de la alfalfa. Tras el derribo de las Carnicerías se instala un baratillo de cosas usadas, y en la segunda mitad del siglo XIX se ubica, los días de fiesta, un mercado de pájaros, que ha llegado a la actualidad. A su vez, en la calle Odrería estuvo el Hospital de Santo Domingo, de los barberos, en el s. XV, y posiblemente en su extremo se localizase el de los carniceros. El traslado de los mercados en 1820 origina un vacío de actividad que repercute en la zona; sin embargo, la plaza sigue desempeñando una función de sociabilidad durante todo el siglo, siendo un lugar de encuentro bastante concurrido, celebrándose en ella desfiles, bailes, fiestas, como con ocasión de proclamarse la I República, en que se decora con guirnaldas, colgaduras y arcos vegetales; otro tanto ocurría con algunas celebraciones religiosas, como la de la Virgen de la Salud, de San Isidoro, y el paso de la procesión de la Virgen de la Alegría, de San Bartolomé. Este valor de sociabilidad se acentúa en la segunda mitad del s. XIX al instalarse los banco y el citado mercado de pájaros, que actualmente ha ampliado la fauna objeto de comercio y que presenta una notable concurrencia la mañana de los domingos, mientras que los restantes días, cuando hace buen tiempo, las mesas de los bares en ella radicados se pueblan de grupos, que le dan animación a la caída de la tarde. La actividad comercial de la zona hace que sea una plaza siempre llena de vehículos de carga, donde antes había bancos, aunque se ha conservado el arbolado, de plátanos de Indias, que con su follaje cubre prácticamente el espacio de la plaza.
El papel y el ambiente existente ha quedado reflejado en la literatura. Diversos autores han aludido o ubicado en ella situaciones, desde Cervantes (El Rufián Dichoso), pasando por Palacio Valdés, Muñoz y Pabón, Luis Montoto, Romero Murube y M. Ferrand. A esta notoriedad ha contribuido además el nacimiento en ella, o en sus inmediaciones, de personajes populares, entre otros Rocío Vega, Niña de la Alfalfa (+ 1975), como recuerda un azulejo; y el bachiller Luis Peraza (s. XVI), autor de la primera historia conocida de Sevilla [Antonio Collantes de Terán Sánchez, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
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La Plaza de la Alfalfa, al detalle:
Azulejo conmemorativo a Rocío Vega Farfán "Niña de la Alfalfa"
Azulejo conmemorativo a José Portal Navarro
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